Tus pecados te han quedado perdonados

Adquirir “el hábito del discernimiento” – Catequesis completa

Ciclo de los Hechos de los Apóstoles

SEPTIEMBRE 18, 2019 13:32 LARISSA I. LÓPEZ AUDIENCIA GENERAL

(ZENIT – 18 sept. 2019).- El Papa Francisco ha pedido al Espíritu Santo “que actúe en nosotros para que, tanto personal como comunitariamente, podamos adquirir el hábito del discernimiento” y “que nos haga ver siempre la unidad de la historia de la salvación a través de los signos del paso de Dios en nuestro tiempo y en los rostros de los que nos rodean (…)”.

Hoy, 18 de septiembre de 2019, el Santo Padre ha retomado el ciclo de catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles a partir del pasaje “No sea que os encontréis luchando contra Dios (Hechos 5, 39). Los criterios de discernimiento del sabio Gamaliel (Hechos, 5-34-35.38-39)”.

Se trata de un fragmento en el que los apóstoles son llevados ante el Sanedrín para ser juzgados y el fariseo Gamaliel decide contener los deseos de condena de muerte para aquellos. Para ello, enseña a sus compañeros a ejercer “el arte del discernimiento ante situaciones que van más allá de los esquemas habituales”, describió el Papa.

“’Megáfonos’ del Espíritu Santo”

En primer lugar, el Pontífice destacó que este fragmento demuestra cómo, tras Pentecostés, el Espíritu Santo acompaña a los doce apóstoles y cómo, “de cobardes” durante la pasión y muerte de Jesús, se “volvieron valientes”.

En ese momento los discípulos constituyen auténticos “testigos de Jesús Resucitado” a los que no les atemoriza nada. Este ejemplo es ofrecido por los mártires de todos los tiempos, como es el caso de los cristianos coptos ortodoxos que hace cuatro años fueron asesinados en Libia.

También señaló que, dado que los discípulos de Cristo se convierten en “’megáfonos’ del Espíritu Santo’” al difundir la salvación, el sistema religioso judío de la época se vio amenazado y reaccionó con violencia y ajusticiamientos.

Los proyectos de Dios no se derrumban

No obstante, relató el Santo Padre, entre los jueces se encontraba Gamaliel, que exhortó a liberar a los apóstoles, apuntando que si su trabajo era meramente humano, naufragaría, pero si “lleva la ‘firma’ de Dios está destinado a perdurar”.

Y agregó que, efectivamente, “los proyectos humanos siempre fracasan; tienen un tiempo, como nosotros”, mientras que en “la historia de los cristianos, también en la historia de la Iglesia, con tantos pecados, con tantos escándalos, con tantas cosas malas en estos dos milenios” no ha existido el derrumbamiento porque estaba Dios detrás.

Aprender a esperar

En consecuencia, Francisco considera que las palabras de Galamiel presentan una sabiduría profética porque incitan “a no ceder a la tentación de la prisa y a aprender a esperar el desarrollo de los procesos a lo largo del tiempo”.

“Son palabras serenas y clarividentes que nos permiten ver el evento cristiano desde una nueva perspectiva y nos ofrecen criterios que ‘saben a Evangelio’, porque nos invitan a reconocer el árbol por sus frutos (cf. Mt 7,16)”, remarcó el Pontífice.

A continuación, reproducimos la catequesis completa del Papa Francisco.

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Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Continuemos nuestra catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles. Frente a la prohibición de los judíos de enseñar en nombre de Cristo, Pedro y los Apóstoles responden con valentía que no pueden obedecer a los que quieren detener el camino del Evangelio en el mundo.

Los Doce muestran así que poseen esa “obediencia de la fe” que luego querrán suscitar en todos los hombres (cf. Rm 1,5). Efectivamente, desde Pentecostés, ya no son hombres “solos”. Experimentan esa especial sinergia que les hace descentrarse de sí mismos y les hace decir: “nosotros y el Espíritu Santo” (Hch 5,32) o “el Espíritu Santo y nosotros”. Sienten que no pueden decir “yo”, solo, con hombres descentrados de sí mismos. (Hch. 15,28). Fortalecidos por esta alianza, los Apóstoles no se dejan atemorizar por nadie. ¡Tenían un valor impresionante! Pensemos que eran unos cobardes: todos escaparon, huyeron cuando Jesús fue arrestado. Pero, de cobardes se volvieron valientes. ¿Por qué? Porque el Espíritu Santo estaba con ellos. Lo mismo nos pasa a nosotros: si tenemos el Espíritu Santo dentro de nosotros, tendremos el valor de seguir adelante, el valor de ganar tantas luchas, no para nosotros mismos sino para el Espíritu que está con nosotros. No retroceden en su marcha de intrépidos testigos de Jesús Resucitado, como los mártires de todos los tiempos, incluidos los nuestros. Los mártires, dan la vida, no ocultan que son cristianos. Pensemos, hace unos años -también hoy hay muchos-, pero pensemos que hace cuatro años, esos cristianos coptos ortodoxos, verdaderos trabajadores, en la playa de Libia: todos fueron degollados. Pero la última palabra que dijeron fue “Jesús, Jesús”. No habían vendido la fe, porque había el Espíritu Santo con ellos. ¡Estos son los mártires de hoy!

Los Apóstoles son los “megáfonos” del Espíritu Santo, enviados por el Resucitado para difundir con prontitud y sin vacilación la Palabra que da la salvación.

Y realmente esta determinación hace temblar el “sistema religioso” judío, que se siente amenazado y responde con violencia y condenas a muerte. La persecución de los cristianos es siempre la misma: las personas que no quieren el cristianismo se sienten amenazadas y así dan muerte a los cristianos, Pero, en medio del Sanedrín, se alza  la voz diferente de un fariseo que decide contener la reacción de los suyos: se llamaba Gamaliel, hombre prudente, “doctor de la Ley, estimado por todo el pueblo”. En su escuela, san Pablo aprendió a observar “la ley de los padres” (cf. Hch 22,3). Gamaliel toma la palabra y enseña a sus hermanos a practicar el arte del discernimiento ante situaciones que van más allá de los esquemas habituales.

Demuestra, citando a algunos personajes que se habían hecho pasar por el Mesías, que todo proyecto humano primero puede despertar consenso y naufragar después, mientras que todo lo que viene de lo alto y lleva la “firma” de Dios está destinado a perdurar. Los proyectos humanos siempre fracasan; tienen un tiempo, como nosotros. Pensad en tantos proyectos políticos, y en cómo cambian de un lado a otro, en todos los países. Pensad en los grandes imperios, pensad en las dictaduras del siglo pasado: se sentían muy poderosos, creían que  dominaban el mundo. Y luego todos se derrumbaron. Pensad también hoy en los

imperios de hoy: se derrumbarán, si Dios no está con ellos, porque la fuerza que los hombres tienen en sí mismos no es duradera. Sólo la fuerza de Dios perdura. Pensemos en la historia de los cristianos, también en la historia de la Iglesia, con tantos pecados, con tantos escándalos, con tantas cosas malas en estos dos milenios. ¿Y por qué no se ha derrumbado? Porque Dios está ahí. Somos pecadores, y a menudo también damos lugar a escándalos. Pero Dios está con nosotros. Y Dios primero nos salva a nosotros, y luego a ellos; pero siempre salva, el Señor. La fuerza es “Dios con nosotros”. Gamaliel demuestra citando a algunos personajes que se habían hecho pasar por el Mesías, que todo proyecto humano primero puede despertar consenso y naufragar después. Por eso Gamaliel concluye que, si los discípulos de Jesús de Nazaret han creído a un impostor, están destinados a desvanecerse; pero si siguen a alguien que viene de Dios, es mejor renunciar a combatirles; y advierte: “¡ No sea que os encontréis luchando contra Dios! (Hechos 5:39).Este hombre libre e inspirado se da cuenta de que los seguidores de Cristo son diferentes de cualquier secta, y se muestra lleno de temor de Dios al querer defender la vida de aquellos que, según sus hermanos, merecerían la muerte. Gamaliel demuestra, además, que está dotado de sabiduría profética, porque invita a los demás a no ceder a la tentación de la prisa y a aprender a esperar el desarrollo de los procesos a lo largo del tiempo. De hecho, Dios habla y se manifiesta también a través del tiempo, manifestando la “duración” o no de cada cosa.

Son palabras serenas y clarividentes que nos permiten ver el evento cristiano desde una nueva perspectiva y nos ofrecen criterios que “saben a Evangelio”, porque nos invitan a reconocer el árbol por sus frutos (cf. Mt 7,16). Llegan al corazón y logran el efecto deseado: los demás miembros del Sanedrín siguen su consejo y renuncian a las intenciones de la muerte, es decir de matar a los Apóstoles.

Pidamos al Espíritu Santo que actúe en nosotros para que, tanto personal como comunitariamente, podamos adquirir el hábito del discernimiento. Pidámosle que nos haga ver siempre la unidad de la historia de la salvación a través de los signos del paso de Dios en nuestro tiempo y en los rostros de los que nos rodean, para que aprendemos que el tiempo y los rostros humanos son mensajeros del Dios vivo.

© Librería Editorial Vaticana

Jenaro de Benevento, Santo

Memoria Litúrgica, 19 de septiembre

Obispo y Mártir

Martirologio Romano: San Jenaro, obispo de Benevento, mártir por Cristo en Puzzuoli, cerca de la ciudad de Nápoles, en la Campania, en tiempo de persecución contra la fe cristiana (siglo IV).

Breve Biografía

Los santos Jenaro, Festo, Desiderio, Sosso, Eutiques y Acucio, de los que tenemos Passiones muy posteriores, parece que derramaron su sangre por Cristo al comienzo del siglo IV.-

En una breve nota hagiográfica de la Liturgia de las Horas se lee, efectivamente, que Jenaro "fue obispo de Benevento; durante la persecución de Diocleciano sufrió el martirio, juntamente con otros cristianos, en la ciudad de Nápoles, en donde se le tiene una especial veneración".-

Los obispos de Benevento con este nombre son por lo menos dos: San Jenaro, mártir en el 305, y San Jenaro 11, que en el 342 participó en el concilio de Sardes. Este último, perseguido ,por los arrianos por su adhesión a la fe de Nicea, se lo habría venerado como mártir. Pero la mayoría de los historiadores se inclinan a identificar al patrono de Nápoles con el primero, o mejor con un mártir napolitano de Pozzuoli.-

Condenado "ad bestias" en el anfiteatro de Pozzuoli, junto con los compañeros de fe, a causa del atraso de un juez, fue decapitado en vez de ser echado en pasto a las fieras para la gratuita y macabra diversión de los paganos.-

Más de un siglo después, en el 432, con ocasión del traslado de las reliquias de Pozzuoli a Nápoles, una mujer le habría entregado al obispo Juan dos ampollas pequeñas con la sangre coagulada de San Jenaro. Casi como garantía de la afirmación de la mujer la sangre se volvió líquida ante los ojos del obispo y de una gran muchedumbre de fieles.-

Ese acontecimiento extraordinario se repite constantemente todos los años en determinados días, es decir, el sábado anterior al primer domingo de mayo y en los ocho días siguientes; el 16 de diciembre y el 19 de septiembre y durante toda la octava de las celebraciones en su honor.-

El fenómeno se realiza también en fechas variables, y de ahí deducen los devotos del santo acontecimientos faustos o infaustos. Los testimonios de este fenómeno comienzan desde 1329 y son tan numerosos y concordantes que no se pueden tener dudas.-

El prodigio, porque así lo considera hasta la ciencia, merece la afectuosa admiración con que lo sigue el pueblo. La sincera devoción de los napolitanos por este mártir, históricamente poco identificable, ha hecho que la memoria de San Jenaro, celebrada litúrgicamente desde 1586, se haya conservado en el nuevo calendario.-

Puesto que el fenómeno no tiene ninguna explicación natural, pues no depende ni de la temperatura ni del ambiente, podemos atribuirle el significado simbólico de vivo testimonio de la sangre de todos los mártires en la vida de la Iglesia, que nació de la sangre de la primera víctima, Cristo crucificado.-

Entre los elementos positivamente ciertos en relación con esta reliquia, figuran los siguientes:

1 -La substancia oscura que se dice ser la sangre de San Genaro (la que, desde hace más de 300 años permanece herméticamente encerrada dentro del recipiente de cristal que está sujeta y sellada por el armazón metálico del relicario) no ocupa siempre el mismo volumen dentro del recipiente que la contiene. Algunas veces, la masa dura y negra ha llenado casi por completo el recipiente y, en otras ocasiones, ha dejado vacío un espacio equivalente a más de una tercera parte de su tamaño.-

2 -Al mismo tiempo que se produce esta variación en el volumen, se registra una variante en el peso que, en los últimos años, ha sido verificada en una balanza rigurosamente precisa. Entre el peso máximo y el mínimo se ha llegado a registrar una diferencia de hasta 27 gramos.-

3 -El tiempo más o menos rápido en que se produce la licuefacción, no parece estar vinculado con la temperatura ambiente. Hubo ocasiones en que la atmósfera tenía una temperatura media de más de 30º centígrados y transcurrieron dos horas antes de que se observaran signos de licuefacción. Por otra parte, en temperaturas de 5º a 8º centígrados más bajas, la completa licuefacción se produjo en un lapso de 10 a 15 minutos.-

4 -No siempre tiene lugar la licuefacción de la misma manera. Se han registrado casos en que el contenido líquido burbujea, se agita y adquiere un color carmesí muy vivo, en otras oportunidades, su color es opaco y su consistencia pastosa.-

Aunque no se ha podido descubrir razón natural para el fenómeno, la Iglesia no descarta que pueda haberlo. La Iglesia no se opone a la investigación porque ella busca la verdad. La fe católica enseña que Dios es todopoderoso y que todo cuanto existe es fruto de su creación. Pero la Iglesia es cuidadosa en determinar si un particular fenómeno es, en efecto, de origen sobrenatural .-

La Iglesia pide prudencia para no asentir ni rechazar prematuramente los fenómenos. Reconoce la competencia de la ciencia para hacer investigación en la búsqueda de la verdad, cuenta con el conocimiento de los expertos.-

Una vez que la investigación establece la certeza de un milagro fuera de toda duda posible, da motivo para animar nuestra fe e invitarnos a la alabanza. En el caso de los santos, el milagro también tienen por fin exaltar la gloria de Dios que nos da pruebas de su elección y las maravillas que El hace en los humildes.-

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San Jenaro
ORACIÓN


Señor,
tú que nos has congregado hoy
para venerar la memoria del mártir San Jenaro,
concédenos que podamos ir a gozar en tu reino,
juntamente con él, de la alegría que no tiene fin.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.-
Amén

Quien amó más

Santo Evangelio según san Lucas 7, 36-50. Jueves XXIV del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, renuévame con tus gracias y dame tu bendición.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 7, 36-50

En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús, fue a la casa del fariseo, y se sentó a la mesa. Una mujer de mala vida en aquella ciudad, cuando supo que Jesús iba a comer ese día en casa del fariseo, tomó consigo un frasco de alabastro con perfume, fue y se puso detrás de Jesús, y comenzó a llorar, y con sus lágrimas le bañaba los pies, los enjugó con su cabellera, los besó y los ungió con el perfume.

Viendo esto el fariseo que lo había invitado comenzó a pensar: "Si este hombre fuera profeta, sabría qué clase de mujer es la que lo está tocando: sabría que es una pecadora".

Entonces Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". El fariseo contestó: "Dímelo, maestro". Él le dijo: "Dos hombres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios y el otro, cincuenta. Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cuál de ellos lo amará más?". Simón le respondió: "Supongo que aquel a quien le perdonó más".

Entonces Jesús le dijo: "Has juzgado bien". Luego, señalando a la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no me ofreciste agua para los pies, mientras que ella me los ha bañado con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de saludo; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besar mis pies. Tú no ungiste con aceite mi cabeza; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por lo cual, yo te digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho. En cambio, al que poco se le perdona, poco ama". Luego le dijo a la mujer: "Tus pecados te han quedado perdonados".

Los invitados empezaron a preguntarse a sí mismos: "¿Quién es éste que hasta los pecados perdona?". Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado; vete en paz".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Existen las más contrastantes de las historias entre los santos, tenemos una Teresita del Niño Jesús que, en su dulzura, es capaz de decir que Dios le ha perdonado y rescatado de los pecados más inimaginables, por el amor que le tiene, pero la carmelita no conoció el pecado grave. Por otro lado, tenemos historias de grandes conversiones, como la de Charles de Foucauld, que vivió una vida inmersa en el pecado, pero tras muchos sucesos se hizo monje del desierto y siguió de manera radical el Evangelio.

Ambos santos nos dan una idea de lo que es seguir el Evangelio hasta las últimas de sus implicaciones. Dicho Evangelio no es limitado a un tipo de gente o a un tipo de personas, es mucho más de lo que logramos percibir con nuestra lectura; los santos nos dan prueba de ello y no pensemos que es algo ajeno a nosotros, pues podemos ser tan pecadores como san Charles de Foucauld o tan inocentes como santa Teresita del Niño Jesús, pero este Evangelio no se limita a unos cuantos, sino que es una llamada para todos.

Es difícil, nadie afirma lo contrario, pero lo que movió a ambos santos a vivir hasta el extremo del Evangelio fue vivir el amor hasta el extremo, como la mujer pecadora de la parábola de hoy.

«¡Qué difícil es dejarse amar verdaderamente! Siempre nos gustaría que algo de nosotros no esté obligado a la gratitud, cuando en realidad estamos en deuda por todo, porque Dios es el primero y nos salva completamente, con amor. Pidamos ahora al Señor la gracia de conocer la grandeza de su amor, que borra todos nuestros pecados. Dejémonos purificar por el amor para reconocer el amor verdadero».

(Homilía de S.S. Francisco, 9 de marzo de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy iré a una Iglesia, buscaré lo que más me cuesta vivir del Evangelio y pediré la gracia a Dios para poder hacerlo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Si no se perdona, no se ama

El perdón es algo tan grande y tan maravilloso que cura las heridas más profundas del alma

“Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le contestó: “No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”. (Mt.18,21-35)

Muchas veces tenemos la idea equivocada del perdón y lo tendemos a confundir con humillarse cuando la realidad es totalmente diferente y la persona que perdona realiza un acto de amor y valentía al grado máximo que alguien puede experimentar.

El perdón es algo tan grande y tan maravilloso que cura las heridas más profundas del alma y es el paso decisivo a vivir en plena libertad abriendo y dando paso al amor verdadero. Un corazón lleno de rencores y resentimientos es prisionero y no podrá vivir la verdadera paz interior.
El perdón debe ser un estilo de vida, una idea concebida profunda dentro de cada uno de nosotros, que permita que el corazón permanezca en un éxtasis de gozo, alegría, amor, paz y libertad, que permita una convivencia diaria con los demás y que nos lleve a buscar la perfección y alcanzar la salvación. “En la medida que perdones, serás perdonado”.

Perdonar no significa que estamos aprobando o siendo permisivos con el mal causado, ni es tampoco hacer creer que es justo lo que no es. Perdonar es no desear condenar ni hacerle daño a quien me ofendió, no es tomar justicia por mi propia cuenta, no señalar la falta del otro, ni mucho menos reducirlo haciendo un juicio implacable, sino es mirar a esa persona con amor, con esperanzas con la certeza que Dios podrá sanarla y hacerla una nueva persona, generando un verdadero cambio en su vida.

Quien no perdona, jamás podrá amar, porque su alma y su corazón no reconoce sus errores y vive culpando a otros de ellos, arrastra y encierra un pasado dañando las relaciones presentes, viviendo lleno de dolor, amargura y tristeza, sin permitir abrirse a un futuro gozoso y con un corazón limpio que le permita amar de verdad.

El verdadero perdón puede liberar y superar el pasado, viviendo un camino de amor, verdad, y justicia, librando del sufrimiento, renovando las relaciones y permitiendo nuevas oportunidades de reconciliación y restauración con las personas a quienes hemos ofendido.

“El perdón personalmente experimentado, otorgado y recibido, da testimonio de que en nuestro mundo, el amor es más fuerte que el pecado”. Para que el perdón sea liberador debe pasar por un proceso que inicia: verdad (reconocimiento), arrepentimiento (pesar por el daño causado), publicidad (solicitar el perdón al ofendido), como consecuencia, compromiso de no volver a ofender y reparación (restablecimiento de la situación anterior).(P.Javier Abad).

Si se inicia y se lleva a cabo este proceso, el corazón se libera y se abre al amor incondicional, gratuito y comprensivo con sentido de justicia y respeto a los demás. La solidez de una familia es la base para aprender a perdonar. (P.Javier Abad)

Quien no perdona se castiga a si mismo haciéndose esclavo de rencores y resentimientos que pueden llevar al pecado, aislando a la persona por no poder expresar libremente lo que le está carcomiendo por dentro y va matando el alma lentamente.

En la cruz, Cristo dijo al Padre, “perdónalos porque no saben lo que hacen”, por lo tanto la manera más eficaz para lograr liberar el alma es acudiendo a quienes hemos ofendido pidiendo perdón, perdonando y buscando el perdón de Dios a través de una buena confesión. Recibiendo el perdón y la misericordia de Dios podremos amar con libertad y lograr que se extienda a nuestro prójimo: esposa(o), hijos, hermanos, que a la vez nos lleve a encontrar el camino hacia la vida eterna junto al Padre.
Al perdonar estamos diciendo: “te amo, conozco tu corazón, sé que eres capaz de perdonar y amar, sé que no eres así y que eres un ser maravilloso que puedes ser feliz y hacer feliz a los demás”.

“La justicia con la verdad son presupuestos del perdón”. Juan Pablo II

Los rezos católicos ¿son palabras vanas?

Los cristianos católicos hemos recitado oraciones desde siempre, vamos a analizar este asunto usando la Biblia y revisando la historia.

La mayoría de los protestantes condenan las repeticiones y recitaciones cuando nos dirigimos a Dios (y más aún si es a María o a los santos). Veamos dos fragmentos protestantes comentando sobre este asunto:

Entonces, [sic] ¿porque si creemos esto, seguimos usando monólogos, vanas repeticiones, rezos repetitivos para comunicarnos con Él? Jesús ya nos dejó dicho que cuando nos dirijamos [sic] a Dios no lo hagamos como lo hacen los gentiles que no lo conocen, usando vanas repeticiones. Qué molesto debe ser para Dios escuchar domingo tras domingo los mismos rituales y rezos que la gente repite una y otra vez como merolicos. […] no debemos participar en estos rezos repetitivos sin sentido que los muertos espirituales, los que no han nacido del Espíritu, hacen.
(Fuente: portal protestante Encuentros con Jesús)

Rezar es una práctica propia de la adoración católica. En el catolicismo, a diferencia de las iglesias cristianas, entienden que rezar y orar son prácticamente la misma cosa, aunque en la Biblia no establece dicha igualdad. […] Los rezos mecánicos se remontan a 1090 mientras que el rosario y el Padrenuestro formaron parte de la adoración católica desde el siglo XII.

(Fuente: blog protestante de Deneris Torres)

Oraciones, letanías, salmos responsoriales y cualquier fórmula católica recitada de memoria queda desautorizada y tachada de anti bíblica y considerada una contaminación pagana posterior. Según algunos, como el segundo texto citado, introducida mil años o más después de Cristo, según otros, introducida en la época del emperador Constantino (s. IV). Esta idea de que los rezos memorizados son cosa pagana la basan en un versículo de Mateo:

Y al orar no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. (Mateo 6:7)

La mayoría de los protestantes están en contra de las oraciones católicas porque, afirman, Jesús las prohibió expresamente en esta cita de Mateo. Según esto, rezar el Avemaría, por ejemplo, no es una auténtica oración, sino una recitación, y por tanto es algo que hacen "los gentiles", o sea, los paganos. Los verdaderos cristianos, según ellos, no recitan oraciones aprendidas, sino que hablan con Dios.

En el fondo este es otro de los argumentos que muchos protestantes utilizan para demostrar que la Iglesia Católica está paganizada y alejada del verdadero cristianismo. Quienes utilizan este argumento están convencidos de que Jesús lo dejó muy claro, y que todas las oraciones aprendidas de memoria son una ofensa a Dios, o al menos son inútiles, palabras vanas. Es frecuente entre ellos, sobre todo entre los evangélicos, referirse a nuestras oraciones como vanas repeticiones (parafraseando la anterior cita bíblica). Pero los cristianos católicos hemos recitado oraciones desde siempre, así que vamos a analizar en este artículo este asunto y estudiar a fondo la cita bíblica y la historia para ver si realmente el uso extendido de oraciones memorizadas es una incorporación posterior de influencia pagana o por el contrario pertenece a la esencia del cristianismo.

ANALIZANDO LA POLÉMICA CITA

Para empezar, hemos tenido que recurrir a una versión protestante, la Biblia Reina-Valera (año 1995) para encontrar la expresión "vanas repeticiones", que es en lo que se funda ese reproche. Pero si miramos otras traducciones encontraremos eso dicho de otras formas, por ejemplo:

Cuando oren, no hablen mucho [en exceso], como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. (Versión católica autorizada para la Conferencia Episcopal argentina)

Cuando ores, no parlotees de manera interminable como hacen los seguidores de otras religiones. Piensan que sus oraciones recibirán respuesta sólo por repetir las mismas palabras una y otra vez. (Versión protestante: Nueva Traducción Viviente)

Así que es mejor acudir al texto griego original y verlo más despacio para captar el matiz.

La palabra  (battalogesete) es del verbo "battalogeo", formado a partir de las palabras "Battos" y "logos" (palabra). Este Battos es un poeta antiguo famoso porque sus poemas eran un aburrimiento total, aunque otros quieren ver ahí al rey de Cirene Battus, famoso tartamudo. En cualquier caso, el verbo "battalogeo" significaba, según el diccionario, "farfullar, parlotear, hablar sin mesura", o sea, o bien cuando uno habla mucho pero no se sabe qué está diciendo, o bien cuando uno habla y habla por los codos sin parar. La idea es que su discurso es una pérdida de tiempo. Pero es difícil afinar más porque ese verbo aparece en la Biblia únicamente en este pasaje, así que tenemos que asumir el uso normal de esa palabra en el griego de la época.

Pero más tarde en la misma frase aparece este verbo matizado con el complemento , o sea "con muchas palabras". Por ese motivo, la traducción más clara, en nuestra humilde opinión, claro, es la versión protestante de N.T.V., diciendo "no parlotees de manera interminable", aunque como hemos dicho, es difícil dar con una traducción española sencilla que recoja los matices exactos del griego original. La traducción que los protestantes ofrecen siempre en su reproche, la de "no uséis vanas repeticiones", parece sin embargo mucho menos acertada. Puede que no sea una traducción incorrecta, pero ciertamente no es una buena traducción, y menos aún si atendemos al contexto general del pasaje en el que esta frase se encuentra.

EL CONTEXTO DE LA CITA

Para comprender el verdadero sentido que Jesús está dando a esa famosa frase, necesitamos ir más allá de la breve cita y leer el discurso de Jesús al completo. Veamos de qué nos está hablando Jesús cuando menciona eso de las "vanas repeticiones":

Cuando oréis, no hagáis como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Os aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando oréis, no habléis mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagáis como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que os hace falta, antes de que se lo pidáis. Vosotros orad de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo… (Mateo 6:5-10)

Y mejor contexto aún tendremos si leemos el capítulo entero (Mateo 6). Jesús está criticando a los que viven una religiosidad de puertas para afuera, que es solo apariencia pero no sincera, solo formas pero ningún fondo. Critica a los "hipócritas", los que no sienten a Dios pero hacen creer a todo el mundo que son más religiosos que nadie. Por eso les dice que no oren en público sino en privado, y que no oren con mucha palabrería, sino de corazón. Sin duda así lo entendió San Cipriano, que en el año 250 escribió:

Cuando oramos, nuestras palabras y peticiones deben estar bajo disciplina, observando, quieta y modestamente. Porque la característica de un hombre desvergonzado es hacer bullicio con sus gritos.

Los protestantes han interpretado que esa excesiva verborrea de cara a la galería se refiere a la repetición de oraciones aprendidas. Pero si ese fuese verdaderamente su significado, ¿cómo es que Jesús aclara mejor lo que quiere decir precisamente enseñándoles a sus discípulos una oración para que la reciten de memoria?

La mayoría de los protestantes recitan el Padrenuestro igual que lo hacemos los católicos, pero imagino que el truco es que como esta oración está en la Biblia sí que vale, y las oraciones que no están en la Biblia no valen y son anti bíblicas. Pero aún así, si el problema es lo de recitar oraciones aprendidas, tan malo sería rezar el Padrenuestro como el Avemaría. De hecho hay algunas iglesias evangélicas que dicen que el Padrenuestro que enseñó Jesús era simplemente un ejemplo de oración espontánea, no algo que hay que imitar y memorizar. Y eso, sinceramente, nos parece forzar muchísimo las cosas, porque está claro que Jesús les enseñó una oración, no solo una mentalidad, por eso les dice "orad de esta manera:…", y no simplemente les explicó que hay que hablar espontáneamente y sinceramente y de tal o cual forma; no, les dio un texto.

Además no debemos olvidar que Jesús no condena simplemente las "vanas repeticiones" (solo las vanas, no todas), sino que expresamente añade "como hacen los paganos", o según otras traducciones, "como hacen los gentiles", que en el original griego son equivalentes. O sea, Jesús rechaza la manera de recitar de los gentiles –los no judíos–, porque es una manera vana (entre otras cosas porque rezan a dioses inexistentes), pero sin embargo al añadir la referencia a los gentiles está dejando claro que no se refiere a las oraciones recitadas por los judíos. Los judíos, como los católicos (o más bien nosotros al igual que ellos) poseían una estructurada liturgia y todo un conjunto de oraciones que los fieles memorizaban para recitar tanto dentro como fuera de la liturgia, siendo algunas prescritas para ciertos momentos o ciertas horas o ciertas actividades, o para cuando los fieles quisieran hacer uso de ellas. Siendo así que todos los judíos estaban acostumbrados a recitar esas oraciones, si Jesús estuviese en contra de esa práctica habría atacado tal costumbre en más de una ocasión, y sin embargo la única vez que Jesús critica las oraciones repetitivas se refiere solamente a las que son vanas y a las que hacen los gentiles, no las de los judíos, a pesar de que toda su audiencia era judía y hubiera sido el momento perfecto para hacerles comprender que cualquier oración memorizada, solo por el hecho de serlo, debía ser abandonada.

DÁNDOLE LA VUELTA A LA CITA

Si Jesús les dice: no uséis oraciones aprendidas, pero yo os voy a enseñar una oración para que os la aprendáis, entonces es que o Jesús no tiene las ideas claras, o quienes no tienen las ideas claras son los que ven en este pasaje una condena a las oraciones católicas. Nosotros votamos por lo segundo. Más aún, quienes dicen que una oración aprendida es anti bíblica porque aquí Jesús dice que no uséis repeticiones vanas, deberían también, con la misma lógica y fundamento, creer que rezar de pie es igualmente prohibido y anti bíblico, pues Jesús en ese mismo pasaje ha dicho esto:

"Cuando vosotros oréis, no hagáis como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos […]. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto"

Todos sabemos que sobre todo a los evangélicos les encanta rezar de pie, y que condenan la postura de arrodillarse. Pues bien, interpretando la Biblia como hacen los protestantes, y del mismo modo que han hecho con Mateo 6:7, los católicos podríamos utilizar esa cita para acusar a los evangélicos de estar desobedeciendo a Jesús, porque Jesús dice ahí claramente que cuando recen no deben rezar de pie ni en público, sino que deberían encerrarse en su habitación (importante que la puerta esté cerrada, como Jesús especifica ahí) y por supuesto rezar en cualquier postura que no sea estando de pie. Como se puede ver aquí, con este tipo de interpretaciones que miran una frase sin mirar su contexto, es fácil llegar al absurdo y acabar acusando a otros de cualquier cosa.

Jesús está condenando el hecho de rezar solo por aparentar, pero sin que en tu corazón estés realmente comunicándote con Dios. Lo que condena es la actitud del orante, la vivencia en sí, no el hecho formal de si el que reza está de pie o no, si está en público o en privado, si recita una oración aprendida o improvisa espontáneamente, si cierra o no cierra la puerta. Eso son las formas, lo que importa es lo que sucede en el corazón del orante mientras reza. Y eso ya sí que es el rincón sacrosanto de cada individuo, pues como dice la Biblia, solo Dios ve en lo secreto. Jamás nos deberíamos atrever a decir que una persona que está rezando así o asá está realmente en presencia de Dios o simplemente soltando palabras que no sienten. Eso solo Dios lo sabe, que él lo juzgue.

JESÚS RECITANDO

Pero aún hay más, cuando Jesús estaba en el Huerto de los Olivos rezando, marchó a ver si sus discípulos velaban y les encontró dormidos, y luego regresó a orar, y dice la Biblia que oró repitiendo las mismas palabras que estaba diciendo antes.

Se alejó por segunda vez y suplicó: "Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad". Al regresar los encontró otra vez durmiendo, porque sus ojos se cerraban de sueño. Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. (Mateo 26:42-44)

Ahí lo tienen, Jesús utilizando vanas repeticiones tres veces seguidas… o ¿será que no todas las repeticiones tienen por qué ser vanas? Una repetición no es vana solo por ser repetición, es vana si no pones el corazón en lo que está diciendo, porque a Dios eso no le sirve de nada. La acalorada y encendida alabanza que el pastor evangélico hace ante sus enfervorizados fieles puede ser una maravillosa oración si su corazón siente sinceramente cada palabra que dice, pero puede ser una perfecta "vana improvisación" si no está realmente sintiendo lo que dice.

LAS ORACIONES EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

En el Antiguo Testamento vemos oraciones que el pueblo debe aprenderse y repetir. Pero las oraciones más conocidas son las que se recopilaron formando todo un libro bíblico por derecho propio: los salmos del rey David. La Iglesia Católica sigue recitando los salmos en la misa. Lo más curioso es que muchos protestantes también memorizan salmos enteros, o fragmentos especiales, y los recitan con entusiasmo, olvidándose de que al mismo tiempo siguen condenando las recitaciones católicas. Por ejemplo, será difícil encontrar a un evangélico que no se sepa de memoria y recite con fervor (si lo tiene) el salmo 23: "El Señor es mi pastor, nada me falta…". Y si lo que más les molesta son las repeticiones, con sus reproches a las letanías católicas, podemos consultar el salmo 136:

¡Aleluya! ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!
¡Den gracias al Dios de los Dioses, porque es eterno su amor!
¡Den gracias al Señor de los señores, porque es eterno su amor!
Al único que hace maravillas, ¡porque es eterno su amor!

Y así se alarga durante 26 versículos repitiendo tras cada nueva frase la letanía de "porque es eterno su amor" (o "su misericordia" según otras traducciones). Y sin embargo, cuando los católicos hacemos exactamente lo mismo en nuestras letanías, a ellos les parece ofensivo y pagano, cuando en realidad es nuestra práctica la que mantiene la tradición bíblica original. Otro ejemplo lo encontramos en el profeta Daniel, de quien se nos dice:

Entonces ellos tomaron la palabra y dijeron en presencia del rey: "Daniel, uno de los deportados de Judá, no te ha hecho caso, rey, ni a ti ni a la prohibición que tú has escrito, y tres veces al día hace su oración". (Daniel 6:14)

Fíjense que no dice que tres veces al día hacía oración, sino que hacía "su oración", o sea, una oración aprendida, peculiar de él, judío, no como las que rezaban los paganos. Igualmente tenemos en el pasaje Daniel 3:57-88 otro perfecto ejemplo de letanía, en donde Daniel repite tras cada frase "bendecid al Señor" una y otra vez, un pasaje que las Biblias protestantes suelen considerar no canónico pero que a menudo incluyen en sus biblias dentro de la sección de apócrifos, y en cualquier caso una prueba histórica más de los modos oratorios de los antiguos hebreos.

Y aunque no queremos llenar este artículo de más ejemplos bíblicos, no es posible dejar sin mencionar a este otro fragmento tomado del principio del último de los libros bíblicos, el Apocalipsis. ¿Se puede ser acaso más repetitivo de lo que parece ser la adoración que recibe Dios en el cielo?:

Cada uno de los cuatro Seres Vivientes tenía seis alas y estaba lleno de ojos por dentro y por fuera. Y repetían sin cesar, día y noche: "Santo, santo, santo es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, el que es y el que vendrá". Y cada vez que los Seres Vivientes daban gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro Ancianos se postraban ante él para adorarlo, y ponían sus coronas delante del trono, diciendo: "Tú eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder. Porque has creado todas las cosas: ellas existen y fueron creadas por tu voluntad".
(Apocalipsis 4:8-11)

Si eso no es repetir, como decía Santiago Carrillo, "que venga Dios y lo vea".

LAS ORACIONES EN LA IGLESIA PRIMITIVA

Fuera de los escritos bíblicos, el texto cristiano más antiguo que se conserva es el libro de La Didaché, escrito probablemente a mediados del siglo primero, no mucho después de la muerte de Jesús y antes de la muerte de los apóstoles. Este librito es una especie de manual para catecúmenos, y al leerlo nos resulta tan "católico" que cuando Occidente lo redescubrió en 1873, durante mucho tiempo muchos los exegetas protestantes se negaron a aceptar su autenticidad o al menos intentaron fechar su composición en tiempos muy posteriores. Pero finalmente, tras nuevos descubrimientos de fragmentos del libro, los hechos se impusieron y hoy el consenso generalizado es que se escribió antes de la destrucción del Templo de Jerusalén, o sea, en algún momento antes del año 70, y por tanto es anterior a muchos libros del Nuevo Testamento. Incluso en algunas zonas fue incluida en el canon bíblico durante los primeros siglos, como si fuera un libro revelado. Pues bien, este librito que nos muestra el proceder de los primerísimos cristianos contiene, entre otras cosas, fórmulas y recitaciones que deben memorizarse. Por poner un ejemplo:

Tampoco oréis a la manera de los hipócritas sino que tal como el Señor lo mandó en su evangelio, así oraréis: "Padre nuestro celestial, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad como en el cielo, así en la tierra. El pan nuestro de nuestra subsistencia dánosle hoy y perdónanos nuestra deuda, así como también nosotros personamos a nuestros deudores, y no nos lleves a la tentación, mas líbranos del mal, porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos". Así oraréis tres veces al día. (La Didaché, cap VIII, 2)

Al mismo tiempo que este libro nos manda rezar el Padrenuestro tres veces al día, los apóstoles están aún predicando. No parece muy razonable suponer que los cristianos que recibieron la doctrina directamente de los apóstoles no se enteraron de que repetir oraciones memorizadas estaba prohibido, tal como los protestantes, 1600 años después, descubrieron. Si realmente eso es lo que enseñó Jesús, a no memorizar rezos, entonces habría que pensar que los apóstoles no entendieron nada o que al menos se explicaban muy mal, y por tanto el Espíritu Santo que les iluminó en sus predicaciones no tuvo mucho éxito.

Dentro de la liturgia, La Didaché nos muestra también la oración que debe recitarse después de comulgar:

Después de saciaros, daréis gracias así: "Te damos gracias Padre santo, por tu santo Nombre, que hiciste morar en nuestros corazones, y por el conocimiento y la fe y la inmortalidad que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos [...] Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, para librarla de todo mal y hacerla perfecta en tu amor, y reúnela de los cuatro vientos santificada, en el reino tuyo que has preparado. Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos. Venga la gracia y pase este mundo. Hosanna al Dios de David. El que sea santo, que se acerque. El que no lo sea, que haga penitencia. Maranathá. Amén" (La Didaché, cap X, 2)

O esta otra oración que el sacerdote debía recitar al dar la unción:

Respecto al óleo de la unción, daréis gracias de esta manera: "Te damos gracias, Padre nuestro, por el óleo de la unción, que tú nos manifestaste por Jesucristo, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos." (La Didaché, cap. X 7)

Como vemos, estos primeros cristianos son instruidos para que memoricen oraciones y las reciten en el momento conveniente, por no mencionar otros temas tan católicos aquí también reflejados como son el sacramento de la eucaristía y el de la unción.

Pero no solo la Didaché, por supuesto encontramos ejemplos de oraciones para recitar durante todos los siglos posteriores también. Citaremos una que se podría considerar especialmente "católica" por ser una oración dirigida a la Virgen. Al igual que las fórmulas vistas en la Didaché se parecen aún bastante a las fórmulas modernas usadas por los católicos, también la Iglesia Católica sigue hoy en día utilizando sin cambio alguno esta oración mariana de incierta datación, pero en cualquier caso anterior al año 250 (pues de ese año ya conservamos un papiro con ella impresa). Se trata de la oración llamada "Sub tuum praesidium" (Bajo tu amparo) tal como nos llegó a nosotros en su versión latina (aunque la versión original, escrita en el papiro hallado, está en griego). La traducción de esta oración del siglo III o probablemente anterior dice así:

Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!

No solo vemos aquí un ejemplo temprano más de oraciones para recitar, sino que vemos condensadas doctrinas tan católicas (y ortodoxas) y tan rechazadas por los protestantes como que María es madre de Dios, la siempre virgen, y que no solo merece nuestra honra sino también nuestras oraciones pidiendo su protección e intercesión. Todas ellas cosas que los protestantes afirman ser contaminaciones paganas posteriores, surgidas por imposición del emperador Constantino en el siglo IV. Pero al parecer, esa Iglesia de las catacumbas que moría en la arena del circo, la misma que la mayoría de los protestantes consideran la Iglesia auténtica, de la que ellos son los verdaderos herederos (mientras los católicos somos herederos de la paganización de Constantino), pues esa misma Iglesia la vemos rezando oraciones memorizadas, pidiendo intercesión a la madre de Dios, recibiendo la eucaristía, impartiendo el sacramento de la unción de enfermos y otras muchas cosas consideradas "desviaciones católicas", por citar solo las cosas incluidas en las citas que hemos metido en este artículo.

CONCLUSIÓN

Como tantas veces sucede, los protestantes utilizan una cita bíblica de una o dos frases para intentar echar por tierra toda una doctrina o costumbre católica y demostrar, según ellos, que es anti bíblica. Como siempre ocurre en estos casos, el contexto bíblico más amplio nos revela el verdadero significado de esa cita, y la doctrina católica sale una vez más indemne o incluso reforzada. Cuando alguien le utilice breves citas para demostrarle lo equivocada que es su fe, tenga la seguridad de que ninguna frase bíblica demuestra nada si aparece descontextualizada. Por algo los católicos no somos aficionados a demostrar nuestras doctrinas a base de citas sueltas, como sí suelen hacer ellos.

Nosotros basamos nuestras creencias y prácticas en todas las enseñanzas de Jesús y de los apóstoles, y dentro de ese marco podemos interpretar cada frase de la Biblia, pero hacer la lectura inversa, partir de frases aisladas y de ahí construir una doctrina, solo puede tener como resultado lo que vemos en el mundo de nuestros hermanos protestantes, una gigantesca variedad de doctrinas en donde cada uno ha visto una cosa diferente. Aunque su corazón desee y busque la verdad tanto como nosotros, su metodología les arrastra inevitablemente a la confusión, y con toda su buena intención de convencernos de su verdad, lo único que consiguen en el mejor (peor) de los casos es arrastrar a muchos católicos a la misma confusión en la que ellos se encuentran.

Tal como hemos visto, recitar oraciones no solo no es anti bíblico, sino que el propio Jesús así lo enseñó y así lo practicó, al igual que hacían los judíos de su época, de antes y de ahora (y Jesús seguía las prácticas judías). También la Iglesia Primitiva nos ha dejado numerosos ejemplos de fórmulas y recitaciones en el más puro estilo de las oraciones católicas.

Los católicos a veces rezamos repitiendo oraciones memorizadas, como por ejemplo el Padrenuestro que Jesús nos enseñó, y a veces rezamos usando espontáneamente nuestras propias palabras. Y los católicos, igual que los protestantes, a veces rezamos con el corazón en nuestra boca, y a veces rezamos de forma vana, pensando en otra cosa. Pero quien afirma, como la cita que pusimos al principio, que a Dios le molestan los rezos y las repeticiones, es que realmente no conoce bien ni la Biblia, ni la historia, ni el cristianismo.

Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos. Venga la gracia y pase este mundo. Hosanna al Dios de David. El que sea santo, que se acerque. El que no lo sea, que haga penitencia. Maranathá. Amén (Didaché, siglo I)

Nota: Maranathá corresponde a la transcripción griega de una expresión de origen arameo, compuesta por dos términos, que significa "El Señor viene".

¿Cómo se hace para amar?

El amor de que nos habla la Biblia no se concentra en lo que yo siento sino en lo que la otra persona necesita

Pregunta:

¿Còmo se hace para amar? Si uno se reconoce imposibilitado y ademàs de eso no logra atisbar en el otro (cualquier humano) algún indicio de que es amable. Còmo es que se tiene el deseo de amar sabièndose incapacitado. No sè si me hago entender. --LV

Respuesta:

Si entendemos el amor como sentimiento agradable que nos hace disfrutar de la presencia de otra persona, ese tipo de amor no tiene uno cómo producirlo de la nada. Ese tipo de amor podemos decir que depende de su "objetivo" o "meta," o sea, depende de que la persona a que se dirige sea "amable." Observemos que la palabra "amable" tiene la misma estructura de palabras como "pensable," "dibujable," "construíble" y las de ese género. Todas esas palabras indican algo que se puede hacer. "Amable" quiere decir entonces: alguien a quien se puede amar; y la idea va más allá: que no sólo se puede amar sino que invita a ser amado.

Entendemos entonces que el amor-sentimiento depende de lo que uno vaya a amar y por consiguiente es en la práctica imposible hacerlo surgir. Es como si a uno le dijeran: "Tiene que enamorarse de tal persona, y además tener detalles de amor y ternura con ella."

La Biblia tiene un enfoque diferente, en tres aspectos:

(1) El amor de que nos habla la Biblia sólo existe en aquellos que se han descubierto amados, intensa, infinitamente amados por Dios. La fuente no está en el ser humano porque el ser humano básicamente responde a estímulos, como hemos visto con el amor-sentimiento. "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados" (1 Juan 4,10). Por ello mismo, el modelo de amor, según la Biblia, no implica reciprocidad ni mérito. Cristo nos llama a amar de esa manera: "...para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; porque El hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos." (Mateo 5,45)

(2) La expresión máxima del amor no está en las palabras o las caricias sino en buscar con toda fuerza el bien de la persona amada, hasta entregar la propia vida si es necesario. "No hay un amor más grande que el dar la vida por los amigos [que debiera mejor traducirse: los que uno ama, con amor como el de Cristo]" (Juan 15,13). El amor "bíblico" se concentra en las obras, en el bien que es posible y apropiado hacer en favor de la persona amada. Por eso Cristo nos dice: "Amad a vuestros enemigos" (Mateo 5,44). Claramente al mandarnos que amemos así, Cristo no nos está diciendo: "Sentid cosas bonitas por los que os tratan mal;" ese amor más bien es: "Haced el bien posible y apropiado por aquellos que lo necesiten, incluso si son vuestros enemigos."

(3) El amor de que nos habla la Biblia no se concentra en lo que yo siento sino en lo que la otra persona necesita. Por eso Cristo, cuando le preguntan, ¿quién es mi prójimo?, o sea, ¿Quién es ese al que se supone que debo amar?, responde con la historia de una persona en grave necesidad. Es lo que está en la parábola del buen samaritano (Lucas 10,25-37). Este aspecto del amor, según la Biblia, implica que amar no necesariamente significa complacer. En muchas circunstancias amar puede implicar contradecir, corregir, oponerse o denunciar; porque uno lo que está buscando es el bien necesario a la otra persona, incluso si ella no lo conoce o no lo desea. Es como cuando la mamá pide que sea vacunado su bebé aunque el bebé llore un poco.

Ese tipo de amor, que hemos llamado "bíblico", ¿es posible? Por supuesto, si recordamos el orden de los puntos expuestos: empezar por la experiencia del amor de ese Dios que nos ha creado, perdonado, ungido y que nos llama a la plena comunión de vida y gozo en Él. Por eso nos dice San Juan: "Esta vida se manifestó. Nosotros la hemos visto y damos testimonio de ella, y les anunciamos a ustedes la vida eterna que estaba con el Padre y que se nos ha manifestado. Les anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo." (1 Juan 1,2-3).

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