Si no veis signos y prodigios sois incapaces de creer
- 27 Marzo 2017
- 27 Marzo 2017
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Evangelio según San Juan 4,43-54.
Jesús partió hacia Galilea. El mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo.
Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta. Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaún. Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo. Jesús le dijo: "Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen". El funcionario le respondió: "Señor, baja antes que mi hijo se muera".
"Vuelve a tu casa, tu hijo vive", le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y le anunciaron que su hijo vivía. El les preguntó a qué hora se había sentido mejor. "Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre", le respondieron. El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: "Tu hijo vive". Y entonces creyó él y toda su familia. Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.
San Ruperto
Obispo, misionero (año 710). significa (en alemán) "hombre de fama brillante". Fue el gran misionero que evangelizó el sur de Alemania, la región de Baviera. Era obispo de la ciudad de Worm. Acompañado de un buen número de misioneros llegó a Baviera en el año 697 y se presentó al duque Teodo, que era pagano, y le pidió permiso para evangelizar en esa región.
El pueblo de Baviera demostró muy buenas disposiciones para aceptar el cristianismo. Y pronto los templos paganos se fueron transformando en templos cristianos y apoyados por las curaciones milagrosas que hacía, los sermones de San Ruperto lograron un gran número de conversiones. Junto con sus misioneros fueron recorriendo las orillas del río Danubio predicando y convirtiendo a miles de personas. Llegando a la ciudad de Jerusalén obtuvo del gobierno el permiso de reconstruirla y cambiarle de nombre.
Le puso el nombre de Salzburgo (nombre que se ha hecho después mundialmente famoso porque en esa ciudad nació y murió el célebre músico Mozart). En aquella ciudad construyó ocho edificios para obras religiosas y varios templos. Los compañeros de San Ruperto eran tan fervorosos que tres de ellos han sido declarados santos por la Iglesia Católica. El santo no sólo se preocupaba por la instrucción religiosa de su pueblo sino por su progreso material.
En los alrededores de Salzburgo había unas fuentes de agua salada y las hizo explotar técnicamente obteniendo sal para todas las gentes de los alrededores. En Alemania, Austria e Irlanda se levantaron después numerosos templos en honor de este gran misionero y evangelizador, como agradecimiento por sus grandes obras.
Oremos
Dios y Señor nuestro, que con tu amor hacia los hombres quisiste que San Ruperto anunciara a los pueblos la riqueza insondable que es Cristo, concédenos, por su intercesión, crecer en el conocimiento del misterio de Cristo y vivir siempre según las enseñanzas del Evangelio, fructificando con toda clase de buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Calendario de Fiestas Marianas: Aparición de Nuestro Señor a Nuestra Señora.
San Gregorio de Narek (c. 944-c. 1010), monje y poeta armenio El libro de las oraciones 12,1
“Si no veis signos y prodigios sois incapaces de creer.”
«Todo el que invoca el nombre del Señor
se salvará» (Jl 3,5; Rm 19,13).
En cuanto a mi no sólo le invoco,
sino que ante todo creo en su grandeza.
No es por lo que me da
que persevero en mis súplicas,
sino porque es la Vida verdadera
y es en él que respiro;
sin él no hay movimiento ni progreso.
No es tanto por los lazos de la esperanza
que soy atraído sino por los lazos del amor.
No es de los dones
sino del Dador que siempre tengo nostalgia.
No aspiro a la gloria,
sino que quiero abrazarme al Señor de la gloria.
No es la sed de la vida la que siempre me consume,
sino el recuerdo de aquel que da la vida.
No es por el deseo de felicidad que suspiro,
que desde lo más profundo de mi corazón rompo en sollozos,
sino por el deseo de aquel que lo prepara.
No es el descanso lo que busco,
sino el rostro de aquel que pacificará mi corazón suplicante.
No es por el festín nupcial que languidezco,
sino del deseo del Esposo.
En la espera cierta de su poder
a pesar de la carga de mis pecados,
creo con una esperanza inquebrantable
y me pongo confiadamente en la mano del Todopoderoso,
de quien no solamente obtendré el perdón
sino que le veré a él mismo en persona,
gracias a su misericordia y a su compasión
y, aunque merezco perfectamente ser proscrito,
heredaré el cielo.
Decálogo para la empresa Consejos que evitan ajustes drásticos en las épocas de crisis
El empresario es un creador de riqueza que la administra temporalmente
1. Estructuras simples, Organizaciones con mínimos niveles jerárquicos. Desarrollo Humano y formación interna de los funcionarios, flexibilidad y rapidez en las decisiones. Operar con las ventajas de la empresa pequeña que son las que hacen grandes a las grandes empresas.
2. Mantener la austeridad en tiempos de vacas gordas fortalece, capitaliza y acelera el desarrollo de la empresa así mismo evita los amargos ajustes drásticos en las épocas de crisis.
3. Siempre estar activo en la modernización crecimiento, capacitación, calidad, simplificación y mejora incansable de los procesos productivos. Incrementar la Competitividad y Productividad. Reducir gastos y costos guiados siempre por las más altas referencias Mundiales. Compararse con los mejores siempre como si fuéramos atletas.
4. La empresa nunca debe limitarse a la medida del propietario ni del administrador. No sentirnos grandes en nuestros pequeños corralitos y hacer la mínima inversión en activos no productivos.
5. No hay reto que no podamos alcanzar trabajando unidos, con claridad de objetivos y reconociendo los instrumentos.
6. El dinero que sale de la empresa se evapora por eso hay que reinvertir las utilidades.
7. La creatividad empresarial no solo es aplicable a los negocios si no también la solución a muchos de los problemas de nuestros países.
8. El optimismo firme y paciente siempre rinde sus frutos, no euforia ni un optimismo fantasioso.
9. Todos los tiempos son buenos para quienes saben trabajar y tienen con que hacerlo.
10. Nuestra premisa es siempre el tener presente que nos vamos sin nada que sólo podemos hacer las cosa en vida y que el empresario es un creador de riqueza que la administra temporalmente.
Los milagros suscitan o refuerza la fe en Jesús
San Juan 4, 43-54. IV Lunes de Cuaresma
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Vivir sabiendo que Tú estás conmigo… vivir sabiendo que no te irás… vivir sabiendo que en Ti está mi refugio… vivir contigo, eso es vivir.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Jesús sabe que necesitamos ver… que necesitamos tocar… necesitamos sentir para, así, aceptar muchas cosas que suceden en nuestra vida. Sabe que necesitamos de su amor, de su presencia y muchas veces nos lo hace experimentar sensiblemente.
Jesús hacía milagros, no para demostrar su poder, sino al contrario… Él era consciente de nuestra necesidad. Lo hacía y lo sigue haciendo para que creamos; para que alcemos la mirada y descubramos el verdadero lugar en el que nuestro corazón necesita descansar.
Sin embargo, llega un momento en donde no vemos; donde ya no pasa nada… todo sigue igual… y, a veces, parece empeorar. Parece que Jesús se va… lo buscamos en donde sabemos que está pero no lo encontramos… ¿Por qué, Señor?...
A veces no basta ver, sentir o tocar para creer pues muchas veces se olvida. Se olvida el primer momento…se olvida la primera mirada, el primer lugar, se olvida lo primero…lo esencial.
Así es el amor… parece irse cuando no se siente, cuando no se ve, cuando no se toca. Si supiera Señor que es ahí cuando se incrementa… cuando se purifica…cuando se hace más real. Es así como me enseñas a amar. Tu silencio es también signo de tu amor… aunque a veces, confieso, me es difícil aceptar.
No me permitas olvidar la primera mirada, el primer lugar… no me permitas olvidar lo esencial. Dame la gracia de saber que siempre estás conmigo y que aunque no te vea, no te sienta… ahí siempre estás.
¡Tantos cristianos parados! Tenemos tantos detrás que tienen una esperanza débil. Sí creen que existe el Cielo y que todo irá bien. Está bien que lo crean, ¡pero no lo buscan! Cumplen los mandamientos, los preceptos: todo, todo… Pero están parados. El Señor no puede hacer de ellos levadura en su pueblo, porque no caminan. Y esto es un problema: los parados. Después hay otros entre ellos y nosotros, que se equivocan de camino: todos nosotros algunas veces nos hemos equivocado de camino, esto lo sabemos. El problema no es equivocarse de camino; el problema es no regresar cuando uno se da cuenta de haberse equivocado”. El modelo de quien cree y sigue lo que la fe le indica es el funcionario del rey descrito en el Evangelio, que pide a Jesús la curación de un hijo enfermo y no duda un instante en ponerse en camino hacia casa cuando el Maestro le asegura que la ha obtenido.
(Homilía de S.S. Francisco, 31 de marzo de 2014, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Dedicar un momento al final de la jornada para reflexionar en los signos del amor de Dios a lo largo del día y hacer una oración especial de agradecimiento..
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino! Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.Amén.
El Padre sabe lo que te hace falta
Lunes cuarta semana de Cuaresma. ¿Qué es lo que nosotros estamos dándole a Dios en nuestra existencia?
Cuaresma es el tiempo de conversión del corazón. Cuaresma es el tiempo de regreso a Dios. Esto tendría que inquietarnos para ver si efectivamente estamos regresando a Dios no solamente las cosas que Él nos ha dado, sino si nosotros mismos estamos regresando a Dios.
Podríamos decir que cada uno de nosotros es un don de Dios para uno mismo; la vida es un don que Dios nos da. ¿Cómo estamos regresando ese don a Dios? Esta conversión del corazón, ese regresar a Dios, ese volver a poner a Dios en el centro de la vida, ¿cómo lo estoy haciendo? ¿Hasta qué punto puedo decir que realmente nuestro Señor está recibiendo de mí lo que me ha dado?
Cuando nos enfrentamos con nuestra vida, con nuestros dolores, con nuestras caídas, con nuestras miserias, con nuestros triunfos y gozos, podría darnos miedo de que no estuviésemos en la condición de dar al Señor lo que Él espera de nosotros. Miedo de que no estuviésemos en la situación de regresar, con ese corazón convertido, todo lo que el Señor nos ha dado a nosotros.
Jesús en el Evangelio dice: “El Padre sabe lo que les hace falta antes de que se lo pidan”. Dios nuestro Señor sabe perfectamente qué es lo que necesitamos en ese camino de conversión hacia Él. Sabe perfectamente cuáles son los requerimientos interiores que tiene nuestra alma para lograr una verdadera conversión del corazón.
Yo me pregunto si a veces no tendremos miedo de este conocimiento que Dios tiene de nosotros. ¿No tendremos miedo, a veces, de que el Señor puede llegar a conocer lo que necesitamos?
Sin embargo, debemos dejar que el alma se abra a su mirada. En la oración que el Señor nos enseña en el Evangelio y que repetimos en la Misa: “Padre nuestro, que estás en los cielos”, nos llama a confiar plenamente en el Señor, a pedirle que Él sea santificado y que venga a vivir en nosotros su Reino. Es la oración de un corazón que sabe pedir a Dios lo que Él le dé y que se abre perfectamente para que el Señor le diga lo que necesita.
¡Cuántas veces a nosotros nos puede faltar esto! Deberíamos exigirnos que nuestra vida vuelva a Dios con una confianza plena; que se adhiera a Dios sólo y únicamente como el único en quien de veras se puede confiar.
Creo que ésta podría ser una de las principales lecciones de conversión del corazón.
¿Qué es lo que nosotros estamos dándole a Dios en nuestra existencia? ¿Con qué fecundidad estamos dándole a Dios en nuestra vida? Si al examinarnos nos damos cuenta de que nos faltan muchos frutos, si al examinarnos nos damos cuenta de que no tenemos toda la fecundidad que tendríamos que tener, no tengamos miedo, Dios sabe lo que necesitamos, y Dios sabe qué es lo que en cada momento nos va pidiendo. ¿Por qué si Dios lo sabe, no dejarme totalmente en sus manos? ¿Por qué, entonces, si Dios lo sabe, no ponerme totalmente a su servicio en una forma absoluta, plena, delicada?
Precisamente esto es la auténtica conversión del corazón. La conversión del corazón en la Cuaresma no va a ser hacer muchos sacrificios; la conversión del corazón en la Cuaresma es llegar al fondo de nosotros y ahí abrirnos a Dios nuestro Señor y ponernos ante Él con plenitud.
Vamos a pedirle a Dios que sepamos regresarle todo lo que nos ha dado, que sepamos hacer fecundo en nuestro corazón ese don que es nuestra vida cotidiana, ese don que somos nosotros mismos para cada uno de nosotros. Que esa sea nuestra intención, nuestra oración y sobre todo, el camino de conversión del corazón.
Cuatro poderosas armas contra el Demonio
Desde la Fe nos presenta herramientas para poder luchar contra el demonio
En una entrevista para Radio Vaticano, el presidente de la Asociación Internacional de Exorcistas, el P. Francesco Bamonte, compartió algunos consejos sobre las mejores armas para hacer frente al Diablo, pues advirtió que no es suficiente saber que los demonios existen, sino que es preciso conocer cómo actúan para no caer en sus trampas.
Explicó el sacerdote que los demonios actúan en la historia personal y comunitaria de los hombres, tratando de propagar entre ellos la elección del mal. Recordó: “El Papa ha descrito a menudo cómo actúan los demonios a través de la tentación para separar a los hombres de Cristo. De hecho, quieren que seamos como ellos; no quieren la santidad de Cristo en nosotros, no quieren nuestro testimonio cristiano, no quieren que seamos discípulos de Jesús”.
Dijo que el Papa también ha subrayado varias veces que los demonios se disfrazan de ángeles de luz para hacerse atractivos y engañar mejor a los hombres.
Por ello, consideró que la presencia de un sacerdote exorcista en la diócesis es importantísima, pues de lo contrario, muy a menudo la gente se dirige a magos, hechiceros, lectores de cartas ydel futuro, sectas… “El exorcista –agregó– es ante todo un evangelizador, un sacerdote, por lo que sea cual sea el origen del mal que padece quien acude a él, sea o no sea una auténtica forma de acción extraordinaria del Demonio, el sacerdote exorcista se esfuerza por infundir serenidad, paz, confianza en Dios y esperanza en su gracia”.En septiembre del 2013, el Papa Francisco envió un mensaje a los exorcistas italianos, expresando su aprecio por el servicio eclesial que realizan con el ministerio del exorcismo, ejerciendo una forma de caridad en beneficio de personas que sufren y necesitan liberación y consuelo.
Las cuatro armas que propone el P. Francesco Bamonte a los fieles para luchar contra el Demonio, son:
1. La Palabra de Dios. “Esta es el arma más poderosa, como dice el Papa Francisco, quien nos invita a llevar siempre en el bolsillo un Evangelio. En nuestro interior, esta Palabra, cuando entra, vive, actúa y nos llena de la gracia del Espíritu Santo”.
2. El Rosario. “Le sigue el rezo del Santo Rosario, el encomendarse a la Virgen, a quien el Demonio odia especialmente”.
3. La Confesión. “Es importantes reconocernos pecadores humildemente, confesar nuestros pecados y pedir a Dios la fuerza para no pecar más”.
4. La Santa Misa. “La participación en la Santa Misa los días festivos, y también la lucha contra nuestros vicios, contra lo que el pecado original ha dejado en nosotros, para que triunfe el hombre nuevo en Cristo”.
¡Creo, Señor!: IV domingo de cuaresma
Reflexión del evangelio de la misa del Domingo 26 de marzo de 2017
Las luchas por el poder y el prestigio son más fuertes que el cuidado y bienestar de los más pequeños.
Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo Coadjutor de la Diocesis de San Cristobal de la Casas
Lecturas:
I Samuel 16, 1. 6-7, 10-13: “El Señor se fija en los corazones”
Salmo 22: “El Señor es mi pastor, nada me faltará”
Efesios 5, 8-14: “Vivan como hijos de la luz”
San Juan 9, 1-41: “”Fui, me lavé y comencé a ver”
El camino de la Cuaresma está lleno de signos que nos ayudan a comprenderla y profundizarla. San Juan nos sorprende al presentarnos a Jesús como la luz verdadera. Lo hace a través de una narración viva y contrastante donde los sencillos descubren la luz y los sabios se quedan en oscuridad. Son las señales que muestran el camino a todo creyente que pretende encontrar a Cristo e iluminar su vida. Deberíamos leer y releer atentamente esta narración del ciego de nacimiento porque cada palabra, cada personaje y cada detalle tienen una enseñanza para nuestra vida interior. Colocarnos en el lugar de cada uno de los personajes y experimentar sus sentimientos. Encontrar a Jesús siempre implica un gran cambio en la vida, una transformación interior y un riesgo que involucra toda nuestra persona. Simplemente con contemplar la imagen del hombre tirado, pidiendo limosna, a expensas de la misericordia, de la voluntad o del humor de los que pasaban, y contrastarla con la imagen del hombre libre que es capaz de oponerse a quienes lo acusan y acosan, y que opta por una verdadera confesión de fe, nos movería a desear para nosotros esa misma libertad en búsqueda de la verdad. Encontrar a Jesús siempre iluminará nuestra vida y nuestras opciones.
No hay peor ciego que el que no quiere ver y San Juan lo muestra muy claro. El inicio de la narración, además de describirnos levemente la situación del ciego, nos presenta la miopía de los discípulos, fieles exponentes de las creencias de su tiempo. Mirar todo bajo la óptica del pecado y de la acusación: echar culpas sobre los otros y analizar las situaciones sin aportar nuestros esfuerzos, son prácticas de todos los tiempos. Pero Jesús no mira así. Jesús entiende aun las peores situaciones como momentos de gracia y siempre encuentra la oportunidad para que “se manifiesten las obras de Dios”. En el lodo y la saliva muchos estudiosos pretenden ver como una nueva creación que nos llevaría hasta la magnífica narración del soplo divino dando vida al barro moldeado para crear a Adán. Mirar todo con los ojos del amor creador del Padre y no con los ojos de la destrucción y de la maldad, mirar cada día como un regalo del Dios de la vida y como una oportunidad para continuar su creación, serían una buena forma de querer ver con los ojos de Dios. Jesús mira más allá de la miseria o de las aparentes grandezas de los hombres para encontrar en el interior el sufrimiento y transformar en liberación y vida lo que parecían ataduras. Siempre la mirada de Jesús va hasta el interior de la persona y encuentra motivos para dar alabanza a su Padre.
A continuación aparecen los fariseos. Para ellos es más importante la ley que la vida. Ya desde aquel tiempo valían más las normas que la persona e importaban más los propios intereses que el dolor humano. Las luchas por el poder y el prestigio son más fuertes que el cuidado y bienestar de los más pequeños. Lo triste es que no se dan cuenta. Desde su óptica creen cumplir con Dios y también con la humanidad y lo único que hacen es utilizar tanto a Dios como a las personas para su egoísmo. Es la constante realidad de quien a sus ojos y a su corazón le pone las gafas de la utilidad, de las normas y de las estructuras. Como los fariseos nos parecen ridículos, también así aparecen nuestros programas, los planteamientos neoliberales, los negocios de las potencias y los pleitos de los partidos políticos que pasan por encima de la persona. Buscando sus propios intereses, los disfrazan del deseo de servir y de la necesidad del pueblo. Por eso son tan contradictorios. Así también actuamos cada uno de nosotros cuando descalificamos a las personas, cuando las despedimos sin atender sus necesidades, cuando nos escudamos en supuestas leyes. No miramos el corazón del otro. Ya le decía el Señor a Samuel: “El hombre se fija en las apariencias, pero el Señor se fija en los corazones”. ¿Podremos mirar a la persona por encima de las apariencias?
Ante los acontecimientos siempre aparecen los indiferentes. Los curiosos y los padres nos presentan a quien mira con ojos quizás de simpatía pero no de compromiso. Podemos sentir lástima de las masas ingentes de hambrientos, hacer algunas preguntas de interés pero sin comprometernos porque implica poner en riesgo nuestra comodidad y nuestra seguridad. Clarísima la respuesta de los papás, afirmando que son conscientes de todo el problema pero también lavándose las manos: “Pregúntenselo a él; ya tiene edad suficiente y responderá por sí mismo”. Quizás sea el espejo de muchos que hablamos y denunciamos las injusticias y la mentira, pero que después no estamos dispuestos a afrontar las consecuencias ni en la vida personal, ni en los riesgos que nuestra denuncia conlleva. Es fácil quejarse de la violencia y hacerse desentendido. Es hasta un prestigio hablar de la pobreza y la miseria, pero si no nos lleva a ocupar un lugar entre los pobres queda en demagogia. Es sabio hablar de Dios, pero es comprometedor mirar con sus criterios. San Pablo nos da criterios claros para ver si nuestra mirada es de luz, cuando actuemos con bondad, con santidad y con verdad seremos de la luz.
El ciego, en cambio, se transforma en luz. Primero se deja amar y levantar por Jesús. No opone resistencia ni quiere continuar con su mismo estilo de vida: dependiendo de los otros. Crece pero también acepta el reto que da la independencia. Comienza simplemente narrando los hechos, pero decir la verdad compromete cada vez más y empieza a vivir la oposición. Descubre entonces que Cristo es un profeta porque le ha devuelto la luz aunque tenga que contradecir a los fariseos que lo acusan de impostor. Entonces es expulsado pero encuentra libertad. Y llega al fin a un encuentro pleno con Jesús, no sólo con el curandero, no sólo con el profeta, sino con el Hijo del hombre que dialoga con él, que le da nueva luz. Y exclama jubiloso: “Creo, Señor”. Es el camino de la oscuridad a la luz, desde el mirar y pensar con los criterios humanos, hasta el mirar y pensar con los criterios de Jesús. ¿Nosotros con qué ojos miramos el mundo? ¿Con qué criterios estamos actuando? ¿Cómo ha sido nuestro seguimiento de Jesús? El camino para descubrir a Jesús es dinámico. No termina, cada día debemos iluminar nuestro corazón con la luz de su amor y cada día debemos confrontar nuestras obras con sus criterios.
Gracias, Padre, por tu Hijo Jesús que ilumina toda nuestra vida. Condúcenos por el camino de la luz para, dejando nuestra ceguera congénita, acojamos la verdad de Cristo y caminemos como hijos de la luz. Amén.