Si fuera vuestra fe como un grano de mostaza,nada os sería imposible


Iglesia sirio-católica

Flaviano Michele Melki, muerto en 1915
El Papa aprueba el martirio de un obispo asesinado durante el genocidio armenio
Los otomanos trataron de convertirle al Islam a lo que él se negó
Redacción, 08 de agosto de 2015 a las 16:34
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Hay una frase suya que siempre me ha tocado el corazón. Ellos querían convertirle al Islám y él dijo: "defiendo mi vida hasta con la sangre", recordó el postulador

El papa Francisco aprobó hoy el decreto que reconoce el martirio del obispo sirio-católico Flaviano Michele Melki, asesinado durante la persecución a la que fueron sometidas las minorías étnicas y religiosas por el Imperio otomano hace un siglo.

La aprobación del decreto, que previsiblemente implica una rápida beatificación de Melki, se produjo durante un encuentro privado entre el papa y el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Angelo Amato, informó la Santa Sede.

El nuevo mártir era miembro de la Fraternidad de San Efrén y obispo de Djézireh de los Sirios. Nació en 1858 en Kalaat Mata, en la actual Turquía, fue asesinado "por odio a la fe" en Djézireh, en territorio turco, el 29 de agosto de 1915.

El postulador de la causa, Rami Al Kabalan, dijo a Radio Vaticano que el nuevo mártir "desempeñó un rol fundamental a la hora de animar a la gente a defender su fe contra las dificultades de la época, durante las persecuciones del Imperio Otomano".

En este contexto, los otomanos trataron de convertirle al Islam a lo que él se negó, explicó Al Kabalan, por lo que fue asesinado.

"Hay una frase suya que siempre me ha tocado el corazón. Ellos querían convertirle al Islám y él dijo: "defiendo mi vida hasta con la sangre", recordó el postulador.

La cuestión de las persecuciones las a minorías étnicas y religiosas durante el Imperio Otomano, en particular durante la I Guerra Mundial (1914-1918), supuso recientemente un conflicto diplomático entre la Santa Sede y Turquía ya que el papa mencionó en un sermón el término "genocidio armenio", algo que Ankara rechaza.

Tras las palabras del pontífice, las autoridades turcas convocaron al nuncio en Ankara y llamaron a consultas a su embajador ante la Santa Sede.

El Vaticano se limitó a "tomar nota", en palabras del portavoz, Federico Lombardi, con el fin de evitar la polémica.

Evangelio según san Mateo 17, 14-20

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas: Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques: muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo. Jesús contestó: ¡Gente sin fe y perversa! ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo. Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño. Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron, aparte: ¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros? Les contestó: Por vuestra poca fe. Os aseguro que, si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible.



Oración introductoria


Señor, me falta fe... para ser perseverante en mi oración, para amar mejor a los demás, para ser fiel a mi misión. Inicio mi oración haciendo silencio en mi corazón; no un silencio vacío, sino lleno de esperanza al estar ante ti, poniéndome humildemente ante tu presencia, con la seguridad que por el gran amor que me tienes, fortalecerás mi fe.



Petición


Jesús, dame la gracia de asimilar que la verdadera oración consiste en unir mi voluntad a la de Dios.



Meditación del Papa Francisco

La liturgia del día presenta el pasaje del evangelio en el que los discípulos no pueden curar a un niño;

 

debe intervenir el mismo Jesús que se queja de la falta de fe de los presentes; y al padre del niño que pide ayuda le dice que todo es posible para el que cree.

Los que quieren amar a Jesús, a menudo no arriesgan demasiado en la fe y no se confían totalmente a Él. Pero ¿por qué esta falta de fe? Creo que es el corazón, que no se abre, el corazón cerrado, el corazón que quiere tener todo bajo control.

Es un corazón, por lo tanto, que no se abre, que no le da el control de las cosas a Jesús, y cuando los discípulos le preguntan por qué no podían sanar al joven, el Señor dice que aquella especie de demonios no pueden ser expulsados por nada, excepto por la oración.

Todos nosotros tenemos un poco de incredulidad en el interior. Es necesaria una oración fuerte, y esta oración humilde y fuerte hace que Jesús pueda hacer el milagro. La oración para pedir un milagro, para pedir una acción extraordinaria, debe ser una oración que involucre, que nos involucre a todos. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 20 de mayo de 201, en Santa Marta).

 

Reflexión


Se puso de rodillas. ¿Te imaginas a un padre de familia, desesperado, poniéndose de rodillas delante de alguien que aparentemente es un hombre como los demás? ¿Qué le movió a hacerlo? El amor a su hijo.

Primero lo había intentado con los discípulos, pero ellos no pudieron curar al chico de los ataques de epilepsia. Luego ve al Señor, se acerca y cae de rodillas ante Él. No tiene ninguna vergüenza. No le importa lo que digan de él. Únicamente busca el bien de aquel a quien ama.
Jesús, conociendo el amor que brotaba del corazón de ese hombre, curó al hijo.

Por su parte, los discípulos no entendían en qué habían fallado. Jesús les respondió que les faltaba fe. No dice que no tienen fe, sino que aún es muy pequeña.

La fe, aunque es un don de Dios, debe crecer y fortalecerse con nuestra colaboración. Es como ir a un gimnasio: al levantar las pesas una y otra vez, nuestros músculos se desarrollan. La fe también debe ejercitarse, ponerse a prueba, alimentarse. Si nos conformamos con la fe que teníamos a los diez años, cuando hicimos la primera comunión, es lógico que nuestro “músculo” espiritual esté raquítico.

Necesitamos una fe adulta, resistente, alimentada con las lecturas adecuadas, con la oración diaria, con los sacramentos y con todo aquello que nos ayude a fortalecerla.



Propósito


Rezar con mucha fe, diariamente, la oración a mi ángel custodio



Diálogo con Cristo

El ingrediente secreto para tener éxito en cualquier cosa es la fe. No es necesario nada más. Jesús, ahora veo que la oración no es opcional, sino que es el medio por el cual podemos crecer en la fe. Sólo quien reza, es decir, quien confía en Dios, con un amor filial, puede sanarse a sí mismo y a los demás.


Domingo de Guzmán, Santo

Sacerdote y Fundador de los Dominicos
 Agosto 8

Martirologio Romano: Memoria de santo Domingo, presbítero, que siendo canónigo de Osma se hizo humilde ministro de la predicación en los países agitados por la herejía albigense y vivió en voluntaria pobreza, hablando siempre con Dios o acerca de Dios. Deseoso de una nueva forma de propagar la fe, fundó la Orden de Predicadores, para renovar en la Iglesia la manera apostólica de vida, mandando a sus hermanos que se entregaran al servicio del prójimo con la oración, el estudio y el ministerio de la Palabra. Su muerte tuvo lugar en Bolonia, el día seis de agosto (1221).



Etimología: Domingo = del Señor. Viene de la lengua latina.



Los Padres Dominicos están hoy de fiesta. Santo Domingo de Guzmán los fundó en el siglo XIII. Durante tantos años han hecho y siguen haciendo un gran bien a la Iglesia en todo el mundo.



El fundador de los Padres Dominicos, que son ahora 6,800 en 680 casas en el mundo, nació en Caleruega, España, en 1171. Su madre, Juana de Aza, era una mujer admirable en virtudes y ha sido declarada Beata. Lo educó en la más estricta formación religiosa.



A los 14 años se fue a vivir con un tío sacerdote en Palencia en cuya casa trabajaba y estudiaba. La gente decía que en edad era un jovencito pero que en seriedad parecía un anciano. Su goce especial era leer libros religiosos, y hacer caridad a los pobres.



Por aquel tiempo vino por la región una gran hambre y las gentes suplicaban alguna ayuda para sobrevivir. Domingo repartió en su casa todo lo que tenía y hasta el mobiliario. Luego, cuando ya no le quedaba nada más con qué ayudar a los hambrientos, vendió lo que más amaba y apreciaba, sus libros (que en ese tiempo eran copiados a mano y costosísimos y muy difíciles de conseguir) y con el precio de la venta ayudó a los menesterosos. A quienes lo criticaban por este desprendimiento, les decía: "No puede ser que Cristo sufra hambre en los pobres, mientras yo guarde en mi casa algo con lo cual podía socorrerlos".



En un viaje que hizo, acompañando a su obispo por el sur de Francia, se dio cuenta de que los herejes habían invadido regiones enteras y estaban haciendo un gran mal a las almas. Y el método que los misioneros católicos estaban empleando era totalmente inadecuado. Los predicadores llegaban en carruajes elegantes, con ayudantes y secretarios, y se hospedaban en los mejores hoteles, y su vida no era ciertamente un modelo de la mejor santidad. Y así de esa manera las conversiones de herejes que conseguían, eran mínimas. Domingo se propuso un modo de misionar totalmente diferente.



Vio que a las gentes les impresionaba que el misionero fuera pobre como el pueblo. Que viviera una vida de verdadero buen ejemplo en todo. Y que se dedicara con todas sus energías a enseñarles la verdadera religión. Se consiguió un grupo de compañeros y con una vida de total pobreza, y con una santidad de conducta impresionante, empezaron a evangelizar con grandes éxitos apostólicos.



Sus armas para convertir eran la oración, la paciencia, la penitencia, y muchas horas dedicadas a instruir a los ignorantes en religión. Cuando algunos católicos trataron de acabar con los herejes por medio de las armas, o de atemorizarlos para que se convirtieran, les dijo: "Es inútil tratar de convertir a la gente con la violencia. La oración hace más efecto que todas las armas guerreras. No crean que los oyentes se van a c_onMover y a volver mejores por que nos ven muy elegantemente vestidos. En cambio con la humildad sí se ganan los corazones".



Domingo llevaba ya diez años predicando al sur de Francia y convirtiendo herejes y enfervorizando católicos, y a su alrededor había reunido un grupo de predicadores que él mismo había ido organizando e instruyendo de la mejor manera posible. Entonces pensó en formar con ellos una comunidad de religiosos, y acompañado de su obispo consultó al Sumo Pontífice Inocencio III.



Al principio el Pontífice estaba dudoso de si conceder o no el permiso para fundar la nueva comunidad religiosa. Pero dicen que en un sueño vio que el edificio de la Iglesia estaba ladeándose y con peligro de venirse abajo y que llegaban dos hombres, Santo Domingo y San Francisco, y le ponían el hombro y lo volvían a levantar. Después de esa visión ya el Papa no tuvo dudas en que sí debía aprobar las ideas de nuestro santo.



Y cuentan las antiguas tradiciones que Santo Domingo vio en sueños que la ira de Dios iba a enviar castigos sobre el mundo, pero que la Virgen Santísima señalaba a dos hombres que con sus obras iban a interceder ante Dios y lo calmaban. El uno era Domingo y el otro era un desconocido, vestido casi como un pordiosero. Y al día siguiente estando orando en el templo vio llegar al que vestía como un mendigo, y era nada menos que San Francisco de Asís. Nuestro santo lo abrazó y le dijo: "Los dos tenemos que trabajar muy unidos, para conseguir el Reino de Dios". Y desde hace siglos ha existido la bella costumbre de que cada año, el día de la fiesta de San Francisco, los Padres dominicos van a los conventos de los franciscanos y celebran con ellos muy fraternalmente la fiesta, y el día de la fiesta de Santo Domingo, los padres franciscanos van a los conventos de los dominicos y hacen juntos una alegre celebración de buenos hermanos.



En agosto de 1216 fundó Santo Domingo su Comunidad de predicadores, con 16 compañeros que lo querían y le obedecían como al mejor de los padres. Ocho eran franceses, siete españoles y uno inglés. Los preparó de la mejor manera que le fue posible y los envió a predicar, y la nueva comunidad tuvo una bendición de Dios tan grande que a los pocos años ya los conventos de los dominicos eran más de setenta, y se hicieron famosos en las grandes universidades, especialmente en la de París y en la de Bolonia.



El gran fundador le dio a sus religiosos unas normas que les han hecho un bien inmenso por muchos siglos. Por ejemplo estas:




Primero contemplar, y después enseñar. O sea: antes dedicar mucho tiempo y muchos esfuerzos a estudiar y meditar las enseñanzas de Jesucristo y de su Iglesia, y después sí dedicarse a predicar con todo el entusiasmo posible.
Predicar siempre y en todas partes. Santo Domingo quiere que el oficio principalísimo de sus religiosos sea predicar, catequizar, tratar de propagar las enseñanzas católicas por todos los medios posibles. Y él mismo daba el ejemplo: donde quiera que llegaba empleaba la mayor parte de su tiempo en predicar y enseñar catecismo.



La experiencia le había demostrado que las almas se ganan con la caridad. Por eso todos los días pedía a Nuestro Señor la gracia de crecer en el amor hacia Dios y en la caridad hacia los demás y tener un gran deseo de salvar almas. Esto mismo recomendaba a sus discípulos que pidieran a Dios constantemente.



Los santos han dominado su cuerpo con unas mortificaciones que en muchos casos son más para admirar que para imitar. Recordemos algunas de las que hacía este hombre de Dios.



Cada año hacía varias cuaresmas, o sea, pasaba varias temporadas de a 40 días ayunando a pan y agua.



Siempre dormía sobre duras tablas. Caminaba descalzo por caminos irisados de piedras y por senderos cubiertos de nieve. No se colocaba nada en la cabeza ni para defenderse del sol, ni para guarecerse contra los aguaceros. Soportaba los más terribles insultos sin responder ni una sola palabra. Cuando llegaban de un viaje empapados por los terribles aguaceros mientras los demás se iban junto al fuego a calentarse un poco, el santo se iba al templo a rezar. Un día en que por venganza los enemigos los hicieron caminar descalzos por un camino con demasiadas piedrecitas afiladas, el santo exclamaba: "la próxima predicación tendrá grandes frutos, porque los hemos ganado con estos sufrimientos". Y así sucedió en verdad. Sufría de muchas enfermedades, pero sin embargo seguía predicando y enseñando catecismo sin cansarse ni demostrar desánimo.



Era el hombre de la alegría, y del buen humor. La gente lo veía siempre con rostro alegre, gozoso y amable. Sus compañeros decían: "De día nadie más comunicativo y alegre. De noche, nadie más dedicado a la oración y a la meditación". Pasaba noches enteras en oración.



Era de pocas palabras cuando se hablaba de temas mundanos, pero cuando había que hablar de Nuestro Señor y de temas religiosos entonces sí que charlaba con verdadero entusiasmo.



Sus libros favoritos eran el Evangelio de San Mateo y las Cartas de San Pablo. Siempre los llevaba consigo para leerlos día por día y prácticamente se los sabía de memoria. A sus discípulos les recomendaba que no pasaran ningún día sin leer alguna página del Nuevo Testamento o del Antiguo.



Los que trataron con él afirmaban que estaban seguros de que este santo conservó siempre la inocencia bautismal y que no cometió jamás un pecado grave.



Totalmente desgastado de tanto trabajar y sacrificarse por el Reino de Dios a principios de agosto del año 1221 se sintió falto de fuerzas, estando en Bolonia, la ciudad donde había vivido sus últimos años. Tuvieron que prestarle un colchón porque no tenía. Y el 6 de agosto de 1221, mientras le rezaban las oraciones por los agonizantes cuando le decían: "Que todos los ángeles y santos salgan a recibirte", dijo: "¡Qué hermoso, qué hermoso!" y expiró.



A los 13 años de haber muerto, el Sumo Pontífice Gregorio IX lo declaró santo y exclamó al proclamar el decreto de su canonización: "De la santidad de este hombre estoy tan seguro, como de la santidad de San Pedro y San Pablo".



¡Felicidades a quienes lleven este nombre y a los Dominicos y Dominicas!



“Hay silencios que hieren, pero hay palabras que curan”.

Gracias a Radio “Es de Dios” Francisco habló y bendijo a la gente del monte santiagueño en Argentina

En diálogo con el padre Joaquín Giangrecco por la Radio Parroquial "Es de Dios" Virgen del Carmen 99.9, Francisco se comunicó con todos los parroquianos. Gracias a Diario Panorama, Radio Panorama y Canal 7 de Santiago del Estero -que hicieron de puente con las Emisoras que retransmitieron la señal, también desde los respectivos sitios web, el llamado del Papa a Campo Gallo se difundió al país y al mundo.

El padre Joaquín Giangrecco continúa en comunicación con Jorge Marío Bergoglio que, como Arzobispo de Buenos Aires, lo envió como misionero a ese lugar. Es a partir de este contacto que se realiza el llamado del Papa a la Radio “Es de Dios”, que el sacerdote montó para llegar a tanta gente dispersa en el campo.

En el diálogo con los sacerdotes del lugar, lo primero que dijo Francisco es que desea que pronto se pueda hacer la beatificación de Mama Antula y pidió que recen por eso. Ella es un ejemplo de la fortaleza del pueblo santiagueño -afirmó. (Nota del redactor: Antula es una venerable argentina que ayudaba a los jesuitas y que peregrina itinerante predicó los Ejercicios Espirituales de san Ignacio, en varias provincias argentinas, después que los jesuitas fueron expulsados).

La Virgen de Huachana, que por su aparición y sus milagros es la devoción a la Madre de Dios más importante en esta región, fue tema también del diálogo por la reciente peregrinación de la gente del pueblo. Francisco dijo que desde los tiempos de Moisés cuando se hacia la peregrinación era una fiesta. Y mucho más si se trata de la peregrinación a la Madre de Dios.

El color verde del manto de la Virgen de Huachana inspiró la pregunta sobre la encíclica del Papa ‘Laudato Si’. El Papa afirmó en este diálogo telefónico, que hay que hacer un esfuerzo para aprender a cuidarnos, si nos cuidamos entre nosotros cuidamos “la casa común”. Saber cuidar a los chicos, a los abuelos con esa ternura que Jesús nos enseñó para cuidarnos. Cuidar la casa común, esta tierra que Dios nos dio. Me dan pena las deforestaciones para plantar soja -expresó. Cuiden la tierra, cuiden el agua, cuiden todo lo que Dios nos ha dado.

Con el planteo de que siempre es más lo que nos une que los que nos divide. Francisco dijo que siempre es mejor la amistad que la pelea, siempre es mejor la paz que la guerra, que una sola manera de ganar una guerra: no hacerla. Instó a caminar juntos, porque eso da alegría, da felicidad, eso nos ayuda a ser solidarios. El hombre no es un hongo –explicó. El hombre es para vivir en familia.

Sobre el tema de la juventud el Papa dijo: Yo le preguntaría a los jóvenes ¿vos sabes lo que es la alegría del corazón? Y habló de la alegría de jugarse la vida. No quiero jóvenes jubilados, quiero jóvenes que hagan cosas por los demás. Si se juegan por cosas grandes van conocer el gozo y la alegría. Hay que animarse a soñar. Porque el que no sueña tiene pesadillas. Si sueñan cosas grandes Dios los va a bendecir. Le comentaron que el lema con los jóvenes de la parroquia es “Si a la fiesta y no a la joda (diversión pesada)”. ¡Eso está lindo! Manifestó el Papa. Los interlocutores comentaron que en octubre es el Congreso Nacional de los grupos misioneros en Argentina y el Papa dijo que es un congreso de jóvenes que tienen ganas de jugarse la vida por algo en serio.

El padre Joaquín pidió la bendición para los habitantes de más de 1 millón de hectáreas de monte. Francisco dio un saludo para cada uno, especialmente a los chicos y a los abuelos. Los invito a todos a rezarle a la Virgen un Ave María y después dio la bendición.

María y la fe de una mamá

Cuando hagas oración por alguien, no esperes que esa persona ponga de sí

Por: Susana Ratero

Hoy te encuentro, mujer cananea, en un pasaje del Evangelio... (San Marcos 7, 24-30) Y me quedo pensando en ti, en tu dolor de madre, en tu búsqueda de caminos para tu hija.



Pasan las horas y siento que sigues estando allí, en mi corazón, tratando de hacerme entender, tratando de explicarme algo... Pero no te entiendo.



Y como mi corazón sabe que cuando no entiende debe buscar a su Maestra del alma, entonces te busco, Madre querida, te busco entre las letras de ese pasaje bíblico que leo y releo una y otra vez.



De pronto mi alma comienza a sentir tu perfume y me voy acercando al lugar de los hechos...



Allí te encuentro, Madrecita, mezclada entre la gente que hablaba de Jesús... me haces señas de que tome tu mano. ¡Qué alivio para el alma tomar tu Mano, Señora Mía!!! ¡¡¡Como se abren caminos santos cuando nos dejamos llevar por ti!!!



Así, aferrada a ti, te sigo hasta muy cerquita de una mujer de triste mirada… Esa mirada que tiene una mama cuando un hijo no esta bien, sea cual sea el problema. Es la cananea. Pasa por aquí, quizás va a buscar agua o comida… Ve la gente que habla y se acerca. Su dolor le pesa en el alma.



-Presta atención, hija, - me susurras dulcemente, Madrecita...



Alguien habla de Jesús, de sus palabras, de sus enseñanzas, de sus milagros... Los ojos de la cananea parecen llenarse de luz.



No alcanzo a divisar a quien habla, ni a escuchar lo que dice, pero, en cambio, puedo ver el rostro de la cananea.



- Mira cómo cambia la mirada de ella, Madre- te digo como buscando tu respuesta



- ¿Sabes que es ese brillo que va creciendo en sus ojos? Es la luz de la esperanza. Una esperanza profunda y una fe incipiente que, como lluvia serena en tierra árida, va haciendo florecer su alma. Dime, qué piensas de esto.



- Pues… que me alegro por ella.



- Esta bien hija, que te alegres por ella, pero si te explico esto, es también para que comprendas algo. Te alegras por esa mama, pero nada me has dicho de quien estaba hablando de Jesús.



- No te entiendo, Madre



- Hija ¿Cómo iba a conocer a mi Hijo esa sencilla mujer si esa persona no hubiese hablado de Él? Lee con atención nuevamente el pasaje del Evangelio, "habiendo oído hablar de Él, vino a postrarse a sus pies..." habiendo oído, hija mía, habiendo oído…



Te quedas en silencio, Madre, y abres un espacio para que pueda volver, con mi corazón, a muchos momentos en los que mi hermano tenía necesidad de escuchar acerca de tu Hijo, acerca de ti... y yo les devolví silencio, porque estaba apurada, porque tenía cosas que hacer.



Trato de imaginar, por un momento, como fue aquel "habiendo oído". Cuáles fueron los gestos y el tono de voz de quien habló, cuáles fueron sus palabras y la fuerza profunda de su propia convicción. Cómo la fe que inundaba su corazón se desbordó hacia otros corazones, llegando hasta uno tan sediento como el de la cananea.



¡Bendito sea quien haya estado hablando de tal manera! los Evangelios no recogen su nombre pero sí recogen su fruto, el fruto de una siembra que alcanzó el milagro.
¡Dame, Madre, una fe que desborde mi alma y así, llegue al corazón de mi hermano!



De pronto, veo que la cananea va corriendo a la casa donde Jesús quería permanecer oculto... Tu mirada, Madre, y la de ella se encuentran. Es un dialogo profundo, de Mamá a mamá...



Entonces, con esa fuerza y ese amor que siente el corazón de una madre, la mujer cananea suplica por su hija. Jesús le pone un obstáculo, pero este no es suficiente para derribar su fe....



Ella implora desde y hasta el fondo de su alma… Todo su ser es una súplica, pero una súplica llena de confianza.



Entonces, María, entonces mi corazón ve el milagro, un milagro que antes no había notado… un milagro que sucede un instante antes de que Jesús pronuncie las esperadas palabras...



El milagro de la fe de una mamá...



Aprieto tu mano, María Santísima y te digo vacilante:



- Madre, estoy viendo algo que antes no había visto...



- ¿Qué ves ahora, hija?



- Pues... que Jesús no le dice a esa mujer que cura a su hija por lo que su hija es, por lo que ha hecho, por los méritos que ha alcanzado, ni nada de eso. Jesús hace el milagro por la fe de la madre.



- Así es, hija, es la fe de la madre la que ha llegado al Corazón de Jesús y ha alcanzado el milagro la fe de la madre. Debes aprender a orar como ella.



- Enséñame, Madre, enséñame



- La oración de la cananea tiene dos partes. La súplica inicial, la súplica que nace por el dolor de su hija, ese pedido de auxilio que nace en su corazón doliente. Pero su oración no termina allí. Jesús le pone una especie de pared delante.



- Así es Madre, si yo hubiese estado en su lugar quizás esa pared hubiera detenido el camino de mi oración...



- No si hubieses venido caminando conmigo. Pero sigamos. Jesús le pone una pared que ella ve y acepta… y así, postrada a los pies del Maestro su fe da un salto tal que le hace decir a Jesús "¡Anda! Por lo que has dicho, el demonio ha salido de tu hija". Ese salto de su fe es esa oración que persevera confiada a pesar de que las apariencias exteriores la muestren como "inútil" "para qué insistir"... por tanto, hija, te digo que no condiciones tu oración a actitudes de otras personas...



-¿Cómo es esto Madre?



- Cuando hagas oración por alguien, no esperes que esa persona ponga de sí "algo" para alcanzar el milagro. Tú continúa con tu oración, que los milagros se alcanzan por la fe de quien los pide más que por los méritos del destinatario. Suplica para ti esa fe, una fe que salta paredes, una fe que no se deja vencer por las dificultades, una fe como la de la cananea...



Y vienen a mis recuerdos otras personas que han vivido lo mismo... desde Jairo (Mt 9,18; Mc 5,36; Lc 8,50) o ese pobre hombre que pedía por su hijo (Mt 17,15 Mc 9,24) hasta Santa Mónica, suplicando tanto por su Agustín… y alcanzando milagros insospechados, pues ella solo pedía su conversión y terminó su hijo siendo no solo santo sino Doctor de la Iglesia...



Las oraciones de una mamá.



La fe de una mamá.



Te abrazo en silencio, Madre y te suplico abraces a todas las mamás del mundo y les alcances la gracia de una fe como la de la cananea, esa fe que salta paredes y se torna en milagro.




NOTA de la autora: "Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón por el amor que siento por Ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a mi imaginación, sin intervención sobrenatural alguna.


 

 

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