No es Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo

Evangelio según San Juan 6,30-35.

La gente dijo a Jesús: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo". Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo". Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan". 

Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed. 

San José María Rubio

José María Rubio Rubio y Peralta nació en Dalías (Almería) el día 22 de julio de 1864, el mayor de doce hermanos del matrimonio compuesto por don Francisco y doña Mercedes, campesinos. De él dijo su abuelo materno, don Eugenio: “Yo me moriré, pero el que viva verá que este niño será un hombre importante y que valdrá mucho para Dios”.

En su pueblo natal acudió a la escuela y después de las clases le gustaba leer las vidas de santos. Con diez años un canónigo, José María, tío suyo, le hizo estudiar en un Instituto de Bachillerato en la capital pero, viendo que tenía vocación sacerdotal, lo envió al seminario diocesano de Almería.

En 1879 se trasladó al seminario de San Cecilio en Granada, donde terminó los estudios filosóficos, los cuatro de teología y dos de derecho canónico, siendo alumno aventajado de otro canónigo, don Joaquín Torres, quien al pasar a Madrid, se llevó consigo a José María.

En 1887 lo inscribió en el Seminario diocesano de la Inmaculada y de San Dámaso, de Madrid, que entonces estaba en la calle de La Pasa, y el 24 de septiembre de este mismo año fue ordenado sacerdote incardinado en esta diócesis. Celebró su primera Misa el 8 de octubre siguiente en la entonces catedral de San Isidro, en la capilla de la Virgen del Buen Consejo.

El 1 de noviembre de 1887 fue nombrado coadjutor de la parroquia de Chinchón (Madrid), donde en tan solo nueve meses ya empezó a tener fama de santo, mientras continuaba con dos cursos facultativos de Teología en el Seminario para obtener en 1888 la Licenciatura en Teología en Toledo. También allí obtuvo la Licenciatura en Derecho Canónico en 1897. Antes del amanecer ya estaba en la Iglesia orando y dedicaba largas horas a la catequesis de niños. Impresionaba a todos por su austeridad y pobreza y por su caridad con los más pobres.

El 24 de septiembre de 1889 fue trasladado de administrador parroquial a Estremera (Madrid) caracterizándose en su apostolado parroquial por compaginar su vida de oración con la atención a los pobres y enfermos, dando cuanto tenía a los demás. Se dejó convencer para presentarse a unas oposiciones de canónigo en Madrid, que perdió, y a consecuencia de eso fue nombrado profesor de Latín, Filosofía y Teología pastoral en el Seminario madrileño y por ello tuvo que trasladarse a la capital de España.

Fue nombrado notario del obispado y más tarde encargado del registro. Se le designó también capellán de las religiosas Bernardas y como tal permaneció durante trece años; este cargo le facilitaba entregarse a un intenso apostolado que sería la característica principal de toda su vida: atendía a muchísimas personas en el sacramento de la penitencia como excelente confesor, daba catequesis a niñas pobres, en las “escuelas dominicales”, se dedicaba a los “traperos”, “parados” y a los llamados “golfos” y a la vez dirigía continuamente tandas de ejercicios espirituales. Pasaba muchas noches en oración. Quienes le veían celebrar la Misa decían: “Parece que habla con alguien”. En 1904 peregrinó a Roma y Tierra Santa. Le impresionaron para siempre las dos visitas. De Roma, el Papa Pío X, las catacumbas y la tumbas de Pedro y Pablo y de Jerusalén, el Santo Sepulcro y el Calvario.

Siendo sacerdote diocesano secular, tenía una gran admiración por la Compañía de Jesús. Se llamaba a sí mismo “jesuita de afición”. Toda su vida se centraba en “cumplir la voluntad de Dios”. Y el 11 de octubre de 1906 entró en el noviciado de la Compañía de Jesús de Granada. Hizo sus primeros votos el 12 de octubre de 1908 y permaneció otro año en Granada para profundizar en sus estudios teológicos mientras a la vez predicaba misiones populares y daba tandas de ejercicios espirituales.

Seguidamente trabajó en obras apostólicas en la residencia jesuítica de Sevilla, dirigiendo la Congregación mariana de jóvenes, la Comunión reparadora de los militares, el Apostolado de la Oración, las Conferencias de San Vicente de Paúl y una escuela vespertina para obreros. Atendía también el confesionario de la iglesia y la predicación a los miembros de la Adoración nocturna. Era exigente pero siempre con dulzura. “Se cazan más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre”, decía con gracia. En septiembre de ese año se trasladó a Manresa (Barcelona) para su “tercer año de probación” desde donde fue destinado a Madrid y aquí, el 2 de febrero de 1917 emitió sus votos perpetuos.

Desde entonces Madrid fue el campo de su intenso apostolado. Vivía en la residencia jesuítica de la calle de La Flor y era buscado y requerido por todo el mundo. Con sotana y roquete, la cabeza ligeramente inclinada, destellaba tal bondad que atraída sobrenaturalmente. Aunque no hablaba retóricamente como otros oradores, sin embargo sus sermones atraían a la gente y convencía porque vivía lo que predicaba. Repetía como lema: “Hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace”. Organizó, predicó y atendió personalmente a distintas misiones populares en pueblos pequeños de Madrid. Vivió una temporada de escrúpulos pero eso no le impidió dedicarse a promover obras de apostolado que hicieran bien a cuanta más gente pudiera, por eso su fama de santidad era extraordinaria en todo el Madrid de su tiempo. Intentó fundar “los discípulos de San Juan” e incluso fue sometido a un registro policial acusado de crear un nuevo instituto religioso. Cuando los superiores le prohibieron esta actividad, lo aceptó de tan buena forma diciendo: “No busco más que cumplir la santísima voluntad de Dios”. Cuando le removieron de su cargo de Director de las Marías de los Sagrarios y de un Boletín del Sagrado Corazón, manifestó: “Debo ser tonto. No me cuesta obedecer”.

Mientras tanto, había que permanecer más de tres horas en la fila para confesarse con él. Atendía a todos por igual y por orden, lo mismo a marquesas que a pobres. Gozaba de dones místicos e incluso de gracias especiales sobrenaturales, como el don de profecía y de videncia. Comprobaron estar a la vez y a la misma hora en el confesionario y visitando a un enfermo.

Escuchaba íntimamente llamadas de socorro a distancia y hasta el aviso de una madre fallecida para ir a atender a su hijo incrédulo. Un día de carnaval, un grupo de comparsa le había preparado una trampa, llamándolo a una casa de citas para administrar los últimos sacramentos a un enfermo. Uno de ellos, en la cama se hacía pasar por moribundo para que se rieran los demás y dar ocasión de fotografiar al Padre Rubio en esta ocasión “ridícula”. Al entrar él en el prostíbulo con intención de atender al enfermo, descubrió que estaba realmente muerto. Fue tal la impresión que dos de aquel grupo se hicieron religiosos poco después.

Ejerció su ministerio pastoral con una dimensión social en los suburbios más pobres de Madrid, singularmente en el de La Ventilla, donde los movimientos revolucionarios encendían a la clase obrera. Fundó escuelas, predicó la Palabra de Dios y fue formador de muchos cristianos que morirían mártires durante la persecución religiosa en España.

Su testamento, en una charla a las “Marías de los Sagrarios”, fue el de exhortar a realizar una “liga secreta” de personas que vivieran la perfección en medio del mundo, promoviendo así una forma de consagración que más tarde se concretaría en los institutos seculares. Presintió su propia muerte y hasta llegó a despedirse de sus amigos. A finales de abril de 1929, viéndolo debilitado por su intenso trabajo y por su dolorosa enfermedad, los superiores lo transfirieron al noviciado de Aranjuez para que reposara. Allí, después de haber roto por humildad sus apuntes espirituales, decía: “Señor, si quieres llevarme ahora, estoy preparado”. “Abandono, abandono”. A los tres días después de su llegada, el 2 de mayo de 1929, en una butaca dijo: “Ahora me voy” y expiró por una angina de pecho. En todo Madrid no se hablaba de otra cosa: “¡Ha muerto un santo!”. Miles de personas asistieron a su funeral y entierro. Sus restos fueron inhumados en el cementerio del mismo noviciado, pero en 1953 fueron trasladados a la nueva Casa Profesa de Madrid.

Fue beatificado en Roma por el Papa Juan Pablo II el 6 de octubre de 1985, sus reliquias están en una Casa de la Compañía, en el claustro junto a la iglesia parroquial del Sagrado Corazón y San Francisco de Borja, Maldonado, nº 1, y su memoria litúrgica se viene celebrando el 4 de mayo.

TEXTOS  DEL PADRE JOSÉ MARÍA RUBIO, S.J.

Mi deseo es  santificarme donde y como el Señor disponga, y eso queréis también nuestra madre y vosotros. Por mi  parte, estoy dispuesto a lo que él quiera de mí y nada más. Si me quiere en  Madrid, bien; y si me quiere a vuestro lado, muy bien; y si me quisiera de otro  modo de vida más perfecto y más seguro, pues muy bien.

Lo mejor, lo  más provechoso, lo más consolador será lo que Dios quiera, y a la hora de la muerte el mayor consuelo vuestro y mío será el pensamiento de haber cumplido la voluntad  santísima de Dios...

Yo no me  muevo sino por cumplir lo que sea gusto de Dios.

Es posible  en este destierro comunicarse con Dios infinito... Yo sé que quien esto no creyere no lo verá por  experiencia, porque es muy amigo de que no pongan tasa a sus obras.

La verdadera  unión se puede muy bien alcanzar con el favor de Nuestro Señor, si nosotros nos esforzamos en procurarla.  Con no tener voluntad, sino atada con lo que fuere la voluntad de Dios.

Contemplad  la humanidad santa de Jesucristo y, mediante ella, subid a la divinidad. Meditad las virtudes de  Jesucristo y desead practicarlas; y no sólo esto, sino trabajad para conseguirlas.  Habréis vaciado primero el corazón y después os habréis llenado de Dios, y Dios  obrará en vosotros maravillas.

¿Cómo vamos a  poder pensar en otra cosa si, aunque no queramos, tropezaremos con Él en todo? ¿No ve que lo llena  todo y en todo está trabajando por usted y por mí?

Vivir la  presencia de Dios como lámpara encendida.

No fuerce la  máquina. No admite violencias esta práctica (la de la oración) toda sobrenatural. Ha de ser obra de la gracia.

Te encargo  que siempre tengas como base de tu conducta el cumplir fielmente la ley de Dios y los mandamientos de la  Santa Iglesia nuestra madre. Procura que en tu casa se rece en familia y que  tus hijos vean a sus padres practicar la religión, no a medias, sino en  todas las cosas. Es la mejor herencia que puedes dejarles. De todo lo mucho que  nosotros debemos a nuestros padres, cuya vida conserve el Señor muchos años, el  mayor beneficio ha sido educarnos cristianamente y Dios les premiará este bien  que nos han hecho. Procurad rezar el Rosario a la Virgen y no olvides que  quien a Dios tiene nada le falta, sin hacer caso de cómo piensan otros, pues  bien sabes que hay muchas cabezas destornilladas.

Éste es el  camino en las horas amargas. ¿Qué hace el Divino Corazón en su aflicción y amargura? Retirarse a orar. Y  añade: “Quedaos aquí vosotros y procurad orar conmigo, no os durmáis, estad  vigilantes y haced oración aquí, como yo voy a hacerla en mayor soledad y  recogimiento”. Apartado ya de ellos y solo por su Eterno Padre, se pone de rodillas y,  como hombre, adora con profunda reverencia a la majestad de Dios Padre, y  colocada la frente en el suelo, entra de lleno en la oración, prolongándola hasta  una hora...

Al  final de la vida nos queda la santidad.

Calendario de  Fiestas Marianas: Nuestra Señora de Oviedo, España (711)

Catecismo de la Iglesia Católica § 1337-1341

“No es Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo”

El Señor, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin. Sabiendo que había llegado la hora de partir de este mundo para retornar a su Padre, en el transcurso de una cena, les lavó los pies y les dio el mandamiento del amor (Jn 13, 1-17). Para dejarles una prenda de este amor, para no alejarse nunca de los suyos y hacerles partícipes de su Pascua, instituyó la Eucaristía como memorial de su muerte y de su resurrección y ordenó a sus apóstoles celebrarla hasta su retorno, “Constituyéndoles entonces sacerdotes del Nuevo Testamento” (Concilio de Trento)… 

Al celebrar la última Cena con sus apóstoles en el transcurso del banquete pascual, Jesús dio su sentido definitivo a la pascua judía. En efecto, el paso de Jesús a su Padre por su muerte y su resurrección, la Pascua nueva, es anticipada en la Cena y celebrada en la Eucaristía que da cumplimiento a la pascua judía y anticipa la pascua final de la Iglesia en la gloria del Reino. 

El mandamiento de Jesús de repetir sus gestos y sus palabras “hasta que venga” (1C 11,26), no exige solamente acordarse de Jesús y de lo que hizo. Requiere la celebración litúrgica por los apóstoles y sus sucesores del memorial de Cristo, de su vida, de su muerte, de su resurrección y de su intercesión junto al Padre.

Francisco, y Venezuela

Agencias

El gobierno venezolano les acusa de "alentar el golpismo"
Ocho gobiernos latinoamericanos se suman a la petición del Papa de "soluciones negociadas" en Venezuela
"Todo lo que se pueda hacer por Venezuela hay que hacerlo, pero con las garantías necesarias"

José Manuel Vidal, 01 de mayo de 2017 a las 21:47

Carta de la MUD: "El único diálogo que se acepta hoy en Venezuela es el diálogo de los votos como único camino para destrabar la crisis"

Los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Perú, Paraguay y Uruguay se adhirieron hoy a la petición del papa Francisco de evitar que haya más violencia en Venezuela y buscar "soluciones negociadas", así como respeto de los derechos humanos en un país en "grave crisis humanitaria".

"Como lo ha señalado el Sumo Pontífice, es imprescindible contar con 'condiciones muy claras' para una salida negociada a la crisis política, económica y humanitaria en dicho país hermano", recoge un comunicado conjunto facilitado por la Cancillería de Colombia.

Asimismo, concuerdan con el pontífice en que "todo lo que se pueda hacer por Venezuela hay que hacerlo, pero con las garantías necesarias".

Por ello, reiteraron que se requiere "el cese de los actos de violencia, la plena vigencia del Estado de Derecho, la liberación de los presos políticos, la plena restitución de las prerrogativas de la Asamblea Nacional, y la definición de un cronograma electoral".

Ante la petición del obispo de Roma, la oposición venezolana reunida en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) respondió que se encuentran "más unidos que nunca" en relación a la demanda del cambio político en Venezuela, e indicó que el "único diálogo" que se acepta en este país es el de los votos.

Por su parte, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, aseguró que el papa Francisco "ha entregado su mejor esfuerzo" para que se produzca el diálogo político en su país y mostró su respeto a las declaraciones que hizo el sábado el pontífice sobre su país.

"Fomentar el golpismo"
La ministra de Relaciones Exteriores de Venezuela, Delcy Rodríguez, acusó hoy de "alentar el golpismo" a ocho Gobiernos latinoamericanos que pidieron "la liberación de los presos políticos", la restitución de las prerrogativas del Parlamento y un cronograma electoral.

"Venezuela protesta comunicado injerencista de Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Perú, Paraguay, Uruguay y Gobierno de facto de Brasil", expresó Rodríguez en su cuenta en Twitter, donde consideró que los Gobiernos de estas naciones "siguen cometiendo el grave error de quebrantar el Derecho Internacional y alentar el golpismo".

Según la canciller venezolana, las ideas expresadas en esa nota conjunta constituyen un "comunicado en apoyo a factores opositores en Venezuela" que, remarcó, "alienta el golpismo y la violencia, y pretende desconocer al Gobierno legítimo".

El llamado del papa surgió luego de un mes de manifestaciones en la nación suramericana que se han saldado con al menos 29 muertos, cerca de 500 heridos y más de mil detenidos.

Comunicado íntegro sobre Venezuela
Los Gobiernos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Perú, Paraguay y Uruguay adherimos a las expresiones de Su Santidad el Papa Francisco, realizadas en las últimas horas, en relación con la situación que vive Venezuela.

Como lo ha señalado el Sumo Pontífice, es imprescindible contar com "condiciones muy claras" para una salida negociada a la crisis política, económica y humanitaria en dicho país hermano.

En este sentido, concordamos con el Papa Francisco en que "todo lo que se pueda hacer por Venezuela hay que hacerlo, pero con las garantías necesarias", para lo cual reiteramos que se requiere el cese de los actos de violencia, la plena vigencia del Estado de Derecho, la liberación de los presos políticos, la plena restitución de las prerrogativas de la Asamblea Nacional, y la definición de un cronograma electoral.

Texto íntegro de la Carta de la MUD al Santo Padre
Querido Santo Padre

La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) como representación política organizada de los demócratas venezolanos, se dirige públicamente a usted, desde el afecto y el respeto que le profesamos y del cual nos sentimos orgullosos.

Queremos agradecer profundamente su constante preocupación por nuestro sufrido país que, como usted perfectamente conoce, padece una crisis humanitaria sin precedentes, agravada ahora por el autogolpe de Estado perpetrado por el régimen militarista en el poder.

Los venezolanos sufren por falta de comida, por falta de medicinas, por la violencia de las fuerzas represivas del Estado y de los grupos paramilitares del gobierno, y ahora por el autogolpe de Estado, que ha terminado por quitarle al pueblo su Constitución y la posibilidad de resolver esta dolorosa crisis por medio de las elecciones. Usted no sólo ha señalado las constantes violaciones a los derechos humanos que se cometen hoy en Venezuela, sino que ha expresado en numerosas oportunidades que si no hay garantías y "condiciones muy claras" por parte del régimen, no hay posibilidad ni de diálogo ni de resolver esta gravísima crisis humanitaria y política.

Los venezolanos estamos hoy más unidos que nunca en torno a la demanda de un cambio político en el país. Y los factores que conforman la Mesa de la Unidad Democrática también lo están, tanto en sus propósitos como en sus acciones. La última evidencia de esto es el reciente Manifiesto, firmado por unanimidad y sin excepción alguna por todos los partidos políticos de la Unidad esta misma semana, en el que se señalan claramente los objetivos unitarios de esta lucha, a fin de restituir el orden constitucional en el país:

Que se restituya de manera inmediata el ejercicio del derecho a las elecciones, con un Consejo Nacional Electoral imparcial apegado a la ley, con la participación de los líderes políticos que están presos o inhabilitados y con observadores internacionales que garanticen la legitimidad y legalidad de los resultados.

Que por ser Nicolás Maduro el responsable de la ruptura del orden constitucional, se activen los distintos mecanismos que permite la Constitución la celebración de una elección presidencial anticipada este mismo año 2017.

Que se fije de manera inmediata un cronograma electoral integral que también garantice la celebración en 2017 de las elecciones de Gobernadores y Diputados Estadales que correspondían en diciembre de 2016, y las de Alcaldes y Concejales que corresponden en diciembre de este año.

Que permita la activación de un canal humanitario para atender las necesidades básicas en medicinas y alimentos de nuestros ciudadanos.

Que respete a la Asamblea Nacional como poder independiente y se le devuelvan las competencias usurpadas por el Gobierno y el Tribunal Supremo de Justicia,

Que libere a todos los presos políticos.

Que desmovilice a las fuerzas paramilitares y desista de distribuir 500.000 armas a civiles afectos al gobierno.

Además de estar unidos -sin excepción- con respecto a estas demandas y acciones, y con respecto a su afirmación reciente sobre la necesidad de un diálogo con condiciones, la Unidad ha hecho suyos los planteamientos del Secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin. El cardenal Parolin ha señalado como necesarios para cualquier diálogo futuro, a saber, que el gobierno cese en la represión militar, policial y en la de los grupos paramilitares que hoy afecta a las manifestaciones pacíficas del pueblo venezolano; que reconozca la autoridad y autonomía constitucional de la Asamblea Nacional; que libere a los presos políticos, y que facilite la ayuda humanitaria internacional, cuyas condiciones el gobierno no dado señal alguna de querer cumplir, y es está intransigencia la que ha llevado al fracaso a dos intentos precedentes, en 2014 y 2016, en los cuales la Santa Sede ha participado.

Los venezolanos nos sentimos defraudados por un diálogo sin resultados, en el cual la intención gubernamental ha sido más propagandística que sustancial, desprestigiando así a ese valioso instrumento e intentando, sin éxito, desmoralizar a la opinión pública y dividir a la coalición opositora.

En ese mismo camino se ha situado la Organización de los Estados Americanos, que a raíz de los informes precisos que ha presentado su Secretario General, Luis Almagro, al Consejo Permanente, y que son consistentes con lo anterior, ha pedido, recién y como efecto, una reunión de Cancilleres para dialogar sobre las vías más apropiadas para resolver sobre la crisis venezolana. Y la Conferencia Episcopal venezolana ha sido también muy clara en cuanto a la exigencia de condiciones, la primera de las cuales es un cronograma electoral para permitir que el pueblo se exprese, antes de pensar en cualquier tipo de conversaciones con el régimen.

La Unidad, de manera unitaria y sin excepciones, ha dejado claro ante los venezolanos y ante el mundo que el único diálogo que se acepta hoy en Venezuela es el diálogo de los votos como único camino para destrabar la crisis y restablecer la democracia hoy secuestrada en Venezuela. En esto, de nuevo, querido Padre, no hay divisiones ni desunión en la Unidad venezolana.

Le saludamos respetuosamente y con profundo y reiterado afecto, Su Santidad Francisco, y rogamos de usted sus bendiciones, para todo el pueblo de Venezuela que le ama y ora todos los días por usted.
Atentamente,

Mesa de la Unidad Democrática

Valorar y corresponder con amor al don de la Eucaristía.
San Juan 6, 30-35. III Martes de Pascua

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor tengo sed de Ti. Deseo estar contigo estos minutos. Te pido me enseñes a orar. Gracias por darme esta oportunidad de entrar en tu presencia. Permíteme, Jesús, permanecer siempre a tu lado y jamás permitas que nada ni nadie me separe de Ti. Te pido me concedas aquella gracia que más necesito. Te amo, pero quiero amarte más.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy, Señor, veo una grande relación entre este Evangelio y el misterio de la Eucaristía. Tal vez ella es uno de esos muchos regalos que me brindas y que pasan desapercibidos en mi vida. Puedo ya estar acostumbrado a visitarte en el Sagrario, a recibirte en la Misa, a acompañarte en la adoración; pero no sorprenderme de este misterio, de este beneficio tan grande que me has dejado. Dame la gracia en esta oración de asombrarme de tu compañía en la Eucaristía.

Ella es la muestra del amor más grande. En efecto, contemplando tu vida veo el inmenso amor que me tienes. Me amas tanto, Jesús, que no soportaste pensar que el pecado me separara de Ti y entonces te hiciste hombre.

Hombre para que te pudiera conocer, te pudiera imitar, te pudiera seguir. Esto ya hubiera sido suficiente para demostrarme tu amor. Pero, quisiste ir a más.

No era bastante hacerte hombre como yo. Experimentaste que sufrimos, que hay cosas que nos duelen, amigos que nos traicionan, personas que nos causan angustia, y que la muerte nos acecha. Entonces, decidiste padecer todo esto y hacerte pecado al morir en una cruz. Tomaste mi lugar en el castigo para pagar la deuda, deuda que no podría jamás haber pagado. Toda tu pasión y muerte son muestra de un amor más grande, de lo que hasta ahora había descubierto con la Encarnación.

Pensé que aquél era el culmen de las obras por amor. Pero no. No te bastó hacerte hombre, hacerte pecado… quisiste hacerte pan. No sólo quería acompañarme desde fuera, comprenderme sino que, al igual que dos amados, pensaste en la forma de quedarte siempre conmigo. Y lo mejor era esto: quedarte dentro de mí, convertirte en mi alimento. ¡Misterio sublime de tu amor por mí!

Puedo decirte entonces con los discípulos del Evangelio: "danos siempre de ese pan", dame siempre tu pan. Ese pan que eres Tú mismo. Entrégate a mí, Señor. Déjame recibirte y tratarte como te mereces: respeto, amor, estima, honor, cariño, fe. Permíteme unirme a Ti y jamás separarme. Quiero valorarte y corresponder al amor que me muestras en la Eucaristía. Quiero que cada encuentro contigo en la Eucaristía sea siempre un encuentro de amor. Eucaristía puede ser el lugar del amor de Ti hacia mí, y de mí hacia Ti. Después de este milagro tan grande, ¿podré pedirte otra prueba para que viéndola pueda creer?

Nuestra oración apoye el compromiso común para no falte nunca a nadie el Pan del cielo que da vida eterna y lo necesario para una vida digna, y se afirme la lógica del compartir y el amor. La Virgen María nos acompañe con su materna intercesión.
(Ángelus de S.S. Francisco, 26 de junio de 2015).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy procuraré en la comunión, en una visita a Cristo o en un rato de oración, agradecer a Dios el don de la Eucaristía.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

La Eucaristía, Sacrificio de Cristo en la Cruz

La eucaristía es banquete: ¡Vengan y coman! Es Pan que baja del cielo y da vida al mundo.

Respondióles Jesús: "Soy Yo el pan de vida; quien viene a Mí, no tendrá más hambre, y quien cree en Mí, nunca más tendrá sed. Pero, os lo he dicho: a pesar de que me habéis visto, no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a Mí, y al que venga a Mí, no lo echaré fuera, ciertamente, porque bajé del cielo para hacer no mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Ahora bien, la voluntad del que me envió, es que no pierda Yo nada de cuanto El me ha dado, sino que lo resucite en el último día. Porque ésta es la voluntad del Padre: que todo aquel que contemple al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna; y Yo lo resucitaré en el último día". Jn 6, 35-40

¡Quitémonos las sandalias porque el lugar que pisamos es lugar santo!

La eucaristía es lo más santo que tenemos en el cristianismo.

Vimos que la eucaristía es banquete: ¡Vengan y coman! Es Pan que baja del cielo y da vida al mundo. ¡Vengan y coman!

¿Cómo es posible que haya cristianos que no se acerquen a la santa misa que es banquete celestial, donde Dios nos alimenta con su Palabra y con el Cuerpo Sacratísimo de su Hijo, para darnos la vida divina, fortalecernos en el camino de la vida? Prefieren ir por el camino de la vida débiles, famélicos, deprimidos, cansinos, desilusionados.

¿Cómo es posible que haya cristianos que, pudiendo comulgar, no se acercan a este banquete que sacia?... Precisamente porque tal vez no quieren confesarse. Prefieren vivir y ser sólo espectadores en el banquete celestial.

Eso sí: es un banquete y hay que venir con el traje de gala de la gracia y amistad de Dios en nuestra alma.

¡Vengan y coman! ¡El que coma de este pan no tendrá más hambre de las cosas del mundo! La Iglesia está para eso: para darnos el doble pan: el de la Palabra y el de la eucaristía.

Ahora veremos el segundo aspecto de la eucaristía y de la santa misa: la eucaristía es el sacrificio de Cristo en la Cruz que se actualiza y se hace presente sacramentalmente, sobre el altar.

¿Qué significa que la Misa es sacrificio?

El sacrificio que hizo Jesús en la Cruz, el Viernes Santo, muriendo por nosotros para darnos la vida eterna, abrirnos el cielo, liberarnos del pecado... se vuelve a renovar en cada misa, se vuelve a conmemorar y a revivir desde la fe. Cada misa es Viernes Santo. Es el mismo sacrificio e inmolación, pero de modo incruento, sin sangre. El mismo sacrificio y con los mismos efectos salvíficos.

En cada misa asistimos espiritualmente al Calvario, al Gólgota... y en cada misa con la fe podemos recordar, por una parte, los insultos, blasfemias que le lanzaron a Jesús en la Cruz... y por otra parte, las palabras de perdón de Cristo a los hombres y de ofrecimiento voluntario y amoroso a su Padre celestial: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen...Todo está cumplido”.

Con los ojos de la fe, en cada misa veremos a Cristo retorcerse por todos los martillazos y golpes que le propinaron y le propinamos con nuestros pecados. ¡Esto es sacrificio! En cada misa Cristo muere lenta y cruelmente por nosotros.

Con los ojos de la fe, en cada misa veremos ese rostro de Cristo sangrante, humillado, escarnecido, golpeado... y esa espalda magullada, destrozada por los azotes que los pecados de los hombres le han infligido, le hemos infligido.

Si tuviéramos más fe, en cada misa deberíamos experimentar, junto con Jesús, esa agonía, tristeza, tedio que Él experimentó al no sentir la presencia sensible de su Padre... y deberíamos acercarnos a Él y consolarle en su dolor y en su sacrificio, compartiendo así con Él su Pasión.

Que la misa es sacrificio significa que aquí y ahora, Cristo es vapuleado, maltratado, golpeado, vendido, traicionado, burlado, negado por todos los pecados del mundo... y Él se entrega libremente, amorosamente, conscientemente, porque con su muerte nos da vida.

En cada misa, ese Cordero divino se entrega con amor para, con su Carne y Sangre, dar vida a este mundo y a cada hombre.

Si tuviéramos fe, nos dejaríamos empapar de esa sangre que cae de su costado abierto... y esa sangre nos purificaría, nos lavaría, nos santificaría.

Si tuviéramos fe recogeríamos también su testamento, su herencia, su Sangre, cada gota de su Sangre, sus palabras, sus gestos de dolor.

La santa misa es sacrificio también en cada uno de nosotros, que formamos el Cuerpo Místico de Cristo. Venimos a la misa para sufrir espiritualmente junto con Cristo, a morir junto a Cristo para salvar a la humanidad y reconciliarla con el Padre celestial.

En cada misa deberíamos poner nuestra cabeza para ser coronada de espinas y así morir a nuestros malos pensamientos.

En cada misa deberíamos ofrecer nuestras manos para ser clavadas a la Cruz de Cristo y así reparar nuestros pecados cometidos con esas manos.

En cada misa deberíamos ofrecer nuestro costado para ser traspasado, y así reparar nuestros pecados de odios, rencores, malos deseos.

En cada misa deberíamos poner nuestras rodillas para ser taladradas, para reparar los pecados que cometimos adorando los becerros de oro.

En cada misa deberíamos ofrecer nuestros pies para que fueran clavados en la Cruz de Cristo y así reparar los pecados que cometimos yendo a lugares peligrosos.

Esto es vivir la eucaristía en su dimensión de sacrificio. ¡Morir a nosotros mismos!; para que, con nuestra muerte al pecado, demos vida al mundo, a nuestros hermanos.

¿Verdad que es terriblemente comprometedora la santa misa? ¿A quien le gusta cargar con la Cruz de Cristo en su vida, y caminar con ella a cuestas, sacrificándose y crucificándose día a día en ella? En cada misa deberíamos experimentar en el alma la crucifixión de Cristo y su muerte, y también su resurrección a una vida nueva y santa.

Sí, la eucaristía es Banquete. ¡Comamos de él! Sí, la eucaristía es Sacrificio. ¡Ofrezcámonos en él al Padre por Cristo para la salvación del mundo! Bebamos su sangre derramada, que nos limpia.

Quedémonos de pie, como María, en silencio, junto al Calvario, y ofrezcamos este sacrificio de Cristo y nuestro, muriendo a nosotros mismos. Amén.

La oración del Papa Francisco a San José

El Papa Francisco dedicó una breve oración a San José Obrero este 1 de mayo a través de su cuenta de Twitter, en la que pidió al Santo Custodio que los jóvenes tengan la capacidad de soñar.

El Papa Francisco dedicó una breve oración a San José Obrero este 1 de mayo a través de su cuenta de Twitter, en la que pidió al Santo Custodio que los jóvenes tengan la capacidad de soñar.

En su cuenta de Twitter, el Santo Padre escribió: “San José, pide al Señor para los jóvenes la capacidad de soñar, de arriesgar por las cosas grandes que Dios sueña para nosotros”.

El Pontífice ha mostrado siempre su predilección por los jóvenes y en muchas ocasiones los ha alentado a no dejarse robar la esperanza, a tener memoria del pasado a través del diálogo con los abuelos y a no convertirse en “jóvenes-museo” o “jóvenes-sofá”, que parecen ya estar jubilados a muy corta edad.

De hecho, en sus intenciones de oración en el mes de abril de 2017 que acaba de concluir, el Pontífice pidió rezar por los jóvenes.

A ellos los alentó a no dejar que “otros sean los protagonistas del cambio. Ustedes los jóvenes son los que tienen el futuro. Les pido que lo construyan, que se metan en el trabajo por un mundo mejor”.

Jesús ¿descendió a los infiernos?
Dios hecho hombre se ha dormido y ha despertado a los que dormían desde hace siglos.

En el Credo de los Apóstoles, ( llamado así porque es considerado con justicia como el resumen fiel de la fe de los apóstoles. Es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia de Roma CIC 194), proclamamos que Cristo "descendió a los infiernos". ¿Qué significa?

Este Credo, formulado en el siglo V, se refiere al descenso del alma de Cristo, ya separada del cuerpo por la muerte, al lugar que también se llama "sheol" o "hades". El Cuarto Concilio Lateranense, en el 1215, definió esta doctrina de Fe.

En este caso "infierno" no se refiere al lugar de los condenados sino que es "el lugar de espera de las almas de los justos de la era pre-cristiana". Entre la multitud de justos allí esperando la salvación, estaba San José, los patriarcas y los profetas, como todos aquellos que murieron en paz con Dios. Todos necesitaban, como nosotros, la salvación de Cristo para poder ir al cielo.

Vea en las Sagradas Escrituras: Hechos 2,24; 2,31; Flp 2, 10, 1 Pedro 3,19-20, Ap 1,18, Ef 4,9.

Padres de la Iglesia que enseñaron esta doctrina incluyen: San Justino, San Ireneo, San Ignacio de Antioquía, Tertuliano, San Hipólito, San Agustín

Santo Tomas Aquino enseña que el propósito de Cristo en descender a los infiernos fue liberar a los justos aplicándoles los frutos de la Redención (S. Th. III, 52, 5).

El Catecismo de la Iglesia Católica sobre esta doctrina:
Cristo descendió a los infiernos

632 Las frecuentes afirmaciones del Nuevo Testamento según las cuales Jesús "resucitó de entre los muertos" (Hch 3, 15; Rm 8, 11; 1 Co 15, 20) presuponen que, antes de la resurrección, permaneció en la morada de los muertos. Es el primer sentido que dio la predicación apostólica al descenso de Jesús a los infiernos; Jesús conoció la muerte como todos los hombres y se reunió con ellos en la morada de los muertos. Pero ha descendido como Salvador proclamando la buena nueva a los espíritus que estaban allí detenidos.

633 La Escritura llama infiernos, sheol o hades a la morada de los muertos donde bajó Cristo después de muerto, porque los que se encontraban allí estaban privados de la visión de Dios. Tal era, en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos los muertos, malos o justos, lo que no quiere decir que su suerte sea idéntica como lo enseña Jesús en la parábola del pobre Lázaro recibido en el "seno de Abraham". "Son precisamente estas almas santas, que esperaban a su Libertador en el seno de Abraham, a las que Jesucristo liberó cuando descendió a los infiernos".

Jesús no bajó a los infiernos para liberar allí a los condenados ni para destruir el infierno de la condenación, sino para liberar a los justos que le habían precedido.

634 "Hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Nueva..." (1 Pedro 4, 6). El descenso a los infiernos es el pleno cumplimiento del anuncio evangélico de la salvación. Es la última fase de la misión mesiánica de Jesús, fase condensada en el tiempo, pero inmensamente amplia en su significado real de extensión de la obra redentora a todos los hombres de todos 605 los tiempos y de todos los lugares porque todos los que se salvan se hacen partícipes de la Redención.

635 Cristo, por tanto, bajó a la profundidad de la muerte para "que los muertos oigan la voz del Hijo de Dios y los que la oigan vivan". Jesús, "el Príncipe de la vida" (Hch 3, 15), aniquiló "mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo y libertó a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud" (Hb 2, 14-15). En adelante, Cristo resucitado "tiene las llaves de la muerte y del Hades" (Ap 1, 18) y "al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos" (Flp 2, 10).

Un gran silencio se cierne hoy sobre la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey está durmiendo; la tierra está temerosa y no se atreve a moverse, porque el Dios hecho hombre se ha dormido y ha despertado a los que dormían desde hace siglos ... En primer lugar, va a buscar a nuestro primer padre, como a la oveja perdida.

Quiere visitar a los que yacen sumergidos en las tinieblas y en las sombras de la muerte; Dios y su Hijo van a liberar de los dolores de la muerte a Adán, que está cautivo, y a Eva, que está cautiva con él ... Y, tomándolo de la mano, lo levanta diciéndole: "Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos y te iluminará Cristo". Yo soy tu Dios, que por ti me hice hijo tuyo, por ti y por todos estos que habían de nacer de ti ...

Despierta, tú que duermes; porque yo no te he creado para que estuvieras preso en la región de los muertos. Levántate de entre los muertos; yo soy la vida de los que han muerto".[De una antigua Homilía sobre el santo y grandioso Sábado]

El Papa en Santa Marta: Abrirse al Espíritu para que cambia nuestro corazón de piedra

El Santo Padre parte de la lectura del martirio de San Esteban

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 2 de mayo de 2017).- “Mirar hacia la ternura de Jesús: el testimonio de la obediencia, el Gran testimonio Jesús, que ha dado la vida y nos hacer ver la ternura de Dios hacia nosotros, delante de nuestros pecados y de nuestras debilidades”. Con esta idea el papa Francisco concluyó la homilía de este martes en la misa que celebró en la Residencia Santa Marta en el Vaticano.

Invitó así a “entrar en este diálogo y pedir la gracia de que el Señor ablande el corazón de estos rígidos, de aquella gente que encerrada siempre en la Ley, condena todo lo que está fuera de la Ley”.

No saben –aseguró el Pontífice– que el Verbo se hizo carne, que el Verbo es testimonio de obediencia. No saben que la ternura de Dios es capaz de quitar un corazón de piedra y de poner en su lugar uno de carne”.

El Santo Padre parte de la primera lectura, sobre el martirio de San Esteban, señalando cómo el cristiano es un testimonio de obediencia. Precisó que “quienes lo lapidaron no entendían la palabra de Dios, por ello Esteban los llamaba “tercos”.

Diverso de cuando Jesús llama a los discípulos de Emaus “necios”, que no es un elogio, pero no tan pesada como la que usa Esteban, porque los discípulos de Emaus no tenían miedo pero eran buenos, abiertos a la verdad. Y ellos cuando Jesús les reprocha, ellos dejan entrar las palabras su el corazón que se inflama.

En cambio con Esteban no querían escuchar, “este es el drama del corazón que se cierra”, indica el Papa. Son los corazones que solamente conocen el lenguaje de la condena, saben condenar, y no saben preguntar: ¿por qué sucede esto?, “no tienen necesidad de explicaciones” motivo por el cuan dice Jesús, asesinaron a los profetas “porque decían lo que a ellos no le gustaba”. Y es así que “un corazón cerrado no deja entrar al Espíritu Santo”.

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