Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios
- 24 Abril 2017
- 24 Abril 2017
- 24 Abril 2017
Evangelio según San Juan 3,1-8.
Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos. Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: "Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él". Jesús le respondió: "Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios. " Nicodemo le preguntó: "¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?". Jesús le respondió: "Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.
No te extrañes de que te haya dicho: 'Ustedes tienen que renacer de lo alto'. El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu".
San Fidel de Sigmaringa
Presbítero y mártir (1578-1622) El martirio es una gracia permanente en la Iglesia. La sangre cristiana corrió con abundancia a lo largo de los primeros siglos como testimonio de la nueva fe, y más tarde seria derramada, en tiempos modernos, por las Iglesias jóvenes de Extremo Oriente y del Nuevo Mundo. Pero, durante la Reforma protestante y el Anglicanismo el martirio cobró una forma nueva, la más dolorosa: en nombre de la fidelidad al Evangelio, unos cristianos llevaban al martirio a otros. Así fue como entregó Fidel su vida por la fe católica. Marcos Rey, nacido en Sigmaringen (Alemania) en 1578, hijo del burgomaestre de Sigmaringa, era un joven muy inteligente que ya cursando sus estudios de Leyes en Friburgo de Brisgovia llamaba la atención de todos por sus dotes intelectuales.
Recibe el sacerdocio a los treinta y cinco años, el 4 de octubre de 1612. Al imponerle el nombre, el P. Guardián, como queriendo jugar con el significado del nombre, le recordó la frase del Apocalipsis: "Sé fiel - Fidel - hasta la muerte y te daré la corona de la vida". Se entregó de lleno a su formación teológica pero, sobre todo, a su formación ascética y piadosa: Pasaba horas en la oración y castigaba su cuerpo con rigurosas penitencias. Como superior sucesivamente de varios conventos, se señaló por un amor abrasador y puso sus dotes de orador al Servicio del Evangelio en numerosas misiones populares. Se le encomendaron misiones de predicación en tierras de protestantes - Suiza, Austria, sur de Alemania -, fue elegido guardián de los conventos de Feldkirch y Friburgo, tuvo rasgos de abnegado heroísmo durante una epidemia de peste, y convirtió a muchos calvinistas con una caridad que desarmaba a sus adversarios.
El Papa Gregorio XV había fundado aquellos días - 1622 - la Sagrada Congregación de Propaganda Fide para extender el conocimiento de la doctrina de Jesús por todos los países del mundo. El domingo 24 de Abril de 1622 , los herejes Grisones mientras estaba predicando la palabra de Dios, descargaron una espada contra él, pudo ponerse de rodillas y exclamó: "Jesús, María, valedme" y expiró. Es el Protomártir de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide.
Oremos
Señor Dios nuestro, que coronaste con la gloria del martirio a San Fidel de Sigmaringa, cuando, inflamado en tu amor trabajaba por la propagación de la fe, concédenos, por su intercesión, que, arraigados y fundamentados también nosotros en la caridad, experimentemos el poder de la resurrección de Cristo y tengamos parte de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Calendario de Fiestas Marianas: Nuestra Señora de Bonaria, Isla Cerdeña (1370). Declara Patrona de Cerdeña en 1908.
San Justino (c. 100-160), filósofo y mártir Primera apología (trad. cf. breviario, 3º miércoles de Pascua)
El primer testimonio histórico del bautismo cristiano, en Roma, a mediados del siglo segundo
Vamos a exponeros de qué manera, renovados por Cristo, nos hemos consagrado a Dios… A quienes aceptan y creen que son verdad las cosas que enseñamos y exponemos, y prometen vivir de acuerdo con estas enseñanzas, les instruimos para que oren a Dios, con ayunos, y pidan perdón de sus pecados pasados, mientras nosotros, por nuestra parte, oramos y ayunamos también juntamente con ellos. Luego los conducimos a un lugar donde hay agua, para que sean regenerados del mismo modo que fuimos regenerados nosotros. Entonces reciben el baño del bautismo en el nombre de Dios, Padre y Soberano del universo, y de nuestro Salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo.
Pues Cristo dijo: “El que no nazca de nuevo, no podrá entrar en el reino de los cielos”. Ahora bien, es evidente para todos que no es posible, una vez nacidos, volver a entrar en el seno de nuestras madres. También el profeta Isaías nos dice de qué modo pueden librarse de sus pecados quienes pecaron y quieren convertirse: “Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien… Venid y litigaremos, dice el Señor, Aunque vuestros pecados sean rojos como escarlata, quedarán como lana” (Is 1,16ss)…
Los apóstoles nos explican la razón de todo esto. En nuestra primera generación, fuimos engendrados de un modo inconsciente por nuestra parte, y por una ley natural y necesaria, por la acción del germen paterno en la unión de nuestros padres… Mas, para que tengamos también un nacimiento, no ya fruto de la necesidad natural e inconsciente, sino de nuestra libre i consciente elección, y lleguemos a obtener el perdón de nuestros pecados pasados, se pronuncia, sobre quienes desean ser regenerados y se convierten de sus pecados, mientras están en el agua, el nombre de Dios, Padre y Soberano del universo, único nombre que invoca el ministro cuando introduce en el agua al que va a ser bautizado. Nadie, en efecto, es capaz de de poner nombre al Dios inefable, y si alguien se atreve a decir que hay un nombre que expresa lo que es Dios es que está rematadamente loco.
A este baño lo llamamos “iluminación” para dar a entender que los que son iniciados en esta doctrina quedan iluminados. También se invoca sobre el que ha de ser iluminado el nombre de Jesucristo, que fue crucificado bajo Poncio Pilato, y el nombre del Espíritu Santo que, por medio de los profetas, anunció de antemano todo lo que se refiere a Jesús.
Identidad
San Juan 3, 1-8. II Lunes de Pascua
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ayúdame a recordar las tantas veces en que he podido ver tu bondad en mi vida. Aumenta esa confianza que me une a Ti. Regálame la sencillez para poder mirarte con simple gratitud. Aumenta mi simplicidad y ponme frente a Ti en este instante. Quiero estar contigo.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Fue de noche a ver a Jesús. Nicodemo, pobre hombre. Se movía entre los suyos pero ya no se sentía parte de ellos. Alguien había llegado a su vida; alguien había cambiado sus planes; o al menos no dejaba de interpelarlo para que lo hiciera. Cristo había pasado por su vida y él ya no podía resistir mucho más. Sin embargo, tenía miedo. Quería estar con el Señor, quería expresarle su buena voluntad; quería compartirle que tenía una pobre fe, pero que la tenía.
Sin embargo, aún no cogía valor suficiente. Estaba caminando con "prudencia"… quizá demasiada. Valiente fue a ver a Jesús, pero fue de noche. ¿Qué habría pasado si hubiese ido a encontrarlo de día? Es peligroso de verdad mostrar tu fe frente a la gente. Si el mundo no se cae, al menos tu fama, tu previa imagen, aquella por la que trabajaste tanto tiempo y por la que trabajas en cada instantepuede caer. Ahora me aprecian, me valoran, tengo una personalidad que, si bien no es querida por todos, al menos simpatiza con algunos. Y no sé qué haría si se me pidiera mostrar mi fe. En otras palabras, no sé qué pasaría si la gente supiera que creo en Ti.
Podemos pensar que Nicodemo estaba recorriendo un camino de conversión. Que el encuentro de hoy sería un paso de un futuro cambio. Pero el cambio, al final de cuentas, tendría que darse. Y si el cambio no se diera, mucho habría sido en vano… ¿tal vez todo?
¿En qué aprovecha creer a medias?, ¿no es lo mismo que no creer? Existe una cosa que se llama identidad. Ella da libertad; pero sólo si existe plenamente.
Si creo en Ti, Señor, entonces ¡te pido que sea desde que mis ojos se abren por la mañana hasta cuando los cierro por la noche! Dame autenticidad; dame fuerzas. Estoy disponible. Estoy verdaderamente abierto a tu gracia.
"El verdadero protagonista de todo esto es el Espíritu Santo. Cuando Jesús habla de "nacer de nuevo", nos hace entender que es el Espíritu el que nos cambia, el que viene de cualquier parte, como el viento: escuchemos su voz. Solo el Espíritu es capaz de cambiar nuestra actitud, de cambiar la historia de nuestra vida, cambiar nuestra pertenencia."
(Homilía de S.S. Francisco, 13 de abril de 2015, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré hacer una oración antes de comenzar a cumplir mis tareas de cada día, para ponerme en las manos del Señor y permanecer en ellas.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Tras mis huellas y a mi lado
Tras mis huellas, a mi lado, Dios me sigue. Con respeto a mi libertad, con misericordia y ayuda.
Estoy en camino. Con mis decisiones escojo la meta y el modo de alcanzarla. El futuro avanza entre seguridades y misterios. La vida continúa sin descanso
Cada paso marca el camino. Parece que mucho depende de mí, aunque también mucho está en las manos de otros.
Tras mis huellas, a mi lado, Dios me sigue. Con respeto a mi libertad. Con deseos de mi cariño. Con ofrecimientos de misericordia y de ayuda.
¿Por qué insiste en Su Amor? ¿Por qué no deja al hombre decidir su presente y su futuro? Porque un Padre lo es siempre: no puede abandonar a cada uno de sus hijos.
Me sorprende este Dios tan humilde y tan potente. Podría obligarme a amar, pero prefiere mis opciones libres. Así arriesga mucho, pero consigue mucho más: amor.
Porque sólo una creatura llega a amar si vive libremente. Y Dios no quiere esclavos, sino hijos que aman y se dejan abrazar por Su cariño.
Tengo ante mí un nuevo día. Pienso en tantas cosas que debo hacer o que me gustaría llevar a cabo. El tiempo no es elástico. Hay que ponerse a trabajar.
Entre mis pensamientos, Dios se asoma con respeto. Llama a la puerta. Desea que le mire, que descubra su pasión de enamorado.
Si le abro, entrará, y habrá cena y fiesta (cf. Ap 3,20). Entonces mi jornada tendrá una luz maravillosa, brillará ya ahora con una belleza y una frescura que salta hasta la vida eterna (cf. Jn 4,14).
Llagas que dan vida, II Domingo de Pascua
Reflexión del evangelio de la misa del 2do Domingo de Pascua 23 de abril de 2017
Señor mío y Dios mío, que pueda descubrirte en las llagas y heridas de mis hermanos para que pueda encontrar la verdadera paz que tú me ofreces.
Lecturas:
Hechos 2, 42-27: “Los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común”
Salmo 117: “La misericordia del Señor es eterna. Aleluya”
I San Pedro: “La resurrección de Cristo nos da la esperanza de una vida nueva”
San Juan 20, 19-31: “Ocho días después se les apareció Jesús”
Fueron muchos años de trabajar como jornalero en las pesadas tareas en el campo de los Estados Unidos, sin poder venir por falta de “papeles”. Ahora que regresa sus hijos han crecido y apenas lo reconocen: mucho más viejo, con canas y con muchas cicatrices, callos y ampollas por el trabajo realizado. Él feliz al contemplarlos, sobre todo a su hijo Ricardo que ahora es todo un médico. Cuando Ricardo saluda a su papá y lo abraza, no puede contener las lágrimas por el estado en que se encuentra: sus cicatrices, sus llagas, su cansancio, han sido la fuente para que el pudiera llegar a ser doctor. Su título ha costado sangre y sudor y apenas ahora lo comprende. Llagas que dan vida.
En nuestro mundo no creemos más que aquello que experimentamos, que tocamos y que probamos personalmente. Tomás encajaría perfectamente en nuestro ambiente: duda cuestiona, exige pruebas. Este segundo domingo de Pascua parece a propósito para convencernos de que hay señales objetivas de la resurrección de Jesús tanto las ofrecidas por Él mismo a sus apóstoles, como las pruebas vivas que presenta la primitiva comunidad en los Hechos de los Apóstoles.
Jesús presenta los argumentos irrefutables de un cuerpo desgarrado, amoroso, entregado por amor a los hermanos; la comunidad ofrece las consecuencias claras de ese amor: una palabra que se hace vida constante , el amor expresado en el partir y compartir lo que se tiene, una oración que al mismo tiempo eleva y compromete, y una Eucaristía que es expresión de la más grande unión con el Resucitado y con los hermanos. Signos de vida evidentes frente a los que no se tiene más opción que expresar como Santo Tomás: “¡Señor mío, Dios mío!”. El evangelio de este día nos presenta un drástico cambio a partir de la Resurrección de Jesús. Se inicia presentándonos una comunidad entrando a las penumbras de un anochecer, con las puertas cerradas a piedra y lodo, con el miedo aflorando en sus rostros y con un temor angustioso a las autoridades judías. Poco a poco se va dando paso a la esperanza y disipando las tinieblas, hasta terminar con la presentación de los discípulos arrebatados por el soplo del Espíritu para constituirse testigos de Jesús e invitando a “que ustedes crean que Jesús es el Mesías, y para que creyendo, tengan vida en su nombre”
Nuestra fe aparece con frecuencia demasiado convencional y vacía, solamente de tradiciones y costumbres religiosas, formalismos externos que fácilmente caen cuando enfrentan a un cuestionamiento serio. Cristianos de nombre, de papel y aburridos.
Para los primeros cristianos el encuentro con el Resucitado fue un vendaval que los sacudió en su interior y una experiencia que trastocó toda su vida, sus costumbres y sus creencias. De los tonos oscuros que amenazaban con terminar con aquella comunidad adormecida y asustada, se pasa a la explosión radiante de luces y esperanzas fincadas en la victoria de quien ha dado la vida por nosotros y que al final ha vencido a la muerte. El encuentro con Jesús vivo y resucitado transforma a sus discípulos en personas nuevas, reanimadas, llenas de alegría y de paz. Al liberarlos del miedo y la cobardía, les abre nuevos horizontes y los impulsa a proclamar la Buena Nueva y dar testimonio, a todo el que lo quiera escuchar, del Cristo vivo y resucitado. Pareciera que el soplo de Jesús sobre ellos y sus palabras: “Reciban al Espíritu Santo”, produjera un doble movimiento que es fuerza en su corazón y que es impulso que los arrebata para manifestarse hacia los hermanos. Tan poderosa es la experiencia de la resurrección que quien la cree y la experimenta se compromete en una vida más humana, más plena y más feliz.
Los clavos en los pies y en las manos y la herida del costado, son signo de su amor y de su sufrimiento en su entrega por los otros y al mismo tiempo, huellas de su presencia en medio de nosotros. Son las señales del amor. No se puede experimentar a Jesús resucitado si no es a través de las llagas que ha dejado en su cuerpo: la marginación, el dolor y el sufrimiento de los pequeños y excluidos, de los denigrados e ignorados, de los desposeídos y sobreexplotados. ¿Cómo se mira el mundo a través del hueco de las heridas de Jesús? Intentemos mirarlo y descubriremos, sorprendentemente, que es imposible ocultar o disfrazar la miseria y el dolor de la humanidad pues aparecen nítidamente, pero percibidos con amor, con esperanza y con una entrega plena. No se puede mirar a través del hueco de sus llagas con egoísmo e indiferencia, pero tampoco con rencores y venganzas. Mirar a través de las llagas de Jesús es mirar con la certeza de que este mundo tiene el sentido que le da el inconmensurable amor de Jesús; es mirar con la esperanza de que su resurrección sigue obrando en medio de nosotros; y es vivir con el dinamismo de la nueva vida que su sangre derramada, sigue haciendo brotar.
Este es el centro de la experiencia pascual: el encuentro con Alguien vivo, capaz de liberarnos del fatalismo y la negación, y de abrirnos un camino nuevo hacia la paz, la paz verdadera. Mirar a través de las llagas de Jesús es sumergirnos en su Pascua: muerte y resurrección. Las llagas son las señales de su Misericordia.
Las primeras comunidades han intuido todo lo que significa la resurrección de su Señor y por eso son capaces de iniciar un tiempo nuevo, con el domingo como día del Señor, con la escucha y reflexión de la palabra, con una mesa puesta a disposición de todos, donde el que necesita puede tomar, donde al que le sobra puede aportar, para hacer la mesa común. No se manifestará la resurrección de Jesús en medio de nosotros si no pasa por el compartir. La Eucaristía, el Cordero hecho pan para dar vida, se hace evidente cuando “nadie pasa necesidad”, cuando nadie es excluido y cuando la Palabra se comparte. Contemplemos hoy las llagas de Jesús que gritan resurrección, contemplemos también las señales de las primeras comunidades que tenían un solo corazón y una sola alma, y que se reunían diariamente en el templo y en las casas, compartían el pan y comían juntos con alegría y sencillez de corazón. ¿Qué señales estamos dando nosotros de resurrección? ¿Hacía a dónde nos lleva nuestra experiencia de Jesús vivo? ¿Dónde descubrimos y mostramos las llagas gloriosas? ¿Cómo es nuestra vida en comunidad y qué tan dispuestos estamos a compartir?
Señor mío y Dios mío, que pueda descubrirte en las llagas y heridas de mis hermanos para que, amándolos y compartiendo con ellos, pueda encontrar la verdadera paz que tú me ofreces. Amén
El Papa en Santa Marta: ‘ Ni compromisos, ni rigidez. Es el Espíritu quien nos vuelve Libres’
Retoman las misas diarias del Santo Padre en la Casa Santa Marta
24 ABRIL 2017 REDACCION EL PAPA FRANCISCO
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 24 Abr. 2017).- Nuestra fe es concreta y rechaza sea compromisos que idealizaciones. Lo indicó el papa Francisco este lunes al retomar las misas matutinas en la capilla de la Casa Santa Marta, a la cual participaron también los purpurados del Consejo de Cardenales que desde hoy se reúnen tres días con el Santo Padre.
La homilía parte del encuentro de Nicodemo con Jesús y el testimonio de Pedro y Juan después de la sanación de un inválido, narrados en las lecturas del día.
Jesús, indica el Papa, le explica a Nicodemo con amor y paciencia que es necesario “nacer desde lo alto”, “nacer del Espíritu”, y por lo tanto cambiar de mentalidad.
Subrayó también en la primera lectura de los Actos de los Apóstoles, donde Pedro y Juan después de sanar a un inválido “responden con simplicidad” cuando les intiman a no predicar más. Pedro responde: “No, no podemos callar lo que hemos visto y escuchado. Y proseguiremos así”.
Esto, aseguro el Pontífice, es “un hecho concreto” lo “concreto de la fe “respecto a los doctores que “quieren entrar en negociados para llegar a compromisos”.
A veces nos olvidamos que nuestra fe es concreta: El Verbo se hizo carne y no idea. Las misas que dice el Credo, son ideas concretas. Lo concreto de la fe lleva a ser “francos”, al “testimonio hasta el martirio”, o sea “lo contrario de los compromisos o la idealización de la fe”.
Para estos Doctores de la Ley el Verbo “no se ha hecho carne: se ha hecho ley: y se debe hacer esto hasta acá y no más allá”. Y así se quedaban “enjaulados en esta mentalidad racionalista, que no ha terminado con ellos, ¡eh! Porque en la historia de la Iglesia tantas veces, pero la misma Iglesia ha condenado el racionalismo, el Iluminismo, después tantas otras ha caído en una teología del ‘se puede y no se puede’, ‘hasta aquí, hasta allá’, y olvidando la fuerza, la libertad del Espíritu, este renacer del Espíritu que te da la libertad, la franqueza de la predicación, el anuncio que Jesucristo es el Señor”.
“Pidamos al Señor –concluyó el Papa en su homilía– tener esta experiencia del Espíritu que va y viene y nos lleva adelante, del Espíritu que nos da la unción de la fe, la unción de las cosas concretas de la fe”:
Porque, dijo al terminar su predicación: “‘el viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es para quien ha nacido del Espíritu’: siente la voz, sigue el viento, sigue la voz del Espíritu sin saber dónde terminará. Porque ha hecho una opción por lo concreto de la fe y el renacimiento en el Espíritu. Que el Señor nos dé a todos nosotros este Espíritu pascual, de ir por los caminos del Espíritu sin compromisos, sin rigideces, con la libertad de anunciar a Jesucristo como Él ha venido: en la carne”.