No os olvidéis de la hospitalidad

Francisco, en su discurso a los consagrados

Francisco advierte de las siete tentaciones de la vida consagrada en su despedida de Egipto
El Papa pide a los consagrados que "sean motivo de salvación para los abandonados y descartados"
Les invita a ser "sembradores de esperanza y artífices de paz" frente a los "profetas de destrucción y condena"

Jesús Bastante, 29 de abril de 2017 a las 15:45

También vosotros seréis sal y luz, es decir, motivo de salvación para vosotros mismos y para todos los demás, creyentes y no creyentes y, especialmente, para los últimos, los necesitados, los abandonados y los descartados

(J. Bastante).- "Sean motivo de salvación para ustedes mismos y para todos los demás, creyentes y no creyentes y, especialmente, para los últimos, los necesitados, los abandonados y los descartados". Antes de dejar definitivamente Egipto, Francisco quiso mantener un encuentro de oración con sacerdotes, religiosos, seminaristas y misioneros que trabajan, no sin dificultades, en el país.

El acto, que se realizó en el Seminario Patriarcal Copto-Católico de Maadi, era un encuentro deseado, que sirvió para fortalecer la confianza de estos hombres y mujeres, que se dejan literalmente la piel luchando para que la semilla del Evangelio siga en pie.

Tras agradecer a los religiosos haberse convertido en "el corazón de la Iglesia católica en Egipto", y su testimonio "por el trabajo que lleváis a cabo día a día", Francisco recordó a los consagrados que "quien huye de la cruz, escapa de la Resurrección", y que no teman a trabajar sin frutos aparentes, pues "nosotros recogemos los frutos de otros hermanos".

"En medio de tantos motivos para desanimarse, de profetas de destrucción y condena, sean una fuerza positiva, sean la locomotora que empuja el tren para adelante. Sean constructores de puentes, sembradores de esperanza, artífices de paz y de concordia", clamó el Papa, quien alertó de siete tentaciones que acechan a la vida consagrada.

En primer lugar, "la tentación de arrastrarse y no guiar". "El buen pastor tiene el deber de guiar a su grey, no se puede arrastrar por la desilusión y el pesimismo". ¿Cómo hacerlo? Con "creatividad", aunque "nuestro corazón esté roto, deben saber ser padres cuando los hijos les tratan con gratitud, y especialmente cuando no son agradecidos. Nuestra fidelidad al Señor no puede depender nunca de la gratitud humana".

En segundo lugar, "la tentación de lamentarse continuamente", pues "es fácil acusar siempre a los demás por las carencias de los superiores, las condiciones eclesiásticas y sociales, por las pocas posibilidades.

Pero el consagrado es quien transforma cada obstáculo en una oportunidad, y no cada dificultad en una excusa. Quien anda siempre quejándose, en realidad no quiere trabajar".

En tercer término, "la tentación de la murmuración y de la envidia". "Esta es fea, ¿eh?", advirtió el Papa, quien denunció que cuando el consagrado, "en vez de ayudar a los pequeños a crecer, se deja dominar por la envidia y se convierte en uno que hiere a los demás, se pone a destruir a los que están creciendo". "La envidia es un cáncer que destruye, en poco tiempo, cualquier organismo", también la Iglesia. "Por la envidia del diablo, entró la muerte en el mundo. La murmuración es el instrumento y el arma", recordó.

En cuarto lugar, señaló el Papa, "la tentación de compararse con los demás". Frente a ello, recoró, "la riqueza se encuentra en la diversidad de cada uno de nosotros. Compararnos con los que están mejor nos lleva al resentimiento; compararnos con los que están peor, nos lleva a caer en la soberrbia y la pereza. Quien se compara con loo demás, termina paralizado".

En quinto lugar, "la tentación del 'faraonismo'". "¡Estamos en Egipto!", bromeó el Papa, quien incidió en que "el antídoto ante este mal, que ya le ocurría a los discípulos, la dio Jesús: quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos".

En sexto lugar, la "tentación del individualismo. Como dice el dicho egipcio, 'después de mí, el diluvio'. Es la tentación de los egoístas, que por el camino pierden la meta, y en vez de pensar en los demás, piensan solo en sí mismos". 

Y, finalmente, "la tentación de caminar sin rumbo y sin meta", que hace que "el consagrado pierda su identidad, olvide su primer amor, llegue a la mundanidad".

"Resistir a estas tentaciones no es fácil, pero es posible si permanecemos en Jesús", concluyó el Papa, quien propuso siete remedios: "Amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia y dominio de sí". Y valentía, "y adelante con el Espíritu Santo".

Texto completo del discurso del Papa Francisco
Beatitudes,
queridos hermanos y hermanas:

Al Salamò Alaikum! / La paz esté con ustedes.

«Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Cristo ha vencido para siempre la muerte. Gocemos y alegrémonos en él».

Me siento muy feliz de estar con ustedes en este lugar donde se forman los sacerdotes, y que simboliza el corazón de la Iglesia Católica en Egipto. Con alegría saludo en ustedes, sacerdotes, consagrados y consagradas de la pequeña grey católica de Egipto, a la «levadura» que Dios prepara para esta bendita Tierra, para que, junto con nuestros hermanos ortodoxos, crezca en ella su Reino (cf. Mt 13,13).

Deseo, en primer lugar, darles las gracias por su testimonio y por todo el bien que hacen cada día, trabajando en medio de numerosos retos y, a menudo, con pocos consuelos. Deseo también animarlos. No tengan miedo al peso de cada día, al peso de las circunstancias difíciles por las que algunos de ustedes tienen que atravesar. Nosotros veneramos la Santa Cruz, que es signo e instrumento de nuestra salvación. Quien huye de la Cruz, escapa de la resurrección. «No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien darles el reino» (Lc 12,32).

Se trata, por tanto, de creer, de dar testimonio de la verdad, de sembrar y cultivar sin esperar ver la cosecha. De hecho, nosotros cosechamos los frutos que han sembrado muchos otros hermanos, consagrados y no consagrados, que han trabajado generosamente en la viña del Señor. Su historia está llena de ellos.
En medio de tantos motivos para desanimarse, de numerosos profetas de destrucción y de condena, de tantas voces negativas y desesperadas, sean una fuerza positiva, sean la luz y la sal de esta sociedad, la locomotora que empuja el tren hacia adelante, llevándolo hacia la meta, sed sembradores de esperanza, constructores de puentes y artífices de diálogo y de concordia.

Todo esto será posible si la persona consagrada no cede a las tentaciones que encuentra cada día en su camino. Me gustaría destacar algunas significativas.

1- La tentación de dejarse arrastrar y no guiar. El Buen Pastor tiene el deber de guiar a su grey (cf. Jn 10,3-4), de conducirla hacia verdes prados y a las fuentes de agua (cf. Sal 23). No puede dejarse arrastrar por la desilusión y el pesimismo: «Pero, ¿qué puedo hacer yo?». Está siempre lleno de iniciativas y creatividad, como una fuente que sigue brotando incluso cuando está seca. Sabe dar siempre una caricia de consuelo, aun cuando su corazón está roto. Saber ser padre cuando los hijos lo tratan con gratitud, pero sobre todo cuando no son agradecidos (cf. Lc 15,11-32). Nuestra fidelidad al Señor no puede depender nunca de la gratitud humana: «Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt 6,4.6.18).

2- La tentación de quejarse continuamente. Es fácil culpar siempre a los demás: por las carencias de los superiores, las condiciones eclesiásticas o sociales, por las pocas posibilidades. Sin embargo, el consagrado es aquel que con la unción del Espíritu transforma cada obstáculo en una oportunidad, y no cada dificultad en una excusa. Quien anda siempre quejándose en realidad no quiere trabajar. Por eso el Señor, dirigiéndose a los pastores, dice: «fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes» (Hb 12,12; cf. Is 35,3).

3- La tentación de la murmuración y de la envidia. El peligro es grave cuando el consagrado, en lugar de ayudar a los pequeños a crecer y de regocijarse con el éxito de sus hermanos y hermanas, se deja dominar por la envidia y se convierte en uno que hiere a los demás con la murmuración. Cuando, en lugar de esforzarse en crecer, se pone a destruir a los que están creciendo, y cuando en lugar de seguir los buenos ejemplos, los juzga y les quita su valor. La envidia es un cáncer que destruye en poco tiempo cualquier organismo: «Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir» (Mc 3,24-25). De hecho, «por envidia del diablo entró la muerte en el mundo» (Sb 2,24). Y la murmuración es el instrumento y el arma.

4- La tentación de compararse con los demás. La riqueza se encuentra en la diversidad y en la unicidad de cada uno de nosotros. Compararnos con los que están mejor nos lleva con frecuencia a caer en el resentimiento, compararnos con los que están peor, nos lleva, a menudo, a caer en la soberbia y en la pereza. Quien tiende siempre a compararse con los demás termina paralizado. Aprendamos de los santos Pedro y Pablo a vivir la diversidad de caracteres, carismas y opiniones en la escucha y docilidad al Espíritu Santo.

5- La tentación del «faraonismo», es decir, de endurecer el corazón y cerrarlo al Señor y a los demás. Es la tentación de sentirse por encima de los demás y de someterlos por vanagloria, de tener la presunción de dejarse servir en lugar de servir. Es una tentación común que aparece desde el comienzo entre los discípulos, los cuales -dice el Evangelio- «por el camino habían discutido quién era el más importante» (Mc 9,34). El antídoto a este veneno es: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35).

6- La tentación del individualismo. Como dice el conocido dicho egipcio: «Después de mí, el diluvio». Es la tentación de los egoístas que por el camino pierden la meta y, en vez de pensar en los demás, piensan sólo en sí mismos, sin experimentar ningún tipo de vergüenza, más bien al contrario, se justifican. La Iglesia es la comunidad de los fieles, el cuerpo de Cristo, donde la salvación de un miembro está vinculada a la santidad de todos (cf. 1Co 12,12-27; Lumen gentium, 7). El individualista es, en cambio, motivo de escándalo y de conflicto.

7- La tentación del caminar sin rumbo y sin meta. El consagrado pierde su identidad y acaba por no ser «ni carne ni pescado». Vive con el corazón dividido entre Dios y la mundanidad. Olvida su primer amor (cf. Ap 2,4). En realidad, el consagrado, si no tiene una clara y sólida identidad, camina sin rumbo y, en lugar de guiar a los demás, los dispersa. Vuestra identidad como hijos de la Iglesia es la de ser coptos -es decir, arraigados en vuestras nobles y antiguas raíces- y ser católicos -es decir, parte de la Iglesia una y universal-: como un árbol que cuanto más enraizado está en la tierra, más alto crece hacia el cielo.

Queridos consagrados, hacer frente a estas tentaciones no es fácil, pero es posible si estamos injertados en Jesús: «Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí» (Jn 15,4). Cuanto más enraizados estemos en Cristo, más vivos y fecundos seremos. Así el consagrado conservará la maravilla, la pasión del primer encuentro, la atracción y la gratitud en su vida con Dios y en su misión. La calidad de nuestra consagración depende de cómo sea nuestra vida espiritual.

Egipto ha contribuido a enriquecer a la Iglesia con el inestimable tesoro de la vida monástica. Los exhorto, por tanto, a sacar provecho del ejemplo de san Pablo el eremita, de san Antonio Abad, de los santos Padres del desierto y de los numerosos monjes que con su vida y ejemplo han abierto las puertas del cielo a muchos hermanos y hermanas; de este modo, también vosotros seréis sal y luz, es decir, motivo de salvación para vosotros mismos y para todos los demás, creyentes y no creyentes y, especialmente, para los últimos, los necesitados, los abandonados y los descartados.

Que la Sagrada Familia os proteja y os bendiga a todos, a vuestro País y a todos sus habitantes. Desde el fondo de mi corazón deseo a cada uno de vosotros lo mejor, y a través de vosotros saludo a los fieles que Dios ha confiado a vuestro cuidado. Que el Señor os conceda los frutos de su Espíritu Santo: «Amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí» (Ga 5,22-23).

Os tendré siempre presentes en mi corazón y en mis oraciones. Ánimo y adelante, guiados por el Espíritu Santo. «Este es el día en que actúo el Señor, sea nuestra alegría». Y por favor, no olvidéis de rezar por mí.

Acoger la fuerza del Evangelio

Dos discípulos de Jesús se van alejando de Jerusalén. Caminan tristes y desolados. Cuando lo han visto morir en la cruz, en su corazón se ha apagado la esperanza que habían puesto en él. Sin embargo continúan pensando en él. No lo pueden olvidar. ¿Habrá sido todo una ilusión?

Mientras conversan y discuten de todo lo vivido, Jesús se acerca y se pone a caminar con ellos. Sin embargo, los discípulos no lo reconocen. Aquel Jesús en el que tanto habían confiado y al que habían amado con pasión les parece ahora un caminante extraño.

Jesús se une a su conversación. Los caminantes lo escuchan primero sorprendidos, pero poco a poco algo se va despertando en su corazón. No saben exactamente qué les está sucediendo. Más tarde dirán: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?».

Los caminantes se sienten atraídos por las palabras de Jesús. Llega un momento en que necesitan su compañía. No quieren dejarle marchar: «Quédate con nosotros». Durante la cena se les abrirán los ojos y lo reconocerán. Este es el gran mensaje de este relato: cuando acogemos a Jesús como compañero de camino, sus palabras pueden despertar en nosotros la esperanza perdida.

Durante estos años, muchas personas han perdido su confianza en Jesús. Poco a poco se les ha ido convirtiendo en un personaje extraño e irreconocible. Todo lo que saben de él es lo que pueden reconstruir, de manera parcial y fragmentaria, a partir de lo que han escuchado a predicadores y catequistas.

Sin duda, la homilía de los domingos cumple una tarea insustituible, pero resulta claramente insuficiente para que las personas de hoy puedan entrar en contacto directo y vivo con el Evangelio. Tal como se lleva a cabo, ante un pueblo que ha de permanecer mudo, sin exponer sus inquietudes, interrogantes y problemas, es difícil que logre regenerar la fe vacilante de tantas personas que buscan, a veces sin saberlo, encontrarse con Jesús.

¿No ha llegado el momento de instaurar, fuera del contexto de la liturgia dominical, un espacio nuevo y diferente para escuchar juntos el Evangelio de Jesús? ¿Por qué no reunirnos laicos y presbíteros, mujeres y hombres, cristianos convencidos y personas que se interesan por la fe, a escuchar, compartir, dialogar y acoger el Evangelio de Jesús?

Hemos de dar al Evangelio la oportunidad de entrar con toda su fuerza transformadora en contacto directo e inmediato con los problemas, crisis, miedos y esperanzas de la gente de hoy. Pronto será demasiado tarde para recuperar entre nosotros la frescura original del Evangelio. Hoy es posible. Esto es lo que se pretende con la propuesta de los Grupos de Jesús.III Domingo de Pascua Lc 24, 13-35 José Antonio Pagola

El Papa se abraza con el imán de Al-Azhar

Francisco ya se encuentra en Roma tras una visita a pecho descubierto a un Egipto blindado
Exito total del viaje arriesgado de un Papa valiente
Estrechó lazos con el Islam moderado, con coptos y ortodoxos, por la "unidad en la diversidad"

José Manuel Vidal, 29 de abril de 2017 a las 20:33

Tras tender la mano a los musulmanes y abrazar a los coptos y a los ortodoxos, Francisco propuso a los suyos, a los católicos, la misión de sembrar, en "la tierra del sol", el "extremismo de la caridad"

(José Manuel Vidal, e.e. a El Cairo).- Se fue a Egipto, donde el Isis acababa de hacer estragos entre los cristianos coptos, sin chaleco antibalas ni coche blindado. A pecho descubierto, en un pequeño utilitario. Papa-Juan-sin-miedo.

Y, una vez más, Francisco convirtió un viaje histórico y arriesgado en un éxito hacia adentro y hacia afuera. Una muesca más que añadir a su ya larga hoja de servicios a la sociedad y a la Iglesia.

Está claro que Francisco tiene don de gentes. Y lo demuestra donde quiera que va. Con los suyos y con los demás. En El Cairo, he podido ser testigo directo de cómo se metió en el bolsillo a los imanes de la famosa Universidad-mezquita de Al-Azhar, centro espiritual e intelectual del Islam moderado, que había dado la espalda a Roma, tras el discurso de Ratisbona de Benedicto XVI.

"Este Papa se hace querer por todos, incluso por los musulmanes", dice el Padre Ángel, testigo tambien en El Cairo, del cariño que suscita Francisco entre toda la gente. Nadie habla mal de él y todos, sean de la religión que sean, le reconocen como "el Papa de la paz" y el "Papa de los pobres".

En El Cairo, tendió una mano al Islam moderado, al que se reivindica como una religión de paz, y estrechó lazos con los hermanos coptos y ortodoxos. Pedro-Francisco, Andrés-Bernabé y Marcos-Teodoro (los tres Papas cristianos) celebraron juntos las vísperas del ecumenismo de la vida y de la sangre. Apostando por la unidad en la diversidad. Por el mosaico. Por el poliedro. Por proponer el diálogo, sin renunciar a la propia identidad de cada cual.

Tras tender la mano a los musulmanes y abrazar a los coptos y a los ortodoxos, Francisco propuso a los suyos, a los católicos, la misión de sembrar, en "la tierra del sol", el "extremismo de la caridad". El último día, tanto en la misa como en el encuentro con monjas, curas, frailes y seminaristas, les pidió adoptar la misión del "pequeño rebaño", de la levadura en la masa.

El Papa quiere que sus cuadros sean los escuadrones de la revolución de la ternura, que los soldados de su primavera sean "luz y sal de esta sociedad" mayoritariamente musulmana. Y como, para corroborarlo, se escucha el canto del muecín de la mezquita cercana al seminario católico cairota, donde el Papa está pronunciando su discurso en el encuentro con el clero.

No quiere a sus curas, monjas y frailes como "profetas de calamidades", sino "locomotoras del tren de la paz", "sembradores de esperanza" y "constructores de puentes". Imágenes evocadoras y positivas potentes, con el envés de las siete tentaciones, contra las que les puso en guardia.

Entre ellas, la de "lamentarse continuamente" o la "tentación del faraonismo", que encajaba perfectamente con el contexto y que significa mirar a los demás por encima del hombro y, por consiguiente, convertirse en príncipes. Servidores los quiere Dios y el Papa, siguiendo la estela de los Santos Padres del desierto egipcio, fundadores de la vida monástica, ejemplo perfecto de encarnación y de mística.

Está claro que, tras su visita, Francisco deja en Egipto una Iglesia católica más evangélica y servidora, un ecumenismo que hace camino al andar y un diálogo con el Islam, que, tras más de 10 años de ruptura, recomienza el proceso de acercamiento. 'Al Salamo Alaikum', como repitió Francisco en varias ocasiones.

Francisco, durante el Regina Coeli

El Papa pide "evitar cualquier forma de violencia" y que "sean respetados los derechos humanos"
Francisco exhorta a Maduro y a la oposición a buscar "soluciones negociadas" para la paz en Venezuela
Denuncia la "grave crisis humanitaria, social, política y económica que está extenuando a la población"

Jesús Bastante, 30 de abril de 2017 a las 12:03

Mientras me uno al dolor de las familias de las víctimas, a quienes aseguro oraciones de sufragio, dirijo un sentido llamamiento al Gobierno y a todos los miembros de la sociedad venezolana

(Jesús Bastante).- El Papa Francisco volvió su mirada a Venezuela, durante el rezo del Regina Coeli. Tras una audiencia multitudinaria con la Acción Católica, Bergoglio hizo un rotundo llamamiento a acabar con las "noticias dramáticas" que provienen del país.

Asi, Francisco invitó "al Gobierno y a todos los miembros de la sociedad venezolana para que se evite cualquier forma de violencia, sean respetados los derechos humanos y se busquen soluciones negociadas a la grave crisis humanitaria, social, política y económica que está extenuando a la población".

Sus palabras, continuación de las pronunciadas durante el vuelo de regreso de Egipto, sirvieron para que el Papa se uniera "al dolor de las familias de las víctimas" de los enfrentamientos, que han causado "numerosos muertos, heridos y detenidos", y para pedir "la paz, la reconciliación, y la democracia en ese querido país".

A su vez, el Papa volvió a saludar a la Acción Católica, a quienes invitó a "ir hacia delante" en su trabajo. Finalmente, Bergoglio recordó su reciente viaje a Egipto. "Pido al Señor que bendiga a todo el pueblo egipcio, tan acogedor, a las autoridades y a los fieles cristianos y musulmanes; y conceda paz a ese país".

Palabras del Papa:
Queridos hermanos y hermanas:

no dejan de llegar dramáticas noticias sobre la situación en Venezuela y el agravamiento de los enfrentamientos, con numerosos muertos, heridos y detenidos. Mientras me uno al dolor de las familias de las víctimas, a quienes aseguro oraciones de sufragio, dirijo un sentido llamamiento al Gobierno y a todos los miembros de la sociedad venezolana para que se evite cualquier ulterior forma de violencia, sean respetados los derechos humanos y se busquen soluciones negociadas a la grave crisis humanitaria, social, política y económica que está extenuando la población. Encomendamos a la Santísima Virgen María la intención de la paz, la reconciliación y la democracia en ese querido país. Y rezamos por todos los países que atraviesan graves dificultades, pienso sobre todo en estos días en la Ex República Yugoslava de Macedonia.

Ayer, en Verona, fue beatificada Leopoldina Naudet, fundadora de las Hermanas de la Sagrada Familia. Crecida en la corte de los Habsburgo, primero en Florencia y luego en Viena, tuvo desde niña una fuerte vocación a la oración, pero también para el servicio educativo. Se consagró a Dios y, a través de diferentes experiencias, llegó a formar en Verona una nueva comunidad religiosa, bajo la protección de la Sagrada Familia, que aún hoy está viva en la Iglesia. Nos unimos a su alegría y a su acción de gracias.

Hoy en Italia se celebra la Jornada de la Universidad Católica del Sagrado Corazón. Los animo a apoyar esta importante institución, que sigue invirtiendo en la formación de los jóvenes para mejorar el mundo.

La educación cristiana se basa en la Palabra de Dios. Por eso también me gusta recordar que hoy en Polonia se lleva a cabo el "Domingo bíblico." En las parroquias, en las escuelas y en los medios de comunicación se lee públicamente una parte de la Sagrada Escritura. Deseo todo lo mejor para esta iniciativa.

Queridos amigos de la Acción Católica, al final de este encuentro les agradezco de corazón por su presencia. Y a través de ustedes, saludo a todos sus grupos parroquiales, familias, niños y chicos, jóvenes y ancianos. ¡Vayan hacia delante!

Y extiendo mi saludo a los peregrinos que en este momento se unen a nosotros para la oración mariana, especialmente aquellos que vinieron de España, Croacia, Alemania y Puerto Rico. Juntos nos dirigimos a María nuestra Madre. De damos gracias en modo particular por el viaje apostólico a Egipto, que acabo de realizar. Pido al Señor que bendiga a todo el pueblo egipcio, tan acogedor, a las autoridades y a los fieles cristianos y musulmanes; y conceda paz a ese país. Regina Caeli...

Cristo, no se impone, sale al encuentro
San Lucas 24,13-35. III Domingo de Pascua.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, vengo ante Ti para pedirte que toques mi corazón. Enséñame a orar como enseñaste a tus discípulos. Dame la gracia de creer en Ti, de esperar en tu gracia y de amarte cada día más. Reconozco, Señor, mis pecados y te pido perdón por ellos. Mira mi deseo de seguirte con fidelidad y dame la gracia de ser un instrumento dócil en tus manos al servicio de tu Iglesia.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Hoy me puedo quedar con dos ideas de este pasaje que me ayuden en la oración. La primera es contemplar cómo los dos discípulos de Emaús pretenden continuar su vida como si nada hubiera pasado. Ellos piensan que todo ha terminado el Viernes Santo en la cruz y ahora se marchan como si nada. Te habían visto, escuchado y tocado. Tal vez habían comido y caminado a tu lado. ¿Y ahora? Ahora se marchan de nuevo a su casa a volver a sus quehaceres y tratar de olvidar lo pasado.

Puede pasar también en mi vida, Jesús, que después de haberte conocido y seguido pretenda seguir igual. Esto no es posible. Tú has cambiado mi vida, incluso aunque no me dé cuenta de ello. La vida no es la misma antes y después de conocerte. No es indiferente conocerte o no conocerte. La vida contigo es distinta, tiene sentido y valor. Ellos pretenden regresar porque piensan que estás muerto. Sin embargo, estás vivo y entonces no se puede volver atrás.

La segunda idea es lo valioso que puede ser contarte mi vida, mis ilusiones, mis dificultades. Tú llegas a los caminantes, como un forastero. No te impones, no les callas y corriges con reprimendas. No. Te acercas y les preguntas, les respondes, les hablas, les explicas. Ellos te cuentan su historia y Tú los escuchas, aunque ya les conocías y sabías quiénes eran. Puede ser muy enriquecedor contarte mi propia historia y escuchar cómo me hablas a través de ella. Después que ellos te han compartido su experiencia y desilusión es cuando les orientas y les ayudas a comprender mejor lo sucedido.

A veces hay sucesos de mi vida que tal vez no entienda o me causen desilusión, pesimismo o terror. Hoy quieres escucharlos y darme un consejo para, así, continuar caminando y llenar mi vida de paz, de serenidad y de alegría. Quieres que mi corazón arda mientras me hablas.

"Necesitamos hermanos y hermanas expertos en los caminos de Dios, para poder hacer lo que hizo Jesús con los discípulos de Emaús: acompañarlos en el camino de la vida y en el momento de la desorientación y encender de nuevo en ellos la fe y la esperanza mediante la Palabra y la Eucaristía. Esta es la delicada y comprometida tarea de un acompañante."
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de enero de 2017).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Haré un acto de servicio en mi hogar como simple gesto para demostrar mi afecto a los que viven conmigo.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Un mensaje nuevo: ¡Cristo ha resucitado!

Si creen mi palabra de hoy, si de verdad toman en serio lo que hoy les voy a decir... su vida será nueva.

Lo que tengo que decirles lo han oído otras veces, pero me gustaría que no pareciera lo de siempre. Es necesario que les suene a nuevo, que les de la impresión de que no lo han oído nunca.

Olviden un momento la rutina: esas reflexiones a veces tan monótonas que apenas les rozan la piel.

Olviden un momento la vida diaria: las discusiones caseras, los huesos que duelen, las jaquecas, las rabietas de los niños, los pelmazos que no dejan vivir.

Hoy quisiera que mis palabras sonaran a nuevas.

Si creen mi palabra de hoy, si de verdad toman en serio lo que hoy les voy a decir... su vida será nueva, empezarán a vivir de una forma distinta, la rutina diaria tendrá una profundidad desconocida, las celebraciónes religiosas les traspasará el alma, la alegría que nadie puede quitar será su huésped, incluso la muerte será una puerta llena de posibilidades, la vida será una ruta acompañada por la esperanza, la misma enfermedad tendrá una cara desconocida.

Para que entiendan bien lo que voy a decirles, es necesario que el Señor esté con ustedes... que levantemos el corazón... que demos gracias al Señor nuestro Dios...

Hermanos, esto es lo que hoy tengo que decirles: Jesús de Nazaret, el hijo de José y de María, el muerto injustamente y sepultado, ¡¡Ha resucitado y vive para siempre!!! La muerte ha sido vencida: el muro impenetrable, la oscuridad existencial, el mal constante que nos envuelve, la queja permanente... no son verdad del todo.

Alguien ha roto el misterio, ha trocado la noche en aurora luminosa, ha iniciado una nueva creación. Oiganlo todos: ¡Cristo ha resucitado!

Ustedes jóvenes, que les asusta la dureza de la vida: Cristo resucitado fortalece su rebeldía contra la injusticia.

Ustedes padres y madres de familia, Cristo vivo resplandece en el amor fiel que se tienen, ilumina y sostiene la entrega generosa a los hijos.

Solteros y solteras, Cristo resucitado los hace fecundos, pone en sus manos otro modo de crear vida, construye otra familia no según la carne y la sangre, sino en el Espíritu de hijos y hermanos.

Hombres y mujeres de la tercera edad, Cristo resucitado vive con ustedes, no permite que se reseque su alma, con Él hasta el final llegarán llenos de vida.
Ustedes, enfermos, Cristo vivo está con ustedes en la cruz de su dolor, con ustedes se pone en las manos del Padre, con ustedes cruza la frontera de la vida sin fin.

Ustedes, pobres de la tierra, únanse a Cristo resucitado, Él está animando su lucha por salir de la miseria, por lograr que los respeten y los escuchen; Él está dentro de ustedes y se identifica con ustedes.

Ustedes, los que luchan por la justicia, libertad, amor, y dignidad de todo ser humano, sepan que Cristo resucitado los está sosteniendo, les patrocina la tarea, les asegura que resucitarán y su vida será todo un éxito.

Hermanos: Cristo, el amigo de los niños, el que perdona a la adúltera, el cercano a los enfermos, el que se sienta con los pecadores, el que quiere a las prostitutas, el que acepta a todo hombre... resucitado, sigue haciendo lo mismo. No dejen de acercarse a su presencia; crean en él, enciendan las velas en su vida resucitada. Vengan y vean, experimenten una vida nueva.

El mes más hermoso

Al comenzar el mes de mayo, su simple enunciado alegra nuestros corazones. Ningún otro mes está tan ligado a la alegría de la vida en todas sus manifestaciones. Voy a referirme a tres de ellas.

La primera característica de este mes, en el hemisferio norte, es la culminación de la primavera, con su estallido de flores de diversos colores. Los cereales van granando, los frutales son polinizados, las vides ven brotar hojas y pámpanos, y todo nos recuerda aquel evangelio que nos habla de los lirios del campo y las aves del cielo.

Es un toque de atención para que no nos dejemos arrastrar por nuestras inquietudes y preocupaciones más allá de lo razonable. Para que pongamos nuestra esperanza en Dios, y sepamos apreciar el silencio y el descanso. Es un mes para que, además de consultar el móvil, contemplemos la belleza de la creación, que se nos ofrece en todo su esplendor.

Segunda característica: mayo, en la tradición cristiana, es el mes de María, y así lo experimentamos desde nuestra edad escolar. Son muchas las tradiciones que lo hacen mariano, como las romerías. La palabra romero viene del peregrino que va a Roma, y por extensión a todos los santuarios. Este año tendremos el pensamiento especialmente en Fátima, que recibirá la visita del Papa Francisco en el centenario de la primera aparición de la Virgen María a los tres pastorcitos.

La devoción a la Virgen, las romerías, el rezo del Rosario, son costumbres populares que lejos de pasar de moda conviene estimular. Los últimos Papas insisten en el amor a la Virgen, Madre de Misericordia, como un atajo que nos conduce al Señor o nos devuelve a él cuando nos hemos alejado.

La tercera característica que me parece conveniente destacar es que durante mayo suelen celebrarse la mayoría de las primeras comuniones. Bien lo saben los padres de familia y los párrocos. Hacer la Primera Comunión es recibir por primera vez la Eucaristía, entrar en la intimidad de Jesucristo.

Corresponde a los padres y catequistas preparar bien a los niños para este momento, para que no se quede todo en una fiesta social, regalos y comidas. Es importante que sea un punto de partida, no de llegada como parece a veces.

Mayo será el mes más hermoso del año, si vivimos intensamente estas diversas facetas: el amor a Dios, a la Virgen y a la naturaleza que nos rodea.

¿Cuántos tipos de coptos hay y por qué hay tres Patriarcas en Alejandría?
En la actualidad hay 3 autoridades que declaran ser Patriarca de Alejandría

Es un poco complicado entender cuál es la situación de las comunidades cristianas en Egipto debido a sus divisiones. En la actualidad hay 3 autoridades que declaran ser Patriarca de Alejandría:

Tawadros II (Teodoro II), el Papa copto, un egipcio, líder de unos 10 o 12 millones de coptos "monofisitas", la mayor iglesia en Egipto, en comunión con las iglesias coptas de Etiopía y Eritrea; de hecho, Egipto es el país de lengua árabe con más cristianos en números absolutos (Líbano es el que tiene más en porcentaje, pero de distintas iglesias).

Teodoros II, Patriarca de Alejandría, griego de Creta, líder de unos 100.000 cristianos greco-ortodoxos en Egipto, del Patriarcado "griego" de Alejandría; está en comunión con las Iglesias Ortodoxas de Europa, Asia, etc...

Ibrahim Isaac Sidrak, Patriarca de Alejandría de los Coptos, líder de unos 175.000 católicos de rito alejandrino (copto-católicos), en comunión con el Papa de Roma.

Los 3 Patriarcas de Alejandría: de izquierda a derecha, 
Tawadros II (de los coptos), Teodoros II (greco-ortodoxo) y Ibrahim Isaac (católicos de rito copto)

Distinguir a Tawadros de Teodoros... y los dos Papas

Las confusiones están servidas, porque hay dos personas a las que llamar "Papa" (Tawadros II, el Papa Copto, y Francisco, el Papa de Roma), hay dos Teodoros II (Tawadros, el egipcio que lidera a 12 millones de egipcios, y Teodoros, el griego que lidera a unos cien mil greco-ortodoxos) y hay tres "Patriarcas de Alejandría".

Como además al viaje de Francisco acude también el Patriarca Bartolomé de Constantinopla (que está en comunión plena solo con Teodoros II, el greco-ortodoxo) puede haber aún más confusiones.

Entre las distintas iglesias se llega al acuerdo protocolario de considerar que cada uno es "patriarca de los suyos y en su sentido de la palabra Patriarca, que no es necesariamente el nuestro". Las relaciones actualmente son buenas entre ellas.

Una ruptura desde el siglo V
La ruptura se dio en el siglo V, durante el Concilio de Calcedonia de 451, cuando la Iglesia estableció que la relación entre las naturalezas humana y divina de Cristo era "inconfusa e inmutable" (cosa que no aceptaron los coptos en Egipto, por lo que el resto de la Iglesia les consideró herejes monofisitas [1]) e "indivisa e inseparable" (que es lo que no aceptaban los nestorianos [2] en Siria y Oriente). La minoría de cristianos de Egipto que aceptaron Calcedonia (especialmente los ligados al funcionariado bizantino y al emperador) se mantuvieron como lo que hoy consideramos greco-ortodoxos. El resto es la Iglesia Copta, la mayoritaria en el país, que fue también la que evangelizó Etiopía y Eritrea. Aunque en el siglo XV en el Concilio de Florencia hubo un serio esfuerzo por reunificar la doctrina y las Iglesias (Constantinopla con Roma, pero también con los coptos, aremnios y siríacos) no prosperó, en buena parte por razones políticas.

En 1988 los coptos y los católicos firmaron una declaración conjunta: "Creemos que Nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo, el Logos Encarnado, es perfecto en su Divinidad y perfecto en su Humanidad. Hizo Una su humanidad con su divinidad sin mixtura, ni mezcla ni confusión. Su divinidad no se separó de su humanidad ni por un momento o parpadeo. Al mismo tiempo, anatemizamos las doctrinas tanto de Nestorio como de Eutiques". En 1990 los coptos firmaron una declaración cristológica similar con los greco-ortodoxos.

Los católicos de rito copto y su Patriarca
Los copto-católicos aparecen en Egipto a partir del siglo XVII, como fruto del esfuerzo de congregaciones misioneras en el país, básicamente capuchinos franceses y jesuitas. Un obispo copto se hizo católico con unos 2.000 fieles, manteniendo su rito y tradiciones. Aunque luego abandonó la unidad con Roma, ya había consagrado obispos copto-católicos.
Hoy el Patriarca copto-católico pastorea esta iglesia católica de rito alejandrino, que usa el copto como lengua litúrgica (con alfabeto propio, era la lengua semita que se hablaba en Egipto antes de la invasión árabe; hoy solo se usa en liturgias cristianas). Esta Iglesia Católica Copta, en unión con Roma, cuenta con 7 eparquías (diócesis), 166 parroquias (la mayoría con su propia escuela primaria católica), unos 200 sacerdotes seculares, 65 religiosos sacerdotes, más de cien religiosos que no son sacerdotes, más de 400 religiosas y unos 50 seminaristas.

Los otros católicos de Egipto
Pero, además, hay católicos de muchos otros ritos. Los 45.000 católicos de rito latino pertenecen a una única "vicaría apostólica", con 16 parroquias. Los católicos de rito griego (melquitas) tienen 13 parroquias. Hay 7 parroquias maronitas, 3 caldeas, 3 siríacas y 4 armenias. Son minorías, dentro de las minorías, dentro de las minorías. Pero todas unidas al Papa y a la Iglesia Católica, que es la mayor del mundo.

[1] El monofisismo comenzó como una reacción al nestorianismo. Los monofisistas (liderados por un hombre llamado Eutiques) estaban horrorizados por lo que implicaban las declaraciones de Nestorius, que Cristo era dos personas con dos diferentes naturalezas (humana y divina). Se pasaron al otro extremo, afirmando que Cristo era una persona con una sola naturaleza que fusionaba lo divino y lo humano. Por afirmar que Cristo tenía una sola naturaleza (griego mono, uno y phisis, naturaleza) se los conoció como monofisistas.
Los teólogos católicos ortodoxos reconocieron que el monofisismo era tan malo como el nestorianismo porque negaba la plena humanidad de Cristo y su plena divinidad. Si Cristo no hubiera tenido una plena naturaleza humana, no hubiera sido humano, y si no hubiera tenido una plena naturaleza divina no hubiera sido totalmente divino.

[2] Nestorianismo es una herejía sobre la persona de Cristo fue iniciada por Nestorio, obispo de Constantinopla, que le negó a María el título de Theotokos (gr. lit. "Quien lleva a Dios" o menos literalmente, "Madre de Dios"). Nestorio declaró que ella solamente había llevado en su seno a la naturaleza humana de Cristo y así propuso el título alternativo de Christotokos ("Quien lleva a Cristo" o "Madre de Cristo").

Los teólogos católicos ortodoxos reconocieron que la teoría de Nestorius fracturaría a Cristo en dos personas separadas (una humana y una divina unidas en una especie de unidad desligada), de los cuales uno solo estaba en el seno [de María]. La Iglesia reaccionó en 432 con el Concilio e Efeso, definiendo que María puede ser propiamente llamada Madre de Dios, no en el sentido de ser ella anterior a Dios o a la fuente de Dios, sino en el sentido de haber tenido en su vientre materno a la persona de Dios Encarnado.

Es dudoso que el mismo Nestorius creyera en la herejía que sus declaraciones implican y en este siglo, la Iglesia Oriental de Asiria, que ha sido históricamente considerada nestoriana, ha firmado una declaración cristológica totalmente ortodoxa conjuntamente con la Iglesia Católica y ha rechazado el nestorianismo. Esta iglesia está ahora mismo en proceso de entrar en total comunión eclasiástica con la Iglesia Católica.

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