“...y llegarán a ser una sola carne...”

El Papa en Santa Marta

Francisco invita en Santa Marta a "sembrar paz y no cizaña"
"Las habladurías son terrorismo, porque quien chismorrea hace como un terrorista que tira una bomba y se va"
"Jesús vino entre nosotros para pacificar, para reconciliar"

Redacción, 04 de septiembre de 2015 a las 12:57

Destruye, con la lengua destruye y no trae la paz. Pero es astuto, porque no es un terrorista suicida, no, no, él se protege bien

Jesús pacificaba y reconciliaba, en cambio en la actualidad en la Iglesia existe el peligro de sembrar divisiones y poner cizaña. Lo indicó este viernes el papa Francisco en su homilía de la misa cotidiana que celebra en la Residencia Santa Marta.

Refiriéndose a la carta a los Colosenses, san Pablo muestra el documento de identidad de Jesús: "El Padre lo ha enviado para'reconciliar y pacificar' a la humanidad con Dios después del pecado".

"La paz es obra de Jesús" dijo el Papa, de su "abajarse para obedecer hasta la muerte y muerte de cruz". "Y cuando hablamos -prosiguió el Santo Padre- de paz o de reconciliación, pequeñas paces, pequeñas reconciliaciones, tenemos que pensar a la gran paz y a la gran reconciliación que ha hecho Jesús".

Nuestra tarea, prosiguió, en medio a las noticias de guerra, de odio y también sobre las familias es "ser hombres y mujeres de paz, hombres y mujeres de reconciliación". Y es bueno que nos preguntemos, indicó Fancisco: "¿Siembro yo la paz?, por ejemplo con mi lengua siembro paz o cizaña?"
Cuantas veces hemos oído decir de una persona: 'Ese tiene una lengua de serpiente', porque hace como la serpiente con Adán y Eva, ha destruido la paz. Y esto es un mal, una enfermedad en nuestra Iglesia: sembrar la división, el odio, y no la paz. Y todos los días deberíamos hacernos esta pregunta: ¿Yo hoy he sembrado paz o cizaña? 

Quien lleva la paz en la Iglesia es un santo y quien siembra la discordia es un terrorista".

Los cristianos por lo tanto están llamadas a ser como Jesús, que "vino entre nosotros para pacificar, para reconciliar".

Y consideró que "si una persona durante su vida no hace otra cosa que reconciliar y pacificar se la puede canonizar, esa persona es santa. Pero debemos crecer en ésto, convertirnos: nunca una palabra que sea para dividir, nunca una palabra que traiga guerra o pequeñas guerras, nunca las habladurías".

Y sobre los chismes o chismorreos el Santo Padre quiso precisar: "Y si yo pienso: ¿Qué son los chismes? No, nada, solo decir una palabrita contra el otro o contar una historia". Entonces subrayó: "No, las habladurías son terrorismo, porque quien chismorrea hace como un terrorista que tira una bomba y se va. Destruye, con la lengua destruye y no trae la paz. Pero es astuto, porque no es un terrorista suicida, no, no, él se protege bien".

Papa hace una invitación:

Cada vez que les venga ganas de decir algo que siembra cizaña, prosiguió Francisco,"muérdanse la lengua". Y les aseguro que si hacen este ejercicio de morderse la lengua en vez de sembrar cizaña, los primeros tiempos sentirán que se les hinchará la lengua". E invitó a no olvidarse que el diablo tiene como oficio, dividir".

La oración final propuesta por el Pontífice fue: "Señor, tu que nos has dado la vida dadme la gracia de pacificar, de reconciliar. Tu has derramado tu sangre, que no me importe si se me hincha la lengua cuando la muerda antes de hablar mal de otro".

Evangelio según San Lucas 5,33-39.

En aquel tiempo, los escribas y los fariseos dijeron a Jesús: "Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben".

Jesús les contestó: "¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos?

Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar".

Les hizo además esta comparación: "Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo.

Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más.

¡A vino nuevo, odres nuevos!

Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor".

San Pascasio Radbert (¿- c. 849), monje benedictino

Comentario sobre el evangelio de Mateos, 10,22

“...y llegarán a ser una sola carne. Gran misterio éste, que yo relaciono con la unión de Cristo y de la Iglesia.” (Ef 5,31)

Una unión extraña y extraordinaria se realizó cuando “el Verbo se hizo carne” en el seno de la Virgen y “habitó entre nosotros” (Jn 1,14). Así como todos los elegidos son resucitados en Cristo cuando él resucitó, así en él se han celebrado unas bodas: La Iglesia ha sido unida a un Esposo por los lazos del matrimonio cuando el Hombre-Dios recibió en plenitud los dones del Espíritu Santo y cuando toda la divinidad ha venido a habitar en un cuerpo semejante al nuestro... Cristo se hizo hombre por el Espíritu Santo y, “como un esposo que sale de su alcoba” (Sal 18,6) sale del seno de la Virgen que hizo de alcoba nupcial. Pero la Iglesia, renaciendo del agua y del Espíritu se convierte en un solo cuerpo en Cristo, de manera que “son una sola carne” (Mt 19,5), lo que, relacionado con Cristo y la Iglesia “es un gran misterio” (cf Ef, 5,31)

Este matrimonio dura desde la encarnación de Cristo hasta el momento en que Cristo volverá y que todos los ritos de la unión nupcial se habrán cumplido. Entonces, los que están preparados y habrán cumplido las condiciones de esta unión tan sublime, entrarán con él, llenos de reverencia, en la sala de las bodas eternas (Mt 25,10. En espera, la Esposa prometida a Cristo camino hacia su Esposo, guardando fielmente la alianza con él en la fe y la ternura hasta que él vuelva. 

Los discípulos de Jesús y el ayuno
Lucas 5, 33-39. Tiempo Ordinario. De qué nos sirve ayunar, rezar mucho, si no está presente Cristo en nuestra vida diaria.

Oración introductoria
Señor Dios, aparta de mi oración esa actitud farisaica que me impide ver las maravillas de las inspiraciones de tu Espíritu Santo. Soy culpable de ese juicio severo que tiende a ver solo lo negativo. La oración es un don tuyo, concédemelo. Dame la gracia de orar con un corazón contrito que auténticamente busque renovarse espiritualmente.

Petición
Te pido el don de la humildad, para disponerme a recibir gratuitamente el don de la oración.

Meditación del Papa Francisco
La libertad cristiana está en la docilidad a la Palabra de Dios. Debemos estar siempre preparados a acoger la «novedad» del Evangelio y las «sorpresas de Dios». La Palabra de Dios, que es viva y eficaz, discierne los sentimientos y los pensamientos del corazón. Y para acoger verdaderamente la Palabra de Dios, hay que tener una actitud de «docilidad». La Palabra de Dios es viva y por eso viene y dice lo que quiere decir: no lo que yo espero que diga o lo que me gustaría que dijera. Es una Palabra libre y también un sorpresa porque nuestro Dios es un Dios de las sorpresas.

La libertad cristiana y la obediencia cristiana son docilidad a la Palabra de Dios, y hay que tener esa valentía de convertirse en odres nuevos, para este vino nuevo que viene continuamente. Esta valentía de discernir siempre: discernir, digo, no relativizar. Discernir siempre qué hace el Espíritu en mi corazón, qué quiere el Espíritu en mi corazón, dónde me lleva el Espíritu en mi corazón. Y obedecer. Discernir y obedecer. Pidamos hoy la gracia de la docilidad a la Palabra de Dios, a esta Palabra de Dios, y esta Palabra que es viva y eficaz, que discierne los sentimientos y los pensamientos del corazón. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 20 de enero de 2014, en Santa Marta).

Reflexión
Todos deseamos momentos para estar con las personas o la persona que nos cae bien, que estimamos, que amamos. Entre amigos, el novio con la novia o entre esposos. Y cuando alguien viene a arrebatarnos esos momentos más los anhelamos y más deseamos que vengan.
A los apóstoles les sucede algo semejante en este evangelio porque los fariseos, no sabiendo ya por donde fastidiar, pretenden hacer ver a Jesús que los suyos no se comportan como los discípulos de Juan que ayunan y rezan mucho. Pero perfectamente podríamos haberles dicho a los fariseos aquella frase de san Agustín que dice: "teme a la gracia de Dios que pasa y no vuelve". Y los apóstoles preferían disfrutar de la compañía del Mesías que ayunar y estar lejos de Él. O también les podríamos haber respondido con la misma frase que Jesús le dijo a la mujer de Betania: "Marta, Marta muchas cosas te preocupan pero una sola es importante y María ha elegido la mejor", que fue la de sentarse a sus pies.

He aquí por tanto la clave de este evangelio, la presencia de Cristo en nuestra vida. De qué nos sirve ayunar, rezar mucho, hacer penitencia si a la hora de la hora no acompañamos a Cristo donde realmente está que es en la Eucaristía.

Estaríamos ayunando y rezando por deporte. Por ello, si hasta ahora nuestros rezos o ayunos son sin una presencia de Cristo dominical o más frecuente pensemos que estamos desaprovechando la verdadera gracia de Dios para nuestra alma, que es la de estar cerca de Él.

Petición
Señor, que aprenda a olvidarme de mí, para escucharte y entender Tu Voluntad. El ayuno no es sólo algo externo como lo veían los fariseos. El ayuno va al interior del hombre. Consiste en cumplir lo que Tú me pides y amarte con todo el corazón.

Dos Maderos
Ambos maderos se unen y forman la Cruz: es Jesús el que está en la intersección, porque es un Hombre pero también es Dios.

Dos simples maderos, dos trozos de árbol unidos para toda la eternidad. La Cruz tiene un profundo sentido de Amor que nos cuesta descubrir. Nuestra ceguera nos impide ver más allá de lo que nuestros ojos perciben, y de éste modo no logramos comprender en toda su majestuosa profundidad el Signo que la Cruz representa.

Un Madero horizontal sujeta los Brazos de Jesús, formando un abrazo que nos envuelve a todos los hombres, a todos los hermanos del Señor. Ese madero que corre paralelo a la superficie de la tierra marca el Amor del Hombre-Dios por todos nosotros, es la unión en el amor fraterno, amor de miembros de la iglesia que El mismo fundó sobre Su Sangre ¡La Cruz logra con este Madero unirnos en hermandad! Dos Clavos fueron suficientes para sujetar al Amor hecho Criatura en un abrazo duradero por toda la eternidad. Desde el Madero horizontal parten lazos de amor que nacen de una Mano del Señor, barren la superficie de la tierra tocando a todos los hombres con el signo del amor entre hermanos, y vuelven a unirse a la otra Mano de Jesús, cerrando el círculo. Al verlo en la Cruz, sujeto al Madero con Sus Brazos abiertos, sentimos que Jesús nos invita a unirnos a Su Humanidad, a ser como El.

Pero si el Madero horizontal representa la Naturaleza Humana de Jesús y Su Mandamiento de amor entre hermanos, Madero que envuelve la faz de la tierra, ¿cuál es entonces el significado del otro Madero, el vertical? El Madero vertical une el Cielo y la tierra, y es un signo de la Divinidad de Jesús, de Su Naturaleza Divina. Ese Hombre clavado al Madero, ¡es Dios! ¿Acaso comprendemos realmente lo que esto significa?

La Cruz no está completa sin este otro Madero. Este leño vertical nos muestra el Amor desde arriba (Dios) hacia abajo (hombre), y nos invita al amor desde abajo (hombre) hacia arriba (Dios) ¡Es el amor por Dios, y el amor de Dios por nosotros! Nos muestra el segundo camino del Amor, el inmenso amor del Dios Eterno e Inmortal por Sus poco leales criaturas, y nos señala también el camino inverso: Jesús vino a recordarnos y a enseñarnos a amar a Su Padre, al Dios de los profetas. Este Madero es una ruta de doble vía, del amor que sube y que baja, que se alimenta y realimenta desde nuestro amor al Padre que se eleva, y desciende multiplicado como más amor de El por nosotros, hasta elevarnos espiritualmente hasta cumbres no exploradas antes por nuestras almas.

Ambos Maderos se unen y forman la Cruz: es Jesús el que está en la intersección, porque es un Hombre (el palo horizontal nos da la perspectiva humana de Cristo, porque El es nuestro hermano que nos amó y nos ama inmensamente), pero también es Dios (el palo vertical nos da la perspectiva Divina de Cristo, El es Dios y como tal nos da Su Amor derivado del Amor de Su Padre). Jesús, Hombre y Dios, amor humano y Amor Divino, la Cruz como entrega de Amor sublime de un Dios que dio hasta la ultima gota de Su Sangre por nosotros, por nuestra salvación.

Dos Maderos, dos ríos de amor. Dios quiso que éstas dos sendas se crucen en el momento oportuno, y en el lugar oportuno. En el Gólgota, las dos rutas fueron unidas por un Hombre que encontró Su Cuerpo Clavado a los Dos Maderos, configurando una Cruz, nuestra Cruz. El punto de unión no podía ser otra cosa más que una explosión de amor. Un estallido de amor que sacudió el universo, despertó a las estrellas más lejanas, porque fue el mismo Dios que las creó el que murió en ese instante. Jesús, regalo de Amor del Padre, unió con Su propio Cuerpo mutilado éstas dos rutas de amor, dejándonos claramente expuesto Su mensaje:

Amen a Dios por sobre todas las cosas, como Yo amo a Mi Padre, y ámense unos a otros con todo el corazón, como Yo los he amado también.

En el punto de unión de los Dos Maderos, en la Cruz, Jesús amó hasta el infinito. Dejó todo allí por nosotros. Su Padre lo envió para que nos salve, conociendo de antemano el precio de nuestra salvación. Sabiendo que Dos Maderos iban a sujetar a todo el amor del universo por un breve instante en Palestina, cambiando para siempre la historia de la humanidad.

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