¿Cómo es mi fe? ¿está abierta a las sorpresas de Dios?

Nuestra Señora del Pilar

Fiesta Litúrgica, 12 de octubre


Advocación Mariana

Martirologio Romano: Fiesta de Nuestra Señora del Pilar. Según una venerada tradición, la Santísima Virgen María se manifestó en Zaragoza sobre una columna o pilar, signo visible de su presencia. Esta tradición encontró su expresión cultual en la misa y en el Oficio que, para toda España, decretó el papa Clemente XII.

Etimológicamente Pilar = “columna”. Viene de la lengua latina.

Breve Semblanza

Este nombre, uno de los más abundantes en España tiene un origen curioso. Fue la misma Virgen María la que se apareció al apóstol Santiago que estaba desanimado mientras evangelizaba la patria española.



Se le apareció en carne mortal cuando, junto al Ebro, y sentado en una piedra o pila quería llegar hasta otros lugares predicando la Buena Nueva del Evangelio.



Santiago llevaba inscritas en su corazón las últimas recomendaciones de Jesús:"Id por todo el mundo predicando el Evangelio y bautizando a la gente en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".




Con el paso del tiempo, los zaragozanos le hicieron una inmensa y preciosa basílica levantada en su honor en el primer milenio, aunque haya sufrido muchas reformas arquitectónicas.



Hay que tener en cuenta que España ha sufrido muchas invasiones, pero es seguro que ya existía en la época de los Visigodos.



Dicen que la misma Virgen le dejó una imagen como recuerdo del inolvidable encuentro. Y el mandato de que le construyera allí un templo.



Según dice la Tradición, esto sucedía en el año 40. Científicamente no está nada comprobado a nivel de papeles. Sin embargo, el testimonio vivo de tantos miles y miles de personas que van en peregrinación a este santo lugar mariano, demuestran fehacientemente que la fe no viene del aire sino de personas que, generación tras generación, viven su devoción a la Virgen de forma continuada.



Juntamente con el sepulcro de Santiago en Galicia y el Pilar de Zaragoza son dos polos de espiritualidad palpable en España y con proyección a todo el universo.



Hoy es la fiesta nacional en España y también el día de la Hispanidad. Las banderas de las naciones iberoamericanas llenan este lugar. En la misa de hoy se leen estas palabras:"La devoción al Pilar tiene una gran repercusión en Iberoamérica, cuyas naciones celebran la fiesta del descubrimiento de América en este día".



¡Felicidades a las personas que lleven este nombre!


La vida y obras de María

Santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28. Sábado XXVII del Tiempo Ordinario


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.



Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Señor, que reconozca la gracia que me has donado para que, como María, pueda glorificarte con mi vida y que otros se regocijen en ver el amor de Dios hecho obras.



Evangelio del día
(para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28



En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo, gritando, le dijo: “¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!”. Pero Jesús le respondió: “Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”.



Palabra del Señor.




Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



La Virgen María es la bienaventurada por excelencia y por esto es la mujer predilecta de Dios. Esta alabanza que proviene de otra mujer es una de las tantas formas en las que Dios muestra su amor por ella en la Sagrada Escritura; la encarnación de Cristo donó a la virgen la gracia de santificación de su cuerpo para que no solo su alma fuese habitada por Dios, sino también su cuerpo. A ella que supo acoger a Dios en su vida con totalidad le pedimos que nos ayude a hacerlo nosotros también. Cristo pudo crecer y desarrollarse en el seno virginal de María y que mayor don y misterio el que recibió la madre del Verbo porque se convirtió verdaderamente en la madre de Dios. Por eso podemos decir que Cristo no solo recibió su alimento corporal de María, sino que también recibió la alimentación espiritual; como decía san Agustín hablando de su madre, Mónica, de ella no solo recibí la leche materna sino también la leche espiritual.

No todo el que diga «Señor, Señor» se salvará; así es como responde Cristo a la alabanza anónima diciendo que son aún más dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica, obras son amores y no buenas razones. Siguiendo este pasaje podríamos decir que ni siquiera el ser madre de Dios ayuda para salvarse sino el poner en concreto nuestra fe, que nuestra fe se haga obras porque, de otra forma, no sirve, está muerta.

«¿Cómo es mi fe? ¿Es una fe alegre o una fe siempre igual, una fe «plana»? ¿Tengo un sentido de asombro cuando veo las obras del Señor, cuando escucho hablar de cosas de la evangelización o de la vida de un santo, o cuando veo a tanta gente buena: ¿siento la gracia dentro, o nada se mueve en mi corazón? ¿Sé sentir las consolaciones del espíritu o estoy cerrado a ello? Preguntémonos cada uno de nosotros en un examen de conciencia: ¿cómo es mi fe? ¿es alegre? ¿está abierta a las sorpresas de Dios? Porque Dios es el Dios de las sorpresas: ¿he «probado» en el alma aquel sentido de estupor que hace la presencia de Dios, ese sentido de gratitud? Pensemos en estas palabras, que son estados de ánimo de la fe: alegría, sentido de asombro, sentido de sorpresa y gratitud».
(Papa Francisco, ángelus del 24 de junio de 2018).




Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.



Propósito



Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Rezar el Rosario con especial fervor al momento de las letanías.



Despedida



Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.



¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!



Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿En qué consiste el ser niño frente a Dios?

¿Qué actitudes implica la filialidad? confianza, obediencia y entrega filiales


¿Qué actitudes implica la filialidad? Me parece que son, fundamentalmente, tres actitudes frente al Padre Dios: confianza, obediencia y entrega filiales.



1. La confianza filial. 

Dios es un Padre todopoderoso. Esta afirmación teológica despierta en mí la actitud de confianza. Es la experiencia del niño que sabe confiar ciegamente en sus padres. Y lo hace instintivamente, sin demasiada reflexión; es su experiencia original. Por eso se siente tan seguro y cobijado y vive tranquilo y feliz su vida.
Lo que en el niño es espontáneo, nosotros los adultos hemos de reconquistarlo si queremos tener alma de niño.

Lo que el niño presupone de sus padres naturales, el hombre filial lo reconoce en el Padre celestial. Por eso, el Padre José Kentenich, Fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt, procura conducirnos a la confianza filial: “Mi esfuerzo personal, respecto a toda la Familia, es que lleguemos a ser héroes de la confianza”.



Él suele ilustrar esta confianza heroica con la imagen del hijo del marinero. Este, aun teniendo conciencia del peligro en alta mar, no desespera sino que permanece tranquilo, porque sabe que su padre está al timón. Es esta convicción la que hemos de reconquistar:“El Padre tiene en sus manos el timón, aunque yo no sepa el destino ni la ruta” (Hacia el Padre, 399). Cuando así le entregamos al Padre Dios la conducción de nuestra vida, entonces renace la seguridad existencial. Es la “seguridad del péndulo” que permanece firmemente agarrado desde arriba.


El Padre es la roca inconmovible, la tranquilidad del hijo, en medio de los vaivenes de la vida. “El niño todo lo vence mediante la confianza” (Dios mi Padre, 223), afirma el Padre José kentencih.



La infancia espiritual consiste, en este contexto, en una fe sencilla en la Divina Providencia que nos hace ver presente, detrás de todos los acontecimientos de la vida, una mano paternal y bondadosa. Filialidad no es evasión de responsabilidades, sino protagonismo histórico y creador. Es compartir responsabilidades con el Padre, luchar por un mundo digno de Él.



2. La obediencia filial. 

La verdadera filialidad es, en segundo lugar, docilidad, sumisión a la voluntad de Dios, obediencia al Padre. A partir de Jesús y siguiendo sus huellas, “el hombre filial sabe que su obra es grande sólo en la medida en que corresponde al deseo del Padre” (Dios mi Padre, 319).



Es preguntarle, en cada caso: Padre, ¿qué te agrada más? La obediencia le confiere a la infancia espiritual, vitalidad y heroísmo; la hace exigente y educadora. Porque la verdadera imagen del Padre encierra no sólo bondad, sino también fuerza. Dios Padre puede causarnos dolor, para asemejarnos más a su Hijo Unigénito. Pero es siempre el amor que lo impulsa a imponernos severas exigencias.



3. El amor filial. 

“Los santos afirma el Padre Kentenich se hicieron santos a partir del momento en que comenzaron a amar, y comenzaron a amar sólo cuando se creyeron, se supieron y se sintieron amados por Dios” (Dios mi Padre, 248. J. Kentenich).



Nuestro amor ha de volver a ser como el amor de los niños. Debemos dejar de lado nuestros enredos y complicaciones de adultos y aprender a amar con sencillez. Debemos sacarnos nuestras máscaras de falsa grandeza y autosuficiencia y entregarnos con humildad sincera. Debemos pasar de un amor racional y calculador a un amor espontáneo y cálido. Esta simplicidad, autenticidad y espontaneidad en la entrega, cautiva el amor del Padre y lo atrae irresistiblemente.



Por eso ha de crecer y purificarse nuestro amor. El amor primitivo gira en torno al propio yo y sus intereses. En cambio, el amor filial maduro gira en torno al Padre y su voluntad. Y eso requiere de una permanente autoeducación, de una lucha diaria constante, de renuncias y entregas heroicas. Pero sabemos que es el único camino para cambiar y hacernos como los niños, y así poder entrar al Reino del Padre eterno.

¿Sabías que un sacerdote fundó el primer hospital psiquiátrico del mundo?

Todo inicio cuando presenció cómo pegaban a un enfermo mental.


Al presenciar cómo pegaban a un enfermo mental, el mercedario P. Jofré le defendió y comenzó una labor que culminó en la construcción del primer hospital psiquiátrico del mundo en la ciudad de Valencia (España).

El P. Juan Gilabert Jofré nació en Valencia en el año 1350. Desde niño sintió la llamada a ser religioso, pero por complacer a sus padres estudió en Lérida Derecho Civil y Canónico. Durante su tiempo universitario trató con San Vicente Ferrer quien estudiaba allí Teología.

En 1369 volvió a Valencia y comenzó a vivir una intensa vida espiritual, comulgando con frecuencia, visitando a los pobres y asistiendo cada día a Misa. Entró en la Orden de la Merced en el año 1370.

Posteriormente se trasladó a Valencia y fue allí donde el P. Jofré realizó una de las obras más importantes y por la que será recordado: la creación del primer hospital psiquiátrico del mundo occidental.

El viernes 24 de febrero de 1409 el P. Jofré se dirigía desde el convento de la Plaza de la Merced a la catedral. En el trayecto, probablemente en la calle Martín Mengod, antigua Platerías, próxima a la iglesia de Santa Catalina, llamó su atención un fuerte alboroto. Unos jóvenes golpeaban y se burlaban de un hombre perturbado, al que gritaban “¡al loco, al loco!”. El sacerdote se interpuso entre los agresores y el agredido, protegió al hombre y se lo llevó a la residencia mercedaria, donde le dio cobijo y dispuso que le curasen las heridas.

Ahí comenzó a pedir caridad con los enfermos mentales y a impulsar la creación de un hospital para estas personas. La iniciativa llegó a oídos del Papa Benedicto XIII, que autorizó el hospital en una bula del 16 de mayo de 1410, en la que el centro debía estar bajo la advocación de los Santos Inocentes Mártires.

El 1 de junio de 1410 se fundó el Hospital de los Inocentes, para recoger a enfermos mentales, pobres y niños abandonados. La capilla del hospital la dedicó a la advocación de Nuestra Señora de los Desamparados, que después sería la patrona de Valencia.

Este fue el primer hospital en el mundo que proporcionaba a los enfermos mentales tratamiento médico hospitalizado y una residencia donde vivir. Posteriormente se convirtió en el actual Hospital Universitario de Valencia (España).

El P. Jofré se unió a San Vicente Ferrer en la evangelización de musulmanes en Murcia, Valencia, Salamanca e Italia, y en otras misiones de evangelización, hasta que en el año 1417 volvió al monasterio mercedario de Nuestra Señora del Puig, donde falleció nada más llegar. Era el 18 de mayo de 1417.

En 1585 el cuerpo fue analizado y se halló incorrupto y flexible. Lamentablemente su devoción decayó y en el siglo XIX se comenzó el proceso de canonización que se retomó posteriormente en el siglo XX. Finalmente en el año 1996 se reabrió y se finalizó la fase diocesana en el año 2007, para luego ser enviada a Roma.

¿Por qué la Iglesia Católica tiene tantos santos?

Sólo quien no conoce la escritura puede cuestionar que la Iglesia Católica tiene muchos santos


Son muchas las personas que preguntan: ¿por qué la Iglesia Católica tiene tantos Santos? Ya sea por curiosidad o mala fe, ésta pregunta tiene un común denominador: la ignorancia. Todos los seres humanos somos ignorantes en mayor o menor medida, pero cuando ésta pregunta viene de personas que se consideran conocedoras de la Biblia, sólo podemos concluir dos cosas: en realidad no conocen la Escritura o lo que los mueve es la mala fe. Para dar respuesta, primero debemos preguntarnos:

¿QUIÉNES SON LOS SANTOS?

“Pedro, que andaba recorriendo todos los lugares, bajó también a visitar a los santos que habitaban en Lida” Hechos 9,32.
“A todos los amados de Dios que estáis en Roma, santos por vocación, a vosotros gracia y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo” Romanos 1,7.
“¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si vosotros vais a juzgar al mundo, ¿no sois acaso dignos de juzgar esas naderías?” 1 de Corintios 6,2.
Los Apóstoles llaman a los miembros de la Iglesia “Santos”, y tienen razón, la Iglesia somos nosotros los fieles y así como dice San Pablo:
“En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos” Romanos 5,19.
El pecado de Adán nos convirtió a todos en pecadores, pero por la Sangre y la Muerte de Cristo todos fuimos hechos Santos:
“Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada” Efesios 5,25-27.
Jesucristo santificó a su Iglesia, es decir a nosotros, y su Iglesia debe ser “santa e Inmaculada”, pero eso no significa como equivocadamente creen los “cristianos evangélicos”, que como Jesús ya lo hizo todo, nosotros ya no debemos hacer nada, sino, sólo “tener fe y aceptar a Cristo como tú Señor y salvador”, pues Cristo mismo dice:
“No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial” Mateo 7,21.
“¿Por qué me llamáis: "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?” Lucas 6,46.

Y ¿QUÉ FUE LO QUE JESUCRISTO NOS MANDÓ QUE HICIÉRAMOS?

“Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” Mateo 5,48. En clara referencia a Levítico 19,2.
“Habla a toda la comunidad de los israelitas y diles: Sed santos, porque yo, Yahveh, vuestro Dios, soy santo” Lv. 19,2.

TODOS ESTAMOS LLAMADOS A SER SANTOS

“A la Iglesia de Dios que está en Corinto: a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro, de nosotros y de ellos” 1 de Corintios 1,2.
“como dice la Escritura: Seréis santos, porque santo soy yo” 1 de Pedro 1,16.

Jesucristo ya ganó para nosotros la salvación y la vida eterna, ahora nos toca a nosotros realizar nuestra parte y ser dignos de tan hermoso regalo, esforzarnos por ser Santos e irreprochables, porque si no somos Santos no podremos estar con él Señor.

“Para que se consoliden vuestros corazones con santidad irreprochable ante Dios, nuestro Padre, en la Venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos” 1 de Tesalonicenses 3,13.

“Procurad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” Hebreos 12,14.

Una vez entendido a la luz de la Biblia que no basta con decir a Cristo “Señor, Señor” y que todos tenemos el deber de ser Santos para ir al cielo, borrando la falsa idea de que un Santo es una persona que nunca peca, pues todos los Santos también cometen pecados, pues “Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros” 1 de Juan 1,8. Podemos entender que la Iglesia Católica en realidad no tiene muchos Santos, y sólo conocemos la punta de iceberg, a unos pocos canonizados, de los cuales la Iglesia tiene la certeza de que ya están en el cielo:

“Y asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos, y a Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos llegados ya a su consumación” Hebreos 12,23.

La gran mayoría de los Santos nos son aún desconocidos y sólo son conocidos por Dios, pero al fin del mundo vendrán desde el cielo con Jesucristo.

“...Y vendrá Yahveh mi Dios y todos los santos con él” Zacarías 14,5.

“...con santidad irreprochable ante Dios, nuestro Padre, en la Venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos” 1 de Tesalonicenses 3,13.

Sólo quien no conoce la escritura puede cuestionar que la iglesia católica tiene muchos santos, ¡¡ojalá seamos todos!!

Santos todos, rogad por nosotros...

La Santísima Virgen María, Reina de la Hispanidad

María quiso estar presente en el nacimiento espiritual de España a las orillas del rio Ebro y también quiso acudir al bautismo de América


España, unidad de fe y espíritu en América.

Queridos hermanos,  la condenada del Concilio de Trento de  la idea protestante de la Justificación, que ponía la salvación del hombre sólo en los méritos de Cristo sin que el hombre pudiera poner nada de su parte, salvó no sólo  la verdad católica sino  la misma verdad humana, en el sentido  de que con nuestros propios esfuerzos, dado el auxilio divino, alcanzamos la victoria del bien en Dios y por Dios.

El fatalismo protestante, ante cuyo propio  destino el hombre nada puede hacer,  llevó a los protestantes  a una falsa fe, de forma tal que  nada necesitaban de nadie, ni de los santos; tampoco les llevó a preocuparse de los otros; de ahí que en los siglos XVI y XVII no quedasen protestantes misioneros. ¿Para qué? Si uno cree que la justificación se debe sólo  a los méritos de nuestro Señor Jesucristo, ya poco o nada es lo que tiene que hacer un misionero. Su propio sacrificio por los demás carece de eficacia; su propio esfuerzo no sirve para nada; desdeñaron la colaboración del hombre en la Obra de Redención.

Todo lo contrario en el catolicismo, y muy en particular en la genuina y  católica España del siglo XVI, cuyos teólogos  y religiosos concebían la religión como un combate –como así es en verdad-, donde la victoria depende del propio esfuerzo. Estas son palabras de Santa Teresa de Jesús: Todos los que  militáis debajo de esta bandera, ya no durmáis, ya no durmáis, que no hay paz sobre la tierra. Este acento militar que movía a la gran fundadora, sacudía a la España católica de aquel tiempo, y de otros venideros, dando lugar al movimiento misionero más espectacular jamás conocido en la historia de la Humanidad. Esta acción misionera consistió en enseñar a todos los hombres de la tierra, a todos los del mundo conocido y los de las zonas hasta entonces ignoradas, que, si querían, podían salvarse, y que su elección no dependía sino de su fe y su voluntad.

La España católica incorporó a la civilización cristiana a todas las razas que estuvieron bajo su influencia, pues la verdadera unidad moral es sólo la que dimana de un Padre común y de un divino Hermano y Redentor, Jesucristo. Y, justamente, esta hermandad divina, y no un vago sentimiento de fraternidad universal, fue lo que impuso a la España católica y misionera su posición igualitaria y universalista. He aquí la gran unidad en Cristo, que fue obra española en general y de sus Órdenes religiosas en particular; en la que reyes, obispos, legisladores, magistrados, soldados y encomenderos, sacerdotes y seglares, todos a una, contribuyeron a la gran obra de la Hispanidad.

La Virgen María, testigo amoroso de la piedad y espíritu misionero.

Los españoles llevaron a América  la devoción a las Vírgenes de sus patrias chicas, y en las nuevas tierras descubiertas surgían abundantes las Pilares, Begoñas, Covadongas, Guadalupes y “Morenetas”. Pero la Virgen quiso hacer más por la joven América. En 1531, diez años después que Hernán Cortés se posicionara en la ciudad de Méjico, apenas llegado a ella su primer Obispo, el franciscano Juan de Zumárraga, la Santísima Virgen se dignó aparecer a un nativo americano, un indio azteca recién convertido, llamado Juan Diego. Yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive, le dijo la Madre del Cielo. Y le mandó acudir al Obispo para pedirle que se alzara un templo en el lugar de la aparición. La historia ya es conocida.

Como María quiso estar presente en el nacimiento espiritual de España a las orillas del rio Ebro, también quiso acudir al bautismo de América. El monte Tepeyac es el Pilar de América, y Méjico su Zaragoza. Aquí, en España,  dejó como prenda y recuerdo una columna; allí, una graciosa pintura. Por eso el Pilar y Guadalupe patrocinan los dos ramales de la estirpe, el de Europa y el de América, y son los símbolos espirituales de la Hispanidad, así como los baluartes de su fe y de su piedad.

¿Cuál fue el resultado de la eficaz y providencialísima intervención de la Virgen en la evangelización prodigiosa de tantos pueblos? Que aquellas razas se convirtieran en devotísimas naciones marianas, que ardiesen en amor a la Madre de Dios, siguiendo las huellas de sus progenitores. Las almas sencillas de los nativos aprendieron en seguida de la boca de los  misioneros el nombre sagrado de María; vieron a los misioneros elevar preciosos monumentos a aquella Virgen hermosa, Madre de Dios. Se acostumbraron a llamar a sus ríos y a sus montes –bautizados hasta entonces profanamente- con las invocaciones de la  nueva Reina, y no se avergonzaban de manifestar externamente la tierna devoción que profesaban a aquella Virgen Santa.  Los sencillos indios aprendieron a invocar y amar a la Reina del Cielo; honraban quizá a la Madre sin conocer al Hijo; pero pronto les llevará con sus dulces y maternales inspiraciones, a la luz de Jesucristo y a la purificación de sus almas en las aguas del Bautismo.

¡Cuántos templos americanos dedicados a María! Basílicas magníficas, devotos santuarios y piadosas ermitas, cuya construcción fue ejecutada ya, en muchos casos, en el siglo XVI. ¿Qué nación de la América hispana no cuenta con docenas de fecundos centros de devoción mariana? La lista de países abarca a todas las naciones de habla hispana.

La Virgen Santísima fue el providencial instrumento elegido por los designios del Padre Celestial para dar y presentaros a su preciosos Hijo al mundo, para ser Madre y Reina de los Apóstoles, que por todas partes habían de propagar sus doctrinas; para conculcar para siempre las herejías, y hasta para intervenir prodigiosamente en todos los tiempos, donde quiera que fuera necesario, para la  implantación, la consolidación y defensa de la santa fe católica. (Pío XII, en el 50 aniversario de la coronación de Nuestra Señora de Guadalupe, 12-X-1945).

Ave María Purísima.

¿Cómo motivar a niños a rezar el Rosario?

¿Qué estrategias usó nuestra Sra. de Fátima para lograr que esos tres niños rezaran el Rosario cada día con devoción?


A lo largo de los años he intentado animar a mis hijos a rezar el Rosario con una mezcla de éxitos y fracasos, y por tanto admiro a las madres que me dicen que rezan el Rosario todas las noches en familia y también la labor de la Armada Blanca. Uno podría pensar que quizá es demasiado pedir a niños pequeños rezar el Rosario todos los días, pero eso es precisamente lo que hizo la Santísima Virgen María cuando se apareció a tres pastorcillos en Fátima. Cuando empezaron sus apariciones el 13 de mayo de 1917,

Lucía tenía 10 años, Francisco 8 años, y Jacinta solo 7 años y no se pasaban todo el día en la iglesia.

¿Qué estrategias usó nuestra Sra. de Fátima para lograr que esos tres niños rezaran el Rosario cada día con devoción?

1) Dar ejemplo de cómo rezar, hasta antes de mencionar el Rosario.

Antes de las apariciones de la Virgen, Dios mandó al Ángel de Portugal para decirles a los niños: “¡Orad conmigo!”. Les dio ejemplo y les enseñó simples oraciones, asegurándoles: “Los Corazones de Jesús y María están atentos a la voz de vuestras súplicas”.

Cuando les encontró no rezando al aparecerse a ellos la segunda vez, les exhortó: “¿Qué estáis haciendo? ¡Rezad! ¡Rezad mucho!” y les reveló: “Los corazones de Jesús y de María tienen sobre vosotros designios de misericordia”. En su 3ª. aparición, les demuestra la Presencia del Señor en el Santísimo Sacramento, postrándose ante Él. Ya les demuestra la necesidad de la oración y la actitud que deberían de tener, como podemos hacer los padres con nuestros hijos desde su infancia.

2) Insistir amablemente.

En cada una de sus seis apariciones en Fátima, la Santísima Virgen María repite su petición de que los pastorcillos recen el Rosario todos los días y que continúen a hacerlo. Si la Virgen María no se contentó con decirlo una vez, no deberíamos de desanimarnos si hemos de insistir con cariño una y otra vez para que nuestros hijos tomen la costumbre de rezar el Rosario todos los días.

3) Demostrar que nos importa.

La Virgen se mostró a veces triste, apelando a la compasión de los pastorcillos. Explica Lucía: “Delante de la palma de la mano derecha de nuestra Señora estaba un corazón rodeado de espinas que parecían clavarse en él. Entendimos que era el Corazón Inmaculado de María, ultrajado por los pecados de la humanidad, y que quería reparación.” (2ª. Aparición Virgen) Añade también que en su última aparición a los pastorcillos, la Ssma. Virgen María “tomando aspecto más triste dijo: -‘Que no se ofenda más a Dios Nuestro Señor, que ya es muy ofendido.” Si de verdad nos importa la oración, los niños se darán cuenta de ello.

4) Recordarles la necesidad de reparación para evitar el infierno.

A veces podríamos pensar que hablar sobre el infierno y sobre los pecados podría asustar demasiado a los niños, pero la Santísima Virgen María no se anduvo con rodeos y hasta les mostró una visión del infierno en su tercera aparición, pidiéndoles: “Cuando recéis el rosario, decid después de cada misterio: ‘Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente las más necesitadas’”. En su cuarta aparición insistió: “Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener quien se sacrifique y rece por ellas". Si la más tierna de las Madres no les evitó a los pastorcillos pensar en el infierno, tampoco deberíamos de tener miedo de hacerlo con nuestros hijos, por su bien.

5) Recordarles que el esfuerzo será premiado.

La Virgen motivó a los pastorcillos también revelándoles lo que podrían obtener rezando el Rosario. En su primera aparición dijo que Francisco iría al Cielo, “pero tiene que rezar antes muchos rosarios” y les animó a todos: “Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra". Dio el mismo fin en su tercera aparición, añadiendo además que se rezara para impedir mayores castigos. En sus cuartas y quintas apariciones prometió hasta la cura física de algunos enfermos. Les alentó con recompensa inmediata, apareciéndose su segunda y tercera vez tras el rezo del Rosario. Para que no se desanimaran, les aseguró: “Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará” (3ª. Aparición).

La Iglesia Católica anima de la misma forma a los fieles, concediendo indulgencia plenaria al rezo del Rosario en la iglesia o en familia, según el “Manual de Indulgencias de la Penitenciaría Apostólica” (1986) bajo las condiciones usuales indicadas en las “Normas sobre las indulgencias” [Si no se cumplen las condiciones, la indulgencia es parcial]:

1. Basta el rezo de sólo una tercera parte del rosario: pero las cinco decenas deben rezarse seguidas.


2. A la oración vocal hay que añadir la piadosa meditación de los misterios.


3. En el rezo público, los misterios deben enriquecerse de acuerdo con la costumbre admitida en cada lugar; en el rezo privado, basta con que el fiel cristiano junte a la oración vocal la meditación de los misterios. (48)”

De esta forma concreta los fieles están asegurados de que sus oraciones hacen una gran diferencia a sí mismos o a las almas en el Purgatorio (a quienes se les puede aplicar las indulgencias obtenidas). El mismo Señor concedió a la Iglesia por medio de sus apóstoles este poder como administradora de gracia: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Juan 20, 23).

Confiemos, pues, en los consejos de la Virgen María de rezar el Rosario todos los días y también en el poder de su intercesión ante el Señor.

 

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