Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos

Lucas, Santo

Memoria Litúrgica, 18 de octubre

Evangelista

Martirologio Romano: Fiesta de san Lucas, evangelista, que, según la tradición, nació en Antioquía de familia pagana y fue médico de profesión. Convertido a la fe de Cristo, fue compañero carísimo del apóstol san Pablo, y en su libro del Evangelio expuso por orden, cual escriba de la mansedumbre de Cristo, todo lo que hizo y enseñó Jesús. Asimismo, en el libro de los Hechos de los Apóstoles narró los comienzos de la vida de la Iglesia hasta la primera venida de Pablo a la ciudad de Roma.

Breve Semblanza

Breves notas en las Cartas de San Pablo son las únicas noticias que la Sagrada Escritura nos presenta sobre San Lucas, el solícito investigador de la buena noticia y autor del tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles. Por sus apuntes de viaje, es decir, por las páginas de los Hechos en los que San Lucas habla en primera persona, podemos reconstruir parte de su actividad misionera. Fue compañero y discípulo de los apóstoles. El historiador Eusebio subraya: “... tuvo relaciones con todos los apóstoles, y fue muy solícito”. De esta sensibilidad y disponibilidad suyas hacia el prójimo nos da testimonio el mismo San Pablo, unido a él por grande amistad. En la carta a los Colosenses leemos: “Os saluda Lucas, médico amado...”.

La profesión médica nos trace suponer que él se dedicó mucho tiempo al estudio. Su formación cultural se nota también por el estilo de sus libros: su Evangelio está escrito en un griego sencillo, limpio y bello, rico en términos que los otros tres evangelistas no tienen. Hay que hacer otra consideración sobre su Evangelio, a más del hecho estilístico e historiográfico: Lucas es el evangelista que mejor que lo otros nos pintó la humana fisonomía del Redentor, su mansedumbre, sus atenciones para con los pobres y los marginados, las mujeres y lo pecadores arrepentidos.

Es el biógrafo de la Virgen y de la infancia de Jesús. Es el evangelista de la Navidad. Los Hechos de los Apóstoles y el tercer Evangelio nos hacen ver el temperamento de San Lucas, hombre conciliador, discreto, dueño de sí mismo; suaviza o calla expresiones que hubieran podido herir a algún rector, con tal que esto no vaya en perjuicio de la verdad histórica.

Al revelarnos los íntimos secretos de la Anunciación, de la Visitación, de la Navidad, él nos hace entender que conoció personalmente a la Virgen. Algún exégeta avanza la hipótesis de que fue la Virgen María misma quien le transcribió el himno del “Magnificat”, que ella elevó a Dios en un momento de exultación en el encuentro con la prima Isabel. En efecto, Lucas nos advierte que hizo muchas investigaciones y buscó informaciones respecto de la vida de Jesús con los que fueron testigos oculares.

Un escrito del siglo II, el Prólogo antimarcionista del Evangelio de Lucas, sintetiza el perfil biográfico del modo siguiente: “Lucas, un sirio de Antioquía, de profesión médico, discípulo de los apóstoles, más tarde siguió a San Pablo hasta su confesión (martirio). Sirvió incondicionalmente al Señor, no se casó ni tuvo hijos. Murió a la edad de 84 años en Beocia, lleno de Espíritu Santo”. Recientes estudios concuerdan con esta versión.

El llamado a comunicar a Cristo

Santo Evangelio según san Lucas 10, 1-9. Viernes XXVIII del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, dame la gracia de escuchar tu voz y poder seguirla, con amor, para que otros vean un discípulo tuyo, no por mérito personal sino por don tuyo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-9

En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La misión de Cristo es nuestra misión también, Él nos ha llamado, Él nos ha dado lo necesario para realizar nuestra tarea de discípulos y Él nos ha enviado para comunicarlo y predicar su mensaje. Si no estamos unidos a Cristo, del cual emana nuestra misión, todo lo que hagamos será en vano ya que Él es quien sabe lo que necesita la gente, Él conoce los corazones de las personas y puede llegar a interpelarlos en lo más íntimo para que, así, conviertan su vida hacia Cristo.

Conociendo cuáles son los intereses de Cristo, podemos servirle como sus enviados porque conocemos al artista que quiere esculpir su imagen divina en la obra que Él mismo creó; así, todo lo que hagamos, digamos, pensemos, tendrá la huella de Cristo, el maestro y Señor, y también será una forma por la que nos reconocerán, porque cuando la gente nos vea podrán decir que es Cristo quien vive en cada uno de nosotros.

Dios sabe a quién llama porque conoce a cada uno por su nombre, como a san Lucas, que después emprenderá la tarea de escribir la vida y obras de Cristo en su Evangelio. Podemos decir que todo empezó ahí donde los discípulos empezaron a llevar la paz de Cristo a las cercanías, y después, cómo el evangelista Lucas transmitió el mensaje de Cristo que aún seguimos leyendo hasta el día de hoy, manteniendo viva la memoria de los hechos de nuestra historia de salvación.

«Ese esfuerzo también tiene que abarcar el amplio mundo laical; también los laicos son enviados a la mies, son convocados a tomar parte en la pesca, a arriesgar sus redes y su tiempo en “su múltiple apostolado tanto en la Iglesia como en el mundo”. Con toda su extensión, problemática y transformación, el mundo constituye el ámbito específico de apostolado donde están llamados a comprometerse con generosidad y responsabilidad, llevando el fermento del Evangelio. Por eso deseo dar la bienvenida a todas las iniciativas que en cuanto pastores tomen para la formación de los laicos —gracias por esto— y no dejarlos solos en la misión de ser sal de la tierra y luz del mundo, para contribuir a una transformación de la sociedad y la Iglesia».

(Discurso de S.S. Francisco, 7 de septiembre de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Rezar por los misioneros.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Más hacer y menos decir.

Salgamos de nuestro Confort, ayudemos a los que nos rodean.

Estamos acostumbrados a disponer de todo lo necesario para vivir cómodamente. Desarrollar nuestro trabajo teniendo todo controlado. Nos olvidamos que las dificultades nos hacen más fuertes. Superar obstáculos nos hace reflexionar sobre la necesidad de compartir nuestra vida con otras personas. No podemos encerrarnos en la rutina, en el confort. Tenemos todos los medios a nuestro alcance pero debemos pensar que no todo el mundo dispone de nuestros privilegios. Regalemos nuestro tiempo. Ayudemos a los que nos rodean con nuestros conocimientos. Hay muchas cosas que no se aprenden en la Universidad y podemos enseñarlas a los demás. Decía Cicerón “ una cosa es saber y otra saber enseñar” No perdamos el contacto, el diálogo y la comunicación con nuestros semejantes. Necesitamos compartir. Necesitamos  hacer más y decir menos, menos hablar y más escuchar.

Actuamos

Escucharemos al que lo necesite. Consolaremos al triste.

Del Santo Evangelio

(Lc. 6.43-44)

15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.

16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?

17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.

18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.

Una bonita historia para pensar. 

Hemos perdido el norte

Todo el equipo estábamos preparados para un gran proyecto a desarrollar con gran cantidad y diversidad de medios. Dispuestos para partir con todo el material disponible y muy seguros de que alcanzaríamos el éxito en tan ambiciosa misión.

Sobradamente preparados tanto en  tecnología, lo último en medios de comunicación, informática y recursos humanos. No escatimamos en proveernos de los últimos adelantos y avances que la ciencia ponía a nuestro alcance. Un conjunto de personas cualificadas y dispuestas a innovar aplicando sus conocimientos en una empresa pionera.

Emprendimos el  camino. Teníamos  que atravesar un bosque, una escarpada montaña y arriba, en el norte empezaríamos a trabajar en el proyecto.

Cuando llevábamos unas horas de trayecto antes de llegar al bosque cayó un rayo. Se levanto un viento huracanado y se formó una enorme tormenta. De pronto el motor del convoy se paró. No podíamos arrancarlo. Lo miramos pero  el motor estaba gripado. El GPS no funcionaba, los móviles se quedaron sin batería. Esperamos dentro de la cabina. Las nubes se fueron disipando. A lo lejos vimos brillar una luz. Una pequeña casa apareció en medio del bosque. Nos dirigimos allí. Un hombre salió a nuestro encuentro. Nos hizo pasar, nos invitó a quedarnos y a tomar algunos alimentos. A la mañana siguiente nos mostraría el camino.

Si se dirigían al norte, la Estrella Polar guiaría de noche y de día el musgo de los troncos  de los árboles indicarían la dirección hacia nuestro destino.

Nos contó que no tenía móvil, ni televisión. Hace años harto de la civilización, de intrigas y corrupción, se había retirado con su perro a esa casa. Tenía una granja, un huerto y unos caballos.

Nos prestaría los caballos para que fuesen a buscar ayuda.

Nos mostraría el camino, no debían preocuparse.

Admiraba nuestra preparación, nuestro ánimo para emprender nuevos retos, pero él había aprendido que lo importante son las personas, no las máquinas. Todos los días iba a un pueblo cercano y enseñaba a los niños a leer y a los padres a cultivar la tierra.

La tecnología es buena pero sin olvidar quién la utiliza.

Einstein  decía que no hay nadie tan ignorante que no pueda enseñarnos algo. A veces la gente sencilla nos da a entender que complicamos mucho las cosas. Nos creemos que lo tenemos todo controlado y lo verdaderamente importante son los demás. Es dejarnos ayudar. Es valorar lo que nos pueden enseñar, no creer que lo sabemos todo. No perdamos “el norte”.

La comida que se desperdicia es pan para los pobres

El Papa en mensaje a la FAO

Con ocasión de la Jornada Mundial de la Alimentación, el Papa Francisco dirigió un mensaje a la FAO en el que destacó el papel de la familia en la lucha contra el hambre, a la vez que pidió no olvidar que los alimentos que se acumulan y desperdician “es el pan de los pobres”. 

En el mensaje dirigido a Qu Dongyu, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Papa señaló que “a pesar de los esfuerzos realizados en las últimas décadas, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible [cuyo segundo objetivo es el ‘hambre cero’] sigue siendo un programa por realizar en muchas partes del mundo”.

Francisco indicó que mientras hay 820 millones de personas hambrientas, al otro lado de la balanza hay “casi 700 millones de personas con sobrepeso, víctimas de hábitos alimenticios inadecuados”.

En ese sentido, apeló a una labor que fortalezca “la confianza y la relación de amistad entre los pueblos”, y que deje de lado los intereses particulares, pues “resulta cruel” que a pesar de haber suficientes alimentos, “no todos tengan acceso a ellos, o que existan regiones del mundo en las que la comida se desperdicia, se desecha, se consume en exceso o se dedican alimentos a otros fines que no son alimenticios”.

Es necesario, indicó, “impulsar ‘instituciones económicas y cauces sociales que permitan a los más pobres acceder de manera regular a los recursos básicos’”.

“La lucha contra el hambre y la desnutrición no cesará mientras prevalezca exclusivamente la lógica del mercado y se busque sólo la ganancia a toda costa, relegando los alimentos a un mero producto de comercio, sujeto a la especulación financiera y distorsionando su valor cultural, social y marcadamente simbólico”, señaló el Pontífice.

Francisco dijo que “la primera preocupación ha de ser siempre la persona humana, especialmente quienes carecen de alimentos diarios y que a duras penas pueden ocuparse de las relaciones familiares y sociales”.

“Cuando se ponga a la persona humana en el lugar que le corresponde entonces las operaciones de ayuda humanitaria y los programas destinados al desarrollo tendrán una mayor incidencia y darán los resultados esperados. No podemos olvidar que lo que acumulamos y desperdiciamos es el pan de los pobres”, expresó.

Importancia de la familia

En su mensaje, el Papa Francisco agradeció a la FAO por dedicar “una atención especial a la tutela de la familia rural y a la promoción de la agricultura familiar”.

“En el ámbito familiar, y gracias a la sensibilidad femenina y materna, se aprende a disfrutar el fruto de la tierra sin abusar de él y se descubren las mejores herramientas para difundir estilos de vida respetuosos del bien personal y colectivo”, señaló.

Asimismo, advirtió que los hábitos alimenticios inadecuados que han llevado al sobrepeso a un sector de la población, “ya no son simplemente emblemas de la dieta de los ‘pueblos de opulencia’, sino que comienzan a habitar incluso en países de renta baja, donde se sigue comiendo poco y mal, copiando modelos alimenticios de las áreas desarrolladas”.

“Por causa de la malnutrición, las patologías vinculadas a la opulencia pueden derivar tanto en un desequilibrio por ‘exceso’, cuyos resultados son a menudo la diabetes, enfermedades cardiovasculares y otras formas de enfermedades degenerativas, como en un desequilibrio por ‘defecto’, documentado por el creciente número de muertes por anorexia y bulimia”, indicó.

Francisco dijo que es necesaria “una conversión de nuestro modo de actuar, y la nutrición es un punto de partida importante. Vivimos gracias a los frutos de la creación y estos no pueden reducirse a un simple objeto de uso y dominación”.

“Por esta razón, los trastornos alimentarios sólo se pueden combatir cultivando estilos de vida inspirados en una visión agradecida de lo que se nos da, buscando la templanza, la moderación, la abstinencia, el dominio de sí y la solidaridad: virtudes que han acompañado la historia del hombre”.

El Papa explicó que “se trata de volver a la simplicidad y a la sobriedad”, y vivir atentos a las necesidades del otro para así cimentar los de “una fraternidad que busque el bien común y evite el individualismo y el egocentrismo, que sólo generan hambre y desigualdad social. Un estilo de vida que nos permitirá cultivar una relación saludable con nosotros mismos, con nuestros hermanos y con el entorno en el que vivimos”.

10 consejos para descubrir tu vocación

Teniendo claro que Dios nos llama a ser santos ¿Cuás es mi camino para lograr esa meta?

Si estás leyendo esto es porque más de alguna vez te has hecho la pregunta: ¿Cuál es mi vocación? Hacerse esta pregunta significa que te has dado cuenta de que, Dios es tu Padre, te ama y quiere lo mejor para ti y tú, quieres seguirle. O pueda que no sepas mucho acerca de qué es la vocación, no tengas mayor idea o incluso… te de miedo este tema en la vida cristiana, puede que sea hasta un tema tabú. Sin embargo, si estás aquí es porque te ha ganado la curiosidad y has vencido un miedo al leer este texto. No te vayas, seguro Dios quiere decirte algo hoy.

¿En qué piensas cuando escuchas la palabra “vocación”? En efecto, normalmente pensamos en los sacerdotes, en los religiosos, en los consagrados, y ahí está el primer error, pensar que la vocación es solo para los que se consagran. Todos los cristianos tenemos una vocación, la santidad: “Él nos ha salvado y nos ha llamado para una vocación santa, no como premio a nuestros méritos, sino gratuitamente y por iniciativa propia. Esta llamada, que nos concedió en Cristo Jesús desde la eternidad.” (2º Carta a Timoteo 1, 9).

Teniendo claro que Dios nos llama a ser santos, ahí entendemos que ésta se puede vivir de diferentes maneras: vocación al matrimonio, vocación a la vida sacerdotal o vida consagrada, laicos consagrados. También entendemos que la vocación es (1) una llamada de parte de Dios y, al mismo tiempo, (2) una respuesta de amor a Dios para servirle hasta el final de nuestros días, sea cual sea la vocación a la que nos llama Dios.

“¿Qué quiere Dios de mí?” es una pregunta que le compete a todo cristiano.  Por eso, tanto si tienes claro lo que quieres, o si no tienes idea de a dónde te llama Dios, acá te dejo estos 10 consejos para encontrar una respuesta.

1. Asume tus dudas. Pueda que pienses que eres raro por cuestionarte cuál es tu vocación, pero no, no eres raro, eres un enamorado de Dios que quiere agradarle. No te recrimines si sientes que tienes dudas respecto a la vida vocacional. Al contrario, solo asumiendo tu realidad, podrás ser verdaderamente libre. ¡Alégrate, estás en el camino hacia el cielo!

2. Pide ayuda, busca un director espiritual. Ante tanta confusión, ideas y sentimientos encontrados, es normal no hallar la salida. Es comprensible si te sientes confundido, indeciso… y es por eso que es muy recomendable que busques a un director espiritual, un sacerdote con el que hagas un acompañamiento espiritual. Es por ello que debes pedirle a Dios que ponga en tu camino un director espiritual que te ayude a descubrir cuál es tu vocación. Si ya tienes un director espiritual, dale gracias a Dios por ello. No dejes de rezar por él para que sea un canal limpio de la voz y amor de Dios para ti.

3. ¡Manos a la obra y a rezar! Asumidas las dudas, junto con tu director espiritual debes empezar el camino llamado “discernimiento”, es decir, pedir un corazón dispuesto y un oído atento para descubrir cuál es la voluntad de Dios para tu vida. Mediante una vida sacramental sólida y una vida de oración constante, Dios te irá revelando cuáles son los pasos por dar. En estos momentos, la lectura de la Palabra es un elemento fundamental. Trata de tener una disciplina en tu vida de oración, porque así el corazón se pondrá en sintonía con la voz de Dios. Pide siempre prudencia para ver todo de acuerdo a la voluntad de Dios.

4. ¡Alto, no corras! No hay por qué apresurarse. Quizá sonará duro lo que te diré, pero: la vocación debe elegirse por convicción, no por decepción. En este discernimiento, la virtud de la paciencia es importante y vital. San Ignacio de Loyola decía: “En tiempos de desolación, no hacer mudanza”. Por ende, si estás pasando quizá una decepción amorosa o una decepción por alguna figura de la Iglesia: detente, respira y pide iluminación a Dios. No tomes decisiones permanentes sobre sentimientos pasajeros.

5. No dejes que tu historia familiar sea un obstáculo para encontrar tu llamado. Es aquí una de las razones más importantes de un acompañamiento espiritual. Quizá tu historia esté marcada por momentos difíciles a causa del matrimonio de tus padres o quizá tus padres no estén de acuerdo con la idea de que formes una familia basada en el matrimonio o estén en contra de los sacerdotes o religiosos… ¡No desfallezcas! Recuerda que este es un camino donde Dios te llama a seguirle, sea cual sea la vocación. Por eso, es normal encontrar obstáculos o heridas que sanar, pero si te dejas guiar por Dios, y tienes paciencia, Él te irá revelando que, a pesar de cualquier oposición o problema, con Él siempre encontrarás la felicidad.

6. ¡No te quedes en lo abstracto! Descubrir la vocación que Dios tiene para ti, es un salto de fe, se debe confiar plenamente la vocación y la misión al Señor. No te estanques en el miedo, o en lo idealista… busca, habla. Si tu sientes que estás llamado a la vida consagrada/religiosa habla con sacerdotes y religios@s, que te compartan su carisma. Busca en internet los diferentes carismas existentes. Lo genial de nuestra Iglesia es que, ¡somos ricos en carismas! Si sientes que tu vocación es la vida matrimonial, busca ejemplos de matrimonios virtuosos tanto en la historia de la Iglesia como en la actualidad. Ni el matrimonio ni la vida consagrada es un juego, asegúrate de conocer bien los compromisos de cada vocación. La única manera de quitarte la curiosidad es visitar, ir a la vida real y cotidiana.

7. ¡Fuera miedos! Sí, quizá es el paso más difícil, pero es el más necesario. Es normal tener miedo, es un gran paso el identificar cuál es tu vocación… pero de la mano de Dios, tu director espiritual y tu corazón dispuesto, las cosas irán cayendo por su propio peso. Desde el momento que te des cuenta que esto es un diálogo de amor entre Dios y tú, ¿por qué tener miedo?

Es Dios, tu Padre que quiere salir a tu encuentro. No dudes en pedirle su Auxilio. Él sabe que somos miedosos, sabe cuánto nos puede costar hacerle esa pregunta: ¿A dónde me quieres, Señor? Pero no tengas miedo al compromiso. Este camino es de valientes y si estás aquí es porque Dios sabe que eres capaz de vivir la radicalidad del Amor. Recuerda lo que nos dice San Juan “No hay temor en el amor; sino que el amor perfecto expulsa el temor”(1 Jn 4, 18). No vivas en el miedo, vive en el Amor.

8. No pierdas la paz. No desistas, el camino de discernimiento vocacional puede ser difícil y hasta un desierto, pero no olvides que Dios está contigo, camina a tu lado y te alimenta como a Elías cuando se rindió (1a Reyes 19, 7). Si ves que no avanzas en el camino, respira, “ten calma contigo mismo y mira a dónde vas”,como dice Martín Valverde. Recuerda a San Francisco de Sales: “Ten paciencia con todas las cosas, pero sobre todo contigo mismo”. ¡Ojo! Tampoco huyas de la decisión. Paciencia no es sinónimo de cobardía. (Sí, sé que es posible que dé un ataque de pánico… pero respira, Dios no se muda. Él te sigue esperando).

9. Ampárate de María y los Santos. Como te he dicho, no eres el primero con estas preguntas, en Nuestra Iglesia podemos encontrar tantos ejemplos – matrimonios, sacerdotes, religiosas, laicos consagrados – que pasaron por este momento en el que tú te encuentras ahora. No estás solo. Pídele ayuda a nuestra Santa Madre, que te ayude a decir como ella “FIAT”: Hágase en mi según tu Palabra.

10. ¡Mírate al espejo! Sí, te recomiendo que busques el espejo más cercano y te digas: “Soy hijo de Dios y Dios me ama.”Él te conoce, Él te creó con amor y te llamó a la existencia para ser feliz y servirle en santidad. Mírate al espejo y descubre en ti los anhelos más profundos de tu corazón. Si sientes que no te conoces, pídele ayuda al Espíritu Santo para que te enseñe tu alma. Si sientes que te faltan las fuerzas o el valor para dar el paso definitivo, no tengas miedo. Él está contigo. Santa Teresita del niño Jesús dijo: “el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad”. Recuerda que la vocación no será solo para ti, sino para toda nuestra Iglesia. Eres importante para Dios y para la Iglesia. Así como eres, Dios te llama. Con tus dudas, con tus pecados, con tus debilidades, con tus fortalezas. Así, Así te quiere Dios.

Como dijo en una ocasión la Hermana Glenda: “Él te hará desear lo que Él te quiere regalar”. Ten paciencia, pídele con constancia y humildad que te revele sus planes de Amor para ti. Ponte en camino, Dios está enamorado de ti, te quiere en sus brazos y en su Sagrado Corazón. Y ese mismo Amor nos irá diciendo cuál es la vocación que nos llevará al cielo a su lado, para gloria de Él y para salvación del mundo.

Todos podemos ser misioneros

Eso es lo que hacen los misioneros, cuidan, curan, enseñan y rezan con los que lo necesitan, no saben, están enfermos y no conocen a Jesús.

Os voy a contar unas historias muy bonitas. Había una niña en Francia llamada Teresita. Un día sintió que Jesus quería  que le dedicase  su vida. Entró en un convento de carmelitas y desde muy joven escribía cartas animando a los misioneros  que estaban lejos, muy lejos enseñando a todos lo que Jesus nos enseñó. Santa  Teresita del Niño Jesús es la patrona de las misiones, juntó a San Francisco Javier, aunque nunca salió de su convento para ir a las misiones.

Otra historia de la Biblia es la de un niño que se llamaba Samuel. Estaba durmiendo y oyó una voz que le llamaba. Creyó  que era Elí. Elí le cuidaba  y enseguida que decía algo, Samuel corría a obedecerle, aunque estuviera durmiendo. En esta ocasión no le había llamado. De nuevo oyó una voz y se despertó. Al final Elí pensó que era Dios quien le llamaba y le dijo a Samuel que le dijese: " habla Señor que yo te escucho"

Os cuento estas historias para que aprendamos varias cosas.
Nosotros podemos ser misioneros.

Hay muchos pueblos en distintos países que no tienen lo indispensable. Carecen de alimentos, de escuelas, de ropa. Pero lo más importante es que no conocen el Evangelio, no han oído hablar de Jesús. Allí van muchas personas a ayudarles. Son misioneros. No os asustéis, no os voy a mandar a África o Asia. Teresita es la patrona de las misiones y nunca estuvo allí. ¿Sabéis que hacia? Rezar por todas las personas que iban a enseñar el Evangelio. Rezaba mucho para que entendiesen que Dios es nuestro Padre y María nuestra madre del cielo. Para que aprendiesen que Jesús  es Dios y vino a salvarnos y decirnos que nos amemos los unos a los otros.

Dios nos llama, tenemos que estar atentos.

Samuel también estuvo atento a la llamada de Dios. Y me diréis " a mi Dios no me llama" y yo te digo que estés atento para decirle lo mismo que Samuel, que le escuchas. Te llama cuando obedeces a mamá, te llama cuando vas contento al colegio, te llama cuando ayudas a tu hermano.

Eso es lo que hacen los misioneros, cuidan, curan, enseñan y rezan con los que lo necesitan, no saben, están enfermos y no conocen a Jesús.

Rezamos por los misioneros.

Por eso nosotros podemos ser misioneros, rezando por los que no conocen a Dios y escuchando a Dios en lo que podemos hacer para ser mejores.

Hacemos actividades para comprender mejor nuestra misión.

Ahora, entre todos, vamos a  hacer una imagen de María con el Niño.

Es muy fácil necesitamos dos pelotas blancas, una grande y otra pequeña. Cartulina o fieltro blanco y azul, rotuladores rojo para la boca y negro para los ojos. Lana amarilla o negra para el pelo.

Escribiremos en un papel una oración a la Virgen María o al Niño Jesús, pidiéndole por los niños que no conocen a Jesús, por las personas que pasan hambre, por los cristianos que sufren por serlo...etc.

También escribimos algo bueno que hemos hecho en la semana: hemos comido algo que mamá nos puso y no nos gusta, he ayudado a mi hermanita a vestirse, he puesto la mesa..etc.Lo doblamos, dibujamos una flor y lo metemos en una cajita a los pies de María.

Igual que  Samuel, hemos estado atentos a lo que Dios nos ha pedido. Lo escribimos  y ponemos en la cajita.

Así todas las semanas del mes de octubre, mes de las misiones, cuando acabe el mes iremos al jardín y en un hoyo enterraremos todos los papelitos. Seguro que en su lugar crecerá alguna hoja o florecita silvestre.

María con el Niño irá visitando la casa de cada niño, cada semana y allí  también rezaremos con Ella el Avemaría.

Una clave para la felicidad: dejar que se haga la voluntad de Dios

Hemos de buscar, encontrar y realizar la voluntad de Dios de nuestra vida

Aún en las cosas que consideremos simples o pequeñas, tareas que podemos hacer en el hogar, en el trabajo, en los distintos caminos que transitemos o en los lugares que nos encontremos, siempre es importante pedir a Dios que su voluntad se haga en nosotros

La voluntad de Dios: clave para la felicidad

Jesús nos ofrece una de las claves más importante de nuestra vida para lograr la felicidad: ¡hacer la voluntad de Dios! Esto no es sencillo, por nuestra condición humana siempre queremos darnos riendas sueltas en todo y seguir nuestros propios deseos.

Para Jesús, los más cercanos a Él, son aquellos que realizan en sus vidas la voluntad de Dios, y la voluntad de Dios es que todos nos respetemos, nos ayudemos, nos amemos, nos valoremos y que no nos hagamos daño. Esto es un camino importante para la felicidad

Es importante proteger la familia, uno de los pilares fundamentales de la sociedad. Pero por encima de los vínculos familiares, tantas veces resquebrajados por intereses superficiales, hemos de buscar, encontrar y realizar la voluntad de Dios de nuestra vida.

Que se haga su voluntad

Una de las cosas que más nos preocupan en la vida cristiana, es saber cuándo responderá Dios a nuestras peticiones. ¿Cuándo responderá el señor? No lo sabemos, no lo sabremos, pero lo que sí sé es que prefiero que su voluntad se cumpla en mi vida y no la mía.

Cierra tus ojos allí donde estás, deja que Dios te abrace fuertemente, deja que Él te haga sentir lo importante que eres en su rebaño.

Oración de confianza

Padre celestial, gracias por amarme y por bendecirme cada día en mi proyecto hacia la felicidad.

Para Ti sólo tengo palabras de agradecimiento. Te entrego los pensamientos y acciones de este día, te suplico que me llenes de fuerzas para salir adelante.

Gracias, Dios mío, porque en medio de las dificultades, estoy seguro que extiendes tu mano para salvarme.

Tú actúas en mi vida en el momento que Tú consideras que es mejor para mi bienestar y sabes qué es lo que necesito.

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