“Llamó a los que quiso...para que estuvieran con él.”

Evangelio según San Marcos 3,13-19. 

Jesús subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios. Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó. 

San Fabián  

SAN FABIÁN Papa y Mártir y SAN SEBASTIÁN, Mártir

El culto de san Sebastián ha estado siempre unido al de san Fabián. Los martirologios más antiguos ponían ya juntos sus nombres y juntos permanecen aún en las Letanías de los santos.

No obstante las amenazas de persecución, el Papa san Fabián (236-250) organizó el cuadro religioso de la Roma cristiana, dividiendo la ciudad en siete distritos, administrados cada uno por un diácono. Fue una de las primeras víctimas de la persecución de Decio, quien lo consideraba como enemigo personal y rival suyo.

La Iglesia disfrutaba de paz en la segunda mitad del siglo III, con lo que creció mucho el número de cristianos. El resultado fue que se extendió una cierta molicie y se originaron diversas luchas intestinas entre los cristianos, como explica el historiador Eusebio. A finales del siglo la Providencia permitió una nueva persecución, de parte de Diocleciano y Maximino, que la empezaron precisamente por los miembros de las tropas. Uno de los casos más famosos fue el del soldado Sebastián.

Sebastián, hijo de familia militar y noble, era oriundo de Narbona, pero se había educado en Milán. Llegó a ser capitán de la primera cohorte de la guardia pretoriana. Era respetado por todos y apreciado por el emperador, que desconocía su cualidad de cristiano. Cumplía con la disciplina militar, pero no participaba en los sacrificios idolátricos. Además, como buen cristiano, ejercitaba el apostolado entre sus compañeros, visitaba y alentaba a los cristianos encarcelados por causa de Cristo.

Esta situación no podía durar mucho. Fue denunciado al emperador. Maximino lo llamó, le afeó su conducta y le obligó a escoger entre ser su soldado o seguir a Jesucristo. Sebastián no dudó, escogió la milicia de Cristo. Desairado el emperador, le amenazó de muerte.


El cristiano Sebastián, convertido en soldado de Cristo por la confirmación, se mantuvo firme en su fe. Entonces, enfurecido Maximino, lo condenó a morir asaeteado. Los sagitarios lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de saetas. Y lo dejaron allí por muerto.



Según el relato de su martirio, sus amigos que estaban al acecho, se acercaron y al ver que aún estaba vivo, lo recogieron, y lo llevaron a casa de una noble cristiana romana, llamada Irene, que lo mantuvo escondido en su casa y le curó las heridas hasta que quedó restablecido.

Le aconsejaban sus amigos que se ausentara de Roma, pero no quiso Sebastián, pues ya se había encariñado con la idea del martirio.

Se presentó inesperadamente ante el emperador, que quedó desconcertado, pues lo daba por muerto. Sebastián le reprochó con energía su conducta por perseguir a los cristianos. Maximino mandó que lo azotaran hasta morir. Los soldados cumplieron esta vez sin errores el encargo y tiraron su cuerpo en un lodazal. Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián.

El culto a San Sebastián es muy antiguo. Es invocado contra la peste y contra los enemigos de la religión. Es uno de los santos más populares y de los que tiene más imágenes y más iglesias dedicadas. Es llamado el Apolo cristiano, uno de los santos más reproducidos por el arte, pues como el martirio lo presenta con el torso desnudo y cubierto de flechas, tenían los artistas más campo de acción. Pero la belleza estaba sobre todo en su alma, en su inquebrantable fidelidad a Cristo, que él prefirió a todas las ventajas y prestigios humanos, que le ofrecía el emperador.

San Ambrosio, que luego sería arzobispo de Milán, fue su gran panegirista: "Aprovechemos el ejemplo del mártir San Sebastián. Era oriundo de Milán y marchó a Roma en tiempo en que la fe sufría allí una terrible persecución. Allí padeció, mejor dicho, allí fue coronado".

En el cielo goza de doble aureola de mártir, pues padeció doble martirio, suficiente cada uno de ellos para alcanzar la corona de la gloria. Su generosidad en arrostrarlo por segunda vez es un ejemplo para todos.

oremos 
Señor Dios, gloria de aquellos que has escogido para tu servicio, te pedimos que, por la intercesión del Papa y mártir San Fabián, nos concedas progresar continuamente en la misma fe que él vivió y en el deseo de servirte cada día con mayor entrega. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


Señor, danos el espíritu de fortaleza, para que, siguiendo el ejemplo del mártir San Sebastián, aprendamos a obedecerte a ti que a los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Calendario de fiestas marianas: Nuestra Señora de las Mesas, Montpellier, Francia. "Armas de la ciudad de Montpellier"

San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia Homilías sobre el Cantar de los Cantares, 84, 1.5

“Llamó a los que quiso...para que estuvieran con él.”

“De noche busqué al amor de mi alma.” (Ct 3,1) ¡Qué bien tan grande buscar a Dios! Para mí no hay bien mayor. El primer don de Dios no se añade a ninguna virtud, porque no hay virtud anterior a este don de buscar a Dios. ¿Qué virtud se podría atribuir a aquel que no busca a Dios, y qué límite poner a la búsqueda de Dios? “Buscad siempre su rostro” dice el salmo (104,4) Yo creo que incluso cuando se le haya encontrado no cesaremos de buscarlo. 

No se busca a Dios corriendo hacia alguna parte sino deseándolo. Porque la felicidad de haberlo encontrado no apaga el deseo sino, al contrario, lo agranda. El colmo de la alegría...es más bien como aceite sobre el fuego, porque el deseo es una llama. La alegría será colmada (Jn 15,11) pero el deseo no tendrá fin, y tampoco la búsqueda... 

Pero, que cada alma que busca a Dios sepa que Dios se le ha adelantado, que es buscada por él antes que ella se haya puesto en movimiento para buscarle. ..A esto os llama la bondad de aquel que os precede y os busca y os ha amado el primero. Pues, si no hubieseis sido buscados nunca os hubierais puesto a buscarle. Si él no os hubiera amado primero no lo amaríais. El os pasó delante, no por una gracia única sino por dos gracias: por el amor y por la búsqueda. El amor es la causa de la búsqueda. La búsqueda es el fruto del amor y es también la prueba del amor. A causa del amor no teméis de ser buscados. Y porque habéis sido buscados no seréis amados en vano.

El Papa Francisco y Martín Lutero

El Papa recuerda el encuentro de Lund y anima al "compromiso común con los que sufren"
Francisco: "La intención de Martín Lutero fue renovar la Iglesia, no dividirla"
Invita a los luteranos finlandeses a "redescubrir juntos el Evangelio y dar testimonio de Cristo con vivacidad renovada"

El verdadero ecumenismo, se basa en la conversión común a Jesús como nuestro Señor y Redentor. Sin nos acercamos junto a él, nos acercamos también los unos a los otros

(Jesús Bastante).- Francisco sigue dando pasos para la rehabilitación de Martín Lutero. Después de sus palabras previas al viaje a Lund, donde afirmó que el agustino "fue un reformador en un momento difícil, puso la palabra de Dios en manos de los hombres", y tras el paso de reconocerle como "un testigo del Evangelio", Bergoglio indicó esta mañana que "la intención de Martín Lutero, hace 500 años, era renovar la Iglesia, no dividirla".

En su tradicional encuentro con la delegación ecuménica de Finlandia, que se produce todos los años coincidiendo con la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, Francisco recordó que "el año conmemorativo de la Reforma representa para católicos y luteranos una ocasión privilegiada para vivir de manera más auténtica la fe, para redescubrir juntos el Evangelio y dar testimonio de Cristo con vivacidad renovada".

Para el Papa, este año, en el que se conmemora el V Centenario de la Reforma, "llama al acercamiento a partir de la conversión común a Jesucristo como nuestro Señor". Y es que, subrayó, "el verdadero ecumenismo, se basa en la conversión común a Jesús como nuestro Señor y Redentor. Sin nos acercamos junto a él, nos acercamos también los unos a los otros".

Bergoglio recordó el encuentro mantenido en Lund el 31 de octubre pasado, que "ha tenido un significado importante a nivel humano y teológico-espiritual", pues "después de cincuenta años de diálogo ecuménico oficial se logró exponer claramente las perspectivas sobre las cuales hoy "podemos decir que estamos de acuerdo".

A su vez, el Papa señaló cómo "tenemos presente en nuestro corazón el arrepentimiento sincero por nuestras culpas", más allá de las intenciones, pues en el encuentro de Lund "se quiso recordar que la intención de Martín Lutero no era el de dividir la Iglesia, sino de renovarla".

Fue, el de Lund, un momento "para un compromiso común de apoyar juntos a quienes sufren y están expuestos a persecuciones y violencias", añadió Francisco, quien incidió en que "haciendo esto como cristianos, no estamos más divididos sino que estamos unidos en el camino hacia la plena comunión". Finalmente, el recuerdo del Sucesor de Pedro del centenario del Consejo Ecuménico Finlandés y los cien años de independencia de Finlandia, y el deseo de que esta peregrinación "contribuya en reforzar ulteriormente la buena colaboración entre ortodoxos, luteranos y católicos en Finlandia y en el mundo".

Simplemente estar contigo
Marcos 3, 13-19. II Viernes de Tiempo Ordinario. Ciclo A.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Vengo hoy a Ti, Señor, porque te quiero, porque te necesito… porque sé que no puedo nada sin Ti… y todo contigo. Hoy quiero estar un momento en tu presencia.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Por diversas razones, en algún momento de la vida, nos hemos visto alejados de las personas que amamos. Son en estos momentos cuando, irónicamente, nos sentimos más cerca de ellos. Aunque no estén en cuerpo, podemos sentirlos, pues los llevamos en el corazón. Están con nosotros ya que ocupan nuestro pensamiento; protagonizan nuestras conversaciones y, también, son dueños, muchas veces, de nuestras lágrimas… producidas por la tristeza de extrañarles o la alegría de recordarles.

Cuando experimentamos esos momentos, casi inconscientemente suspiramos: «quisiera estar con ella… con él… con ellos». Daríamos cualquier cosacon tan sólo estar junto a la persona que se adueña de nuestros pensamientos.

Estar con alguien se convierte en algo tan importante que quisiéramos darle el valor de lo eterno. Estar, con todo lo que la palabra implica, descubrimos que tiene una profundidad… que cuando verdaderamente se está ni siquiera se quiere hablar, pues las palabras podrían perturbar lo que sólo una mirada puede decir…puede expresar.

Señor, éste es tu deseo, que yo esté contigo. Haciendo lo que esté haciendo, quieres que esté contigo. Trabajo, estudios… ahí… sólo contigo. Sólo así es cuando puedo ser un verdadero apóstol. Sólo así es cuando puedo predicar tu amor.

Estar contigo es vivir mi vida haciendo vida aquello que he conocido…al estar contigo. Gracias, Señor, por estar conmigo.

«¿Qué nos da el Señor? Nos regala su amistad fiel, que no la retirará jamás. El Señor es el amigo para siempre. Además, si tú lo decepcionas y te alejas de él, Jesús sigue amándote y estando contigo, creyendo en ti más de lo que tú crees en ti mismo. Esto es lo específico del amor que nos enseña Jesús. Y esto es muy importante. Porque la amenaza principal, que impide crecer bien, es cuando no importas a nadie —esto es triste—, cuando te sientes marginado. En cambio, el Señor está siempre junto a ti y está contento de estar contigo.»

(Homilía de S.S. Francisco, 24 de abril de 2016).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En un momento de mi día buscar el tiempo para visitar una capilla y hacer una visita frente al Sagrario para estar verdaderamente con el Señor.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Llamados a ser apóstoles
Aquel que quiere ser apóstol hasta las raíces, ha de alcanzar el grado más alto posible de autosantificación


La santificación es el fundamento del apostolado. El grado de autosantificación debe corresponder al grado de la actividad apostólica y viceversa. Entonces, “aquel que quiere ser apóstol hasta las raíces, ha de alcanzar el grado más alto posible de autosantificación” (Principios Generales, pág. 91). Y este es el caso de los miembros de Schoenstatt.

Pero no se trata solamente de educarnos y santificarnos para el apostolado universal, sino también de educarnos y santificarnos a través del apostolado. Es decir: el apostolado es también un medio poderoso en el camino hacia la santidad. En conclusión podemos decir que el mejor apóstol y el mejor preparado para el apostolado, es el más santo.

Como miembros de Schoenstatt, todos estamos llamados a ser apóstoles y a tener un espíritu marcadamente apostólico. Es nuestra vocación al apostolado universal.

En el año 1928, el Padre dio una definición del hombre apostólico. Decía: “El apóstol es un hombre que, partiendo de una profunda vinculación a Dios, se empeña permanentemente y con todos los medios, por la salvación de las almas inmortales” (Principios Generales, pág. 86).

Dios, fuente de nuestro apostolado
En esta definición hay algo esencial para el apostolado cristiano y schoenstattiano: la vinculación con Dios. Todo apostolado debe tener su fuente en el amor a Dios. El amor al prójimo debe encenderse en el amor a Dios, es proyección, es prolongación del amor a Dios.

Esto me recuerda un suceso que he leído alguna vez: El abad Pierre, famoso sacerdote francés, que había fundado una organización para ayudar a los más pobres - los traperos de Emaús - visitó la Argentina en los años 60. Y sucedió que viajando desde Buenos Aires a Montevideo se hundió su barco en un gran accidente. Él consiguió salvarse porque una señora le tendió un palo que flotaba, y permaneció así unas horas a la deriva. Al día siguiente, los periodistas le preguntaron que había pensado ante la inminente posibilidad de la muerte:

“Miren - les dijo - yo creo haber pasado mi vida con una mano tendida hacia los demás y yo estaba seguro que teniendo una mano tendida a los demás, la otra mano me la sostenía Dios”.

Me parece una respuesta maravillosa de parte de uno de los grandes apóstoles de nuestro tiempo. Y a la vez es como un símbolo de lo que estamos hablando: el verdadero apóstol tiene una mano tendida hacia Dios y la otra hacia los hermanos.

Debemos preguntarnos si la fuente de nuestro apostolado es realmente Dios. O si hacemos apostolado más bien por una tendencia natural a la actividad, o por un afán de lucir, o tal vez por puro activismo. En tales casos estaríamos construyendo sobre arena, y no sobre fundamento firme.

La salvación de las almas inmortales
El apóstol se empeña por la salvación de las almas inmortales. Este celo por las almas caracterizaba a los grandes apóstoles de todos los tiempos. San Ignacio decía: “Si pudiera morir mil veces al día, moriría con gusto por salvar una sola alma”. Y también su gran discípulo, San Francisco Javier, cuando una vez bautizó a un niño moribundo, comentaba: “Esto ya me recompensa del largo y penoso viaje que tuve que hacer para llegar a las Indias”. Santa Catalina de Siena, que por su actividad apostólica hizo un bien extraordinario para el Reino de Dios, decía de sí misma: “Mi naturaleza es de fuego”.

Eso me recuerda unas palabras que el Padre solía decirnos en este contexto: “Con un pedazo de hielo no es posible hacer fuego”. ¿Llevamos nosotros un fuego adentro que quiere encender a otros corazones? El Padre Kentenich tenía, sin duda, esta naturaleza de fuego. Una vez aseguraba: “Durante toda mi vida me ha guiado un único gran ideal: Dios y las almas. Todo lo demás es secundario para mí, es subordinado consecuentemente a esta única gran idea de mi vida…Día y noche - así se puede decir con razón - he vivido y trabajado en mi taller secreto exclusivamente para las almas…”

Preguntas para la reflexión
1. ¿Soy una persona apostólica?
2. ¿Puedo enumerar mis apostolados?

¿Para qué hacerme un tatuaje?
Lo malo de ponerse un tatuaje no estaría en el hecho mismo sino en el tipo de tatuaje y la prudencia y el decoro del lugar del cuerpo que se escoge

Hoy no es extraño ver personas con tatuajes. Hay de todos los tamaños, formas, motivos y colores, y están puestos en mayor o menor cantidad en las más diversas partes del cuerpo. En este video el P. Mike Schmitz primero enfrenta la pregunta por la moralidad del hecho de tatuarse. Como verán su respuesta es sencilla y clara. Lo malo de ponerse un tatuaje no estaría en el hecho mismo sino en el tipo de tatuaje y la prudencia y el decoro del lugar del cuerpo que se escoge. A lo largo del video presenta otras reflexiones en torno al tema que son muy interesantes y entretenidas.

En esta ocasión quisiera invitarlos a profundizar en la parte final del video. ¿Para qué ponerse un tatuaje? Es constitutivo de nuestra naturaleza humana querer encontrar la propia identidad, ser fiel a ella y poder expresarla con nuestra vida. Esta necesidad está estrechamente vinculada con preguntas fundamentales como: ¿Quién soy?¿Para qué nací? ¿A dónde voy? Para muchas personas el tatuaje escogido busca cumplir la misión de responder a esas preguntas cotidianamente.

Independientemente de la existencia de nuevos métodos para borrarlos, pensemos un momento en el carácter permanente o perpetuo de los tatuajes. De alguna manera esto invita a la persona a cuestionarse y enfrentar la realidad de los compromisos en la vida, especialmente aquellos que son para siempre. Ante la fugacidad de las modas, los sentimientos, los gustos, los estados de ánimo o las maneras de pensar, con esta ocasión nace la pregunta por lo estable, lo firme, lo duradero, lo que nunca pasa, lo que nunca cambia, lo eterno. Y de alguna manera nos hace tocar y ver la necesidad que tenemos de una roca firme, nuestra vocación a conocer la verdad y nuestra profunda necesidad de Dios. Tener que escoger algo para siempre nos invita a preguntarnos: ¿A qué le diría hoy sí para siempre? ¿Estoy comprometido con algo o alguien a ese nivel?

El difícil camino de la conversión
Pasos: arrepentimiento, aprender a transfigurarse en Cristo, seguir el ejemplo de los Santo y reflexionar 

“Conversión; Transformación o cambio en algo distinto, para llegar a una nueva forma de vida.” 
Desarrollarse  al bien y a la conversión es el fin de cada uno de nosotros, Cristo ha hecho esto posible. Es así, como la conversión a Cristo,  y consecuentemente a la Iglesia que el fundó, es la fuente de una esperanza de muchos de los que decimos profesar su fe.

La conversión
LA CONVERSION DE SAN PABLO. San Pablo fue un judío célebre por ser cazador y persecutor de los seguidores de Cristo. A Pablo, se le aparece directamente Jesús y, queda convertido en apóstol, de la misma categoría que quienes habían visto y seguido al Señor, durante su vida pública.

SS Juan Pablo II, en la homilía de la misa de clausura de la semana de oración por la unidad de los cristianos 25 de enero de 1997, nos dice: Jesús se revela plenamente a Pablo como el que ha resucitado de entre los muertos. Al Apóstol se le concede, así, «ver al Justo y oír su voz» (Hch 22, 14). Desde aquel momento, Pablo es constituido «apóstol» como los Doce, y podrá afirmar, dirigiéndose a los Gálatas: «Aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo, para que lo anunciase entre los gentiles» (Ga 1, 15-16). La conversión de Pablo se realiza a través del sufrimiento. Se puede decir que antes fue derrotado en él Saulo, el perseguidor, para que pudiera nacer Pablo, el Apóstol de los gentiles. Su llamada es, quizá, la más singular de un Apóstol: Cristo mismo derrota en él al fariseo y lo transforma en un ardiente mensajero del Evangelio. La misión que Pablo recibe de Cristo está en armonía con la que confió a los Doce, pero con un matiz y un itinerario particular: él será el Apóstol de los gentiles.  (Juan Pablo II)

  1. SS JUAN PABLO II, EN CONVERSACIÓN CON LOS JÓVENES DE LA DIÓCESIS DE ROMA LES ENSEÑA:

Es verdad; hoy, en general, no se siente la necesidad de conversión, como sucedía en otro tiempo……Sólo gracias a un proceso constante de conversión y renovación el hombre avanza por el arduo sendero del conocimiento de sí, del dominio de la propia voluntad y de la capacidad de evitar el mal y hacer el bien………………….No quiero decir que el camino de la conversión sea fácil. Cada uno sabe lo difícil que es reconocer los propios errores. En efecto, solemos buscar cualquier pretexto con tal de no admitirlos. Sin embargo, de este modo no experimentamos la gracia de Dios, su amor que transforma y hace concreto lo que aparentemente parece imposible obtener. Sin la gracia de Dios, ¿cómo podemos entrar en lo más profundo de nosotros mismos y comprender la necesidad de convertirnos? La gracia es la que transforma el corazón, permitiendo sentir cercano y concreto el amor del Padre. (ENCUENTRO DEL PAPA JUAN PABLO II CON LOS JÓVENES DE LA DIÓCESIS DE ROMA COMO PREPARACIÓN PARA LA XIV JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD Jueves 25 de marzo de 1999)

SS BENEDICTO XVI, EN EL ENCUENTRO CON EL CLERO DE ROMA, LES ENSEÑA; No podemos pensar en vivir inmediatamente un vida cristiana al ciento por ciento, sin dudas y sin pecados. Debemos reconocer que estamos en camino, que debemos y podemos aprender, que necesitamos también convertirnos poco a poco. Ciertamente, la conversión fundamental es un acto que es para siempre. Pero la realización de la conversión es un acto de vida, que se realiza con paciencia toda la vida. Es un acto en el que no debemos perder la confianza y la valentía del camino. Precisamente debemos reconocer esto: no podemos hacer de nosotros mismos cristianos perfectos de un momento a otro. Sin embargo, vale la pena ir adelante, ser fieles a la opción fundamental, por decirlo así, y luego continuar con perseverancia en un camino de conversión que a veces se hace difícil. En efecto, puede suceder que venga el desánimo, por lo cual se quiera dejar todo y permanecer en un estado de crisis. No hay que abatirse enseguida, sino que, con valentía, comenzar de nuevo. El Señor me guía, el Señor es generoso y, con su perdón, voy adelante, llegando a ser generoso también yo con los demás. Así, aprendemos realmente a amar al prójimo y la vida cristiana, que implica esta perseverancia de no detenerme en el camino. (EN SU ENCUENTRO CON EL CLERO DEL ROMA, EL 22 DE FEBRERO, BENEDICTO XVI MARTES, 6 MARZO 2007)

El Papa Francisco con Evangelii Gaudium recuerda a los laicos “la imperiosa emergencia de tomar conciencia de su propia identidad católica”. “El Señor Jesús nos está pidiendo y la Iglesia nos pide a través del Papa que nos convirtamos en apóstoles, que nos sintamos responsables por la conversión del mundo, todas las personas que conocemos, trabajo, familia, amigos, que nosotros seamos para ellos realmente testimonio vivo de que Cristo es real, de que Cristo está vivo, que ha resucitado y que tiene el poder de cambiar la vida de todo el mundo, especialmente haceros felices en el cambio total del corazón” 

Pasos para la conversión

UN PRIMER PASO, EL ARREPENTIMIENTO
Si leemos la historia de los Santos, encontraremos que en ellos no había vanidad de su camino a la santidad, es decir, todos ellos daban testimonio de ser y haber sido pecadores, de sentir debilidad, de tener pobreza de sentimiento en sus almas, pero si, caminando hacia la perfección, arrepintiéndose, transformándose y convirtiéndose a Cristo. Jesús dijo "¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado!" (Mt 4,17).- El arrepentirse requiere transformación y exige un cambio de actitud, además es una experiencia necesaria para llegar a conocer a Cristo, en otras palabras quien no se arrepiente,  por mucho que intente conocerle, no lo podrá conocer ni podrá ir al Reino de los Cielos. El no arrepentirse, es vivir esclavizado en la mentira, y ser esclavo es carecer de libertad, y Dios nos quiere libre y para ser libre, debemos se consecuente con la Palabra de Jesucristo, quien nos dijo «Ustedes serán verdaderos discípulos míos si perseveran en mi palabra; entonces conocerán la verdad, y la verdad los hará libres». (Jn 8, 31-32) Jesús, nos otorga la gracia de liberarnos de la esclavitud del pecado, para eso debemos comenzar por el arrepentimiento. Jesús les contestó: «En verdad, en verdad les digo: el que vive en el pecado es esclavo del pecado. Pero el esclavo no se quedará en la casa para siempre; el hijo, en cambio, permanece para siempre. Por tanto, si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres. Es así, como el arrepentimiento es el camino hacia la libertad. El amor al arrepentimiento, es el odio al pecado, este tipo de odio, es un sentimiento de rechazo y antipatía que nos podemos permitir. El arrepentimiento es el primer paso al camino con el encuentro con el Señor. El arrepentimiento es reconciliarse con Dios. Tengo la convicción plena, que todo el mundo necesita arrepentirse, ¿alguien se siente libre de culpas? Para reconocerse creyente, hay que reconocerse como pecadores, y si decimos que no tenemos pecado ¿hasta que punto estamos diciendo la verdad? “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no Está en nosotros.” (1 Juan 1,8). Confesar nuestras faltas, es buscar la amistad de Cristo Jesús, y es querer limpiarnos de nuestras impureza, “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.”, (1 Juan 1,9) No se puede predicar el Evangelio y vivir distinto a el, quien lo haga, finge cualidades, ideas o sentimientos contrarios a los que verdaderamente tiene. Lo peor, es que no estamos siendo consecuente con su Palabra, “le hacemos a él mentiroso, y su palabra no Está en nosotros” (1 Juan 1,10). Es decir,  su Palabra no habita en nosotros, no conoce nuestro corazón.

UN SEGUNDO PASO, APRENDER A TRANSFIGURARSE EN CRISTO
Mucho hablamos de imitar a Cristo, de transformarse en Cristo o transfigurarse con Cristo. En efecto nuestro camino a la conversión y a nuestra santificación consiste en conocer a Cristo, y luego tener una nueva forma de vida, como la de Cristo. Al leer los Evangelios, las Epístolas de San Pablo o la vida de los santos, encontramos  que este es el ideal que esta presente, y no es otro que vivir en Cristo; transformarse en Cristo. San Pablo, un enamorado de Cristo escribe: «Nada juzgué digno sino de conocer a Cristo y a éste crucificado» (1Cor 2,2)... «Vivo yo, ya no yo, sino Cristo vive en mí» (Gál 2,20). La tarea de todos los santos es realizar en la medida de sus fuerzas, según la donación de la gracia, diferente en cada uno, el ideal de san Pablo, vivir la vida de Cristo. Imitar a Cristo, meditar en su vida, conocer sus ejemplos. Muchos artículos escribió San Alberto Hurtado, un santo de nuestro tiempo,  grande fue y es su obra, su trabajo fue tan impresionante como su legado, pues lo que dejó y transmitió a sus sucesores y a su pueblo, como una tarea de amor total, a continuación, reproduzco lo que el nos enseña de la forma errada y cual es la solución para transformarse en Cristo.

(TOMADO DE CONFERENCIA A ALUMNOS Y PROFESORES DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA EN 1940, DOCUMENTOS DEL CENTRO DE ESTUDIOS Y DOCUMENTACIÓN “PADRE HURTADO U.C. DE CHILE)

SAN ALBERTO HURTADO, ALGUNAS MANERAS ERRADAS DE TRANSFIGURASE EN CRISTO:
“Para unos, la imitación de Cristo se reduce a un estudio histórico de Jesús. Van a buscar el Cristo histórico y se quedan en Él. Lo estudian.

Leen el Evangelio, investigan la cronología, se informan de las costumbres del pueblo judío... Y su estudio, más bien científico que espiritual, es frío e inerte. La imitación de Cristo para éstos se reduciría a una copia literal de la vida de Cristo. Pero no es esto.  Para otros, la imitación de Cristo es más bien un asunto especulativo. Ven en Jesús como el gran legislador; el que soluciona todos los problemas humanos, el sociólogo por excelencia; el artista que se complace en la naturaleza, que se recrea con los pequeñuelos... Para unos es un artista, un filósofo, un reformador, un sociólogo, y ellos lo contemplan, lo admiran, pero no mudan su vida ante Él. Cristo permanece sólo en su inteligencia y en su sensibilidad, pero no ha trascendido a su vida misma.”

“Otro grupo de personas creen imitar a Cristo preocupándose, al extremo opuesto, únicamente de la observancia de sus mandamientos, siendo fieles observadores de las leyes divinas y eclesiásticas. Escrupulosos en la práctica de los ayunos y abstinencias. Contemplan la vida de Cristo como un prolongado deber, y nuestra vida como un deber que prolonga el de Cristo. A las leyes dadas por Cristo ellos agregan otras, para completar los silencios, de modo que toda la vida es un continuo deber, un reglamento de perfección, desconocedor en absoluto de la libertad de espíritu. El foco de su atención no es Cristo, sino el pecado. El sacramento esencial en la Iglesia no es la Eucaristía, ni el bautismo, sino la confesión. La única preocupación es huir del pecado. E imitar a Cristo para ellos es huir de los pensamientos malos, evitar todo peligro, limitar la libertad de todo el mundo y sospechar malas intenciones en cualquier acontecimiento de la vida. No; no es ésta la imitación de Cristo que proponemos. Esta podría ser la actitud de los fariseos, no la de Cristo.” “Para otros, la imitación de Cristo es un gran activismo apostólico, una multiplicación de esfuerzos de orientación de apostolado, un moverse continuamente en crear obras y más obras, en multiplicar reuniones y asociaciones. Algunos sitúan el triunfo del catolicismo únicamente en actitudes políticas. Para otros, lo esencial una gran procesión de antorchas, un meeting monstruo, la fundación de un periódico... Y no digo que eso esté mal, que eso no haya de hacerse. Todo es necesario, pero no es eso lo esencial del catolicismo.”

SAN ALBERTO HURTADO, NO SOLO NOS DICE LA FORMA ERRADA, SINO QUE NOS DICE CUAL ES LA VERDADERA SOLUCIÓN PARA TRANSFIGURASE EN CRISTO.-
“Nuestra religión no consiste, como en primer elemento, en una reconstrucción del Cristo histórico; ni en una pura metafísica o sociología o política; ni en una sola lucha fría y estéril contra el pecado; ni primordialmente en la actitud de conquista. Nuestra imitación de Cristo no consiste tampoco en hacer lo que Cristo hizo, ¡nuestra civilización y condiciones de vida son tan diferentes! Nuestra imitación de Cristo consiste en vivir la vida de Cristo, en tener esa actitud interior y exterior que en todo se conforma a la de Cristo, en hacer lo que Cristo haría si estuviese en mi lugar. Lo primero necesario para imitar a Cristo es asimilarse a Él por la gracia, que es la participación de la vida divina. Y de aquí ante todo aprecia el bautismo, que introduce, y la Eucaristía que alimenta esa vida y que da a Cristo, y si la pierde, la penitencia para recobrar esa vida... Y luego de poseer esa vida, procura actuarla continuamente en todas las circunstancias de su vida por la práctica de todas las virtudes que Cristo practicó, en particular por la caridad, la virtud más amada de Cristo. La encarnación histórica necesariamente restringió a Cristo y su vida divino–humana a un cuadro limitado por el tiempo y el espacio. La encarnación mística, que es el cuerpo de Cristo, la Iglesia, quita esa restricción y la amplía a todos los tiempos y espacios donde hay un bautizado. La vida divina aparece en todo el mundo. El Cristo histórico fue judío vivió en Palestina, en tiempo del Imperio Romano. El Cristo místico es chileno del siglo XX, alemán, francés y africano... Es profesor y comerciante, es ingeniero, abogado y obrero, preso y monarca... Es todo cristiano que vive en gracia de Dios y que aspira a integrar su vida en las normas de la vida de Cristo en sus secretas aspiraciones. Y que aspira siempre a esto: a hacer lo que hace, como Cristo lo haría en su lugar. A enseñar la ingeniería, como Cristo la enseñaría, el derecho..., a hacer una operación con la delicadeza de Cristo..., a tratar a sus alumnos con la fuerza suave, amorosa y respetuosa de Cristo, a interesarse por ellos como Cristo se interesaría si estuviese en su lugar. A viajar como viajaría Cristo, a orar como oraría Cristo, a conducirse en política, en economía, en su vida de hogar como se conduciría Cristo. Esto supone un conocimiento de los evangelios y de la tradición de la Iglesia, una lucha contra el pecado, trae consigo una metafísica, una estética, una sociología, un espíritu ardiente de conquista... Pero no cifra en ellos lo primordial. Si humanamente fracasa, si el éxito no corona su apostolado, no por eso se impacienta. La única derrota consiste en dejar de ser Cristo por la apostasía o por el pecado. Este es el catolicismo de un Francisco de Asís, Ignacio, Javier, y de tantos jóvenes y no jóvenes que viven su vida cotidiana de casados, de profesores, de solteros, de estudiantes, de religiosos, que participan en el deporte y en la política con ese criterio de ser Cristo. Éstos son los faros que convierten las almas, y que salvan las naciones”.

TERCER PASO, APRENDER DE LOS SANTOS
La Iglesia Católica tiene canonizado más de 5000  santos, solo con nombres que comienzan con la letra a, hay unos 800, pero cuando queremos hablar de ejemplos de conversión, solo nos fijamos en algunos y son casi los mismos de siempre, es así como quiero exponer tres caso distintos, pero todos llenos de admiración.

SAN AGUSTIN, "toma y lee, toma y lee"
Es un modelo de conversión, basta leer su libro confesiones, para darse cuenta que su vida antes de la conversión no es muy distinta a las formas de vida de muchos de nuestro tiempo. “Y eres tú mismo quien estimula al ser humano a que halle satisfacción alabándote, porque nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti". (Conf. I, I, I ) Muchas personas influyeron en la conversión de Agustín, en sus biografía, se dice una especial mención a San Ambrosio, obispo de Milán, no tanto por su contacto personal, más bien por su predicación, que lo hizo descubrir lo diferente que era la fe cristiana, él se había imaginado algo distinto. En efecto, san Ambrosio con sus predicas le enseñó a interpretar los textos bíblicos, y a introducirle algunas ideas totalmente nuevas: "Me di cuenta, con frecuencia, al oír predicar a nuestro obispo… que cuando pensamos en Dios o el alma, que es lo más cercano a Dios en el mundo, nuestros pensamientos no captan nada material ". Como muchos santos, la conversión se produce en momentos de crisis personal, es así como a San Agustin, estando en el jardín de su residencia de Milán, escuchó una voz procedente de una casa vecina, cantando como si fuera un niño o niña, repitiendo una y otra vez: "Toma y lee, toma y lee". Él interpretó aquellas palabras como si fueran un mandato divino, abrió la Biblia y leyó el primer pasaje que se ofreció a sus ojos: "Nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias". (Rom. 13, 13-14). San Agustín, tenia más de treinta años, me imagino todo lo que habrá sentido en ese minuto, el mismo confiesa en el Capítulo XII de la VI parte de sus Confesiones su desconcierto y esclavitud en que le tenía encadenada la lujuria. Pero a partir de ese instante, toda sombra de duda desapareció. No fue meramente accidental el que un texto del gran convertido, el Apóstol Pablo, fuera el núcleo de la conversión de Agustín. La influencia de Pablo en Agustín continuó a lo largo de toda su vida. San Agustin decía: "No quiero salvarme sin vosotros". "¿Cuál es mi deseo? ¿Para qué soy obispo? ¿Para qué he venido al mundo? Sólo para vivir en Jesucristo, para vivir en El con vosotros. Esa es mi pasión, mi honor, mi gloria, mi gozo y mi riqueza". Pocos hombres han poseído un corazón tan afectuoso y fraternal como el de San Agustín. Se mostraba amable con los infieles y frecuentemente los invitaba a comer con él; en cambio, se rehusaba a comer con los cristianos de conducta públicamente escandalosa y les imponía con severidad las penitencias canónicas y las censuras eclesiásticas. Aunque jamás olvidaba la caridad, la mansedumbre y las buenas maneras, se oponía a todas las injusticias sin excepción de personas.

SAN FRANCISCO DE ASIS, convertirse a Cristo.
(Conceptos tomados de la lectura de “La conversión de san Francisco a Cristo, Génesis de un encuentro, Por Pierre B. Beguin, o.f.m)

Francisco de Asís «se convirtió a Cristo». ¿Qué significaba para él esta expresión, «convertirse a Cristo»? ¿Y qué puede significar para nosotros? Pero, en primer lugar, ¿de qué «conversión» se trata?, La Biografía de San Francisco, nos deja un enseñanza sobre la conversión como un regalo de Dios, El joven Francisco estaba «ansioso de gloria», y Dios se sirvió de esa inclinación natural suya para atraerlo y hacerlo pasar de la sed de vanagloria a la ambición de la verdadera gloria (TC 5). Entonces se abre para él el camino de la «conversión», que lo llevará a descubrir «la verdadera vida religiosa que abrazó» más tarde (TC 7). Es así, como Francisco pasa por un progresivo cambio total (TC 8-13).

Francisco descubre a «su Señor» (TC 13-15).- Hasta aquí, tanto en los sueños como en la oración, ha sido un desconocido, una voz, una inspiración interior, el que ha guiado a Francisco. Éste ha hecho la experiencia de la presencia de Dios, pero no lo ha visto. ¿Cómo, por otra parte, lo podría? Sin embargo, Dios se le va a «revelar» bajo los rasgos humanos que tomó al encarnarse en Jesucristo. Ese Dios que le hablaba, que «dirigía ya sus pasos» (TC 10), tendrá en adelante un rostro: el del Crucifijo de San Damián, que se anima y habla a Francisco. El «Señor» de quien Francisco aspiraba a ser vasallo y leal, será en adelante Cristo, y Cristo crucificado (2). Esta revelación fue para él una iluminación que lo llenó de gozo: tuvo la íntima convicción de «que había sido Cristo crucificado el que le había hablado» y le había confiado, por fin, una tarea concreta que cumplir en su servicio (TC 13).

Convertirse a Cristo.- Según el hermano León, esta expresión sería del mismo san Francisco. Se la encuentra, en todo caso, en el Testamento de santa Clara (TestCl 9), y otras fuentes franciscanas la utilizan, caracteriza bien la andadura de quienes reconocen en Francisco a su «fundador» e inspirador «en el servicio de Cristo» (TestCl 7). Francisco, en efecto, se convirtió a una Persona, y no a una idea o a un sistema. Literal y decididamente, Francisco «se vuelve hacia» la Persona de Cristo cuando éste se le manifiesta en la capilla de San Damián: desde ese momento, Cristo se convierte realmente para él en «el camino, la verdad y la vida» (Adm 1,1; 1 R 22,40). Y esta orientación va a determinar toda su andadura espiritual, tal como él mismo la evoca al comienzo de su Testamento. San Francisco, en su Testamento, nos deja entrever su evolución espiritual, precisamente durante el período de su «conversión». En cuanto a acontecimientos concretos, no mucho. Él sitúa el corte entre su «vida de pecados» y su «vida de penitencia» en el momento en que «el Señor lo condujo entre los leprosos» y en que se puso a su servicio (Test 1-2). En efecto, fue entonces, como lo señala la Leyenda refiriéndose explícitamente a este texto, cuando invirtió su escala de valores y cuando la amargura de antes se convirtió para él en «dulzura de alma e incluso de cuerpo» (Test 3; TC 11).

SANTA EDITH STEIN, (Sor Benedicta de la Cruz). Abrazadora de la cruz con un amor como el de Cristo.

"No se puede adquirir la ciencia de la Cruz más que sufriendo verdaderamente el peso de la cruz. Desde el primer instante he tenido la convicción íntima de ello y me he dicho desde el fondo de mi corazón: Salve, OH Cruz, mi única esperanza".

Esta es una santa muy contemporánea, fue canonizada como mártir en 1998 por el Papa Juan Pablo II, quien le dio el titulo de “mártir de amor”. En octubre de 1999, fue declarada co-patrona de Europa. Desde poco después de su muerte en las cámaras de gas del campo de concentración de Auschwitz el 9 de agosto de 1942, el asombroso camino de conversión y la profunda coherencia cristiana de Edith Stein la convirtieron en una figura cada vez más admirada. Su peregrinación del judaísmo al catolicismo y de la vida intelectual a la contemplación como carmelita descalza, la convirtieron para muchos en un ejemplo y un símbolo no sólo de diálogo interreligioso, sino de reconciliación entre el pensamiento y la fe. Ella paso primero por el desencanto del judaísmo, al atractivo catolico, al observar como en lo ritos fúnebres se encomendaban a los hombres a la misericordia de Dios. Fue una mujer inteligente y destacó en los estudios, Las virtudes aprendidas en casa, junto a una profunda y despierta inteligencia, hicieron progresar a Edith en el mundo académico, a pesar de los prejuicios contra las mujeres y los judíos de aquella Alemania rígida. Destacó en el colegio, y fue a Göttingen a estudiar filosofía. Edith, en filosofía, buscaba la verdad. Pero, a la vez, un intenso trabajo la absorbía, y no dejaba tiempo para la consideración de otras cosas; de hecho, no tenía fe. Edith, fue una mujer curtida por el dolor y la muerte, En 1914 apareció de improviso la guerra. Muchos de los amigos de Edith fueron al frente. Ella no podía quedarse sin hacer nada, y se apuntó como enfermera voluntaria. La enviaron a un hospital austriaco. Atendió soldados con tifus, con heridas, y otras dolencias. El contacto con la muerte le impresionó. Edith recibió la Medalla al Valor por su trabajo en el hospital. Edith, no tenía fe, leyó La Vida de santa Teresa de Jesus, y concluyó: ¡Esto es la verdad!-

Algunas conversiones de amigos y algunas escenas de fe que pudo ver habían impresionado a Edith. Empezó a leer obras sobre el cristianismo, y el Nuevo Testamento. Un día tomó un libro al azar en casa de unos amigos conversos. Resultó ser la autobiografía -La Vida- de Santa Teresa de Jesús. Le absorbió por completo. Cuando lo acabó, sobrecogida, exclamó: "¡Esto es la verdad!". Inmediatamente, compró un catecismo y un misal. Al poco tiempo se presentó en la parroquia más cercana pidiendo que le bautizaran inmediatamente. Demostró conocer bien la fe, pero había que hacer algunos trámites, y se bautizó el día 1 de enero de 1922, con el nombre de Teresa Edwig.

Lo más duro que le esperaba a la recién conversa era decírselo a su familia. Edith era un orgullo para su madre. Por eso mismo se derrumbó y se echó a llorar cuando su hija se reclinó en su regazo y le dijo: "Madre, soy católica". Edith la consoló como pudo, e incluso le acompañaba a la sinagoga. Su madre no se repuso del golpe -lo consideraba una traición-, aunque no tuvo más remedio que admitir, viendo a su hija, y diciendo que: "todavía no he visto rezar a nadie como a Edith".

Edith, se hizo carmelita descalza. No le fue fácil tomar esta  decisión,  hacerse carmelita descalza. Era una decisión meditada durante años, que se hizo realidad en 1934. Emite sus votos en abril de 1935, en Colonia. Se convirtió en Sor Benedicta de la Cruz.

Mientras todo esto sucede, el ambiente en Alemania se va haciendo progresivamente hostil contra los hebreos, desde la llegada al poder de Hitler en 1933. En 1939 sus hermanas del Carmelo de Colonia deciden que es prudente salga de Alemania, y se traslada al convento de Echt, en Holanda. Pero en la primavera de 1940 Holanda es ocupada por los nazis. A principios de 1942 se decide en las afueras de Berlín la "solución final": el exterminio programado de los judíos y de los católicos de origen hebreo. En agosto de 1942 se presentan en el convento de Echt, en busca de Edith Stein y su hermana Rosa, refugiada allí. Al cabo de pocos días, salen de Holanda con destino desconocido. Pocos datos se conocen a partir de este momento, pero todos coinciden en testimoniar la serenidad y entrega ejemplar de Edith. Más tarde se supo el destino final de Edith Stein: las cámaras de gas de Auschwitz. Allí entregó santamente su alma al Señor el 9 de agosto de 1942. 

CUARTO PASO, REFLEXIONAR SI ESTAMOS CONVERTIDOS.
San Agustín, comienza su fase de conversión a los 32 años, San Francisco a los 23, Santa Edith Stein, a los 31 y,  podemos hacer una larga lista de convertidos a distintas edades, conocí a alguien que dijo haberse convertido a los 82, tres años después de haber amado mucho a Cristo fue llamado a la casa del Padre, y dejo la frase siguiente en una carta a sus hijos: “Hijos, alégrese todo el mundo por mi, pude haber muerto y ahora vivo por siempre, allí, donde esta Cristo” ¿Quién se atreve a decir que ya hizo lo suficiente, que ya es demasiado perfecto y puede declararse convertido totalmente? Les he preguntado a muchos cristianos catolicos, si consideran que está convertidos, hay  quien se atreve a decir que si. Examinemos nuestra conciencia en oración ante Dios, escuchando su voz en nuestro corazón, y veamos si verdaderamente lo estamos. Hay muchas preguntas que hacerse, ¿Amo de verdad a Dios?, ¿Siente mi corazón que ama a Dios?, ¿Utilizo el nombre de Dios para las cosas frívolas?, ¿Santifico el día del Señor?, ¿Me reconcilio con mis hermanos durante la Misa?, ¿Doy tiempo a mis padres y atiendo sus necesidades?,  ¿Promuevo y acepto el aborto?, ¿Conduzco irresponsablemente?, ¿Soy fiel a mi esposo o esposa?, ¿ He engañado para mi beneficio?, ¿Busco que otros opinen mal de mis hermanos?, ¿Permito o promuevo a otros a cometer pecados?, ¿Le deseo mal a otros?, ¿Me alabo a mismo para hacer valer vistosamente mis buenas obras?. ¿Le he negado a un hermano algo que me sobra?, ¿Me domina la pasión en las discusiones y me indigno sin razón?, ¿Me aflige si otro tiene un puesto que yo deseo?, ¿No me agrada sentirme obligado cooperar con mis hermanos?, ¿Soy inconsistente en el bien y desisto rápidamente de mis obligaciones? En fin, podríamos hacernos cientos de pregunta, pero para todo esto hay solución, Todos estamos muy necesitados de la paz interior, reconocer nuestras faltas, es un paso para lograrlo, la culpa se elimina reconociéndola. La confesión nos invita a hacer un examen profundo de nuestra conciencia, descubrir lo que llevamos adentro, por tanto nos ayuda a conocernos más, Pero hay algo de gran importancia, necesitamos saber si estamos en condiciones de ser perdonados, y necesitamos saber que hemos sido perdonados. No olvidemos que una cosa es pedir perdón y otro distinto ser perdonado. El camino de la conversión es la búsqueda de la perfección que Dios espera de nosotros, y eso, no es fácil. Como conclusión, me parece que es un error cuando pensamos que la conversión se alcanza rápidamente y en esta vida. Reconozco que es un difícil camino, hay que andar mucho y con Dios en el alma, y llega cuando Dios nos de la entrada al Reino.

CONVERTIRSE A LA MISERICORDIA DE DIOS
Si esta en nuestro propósito cambiar de vida, esta también el convertirnos. Convertirse es cambiar de actitud, por tanto es apartarse de nuestros egoísmos, abrir el corazón a Dios, aceptar la mano que Cristo Jesús nos tiende para caminar con El. En efecto, convertirse es aceptar ser salvado por Cristo, y no olvidar que Dios, siempre esta dispuesto al perdón. El atractivo catolico, de Santa Edith Stein, fue al observar como en lo ritos fúnebres se encomendaban a los hombres a la misericordia de Dios. La Misericordia de Dios, llega a ser casi  incomprensible, ¿Por qué?, porque pecamos una y otra vez, nos arrepentimos y luego volvemos a cometer las mismas faltas, provocamos el enojo de Dios y sin embargo el no deja de ser misericordioso con nosotros. La Misericordia de Dios, es la perfección del Amor, tanto así, que El envió a su propio Hijo engendrado al mundo, permitiendo su muerte en la cruz y de este modo nuestros pecados fuesen perdonados. En Justicia Dios nos condena pero en Misericordia nos salva. Es bueno preguntarse, ¿tenemos derecho a su Misericordia?, ¿tenemos derecho al perdón?,  eso es lo incomprensible, entre más pecamos y mas provocamos el enojo de Dios, más derecho tenemos.

REZA EL SALMO 102:- El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo; no nos trata como merecen  nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.

DICE CRISTO JESUS: “Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión (Lc 15, 7)…..Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.”(Lc 15, 10)

El evangelio nos da la Buena Noticia que Cristo Jesús vino a consolar a los afligidos a sanar a los Enfermos, a perdonar a los pecadores y nosotros también necesitamos la salvación que Jesús nos trajo, y convertirnos, para que pasemos de la muerte a la vida, de las tinieblas a la Luz, y que seamos hombres nuevos.

PETICIÓN: Señor, te ruego que me des la Gracia de convertirme de verdad, cambiar de vida, confiar en tu misericordia y caminar por siempre el camino de Jesús.

Que Cristo Jesus, viva sus corazones.

Programa EVANGELIZANDO

Material para charlas de formación cristiana Temas de reflexión espiritual que forman parte del Catecismo de la Iglesia Católica

Este Programa EVANGELIZANDO [antes conocido como Estoy pensando en Dios] quiso responder desde el principio al deseo de Papa Juan Pablo II de que hiciéramos un esfuerzo para la preparación, apertura y seguimiento del Tercer Milenio cristiano. Aunque el Programa es independiente del Jubileo, y sirve para cualquier tiempo.

El Programa fue ideado y realizado para Radio Estrella de Guatemala, que me tocó fundar con otros amigos allá en 1986, y para otras Emisoras Católicas de Centroamérica y Panamá. No extrañen entonces las alusiones a esas tierras queridas.

Todo era en un plan muy familiar. Pero el Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, conocedor del mismo, lo solicitó para la Red Informática de la Iglesia en América Latina (RIIAL) Trazado todo el proyecto para varios años, desarrolla una charla diaria, de lunes a viernes, más la Charla Dominical para el sábado por la tarde.

El estilo es de charla por radio y dada por locutor laico. Se compuso todo para locutores y locutoras Seglares, amigos a los que les había prometido colaboración para su apostolado en los Medios de Comunicación. Esto no impide que sirva también para Sacerdotes.
Son charlas atemporales y alocales, es decir, no están concretizadas a un tiempo o lugar determinados. El locutor sabe aplicarlas al aquí y ahora de cada lugar y tiempo con alusiones a los acontecimientos de cada día.
¿El Tú o Usted y el Vosotros o Ustedes para nuestra América? Se ha optado por el tú y vosotros, más personal y directo. Aunque cada locutor sabe acomodarlo a su gusto y a la conveniencia de los oyentes.

El Programa incialmente llevó el título Estoy pensando en Dios, tomado de la canción de Zezinho, tan popularizada entre nosotros, y con el lema Paulino: Dios todo en todos.

Realizado el Programa para las Emisoras Católicas, lo dedico con el mismo amor a las de los hermanos separados Protestantes, si lo han de aprovechar para hacer conocer más al Señor Jesús.
Confío el Programa a la Virgen María, Estrella de la Evangelización en nuestra América, a fin de que Ella lo caldee con el amor de su Corazón para bien del Reino.

Catecismo de la Iglesia católica:
Puntos sueltos —sin coordinación expresa— del gran Catecismo de la Iglesia Católica

1 La Doctrina de los Apóstoles. El Catecismo, sabiduría cristiana

2 Y el domingo, ¿qué haremos? Santificación del día del Señor

3 Grandes por bautizados. El Bautismo, raíz de nuestra grandeza

4 El Dios Creador. Importancia de esta lección primera

5 Amarás. Todo cifrado en el amor

6 La Religión, un deber. Es preciso conocerla y formarse.

7 ¡Biblia en mano! El amor a la Sagrada Escritura.

8 ¿Una o muchas verdades? Las fundamentales de la fe.

9 Los Mandamientos, un regalo. La “carga ligera” Cristo. 

10 ¡Amén! Nuestro SÍ irrevocable a Dios. 

11 Dios y el hombre al encuentro. Buscar al Dios que nos ama.

12 No robarás. ¿Por qué? La razón del Séptimo Mandamiento. 

13 La sinceridad de la fe. Sin divorcio entre fe y vida. 

14 Otra vez amarás. Sin cansarnos con el Gran Mandamiento. 

15 La Predicación en la Iglesia. Cómo escuchar esta Palabra. 

16 Los tres puntales de la fe. Biblia, Tradición y Magisterio. 

17 Alegres a todo serlo. Esperanza que nos infunde Jesucristo. 

18 Hasta el Domingo final. El preanuncio del descanso eterno. 

19 El mundo de los Ángeles. Son nuestros amigos del Cielo. 

20 Las lágrimas benditas. La llamada de Cristo a la conversión. 

21 ¡Retirémonos un rato! Dios nos llama a la oración.

22 La conciencia. Un don de Dios en nuestras vidas. 

23 Sembradores de paz. A trabajar por la paz del mundo. 

24 Todos para todos. Hacer algo por los demás...

25 El corazón limpio. En el Catecismo de la Iglesia Católica.

26 La rebelión de los Ángeles. La primera catástrofe en el Cielo..


27 El respeto a la salud. Atención que merece nuestro cuerpo. 

28 “Y omisión”. Las muchas cosas que deberíamos hacer.

29 La primera catástrofe. Las consecuencias del paraíso.

30 Siete enemigos imperdonables. Las raíces de nuestros males.

31 Aquel primer jardín. El paraíso enseña la realidad del mundo

32 El famoso “sexto”. El amor triunfa sobre la sensualidad. 

33 ¡Resucitó! Primera lección. Es el cimiento de nuestra fe. 

34 ¡Bendito sea su santo Nombre! Alejados de la blasfemia. 

35 Unos signos gloriosos. El Bautismo a la luz de su celebración. 

36 La oración y la velocidad. Rapidez con que Dios la escucha. 

37 El Espíritu Santo y su obra. La parte final del Credo. 

38 Lengua de oro. Ante el Octavo Mandamiento de Dios

39 Los dogmas no esclavizan. Dan seguridad a nuestra fe. 

40 ¿Dudar de la fe? Una arenga casi del Catecismo. 

41 Los Santos Patronos. Significado de las fiestas patronales. 

42 ¡Creo!, la voz de un himno. La riqueza inmensa del Credo.

43 El esplendor de la verdad. Lo que contiene el Catecismo

44 La pista de la felicidad. Hacia Dios: el único camino. 

45 La oración, una alianza. A eso nos lleva el hablar con Dios. . 

46 Culto cristiano y celestial. En la Iglesia como en el Cielo. 

47 Aquel universitario creyente... Valentía para confesar la fe. 

48 A vueltas con la fe... ¡Creyentes! Sin la fe, imposible ir a Dios.

49 Creados por Dios y para Dios. Venimos de Dios, vamos a Dios. 

50 El Altar. Centro de la Iglesia. Besos nacidos de la fe. 

51 El Anillo de la Vida. De Dios a la Eucaristía. 

52 La divina Providencia. Confianza plena en el Padre celestial. 

53 ¡Que por nosotros los hombres! Jesucristo, única esperanza.
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