La encrucijada en nuestro corazón

Teresa de Jesús Jornet e Ibars, Santa

Memoria Litúrgica, 26 de agosto

Virgen y Fundadora

Martirologio Romano: En Liria, en España, santa Teresa de Jesús Jornet Ibars, virgen, que, para ayudar a los ancianos, fundó el Instituto de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados (1897).

Fecha de beatificación: 27 de abril de 1958 por el Papa Pío XII
Fecha de canonización: 27 de enero de 1974 por el Papa Paulo VI.

Breve Biografía

Los mayores, esos a los que se les ha dado en llamar el colectivo de la Tercera Edad, que ven el ocaso de sus vidas desde el crepúsculo teñido de rojas claridades malva, tienen hoy mucho que agradecer a Dios y bastantes de ellos también a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados porque les cuidan, atienden, dan casa y ofrecen el calor de la familia que quizá perdieron o acaso les abandonó porque un día se les ocurrió pensar que de los viejos ya no se podía esperar mucho más, o que eran molestos con sus manías y achaques. Decía que ellos agradecen al buen Dios el testimonio y vida de unas personas, en este caso siempre mujeres, que han hecho de sus existencia una ofrenda de caridad efectiva.

Logran hacer de sus casas un lugar agradable, tranquilo, limpio y ventilado; allí se reza, se come alimento sano, se proporcionan las medicinas pertinentes y, sobre todo, se derrocha cariño de las dos clases: humano y sobrenatural. Son un grupo de mujeres tocadas que están alegres, animosas, activas y optimistas porque es mucho lo que tienen que levantar; se les ve por las calles llamando a las puertas de las casas, en pareja, pidiendo mucho de lo que sobra o algo de lo que se usa; llevan con ellas a todos el recuerdo de la caridad. ¡Claro que son piadosas! Muy rezadoras... de la Virgen y del Sagrario sacan la entereza, la fuerza, el afecto o cariño, comprensión y paciencia que de continuo han de derrochar a raudales cuando charlan, limpian, lavan, planchan, cocinan para los ancianos o cuando tienen que animar a tanta juventud acumulada.

Teresa de Jesús, la catalana de Lérida, tuvo en lo humano muchas coincidencias con su homónima de Castilla; delicada de salud en el cuerpo y alma grande, espontánea y andariega, con gracejo agradable. En lo divino tuvieron de común el olvido de sí y, por amor a Dios, saber darse.

Nació en Ayltona (Lérida) el 9 de enero de 1843. Sus padres, Francisco José Jornet y Antonia Ibars eran sencillos labradores, educando a su familia en la religión: Su hermana Josefa, Hija de la Caridad en el hospital de la Habana; su hermana María se incorporó con María a la nueva aventura religiosa; su hermano Juan, casado dio tres hijas a la congregación de su hermana Teresa; su tía Rosa, hermana de su madre, muerta en olor a santidad; su tío el Beato Francisco Palau, fraile carmelita exclaustrado, apóstol, orador, escritor, penitente, un huracán enardecido, acabará también en los altares.

Teresa creció en un clima doméstico de trabajo honrado. Estudia en Lérida para maestra y enseñó en Argensola (Barcelona); allí la veían desplazarse cada semana a Igualada para confesarse.

El P. Francisco Palau, tío abuelo suyo, está en trance de fundación de algo y la invita para que le ayude en el intento; pero Teresa ha pensado más en la vida religiosa donde podrá vivir en silencio y oración; por eso se hace clarisa entre las del convento de Briviesca, en Burgos, mientras que su hermana Josefa ingresa en Lérida en las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Pero la situación política de la segunda mitad del siglo XIX es complicada y compleja, no permite el gobierno la emisión de votos.

Se hace entonces Terciaria Franciscana y recupera algo de la actividad docente.

Cerca de su patria chica, en Huesca y Barbastro, un grupo de sacerdotes con D. Saturnino López Novoa a la cabeza piensa en una institución femenina que se dedicara a la atención de ancianos abandonados. Comprende Teresa que este es su campo y, arrastrando consigo a su hermana María y a otra paisana, comienza en "Pueyo" con una docena de mujeres y desde entonces es la cabeza, permaneciendo veinticinco años en el gobierno.

Desde Barbastro cambia a Valencia donde está la casa madre de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados porque es la patrona de la ciudad quien da apellido a la Institución. Luego se extenderán por Zaragoza, Cabra y Burgos; llenarán de casas-asilo que así le gusta a la madre que se llamen para resaltar el clima de familia la geografía española y pasan las fronteras. Cuando muere Teresa de Jesús en Liria, el año 1897, llegan a 103 y deja tras de sí a más de 1000 Hermanitas para continuar su labor hasta siempre, porque siempre ancianos habrá y algunos de ellos quedarán desamparados.

No quiso ella canonizaciones. Lo dejó dicho y escrito por si hubiera dentro de la Congregación con el paso del tiempo Hermanitas canonizables. Mandó que no se gastara dinero en proponer a nadie la subida a los altares. Ese fue el motivo de que pasaran los años sin el intento de iniciar su proceso de beatificación; y el rapidísimo salto a la canonización se debió a la sensibilidad del pueblo y a las manifestaciones sobrenaturales que tan frecuentemente Dios quiso mandar.

Artículo de : Archidiócesis de Madrid

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El anciano abuelo tembloroso, ensuciaba cada comida el mantel porque derramaba la sopa. Primero sus hijos le hicieron una cuchara de madera, pero incluso con la madera seguía ensuciando el mantel. No puede comer con la familia. Y lo llevan a la cocina. El abuelo tiene que comer solo en la compañía de sus hijos y de sus nietecitos. El más espabilado se entretenía jugando con un trozo de madera muy afanado. -¿Qué haces?, le preguntó su mamá: Y el niño, “estoy haciendo una cuchara de madera para cuando papá y tú seáis mayores”.

En la provincia y Diócesis de Lérida y en Aytona, España, de Francisco Jornet y de Antonieta Ibars, agricultores, nace el 9 de enero de 1843, Teresa Jornet, hoy ya canonizada y Patrona de la ancianidad Su caridad activa hacia los pobres, le movía a llevarlos a casa de su tía en Lérida, a donde se había trasladado para poder asistir a la escuela de la ciudad.

Estudia magisterio en Argensola, provincia de Barcelona. Solicitó ser admitida en las clarisas de Briviesca, cerca de Burgos, pero no pudo profesar por la prohibición de la legislación en vigor. Se dedicó a la enseñanza y se hizo terciaria carmelita. Una enfermedad que padeció después de la muerte de su padre, la obligó a permanecer en su casa por algún tiempo.

Don Saturnino López Novoa, canónigo de Huesca, su director, a quién confió la dirección de su alma, la encauzó hacia la fundación de una obra destinada a recoger a los ancianos sin familia y sin medios de subsistencia. Teresa, que hasta el momento había tenido la impresión desagradable de no haber hecho nada en su vida, se orientó decididamente hacia este ideal. En 1872, fundó la primera casa en Barbastro, con la ayuda de algunas jóvenes, y de su hermana, María.

Teresa se adelantó a su tiempo, porque entonces, hace más de un siglo, aún dejaban en la cocina a los abuelos, aunque con cuchara de madera, pero ahora, ni los quieren, ni les cuidan, y se arman líos entre las familias para zafarse del engorro de los viejos, según el refrán: “Parientes y trastos viejos, pocos y lejos”. En el Continente africano carecen de frigoríficos y de muchos de nuestros cachivaches de la modernidad; pasan hambre y toda clase de necesidades, pero conservan su humanísima tradición de respetar al anciano y considerarle como una bendición. Les minusvaloramos en esta cultura de la juventud, la belleza y el cultivo de los cuerpos, pero en humanismo el tercer mundo va por delante con nota al mundo que se cree supercivilizado.

El 27 de enero de 1873, los miembros de la nueva congregación, recibieron el hábito religioso y Teresa fue elegida superiora. Un grupo de buenos católicos de Valencia propuso asegurar la vida de la pequeña comunidad. La madre Teresa aceptó y, como está en Valencia, constituye Patrona a la Virgen de los Desamparados, título muy apropiado para los ancianos Desamparados. Muy pronto el número de ancianos fue aumentando y creciendo sin cesar. Para poder recibir más, compró el antiguo convento de los Agustinos. Esta casa se convirtió en la casa madre de la Congregación de las Hermanas de los Ancianos Desamparados. Se desarrolló tan de prisa la Obra, que en 1887, cuando fue aprobada por la Santa Sede, contaba ya con 58 casas.

María Teresa de Jesús formó muy sólidamente a sus hijas en el cumplimiento de sus obligaciones con los ancianos, hasta exponerse a la soledad, al frío y al hambre, para poder darles abrigo y un verdadero cariño. Aprendió de las terciarias carmelitas la devoción a la Virgen, y de las clarisas el amor a los pobres, y en los ejercicios de San Ignacio, el ardiente deseo de identificar sus sentimientos con la voluntad divina. Desarrolló una actividad incansable y una inalterable confianza en Dios. A los que le reprochaban que se ocupara de los más humildes oficios, respondía: "No hay nada pequeño cuando se trata de la Gloria de Dios". Cuando le decían que emprendía obras con un atrevimiento casi temerario, se sonreía diciendo: "Mientras más pobres haya, habrá más bienhechores".

Tenía el secreto de su paz interior inalterable en medio del tráfago continuo, en sus palabras: "Dios en el corazón, la eternidad en la cabeza, y el mundo bajo los pies".

Su organismo no pudo resistir al régimen que se impuso. A las fatigas físicas se juntaban los dolores mortales, como el de la epidemia del cólera, que acabó con veinticuatro hermanas y setenta ancianos. Cuando la enfermedad la obligó a detenerse, se retiró a Liria, Valencia, con la esperanza de que el buen aire le devolviera la salud.

Murió ahí, el 26 de Agosto de 1897, el 27 de abril de 1958 el Papa Pío XII la beatificó y fue canonizada por Pablo VI.

La coherencia de vida

Santo Evangelio según san Mateo 23, 13-22. Lunes XXI del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que mis actitudes muestren realmente que vivo mi fe cristiana.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 23, 13-22

En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les cierran a los hombres el Reino de los cielos! Ni entran ustedes ni dejan pasar a los que quieren entrar.

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para ganar un adepto y, cuando lo consiguen, lo hacen todavía más digno de condenación que ustedes mismos!

¡Ay de ustedes, guías ciegos, que enseñan que jurar por el templo no obliga, pero que jurar por el oro del templo, sí obliga! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro o el templo, que santifica al oro? También enseñan ustedes que jurar por el altar no obliga, pero que jurar por la ofrenda que está sobre él, sí obliga. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar, que santifica a la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el templo, jura por él y por aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La hipocresía es, por decirlo de algún modo, la enemiga pública número uno de Jesús. Es de ella de quien habla cuando afirma que lo malo proviene del interior del hombre; es a ella que expulsa cuando desata su enojo con los comerciantes del templo. Será también ante ella que Él formulará su pregunta: ‘Si no he obrado mal, entonces ¿por qué me pegas?’

Aún hoy la hipocresía sigue rondando con cierta libertad. Se esconde en los detalles, o mejor dicho, en las intenciones que motivan los detalles. La podemos encontrar en todas las máscaras que nos ponemos día a día con el deseo de agradar a tal o cual persona, o bien cuando descargamos todo el peso y el rigor de nuestro juicio sobre los actos del prójimo y después justificamos nuestro mismo proceder.

¡Absurdo! En verdad, ni acercamos a otros a la salvación, ni llegamos nosotros mismos. Eso sucede cuando existe el doblez en nosotros, cuando no somos auténticos hijos de Dios. ¿Es que acaso no hemos conocido el amor con que Jesús se donó en la Cruz? ¿O es que sencillamente no dejamos que ese amor entre realmente en nuestros corazones endurecidos? Con qué facilidad decimos creer en Dios, ¡y con cuánta dificultad lo llevamos de verdad a la práctica!

Mas esto no debe desanimarnos. Sólo Cristo puede enderezar lo torcido de nuestros caminos. Mientras más contemplamos el rostro de Cristo, más se nos hacen evidentes nuestras tinieblas, pero también más rápido son desterradas al abismo del que salieron en principio. Vivir en la hipocresía es vivir en la mentira; y quien no vive en la verdad, no vive según su propia dignidad de hijo de Dios. Así pues, sólo la verdad puede hacernos libres. Lo demás es un laberinto sin salida.

«Nos podemos preguntar: ¿Es posible tomar sobre sí el nombre de Dios de forma hipócrita, como una formalidad, vacía? La respuesta es desafortunadamente positiva: sí, es posible. Se puede vivir una relación falsa con Dios. Jesús lo decía de esos doctores de la ley; ellos hacían cosas, pero no hacían lo que Dios quería. Hablaban de Dios, pero no hacían la voluntad de Dios. Y el consejo que da Jesús es: “Haced lo que dicen, pero no lo que hacen”. Se puede vivir una relación falsa con Dios, como esa gente. Y esta palabra del Decálogo es precisamente la invitación a una relación con Dios que no sea falsa, sin hipocresías, a una relación en la que nos encomendamos a Él con todo lo que somos. En el fondo, hasta el día en el que no arriesgamos la existencia con el Señor, tocando con la mano que en Él se encuentra la vida, hacemos solo teorías. Este es el cristianismo que toca los corazones».

(Audiencia de S.S. Francisco, 22 de agosto de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

En vez de estar pronto para juzgar las reacciones de los demás, estaré más atento a qué es lo que motiva mis propias reacciones.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristianos cómodos

En tiempos de calma, necesitamos recordar esa petición que los apóstoles lanzaron a Jesús, al comprobar que su fe era débil y pequeña: “Señor, ¡Auméntanos la fe!”

“No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor”.

Esta recomendación de San Pablo se dirigía a un hombre (Timoteo), que probablemente se encontraba confundido y atemorizado ante la situación de persecución que se había desatado contra los cristianos en los albores del cristianismo. Una persecución que había llevado a Pablo a la prisión, desde donde escribía a su amigo y donde se encontraba esperando su suerte pero sin desconfiar de su fe.

Los tiempos de persecución siempre fueron y han sido tiempos de dura prueba para los seguidores de Cristo. Durante los tres primeros siglos algunos emperadores romanos vieron en la nueva religión una amenaza para la conservación de la paz y trataron de borrarla del mapa usando la estrategia del terror y de la muerte, bañando de sangre los circos y los tribunales romanos, desde el emperador Nerón hasta el emperador Diocleciano.

Durante dos milenios, la estrategia de la persecución y del asesinato de creyentes ha sido recurrente, con tiempos de relativa paz y tiempos de sorprendente violencia. En el siglo XX, la Santa Sede contabilizó un total de 13,400 mártires testigos de la fe. La secuela de persecuciones y de mártires ha seguido siendo una realidad dolorosa, pero al mismo tiempo gloriosa, de nuestra fe. Y se ha cumplido siempre esa frase de Tertuliano, uno de los primeros pensadores cristianos: “la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”. Lo cierto es que durante veinte siglos la Iglesia de Cristo ha enterrado y sigue enterrando a sus perseguidores, con sus imperios y sus ideologías, mientras ella ha permanecido y permanece viva.

Por otra parte, se puede decir que nos ha tocado vivir una época bastante tranquila en este sentido, por lo menos aquí en México. Aunque todos vivimos con angustia la inseguridad y la violencia que brota del crimen organizado, y constatamos cómo sí hay ataques mediáticos en contra de algunos eclesiásticos, lo cierto es que nadie de nosotros, o por lo menos muy pocos, nos sentimos perseguidos por causa de nuestra fe. Estamos, gracias a Dios, muy lejos de los conflictos que provocaron la guerra cristera. Hay hechos aislados, que se han dado en los últimos años, y aunque el panorama podría cambiar, en principio el horizonte parece presagiar relativa calma. Hoy cualquiera puede ir a Misa en paz, sin sentirse amenazado ni inseguro por ello.

Pero la calma también tiene sus peligros, más sutiles, menos evidentes pero igual de fuertes. No mata a la persona pero mata su fe; porque la calma nos va adormilando, nos va anestesiando, nos va debilitando y nos va convirtiendo en cristianos cómodos: cristianos de sillón y de televisión, de domingos sin Dios, de cumplimientos sin compromiso, de fe cómoda y adaptada a los gustos.

En tiempos de calma, necesitamos recordar esa petición que los apóstoles lanzaron a Jesús, al comprobar que su fe era débil y pequeña: “Señor, ¡Auméntanos la fe!” No la fe del credo ni la fe de los dogmas, sino la fe hecha vida, la fe que se aplica a lo ordinario, la fe que necesito cada día para poder mover montañas, si fuese necesario o para trasladar árboles y plantarlos en el mar. La fe suficiente para no dejarnos ganar por el desánimo, por las lamentaciones o por la flojera. La fe necesaria para poder ver claro hacia delante ante el reto de la vida. La fe, en definitiva, que me permita escuchar la voz de Dios por encima de los altavoces del mundo.

Es indudable que nos encontramos ante un momento en que el valor religioso no cotiza tanto en el mercado, en el que los escenarios cambian aceleradamente e imprevisiblemente. Y nos podemos preguntar: en el futuro próximo, inmediato, dentro de diez o de veinte años ¿Habrá sitio para la Iglesia? ¿Habrá lugar para la fe?

En 1950, un famoso escritor y pensador italiano, Romano Guardini, diagnosticaba la situación de entonces con una frase: “la soledad de la fe (en el futuro) será terrible”. El gran peligro que amenaza nuestra fe en los tiempos actuales no es ni el emperador Nerón ni es Osama Bin Laden; el gran peligro de nuestros tiempos es ese espíritu fácil, mezcla de ociosidad, pérdida de tiempo, encerramiento y flojera que nos lanza a buscar soluciones fáciles e inmediatas a las dificultades de la vida, olvidándonos de Dios. Aunque para eso se tenga que creer en el poder de los amuletos, de la magia, de los secretos esotéricos, de las cartas, del espiritismo o incluso del satanismo.

El interés por todo este tipo de cosas ha crecido espectacularmente, en los jóvenes y en los no tan jóvenes. Ofertas de todo tipo encuentran terreno fértil en la vida de muchos caracterizada por una profunda soledad, por situaciones familiares difíciles, o por la incertidumbre ante el futuro. La perdida o el acomodamiento de la fe nos convierte en víctimas fáciles de la manipulación, porque eliminando a Dios de nuestro horizonte, cualquier falso profeta puede ocupar su lugar. Por eso, en estos tiempos de calma, que nos ha tocado vivir, es bueno, también, pedir como los Apóstoles, con humildad: “Señor ¡Auméntanos la fe!”

Santa Teresa de Calcuta nació un día como hoy hace 109 años

Fue canonizada el 4 de septiembre de 2016 por el Papa Francisco.

“De sangre soy albanesa. De ciudadanía, india. En lo referente a la fe, soy una monja católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”, solía decir Santa Teresa de Calcuta.

Agnes Gonxha Bojaxhia nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje (actual Macedonia). Sus padres fueron Nikola y Drane Bojaxhia. Hizo la Primera Comunión cuando tenía cinco años y medio, y recibió la Confirmación en 1916.

Desde pequeña tuvo una profunda formación religiosa en la Parroquia Sagrado Corazón, que estaba a cargo de los jesuitas.

Su padre murió cuando ella tenía ocho años. Esta pérdida trajo problemas económicos a su familia. A los 18 años ingresó al Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como las Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí tomó el nombre de Hermana María Teresa en honor a Santa Teresa de Lisieux.

Llegó a la India el 6 de enero de 1929. En mayo de 1931, hizo sus primeros votos y fue enviada a la comunidad de Loreto Entally, en Calcuta, como profesora del colegio para niñas St. Mary.

El 24 de mayo de 1937 se convirtió en “esposa de Jesús para toda la eternidad” al hacer sus votos perpetuos. Desde entonces fue llamada Madre Teresa.

Permaneció durante 20 años dedicándose a la enseñanza, incluso llegó a ser directora del colegio St.Mary. En ese tiempo se caracterizó por su profunda piedad, su amor hacia sus hermanas religiosas y sus alumnas. También fue una gran administradora y trabajadora.

La llamada dentro de la llamada

El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje que realizó a Darjeeling para realizar su retiro anual, la Madre Teresa recibió lo que ella llamó la “inspiración” o su “llamada dentro de la llamada”.

Aquel día la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón. En las siguientes semanas, mediante locuciones interiores y visiones, el mismo Jesús le reveló su deseo de encontrar “víctimas de amor” que “irradiasen a las almas su amor”. “Ven y sé mi luz. No puedo ir solo.”, le dij

En respuesta a ese llamado, 17 de agosto de 1948 se visitó por primera vez con el sari blanco orlado de azul y salió del convento de Loreto para introducirse en el mundo de los más pobres.

Recorrió los barrios paupérrimos, visitó familias, lavó las heridas de los niños y ayudó a los olvidados. Todos los días recibía la Eucaristía y salía de su casa con el rosario en la mano. Meses después se le unieron algunas de sus antiguas pupilas.

Cristo le pidió que fundara una congregación religiosa, que más tarde sería las Misioneras de la Caridad, dedicada al servicio de los más pobres entre los pobres.

En 1950 se estableció oficialmente la Congregación de las Misioneras de la Caridad. Tiempo después envió a sus hermanas a otras partes de la India y abrió otras casas en Venezuela, Roma, Tanzania e incluso en casi todos los países que entonces formaban parte de la Unión Soviética.

Además, fundó a los Hermanos Misioneros de la Caridad, la rama contemplativa de las Hermanas, los Hermanos Contemplativos, los Padres Misioneros de la Caridad y a los Colaboradores de Madre Teresa y a los Colaboradores Enfermos y Sufrientes. Posteriormente surge la congregación de Misioneros de la Caridad Laicos y el movimiento Sacerdotal Corpus Christi.

Estuvo pendiente de su inmensa obra. Descansaba poco, casi no comía, rezaba durante horas y atendía a los pobres.

En 1979 se le otorgó el Premio Nobel de la Paz. Desde entonces los medios de comunicación siguieron atentamente sus obras, que daban testimonio de la alegría de amar y de la grandeza y dignidad de cada persona humana.

Hasta el final de su vida, y a pesar de sus problemas de salud, la Madre Teresa continuó sirviendo a los pobres.

Después de encontrarse por última vez con San Juan Pablo II, retorna a Calcuta y el 5 de septiembre de 1997 partió hacia la Casa del Padre.

Durante la Misa de Beatificación, el 19 de octubre del 2003, San Juan Pablo II dijo de ella: “Veneremos a esta pequeña mujer enamorada de Dios, humilde mensajera del Evangelio e infatigable bienhechora de la humanidad. Honremos en ella a una de las personalidades más relevantes de nuestra época. Acojamos su mensaje y sigamos su ejemplo”.

Fue canonizada el 4 de septiembre de 2016 por el Papa Francisco.

¿Puedo orar cuando estoy en Pecado Mortal?

Quizá la respuesta no sea tan fácil como parece

Si lo que quieres es un respuesta corta, la respuesta es: Si.

Si puedes orar si estas en pecado mortal.

Pero si quieres conocer una respuesta más profunda, te invito a leer el siguiente artículo…

¿QUÉ ES EL PECADO?

A veces vemos al pecado como romper una regla, y realmente es una forma correcta de ver el pecado. Dios nos ha revelado su naturaleza, su amor, su vida y su verdad…

Por lo que si yo voy en contra de este amor, por ejemplo al utilizar a alguien, o si voy en contra de la vida, y genero muerte y dolor, O si voy en contra de la verdad y engaño o miento…
Al hacer esto estoy volviéndome en contra de esta naturaleza de Dios.

Dios también revelo la naturaleza humana, nos revela que corresponde con el florecimiento humano, no solo como individuos sino también en relación con los demás.

Así que si voy en contra de estas cosas, ¡claro que tiene sentido que este rompiendo una regla!
Y eso es el pecado…

Otra forma de ver el pecado es la siguiente, Pecado viene de un término antiguo dela disciplina de tiro con arco, que literalmente significa “No Dar en el Blanco”.

Así que si yo sé, que Dios tiene un propósito para mi vida, un plan para mi vida, pero si estoy viviendo de forma en la que yo me salgo de este camino, o que no estoy dando en el blanco, estoy fallando en lograr la meta, entonces eso es pecado.

Así que Dios revelo su naturaleza, y nos revela también nuestra propia naturaleza, pero además también nos revela su voluntad.

DIOS NOS REVELA SU VOLUNTAD

¿Qué significa esto? Que nos revela que es lo que Él quiere.
Una de las cosas que Dios quiere para nosotros y con nosotros, más que cualquier cosa es:

Tener una relación con nosotros.

Eso es lo Dios quiere más que nada para con nosotros.
Y quiere que nosotros estemos en esta relación con El y con los demás pero de forma correcta.

¿Y cómo Dios nos revela su voluntad?

Lo hace a través de la Biblia y de su Iglesia.
En el corazón de cada pecado (que podemos ver como No Dar en el blanco o quebrar una regla) diremos que también es decirle al Señor:
“Dios sé que es lo que quieres, pero yo quiero esto, y hare lo que yo quiero”

En ocasiones podemos pensar…
“¿Como es que esto es pecado si no le hago daño a nadie?”
“¿Como puede ser pecado si no tengo odio en mi corazón hacia Dios o hacia alguien más?”
El pecado puede ser incluso tomar la actitud de decir…
“Dios, yo sé que es lo que quieres, pero simplemente no me importa”

En el caso de una falta leve, lo que ocasiona es que hiere la relación, lastima la relación…
Como si le dijeras a alguien más, “Se lo que quieres pero voy a hacer lo que yo quiero”
Eso lastima una relación, no es algo que la fortalezca…

Si fuera algo más serio o grave, y si a la persona a la que se lo dices es importante, eso incluso puede romper la relación que tienes con esa persona.

Lo mismo sucede con Dios.

DIOS BUSCA UNA RELACION CON NOSOTROS CONSTANTEMENTE

Aunque nada de lo que hagamos puede romper por completo nuestra relación con Dios, sin embargo cuando cometo pecado grave, o pecado mortal, rompo esa correcta relación que tengo con Dios.

Pero Dios que está constantemente queriendo tener una relación con nosotros, Él siempre está dándonos su gracia, aun y cuando hayas pecado y tu relación con Él se haya roto, Él te ofrece su gracia.

Por ejemplo cuando oramos, realmente nunca somos nosotros los que iniciamos la oración.
Toda oración siempre es una respuesta, porque siempre es Dios el que nos invita a que hablemos con El, por lo que nuestra oración se vuelve una respuesta a su invitación.

O por ejemplo, cuando vamos a la confesión, quizá pensamos que nosotros le decimos a Dios: “Por favor dame otra oportunidad, te prometo que seré mejor”

Pero es Dios quien nos ofrece su gracia y nos dice “por favor dame otra oportunidad de amarte, dame otra oportunidad de tenerte misericordia, dame otra oportunidad de restablecer esta relación contigo” y respondemos ante esa gracia que Dios nos ofrece
porque Él lo que quiere es estar en una relación con cada uno de nosotros.

PECADOS MORTALES Y NO MORTALES

Por eso es que el pecado cualquier que sea es tan espantoso…

Porque aun los pecados leves lastiman nuestra relación con Dios, de hecho no hay pecados pequeños, lo que si hay son pecados mortales y otros que no son mortales.
A estos pecados no mortales los llamamos veniales y lastiman nuestra relación con Dios.
Pero los pecados Mortales Rompen nuestra correcta relación con Dios.

Así que si me encuentro con que por mi pecado, he roto mi relación con Dios…
¿Puedo entonces hablar con Él?

¡Por Supuesto!… ¡Un Rotundo sí!

Como ya lo dijimos, toda oración es una respuesta, y si después de romper tu relación con Dios quieres orar, eso es porque Dios esta interactuando contigo, porque Dios está invitándote a esa relación de nuevo, te está llamando a poder restaurar tu relación con El.

Así que si te sientes llamado a orar, o incluso a servir en tu ministerio, pudieras decir:
“Estoy en pecado mortal, no puedo hacer esto”

No, no es así, es más, ¡Te motivamos a que lo hagas!…
Porque es en primer lugar la gracia de Dios la que te permite servir, la que te invita a orar.

Dios mismo te está invitando a hacer esto, si quieres ir a la Confesión podrás darte cuenta que es la gracia de Dios la que te impulsa para volver a Él a través de la reconciliación.

NUESTRAS ACTITUDES

Pero nosotros al estar en pecado mortal hacemos alguna de estas dos cosas…

Nos descalificamos
“No puedo hacer esto”
“Como es posible que me pare frente al Señor en estos momentos si estoy en pecado.”

Nos rendimos
“Ya me he confesado antes y he vuelto a pecar, mejor ya ni lo intento de todos modos igual y seguiré pecando.”

Y aunque es comprensible el caer en la tentación de no luchar, hay que darnos cuenta que incluso cuando hemos roto nuestra relación con Dios, si tu eliges la virtud, crecerás en virtudes, si decides decirle no a algún vicio, estas creciendo en fortaleza, estas creciendo en gracia.

Porque la gracia de Dios siempre esta disponible para nosotros, grábatelo bien SIEMPRE. Incluso cuando no estamos en la correcta relación con El.

Entonces ¿Qué hago si en este momento me encuentro en pecado mortal?

Leamos en la Biblia 1ª de Juan 1,9

“Si reconocemos nuestros pecados, Dios que es justo y fiel, perdonará nuestros pecados y nos purificara de toda maldad.”

Así que reconozcamos nuestros pecados, y El que es justo y fiel nos purificara de toda maldad, además como buen católico, hay que acudir al sacramento de la confesión.

Como Jesús dijo a sus apóstoles “A quien les perdonen sus pecados les quedaran perdonados, y a quien no se los perdonen les quedaran sin perdonar” Juan 20,23

Así que decide ir a la confesión, planifica cuando acudir y hazlo.

UNA RECOMENDACION

También te quiero hacer una muy fuerte recomendación para cuando te des cuenta que has pecado y que esta relación que Dios tanto cuida y procura, tú la has roto con tu pecado…

Deja que Dios te ame…
Déjalo amarte ahí, justo en ese momento…
Porque si decimos: “He roto mi relación con Dios” y caemos en descalificarnos de su amor, de no sentirnos dignos de merecer su amor, entonces realmente no hemos entendido el amor de Dios… Así que déjalo amarte en ese momento.

Así que para terminar, la respuesta es: Si…

Claro que puedes hablar con Dios cuando no estés en un estado de gracia.
Claro que puedes hablar con Dios cuando estés en pecado mortal.
Claro que puedes hablar con Dios cuando esa correcta relación se haya roto.
No solo puedes, incluso más que poder hacerlo, realmente tenemos que hacerlo…

¡Así que hagámoslo!
No te descalifiques, No te rindas…
Dios te ama profundamente y está buscándote porque quiere reparar tu relación con El.

Animo y que Dios te bendiga…

¿Fieles y laicos son lo mismo?

A diario escuchamos los conceptos de “laicos” y “fieles”, a veces utilizados como sinónimos o a veces utilizados como cosas totalmente distintas. ¿Existe alguna diferencia entre ambos conceptos? ¿Se refieren a lo mismo? Hoy daremos una respuesta a partir del Derecho canónico, que se encuentra en los numerales 204 y 207.

Lo primero que debemos decir es que dichos conceptos no son sinónimos, éstos se refieren a “identidades” totalmente distintas. Veamos.

¿QUÉ SON LOS FIELES?

204 § 1.    Son fieles cristianos quienes, incorporados a Cristo por el bautismo, se integran en el pueblo de Dios, y hechos partícipes a su modo por esta razón de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cada uno según su propia condición, son llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo.

¿QUÉ SON LOS LAICOS?

207 § 1.    Por institución divina, entre los fieles hay en la Iglesia ministros sagrados, que en el derecho se denominan también clérigos; los demás se denominan laicos.

Es decir que los “fieles” son todos aquellos que han recibido el bautismo, mientras que el concepto “laico” se utiliza para diferenciar a los fieles que se han consagrado a una vocación específica (llamados clérigos o consagrados) y los que no (llamados laicos). Todo laico es fiel, pero no todo fiel es laico.

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