“El hombre vive de toda palabra que sale de la boca de Dios"
- 27 Enero 2016
- 27 Enero 2016
- 27 Enero 2016
Evangelio según San Marcos 4,1-20.
Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. El les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba: "¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto.
Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno". Y decía: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!". Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los Doce, le preguntaban por el sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: "A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón". Jesús les dijo: "¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás? El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos. Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa. Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno".
Santa Ángela Meríci
Santa Ángela Merici, virgen y fundadora
Santa Angela Merici, virgen, que vistió primero el hábito de la Tercera Orden Regular de San Francisco y reunió a varias jóvenes para instruirlas en obras de caridad. Más tarde, instituyó una orden de mujeres llamada de Santa Úrsula, con la finalidad de vivir una vida de perfección en el mundo y enseñar los caminos del Señor a las adolescentes. Murió en Brescia, ciudad de Lombardia.
La fundadora de las Ursulinas, primera congregación femenina dedicada a la enseñanza, nació el 21 de marzo de 1470 o de 1474, en el pueblecito de Desenzano, a orillas del Lago de Garda, en Lombardía. Los padres de la santa, más piadosos que ricos, la educaron cristianamente. Ambos murieron cuando Ángela tenía diez años y dejaron a sus dos hijas y a su hijo al cuidado de un tío acomodado que vivía en Saló. Cuando Ángela tenía trece años, murió su hermana mayor, lo cual constituyó un rudo golpe; a la pena de verse separada de quien era para ella como una segunda madre, se añadía la incertidumbre acerca de su suerte eterna, ya que su hermana, una buena mujer, piadosa y de sólidos principios, no había podido recibir los últimos sacramentos. Ángela tuvo, por entonces, la primera de sus numerosas visiones, y en ella le fue revelado que su hermana se había salvado. Llena de gratitud, Ángela se consagró, con mayor ahinco que antes, al servicio de Dios y, poco después, tomó el hábito de terciaria franciscana. Llevaba una vida extremadamente austera. A imitación de san Francisco, no quería poseer nada, ni siquiera una cama y se alimentaba exclusivamente de pan, agua y algunas verduras. Ángela volvió a Desenzano después de la muerte de su tío, hacia los veintidós años de edad.
En sus visitas a los vecinos, quedó sorprendida por la total ignorancia de los niños, a quienes sus padres no podían o no querían enseñar ni siquiera lo más elemental del catecismo. Poco a poco se sintió llamada a remediar ese estado de cosas y habló de ello con algunas amigas. La mayoría de ellas eran terciarias franciscanas o jóvenes de la clase social de Ángela, con poco dinero y menos influencia, pero dispuestas a seguir generosamente a la santa.
Ángela era de baja estatura, pero tenía todas las cualidades de un jefe y no carecía de belleza y encanto. Encabezadas por Ángela, las buenas mujeres empezaron a reunir a las niñas de la vecindad y a educarlas sistemáticamente. La obra, que había tenido comienzos tan humildes, prosperó rápidamente, y se invitó a Ángela a fundar, en Brescia, una escuela semejante. La santa aceptó y recibió cordial hospitalidad en la casa de un noble matrimonio al que había consolado en un momento de tribulación. Por medio de sus huéspedes, entró en contacto con las principales familias de Brescia y se convirtió en la inspiradora de un devoto círculo de hombres y mujeres. De cuando en cuando, hacía una peregrinación a algún santuario. Se hallaba en Mántua, a donde había ido para visitar la tumba de la beata Osanna, cuando aprovechó la oportunidad que se le ofreció para acompañar a Tierra Santa a una joven pariente.
Antonio de Romanis, un mercader ya anciano, sufragó los gastos de Ángela. En Creta, la santa sufrió un ataque de ceguera. Sus compañeros le propusieron volver a Italia, pero ella se negó a hacerlo y visitó los Santos Lugares de Palestina con tanta devoción, como si los viese con los ojos del cuerpo. En el viaje de vuelta, cuando se hallaba orando exactamente en el mismo sitio en que había sido atacada por la enfermedad, recobró la vista.
El Año Santo de 1525, Ángela fue a Roma para ganar la indulgencia del jubileo y tuvo el privilegio de obtener una audiencia privada con el Papa. Clemente VII hubiese querido que se quedara en Roma a dirigir una congregación de religiosas hospitalarias, pero la santa declinó respetuosamente el honor, por humildad y por fidelidad a su verdadera vocación. Volvió, pues, a Brescia. Sin embargo, tuvo que abandonar pronto la ciudad, porque, cuando las tropas de Carlos V estaban a punto de tomarla, pareció conveniente evacuar el mayor número posible de civiles.
Ángela se trasladó a Cremona con algunas de sus amigas y allí permaneció, hasta que se firmó la paz. Los habitantes de Brescia la recibieron jubilosamente a su regreso, pues admiraban su caridad, su don de profecía y su santidad. Se cuenta que, poco después, mientras asistía a la misa, fue arrebatada en éxtasis y estuvo largo tiempo suspendida en el aire, a la vista de numerosos testigos. Algunos años antes, en Desenzano, santa Ángela había tenido una visión de un grupo de doncellas que subían al cielo por una escala luminosa y había oído una voz que le decía: «Ten buen ánimo, Ángela, porque antes de morir vas a fundar una compañía de doncellas como las que acabas de ver». Ahora había llegado el tiempo del cumplimiento de esa profecía. Según parece, hacia el año 1533 la santa empezó a formar a varias jóvenes selectas en una especie de noviciado informal. Doce de esas jóvenes se fueron a vivir con ella en una casa de las cercanías de la iglesia de Santa Afra, pero la mayor parte siguió en la casa de sus padres o de sus parientes. Dos años después, veintiocho jóvenes se consagraron al servicio de Dios. Ángela las puso bajo la protección de santa Ursula, la patrona de las universidades medievales, a la que el pueblo veneraba como guía del sexo femenino. Por ello, las hijas de santa Ángela han conservado hasta nuestros días el nombre de «Ursulinas». El 25 de noviembre de 1535 fue la fecha oficial de la fundación de la Orden de las Ursulinas. Sin embargo, en la época de la fundadora, se trataba más bien de una asociación piadosa, ya que sus miembros no llevaban hábito (aunque se les recomendaban los vestidos negros), no hacían votos y no vivían en comunidad. Las Ursulinas se reunían para la enseñanza y la oración, ejecutaban trabajos que se les encomendaban y procuraban llevar vida de perfección en la casa paterna. La idea de una orden femenina de enseñanza era tan nueva, que hacía falta tiempo para que la cristiandad se acostumbrase a ella.
Sin embargo, pese a los cambios y modificaciones que han sufrido, las Ursulinas conservan, hasta el día de hoy, la finalidad para la que fueron creadas: la educación de las niñas, sobre todo de las niñas pobres. En las primeras elecciones, santa Ángela fue nombrada superiora y ejerció ese cargo durante los cinco últimos años de su vida. A principios de enero de 1540, cayó enferma y murió el 27 del mismo mes. En 1544, una bula de Paulo III confirmó la Compañía de Santa Ursula y la reconoció como congregación. La fundadora fue canonizada en 1807.
M. Mónica, Ángela Merici and Her Teaching Idea (1927). El P. Cozzano, secretario de la santa, nos dejó un manuscrito que contiene las reglas, el «testamento» y los consejos de la sierva de Dios. Un notario llamado G. B. Nazari escribió en 1560, la primera biografía de santa Ángela; puede verse en el apéndice de la obra de Giuditta Bertolotti, Storia di S. Ángela Merici (1923). La primera biografía que se publicó fue, probablemente, la de Ottavio Gondi (1600) que está plagada de datos legendarios. La biografía de Carlo Doneda, compuesta con miras a la canonización, vio la luz en 1768 y es un poco más fidedigna que la anterior. Ver la obra de Postel (1878), en dos volúmenes.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Oremos
Señor, Padre misericordioso, que en la virgen santa Ángela de Meríci has querido darnos un modelo de amor y prudencia, haz que, iluminados por su ejemplo y ayudados por su intercesión, seamos siempre fieles al Evangelio y demos testimonio de él ante los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Calendario de fiestas marianas: Nuestra Señora de la Vida, Provence, Francia. La imagen constantemente restituye la vida a niños que han muerto sin el Bautismo.
Orígenes (c. 185-253), presbítero y teólogo Homilía 1 sobre el libro de los Números
“El hombre vive de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt,4,4; Dt 8,3)
En cuanto al maná está escrito que si se recogía en las condiciones prescritas por Dios, alimentaba; pero si se quería recoger más de la cuenta, contrariamente a lo que había mandado Dios, no era capaz de alimentar la vida de los hombres. .. El Verbo de Dios es nuestro maná, y la Palabra de Dios que viene a nosotros trae la salud a unos y el castigo a otros. Por eso, me parece, el Señor y Salvador, el que es “la palabra viva de Dios” (1P 1,23) declaró: “Yo he venido a este mundo para un juicio: para dar la vista a los ciegos y para privar de ella a los que creen ver.” (Jn 9,39) ¡Mejor hubiera sido para muchos no oír nunca la Palabra de Dios que oírla con mala disposición o con hipocresía!...
El mejor oyente en el camino recto de la perfección es aquel que escucha la palabra de Dios con corazón buen y simple, recto y bien preparado, para que la palabra fructifique y crezca como en terreno abonado... Lo que digo me sirve tanto para mi propia conversión personal como para la de mis oyentes, porque yo también soy uno de aquellos que escuchan la palabra de Dios.
Misericordia
"Misericordia quiero, y no sacrificio", título del mensaje del Papa para la Cuaresma
Francisco advierte de la "esclavitud del pecado" y aboga por "una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada"
El Papa arremete contra "los totalitarismos y las ideologías del pensamiento único y la tecnociencia"
Redacción, 26 de enero de 2016 a las 18:18
El Papa desearía que durante la Cuaresma todo cristiano sintiera la necesidad de nutrirse de la Palabra de Dios y al mismo tiempo abriese su corazón a los que sufren ejercitándose en vivir las obras de misericordia
"Misericordiae vultus", la bula del Jubileo de la Misericordia
(RV).- El Papa Francisco ha titulado su Mensaje para la Cuaresma del Jubileo de la Misericordia con las palabras de Jesús:«Misericordia quiero y no sacrificio» (Mt 9, 13), destacando las obras de misericordia en el camino jubilar.
«María, icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada»; «La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia; y «Las obras de misericordia», son los tres puntos del mensaje pontificio.
En el primero, evocando el Magníficat de María, el Santo Padre empieza reiterando su invitación - como hizo en la Bula de convocación del Jubileo extraordinario - a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17).
Y señala que, con la invitación a escuchar la Palabra de Dios y a participar en la iniciativa «24 horas para el Señor», quiso hacer hincapié en la primacía de la «escucha orante de la Palabra, especialmente de la palabra profética. La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio».
«Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios», escribe el Papa Francisco.
En el segundo punto, recuerda que «el misterio de la misericordia divina» que se revela a lo largo de la historia de la alianza entre Dios - siempre rico en misericordia y ternura- y su pueblo. «Drama de amor» que «alcanza su culmen en Jesús el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae vultus, 8).
En el tercer punto, el Santo Padre subraya una vez más la importancia de la obras de misericordia corporales y espirituales, con su especial anhelo de que el pueblo cristiano reflexione sobre ellas durante el Jubileo: «será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina» (ibíd., 15).
«En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga... para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado» (ibíd.), escribe el Papa Francisco y añade: «misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf. Ex 3,5); más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe».
Tras poner en guardia contra la «esclavitud del pecado», que «empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás», «hasta el punto que ni siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21), y que es figura de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión», el Santo Padre señala que: «Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos».
Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5) que es la raíz de todo pecado. Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar. Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos».
El mensaje del Papa Bergoglio, firmado en el Vaticano el 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís, de 2015, termina con esta exhortación: «No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38).
Esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha tenido lugar la presentación del Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma de 2016. Han intervenido el cardenal Francesco Montenegro, arzobispo de Agrigento (Italia) y miembro del Pontificio Consejo Cor Unum, Mons. Giampietro Dal Toso y Mons. Segundo Tejado Muñoz, respectivamente Secretario y Subsecretario del mismo dicasterio.
En su intervención el cardenal Montenegro explicó que el Mensaje se articula en tres puntos: la misericordia a la luz de la Palabra de Dios, la insistencia en las obras de misericordia y la relación entre la Cuaresma y el itinerario jubilar. La primera parte se centra en el tema de la misericordia en la Escritura y contribuye a recuperar los significados fundamentales de ese término que Francisco definió una vez como el arquitrabe tanto del misterio trinitario como de la vida de la Iglesia. En particular, ya que la Cuaresma desemboca en el misterio pascual, se hace todavía más patente que la cruz de Cristo es laculminación de la revelación de la misericordia del Padre y Jesús es el rostro de tal misericordia. ''Durante la Cuaresma -dijo el cardenal- la Iglesia siempre ha invitado a nutrirse más de la Palabra de Dios y el Papa invita a todos los cristianos a explorar el tema de la misericordia a través de las páginas de la Biblia y de los profetas, ya que estas no se limitan a reiterar que Dios es misericordioso, sino que afirman claramente que también lo deben ser sus hijos, ejercitándose para vivir un amor más grande, especialmente prestando atención a los pequeños, los pobres y los indefensos''.
Las obras de misericordia, el segundo punto clave del mensaje, forman parte del tesoro de la tradición cristiana y si, durante la Cuaresma, fijamos nuestra mirada en Cristo crucificado y en la liturgia revivimos todo lo que sufrió por amor a nosotros, ''no podemos pensar que ese rostro, aunque sea único, haya dejado de estar presente en la historia''- agregó mons. Montenegro.- El Papa desearía que durante la Cuaresma todo cristiano sintiera la necesidad de nutrirse de la Palabra de Dios y al mismo tiempo abriese su corazón a los que sufren ejercitándose en vivir las obras de misericordia. Como pastor de una iglesia que vive algunas formas de pobreza y varios desafíos notables como el de la inmigración me gustaría añadir algo -continuó- A veces se tiende a pensar que la fe se pueda vivir solamente participando en los sacramentos, o rezando y se excluyen de la vida espiritual las necesidades espirituales de las personas, especialmente de los más pobres. El resultado es que ese tipo de fe tarde o temprano se vuelve estéril e insípida. En cambio, cuando nos abrimos a una más completa que, pensándolo bien, es la evangélica- la que exige que se escuche y se ponga en práctica - la fe se convierte en experiencia contagiosa y alegre, enriquecedora y estimulante. Lo hemos experimentado, por ejemplo, en Lampedusa durante el desembarco de miles de personas y en muchas otras comunidades que han aceptado el reto de abrirse a las diferentes formas de la pobreza en la zona... Está claro que no es fácil, porque algunas veces hay que hacer cuentas con una mentalidad arraigada y que dificilmente acepta las novedades. ...Pero según mi experiencia, yo diría que es una forma posible y, sobre todo, es lo que Jesús nos pide en el Evangelio''.
Por último, el Mensaje atañe al itinerario jubilar. ''El misterio pascual es el corazón del año litúrgico y esta cuaresma se coloca justo en el corazón del Jubileo -dijo el arzobispo de Agrigento- En esta perspectiva, en el documento subyacen cuestiones relativas al contexto histórico y cultural de hoy y a cómo el cristiano se sitúe en él.... De ahí la propuesta "profética" del Jubileo y el tiempo de Cuaresma como un tiempo para examinar el camino de la propia vida y para escuchar el grito de los pobres, del mismo Cristo que llama a la puerta de nuestros corazones con la esperanza de que elijamos abrirle y acogiéndolo saboreamos la vida real. En estos primeros meses del Jubileo, sobre todo, a través del signo de la "puerta" hemos podido experimentar la belleza de la misericordia accesible a todos. No sólo la puerta de la basílica de San Pedro o de las basílicas mayores sino de las catedrales de las diócesis y, sobre todo de algunos lugares símbolos de la pobreza: el albergue de Caritas aquí en Roma y las celdas de los presos. A través de estas opciones fuertes el Papa está invitando a toda la iglesia a ponerse en camino hacia cada persona y, en particular, hacia los pobres y los que sufren. Así, el camino del Jubileo no es solamente el del calendario, sino el que todos estamos llamados a recorrer, sostenidos por la misericordia de Dios, para reconocerlo en los pobres para ponernos a su lado en una actitud de escucha y de servicio''.
Por su parte mons. Del Toso habló de dos iniciativas de Cor Unum durante esta cuaresma. La primera obedece a una petición del Santo Padre y se trata de un retiro espiritual para los que trabajan en el servicio de caridad de la Iglesia, para que también ellos ''experimenten la misericordia de Dios''. La segunda es un gran congreso internacional para conmemorar los diez años de la publicación de la primera encíclica del Papa emérito Benedicto XVI ''Deus caritas est'', que tendrá lugar del 25 al 26 de febrero en el Aula Nueva del Sinodo.
Texto completo en español del Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2016:
"Misericordia quiero y no sacrificio" (Mt 9,13). Las obras de misericordia en el camino jubilar
1. María, icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada
En la Bula de convocación del Jubileo invité a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17). Con la invitación a escuchar la Palabra de Dios y a participar en la iniciativa «24 horas para el Señor» quise hacer hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra, especialmente de la palabra profética. La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio. Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios.
María, después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, María canta proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Virgen de Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal. En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad generosa, fiel y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales.
2. La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia
El misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la alianza entre Dios y su pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad. Aquí estamos frente a un auténtico drama de amor, en el cual Dios desempeña el papel de padre y de marido traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa infiel. Son justamente las imágenes familiares -como en el caso de Oseas (cf. Os 1-2)- las que expresan hasta qué punto Dios desea unirse a su pueblo.
Este drama de amor alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae vultus, 8). En efecto, como hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel a todos los efectos. Y lo es hasta tal punto que encarna la escucha perfecta de Dios que el Shemà requiere a todo judío, y que todavía hoy es el corazón de la alianza de Dios con Israel: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5). El Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por ganarse el amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace visible en las nupcias eternas con ella.
Es éste el corazón del kerygma apostólico, en el cual la misericordia divina ocupa un lugar central y fundamental. Es «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (Exh. ap. Evangelii gaudium, 36), el primer anuncio que «siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis» (ibíd., 164). La Misericordia entonces «expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer» (Misericordiae vultus, 21), restableciendo de ese modo la relación con él. Y, en Jesús crucificado, Dios quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema, justamente allí donde se perdió y se alejó de Él. Y esto lo hace con la esperanza de poder así, finalmente, enternecer el corazón endurecido de su Esposa.
3. Las obras de misericordia
La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo. Por eso, expresé mi deseo de que «el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina» (ibíd., 15). En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga... para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado» (ibíd.). Misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf. Ex 3,5); más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe.
Ante este amor fuerte como la muerte (cf. Ct 8,6), el pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo. Y cuanto mayor es el poder y la riqueza a su disposición, tanto mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento. Llega hasta tal punto que ni siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21), y que es figura de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión. Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos. Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5) que es la raíz de todo pecado. Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar. Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos.
La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo. A través de este camino también los «soberbios», los «poderosos» y los «ricos», de los que habla el Magnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos. Sólo en este amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre -engañándose- cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno. He aquí, pues, que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las lacerantes palabras de Abrahán: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los escuchen» (Lc 16,29). Esta escucha activa nos preparará del mejor modo posible para celebrar la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte del Esposo ya resucitado, que desea purificar a su Esposa prometida, a la espera de su venida.
No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38).
Vaticano, 4 de octubre de 2015
Fiesta de San Francisco de Asís
Salió un sembrador a sembrar
Marcos 4, 1-20. Tiempo Ordinario. Hay que sembrar, poner en práctica todos los consejos que Cristo mismo nos ha dado. Después Dios dará los frutos.
Oración introductoria
Señor, hoy vienes a la tierra de mi alma dispuesto a sembrar tu mensaje en ella. Ayúdame a escucharte, a aceptar tu Palabra, a configurar mi vida con ella. Concédeme ser una tierra buena que produzca fruto abundante por saber acoger y trasmitir tu gracia.
Petición
Jesucristo, concédeme corresponderte y ser fiel a todas las gracias que derramas en mi alma.
Meditación del Papa Francisco
Hoy pensemos en lo que hace el Señor: Él viene siempre a sostenernos en nuestra debilidad y esto lo hace con un don especial: el don de fortaleza.
Hay una parábola, relatada por Jesús, que nos ayuda a captar la importancia de este don. Un sembrador salió a sembrar; sin embargo, no toda la semilla que esparció dio fruto. Lo que cayó al borde del camino se lo comieron los pájaros; lo que cayó en terreno pedregoso o entre abrojos brotó, pero inmediatamente lo abrasó el sol o lo ahogaron las espinas. Sólo lo que cayó en terreno bueno creció y dio fruto.
Como Jesús mismo explica a sus discípulos, este sembrador representa al Padre, que esparce abundantemente la semilla de su Palabra. La semilla, sin embargo, se encuentra a menudo con la aridez de nuestro corazón, e incluso cuando es acogida corre el riesgo de permanecer estéril. Con el don de fortaleza, en cambio, el Espíritu Santo libera el terreno de nuestro corazón, lo libera de la tibieza, de las incertidumbres y de todos los temores que pueden frenarlo, de modo que la Palabra del Señor se ponga en práctica, de manera auténtica y gozosa. Es una gran ayuda este don de fortaleza, nos da fuerza y nos libera también de muchos impedimentos. (Homilía de S.S. Francisco, 14 de mayo de 2014).
Reflexión
Estamos en invierno. Pero el campo sigue dando sus frutos. Nadie ve la acción lenta, pero segura, del germinar de las semillas sembradas. Eso no es ningún pretexto para decir que no se recogerá nada durante la cosecha. Los frutos se ven a su tiempo y hay que saber esperarlos.
La semilla sembrada en este pasaje es la Palabra de Cristo. El mismo nos explica el significado de la parábola. No tenemos que quedarnos sólo con el significado, tenemos que bajarlo a la propia vida. Hay que ver cuántas veces recibimos la semilla y ha dado su fruto. Para esto es esta parábola. Cristo nos da la oportunidad de ver cómo estamos correspondiendo a su llamado, cómo lo hacemos parte de nuestra propia vida.
Si queremos que la semilla dé el fruto más abundante hay que poner en práctica todos los consejos que Cristo mismo nos ha dado. Y lo primero es acogerla todos los días, preservarla contra las manos del maligno, e irla cuidando todos los días, hasta que dé su fruto. Hay que dar el cien por ciento de los frutos que Dios quiere de nosotros, así estaremos más cercanos a la felicidad.
Propósito. Ser tierra buena que da frutos por nutrirse por la Palabra de Dios, leer el salmo 95.
Diálogo con Cristo
Señor, no permitas que en mi vida se vaya ahogando la semilla de la fe, concédeme descubrir cuáles son esas piedras, esos espinos que la impiden crecer, haz que me deshaga de todo lo que seca la tierra de mi alma y me impide dar frutos de oración, de apostolado, de caridad.
Tu Palabra me da vida Señor, ¡en ella esperaré!
Porque la Palabra de Dios es siempre eficaz y ablanda cualquier corazón, aunque sea más duro que las piedras.
Hay una escena, en el libro de Ezequiel, que es de las más espectaculares de toda la Biblia y que podríamos llamar: La danza de la muerte. ¿Qué significado tiene una visión tan grandiosa?
Todo se va a cifrar en la escucha de la Palabra de Dios y en la fidelidad a la misma. Pero Dios le dice esto al profeta y a todo Israel no con un discurso, sino con esta página inolvidable.
El pueblo de Judá, vencido por los caldeos, había sido transportado cautivo a Babilonia. Ya no existía como nación. Humanamente hablando, se habían perdido todas las esperanzas de sobrevivir a aquella catástrofe. Y así se lo hizo ver Dios a Ezequiel, desterrado también, pero que animaba a sus compatriotas a no desesperar. Dios estaba sobre tanta desgracia...
Dios le representó el pueblo judío a Ezequiel como un campo inmenso, en aquellas llanuras de Caldea, lleno de huesos resecos, esparcidos por doquier. Huesos y huesos a montones. Y Dios le pregunta, como si Él mismo fuera escéptico:
- Ezequiel, ¿tú crees que estos huesos pueden llegar a tener vida?
- ¡Oh Señor, eso lo sabes tú!
- A ver, ¡háblales! Profetízales en mi nombre.
Ezequiel obedece. Les habla. Y los huesos empiezan a removerse, a buscarse un hueso a otro, hasta encontrar las junturas convenientes. Al cabo de poco, todos los huesos formaban un ingente montón de esqueletos. Y de nuevo la palabra de Dios:
- Ezequiel, ¿tú crees que estos esqueletos pueden llegar a vivir? ¡Háblales de nuevo!...
El profeta lo hace. Y ve cómo los huesos empiezan a cubrirse de tendones, de carne, de músculos, de piel... Pero solamente eran cadáveres. Cuerpos muertos del todo. Aunque sigue insistiendo Dios:
- Ezequiel, ¿crees tú que pueden revivir estos cadáveres? ¿que el espíritu regrese a ellos?... Si te parece que esto es lo más difícil, inténtalo, ¡háblales de nuevo!
Lo hace el profeta, y ve cómo aquellos cadáveres se levantan, se ponen de pie, igual que un ejército de hombres robustos y de mujeres hermosas, rebosantes todos de vida en plena juventud.
¿Qué le significaba Dios a Ezequiel con una visión tan grandiosa? Solamente esto:
que Israel, al escuchar la Palabra de Dios, al obedecerle, se vería restaurado; que se acabaría el destierro; que volvería a ser la nación escogida; que disfrutaría de las promesas hechas desde Abraham hasta David y Salomón; que dejaría de ser un pueblo muerto, para volver a ser el Pueblo de Dios, lleno de vida.
Muy bien. Pero, para nosotros, ¿qué puede significar hoy una escena como ésta?
La Iglesia, nuevo y definitivo Israel de Dios, vive de la Palabra de Dios, de los Sacramentos, de la oración, de todo lo que Dios le ha preparado, como un banquete espléndido, para que coma, para que se alimente, para que se robustezca.
De este modo, bien alimentada, nunca llegará a ser un pueblo muerto, sino que será siempre el Pueblo de Dios lleno de vida, de robustez, de salud a toda prueba.
Ahora, sin embargo, no miramos ni los Sacramentos, ni la oración, ni cualquier otro medio de vida cristiana. Nos fijamos solamente en la Palabra de Dios, como alimento de nuestra de vida divina y como resucitadora de los que han muerto a la Gracia.
¿Por qué el Pueblo de Israel había sucumbido a sus enemigos y murió como nación? Por su infidelidad a la Palabra que Dios le transmitía siempre por sus profetas. Ni leía los rollos de la Ley, ni hacía caso a los enviados de Dios. Al haber muerto, ¿cómo recobró la vida de antes? Escuchando fielmente la Palabra y haciendo caso a la Ley que le exponían los profetas.
Una vez más --y serán otras más las que le sigan--que nos encontramos con un tema tan entrañado como el de la Palabra de Dios, contenida tanto en la Sagrada Biblia como en la predicación viva de la Iglesia. La Palabra, tan importante en el culto y tan importante en la vida personal y privada de cada uno de los cristianos.
Con la escucha de la Palabra nos mantenemos en la fidelidad a Dios. Con tal que esa escucha sea viva, eficaz, y que sepa traducirse a las acciones de la vida diaria. Los judíos que fueron al destierro castigados sabían muy bien la Biblia y oían a los profetas. Pero la Palabra --como dirá después Jesús en su Evangelio-- caía en el camino duro o entre piedras y espinas y no producía fruto alguno, sino que más bien se convertía en acusadora de los oyentes.
La Iglesia, como tal, nunca fallará. Pero pueden fallar muchos hijos de la Iglesia. Los que se alejan, y mueren a la vida de Dios que recibieron en el Bautismo, recobran la vida cuando atienden a la Palabra, leída con avidez en la Biblia o escuchada dócilmente en la Iglesia.
Porque la Palabra de Dios es siempre eficaz y ablanda cualquier corazón, aunque sea más duro que las piedras..
La Palabra, es seguridad de salvación.
Convertirse en apóstol de la Palabra, es llevar la paz y la salvación de Dios al hermano.
Nosotros amamos la Biblia, y escuchamos también la palabra de la Iglesia como Palabra del mismo Dios. Por eso cantamos con fe: - Tu Palabra me da vida, confío en ti, Señor. Tu Palabra es eterna: ¡en ella esperaré!....
Día Internacional del Holocausto
27 enero: fecha de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz
La Asamblea General de las Naciones Unidas en 2005, aprobó por unanimidad la designación de el 27 de enero como Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, fecha de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
El cardenal Jean-Marie Lustiger (fallecido el 5 de agosto 2007) nacido judio, convertido al catolicismo, fue el enviado especial de Juan Pablo II para los actos del 27 de enero de 2005 conmemorando el 60º aniversario de la liberación de prisioneros de Auschwitz. Se cumplian sesenta años de la liberación de los prisioneros del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau y Juan Pablo II se “inclinaba ante todos los que experimentaron aquella manifestación del mysterium iniquitatis” recordando que cuando visitó como peregrino el campo de Auschwitz-Birkenau en 1979.
“A nadie le es lícito pasar delante de esta lápida con indiferencia" dijo reiterando lo ya dicho en su homilía del 7 de junio de 1979 durante su visita, al ir pasando de lápida en lápida escritas en distintas lenguas. “Aquel intento de destruir de modo programado a todo un pueblo se extiende como una sombra sobre Europa y sobre el mundo entero; es un crimen que mancha para siempre la historia de la humanidad. Que esto sirva, al menos hoy y en el futuro, como una advertencia: no se debe ceder ante las ideologías que justifican la posibilidad de pisotear la dignidad humana a causa de la diversidad de raza, de color de la piel, de lengua o de religión”.
El Holocausto y el Programa de divulgación de las Naciones Unidas
"Rechazando toda negación, ya sea parcial o total, del Holocausto como hecho histórico, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 60/7 Condenando sin reservas todas las manifestaciones de intolerancia religiosa, incitación, acoso o violencia contra personas o comunidades basadas en el origen étnico o las creencias religiosas, dondequiera que tengan lugar.
Decide que las Naciones Unidas designen el 27 de enero -aniversario de la liberación de los campos de exterminio nazis- Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto, e insta a los Estados Miembros a que elaboren programas educativos que inculquen a las generaciones futuras las enseñanzas del Holocausto con el fin de ayudar a prevenir actos de genocidio en el futuro, y pide al Secretario General que establezca un programa de divulgación titulado «El Holocausto y las Naciones Unidas» y que adopte medidas para movilizar a la sociedad civil en pro de la recordación del Holocausto y la educación al respecto, con el fin de ayudar a prevenir actos de genocidio en el futuro". (Organización de las Naciones Unidas).
Intervención del Arzobispo Celestino Migliore en representación de la Santa Sede en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2005.
En mayo de 2006, el Papa Benedicto XVI visitó el antiguo campo de exterminio nazi de Auschwitz, en la última etapa de su viaje a Polonia.
Homilía de Benedicto XVI en su visita al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau (28 de mayo de 2006). La celebración en 2015 del Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto gira en torno al tema «La libertad, la vida y el legado de los supervivientes del Holocausto». La conmemoración coincide con dos acontecimientos importantes: el 70° aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial y la fundación de las Naciones Unidas. El establecimiento de la Organización hace siete décadas, en 1945, refleja el profundo impacto del Holocausto. La Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de Derechos Humanos consagran los principios de los derechos humanos para todos los pueblos del mundo. Los actos de este año incluyen la ceremonia anual, exposiciones, la proyección de una película, debates y una exposición especial que recoge y aprecia el trabajo del Holocausto y el Programa de Divulgación de las Naciones Unidas desde su creación, hace 10 años, por la Asamblea General.
Temas:
2016 «El Holocausto y la dignidad humana»
2015 «La libertad, la vida y el legado de los supervivientes del Holocausto»
2014 «Viajes a través del Holocausto».
2013 «Rescates durante el Holocausto: La valentía de preocuparse».
2012 «Los niños y el Holocausto».
2011 «Las mujeres y el holocausto: Valentía y compasión».
2010 «Conmemoración del Holocausto: El legado de la supervivencia».
2009 «An Authentic Basis for Hope: Holocaust Remembrance and Education».
2008 Conmemoración 2008
2007 Conmemoración 2007
2006 Conmemoración 2006