Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso

Encontrar tiempo para hacer adoración eucarística puede ser difícil pero si lo consigues ¡podrás percibir grandes resultados!

La Eucaristía es descrita en el Catecismo como fuente y culmen de la fe. Encontrar tiempo para hacer adoración eucarística puede ser difícil, pero, si lo consigues, ¡podrás percibir resultados sorprendentes!

“Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomen, esto es mi Cuerpo. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos” (Marcos 14, 22-24).

En la cultura actual, la idea de progreso interior es drásticamente desvalorada como “desperdicio de tiempo” o “cosa de los antiguos e ingenuos”. Sólo el progreso exterior parece palpable.

Sin embargo el progreso material permanece fuera de nosotros: incluso nos ofrece sentimientos positivos, pero es siempre efímero y sin sustancia. En cambio el progreso interior significa que tú te estás transformando y volviéndote mejor.

El tiempo que dedicas a la adoración puede sorprenderte de muchas maneras. Por ejemplo:

1. Puedes desarrollar un sentimiento de admiración y maravilla

¡No hay nada como la atmósfera de una capilla o iglesia tranquila! El olor del incienso y el esplendor del ostensorio ayudan a comprender la verdad de lo que está sucediendo en la adoración. ¡Estamos realmente ante Jesucristo! Su Cuerpo, Su Sangre, Su Alma, Su Divinidad. Cuanto más te quedas en silencio ante la Hostia Santa, más comprendes que la única respuesta a la grandeza de Dios es la maravilla, la admiración y el amor.

2. Experimentas la paz en otras áreas de tu vida

Jesús dijo: “Mi paz les dejo, mi paz les doy” (Jn 14, 27). La paz exterior que podemos experimentar en la adoración (la quietud y el silencio) van mucho más al fondo y nos llevan a una paz interior que abraza todas las áreas de nuestra vida. Esto no significa que todo será perfecto y sin sufrimiento, pero esa paz nos fortalecerá para enfrentarnos con más firmeza y serenidad a las tempestades de la vida.

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3. Empiezas a mirar más fuera de ti mismo

Jesús dijo: “Como yo les amé, ámense también ustedes unos a otros” (Jn 13, 34). La adoración nos conecta con el prójimo y con el mundo – al final, ¡estamos dedicando tiempo al Creador de todo lo que existe! Más tiempo para alabar y adorar a Dios significa más tiempo para ir más allá de nuestras propias preocupaciones y para atender las necesidades de los demás y del mundo en que vivimos.

4. A veces, es pesado …

Habrá momentos en que la adoración parecerá “insulsa”, “árida”… Te distraerás, tu mente empezará a divagar… La adoración regular puede estabilizarse y dejar de parecer especial, pero eso no quita valor ni disminuye la verdad de la adoración. Nuestra fe es mucho más que los sentimientos, y Dios continuará trabajando en ti aunque sientas o pases por momentos más “secos”. Aunque tu mente divague, estás dando a Dios lo mejor que puedes: ¡tu tiempo, tu compromiso y tu compañía!

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5. ¡Te emocionas en la adoración!

Cuanto más tiempo dedicas a adorar a Dios, más descubres que Él te ama y quiere pasar tiempo contigo. ¡Y más empiezas a querer realmente vivir ese tiempo con Él! Si la adoración antes parecía rutina, ¡en poco tiempo percibes que deseas hacerla! Como decimos en la misa, “es justo y necesario” dar gracias al Señor. La adoración a Dios está inscrita en nuestro corazón, y “nuestro corazón está inquieto hasta que no descansa en él” (San Agustín).

6. La gracia entra en tu vida

Es increíble como un simple acto de compromiso con Dios, aunque sea un corto periodo de adoración, haga la diferencia para el resto de tu vida. Puedes tener la certeza de seguir en su presencia aunque hayas salido de la iglesia o capilla. La gracia te apoya en todos los momentos, especialmente en los de tentación. Es más fácil resistir a la tentación cuando se dedica más tiempo a la adoración.

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7. Te das cuenta de lo afortunado que eres

Hay personas que quisieran pasar más tiempo con Jesús en Adoración, pero no pueden porque están enfermos o tienen mil tareas necesarias en el día a día. Hay personas, en muchas regiones del mundo, que arriesgan la vida por la Eucaristía y son perseguidas por causa de la fe. ¡Hay personas que enfrentan situaciones extremamente peligrosas para estar con Jesús! Y tu tienes el regalo de poder adorarlo abiertamente, ¡sin hablar de lo que significa tener un sacerdote para administrar los sacramentos!

8. ¡Comprendes que Dios tiene sentido del humor!

Cuanto más dejas que Dios te hable, en vez de gastar todo tu tiempo hablándole, ¡más notas que Dios tiene un gran sentido del humor! ¡Hay incluso momentos en que quisieras reír en voz alta! Quizás parezca sorprendente, pero los mejores padres ¿no demuestran su amor con buen humor?

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9. Vas a querer confesarte más veces

Puede parecer intimidador, pero no lo es. ¡La confesión nos permite experimentar el océano ilimitado de la misericordia de Dios! Su misericordia engulle todos nuestros pecados y nos da una libertad real, una libertad sin miedo, que nos permite entrar en su Amor y en su Bondad! La confesión fortalece la conciencia de que estamos en los brazos de un Padre que nos ama mucho y que “nunca se cansa de perdonar” (Papa Francisco).

10. ¡Te apasionas!

Cuando dedicas tiempo de corazón abierto a adorar a Dios y permitir que Cristo te muestre Su Amor, ¡también te apasionas! ¡Y su amor te revela a ti mismo y permite que seas tu mismo! “Yo he venido para que todos tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10).

Entonces, ¿a qué estás esperando? Dedica un tiempo a la Adoración Eucarística, ¡y deja a Dios transformar tu vida!

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¿Cómo quedar una hora en adoración?

¿Cómo quedar una hora en adoración?

La adoración eucarística es uno de los tesoros más preciosos de la vida de la Iglesia. Por desgracia, no siempre sabemos cómo pasar tanto tiempo ante el Santísimo Sacramento. Aquí tienes algunos consejos para que tu tiempo de adoración produzca los mejores frutos espirituales posibles. A veces, en tu parroquia, durante un retiro o incluso una visita al Sagrado Corazón, Jesús-Hostia sale de su tabernáculo. Una hostia consagrada se expone en el altar en una especie de objeto de oro o plata en forma de sol llamado custodia u ostensorio. Estás siendo invitado a pasar algún tiempo ante Jesús, presente en el Santísimo Sacramento. Generalmente, se recomienda una duración de una hora: “¿Es posible que no hayan podido quedarse despiertos conmigo, ni siquiera una hora?” (Mt 26,40), dijo Jesús a sus discípulos tras encontrarlos dormidos en Getsemaní. Como a los discípulos, a todos nos resulta difícil permanecer en adoración durante una hora sin dejarnos arrastrar por las distracciones o el sueño (¡hay quien califica esto de “ador(mir)ación”!).

Aquí algunos consejos para permanecer una hora en presencia de Jesús-Eucaristía sin quedarse dormido:

Mirar a Cristo con ojos de amor

Para empezar, permite que Cristo te mire. Recuerda que él decidió pasar este tiempo contigo. En este momento, es bueno permanecer de rodillas por un tiempo (si tu salud lo permite) para reconocer tu pequeñez ante el misterio de la encarnación y de la presencia real. Pero recuerda: cualquiera que sea la actitud de tu cuerpo, debe reflejar tu movimiento interior, la mirada de amor que dedicas a Cristo.

Esta mirada de amor es la misma del joven hacia su prometida el día de su boda, la de una madre hacia su bebé recién nacido o hacia su hijo o hija que acaba de regresar de un largo viaje. Es una mirada llena de intimidad, silencio, alegría. Esto es lo que debemos buscar cuando nos ponemos en presencia de Jesús-Eucaristía. Y si no sientes nada, debes saber que Él sí. Está infinitamente más feliz de verte de lo que nosotros podríamos estarlo.

Pasar tiempo con Jesús

Si no sabes qué decir o qué hacer, lo importante es pasar tiempo con Jesucristo, el rostro mismo del amor. Es la base de cualquier relación: pasar tiempo con el otro. Aprendamos a sentarnos a los pies de Jesús, a escoger “la mejor parte”, como María de Betania (Lc 10,42). De este modo, podremos abrir nuestros oídos a la voluntad del Señor y rezar con Jesús el Padre Nuestro: “Hágase Tu voluntad”.

Ante el Santísimo Sacramento, puedes rezar con la Biblia. Elige un pasaje y léelo varias veces. Saboréalo en la boca como si fuera un buen vino. Esto te permitirá enfocar tus pensamientos en el Señor y no abandonarte a las distracciones. Pídele también al Espíritu Santo que te ayude a entender lo que estás leyendo.

También puedes rezar el rosario. La Virgen María amó a Jesús más que nadie. A través de los misterios del rosario, ella puede ayudarte a meditar sobre la vida de su Hijo: contemplarlo el día de su nacimiento, de su pasión, de su muerte y de su resurrección. Ora con ella: ella te enseñará a hacer “todo lo que él os diga”.

Puede ser beneficioso cantar interiormente. Seguro que tienes un himno favorito que te sabes de memoria. Es un buen momento para cantarlo en tu cabeza, para el Señor.

Si a pesar de todo esto estás distraído, no es tan grave. No pierdas el tiempo ahuyentando tus distracciones: ofrécelas al Señor. Si el sueño te gana, no malgastes tus energías luchando: “Dios concede el sueño a sus amados” (Sal 127). Si no aguantas una hora, recuerda que media hora de culto es suficiente para obtener una indulgencia plenaria en las condiciones habituales (comunión y confesión en los ocho días, oración por las intenciones del Papa). O puedes dividir esa hora en tramos de diez minutos cada día. Lo importante es que hayas dado este paso de compartir tiempo con Cristo, presente en la Eucaristía.

Por supuesto, aunque el Santísimo Sacramento no esté expuesto, nada te impide entrar en una iglesia para orar delante del tabernáculo (de hecho, ¡es muy recomendable!).

¡Venite adoremus Dominum! (¡Venid, adoremos al Señor!) 

El Dulce Nombre de María

Memoria Litúrgica, 12 de septiembre

Origen de la fiesta: Victoria en la batalla de Viena, 1683

En 1682 el Sultán Mehmet IV declaró la guerra y escribió al emperador Leopoldo I: "Primero nosotros le ordenamos a que nos espere en su ciudad de residencia, Viena, para que le podamos decapitar... (...) Nosotros lo exterminaremos a usted y a todos sus seguidores... (...) Los niños y los adultos serán expuestos a las mas atroces torturas antes de ultimarlos en la manera mas ignominiosa imaginable..."

Kara Mustafa Pasha, frente al ejército Otomano del Sultán, llegó a las puertas de Viena y la sitió el 14 de julio de 1683. El emperador Leopoldo y la mayoría de las tropas y ciudadanos huyeron de la ciudad, quedando en ella solo 5000 civiles y 11,000 soldados al mando de Ernst Rüdiger von Starhemberg. El número de invasores era superior a los defensores, 20:1. Se propusieron destruir sus murallas socavándolas y dinamitándolas. En Septiembre, los defensores estaban sin comida y extenuados. Los turcos lograron abrir boquetes en la muralla y la ciudad estaba al borde de la derrota cuando providencialmente les llegó auxilio. 

Juan Sobieski n.1629, coronado rey de Polonia en 1674, bien llamado el "León del Norte" vino al rescate. Partió de Cracovia el 15 de Agosto. En camino las tropas visitaron el santuario de la Virgen de Cñestochowa, patrona de Polonia, se consagraron a ella y Sobieski puso a Polonia bajo su protección. El 6 de Septiembre, los polacos cruñaron el Danubio 30km, N.O. de Viena y se unieron con las fuerñas imperiales y otras que habían respondido a la llamada de formar una Liga Santa de defensa con el respaldo del Papa Inocencio XI. (Luis XIV de Francia no respondió y mas bien aprovechó la oportunidad para atacar ciudades alemanas).

El 11 de Septiembre las tropas de Sobieski llegaron a Viena. Aunque los turcos les superaban en número (según cálculos de Sobieski, 76,000 vs 300,000), sabían que el futuro de Europa y de la cristiandad estaban en juego. El 12 de Septiembre, temprano en la mañana, Sobieski fue a Misa y se puso en manos de Dios.

La victoria salvó a Europa y frustró el plan de conquista islámica de Europa. Sobieski dio todo el crédito por la victoria a Dios. Dijo: "Veni, vidi, Deus vicit". En agradecimiento a Nuestra Señora por la victoria obtenida, el Papa Inocencio XI extendió la fiesta del Dulce Nombre de María a la Iglesia Universal, el 12 de Septiembre.

El Nombre

Ha sido Lucas en su evangelio quien nos ha dicho el nombre de la doncella que va a ser la Madre de Dios: "Y su nombre era María". El nombre de María, traducido del hebreo "Miriam", significa, Doncella, Señora, Princesa.

Estrella del Mar, feliz Puerta del cielo, como canta el himno Ave maris stella. El nombre de María está relacionado con el mar pues las tres letras de mar guardan semejanza fonética con María. También tiene relación con "mirra", que proviene de un idioma semita. La mirra es una hierba de África que produce incienso y perfume.

En el Cantar de los Cantares, el esposo visita a la esposa, que le espera con las manos humedecidas por la mirra. "Yo vengo a mi jardín, hermana y novia mía, a recoger el bálsamo y la mirra". "He mezclado la mirra con mis aromas. Me levanté para abrir a mi amado: mis manos gotean perfume de mirra, y mis dedos mirra que fluye por la manilla de la cerradura". Los Magos regalan mirra a María como ofrenda de adoración.

"Y entrando a la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron y abriendo sus cofres, le ofrecieron oro, incienso y mirra". La mirra, como María, es el símbolo de la unión de los hombres con Dios, que se hace en el seno de María. Maria es pues, el centro de unión de Dios con los hombres. Los lingüistas y los biblistas desentrañan las raíces de un nombre tan hermoso como María, que ya llevaba la hermana de Moisés, y muy común en Israel. Y que para los filólogos significa hermosa, señora, princesa, excelsa, calificativos todos bellos y sugerentes.

La Misión

En la Historia de la Salvación es Dios quien impone o cambia el nombre a los personajes a quienes destina a una misión importante. A Simón, Jesús le dice: "Tú te llamas Simón. En adelante te llamarás Kefá, Pedro, piedra, roca, porque sobre esta roca edificaré mi Iglesia". María venía al mundo con la misión más alta, ser Madre de Dios, y, sin embargo, no le cambia el nombre. Se llamará, simplemente, MARIA, el nombre que tenía, y cumple todos esos significados, pues como Reina y Señora la llamarán todas las generaciones. María, joven, mujer, virgen, ciudadana de su pueblo, esposa y madre, esclava del Señor. Dulce mujer que recibe a su niño en las condiciones más pobres, pero que con su calor lo envuelve en pañales y lo acuna. María valiente que no teme huir a Egipto para salvar a su hijo. Compañera del camino, firme en interceder ante su hijo cuando ve el apuro de los novios en Caná, mujer fuerte con el corazón traspasado por la espada del dolor de la Cruz de su Hijo y recibiendo en sus brazos su Cuerpo muerto. Sostén de la Iglesia en sus primeros pasos con su maternidad abierta a toda la humanidad. María, humana. María, decidida y generosa. María, fiel y amiga. María fuerte y confiada. María, Inmaculada, Madre, Estrella de la Evangelización.

El «plus» que se te pide

Santo Evangelio según san Lucas 6, 27-38. Jueves XXIII del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Que en este día pueda yo, Señor, continuar amándote con mi pequeña entrega de amor. Especialmente ahora, que me dispongo para hablar contigo, concédeme la gracia de no desear nada más que encontrarte a ti… Tan solo eso me basta.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los difaman. Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite el manto, déjalo llevarse también la túnica. Al que te pida, dale; y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes; porque si aman sólo a los que los aman, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores aman a quienes los aman. Si hacen el bien sólo a los que les hacen el bien, ¿qué tiene de extraordinario? Lo mismo hacen los pecadores. Si prestan solamente cuando esperan cobrar, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores prestan a otros pecadores, con la intención de cobrárselo después.

Ustedes, en cambio, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar recompensa. Así tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno hasta con los malos y los ingratos. Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso.

No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados; den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque son la misma medida con que midan, serán medidos”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En nuestra sociedad, amamos a los que nos aman; hacemos el bien a quienes nos lo hacen y préstamos a quienes sabemos nos lo van a devolver. Una conducta muy razonada, que no compromete en nada. Pero obrando así, ¿qué es lo que nos distingue de los que no tienen fe? Al cristiano se le pide un «plus» en su vida: amar al prójimo, hacer el bien y prestar sin esperar recompensa, pues eso es lo que hace Dios con nosotros, que nos ama primero para que nosotros le amemos.

Tenemos que adelantarnos a hacer el bien, para despertar en el corazón de los otros sentimientos de perdón, de entrega, de generosidad, paz y gozo; así nos vamos pareciendo al Padre del cielo y vamos formando en la tierra la familia de los hijos.

Es darse a sí mismo, dar el corazón, precisamente a los que no nos quieren, que nos hacen mal, a los enemigos. Esta es la novedad del Evangelio. Jesús nos muestra que no hay mérito en amar a quien nos ama, porque eso también lo hacen los pecadores. Los cristianos, sin embargo, estamos llamados a amar a nuestros enemigos. Hacer el bien y prestar sin esperar nada a cambio, sin intereses, y la recompensa será grande. El Evangelio es una novedad. Una novedad difícil de llevar adelante. Pero significa ir detrás de Jesús.

«Y podríamos decir: '¡Pero, yo... yo no creo que sea capaz de hacerlo!' - 'Si no lo crees, es tu problema, pero el camino cristiano es este. Este es el camino que Jesús nos enseña. '¿Y qué debo esperar?' Ir sobre el camino de Jesús, que es la misericordia; ser misericordiosos como el Padre es misericordioso. Solamente con un corazón misericordioso podremos hacer todo aquello que el Señor nos aconseja. Hasta el final. La vida cristiana no es una vida auto referencial; es una vida que sale de sí misma para darse a los otros. Es un don, es amor, y el amor no vuelve sobre sí mismo, no es egoísta: se da».

(Cf Homilía de S.S. Francisco, 11 de septiembre de 2014, en Santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Poner especial atención a los signos de amor de Dios en este día.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¿Preocupación, decepción?

10 versículos de la Biblia que te levantarán el ánimo

La tristeza, la decepción o las preocupaciones, usualmente nos arrebatan la paz y debilitan nuestro ánimo. Algunas veces nos cuesta encontrar consuelo en los demás y todo parece tornarse un poco más complicado, estos 10 versículos de la Biblia te ayudarán a sentirte mejor en aquellos momentos en los que tu corazón se sienta abatido.

Puedes recurrir a ellos cada vez que tu ánimo parezca debilitarse:

Josúe 1,9

«¿No te lo he ordenado yo? ¡Sé fuerte y valiente! No temas ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas».

Isaías 41,10

«No temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia».

Timoteo 1,7

«Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio».

Juan 16,33

«Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo».

Mateo 9,22

«Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora».

Apocalipsis 21,4

«Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron».

Salmos 21,1

«Dios mío, tú eres mi luz y mi salvación; ¿de quién voy a tener miedo? Tú eres quien protege mi vida; ¡nadie me infunde temor!».

Salmos 42,5

«¡Pero no hay razón para que me inquiete! ¡No hay razón para que me preocupe! ¡Pondré mi confianza en Dios mi salvador! ¡Sólo a él alabaré!»

Isaías 40,31

«Pero los que confían en Dios siempre tendrán nuevas fuerzas. Podrán volar como las águilas, podrán caminar sin cansarse y correr sin fatigarse».

Salmos 46,1

«Nuestro Dios es como un castillo que nos brinda protección. Dios siempre nos ayuda cuando estamos en problemas».

"El Evangelio es levadura de fraternidad, justicia y paz"

Catequesis del Papa en la Audiencia General del miércoles 11 de septiembre de 2019

“A todos los invito a rezar por los frutos de este Viaje Apostólico, para que el Señor siga sosteniendo a los habitantes de Mozambique, Madagascar y Mauricio, y a la Iglesia conceda la valentía de seguir llevando el consuelo y la alegría del Evangelio”, lo dijo el Papa Francisco en la Audiencia General del segundo miércoles de septiembre de 2019, tras concluir su 31° Viaje Apostólico Internacional que lo llevó a visitar estos tres países africanos.

“Peregrino de paz y esperanza”

Al regreso de su Viaje Apostólico a Mozambique, Madagascar y Mauricio, el Santo Padre dio gracias a Dios por haberle permitido realizar esta Visita como peregrino de paz y esperanza; asimismo, el Pontífice renovó su gratitud a las respectivas Autoridades de estos Estados, así como a los Obispos, que lo han invitado y acogido con tanto cariño y cuidado. Y a los Nuncios Apostólicos, que han trabajado bastante para este Viaje. “La esperanza del mundo es Cristo, y su Evangelio es la más poderosa levadura de la fraternidad, la libertad, la justicia y la paz para todos los pueblos. Con mi visita, siguiendo las huellas de los santos evangelizadores – precisó el Papa – traté de llevar esta levadura, la levadura de Jesús, a los pueblos de Mozambique, Madagascar y Mauricio”.

Mozambique: el bien común y la amistad social

Su Visita a Mozambique, señaló el Papa Francisco fue para sembrar semillas de esperanza, paz y reconciliación en una tierra que tanto ha sufrido en el pasado reciente a causa de un largo conflicto armado, y que en la primavera pasada fue golpeada por dos ciclones que causaron daños muy graves. La Iglesia sigue acompañando el proceso de paz, que también dio un paso adelante el pasado 1 de agosto con un nuevo Acuerdo entre las partes. Además, el Papa agradeció a la Comunidad de Sant’Egidio que ha trabajado bastante en este proceso de paz.

“En Mozambique, he animado a las autoridades locales, a los jóvenes y a todos los habitantes para que sigan trabajando por el bien común y difundiendo la amistad social”

En este sentido, el Santo Padre animó a las Autoridades del país a trabajar juntos por el bien común; así como a los jóvenes de diferentes orígenes religiosos, a construir el país, superando la resignación y la ansiedad, difundiendo la amistad social y construyendo sobre las tradiciones de los ancianos. A los Obispos, sacerdotes y personas consagradas, a quienes encontró en la Catedral de Maputo, les propuso el camino de Nazaret, el camino del generoso "sí" a Dios, en la memoria agradecida de su llamada y de sus propios orígenes. “Un signo fuerte de esta presencia evangélica – subrayó el Pontífice – fue el Hospital de Zimpeto, en las afueras de la capital, construido con el compromiso de la Comunidad de Sant'Egidio”. Donde a pesar de que todos los que trabajan allí no tienen el mismo credo religioso – la directora del hospital es musulmana – lo más importante son los enfermos.

Madagascar: superar las adversidades con justicia

Tras la Misa celebrada en el Estadio de Maputo, indicó el Papa Francisco nos trasladamos a Antananarivo, la capital de Madagascar. Un país rico en belleza y recursos naturales, pero marcado por tanta pobreza. El Pontífice señaló que, esperaba que el pueblo malgache pudiera superar la adversidad y construir un futuro de desarrollo combinando el respeto por el medio ambiente y la justicia social. Asimismo, el Papa dijo que, como signo profético en esta dirección, visitó la "Ciudad de la Amistad" - Akamasoa, fundada por un misionero lazarista, el Padre Pedro Opeka: allí tratamos de combinar el trabajo, la dignidad, el cuidado de los más pobres, la educación de los niños. Todo animado por el Evangelio. En Akamasoa, en la cantera de granito, elevé a Dios la Oración por los obreros.

“En Madagascar, un país con enormes recursos naturales, pero marcado por la pobreza, los he apoyado para que todos juntos puedan superar la adversidad y construir un futuro más justo y desarrollado”

Asimismo, el Santo Padre afirmó que, sin la fe y la oración no se construye una ciudad digna del hombre, y esto fue lo que vivió en el encuentro con las religiosas contemplativas de diversas congregaciones. Con los Obispos del país, el Pontífice renovó su compromiso de ser "sembradores de paz y esperanza", cuidando del pueblo de Dios, especialmente de los pobres, y de los sacerdotes. Luego, juntos veneraron a la Beata Victoria Rasoamanarivo, la primera mujer malgache que fue elevada a los altares. Con los jóvenes, que eran muy numerosos, muchos jóvenes en la vigilia, vivió una vigilia rica en testimonios, cantos y bailes. Así como en la Eucaristía dominical en el Campo diocesano de Antananarivo, junto al pueblo fiel que camina en aquella tierra.

Mauricio: armonizar diferencias

Mientras que, el pasado lunes el Santo Padre visitó la República de Mauricio, un famoso destino turístico, pero que eligió como lugar de integración entre diferentes grupos étnicos y culturas. De hecho, durante los últimos dos siglos, diferentes poblaciones han desembarcado en ese archipiélago, especialmente de la India; y después de la independencia ha experimentado un fuerte desarrollo económico y social. “Allí es fuerte el diálogo interreligioso, también la amistad entre los líderes de las diversas confesiones religiosas”.

“En Mauricio, he agradecido a las autoridades el compromiso por armonizar las diferencias en favor de un proyecto común, animándolos a seguir con ese mismo espíritu de acogida y favoreciendo la vida democrática”

La Santa Misa se celebró en el Monumento a María Reina de la Paz, en memoria del Beato Jacques-Désiré Laval, conocido como el "apóstol de la unidad mauriciana". El Evangelio de las Bienaventuranzas, documento de identidad de los discípulos de Cristo, en este contexto es un antídoto contra la tentación del bienestar egoísta y discriminatorio: el Evangelio y las Bienaventuranzas son el antídoto contra este bienestar egoísta y discriminatorio y un fermento de la verdadera felicidad, impregnado de misericordia, justicia y paz. Asimismo, el Papa agradeció a las autoridades de Mauricio, por el compromiso de armonizar las diferencias en un proyecto común, y los alentó a que mantuvieran su capacidad de acoger hoy a la población, así como sus esfuerzos por mantener y desarrollar la vida democrática.

La Virgen María, Madre protectora

Finalmente, el Papa Francisco dijo que antes de iniciar un Viaje y al regreso del mismo, va siempre donde la Virgen María, a la Salus Populi Romani, para que sea Ella quien la acompañe en su Viaje, como Madre, a decirle que cosa debe hacer, a cuidar sus palabras, y sus gestos. Con la Virgen María – concluyó el Papa – estoy seguro”. Y antes de terminar su catequesis, el Santo Padre saludó cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica; en modo particular saludo a los “Universitarios para el desarrollo”, que trabajan en zonas carenciadas de Argentina y misionan en Bolsón, Río Negro, y la Viña, en Salta. “A todos los invito a rezar por los frutos de este Viaje Apostólico, para que el Señor siga sosteniendo a los habitantes de Mozambique, Madagascar y Mauricio, y a la Iglesia – agrego el Pontífice – conceda la valentía de seguir llevando el consuelo y la alegría del Evangelio”.

¿Cómo orar?

La oración exige coherencia de vida: observar la Palabra de Dios, sus Mandamientos, hacer Su voluntad. Se ora como se vive, y se vive como se ora

¿Qué es la oración cristiana? 

- La oración cristiana es: 

elevación del alma a Dios; 

don de Dios y acción del hombre; 

coloquio, relación de los hijos de Dios con su Padre, por medio del Hijo Jesús, en el Espíritu Santo: relación viviente de alianza, de comunión de amor; 

participación de todo el hombre, cualquiera sea el lenguaje (gestos o palabras) y el lugar de la oración; 

adhesión humilde y confiada a la voluntad de Dios Padre; 

necesidad vital: el cristiano, para su vida espiritual, tiene absoluta e incesante necesidad como tiene necesidad del aire y del agua para su vida biológica.

- La oración brota del Espíritu Santo: “Dios ha mandado a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que grita: Abbá, Padre” (Gal 4, 6). Es el mismo Espíritu, que ora en el cristiano y le enseña “qué sea conveniente pedir” (Rm 8, 26) en la oración. 

- Exige de la persona que ora, un corazón humilde y arrepentido, rico de Fe, en el cual la persona se reconoce como creada a imagen de Dios, redimida por Cristo, santificada por el Espíritu Santo: “Todo es posible a quien cree” (Mt 9, 23). 

- Dios primero llama incesantemente cada persona al misterioso encuentro de la oración. 

- La oración por tanto tiene una doble dimensión: 

descendente: invitación al encuentro y al diálogo que el Padre, por medio de Cristo, en el Espíritu Santo, dirige al hombre; 

ascendente: respuesta del hombre al Padre, por medio de Cristo, en el Espíritu Santo.

¿Cómo se comporta Jesús en relación a la oración? 

- Durante su vida terrena, El ora: 

según los ritmos y las plegarias de su pueblo; 

con frecuencia, también de noche, en la soledad y en particular antes de los momentos decisivos de su misión; 

diciendo: “Abba, Padre”: la suya es una oración filial, brota de su ser Hijo eterno de Dios; 

por nosotros, como nuestro sacerdote; en nosotros como Cabeza y guía; y le rezamos a El como nuestro Dios. 

- Toda la vida de Jesús es una incesante oración, comunión profunda e íntima con Dios su Padre: sus palabras y sus acciones son la manifestación visible de tal oración continua. 

- Jesús es el “Maestro de oración” para el cristiano. El, orando, nos enseña como orar. Y al mismo tiempo él da indicaciones precisas sobre cómo orar. Por ejemplo: 

“Cuando recen digan: ‘Padre’ ” (Lc 11, 2); 

“No desperdicien palabras como los paganos, los cuales creen que son escuchados a fuerza de palabras […] porque el Padre sabe qué cosas ustedes necesitan antes de que le las pidan” (Mt 6, 7-8); 

“Cuando ores, entra en tu habitación y, cerrada la puerta, ora a tu Padre en secreto” (Mt 6, 6); 

“Si presentas tu ofrenda al altar e allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano y después regresa a presentar tu ofrenda” (Mt 5, 23-24);

“Oren por sus perseguidores, para que sean hijos de su Padre celestial” (Mt 5, 44-45); 

“Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y les será abierto” (Lc 11, 9). “Pidan y obtendrán para que su gozo sea pleno” (Jn 16, 24); 

“No tienen, porque no piden; piden y no obtienen porque piden mal” (St 4, 2-3) ; 

“Busquen primero el Reino de Dios” (Mt 6, 33) y el Padre celestial le dará todo lo que necesite a quien ore así. 

- A la pregunta: “Señor, enséñanos a orar” (Lc 11, 1), Jesús responde enseñando la oración del Padre nuestro. Tal oración: 

es la síntesis de todo el Evangelio; 

nos pone en comunión con el Padre y con Jesucristo. Al mismo tiempo nos revela a nosotros mismos; contiene siete peticiones a Dios Padre. Las tres primeras tienen como objeto la gloria del Padre: la santificación del Nombre, la venida del Reino y el cumplimiento de la voluntad divina. Las otras cuatro le presentan nuestros deseos, en cuanto a nuestra vida para nutrirla, para sanarla del pecado, para liberarla del mal; 

con el Amén final expresamos nuestro fiat a las siete peticiones: Así sea. 

¿Cuáles son la fuentes de las cuales el cristiano saca su oración? 

- Esas son: 

La Palabra de Dios, contenida en la Sagrada Escritura; 

La liturgia de la Iglesia, en particular los sacramentos y la Liturgia de las Horas; 

Las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad; 

El hoy, con sus acontecimientos cotidianos, alegres y tristes. 

- Es bueno que el cristiano utilice estas fuentes en manera complementaria, dando siempre el primer lugar a la Celebración eucarística, fuente y culmen de toda la vida del cristiano y de la Iglesia, al igual que modelo de toda oración. 

 ¿Por qué es importante utilizar los Salmos como oración? 

Es importante porque los Salmos: 

son Palabra de Dios dirigida al hombre, y palabra del hombre dirigida a Dios;

son oración del Pueblo de Dios: Cristo asocia a sí la Iglesia su esposa; son oración pública, en la cual la Iglesia está particularmente implicada; 

contienen toda la infinita gama de interrogantes, situaciones en que puede encontrarse toda persona de cualquier nación o edad; son expresión de los distintos sentimientos del ánimo humano: gozo, reconocimiento, acción de gracias, amor, ternura, entusiasmo, y también sufrimiento, recriminación, petición de ayuda y de justicia, que terminan a veces en rabia e imprecación. En los Salmos el ser humano se reencuentra a sí mismo enteramente; hacen vivir la experiencia de la cercanía de Dios en las ocasiones cotidianas de la existencia que le han originado e di las cuales son reflejo; ofrecen diversas intenciones de oración: para glorificar a Dios, para agradecerle, para expresar confianza, para invocar ayuda, para pedir perdón, para hacer escuchar la propia oración; iaculum, es decir, dardo- con la que se indican brevísimas expresiones salmódicas que pueden ser recitadas durante la jornada cuales breves pero eficaces coloquios con Dios, como también pueden ser ‘lanzadas’, como puntas encendidas, por ejemplo contra las tentaciones.

¿Cuáles son las principales formas de la oración cristiana? 

Las principales formas son: 

En cuanto al contenido de la oración:

la oración de adoración; 

la oración de petición, que tiene por objeto sobretodo el perdón, la búsqueda del Reino de Dios (“Venga tu reino”), como también cualquier verdadera necesidad para nosotros y para los demás; 

la oración de agradecimiento: “En toda ocasión den gracias” (1 Tes 5, 18). Se agradece a Dios por los dones de la creación y de la redención. Cualquier acontecimiento y cualquier necesidad puede ser motivo de agradecimiento;

la oración de alabanza: se da gloria a Dios porque El es, antes y más que por lo que El hace. 

En cuanto al modo de orar: 

La oración vocal: es la que, basada en la unidad del cuerpo y del espíritu en la naturaleza humana, asocia el cuerpo (en particular la voz) a la oración interior del corazón. Esa favorece la oración con los otros; 

La oración meditativa: es la que pone en acción el pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo. Puede ayudarse de un libro (especialmente la Biblia), de imágenes, de los escritos de los Padres de la Iglesia y de los santos, del gran libro de la creación, de los acontecimientos cotidianos...; 

La oración contemplativa: es una mirada de Fe fijada en Jesús, un silencioso amor, “una íntima relación de amistad, en la que uno se entretiene con frecuencia a solas con el Dios por quien nos sentimos amados” (Santa Teresa de Jesús). 

- Todas estas formas de oración son necesarias y complementarias en la vida del creyente y de la Iglesia. 

- La Eucaristía contiene, expresa, realiza y completa en sumo grado todas estas formas de oración. No hay oración que iguale o supere la Celebración Eucarística

¿Qué relación hay entre Oración del cristiano y la Iglesia? 

Toda oración auténtica del cristiano es también oración de la Iglesia y en la Iglesia: el cristiano de hecho es miembro de la Iglesia, en virtud del Bautismo. La Iglesia por tanto, sea la celeste como la peregrina en la tierra, ora con el cristiano y por el cristiano. Y el cristiano ora en la Iglesia, con la Iglesia y por la Iglesia. 

¿Cuál es la unión de la Oración con la vida cotidiana? 

- La oración exige coherencia de vida: observar la Palabra de Dios, sus Mandamientos, hacer Su voluntad. 

- Se ora como se vive, y se vive como se ora. 

- Es el amor creyente, humilde, confiado que consciente unir la oración a toda la vida cristiana. 

- Para que la vida se haga una continua oración es necesario que: 

sea una vida coherente con las enseñanzas de la Fe; 

haya momentos explícitos durante el día y la semana dedicados exclusivamente a la oración. 

¿Cuándo orar? 

- “Oren incesantemente” (1 Tes 5, 17): 

“dando gracias continuamente por cada cosa a Dios Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”; 

“con toda clase de oraciones y súplicas en el Espíritu” (Ef 6, 18); 

“ora incesantemente quien une la oración a las obras y la obras a la oración”(Orígenes).

- Orar es siempre posible: “Es posible incluso en el mercado o durante un paseo solitario, hacer una frecuente y fervorosa oración. Es posible también en su negocio, sea mientras compran o mientras venden, o incluso mientras cocinan” (San Juan Crisóstomo). 

 ¿Qué decir acerca de las técnicas para orar bien? 

- La historia de la oración cristiana conoce muchas técnicas: esas tienen como finalidad preparar el espíritu y el cuerpo a la oración, de sostenerlos en el curso de la oración, ayudando la persona al recogimiento y a la concentración.

- Esas miran a: las palabras, el canto, los gestos, la iconografía, el lugar donde se ora. 

- Los métodos y las técnicas son necesarios y útiles, pero no son necesariamente eficaces. 

- Son medios para ayudar la oración, pero no son ni pueden hacerse fines. 

- Un método es una guía: lo importante es avanzar, con el Espíritu Santo, por la única vía, modelo, maestro de oración: Jesucristo. 

¿Cuáles son las principales objeciones a la oración? 

- He aquí algunas objeciones a la oración: 

no tengo tiempo: tengo mucho que pensar y hacer; 

no tengo ganas: no me va; 

es inútil orar porque es necesario más bien hacer; 

no logro orar porque me distraigo frecuentemente, porque mi corazón es árido, incapaz de orar. 

- Tales objeciones y dificultades pueden ser superadas: 

profundizando el significado y el valor de la auténtica oración del cristiano; 

orando y pidiendo la ayuda de Dios; 

teniendo presente que ciertamente la oración supone un esfuerzo y una lucha contra nosotros mismos, contra las insidias del Diablo, contra concepciones erróneas, diversas mentalidades que están difundidas acerca de la oración; 

creciendo en la virtud de la humildad, de la confianza, de la perseverancia, del custodia del corazón. 

- Acerca de la objeción de quien afirma que no ora más porque en el pasado oró mucho y no fue escuchado, es bueno recordar que Dios a veces tarda en escucharnos o nos escucha de hecho en lo que le pedimos: 

para verificar nuestra fidelidad, constancia, confianza en El; 

para consentirnos de verificar la autenticidad, la oportunidad o la necesidad de lo que le pedimos, y sobretodo la conformidad de nuestras peticiones con la voluntad de Dios Padre; 

para consolidad nuestra Fe; 

para no darnos algo que no es nuestro verdadero y máximo bien: Dios nos conoce y nos ama más de cuanto nosotros mismos nos conocemos y amamos; 

para reservarnos algo mejor y más útil para nosotros, que nos dará enseguida. El, de hecho, ve mejor, más allá y en profundidad de lo que podemos nosotros.

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