“Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies”

Portadores del Evangelio

Lucas recoge en su evangelio un importante discurso de Jesús, dirigido no a los Doce sino a otro grupo numeroso de discípulos a los que envía para que colaboren con él en su proyecto del reino de Dios. Las palabras de Jesús constituyen una especie de carta fundacional donde sus seguidores han de alimentar su tarea evangelizadora. Subrayo algunas líneas maestras.«Poneos en camino»

Aunque lo olvidamos una y otra vez, la Iglesia está marcada por el envío de Jesús. Por eso es peligroso concebirla como una institución fundada para cuidar y desarrollar su propia religión. Responde mejor al deseo original de Jesús la imagen de un movimiento profético que camina por la historia según la lógica del envío: saliendo de sí misma, pensando en los demás, sirviendo al mundo la Buena Noticia de Dios. «La Iglesia no está ahí para ella misma, sino para la humanidad» (Benedicto XVI).

Por eso es hoy tan peligrosa la tentación de replegarnos sobre nuestros propios intereses, nuestro pasado, nuestras adquisiciones doctrinales, nuestras prácticas y costumbres. Más todavía, si lo hacemos endureciendo nuestra relación con el mundo. ¿Qué es una Iglesia rígida, anquilosada, encerrada en sí misma, sin profetas de Jesús ni portadores del Evangelio?

«Cuando entréis en un pueblo... curad a los enfermos y decid: está cerca de vosotros el reino de Dios»
Esta es la gran noticia: Dios está cerca de nosotros animándonos a hacer más humana la vida. Pero no basta afirmar una verdad para que sea atractiva y deseable. Es necesario revisar nuestra actuación: ¿qué es lo que puede llevar hoy a las personas hacia el Evangelio?, ¿cómo pueden captar a Dios como algo nuevo y bueno?

Seguramente, nos falta amor al mundo actual y no sabemos llegar al corazón del hombre y la mujer de hoy. No basta predicar sermones desde el altar. Hemos de aprender a escuchar más, acoger, curar la vida de los que sufren... solo así encontraremos palabras humildes y buenas que acerquen a ese Jesús cuya ternura insondable nos pone en contacto con Dios, el Padre Bueno de todos.

«Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa»
La Buena Noticia de Jesús se comunica con respeto total, desde una actitud amistosa y fraterna, contagiando paz. Es un error pretender imponerla desde la superioridad, la amenaza o el resentimiento. Es antievangélico tratar sin amor a las personas solo porque no aceptan nuestro mensaje. Pero ¿cómo lo aceptarán si no se sienten comprendidos por quienes nos presentamos en nombre de Jesús?

José Antonio Pagola
14 Tiempo ordinario - C
Lucas 10,1 - 12.17-20)
03 de julio 2016

XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
(Isaías 66, 10-14c; Sal 65; Gálatas 6, 14-18; Lucas 10, 1-12.17-20)
LA PAZ DEL SEÑOR

Cuando deseo compartir la lectura creyente de los textos bíblicos que propone la Iglesia en la Liturgia de cada domingo, miro primero de forma global todas las lecturas, para descubrir el posible mensaje central que se nos ofrece como acompañamiento espiritual semanal.

Si se tiene en cuenta que durante cada ciclo –“A”, “B”, “C”- se proclama un Evangelio sinóptico, del que se hace una lectura continuada, se comprende que las concordancias de las otras lecturas hay que buscarlas precisamente a partir del texto evangélico.

Esta semana, san Lucas nos dice cómo deben ir los discípulos a la misión que se les confía, y cuál debe ser el saludo: “Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz” (Lc). Precisamente es la referencia a la paz el elemento transversal que encontramos en las demás lecturas-

Con el canto del aleluya, que precede al Evangelio, se dice: “Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón” (Col). Un momento antes, San Pablo manifiesta un deseo concorde: “La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma” (Gál).

La concurrencia que se da en torno a la paz comienza con el anuncio del profeta Isaías: “Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz” (Is), en un contexto de bendición y de augurio, a quienes sufren el exilio. “Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados” (Is).

Ante esta constante, nos viene a la memoria el saludo del Resucitado: “La paz con vosotros”, y la advertencia de que no se trata de la paz que da el mundo, sino que es un don que se experimenta cuando se coincide con el querer de Dios.

La paz es un regalo del Espíritu, a la vez que tarea, por llevar a cabo lo que sabemos que agrada a Dios, y lo que se nos ofrece como llamada personal. De tal forma que para discernir si uno sigue el querer divino, la percepción de la paz interior es determinante, porque como dice la Biblia, Dios es Dios de paz, y no de aflicción; no es posible que quien inspira una vocación no la acompañe con el don de la señal autentificadora.

Os deseo que la paz del Señor repose sobre vuestra casa, familia y conciencia, y que os convirtáis en mensajeros de paz, como lo fue Francisco de Asís, que por donde iba, siempre saludaba: “Paz y Bien”.

Tomás, Santo Apóstol, 3 de julio

Tomás significa "gemelo"

La tradición antigua dice que Santo Tomás Apóstol fue martirizado en la India el 3 de julio del año 72. Parece que en los últimos años de su vida estuvo evangelizando en Persia y en la India, y que allí sufrió el martirio.
De este apóstol narra el santo evangelio tres episodios.

El primero sucede cuando Jesús se dirige por última vez a Jerusalem, donde según lo anunciado, será atormentado y lo matarán.

En este momento los discípulos sienten un impresionante temor acerca de los graves sucesos que pueden suceder y dicen a Jesús: "Los judíos quieren matarte y ¿vuelves allá?. Y es entonces cuando interviene Tomás, llamado Dídimo (en este tiempo muchas personas de Israel tenían dos nombres: uno en hebreo y otro en griego. Así por ej. Pedro en griego y Cefás en hebreo). Tomás, es nombre hebreo. En griego se dice "Dídimo", que significa lo mismo: el gemelo.

Cuenta San Juan (Jn. 11,16) "Tomás, llamado Dídimo, dijo a los demás: Vayamos también nosotros y muramos con Él". Aquí el apóstol demuestra su admirable valor. Un escritor llegó a decir que en esto Tomás no demostró solamente "una fe esperanzada, sino una desesperación leal". O sea: él estaba seguro de una cosa: sucediera lo que sucediera, por grave y terrible que fuera, no quería abandonar a Jesús. El valor no significa no tener temor. Si no experimentáramos miedo y temor, resultaría muy fácil hacer cualquier heroísmo. El verdadero valor se demuestra cuando se está seguro de que puede suceder lo peor, sentirse lleno de temores y terrores y sin embargo arriesgarse a hacer lo que se tiene que hacer. Y eso fue lo que hizo Tomás aquel día. Nadie tiene porque sentirse avergonzado de tener miedo y pavor, pero lo que sí nos debe avergonzar totalmente es el que a causa del temor dejemos de hacer lo que la conciencia nos dice que sí debemos hacer, Santo Tomás nos sirva de ejemplo.

La segunda intervención: 
Sucedió en la Última Cena. Jesús les dijo a los apóstoles: "A donde Yo voy, ya sabéis el camino". Y Tomás le respondió: "Señor: no sabemos a donde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" (Jn. 14, 15). Los apóstoles no lograban entender el camino por el cual debía transitar Jesús, porque ese camino era el de la Cruz. En ese momento ellos eran incapaces de comprender esto tan doloroso. Y entre los apóstoles había uno que jamás podía decir que entendía algo que no lograba comprender. Ese hombre era Tomás. Era demasiado sincero, y tomaba las cosas muy en serio, para decir externamente aquello que su interior no aceptaba. Tenía que estar seguro. De manera que le expresó a Jesús sus dudas y su incapacidad para entender aquello que Él les estaba diciendo.

Admirable respuesta:
Y lo maravilloso es que la pregunta de un hombre que dudaba obtuvo una de las respuestas más formidables del Hijo de Dios. Uno de las más importantes afirmaciones que hizo Jesús en toda su vida. Nadie en la religión debe avergonzarse de preguntar y buscar respuestas acerca de aquello que no entiende, porque hay una verdad sorprendente y bendita: todo el que busca encuentra.

Le dijo Jesús: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" Ciertos santos como por ejemplo el Padre Alberione, Fundador de los Padres Paulinos, eligieron esta frase para meditarla todos los días de su vida. Porque es demasiado importante como para que se nos pueda olvidar. Esta hermosa frase nos admira y nos emociona a nosotros, pero mucho más debió impresionar a los que la escucharon por primera vez.

En esta respuesta Jesús habla de tres cosas supremamente importantes para todo israelita: el Camino, la Verdad y la Vida. Para ellos el encontrar el verdadero camino para llegar a la santidad, y lograr tener la verdad y conseguir la vida verdadera, eran cosas extraordinariamente importantes.

En sus viajes por el desierto sabían muy bien que si equivocaban el camino estaban irremediablemente perdidos, pero que si lograban viajar por el camino seguro, llegarían a su destino. Pero Jesús no sólo anuncia que les mostrará a sus discípulos cuál es el camino a seguir, sino que declara que Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida.

Notable diferencia: Si le preguntamos al alguien que sabe muy bien: ¿Dónde queda el hospital principal? Puede decirnos: siga 200 metros hacia el norte y 300 hacia occidente y luego suba 15 metros... Quizás logremos llegar. Quizás no. Pero si en vez de darnos eso respuesta nos dice: "Sígame, que yo voy para allá", entonces sí que vamos a llegar con toda seguridad. Es lo que hizo Jesús: No sólo nos dijo cual era el camino para llegar a la Eterna Feliz, sino que afirma solemnemente: "Yo voy para allá, síganme, que yo soy el Camino para llegar con toda seguridad". Y añade: Nadie viene al Padre sino por Mí: "O sea: que para no equivocarnos, lo mejor será siempre ser amigos de Jesús y seguir sus santos ejemplos y obedecer sus mandatos. Ese será nuestro camino, y la Verdad nos conseguirá la Vida Eterna".

El hecho más famoso de Tomás
Los creyentes recordamos siempre al apóstol Santo Tomás por su famosa duda acerca de Jesús resucitado y su admirable profesión de fe cuando vio a Cristo glorioso.

Dice San Juan (Jn. 20, 24) "En la primera aparición de Jesús resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos Tomás. Los discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". El les contestó: "si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su constado, no creeré". Ocho días después estaban los discípulos reunidos y Tomás con ellos. Se presento Jesús y dijo a Tomás: "Acerca tu dedo: aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente". Tomás le contestó: "Señor mío y Dios mío". Jesús le dijo: "Has creído porque me has visto. Dichosos los que creen sin ver". Parece que Tomás era pesimista por naturaleza. No le cabía la menor duda de que amaba a Jesús y se sentía muy apesadumbrado por su pasión y muerte. Quizás porque quería sufrir a solas la inmensa pena que experimentaba por la muerte de su amigo, se había retirado por un poco de tiempo del grupo. De manera que cuando Jesús se apareció la primera vez, Tomás no estaba con los demás apóstoles. Y cuando los otros le contaron que el Señor había resucitado, aquella noticia le pareció demasiado hermosa para que fuera cierta.

Tomás cometió un error al apartarse del grupo. Nadie está peor informado que el que está ausente. Separarse del grupo de los creyentes es exponerse a graves fallas y dudas de fe. Pero él tenía una gran cualidad: se negaba a creer sin más ni más, sin estar convencido, y a decir que sí creía, lo que en realidad no creía. El no apagaba las dudas diciendo que no quería tratar de ese tema. No, nunca iba a recitar el credo un loro. No era de esos que repiten maquinalmente lo que jamás han pensado y en lo que no creen. Quería estar seguro de su fe.

Y Tomás tenía otra virtud: que cuando se convencía de sus creencias las seguía hasta el final, con todas sus consecuencias. Por eso hizo es bellísima profesión de fe "Señor mío y Dios mío", y por eso se fue después a propagar el evangelio, hasta morir martirizado por proclamar su fe en Jesucristo resucitado. Preciosas dudas de Tomás que obtuvieron de Jesús aquella bella noticia: "Dichosos serán los que crean sin ver".



Papa, en la ventana

"Necesitamos que los cristianos testimonien con alegría el Evangelio"
El Papa pide que Dios "convierta el corazón de los violentos cegado por el odio"
Dice a los jóvenes que no tengan miedo y lleven a los demás "la llama del celo apostólico"

José Manuel Vidal, 03 de julio de 2016 a las 11:48

Abandonar cualquier motivo de carrierismo, fama o poder. La misión requiere tanta generosidad y el corazón hacia lo Alto, para invocar la ayuda del Señor"

(José M. Vidal).- Primer ángelus del mes de julio. Francisco, de vacaciones a su manera y un poco constipado, sale a la cátedra de la ventana. Y, desde ella, recuerda a las víctimas de los atentados de Daca y Bagdad, y pide a Dios que convierta el "corazón de los violentos, cegados por el odio". También invita a los jóvenes a consagrarse a Dios, sin miedo. Y a los cristianos, a dar testimonio del Evangelio con alegría.

Algunas frases de la catequesis del Papa
"Es necesario invocar a Dios, el Señor de la mies, para que mande operarios a su mies"
"Son los misioneros del Reino de Dios"
"Su misión es anunciar el mensaje de salvación para todos"
"No sólo los misioneros que van lejos, también nosotros todos"
"Y éste es el don que nos da Jesús con el Espíritu Santo"
"Jesús nos ha acercado Dios a nosotros. En Jesús, Dios reina en medio de nosotros y su amor misericordioso vence el pecado y la miseria humana"
"Ésta es la buena noticia, que los obreros deben llevar a todos"
"El Reino de Dios se construye día a día"

"Es bello construir día a día el Reino de Dios que se va haciendo. No destruir, construir"
"Os mando como corderos en medio de lobos. Clarísima, la hostilidad hacia los cristianos"
"Jesús sabe que la misión es obstaculizada por la obra del Maligno"
"Abandonar cualquier motivo de carrierismo, fama o poder"
"La misión requiere tanta generosidad y el corazón hacia lo Alto, para invocar la ayuda del Señor"
"Necesitamos que los cristianos testimonien con alegría el Evangelio"
"Esta expresión me hace pensar en cuánto la Iglesia se alegra, cuando sus hijos reciben la Buena noticia gracias a tantos hombres y mujeres que, día a día, anuncian el Evangelio"
"¿Cuántos de vosotros, jóvenes, que estáis aquí presentes, sentís la llamada del Señor a seguirlo? No tengáis miedo y sed valientes, para llevar a los demás la llama del celo apostólico"

Saludos después del ángelus
"Expreso mi cercanía a los familiares de las víctimas y de los heridos del atentado que tuvo lugar ayer a Daca y al que tuvo lugar en Bagdad. Recemo sjuntos".
"Recemos por ellos, por los difuntos y pidamos al Señor que convierta el corazón de los violentos, cegados por el odio"
"El próximo miércoles celebraremos la memoria de Santa María Goretti, la chica mártir, que, antes de morir, perdonó a sus asesinos. Esta chica valiente merece el aplauso de toda la Plaza"

El Papa en el ángelus: ‘debemos testimoniar con alegría el Evangelio en la vida diaria’

La misión de llevar la palabra de Jesús es estupenda, explica el Santo Padre y pide rezar para que en la Iglesia nunca falten corazones generosos

3 JULIO 2016

REDACCIONEL PAPA FRANCISCO

El Papa Francisco Antes De La Oración Del Ángelus, Ante La Plaza De San Pedro (Foto Archivo Osservatore Romano - CTV)

Testimonien con alegría el Evangelio en la vida de cada día

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- En este domingo del verano europeo el papa Francisco rezóla oración del ángelus desde la ventana de su estudio que da a la Plaza de San Pedro, donde le aguardaban miles de fieles y peregrinos.

La misión del cristiano es estupenda –dijo– porque debe llevar la Buena Noticia a todos. Entrentanto es una tarea difícil y que a veces encuentra hostilidad. Por ello no hay que dejarse condicionar por los medios humanos, llevando solamente en la potencia de la Cruz de Cristo y teniendo la alegría por la certeza de que ‘nuestros nombres están escritos en los cielos’.

A continuación las palabras del Santo Padre.
“Queridos hermanos y hermanas, buenos días

En la página evangélica del día de hoy, en el capítulo décimo del Evangelio, Lucas nos hace entender cuánta necesidad tenemos de invocar a Dios, “el Señor de la mies, para que envíe operarios a su mies”. Los operarios de los cuales habla Jesús son los misioneros del Reino de Dios, que Él mismo llamaba y enviaba “de dos en dos delante de sí en cada ciudad y lugar a donde estaba por ir”. Su taera era anunciar un mensaje de salvación dirigido a todos, diciendo: “Está cerca el Reino de Dios”. De hecho Jesús ha ‘acercado’ Dios a nosotros, Dios reina en medio de nosotros, su amor misericordioso vence el pecado y la miseria humana.

Esta es la Buena Noticia que los ‘operarios’ tienen que llevar a todos: un mensaje de esperanza y de consolación, de paz y de caridad. Jesús, cuando envía a sus discípulos delante de él en los pueblos les recomienda: ‘Antes digan: paz a esta casa’ (…) curen a los enfermos que allí se encuentren’.Todo esto significa que el Reino de Dios se construye día a día y ofrece ya en esta tierra sus frutos de conversión, de purificación, de amor y de consolación entre los hombres.

¿Con cuál espíritu el discípulo de Jesús deberá realizar esta misión? Sobre todo deberá ser conciente de la realidad difícil y a veces hostil que lo espera. De hecho Jesús dice: ‘Les envío como corderos en medio de los lobos’, porque sabe que la misión es obstaculizada por la obra del maligno. Por esto, el operario del Evangelio se esforzará en ser libre de los condicionamientos humanos de todo tipo, no llevando ni bolsa, ni alforja, ni sandalias, como ha recomendado Jesús, para solamente confiar en la potencia de la Cruz de Cristo. Esto significa abandonar todo motivo de vanagloria personal y volverse humilde instrumento de la salvación obrada por el sacrificio de Jesús, muerto y resuscitado por nosotros. La del cristiano en el mundo es una misión estupenda y destinada a todos, ninguno excluído. Esta necesita de tanta generosidad y sobre todo de la mirada y del corazón dirigido hacia lo alto para invocar la ayuda del Señor.

Hay mucha necesidad de que hayan cristianos que testimonien con alegría el Evangelio en la vida de cada día. Los discípulos enviados por Jesús, ‘llegaron llenos de alegría’. Todos nosotros, los pastores y los fieles estamos llamados a aprender siempre mejor el arte de ser alegres, no por motivos humanos, sino por la certeza de que ‘nuestros nombres están escritos en los cielos’, que estamos predestinados a ser colmados por el amor de Jesús, ya en esta tierra y especialmente en la otra vida. La alegría está presente y obra en nosotros por medio del Espíritu Santo. A su Guía y apoyo confiamos la vocación de todos los bautizados para que sean testimonios de Cristo, constructores de comunidades cristianas ricas de fe y de caridad, renovadores del mundo de acuerdo al Evangelio.Recemos al Señor, por la intercesión de la Virgen María, para en la Iglesia no falten nunca corazones generosos, que trabajen para llevar a todos el amor y la ternura del Padre celeste”.

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