«Las multitudes le buscaban»

Evangelio según San Lucas 4,38-44. 

Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos. Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba.De muchos salían demonios, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías. Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero él les dijo: "También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado". Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea. 

San Ramón Nonato

San Ramón Nonato, religioso

En Cardona, de Cataluña, san Ramón Nonato, que fue uno de los primeros compañeros de san Pedro Nolasco en la Orden de Nuestra Señora de la Merced, y es tradición que, por el nombre de Cristo, sufrió mucho para la redención de los cautivos.

patronazgo: patrono de las mujeres embarazadas, madres lactantes y niños, protector de los inocentes injustamente acusados, para pedir un parto feliz, y contra la fiebre puerperal.

refieren a este santo: San Serapión
Cardenal. Año 1240.

Se le llama Nonato (no-nacido) porque nació después de morir su madre. Ella murió al dar a luz. Después de la muerte le hicieron cesárea para que el niño pudiera nacer.  

San Ramón nació en Cataluña, España, en 1204. Muy joven entró en la Congregación de Padres Mercedarios que se dedicaban a rescatar cautivos que los mahometanos habían llevado presos a Arget.

Lo recibió el mismo San Pedro Nolasco, fundador de la comunidad.   Pocos años después de haber entrado de religioso fue enviado con una gran cantidad de dinero a rescatar a los católicos que estaban esclavizados por los musulmanes en África. Allá gastó todo el dinero en conseguir la libertad de muchos cristianos y enviarlos otra vez a su patria, de donde habían sido llevados secuestrados por los enemigos de nuestra religión.

Cuando se le acabó el dinero se ofreció el mismo a quedarse como esclavo, con tal de que libertaran a algunos católicos que estaban en grave peligro de perder su fe y su religión por causa de los atroces castigos que los mahometanos les infligían.   Como entre los musulmanes está absolutamente prohibido hablar de la religión católica, y Ramón se dedicó a instruir en la religión a sus compañeros de esclavitud y aun hasta a algunos mahometanos, le dieron terribles tormentos y lo azotaron muchas veces hasta dejarlo casi muerto.

Y al fin, como no se callaba, le amarraron la cara a una correa a la cual le echaron candado, para que no pudiera hablar, y no abrían el candado sino cuando iba a comer.   El jefe musulmán, con la esperanza de que Ramón volviera a España y le llevara más dinero para rescatar cristianos, lo dejó en libertad. Pero se dedicó a hablar de nuestra religión a cuantas más personas podía. Esto hizo arder en cólera a los mahometanos y lo volvieron a encarcelar y a atormentar.

San Pedro Nolasco envió a algunos de sus religiosos con una fuerte suma de dinero y pagaron su rescate y por orden de sus superiores volvió a España.   Como premio de tantos heroísmos, el sumo Pontífice Gregorio IX lo nombró Cardenal. Pero San Ramón siguió viviendo humildemente como si fuera un pobre e ignorado religioso.-   El Santo Padre lo llamó a Roma para que le colaborara en la dirección de la Iglesia, y el humilde Cardenal emprendió el largo viaje a pie. Pero por el camino lo atacaron unas altísimas fiebres y murió.
Era el año 1240. Apenas tenía 36 años. Pero había sufrido y trabajado muy intensamente, y se había ganado una gran corona para el cielo.   A San Ramón le rezan las mujeres que van a tener un hijo, para que les conceda la gracia de dar a luz sin peligro ni tormentos.

Oremos  
Tú, Señor, que concediste a San Ramón Nonato el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia Soliloquios, L.1, c1, § 5-6

«Las multitudes le buscaban»

Desde ahora, Señor, es a ti sólo a quien amo, a ti sólo a quien me uno, a ti sólo a quien busco, a ti sólo a quien estoy dispuesto a servir, porque sólo tú mandas justamente. Deseo someterme a tus órdenes; manda, te lo ruego, manda lo que quieres, pero cúrame, abre mis oídos a fin de que pueda escuchar tus palabras...

Recíbeme como a un fugitivo, oh Padre amantísimo. He sufrido demasiado tiempo; demasiado tiempo he estado sometido a tus enemigos y al juego de las mentiras. Recíbeme como a un siervo tuyo que quiere alejarse de todas estas cosas vanas... siento que me es necesario volver a ti; llamo, ábreme la puerta, enséñame como se llega hasta ti... Es hacia ti que quiero ir, dame, pues, los medios para llegar hasta ti. ¡Si tú te alejas, perecemos! Pero tú jamás abandonas a nadie, porque eres el soberano bien; todos los que te buscan con rectitud, te encuentran. Eres tú quien nos enseña como buscarte rectamente. Oh Padre mío, haz que te busque, líbrame del error, no permitas que, en mi búsqueda, encuentre a otra cosa que no seas tú. Si no deseo nada más que a ti, haz que sea a ti sólo a quien encuentre, oh Padre mío.

Curación de la suegra de Pedro
Lucas 4, 38-44. Tiempo Ordinario. Cristo te cura de las enfermedades del alma, siempre está atento...solo tienes que pedirlo.

Oración introductoria
Señor, yo también estoy buscándote en mi interior. Ayúdame a ver qué es lo que necesito cambiar para que aprecie y valore más tu presencia en mi vida. Yo también estoy enfermo, te pido que en esta oración te dignes hacer algo por mí. Creo en Ti, confío en Ti y te amo.

Petición
Jesús, dame la humildad para saber reconocer tu presencia en mi vida.
 
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Una Misericordia en camino.
«También tengo que»… este «también tengo que» que pronunciaste con tus palabras me ilumina tanto. En verdad llevaste una vida de ininterrumpida entrega, de inmolación sin tregua, de continuo sacrificio. Contemplo y vuelvo a contemplar tu vida y no veo sino un corazón que nunca supo qué significaba no amar –a no ser que lo experimentase pasivamente, y cuánto dolor no te causó (y te causa).

Señor, no me cansaré de repetirlo y te doy gracias por sostenerme en esta ilusión: te pido un corazón semejante al tuyo, que sepa estimar las cosas con tu percepción, que sepa apreciar las situaciones con tu espíritu, mirar a las personas con tu perspectiva. Dame un corazón que antes se canse de vivir para sí mismo, que de entregarse a los demás. Hazme un corazón sencillo, que no entienda de egoísmos, de «mi tiempo», de los «yo quisiera que», «me gustaría más», «preferiría mejor»… hazme un corazón cuya única ilusión sea amar, sea dar, entregarse, dar testimonio verdadero del Amor. Dame un corazón valiente, que sepa superar los miedos o sobrellevarlos puesta la confianza en Ti. Un corazón que viva bajo la tensión del darse antes que la del buscarse. Dame un corazón que en entregarse totalmente encuentre su único descanso. Dame un corazón humilde, que sepa aprender de los demás, maravillarse, alegrarse, entristecerse, acompañar y elevar a todos hacia tu Amor.

Un corazón que camine cada instante hacia la cruz, tal como el tuyo, hasta consumirse por amor…

«La Misericordia de nuestro Dios es infinita e inefable y expresamos el dinamismo de este misterio como una Misericordia “siempre más grande”, una Misericordia en camino, una Misericordia que cada día busca el modo de dar un paso adelante, un pasito más allá, avanzando sobre las tierras de nadie, en las que reinaba la indiferencia y la violencia.»

(Homilía de S.S. Francisco, 24 de marzo de 2016).

Reflexión
Es admirable el trabajo de los médicos. Nunca tienen un rato de descanso, porque allí donde van, aunque sea a una fiesta, todo el mundo se acerca para hablarles de sus padecimientos y enfermedades.

Así me imagino también a Jesús. No había llegado todavía a casa de su amigo Pedro cuando ya le piden un milagro. Y por la tarde vinieron a suplicarle que sanara a otros enfermos. Y al salir el sol le seguían buscando incluso en el desierto.
¡Qué grande es el Corazón de Cristo! Qué paciente, las veinticuatro horas del día, sin pedir nada a cambio. La Palabra ablanda cualquier corazón, aunque sea más duro que las piedras.. Le apasionaba su misión. Sabía que tenía que aprovechar los tres años de vida pública y no se permitió ni un momento de reposo.

Esto nos enseña a tomarnos en serio nuestra vida. El tiempo que Dios nos ha concedido no puede tirarse a la basura con entretenimientos estériles. Hay mucho que hacer, y algún día nos pedirán cuentas de lo que hayamos hecho. Seguro que tienes varias tareas pendientes que están esperando su momento. ¿Y cuando llegará? Quién sabe.

Es cuestión de organizarse bien, de tener el día programado para rendir al máximo, aun sacrificando el tiempo dedicado a la televisión. Debemos ser exigentes con el uso de las horas. No pueden desperdiciarse, porque nunca más volverán.

Primero es necesario establecer una jerarquía. ¿Qué es lo más importante para mí? No hay que descuidar el trabajo, ni la familia, ni los momentos para Dios, ni las actividades que enriquezcan a los que viven en la misma ciudad o país. Sepamos sacarle el jugo a la vida que Dios nos ha regalado.

Propósito
Consolar a una persona enferma, más que con palabras, con mi cercanía serena y sincera.

Diálogo con Cristo
Señor, gracias por venir a mi casa en esta oración. Estoy agradecido por la atención personal que me das, especialmente cuando estoy enfermo y necesitado de tu gracia. Quiero corresponder rápidamente, como lo hizo la suegra de Pedro, sirviendo con alegría y prontitud a todos mis hermanos. El mundo está enfermo, muchos tienen una gran necesidad de Ti. Te ofrezco ser generoso y compartir la fuerza de tu presencia en mi vida.

Dios sale al encuentro
No es sino en lo más profundo de nuestro ser que podemos encontrar a Dios.

Una de las más hermosas descripciones de Dios en pos de la persona es la de Francis Thompson en el poema The Hound of Heaven.
Yo huía de Él, durante las noches y durante los días;
yo huía de Él en el transcurso de los años;
yo huía de Él por las laberínticas sendas de mi propia mente;
y en medio de las lágrimas me escondía de El, lo mismo que entre la risa pasajera...


Dios sale al encuentro, y nosotros huimos, Dios está presente en todos los momentos de nuestra vida. Dios se encuentra siempre disponible para nosotros. No tenemos más que hablarle. Ahora. Hoy. Esta noche. El comprende nuestro lenguaje, nuestros temores, nuestros secretos, nuestra amargura. El no te considerará como un sentimental si le hablas afectuosamente del pasado, si eres ya viejo. No se apartará de ti aunque seas un mentiroso, un ladrón, un asesino, un hipócrita, un traidor.

Dios siempre sale al encuentro del ser humano, de la oveja perdida, del hijo que se marchó de casa. En esta historia de búsqueda y encuentro, la iniciativa y la parte más importante la lleva Él. Dios es el principal agente y el principal amante. Porque ama, se da y se entrega totalmente.

Si buscamos a Dios, más nos busca Dios a nosotros. Y el místico Abu Azid confesó: Yo busqué a Dios durante treinta años; yo creía que era yo quien lo deseaba, pero no, era él quien me deseaba a mí. El buscar a Dios lleva consigo el esforzarse por cambiar el corazón, por desear y perseguir toda clase de bondad.

El ser humano busca, a veces sin saberlo, a Dios. La razón es bien sencilla, pues cada persona es imagen de Dios, espejo del amor, de la felicidad y de la vida. Unas personas lo descubren en la niñez, otros ya en la edad adulta. Cuando san Agustín cayó en la cuenta de lo que era, dijo: ¡Tarde te amé! ¡Oh hermosura tan antigua y siempre nueva! ¡Tarde te amé! (…)

El ser humano, en muchas ocasiones, busca a Dios donde no le puede encontrar o pasa de Dios y huye de él y vive como si no existiese, como si él estuviese lejos. Y no se da cuenta el hombre que Dios es un Dios escondido porque se encuentra en la intimidad de nuestro corazón. Dios nos llama a no escondernos de su mirada, a descubrir su presencia en lo cotidiano, en lo oculto de nuestra vida e historia.

A Dios, pues, lo podemos encontrar a través de una fe impulsada por el amor. Él vive dentro de cada uno. «Ésa es vuestra tragedia. ¡Olvidáis! ¡Olvidáis al Dios que hay en vosotros! ¡Queréis olvidar! ¡El recuerdo implicará el alto deber de vivir como un hijo de Dios…¡Es más fácil olvidar, convertirse solamente en un hombre…¡Vivir negando la vida!» (Eugene O Neill).

El Dios que está con nosotros, aparece muchas veces débil e impotente, sin poder hacer nada. Dios nos da a conocer que tenemos que vivir como seres humanos que resuelven su vida sin Dios. El Dios que está con nosotros es el Dios que nos abandona… Ante Dios y con Dios, vivimos sin Dios. Dios se deja arrojar del mundo para ir a parar a la cruz; Dios es impotente y débil en el mundo, y precisamente así y únicamente así es como está junto a nosotros y como nos ayuda (D. Bonhoeffer).

Dios está en nosotros, ha entrado en nosotros. Todas las noches, Leónidas, padre de Orígenes, acostumbraba besar el pecho de su hijo dormido por reverencia al Dios que estaba realmente presente en el tabernáculo vivo del corazón de su hijo. Dios está presente realmente en el tabernáculo de cada corazón humano; aquí podremos encontrarlo, pues, aquí habla, escucha, mora, vive y da vida.

Dios está muy presente en nuestra vida y nos invita a transformarnos en él y vivir con él. Con él podemos hablar, está al alcance de la mano, él es nuestro Padre. Dios se nos revela como un Dios cercano, quiere ser amigo. Dios está presente en el ser humano, en cada acontecimiento y en cada cosa.

Dios está en la fuente y en el río, en el mar y en el aire, pero sobre todo está, en lo más profundo de la persona. El centro del alma es Dios, al cual cuando el alma hubiere llegado según toda la capacidad de su ser, y según la fuerza de su operación e inclinación, habrá llegado al último y más profundo centro suyo en Dios, que será cuando con todas sus fuerzas entienda y ame y goce a Dios….

El ser humano es un ser inacabado, con capacidad para conocer y amar a su Creador que está en su corazón. Este Dios vive en lo más profundo del ser humano y vive escondido, le está al alma escondido, y le conviene siempre al alma... tenerle por escondido.

Por la fe podemos ver a Dios que está dentro. Esto mismo es lo que afirma Pablo VI: En el punto de encuentro esencial con el misterio religioso, con Dios, está dentro de nosotros mismos; está en la celda interior de nuestro espíritu, en aquella actividad personal que llamamos oración.

Una de nuestras grandes tragedias del ser humano es el no haber descubierto la interioridad, las riquezas que llevamos escondidas dentro. Gran parte del sufrimiento que padece mucha gente puede ser atribuido, en no pequeña medida, al hecho de que vivimos exiliados de nuestra tierra natal… del mundo interior (A. Maslow). Lágrimas de sangre derramó Agustín cuando descubrió el sin sentido de la vida que llevaba: Te buscaba fuera y tú estabas dentro.

Es importante encontrar el camino que conduce al interior, tener hambre de luz y de verdad. El peligro no está en el mundo, en lo exterior, sino en centrarse en lo que nos da vida. Lo importante no es abandonar materialmente el mundo, pues el mundo está en uno mismo y la reforma del ego es más rigurosa que el retiro en una región solitaria, un ashram o un monasterio (M.M. Daby). La oración tiene que ser un espacio abierto donde entren los otros y Dios, donde se avance en conocimiento propio.

Así como el sol madruga para entrar en tu casa, si le abres la ventana, así Dios te despierta cada mañana para que lo adores en tu interior, para que hables con él, para que vivas plenamente. El amor y la fe son los ojos que Dios nos ha dado para descubrirle y habitar en él. Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre le amará y vendremos a él, y haremos morada en él (Jn 14,13). Para hablar con él, tenemos que abrirnos a él y dejarle entrar en nuestro ser.

En toda búsqueda la persona debe confiar en Dios. Confía en Yavé con todo tu corazón, y no te apoyes sobre tu propia prudencia. En todos tus caminos piensa en El, y El allanará tus senderos ( Pr 3,5-6).
 

¿Estás en crisis y buscas ser feliz? 7 consejos de santa Teresa que no fallarán
Cuando la mirada se posa sólo sobre cosas terrenas el alma se ve intranquila, ¿te ha pasado?

Todo el mundo habla de felicidad hoy en día. Si tienes el coche último modelo, serás feliz; si adquieres el departamento en la playa, serás feliz; si asciendes en tu trabajo, serás feliz; y así muchas situaciones más.

Pero, ¿realmente crees que la felicidad las dan las cosas, los objetos, los “éxitos”?

Santa Teresa de Jesús pasó por un tiempo de conversión incluso después de haberse consagrado a Dios como religiosa carmelita. También, al igual que muchos, ponía sus esperanzas en cosas temporales, sin fijarse en el Dios eterno al cual seguía.

Pero un buen día, años después de entrar en el convento, Jesús tocó su corazón y ella respondió con generosidad. Su vida cambió desde ese encuentro con el Señor.

Todos podemos dejarnos encontrar por el Señor. En ese momento tu mirada se posará sobre las cosas que realmente valen la pena.

He aquí una oración de santa Teresa en la que resume su experiencia dando 7 consejos para encontrar la felicidad verdadera y aferrarnos a Dios, lo más importante de nuestra vida.

Nada te turbe
“Eleva el pensamiento, al cielo sube. Por nada te acongojes, nada te turbe”

La turbación comienza cuando la mirada se posa sólo sobre cosas terrenas. El alma se ve intranquila. No hay paz interior. Busco, pero no encuentro. ¿Te ha pasado alguna vez?

Si eres hombre de misa dominical, de rosario y oraciones durante el día, y te pasa esto, no te inquietes que es normal.

La invitación de Jesús a través de santa Teresa es a elevar el pensamiento. Esto significa dejar nuestra visión terrena del mundo para ver con las gafas de la fe todo lo que sucede.

Guerras, conflictos, odio,… todo esto tiene lugar en el corazón de Jesús. Abandona tus preocupaciones en Él. No te inquietes.

Ocúpate de presentarle tu oración a Dios y verás que Él se encargará. Una vez que lo dejes todo en su corazón, te verás libre de las cosas terrenas y tendrás más fuerzas para afrontar el mundo.

Pero necesitas dejarlo todo en sus manos, eso es fe, eso es confianza en Dios. Él es el dueño del universo, el creador, déjaselo todo elevando tu mirada al cielo.

“Pero él les dijo: ¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo” (Lucas 24, 38-39).

Nada te espante
“A Jesucristo sigue con el pecho grande, y venga lo que venga nada te espante”

Nosotros seguimos a Jesús. Nuestra esperanza está puesta sobre Él. Pero hay que tener coraje para ser católico. No es fácil defender nuestra fe en una sociedad casi sin valores.

No imponemos una creencia, sino que iluminamos con la verdad las tinieblas del error. ¡Grande es nuestra misión! ¿Lo creemos así?

Tener un pecho grande es saberse en el camino correcto. Es tener valor para la lucha, que ciertamente utiliza otras armas: el amor, el perdón, la verdad, la fe…

Por eso, cuando anuncies a Cristo, no tengas miedo al qué dirán, a lo que piensen los demás, porque es tu propio tesoro, es tu corazón lo que comunicas. Nada te espante, nada en la vida.

El temor es como la morfina, adormece y a veces paraliza. No necesitamos de morfina cuando tenemos a Cristo. Con él podemos afrontar cualquier cosa. Venga lo que venga nada me alejará del Señor.

Es un don que hay que pedir. Nunca termines tu oración sin pedirle a Dios este don, el don de fortaleza.

“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada? Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:35.37-39).

Todo se pasa
“¿Ves la gloria del mundo? Es gloria vana. Nada tiene de estable, todo se pasa”
Mira a tu alrededor, ¿qué ves? ¿Percibes la “gloria del mundo”? Dinero, adquisiciones, compras y ventas, transacciones, fama, éxito, reconocimiento, poder. Todo esto es gloria vana. ¿De qué sirve?
¿Acaso se puede llevar consigo después de morir? Todo esto perece, muere. Imagínate luchar 80 años por la fama, por el éxito, por dinero y luego, al ya poseerlo todo, morir. Trabajaste en vano, ¿qué disfrutaste?
Pues la gloria del mundo es vana por esto mismo. No te sirve de mucho. En cambio luchar por la gloria eterna de estar junto a Dios sí que tiene valor.
Hay que quitarse el prejuicio de que ser católico es estar reprimido, no ser libre, atado a leyes y normas que esclavizan. ¡Esa es una mentira del porte de un buque! Mientras más cerca de Dios, más libre serás.
Mientras más desprendido de las cosas del mundo, más libre serás. Mientras más alejado de las tentaciones del mal, más libre serás. ¡No hay por dónde perderse!
Que la gloria vana te sirva de ejemplo para buscar la gloria celestial, esa gloria que sí vale la pena luchar, esa gloria que aquí te hará feliz y se contagiará a los demás sin tú saberlo.
“Porque momentáneamente y leves son los sufrimientos que, a cambio, nos preparan un caudal eterno e insuperable de gloria; a nosotros que hemos puesto la esperanza, no en las cosas que se ven, sino en las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4, 17-18).

Dios no se muda
“Aspira a lo celeste que siempre dura. Fiel y rico en promesas, Dios no se muda”
Suele pensarse que Dios es como una fábrica de helados, que puedo amoldarlo a mis propios gustos. Quiero una bolita de chocolate y una de frambuesa con chispas de chocolate. Si no te dan lo que pides, no lo pagas y no te lo comes.
Pues así no es Dios. Dios es el Padre, y un papá no te da siempre lo que quieres, te da lo que necesitas. Un papá sabe qué es mejor para sus hijos, porque los conoce. Un papá porque ama a sus hijos les corrige y les regaña de vez en cuando. Un papá quiere lo mejor para su hijo. ¡Cuánto más Dios con nosotros!
Pero ahí vamos de nuevo queriendo que nos cumpla, que nos dé, que nos haga un milagro, una y otra vez. ¡Espérate un poco, Dios no es una fábrica a tu gusto!
A veces te toca esperar porque alguien llega antes que tú. Aunque creas que Dios está alejado de ti, que no te mira, debes saber que Él es el más presente en tu vida. Cada respiro tuyo está custodiado por Él. Confía en Dios.
Déjate moldear y corregir por Él. Siempre te dará lo que necesitas, no siempre lo que quieras.
” …han olvidado aquella exhortación que se les dirige como a hijos: “Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, ni te desalientes cuando él te reprenda; porque el Señor corrige a quien ama, y castiga a quien recibe como hijo”. Dios los trata como a hijos y les hace soportar todo esto para que aprendan. Pues, ¿qué hijo hay a quien su padre no corrija?” (Hebreos 12, 5-7)

La paciencia todo lo alcanza
“Ámala cual merece bondad inmensa, pero no hay amor fino sin la paciencia. Confianza y fe viva mantenga el alma, que quien cree y espera todo lo alcanza”

La paciencia es un fruto del Espíritu Santo que hoy yace en el olvido. Y es que el mundo con tanta tecnología e innovación nos hace todo express, rápido, ¡ya! Eso de esperar no goza de mucha fama.
Se dice que la paciencia es la ciencia de la paz: estar en paz con uno mismo, con los demás y con Dios. Es, también, esperar sin inquietud sabiendo que todo llegará a su tiempo.

Pero, ¡cuán difícil es esto! De nuevo el mismo consejo: ¡hay que pedírselo al Señor! El secreto está en pedirlo. No hay amor fino sin la paciencia, no hay.
Falta paciencia en las parejas, en los matrimonios, en las relaciones de hermanos, en el trabajo, en la vida religiosa. A todos nos hace falta la paciencia.

Con confianza y fe viva podemos tener la certeza de que todo lo alcanzaremos. “Es que quisiera mejorar mi relación con mi esposa…”. ¡Paciencia! “Es que me gustaría cambiar mis defectos…”. ¡Paciencia! “Es que ya no sé qué hacer con mi hermano que está muy rebelde…” ¡Paciencia!

Tener paciencia es importantísimo, claro, sin descuidar la fe, la esperanza y el amor, pero siempre con paciencia.

“Considerad como un gran gozo, hermanos míos, el estar rodeados por toda clase de pruebas, sabiendo que la calidad probada de vuestra fe produce la paciencia en el sufrimiento; pero la paciencia ha de ir acompañada de obras perfectas para que seáis perfectos e íntegros sin que dejéis nada que desear. Si alguno de vosotros está a falta de sabiduría, que la pida a Dios, que da a todos generosamente y sin echarlo en cara, y se la dará. Pero que la pida con fe, sin vacilar; porque el que vacila es semejante al oleaje del mar, movido por el viento y llevado de una a otra parte” (Santiago 1, 2-6).

Quien a Dios tiene nada le falta
“Del infierno acosado aunque se viere, burlará sus furores quien a Dios tiene. Vénganle desamparos, cruces, desgracias; siendo Dios su tesoro nada le falta”

Aquí, dos cosas que decir. La primera es que no nos podemos permitir que el pecado nos obstaculice el llegar a Dios. ¡Jamás! El pecado no nos debe hundir en el charco de la desesperación.

Si pecas, te arrepientes y te confiesas, y Dios te perdona, ¡y vuelves a empezar arrepentido de tus faltas! Pero no te desanimes nunca.

Hay una cosa que debes saber y que el papa Francisco ha dicho mucho: ¡Jamás dialogues con el demonio! Así que levanta el rostro y camina que, si tienes a Dios, el furor del mal no penetrará en ti.

Lo segundo es que para un católico Dios es su tesoro. Si así lo crees, no buscarás jamás pepitas de oro en los ríos del mal. Imagina un gran cofre lleno de joyas y perlas preciosas, pues mucho mayor que eso es Dios para nosotros. ¡Dios es lo máximo! Venga lo que venga estará en Él mi felicidad.

Y nada me falta, no tengo nada que envidiarle a otros, más aún, este tesoro que es Dios se puede compartir con todos y jamás se agota. Con un tesoro así, ¿quién no sería feliz? No es fábula ni cuento, es real. Siendo Dios su tesoro, nada le falta.
“No amontonen tesoros en esta tierra, donde la polilla y la herrumbre echan a perder las cosas, y donde los ladrones perforan los muros y roban. Amontonen mejor tesoros en el cielo… Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mateo 6, 19-21).

¡Solo Dios basta!
“Id, pues, bienes del mundo; id, dichas vanas. Aunque todo lo pierda, ¡sólo Dios basta!”
Pregúntate dónde están tus seguridades, ¿en el banco, en la empresa, en mi fama, en mi dinero? Ya hablamos que todo esto se pasa. Si vivieras en la calle, sin nada, sin teléfono, sin ropa de lujo, sin comodidades, ¿seguirías amando a Dios? ¡Eso es! Aunque todo lo pierdas deberías seguir fiel al Señor.

Pero a veces tenemos un pie en la Iglesia y el otro en las cosas del mundo. Hay que dar el paso definitivo. Cuando nuestra única seguridad es el amor de Dios las cosas cambian, se transforman.

¡Qué me importan las cosas materiales, si tengo esto o lo otro, mi único bien está en el Señor! Sólo Dios basta, sólo Dios llena el corazón, sólo

Dios te da la plenitud. ¿Tan difícil es entender esto? ¡Dios mío, pero es que Dios nos lo da todo, todo! Y aun así reclamamos.

Ponerse las gafas de la fe y dar el paso que nos falta hacia Dios es ahora nuestra tarea. ¡Decídete ya!

“Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo… No que lo tenga ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera por si consigo alcanzarlo, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús” (Filipenses 3:8.12).

Que estos 7 consejos de Santa Teresa de Jesús nos ayuden a ver las pequeñas cosas de la vida, lo que realmente importa, a fijar la mirada en Dios hacia lo alto. El católico se mantiene firme a su fe porque se sabe amado por Dios, ha experimentado su misericordia y le ve a través de los hermanos.
Si nuestra visión se convirtiera a Dios, haríamos de este otro mundo. Alegrémonos de ser instrumentos del Señor. Mantengamos la fe viva, la esperanza constante y el amor ardiente; y digamos con santa Teresa: “Nada te turbe, nada te espante. Todo se pasa Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta”.

El Papa, en la audiencia

"Jesús nos libera y nos pone en pie. Dios nos creó de pie, no humillados"
El Papa denuncia "visiones de la feminidad infectadas de prejuicios y sospechas que lesionan su intangible dignidad"
"Que el ejemplo de Jesús nos ayude a salir al encuentro de quien está solo y necesitado"

José Manuel Vidal, 31 de agosto de 2016 a las 10:32

Hoy, a todos nosotros pecadores, el Señor nos dice: adelante, ven, yo te perdono y te abrazo. Así es la misericordia de Dios

(José M. Vidal).- Última audiencia del verano en la Plaza de San Pedro, a la espera de la canonización de Madre Teresa. En la catequesis, el Papa Francisco retorna a donde solía: la misericordia y la ternura de Dios, que salva a los pecadores y ofrece dignidad, al tiempo que denuncia "visiones de la feminidad infectadas de prejuicios".
Lectura del pasaje del Evangelio de Mateo sobre la hemorroísa. "Si consigo tocar sus vestidos, quedaré curada...Confianza, hija mía, tu fe te ha salvado"

Algunas frases de la catequesis del Papa
"El Evangelio nos presenta una figura que destaca por su fe y su valentía"
"¡Cuánta fe tenía esta mujer!"
"No sólo está enferma, sino considerada impura y excluida de la liturgia y de la vida conyugal"
"Era una mujer descartada de la sociedad"
"Sabe y siente que Jesús puede salvarla"
"Visiones de la feminidad infectadas de prejuicios y sospechas que lesionan su intangible dignidad"
"Jesús transformó su esperanza en salvación"
"Jesús la ve y con su mirada no la echa. Su mirada es de misericordia y de ternura"
"Jesús no sólo la acoge, sino que la considera digna de tal encuentro"
"¡Cuántas veces nos sentimos interiormente descartados por nuestros muchos pecados! Y El Señor no dice, adelante, ven, para mí no eres un descartado. Es el momento de la gracia, del perdón y de la inclusión. Es el momento de la misericordia"
"Hoy, a todos nosotros pecadores, el Señor nos dice: adelante, ven, yo te perdono y te abrazo. Así es la misericordia de Dios"
"Jesús la restituye la salud y la libera de la discriminación social y religiosa y la restituye a la comunidad"
"Pensemos en los leprosos de antes o en los sin techo de hoy, descartados"
"Jesús nos libera y nos pone de nuevo en pié. Dios nos creo de pié, no humillados"
"Jesús es la única fuente de bendición"
"Jesús indica a la Iglesia el camino a recorrer"


 
Texto íntegro del saludo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas

Como hemos escuchado en el Evangelio, una mujer que sufría flujos de sangre se abrió paso entre la multitud para tocar el borde del manto de Jesús. Estaba convencida de que Jesús era el único que podía liberarla de su enfermedad y de la marginación que sufría desde hacía bastante tiempo.

Cuando la mujer tocó el manto, Jesús se volvió hacia ella y la miró con ternura y misericordia. Fue un encuentro personal, un encuentro de acogida, en el que Jesús alabó su fe sólida, capaz de superar cualquier obstáculo y adversidad.

Jesús no sólo la curò de su dolencia, sino que la libra de sus temores y complejos, le restituye su dignidad y la reintegra en la esfera del amor misericordioso de Dios. Jesús es la fuente de todo bien y de él nos viene la salvación; nosotros debemos acogerlo con fe viva y auténtica, como demostró tener esa mujer.

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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Que el ejemplo de Jesús nos ayude a salir al encuentro de quien está solo y necesitado, para llevar su misericordia y ternura, que sana las heridas y restablece la dignidad de hijos de Dios. Muchas gracias.

 

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