Entra en el gozo de tu Señor

Evangelio según San Juan 20,1-9. 

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. 

Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. 

Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos. 

Santa Bernardita

Santa Bernardita Soubirous (1879). Nació en Lourdes (Francia) en 1844. Hija de padres pobres. En el bautismo le pusieron por nombre María Bernarda, pero todos la llamaban Bernardita.

La niña tuvo siempre muy débil salud a causa de la falta de alimentación suficiente, y del estado lamentablemente pobre de la habitación donde moraba. En los primeros años sufrió la enfermedad de cólera que la dejó sumamente debilitada.

A causa también del clima terriblemente frío en invierno, en aquella región, Bernardita adquirió desde los diez años la enfermedad del asma, que al comprimir los bronquios produce continuos ahogos y falta de respiración.

Esta enfermedad la acompañará y la atormentará toda su vida. Al final de su existencia sufrirá también de tuberculosis. Bernardita a los 14 años no sabía leer ni escribir ni había hecho la Primera Comunión porque no había logrado aprender el catecismo. Pero tenía unas grandes cualidades: rezaba mucho a la Virgen y jamás decía una mentira.

Desde el 11 de febrero de 1859 hasta el 16 de julio del mismo año, la Sma. Virgen se le aparece 18 veces a Bernardita. Las apariciones las podemos leer en detalle en el día 11 de febrero. La vida de la jovencita, después de las apariciones estuvo llena de enfermedades, penalidades y humillaciones, pero con todo esto fue adquiriendo un grado de santidad tan grande que se ganó enorme premio para el cielo. Bernardita pidió ser admitida en la Comunidad de Hijas de la Caridad de Nevers.

Demoraron en admitirla porque su salud era muy débil. Pero al fin la admitieron. A los 4 meses de estar en la comunidad estuvo a punto de morir por un ataque de asma, y  recibieron sus votos religiosos, pero enseguida curó. Bernardita tuvo por superiora durante los primeros años de religiosa a una mujer que le tenía una antipatía total y casi todo lo que ella hacía lo juzgaba negativamente. Y ella jamás se quejaba ni se disgustaba por todo esto. Duró quince años de religiosa.

Los primeros 6 años estuvo trabajando, pero fue tratada con mucha indiferencia por las superioras. Después los otros 9 años padeció noche y día de dos terribles enfermedades: el asma y la tuberculosis. Al llegar a la Comunidad reunieron a las religiosas y le pidieron que les contara cómo habían sido las apariciones de la Virgen. Luego le prohibieron volver a hablar de esto, y en los 15 años de religiosa ya no se le permitió tratar este tema. Son sacrificios que a los santos les preparan altísimo puesto en el cielo.

El 16 de abril de 1879, exclamó emocionada: "Yo vi la Virgen. Sí, la vi, la vi ¡Qué hermosa era! " Y después de unos momentos de silencio exclamó emocionada: "Ruega Señora por esta pobre pecadora", y apretando el crucifijo sobre su corazón se quedó muerta. Tenía apenas 35 años.A los funerales de Bernardita asistió una muchedumbre inmensa. Y ella empezó a conseguir milagros de Dios en favor de los que le pedían su ayuda. El 8 de diciembre de 1933, el Santo Padre Pío XI  la declaró santa.

Oremos
Concédenos, Señor, un conocimiento profundo y un amor intenso a tu santo nombre, semejantes a los que diste a Santa Bernardita, para que así, sirviéndote con sinceridad y lealtad, a ejemplo suyo también nosotros te agrademos con nuestra fe y con nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Calendario de  Fiestas Marianas:  Nuestra Señora de las Victorias en la Iglesia de San Marcos, Venecia.

Homilía atribuida a San Juan Crisóstomo (c. 345-407), presbítero en Antioquia, obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia Liturgia ortodoxa de Pascua

“Entra en el gozo de tu Señor” (Mt 25,23)

¡Que todo hombre piadoso y amigo de Dios se goce en esta bella y luminosa fiesta de Pascua! ¡Que todo fiel servidor entre con alegría en el gozo de su Señor! (Mt 25,23). El que ha soportado el peso del ayuno, que venga ahora a recibir su recompensa. El que ha trabajado desde la hora primera, que reciba hoy el justo salario (Mt 20,1s). El que ha venido después de la hora tercera, que celebre esta fiesta en acción de gracias. El que ha llegado después de la hora sexta, que no tema, no será abandonado. Si alguno no ha llegado hasta la hora novena, que se acerque sin dudar. Si todavía hay alguno que se ha rezagado hasta la hora undécima, que no se avergüence de su tibieza, porque el Maestro es generoso y recibe al último igual que al primero…, tiene misericordia de aquél, y colma a éste. A uno le da, al otro lo favorece… 

Ya Isaías lo había predicho diciendo: “El infierno se consternó al encontrarte” (14,9). El infierno se ha llenado de amargura…, porque ha  sido abatido; humillado, porque ha sido condenado a muerte; hundido, porque ha sido aniquilado. Quiso arrebatar un cuerpo y se encontró delante de Dios; cogió lo que era terrestre y se encontró con cielo; tomó lo que era visible, y cayó a causa del Invisible. “¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?” (1C 15,55). ¡Cristo ha resucitado y tú has sido derribada! ¡Cristo ha resucitado y los demonios han caído! ¿Cristo ha resucitado y los ángeles se gozan! ¡Cristo ha resucitado y he aquí que reina la vida! ¡Cristo ha resucitado y ya no hay más muertos en las tumbas, porque Cristo, resucitado de entre los muertos, es la primicia de los que se durmieron. A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén.

El Papa, durante la bendición Urbi et Orbi

Francisco denuncia el "innoble ataque contra prófugos" que dejó un centenar de muertos en Siria
El Papa pide a los líderes mundiales "el valor de evitar que se propaguen los conflictos y de acabar con el tráfico de armas"
La bendición Urbi et Orbi recordó Oriente Medio, Irak, Yemen, Sudán, Centroáfrica, Ucrania o Latinoamérica

Jesús Bastante, 16 de abril de 2017 a las 12:12

Jesús Resucitado "se hace cargo de cuantos son víctimas de antiguas y nuevas esclavitudes: trabajos inhumanos, tráficos ilícitos, explotación y discriminación, graves dependencias"

(Jesús Bastante).- Siria, "la amada y maltratada Siria", fue protagonista del mensaje de Pascua del Papa Francisco. Sus palabras previas a la bendición Urbi et Orbi contaron, también, con una frase improvisada, haciendo referencia al "último innoble ataque a los prófugos que huían (en Alepo), que ha provocado numerosos muertos y heridos".

"Pido a los representantes de las naciones el valor de evitar que se propaguen los conflictos y de acabar con el tráfico de armas", clamó el Papa desde el balcón central de la plaza de San Pedro, el mismo desde el que, hace ahora cuatro años, salía para pedir la bendición de los fieles tras ser elegido Papa.

La lluvia matinal dejó paso a un mediodía soleado. Antes de subir al balcón, Francisco se dirigió en jeep descubierto, saludando a los fieles, hasta regresar a la logia. Desde allí, escuchó a la banda del Vaticano entonar el himno italiano, mientas que la italiana hacía lo propio con el himno de la Santa Sede.

En su mensaje, en italiano (las bendiciones plurilingües ya quedaron atrás), Francisco comenzó anunciando que "era verdad, ha resucitado el Señor, como había dicho", y explicó cómo, "con la resurrección, Jesucristo nos ha liberado de la esclavitud del pecado y de la muerte y nos ha abierto el camino a la vida eterna".

El "pastor resucitado", que no se cansa de buscar a las ovejas repartidas por el mundo, "toma sobre sus hombros a tantos hermanos nuestros oprimidos por tantas clases de mal". Y en este punto, el Papa hizo un repaso a aquellos "laberintos de la soledad y de la marginación".

Y es que Jesús Resucitado "se hace cargo de cuantos son víctimas de antiguas y nuevas esclavitudes: trabajos inhumanos, tráficos ilícitos, explotación y discriminación, graves dependencias". También, "de los niños y de los adolescentes que son privados de su serenidad para ser explotados, y de quien tiene el corazón herido por las violencias que padece dentro de los muros de su propia casa".

Cristo vivo "se hace compañero de camino de quienes se ven obligados a dejar la propia tierra a causa de los conflictos armados, de los ataques terroristas, de las carestías, de los regímenes opresivos. A estos emigrantes forzosos, les ayuda a que encuentren en todas partes hermanos, que compartan con ellos el pan y la esperanza en el camino común", subrayó Francisco, quien pidió a Jesús que "guíe los pasos de quien busca la justicia y la paz; y done a los representantes de las Naciones el valor de evitar que se propaguen los conflictos y de acabar con el tráfico de las armas".

"Que en estos tiempos el Señor sostenga en modo particular los esfuerzos de cuantos trabajan activamente para llevar alivio y consuelo a la población civil de Siria, víctima de una guerra que no cesa de sembrar horror y muerte. Que conceda la paz a todo el Oriente Medio, especialmente a Tierra Santa, como también a Irak y a Yemen.

Que los pueblos de Sudán del Sur, de Somalia y de la República Democrática del Congo, que padecen conflictos sin fin, agravados por la terrible carestía que está castigando algunas regiones de África, sientan siempre la cercanía del Buen Pastor".

También recordó Bergoglio a su amada América Latina, clamando por "el bien común de las sociedades, tantas veces marcadas por tensiones políticas y sociales, que en algunos casos son sofocadas con la violencia". "Que se construyan puentes de diálogo, perseverando en la lucha contra la plaga de la corrupción y en la búsqueda de válidas soluciones pacíficas ante las controversias, para el progreso y la consolidación de las instituciones democráticas, en el pleno respeto del estado de derecho" incidió.

No olvidó el Papa a Ucrania, "todavía afligida por un sangriento conflicto, para que vuelva a encontrar la concordia y acompañe las iniciativas promovidas para aliviar los dramas de quienes sufren las consecuencias". Y pidió por toda Europa, especialmente por los jóvenes sin trabajo.

Mensaje de Pascua de Francisco:
Queridos hermanos y hermanas,

Feliz Pascua.

Hoy, en todo el mundo, la Iglesia renueva el anuncio lleno de asombro de los primeros discípulos: Jesús ha resucitado - Era verdad, ha resucitado el Señor, como había dicho (cf. Lc 24,34; Mt 28,5-6).

La antigua fiesta de Pascua, memorial de la liberación de la esclavitud del pueblo hebreo, alcanza aquí su cumplimiento: con la resurrección, Jesucristo nos ha liberado de la esclavitud del pecado y de la muerte y nos ha abierto el camino a la vida eterna.

Todos nosotros, cuando nos dejamos dominar por el pecado, perdemos el buen camino y vamos errantes como ovejas perdidas. Pero Dios mismo, nuestro Pastor, ha venido a buscarnos, y para salvarnos se ha abajado hasta la humillación de la cruz. Y hoy podemos proclamar: «Ha resucitado el Buen Pastor que dio la vida por sus ovejas y se dignó morir por su grey. Aleluya» (Misal Romano, IV Dom. de Pascua, Ant. de la Comunión).

En toda época de la historia, el Pastor Resucitado no se cansa de buscarnos a nosotros, sus hermanos perdidos en los desiertos del mundo. Y con los signos de la Pasión -las heridas de su amor misericordioso- nos atrae hacia su camino, el camino de la vida. También hoy, él toma sobre sus hombros a tantos hermanos nuestros oprimidos por tantas clases de mal.

El Pastor Resucitado va a buscar a quien está perdido en los laberintos de la soledad y de la marginación; va a su encuentro mediante hermanos y hermanas que saben acercarse a esas personas con respeto y ternura y les hacer sentir su voz, una voz que no se olvida, que los convoca de nuevo a la amistad con Dios.

Se hace cargo de cuantos son víctimas de antiguas y nuevas esclavitudes: trabajos inhumanos, tráficos ilícitos, explotación y discriminación, graves dependencias. Se hace cargo de los niños y de los adolescentes que son privados de su serenidad para ser explotados, y de quien tiene el corazón herido por las violencias que padece dentro de los muros de su propia casa.

El Pastor Resucitado se hace compañero de camino de quienes se ven obligados a dejar la propia tierra a causa de los conflictos armados, de los ataques terroristas, de las carestías, de los regímenes opresivos. A estos emigrantes forzosos, les ayuda a que encuentren en todas partes hermanos, que compartan con ellos el pan y la esperanza en el camino común.

Que en los momentos más complejos y dramáticos de los pueblos, el Señor Resucitado guíe los pasos de quien busca la justicia y la paz; y done a los representantes de las Naciones el valor de evitar que se propaguen los conflictos y de acabar con el tráfico de las armas.

Que en estos tiempos el Señor sostenga en modo particular los esfuerzos de cuantos trabajan activamente para llevar alivio y consuelo a la población civil de Siria, víctima de una guerra que no cesa de sembrar horror y muerte. Que conceda la paz a todo el Oriente Medio, especialmente a Tierra Santa, como también a Irak y a Yemen.

Que los pueblos de Sudán del Sur, de Somalia y de la República Democrática del Congo, que padecen conflictos sin fin, agravados por la terrible carestía que está castigando algunas regiones de África, sientan siempre la cercanía del Buen Pastor.

Que Jesús Resucitado sostenga los esfuerzos de quienes, especialmente en América Latina, se comprometen en favor del bien común de las sociedades, tantas veces marcadas por tensiones políticas y sociales, que en algunos casos son sofocadas con la violencia. Que se construyan puentes de diálogo, perseverando en la lucha contra la plaga de la corrupción y en la búsqueda de válidas soluciones pacíficas ante las controversias, para el progreso y la consolidación de las instituciones democráticas, en el pleno respeto del estado de derecho.

Que el Buen Pastor ayude a ucraniana, todavía afligida por un sangriento conflicto, para que vuelva a encontrar la concordia y acompañe las iniciativas promovidas para aliviar los dramas de quienes sufren las consecuencias.

Que el Señor Resucitado, que no cesa de bendecir al continente europeo, dé esperanza a cuantos atraviesan momentos de dificultad, especialmente a causa de la gran falta de trabajo sobre todo para los jóvenes.

Queridos hermanos y hermanas, este año los cristianos de todas las confesiones celebramos juntos la Pascua. Resuena así a una sola voz en toda la tierra el anuncio más hermoso: «Era verdad, ha resucitado el Señor». Él, que ha vencido las tinieblas del pecado y de la muerte, dé paz a nuestros días. Feliz Pascua.

Palabras después de la bendición:

Queridos hermanos y hermanas,
Dirijo mi deseo de Buena Pascua a todos ustedes, quienes están reunidos aquí, procedentes de Italia y de otros países, así como a cuantos están unidos a través de los diferentes medios de comunicación. Que el anuncio pascual de Cristo Resucitado pueda reavivar las esperanzas de sus familias y de sus comunidades, en especial de las nuevas generaciones, futuro de la Iglesia y de la humanidad.
Un agradecimiento especial a quienes han donado y a quienes han colocado las decoraciones florales, que también este ano provienen de diferentes países.
Que puedan sentir cada día la presencia del Señor Resucitado, y compartir con los otros la alegría y la esperanza que Él nos dona. Por favor, no se olviden de rezar por mí. Buena fiesta y ¡hasta la vista!

La Pascua, un tiempo de alegría

Cristo vive, no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue

Jesús, ¡has resucitado! Ya lo habías dicho.

Pero la Resurrección superaba totalmente a los apóstoles. Tras la Transfiguración les dices que "a nadie contasen lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. Ellos retuvieron estas palabras, discutiendo entre sí qué era lo de resucitar de entre los muertos." (Marcos 9,9-10). "Tan imposible les parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jesús resucitado, los discípulos dudan todavía: creen ver un espíritu. «No acababan de creerlo a causa de la alegría y estaban asombrados" (Lucas 24, 41).

Tomás conocerá la misma prueba de la duda y, en su última aparición en Galilea referida por Mateo, "algunos sin embargo dudaron" (Mateo 28, 17). Por esto, la hipótesis según la cual la resurrección habría sido un "producto" de la fe (o de la credulidad) de los apóstoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su fe en la Resurrección nació -bajo la acción de la gracia divina- de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado (C. I. C.- 644).

¡Has resucitado! Luego eres realmente Dios. Se ha cumplido lo que habías dicho. Tu madre no ha ido al sepulcro. Ella sí creía en tus palabras. Sabía que era necesario que murieras primero para poder resucitar y enviarnos al Espíritu Santo. Ella, la Esposa de Dios Espíritu Santo, fue la primera en creer. Y es bienaventurada porque creyó "sin haber visto"(Juan 20, 29).

Cristo vive

Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia.

"No temáis", con esta invocación saludó un ángel a las mujeres que iban al sepulcro; "no temáis; vosotras venís a buscar a Jesús Nazareno, que fue crucificado: ya resucitó, no está aquí".

El tiempo pascual es tiempo de alegría, de una alegría que no se limita a esa época del año litúrgico, sino que se asienta en todo momento en el corazón del cristiano. Porque Cristo vive: Cristo no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos. No: Cristo vive. Jesús es el Emmanuel: Dios con nosotros. Su Resurrección nos revela que Dios no abandona a los suyos. (Es Cristo que pasa.-102).

Jesús, estás vivo. "Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe". La vida cristiana no consiste en seguir unas palabras más o menos profundas, en tener unos sentimientos más o menos solidarios con los demás hombres, o en realizar una serie de actos externos más o menos distraídos o emocionantes. "No,: Cristo vive". Y ser cristiano es, precisamente, vivir tu vida: una vida de hijos de Dios por la gracia, que nace con el Bautismo y se refuerza con los demás sacramentos, con la oración y las buenas obras. El tiempo pascual es un tiempo de alegría: Alegraos, pues la alegría es propia de los hijos de Dios.

La resurrección de Cristo
Pero esta fiesta, no es sólo para Cristo. Es una fiesta para todos nosotros, también debemos estar

Cristo ha resucitado. La Iglesia lo anuncia muchas veces durante esta Vigilia Pascual y no se cansará de repetirlo durante estos días de Pascua. Por todas partes hace resonar sus aleluyas, expresión de alabanza a Dios, pero también de euforia, de alegría, de entusiasmo. ¡Aleluya!

La Iglesia está desbordante de gozo y por eso se pone a cantar. Necesita desahogar de mil maneras su alegría, su felicidad: Jesús ha resucitado. “Surrexit Dominus vere, alleluia”. El Señor ha resucitado. ¡De veras! Aleluya, alegrémonos.

Alegrémonos por Cristo, nuestro Salvador, nuestro mejor Amigo, que ya ha triunfado. Ya ha dejado de sufrir. Ya vive glorioso, para siempre. Con corazón noble y generoso nos alegramos, sobre todo, por El. Porque se lo merece. Porque ha estado grande con nosotros, magnífico. Porque pasó toda su vida haciendo el bien y murió pudiendo decir: “Misión cumplida”. Nos alegramos sinceramente de que El ya pueda descansar junto al Padre. Se lo merece. Nadie nos ha amado como El. Nadie ha sido tan bueno y generoso como El. Y nos alegra sinceramente que El ya descanse, que sea feliz junto al Padre. Se lo merece.

Pero esta fiesta, obviamente, no es sólo para Cristo. Es una fiesta para todos nosotros. También debemos estar alegres por nosotros mismos. Yo nada más quisiera detenerme en dos motivos. Luego ya tendremos toda la Pascua para seguir penetrando, con la gracia de Dios, en este gran misterio de la Resurrección. Pero, por ahora, dos motivos:

a. En primer lugar, debemos alegrarnos porque Cristo está vivo.

Ese es el mensaje que los ángeles dan a las mujeres a la entrada del sepulcro: “¿por qué buscáis entre los muertos, al que está vivo? No está aquí, ha resucitado”.

Cristo está vivo. Estamos ya tan acostumbrados a esta verdad que quizá no nos damos cuenta de lo grandiosa que es, en su sencillez. Para entenderla nos puede ayudar el imaginar la experiencia que hicieron los apóstoles durante los momentos de la pasión y muerte de Cristo. Cristo para ellos era todo:

- era su Amigo: la persona que mejor les conocía, hasta dentro, y que mayor bien les había hecho.
- era su Maestro: El tenía la respuesta para todo; y, obviamente, la respuesta verdadera, auténtica. Era su Verdad.
- era su Camino, su Ideal, su Modelo: sabían que, siendo como El, agradarían a Dios.
- era su Fuerza, el que aplacaba la tempestad con un gesto de la mano
- era su Sostén, con El podrían incluso caminar sobre las aguas y dar de comer a las multitudes. Con El sí se podía

El era TODO: Amigo, maestro, modelo, apoyo... todo. Y, de repente, de un día para otro, ven que Jesús no se defiende, no se esconde, le traicionan, le apresan, no hace ningún milagro, lo golpean, lo flagelan, lo crucifican... ¡lo matan! Imagínense a los apóstoles: no podían creer lo que había pasado; el Maestro ha muerto... ¡Qué angustia, qué desilusión, qué amargura! Porque hay algo peor que no conocer a Cristo. Sí, hay algo mucho peor: y es haberlo conocido y perderlo. Y los apóstoles habían perdido a Cristo. Cristo había muerto. Y, con El, habían muerto sus ilusiones, sus ideales, su confianza, su felicidad.

Pero, de repente, la noticia: ¡el Maestro ha resucitado! Poco a poco la noticia se va imponiendo: ¡Jesús está vivo y se ha aparecido a las mujeres, y a éste y a este otro!

Imagínense el suspiro de alivio, la satisfacción interior, la felicidad profunda que sentirían los apóstoles. Pues bien, ésa tiene que ser también la nuestra: Cristo está vivo. Está vivo ahora, hoy. Y no de un modo metafórico (como el que dice que vivirá en el recuerdo de los que le seguirán o le amarán...) No: Cristo está vivo realmente. La vida cristiana no es una doctrina filosófica, es la relación de amistad con Cristo, un diálogo de amistad. Y podemos entablar esta relación de amistad precisamente por eso: porque está vivo. Un cadáver, un muerto, no puede hacer compañía y tampoco la necesita, no puede hablar y tampoco escucha, no puede ayudar y de nada sirve lo que se le haga. No: Cristo, nuestro Amigo, está vivo. Por eso podemos hablar con El, vivir juntos, llorar y reír juntos, trabajar juntos. No tenemos por qué envidiar a los apóstoles, pues también nosotros podemos entablar una relación auténtica, real, no sólo imaginativa, con Cristo. Esta simple verdad, bien creída y asimilada, bastaría para que muchas cosas cambiaran en nuestra vida.

b. Una segunda razón por la que debemos alegrarnos es que Cristo, precisamente porque está vivo, continúa amándonos, continúa buscando nuestra salvación, continúa actuando. Está claro que, después de todo lo que Jesús ha hecho por nosotros, no va a dejar la tarea a la mitad.... Eso nos tiene que dar una grandísima confianza: Cristo resucitado, Cristo glorioso no se olvida de sus hermanos, de sus amigos que todavía no han alcanzado la gloria.”Ve a mis hermanos y diles...” Hermanos: así nos llama en la aparición a María Magdalena.

Un detalle de las apariciones del resucitado que me llama la atención es el hecho que Cristo haya querido resucitar manteniendo las huellas de las heridas en sus manos, en sus pies, en su costado. Está claro que son heridas gloriosas, que no le causan dolor, pero al fin y al cabo son heridas. Puesto a resucitar, podía haber quedado perfecto, sin ninguna huella. Pero no. Quiso conservar sus heridas. ¿Por qué? ¿Sano orgullo del soldado que conserva sus cicatrices como si fueran medallas? ¿Una forma para acordarse de nosotros? ¡Quién sabe! Bueno, El sí lo sabe. Pero a mí me agrada pensar que nos quería dar a entender precisamente esto: aunque ya esté glorioso, aunque ya esté resucitado y triunfante, El no se desentiende de nosotros, sino que nos recuerda y recordará siempre y no dejará a la mitad la obra que comenzó en nosotros. Continuará su obra en cada uno de nosotros hasta que alcancemos lo que El nos mereció con su cruz.

Durante este periodo pascual nos acompañará siempre en la capilla el cirio, símbolo de Jesús resucitado. Ojalá que siempre que lo veamos, miremos los cinco clavos, símbolo de sus llagas, y nos acordemos precisamente de esto: que El está vivo, nos ama y sigue actuando en nuestra vida. Que esto sea el sostén de nuestra alegría y de nuestra confianza pascual.

La Resurrección

La Semana Santa debe ser un tiempo de relexión, de leer la Palabra de Dios y encontrar el mensaje para nuestra vida. Esta reflexión intenta ayudarnos con esa tarea.

1. LECTURA del texto bíblico ¿Qué dice el texto? Mt 28,1-10

"Transcurrido el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran temblor, pues el Ángel del Señor bajó del Cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: "No teman. Ya sé que buscan a Jesús, el crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde lo habían puesto. Y ahora vayan enseguida a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de ustedes a Galilea; allá lo verán". Eso es todo". Ellas partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a los discípulos. En esto, Jesús les salió al encuentro y las saludó. Y ellas, acercándose, le abrazaron los pies y le adoraron. Entonces les dijo Jesús: "No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, allá me verán".

+ El texto dice que unas mujeres fueron al sepulcro al amanecer
+ Un Ángel se les apareció y las mandó a avisarles a los discípulos que Jesús había resucitado.
+ Por último, que Jesús sale a su encuentro y las saluda. Les da el mismo mandato que el Ángel.

2. EXPLICACIÓN del texto bíblico ¿Qué les dijo a sus primeros destinatarios? Mensaje

San Mateo centra el relato de la Resurrección en el hallazgo de la tumba vacía y en el encuentro de Jesús resucitado con las mujeres. Esto desmiente el rumor de que los discípulos habían robado el cuerpo de Jesús. Es por ello un signo real de tal acontecimiento .

Colocar a las mujeres en la primera escena del hecho es un gesto inaudito, propio de san Mateo. Sólo él introduce de manera específica el papel de la mujer en la historia de la salvación, lo cual le hace ser uno de los evangelistas más fieles a los hechos revelados por Jesús (ver genealogía).

El hecho mismo narrado en el Evangelio pretende dar fortaleza y alegría a un pueblo sumido en tristezas y llantos. El Ángel es la presencia misma de Dios, es quien trae buenas noticias a la tierra. El miedo y el temor se apoderan de las mujeres pero el encuentro con el Ángel les anima y el encuentro con Jesús les fortalece.

3. APLICACIÓN del texto bíblico ¿Qué nos dice a nosotros hoy? Mensaje

En esta mañana de Resurrección, el Señor nos dice a los jóvenes: "No tengan miedo" (Mt 28, 5). Como a las mujeres en el sepulcro, en la voz del Ángel, nos repite: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?" (Lc 24, 5-6). Como a los discípulos en la barca nos anima: "Soy yo" (Mt 14,26-27). Pero también nos reprende como a los discípulos de Emaús: ¿qué duros y necios de corazón son para creer? (Lc 24, 25). En este Día, pues, nos alientan los signos de la victoria de Cristo resucitado, mientras que suplicamos la gracia de la conversión y mantenemos viva la esperanza que no defrauda [1]. Hoy tenemos que ser mensajeros de esta buena noticia.

La resurrección de Cristo significa para nosotros que Dios Padre aprueba el camino de Jesús, su opción por el servicio, la justicia y la paz, que Dios siempre escucha el clamor del pobre y del crucificado en esta vida. Con su resurrección Jesús nos libera del pecado y de la muerte y nos abre el camino hacia el reino de la vida.

Los católicos "confesamos que la resurrección da nuevo sentido a la vida del hombre y con ello le anima a dar razón de su esperanza, de alcanzar la vida plena, constituyéndolo en testigo que hace viva su presencia salvífica. Creemos que Jesucristo con su muerte y resurrección rescata al hombre del pecado y de la muerte y lo reconcilia con Dios; le abre a las relaciones positivas consigo mismo, con los demás hombres y con la naturaleza, y lo hace partícipe de la vida eterna". [2]

Reconocemos que también hay lugares de encuentro con el resucitado hoy y estos son: la Eucaristía, la Palabra, los sacramentos, la comunidad y los pobres [3]. Un signo eficaz de su presencia resucitada es la comunión y el amor fraterno y solidario que nos da por medio de su Espíritu. Aunque el fruto por excelencia de la muerte y Resurrección de Jesús y de la presencia impetuosa del Espíritu es la Iglesia [4].

4. PROFUNDIZACIÓN DEL TEXTO ¿qué cosas más podemos saber del texto?

La Resurrección es un acto único de amor del Padre donde la vida es ahora una acción permanente que ya no tendrá fin, no es un volver a vivir como Lázaro (Jn 12,1) o la hija de Jairo (Mt 9, 25), es más bien una transformación del cuerpo mortal de Jesús en un cuerpo espiritual (glorioso), principio de una vida plenamente nueva y que no excluye la que vivimos ahora. La resurrección es regida por el principio fundamental del espíritu no limitado a la materialidad. [5]

La resurrección conlleva caminos de vida verdadera y plena para todos, caminos de vida eterna, caminos abiertos por la fe que conducen a la plenitud de vida que Cristo nos ha traído: con esta vida divina se desarrolla también en plenitud la existencia humana, en su dimensión personal, familiar, social y cultural [6].

¿Cuáles son esos caminos o actitudes nuevas que el acontecimiento salvífico exige? La vida nueva, como un cambio de actitudes, de pensamientos y decisiones basadas ahora en la ley del Espíritu, la ley del amor y la justicia (Col 3,5-25), además también requiere el servicio, la libertad, la verdad, la solidaridad, la alegría, el respeto, la fidelidad y la honestidad. Creer en la resurrección de Jesús es aceptarlo como criterio y fuente de nuestra vida, tener conciencia de que su Espíritu está con nosotros y actuar en consecuencia.

 

Francisco, durante su improvisada homilía

El Papa invita a "mirar hacia adelante en medio de tantas calamidades" en una improvisada homilía
Francisco: "No sé cómo funciona esto, pero estoy seguro de que Cristo ha resucitado; yo apuesto sobre este mensaje"
"Mira más allá, donde no hay un muro, sino un horizonte: tu pequeña piedra tiene su sentido en la vida"

Jesús Bastante, 16 de abril de 2017 a las 11:02

Pero si el Señor ha resucitado, ¿cómo suceden tantas desgracias? ¿Por qué tantas enfermedades, tráfico de personas, trata de personas, guerras, destrucción, mutilaciones, venganzas, odio?

(Jesús Bastante).- ¡Cristo Vive! La esperanza que parecía sepultada detrás de la Cruz, renace con más fuerza con la luz del Resucitado, pese a las calamidades, las injusticias, los descartes. Tras la intensa e impresionante Vigilia Pascual, en el interior de la basílica, el Papa Francisco presidió, en una abarrotada plaza de San Pedro, la tradicional Misa de Pascua, previa a la bendición "Urbi et Orbi".

Tras la lectura del relato de la Resurrección, en latín y griego, y aunque no estaba previsto, Bergoglio se lanzó a una breve e impactante homilía, en la que pidió que la Resurrección de Jesús no se quede solo en las flores o en la magnificencia de celebraciones como la de esta mañana de aguacero en la plaza de San Pedro, sino que sirva para "encontrar un sentido en medio de tantas calamidades". "No sé cómo funciona esto, pero estoy seguro de que Cristo ha resucitado, y yo apuesto sobre este mensaje".

"Hoy, la Iglesia canta, grita, repite que Jesús ha resucitado. Que Pedro, Juan, las mujeres han ido al sepulcro y estaba vacío. Él no estaba", comenzó el Papa. "Habían ido con el corazón cerrado por la tristeza de un fracaso. El Maestro, su maestro, aquel al que tanto amaban, había sido ajusticiado y muerto. Y de la muerte no se regresa. Este es el camino del fracaso del sepulcro".

Pero, tras el anuncio del ángel, "y después de la confusión, el corazón cerrado... toda la jornada en el Cenáculo, encerrados, porque tenían miedo de que les sucediera a ellos lo mismo que a Jesús". "La Iglesia no deja de decir, a nuestros fracasos, nuestros corazones cerrados y con miedo, 'Párate, el Señor ha resucitado'", recordó el Papa. "Pero si el Señor ha resucitado, ¿cómo suceden tantas desgracias? ¿Por qué tantas enfermedades, tráfico de personas, trata de personas, guerras, destrucción, mutilaciones, venganzas, odio?", se preguntó.

En ese momento, relató cómo ayer llamó a un joven que padece una grave enfermedad. "Un chico culto, ingeniero. Le dije que no había explicaciones para lo que le sucedía, y que mirara a Jesús en la cruz: Dios ha hecho eso con su hijo. No hay otra explicación. Y él me respondió: 'Sí, pero Dios preguntó a su hijo, y el hijo dijo que sí. Y a mí no me han preguntado si yo quería esto'". "Esto nos conmueve: a ninguno de nosotros nos preguntan si estás contento con lo que sucede en el mundo, si estás dispuesto a llevar tu cruz. Pero la cruz sigue adelante", reconoció el Papa. "Y a veces, la fe en Jesús se nos cae".

"¿Para qué ha resucitado Jesús?", clamó Francisco, dirigiéndose a la multitud, y al imponente escenario, tan bellamente decorado para la ocasión. "Esto no es una fiesta para tantas flores, esto es bonito, pero es mucho más. Es el misterio de la piedra descartada, que termina por ser el fundamento de nuestra existencia. Jesús ha resucitado, y en esta cultura del descarte, donde lo que no sirve se usa y se tira, esa piedra descartada es fuente de vida. Y nosotros también somos esas pequeñas piedras en esa tierra de dolor, con la fe en Cristo resucitado encontramos un sentido en medio de tantas calamidades".

"El sentido de mirar más allá, donde no hay un muro, sino un horizonte, ahí está la vida, la alegría. Mira hacia adelante. No te cierres. Tu pequeña piedra tiene su sentido en la vida, porque eres parte de aquella gran piedra, que la malicia del pecado ha descartado", reclamó el Papa.

Frente a tantas tragedias, cada uno de nosotros, "piedrecitas que creen que se unen a aquella piedra, no serán descartadas, tienen un sentido. Con este sentimiento, la Iglesia repite desde dentro del corazón, Cristo ha resucitado".

"Pensemos cada uno de nosotros: hay problemas cotidianos, en las enfermedades que hemos vivido, que nuestros parientes han vivido, pensemos en las guerras, en las tragedias humanas. Y sencillamente, con voz humilde, sin flores, solos, delante de Dios, delante de nosotros mismos, no sé cómo funciona esto, pero estoy seguro de que Cristo ha resucitado, y yo apuesto sobre este mensaje", culminó el Papa, pidiendo a todos "volver a casa, diciendo, en vuestro corazón, que Cristo ha resucitado".

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