Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella

Evangelio según San Marcos 6,30-34. 


Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. El les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

San Juan de Brito

San Juan de Brito, presbítero y mártir

En Oriur, en el reino de Maravá, en la India, san Juan de Brito, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, que, tras convertir a muchos a la fe imitando la vida y la conducta de los ascetas de aquellas regiones, terminó su vida con un glorioso martirio.

Santo y Mártir jesuita.(Lisboa ,1-Marzo-1647; Maduré,India,4-Febrero-1693)

Hijo de Salvador Brito y Pereira y de Beatriz de Brittes. Fue el último de cuatro hermanos. Su padre fue gobernador en Brasil y falleció cuando Juan tenía dos años.

Comenzó sus estudios en el Colegio San Antonio de Lisboa de los jesuitas, donde fue compañero del príncipe heredero. A los once años enfermó grávemente,su madre lo encomendó a San Francisco Javier, su increíble curación fue tomada como milagro, en gratitud vistió un año completo el hábito de los jesuitas.

Ingresó al Noviciado de Catavia de los jesuitas en 1662. Luego hizo estudios en el Colegio de Evora y en la Universidad de Coímbra . En 1673 recibió las órdenes sagradas y fue destinado a las misiones de India en Malabar. Aquí se convirtió en un panderam asceta con barba y turbante,mediador entre los parias y los brahamanes.

En 1684 fue a Madurai donde fue capturado y torturado,se le perdonó la vida con la condición que no vuelva a predicar por esas regiones.

En 1687 volvió a Portugal, donde fue muy bien recibido y el Rey le pidió educara a sus hijos, él prefirió lo devolvieran a la India.

En 1690 convirtió al príncipe Teriadevan de Malabar, quien dejó la poligamia, quedándose con su primera mujer, dándole recompensa a las otras, pero una de ellas se quejó y lo calumnió, por lo que fue tomado prisionero y degollado el 4 de febrero de 1693.

La Iglesia guarda la memoria de varios mártires misioneros de la Compañía de Jesús:
 •San Juan de Brito († 4 de febrero de 1693 en la Misión del Maduré, China. Canonizado por Pío XII, en 1947)
 •Beatos Rodolfo Acquaviva y cuatro compañeros († el día 25 de julio de 1583 en la India, beatificados por León XIII en 1893)
 • Beatos Francisco Pachecho († el día 20 de junio de 1626)
 •Carlos Spínola († el día 10 de septiembre de 1626) y 31 compañeros († en los años 1617-1632 en Japón, beatificados por Pío IX en 1867)
 •Beato Santiago Berthieu († el día 8 de junio de 1896 en la Isla de Madagascar, beatificado por Pablo VI en 1965) y tres compañeros († los días 19 de junio y 20 de julio de 1900 en la Misión de China, beatificados por Pío XII en 1955). •León Mangin, sacerdote y compañeros, mártires en la China.

Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios, dándole culto día y noche en su santuario; y el que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed; ya no los molestará el sol ni el calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a los manantiales de las aguas de la vida. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos. Ap. 7, 14-17

Orígenes (c. 185-253), presbítero y teólogo Comentario al Cantar de los cantares, II, 4, 17s

«Entonces se puso a enseñarles con calma»

«Indícame, amor de mi alma, dice la Esposa del Cantar, dónde apacientas el rebaño, dónde lo llevas a sestear a mediodía (v. 7). En el salmo veintidós creo que el profeta la pone bajo la guardia del mismo pastor y habla también del mismo lugar que la Esposa cuando dice: «El señor es mi pastor; nada me falta» (v. 1).  Sabía que los demás pastores, por pereza o inexperiencia, llevaban a sus ovejas a pastos más áridos. Por eso dice del Señor, que es el perfecto pastor: « En verdes praderas me hace recostar. Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas» (v.2). Con ello enseña que este pastor no sólo da a sus ovejas aguas abundantes, sino también sanas y puras, que les apagan la sed perfectamente... 

  

Esta primera enseñanza dada por el pastor, es la de los principios; la siguiente se refiere al progreso y a la perfección. Acabamos de hablar de prados y de pastos verdes. Parece conveniente ver esto mismo en los evangelios. Encuentro allí a este buen pastor hablando del pasto de las ovejas: dice que él es el pastor pero también la puerta: «Quien entre por mí, se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos» (Jn 10,9). Es a él a quien la Esposa pregunta...  Llama «mediodía», ciertamente, a esos lugares secretos del corazón donde el Verbo divino concede al alma una luz más fuerte de ciencia. Pues al mediodía es el momento en que el sol alcanza el punto más alto de su recorrido. Pues si Cristo «Sol de justicia» (Ml 3,20), manifiesta a su Iglesia los secretos más sublimes de sus virtudes, le descubre también pastos agradables y lugares de reposo para mediodía. 
Porque cuando ella está tan sólo a los principios de ser instruida y no recibe de él mas que los primeros principios del conocimiento, el profeta dice: «Dios la socorre por la mañana, al despuntar la aurora» (Sl 45,6). Pero como ella busca ahora unos bienes más perfectos y desea unas realidades superiores, pide le dé la luz del conocimiento a su mediodía.

Cristianos de tiempo completo

Marcos 6, 30-34. IV Sábado de Tiempo Ordinario. Ciclo A.



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

María, este sábado quiero orar junto a ti. Enséñame a rezar, como le enseñaste a Jesús cuando era pequeño. Háblame sobre tu Hijo, ayúdame a conocerlo desde tu mirada de madre. Me pongo en tus manos y te ofrezco este día. Guíame y ayúdame a realizar la voluntad de Dios para mí. Amén.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Para Jesús no había horario laboral. No existían para él vacaciones. O, más bien, incluso los momentos de descanso venían incluidos en su «trabajo». Hoy mismo leemos en el Evangelio que en su «día de descanso» le rompen los esquemas. En ese lugar apartado le sigue buscando la multitud, y él reajusta sus planes. Se podría decir que su horario laboral eran los demás.

Los apóstoles vieron este acto. ¿Qué percibieron en Jesús? ¿Qué lección aprendieron? Ese día vieron a través del Corazón de Jesús, y nos narran el evento para que nosotros también entremos en este misterio. Para Cristo, la misión era parte de su vida, y no sólo un trabajo. Él se sabía enviado por el Padre, y por amor se entregó de lleno. Sin horarios. Sin reservas.

Seguramente Cristo aprendió esta cualidad en su vida oculta. Lo habrá visto en su casa todos los días: María no tenía un «horario de mamá». Era mamá. Cuando cocinaba o lavaba la ropa, pero también cuando descansaban el sábado o iban a las fiestas de Pascua. No dejaba en ningún instante de ser la madre de Jesús. Más aún, podemos imaginar que Jesús de niño, con su inteligencia humana, habrá tenido un montón de preguntas. Y sabía que podía acudir a cualquier hora del día con su mamá para aprender sobre la levadura, los pastores, las ovejas, las monedas… Podemos perfectamente suponer que María habrá dejado lo demás a un lado, enseñando a Jesús con calma.

Pidamos hoy a María que nos enseñe a ser cristianos «de tiempo completo». Que nos haga como Jesús, quien vivía para hacer descansar a los demás, y él mismo descansaba dándose a cualquiera que se acercaba. Que nos ayude a descubrir que el amor es el descanso del alma.

«El descanso es necesario, así como un tiempo para el ocio y el enriquecimiento personal, pero debemos aprender a descansar de manera que aumente nuestro deseo de servir generosamente. La cercanía a los pobres, a los refugiados, a los inmigrantes, a los enfermos, a los explotados, a los ancianos que sufren la soledad, a los encarcelados y a tantos otros pobres de Dios nos enseñará otro tipo de descanso, más cristiano y generoso.»
(Homilía de S.S. Francisco, 24 de septiembre de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Procuraré vivir este día unido a Dios por medio de pequeñas oraciones jaculatorias.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María,Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.


El amor de Cristo no tiene límites


El amor está en las cosas pequeñas. Soñamos con lo imposible y no hacemos lo que está a nuestro alcance.


Jesús nos amó hasta el final, dio la vida por nosotros. “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Jn 13,2).


Una de las características del amor de Cristo es que no tiene límites. Él se rompió amando, con sus palabras, con sus manos, con sus gestos, con sus actitudes. En aquella tarde, Jesús amó a los suyos como nadie los había amado hasta entonces, los amó, hasta el límite, hasta el fin, hasta el extremo, hasta dar la vida. Jesús demostró este amor al otro en el servicio y en el estar atento en las cosas pequeñas. “Se levantó de la mesa, se quitó los vestidos y, tomando una toalla se la ciñó luego echó agua en la jofaina, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a enjugárselos con la toalla que tenía ceñida” (Jn 13.5). Echar agua, lavar, secar los pies, era un oficio de esclavos. Y Jesús se convierte en esclavo, en servidor; se empobrece, se rebaja poniéndose a sus pies. Este servicio humilde y callado lo hizo Jesús con sus discípulos; quien no se deje lavar los pies por él, no tendrá parte en su reino.

Jesús fue un hombre especial, extraordinario en generosidad, bueno de verdad, que pasó haciendo el bien sobre la tierra y curando a los oprimidos por el mal, porque Dios estaba con él (Hch 10,38). Por eso Pablo aconsejaba a los cristianos como norma de vida: "Mantengamos fijos los ojos en Jesús" (Hb 12,2), para tener sus mismos sentimientos, para obrar como él. Fue enviado a anunciar la Buena Nueva a los pobres, a proclamar la liberación a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor (Lc 4,18-19). Él vino para los casos difíciles, para "salvar lo que estaba perdido" (Lc 19,10).


Jesús fue un hombre bueno, con una bondad de calado profundo, de inversión de valores, de búsqueda de lo esencial. Lo radical de su bondad estaba en el hecho de su estar "a la escucha" de las necesidades de los otros. Él dio su vida por todos, su entrega fue total, él no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por todos (Mc 10,45). Nunca condenó a nadie, trató de salvar a todos, de dar vida y de ser vida y fuente de agua viva. Toda la vida de Jesús fue una donación al Padre y se entregó como precio de nuestra liberación. El “amarás a Dios con todo tu corazón y toda tu alma”, encuentra su nueva plenitud en la palabra y en vida de Jesús. Dios, para él, es el único bueno (Mc 10,18), el Padre amoroso (Mt 5, 45) que busca la oveja perdida (Lc 15,4-7), porque es un Dios que busca y acoge lo que se había perdido (Lc 15,2).


En sus enseñanzas repetía que lo más importante era buscar a Dios, su Reino, que no se preocuparan de lo demás. Mil veces invitaba a sus oyentes a no tener miedo, a no dudar, a creer de verdad (Jn 8,46). A todos les dio ejemplo de amor y el amor fue su único mandato. El amor se concretiza en las cosas pequeñas. Soñamos con lo imposible y no hacemos lo que está a nuestro alcance. “Atender a cosas aún menudas, y no hacer caso de unas muy grandes”, porque “quedamos contentas con haber deseado las cosas imposibles y no echamos mano de las sencillas” (7M 4,14).


San Jerónimo escribió un comentario a las cartas de Juan, donde dice que cuando a Juan le preguntaban sus discípulos cristianos, constantemente respondía: “Hijos míos, amaos los unos a los otros”. Cansados los discípulos de esa machacona insistencia, le preguntaron que por qué repetía tanto lo de “amaos”. Su respuesta fue bien sencilla: “porque éste es el mandamiento del Señor, y si lo cumplimos es suficiente”.


Efectivamente, quien comprende y experimenta lo que es el amor, no puede por menos de gritar como Francisco de Asís: Dios es amor, amor, amor. Dios es amor: quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él (Jn 4,16) El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor (1Jn 4,8). Por eso insistía Juan: “Amigos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios” (1Jn. 4, 7). Esto mismo había encomendado Jesús a sus discípulos y les pide que se ayuden, se apoyen, se consuelen. Por eso Jesús insistirá: “Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros; igual que yo os he amado, amaos también entre vosotros. En esto conocerán que sois discípulos míos, en que os amáis unos a otros” (Jn 13,34-35).


Juan era un experto en la ciencia del amor, había comido junto a Jesús y había sentido el latir del corazón del Amado. En esto se ha manifestado el amor de Dios por nosotros, en que ha mandado a su Hijo unigénito al mundo para que nosotros vivamos por él (1Jn 4,9). Para Juan el amor es la piedra angular del reino de Cristo (Jn 3,16) y exhorta siempre a los hermanos al amor recíproco (2Jn 5,6). El amor de Dios se ha revelado en un acontecimiento histórico: el hecho de Jesucristo, que inaugura el tiempo de la misericordia divina. Este acontecimiento histórico, revelación única y suficiente de Dios manifiesta también que Dios no sólo ha amado y ama, sino que “es amor” (1Jn 4,8).


Juan aprendió muy bien la lección del amor, como lo más importante y como lo único que merecía enseñarse e insistir. La primera carta de Juan es una joya. De ella entresaco algunos pensamientos.


- El que ama a su hermano, ése es hijo de Dios (3,10).

- Quien ama a su hermano ha pasado de la muerte a la vida (3,14).

- Amar de verdad es dar su vida por el hermano (4,10).

- El que ama comparte sus bienes con el hermano necesitado (4,17).

- Amarnos es cumplir lo que Jesús nos mandó (3,23).

- El que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios (4,7).

- Nuestro deber de amar se funda en que Él nos amó (4,11)
- Si amamos al hermano, Dios permanece en nosotros (4,12).

- Amemos, ya que Él nos amó primero (4,19).

- Quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve (4, 20).

- Si alguien ama a Dios, ame también a su hermano (4, 21).


Si me amas, ¡demuéstramelo: cásate conmigo!

Compromiso del matrimonio trasciende a una ceremonia, es cierto. Pero también es verdad que la decisión de tomar este compromiso, visible y palpablemente, frente a la sociedad, es muestra de la importancia que le damos.



¿Vale la pena seguir casándose por la Iglesia? En pocas palabras: ¡Sí, pero sólo si tienen fe y se casan por amor!
 


Casarse por la Iglesia no es un rito formal, puramente cultural, sino una manera excelente de encauzar la estabilidad y el crecimiento del amor de pareja.
 


El compromiso del matrimonio trasciende a una ceremonia, es cierto. Pero también es verdad que la decisión de tomar este compromiso, visible y palpablemente, frente a la sociedad, es muestra de la importancia que le damos.
 


A través del matrimonio, los novios le dicen a Dios y al mundo que su amor va en serio. Que desean superar el egoísmo, y que están dispuestos a pertenecerse el uno al otro por el resto de sus vidas. ¿Hay algo más romántico que esto?
 


En las uniones libres, los individuos quedan desprotegidos y el compromiso se diluye, corriendo el riesgo de no luchar lo suficiente para sacar adelante la relación.
 


En el matrimonio, en cambio, el compromiso es total, y conlleva la maduración del cariño, optando siempre por el otro, por defender el amor. En él se dan las condiciones para que el amor crezca en solidez y profundidad, haciéndolo realidad en la vida diaria.
 


Elegir casarse es la expresión del deseo de convertir dos caminos en uno solo. ¡Y de jamás separarlos, pase lo que pase!
 


Dice el papa Francisco que «el rechazo de asumir este compromiso es egoísta, interesado, mezquino, no acaba de reconocer los derechos del otro y no termina de presentarlo a la sociedad como digno de ser amado incondicionalmente».
 


Por eso no se trata de modas. ¡El matrimonio está inscrito en la naturaleza misma del amor!
 


Es verdad que casarse se ha convertido en un deporte de alto riesgo. No soy ciego ante la cantidad de divorcios que se están dando en los primerísimos años de casados. Pero, ¿podemos aceptar conformarnos con menos? ¿Puede el amor verdadero no buscar un compromiso para toda la vida? ¿Puede haber amores momentáneos?
 


La única manera de no divorciarse es no teniendo al divorcio como opción. Darle al otro un sí en el que siempre podrá confiar, sin restricciones ni letras chicas. Comprometerse a estar siempre a su lado, a que nunca será abandonado, aun cuando pierda su atractivo, haya problemas o se presenten nuevas opciones de placer.
 


La frase de todo hombre y mujer enamorados debería de ser: «Si me amas, ¡demuéstramelo: cásate conmigo!».

5 lecciones de los santos sobre la Virgen María

Los santos son un claro ejemplo de ese imitar a Cristo. El secreto a voces de los santos y su fidelidad a Dios es la Santísima Virgen María 




“Y porque es nuestra Madre nos confiamos completamente a su bondad y misericordia, animados del vivo deseo de imitar sus bellísimas virtudes y le hacemos donación entera e irrevocable de todo nuestro ser. Le pedimos nos conceda su maternal protección por todo el curso de nuestra vida, y particularmente en la hora de la muerte”  (San Juan Bosco).
 
Desde el momento en el que somos bautizados somos llamados a ser misioneros de Cristo y a vivir una lucha constante para alcanzar la santidad, en pocas palabras, estamos llamados a ser otros Cristo, a imitar sus enseñanzas.

Los santos son un claro ejemplo de ese imitar a Cristo, su vida ejemplar los convierten en grandes modelos para el resto de cristianos. La vida de los santos se caracteriza por la docilidad ante la voluntad de Dios y por una fe llena de oración y acción.

Ahora bien, ¿alguna vez te has puesto a pensar cuál es la receta secreta para la santidad? En muchas ocasiones hemos oído hablar sobre las admirables y ejemplares vidas de los santos, sin embargo, pocas veces reflexionamos sobre sus armas secretas, esas de donde sacan el impulso para ir por el mundo y evangelizar a todas las naciones, esas fuentes de sabiduría y templanza que tanto los han caracterizado.

Sin duda, las armas secretas de los santos son muchas, pero en esta ocasión quiero hablar del secreto más dulce de todos, ese que además de enseñar a amar, enamora. Estoy hablando de una mujer, las más bella de todas, la llena de Gracia, la bienaventurada, la Virgen de las vírgenes, la que guardaba todo en su corazón, la que con su ejemplo ha guiado a los santos a lo largo del tiempo por un buen caminar. El secreto a voces de los santos es la Santísima Virgen María, quien en su fidelidad ha sido la que mejor supo asimilar la vida y doctrina de Jesucristo. Jesús mismo en su agonía en la cruz, no se reservó nada para Él y nos dio a su buena Madre. Para imitar las enseñanzas de Jesús debemos primero conocerlo, y quién mejor que María, nadie conoce tanto a un hijo que su misma Madre. Es ella la que hace que nuestra relación con Dios sea más cercana, “[…] la Virgen que nos separa de la masa y nos conduce dulcemente hacia las cumbres, en las que el aire es más puro, el cielo más claro, Dios más cercano… Allí en donde se vive la vida de intimidad con Dios”(Roberto de Langeac). Es María quien nos enseña a ser humildes, a dar fe que para Dios no hay nada imposible, es ella quien nos enseña a buscar y cumplir la voluntad de Dios a través de la docilidad y obediencia, “hagan lo que Él les diga”( Juan 2, 1-12).

La humildad no es sinónimo de debilidad, aunque una espada atravesó su corazón [como le dijo Simeón en una premonición] la firmeza de María a los pies de la cruz nos enseña que la fe nos fortalece en los momentos de angustia. “Si queremos ser Cristianos debemos ser Marianos, es decir; debemos reconocer la relación esencial, vital, providencial que une la Señora a Jesús y que nos abre el camino que nos conduce a Él” (Pablo VI).

El primer santo en acoger a la Virgen María en su vida fue el mismo San Juan, el discípulo amado de Jesús, el que tuvo el privilegio de descansar en el pecho del Maestro y escuchar los latidos de Su Corazón, el que gozó de su presencia, el que no abandonó la cruz y el que no espera grandes señales para creer. “Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa” (Juan 19,26-27).

Un verdadero discípulo de Cristo honra a su Padre y a su Madre (Lucas 18, 20), confía plenamente en la voluntad de Dios y lleva a María a su casa. Bendita seas Madre Santa, porque podemos tener la misma alegría de Juan de poder llevarte y tenerte en nuestra casa.

Conozcamos ahora 5 lecciones de los santos sobre la Virgen María:

1- Su figura de Madre en los momentos de angustia:

San Bernardo decía que cuando las tentaciones pongan en peligro tu salvación, y la tristeza te quite las fuerzas y los deseos de seguir trabajando por conseguir la santidad, “acuérdate de María y llámala en tu ayuda; llámala insistentemente como el niño aterrorizado pide ayuda a su madre, y ella que es causa de nuestra alegría, correrá a ayudarte. Te desafío a que hagas la prueba. No te fallará ni una sola vez”. En los momentos de angustia “si te turba la memoria de la enormidad de tus faltas, de la fealdad de tu conciencia y comienzas a sumergirte en la tristeza, en la desesperación, piensa en María, invoca a María […] Pecador quien quiera que seas, vete a María y te salvara, porque es imposible que se condene el devoto de María que le sirve e implora su socorro”

2- María nos encamina a Jesús:

San Marcelino Champagnat decía que si los padres de familia tienen “la dicha de grabar en el corazón de los niños la devoción a la Virgen María, habréis asegurado su salvación”,María no deja que sus hijos se pierdan. San Luis de Monfort nos dice que María es el camino que nos lleva a El Camino de la Verdad y la Vida que es Jesús: “María es el camino más seguro, el más corto y el más perfecto para ir a Jesús.”

3- María es auxilio de los cristianos:

San Juan Bosco siempre decía: “Quien confía en María no se sentirá nunca defraudado”, el siempre enseñaba a los niños del oratorio a amar a María Auxiliadora de los cristianos, los invitaba a confiar en su amor de madre porque “ella lo ha hecho todo”.

4- La castidad como fruto:

“Llena de gracia, Bendita entre todas las mujeres”. No le habría hablado así el ángel si María no hubiera sido perfectamente pura y santa”. (San Agustín). Otro santo que en sus pensamientos expresaba a María como aliada para la castidad era Santo Domingo Savio, un joven acogido en el oratorio de Don Bosco y entregado totalmente a Dios; en una ocasión le dijo a San Juan Bosco: “Tus discípulos llegarán a la santidad si se esfuerzan mucho por conservar la virtud de la castidad y si cultivan una gran devoción a la Madre de Dios.”

5- Es una Madre que ama y acompaña:

En los momentos cuando parece todo perdido, cuando la llama está apunto de apagarse, acude a María, con ella todo es más fácil, ella no abandona a sus hijos: “Antes, solo, no podías… Ahora, has acudido a la Señora, y con Ella, ¡qué fácil!” (San Josemaría Escrivá de Balaguer).

Retomando las palabras de San Juan Pablo II te decimos este día a ti Santísima Virgen María: Totus Tus (todo tuyo). Recuerda que María nunca dejará de oír a sus hijos, ella intercederá por nosotros ante Jesús. Ahora ya lo sabes, quien busca alcanzar la santidad, busca también a María.

Oración

¡Oh Señora y Madre mía! Con filial cariño vengo a ofrecerte en este día cuanto soy y cuanto tengo. Mi boca para cantarte, mi voz para bendecirte, mi corazón para amarte, mi vida para servirte. Acepta, Madre, este don, que te ofrenda mi cariño, y guárdame como a un niño cerca de tu Corazón. Que nunca sea traidor al amor que hoy me enajena y que desprecie sin pena los halagos de otro amor. Que, aunque el dolor me taladre y haga de mí un crucifijo, que yo sepa ser tu hijo y sienta que eres mi Madre. En la dicha, en la aflicción, en la pena, en la alegría, ¡mírame con compasión, no me dejes, Madre mía! Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

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