Este es mi mandamiento: amaos los unos a los otros como yo os he amado
- 19 Mayo 2017
- 19 Mayo 2017
- 19 Mayo 2017
Evangelio según San Juan 15,12-17.
Jesús dijo a sus discípulos: «Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»
San Ivo
Patrono de los abogados. Año 1303. Al cual los juristas de muchos países tiene como Patrono, nació en la provincia de Bretaña ( Francia).
Su padre lo envió a estudiar a la Universidad de París, obtuvo su doctorado como abogado. "Ciertos malos espíritus no se alejan sino con la oración y la mortificación" (Mc. 9,29), oyó estas palabras de Jesús y se propuso dedicar buen tiempo cada día a la oración y mortificarse, en las miradas, en las comidas, el lujo en el vestir, y en descansos que no fueran necesarios.
Empezó a abstenerse de comer carne y nunca tomaba bebidas alcohólicas. Vestía pobremente y lo que ahorraba, lo dedicaba a ayudar a los pobres. Al volver a Bretaña fue nombrado juez del tribunal y en el ejercicio de su cargo se dedicó a proteger a los huérfanos, defender a los más pobres.
Su gran bondad le ganó el título de "Abogado de los pobres" Visitaba las cárceles y llevaba regalos a los presos y les hacía gratuitamente memoriales de defensa a los que no podían conseguirse un abogado. San Ivo no aceptó jamás ni el más pequeño regalo de ninguno de sus clientes.
Cuando le llevaban un pleito, él se esmeraba por tratar de obtener que los dos litigantes arreglaran todo amigablemente en privado, sin tener que hacerlo por medio de demandas públicas. Muchos litigantes terminaban siendo amigos y se evitaban los grandes gastos de los pleitos judiciales. Después de trabajar bastante tiempo como juez, San Ivo fue ordenado sacerdote, los últimos quince años de su vida los dedicó totalmente a la predicación y a la administración de los sacramentos.
De muchas partes llegaban personas litigantes a obtener que San Ivo hiciera las paces entre ellos y él lograba con admirable facilidad poner de acuerdo a los que antes estaban alegando. Y aprovechaba de todas estas ocasiones para predicar a la gente acerca de la Vida Eterna y de lo mucho que debemos amar a Dios y al prójimo.
Alguien le aconsejó que hiciera ahorros para cuando llegara a ser viejo y él le respondió: - «... ¿quién me asegura que voy a llegar a ser viejo? En cambio lo que sí es totalmente seguro es que el buen Dios me devolverá cien veces más lo que yo regale a los pobres".
El 19 de mayo del año 1303 estaba tan débil que no podía mantenerse de pie y necesitaba que lo sostuvieran.
Sin embargo celebró así la Santa Misa. Después de la Misa se recostó y pidió que le administraran la Unción de los enfermos y murió plácidamente. Tenía 50 años.
Sus vecinos le compusieron un epitafio bien especial que dice: San Ivo era bretón. Era abogado y no era ladrón.
Oremos
Señor Dios todopoderoso, que nos has revelado que el amor a Dios y al prójimo es el compendio de toda tu ley, haz que, imitando la caridad del abogado San Ivo seamos contados un día entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
San Gregorio Magno (c. 540-604), papa y doctor de la Iglesia
Homilías sobre los Evangelios, n° 27; PL 76, 1204
«Este es mi mandamiento: amaos los unos a los otros como yo os he amado»
Todas las palabras sagradas del Evangelio están repletas de mandamientos del Señor. ¿Entonces, por qué, el Señor dijo que el amor era su mandato? "Este es mi mandamiento: amamos los unos a los otros." Resulta que todos los mandamientos surgen del amor, que todos los preceptos son sólo uno, y cuyo único fundamento es la caridad. Las ramas de un árbol brotan de la misma raíz: así todas las virtudes nacen sólo de la caridad. La rama de una buena obra, no permanece vigorosa, si separa de la raíz de la caridad. Por lo tanto, los mandamientos del Señor son numerosos, y al mismo tiempo son uno - múltiple por la diversidad de las obras, uno en la raíz del amor.
¿Cómo mantener este amor? El mismo Señor nos lo da a entender: en la mayoría de los preceptos de su Evangelio, ordena a sus amigos que se amen en Él, y que amen a sus enemigos por Él. El que ama a su amigo en Dios y su enemigo por Dios, posee la verdadera caridad.
Hay personas que aman a sus familiares, pero sólo movidos por sentimientos de afecto que surgen del parentesco natural... Las palabras sagradas del Evangelio no hacen a estos hombres ningún reproche. Pero lo que espontáneamente se le da a la naturaleza es una cosa, y aquello que se da por caridad en obediencia es otra. Las personas a las que me he referido, aman sin duda a su prójimo... pero según la carne y no según el Espíritu... Diciendo: "Este es mi mandamiento: amaos los unos a los otros", el Señor, inmediatamente ha añadido: "Como yo os he amado." Estas palabras significan claramente: "amar por la misma razón que Yo os he amado".
Mi amistad con Cristo
San Juan 15, 12-17. V Viernes de Pascua
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey Nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Busco tu rostro, Señor. Muéstrame tu rostro viejo amigo, muéstrame las llagas de tu piel. Cuéntame un secreto al oído y dime el dolor y las penas de tu corazón ahora que quiero estar contigo. Recibe por favor mi amor en desagravio.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hace menos de un mes vivimos la semana más importante del año, la así llamada Semana Mayor.
Ordinariamente todos tenemos en cuenta que es una semana muy importante pues se conmemora la muerte de Jesús. Sin mencionar que, independientemente del credo que profesan, todas las organizaciones y empresas reconocen esta semana como días festivos.
Pero todo esto no deja huella en nuestro corazón. Creo que es una de las muertes ante las que, paradójicamente, permanecemos más indiferentes. Es decir, por lo general, al conmemorar la muerte de alguien, esta conmemoración va acompañada de ciertos sentimientos de nostalgia y compasión. Pero al recordar la pasión de Jesús no sólo nos hemos acostumbrado a escucharlo y permanecer indiferentes, sino que incluso la utilizamos como un buen pretexto para salir y disfrutar de unas buenas vacaciones.
¿Cuál es la diferencia entre la muerte de Jesús y la de algún ser querido o conocido? ¿Por qué las pérdidas cercanas si me duelen y conmueven mi corazón? ¿Por qué hasta la pérdida de cosas materiales me duele más? Porque un simple hecho cambia todo. El vínculo de la pérdida conmigo. No es la muerte de Jesús, sino la muerte de mi Señor Jesucristo, mi Dios y Señor, quien por amor se entregó por mí y a una muerte de cruz.
Tenemos que meditar continuamente en este misterio de amor. Sinceramente, ¿quién en esta vida estaría dispuesto a dar la vida por mí? Creo que nadie, si acaso, considerando que tengo unos muy buenos padres, mis papás podrían hacerlo. Pero Él ya lo hizo, murió por mí, y fue una muerte denigrante y escandalosa. Desnudo, azotado, como un gusano, escupido y mofado, despojado de toda dignidad, crucificado como un "Don Nadie".
Ayúdanos, Señor, a comprender que verdaderamente no existe amor más grande" que el de aquel que da la vida por sus amigos"
"La amistad es de los regalos más grande que una persona, que un joven puede tener y puede ofrecer. Es verdad. Qué difícil es vivir sin amigos. Fíjense si será de las cosas más hermosas que Jesús dice: "yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre" (Jn 15,5). Uno de los secretos más grande del cristiano radica en ser amigos, amigos de Jesús. Cuando uno quiere a alguien, le está al lado, lo cuida, ayuda, le dice lo que piensa, sí, pero no lo deja tirado. Así es Jesús con nosotros, nunca nos deja tirados. Los amigos se hacen el aguante, se acompañan, se protegen. Así es el Señor con nosotros."
(Discurso de S.S. Francisco, 12 de julio de 2015)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Dedicaré un momento de mi día a recordar la pasión dolorosa de mi Señor, deteniéndome en una escena de la misma.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Podemos resumir los intereses de nuestro Señor Jesucristo en dos: el celo por Su Padre celestial y el amor por las almas.
Cristo se encarnó por mí
Jesús nos pertenece. Él mismo se encarnó y nació por nosotros y se dignó ponerse a nuestra disposición: Él mismo dijo Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores (Mt. 9,13). Y nos ama con un amor que no hay lengua que pueda expresar. Cristo vino a dar la vida por nosotros: el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos (Mt 20, 28). Nada nos ha negado Jesús. Ahora debemos preguntarnos ¿qué hemos hecho por quien tanto trabajó en nuestro provecho? Amor con amor se paga.
Podemos resumir los intereses de nuestro Señor Jesucristo en dos: el celo por Su Padre celestial y el amor por las almas.
El Celo por el Padre
El celo por el Padre: Tenemos el claro ejemplo de la expulsión de los mercaderes del templo: Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado». Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu Casa me devorará (Jn. 2,15-17). Además Cristo siempre hablaba del Padre. Era su tema central.
Amor por las almas
Tenía un gran interés y deseo por llevarlas al Padre y como fruto de su pasión tenía un deseo de que no ofendan a Dios con sus faltas. De hecho no hay amor más grande que el dar la vida por los amigos, como se dice en el evangelio de San Juan: Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos (Jn 15,13) y Cristo la dio cuando todavía nosotros éramos enemigos suyos: Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! (Rm. 5,10).
Su gran Interés
Por eso que su gran interés es que evitemos todo pecado para así llevarnos al Padre: Este es otro de los grandes intereses de Jesús. Todo pecado que evitemos, aunque sólo sea venial, es una grande obra para los intereses de Jesús. Nos convenceremos de ello recordando que si con una leve mentira pudiésemos cerrar para siempre el infierno, salvando todas las almas que hay en él, acabar con el purgatorio y hacer que todo el humano linaje se igualase en santidad a San Pedro y San Pablo, todavía no nos sería lícito cometer bajo ningún concepto esa ligera falta; pues más perdería la gloria de Dios con dicha culpa liviana, que cuanto pudiese ganar en la justificación y salvación de todo el universo mundo.
¡Que obra, pues, tan grande no será para los intereses de Jesús impedir un solo pecado mortal! Y cuán fácil cosa es evitarle! Si cada noche, antes de acostarnos, suplicásemos a nuestra dulcísima Señora tuviese la dignación de ofrecer a Dios la Preciosísima Sangre de su hijo para estorbar en cualquier parte del mundo, durante la noche, un solo pecado mortal, y renovásemos luego por la mañana la misma súplica por todas las horas del día, seguramente una ofrenda hecha por semejantes manos, obtendría la gracia deseada. Cada uno podría probablemente evitar así todos los años setecientos treinta pecados mortales; y si mil de nosotros hiciésemos iguales ofrecimientos, y perseverásemos en ellos por veinte años, lo cual sería fácil y nos colmaría al propio tiempo de inefables méritos, ascendería la suma de culpas graves que impidiésemos a más de catorce millones. Si suponemos ahora que todos los miembros de la Confraternidad practicásemos lo mismo, tendríamos entonces que multiplicar la suma anterior por cuarenta; y La omisión de quinientos sesenta millones de pecados mortales sería la ofrenda anual de nuestra Confraternidad a la Pasión de Nuestro Señor. En igual proporción prosperarían los intereses de Jesús, y cuán dichosos, inmensamente dichosos, no seríamos entonces nosotros.
Aumentamos igualmente el fruto de la Pasión de nuestro Redentor adorable cada vez que conseguimos, llegue uno al Tribunal de la Penitencia a confesar sus culpas, aunque no sean sino veniales: aumentamos ese mismo fruto bendito con todo acto de contrición que hagan los hombres por mediación nuestra, y con cada plegaria que dirijamos a Dios para alcanzarles la gracia de obtenerla: nos da idéntico resultado toda ligera mortificación o penitencia que inspiremos a los demás.
Y todo esfuerzo de nuestra parte para fomentar la Comunión frecuente entre nuestros hermanos: y cuando inducimos al pueblo a tomar parte en la devoción a la Pasión de Nuestro Señor, a leer o meditar sobre ella, ¿qué otra cosa estamos haciendo sino acrecentar los intereses de Jesús? Cierta persona aseguraba, y si la memoria no me es infiel, era Alberto Magno, que una sola lágrima derramada sobre los sufrimientos de Nuestro Señor tenía más mérito delante de los divinos ojos que un año entero de ayunos a pan y agua. ¡Cuál no será, pues, el valor de hacer que los demás giman con nosotros por la Pasión de Jesús, y cuánto mayor el lograr de ellos que reciten una corta oración! ¡Oh dulce Jesús mío! ¡Y cómo es que somos tan fríos y duros! ¡Enciende, pues, en nosotros el sagrado fuego que viniste a encender sobre la tierra!
Cristo me amó y se entregó por mí
No debemos dudar nunca que somos objeto del amor de Dios, somos uno de sus mayores intereses ¿No vino al mundo acaso por nosotros? ¿Cuáles son mis dudas sobre el amor de Dios hacia mi persona? ¿Qué no hizo Cristo por salvarme, y qué no seguirá haciendo? No puedo dudar de su amor, no puedo hacerme merecedor de aquel reproche hecho a san Pedro cuando después de caminar por las aguas se empezó a hundir por desconfiado: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? (Mt. 14,31).
Ir más allá de los mandamientos: Papa Francisco
El Papa Francisco invitó a cumplir los Diez Mandamientos para después ir más allá y cumplir también todas las cosas que Jesús nos ha enseñado, esos mandamientos de la vida cotidiana que representan el modo de vivir cristiano.
El Santo Padre explicó que el núcleo de los 10 Mandamientos es uno: “el amor del Padre a Jesús, es el amor de Jesús a nosotros”.
Sin embargo, advirtió de que “hay otros amores. También el mundo nos propone otros amores: el amor al dinero, por ejemplo, el amor a la vanidad, pavonearse, el amor al orgullo, el amor al poder, haciendo tantas cosas injustas por tener más poder…”.
“Son otros amores, pero no son de Jesús no son del Padre. Él nos pide permanecer en su amor que es el amor del Padre.
Pensemos también en estos otros amores que nos alejan del amor de Jesús. Y también, hay otras maneras de amar: amar a medias, eso no es amar. Una cosa es querer bien, y otra cosa es amar”.
El Pontífice señaló que “de esta manera, cumpliendo estos mandamientos que Jesús nos ha dado, permaneceremos en el amor de Jesús, que es el amor del Padre. Es lo mismo. Sin medida. Sin ese amor tibio o interesado”.
“‘Pero, ¿por qué, Señor, nos recuerdas estas cosas?’, podríamos preguntarnos. ‘Para que mi alegría esté en vosotros y que vuestra alegría sea plena’. Si el amor del Padre va a Jesús, Jesús nos enseña el camino del amor: el corazón abierto, amar sin medida, dejando de lado otros amores”.
El Papa Francisco concluyó su homilía con una anécdota: “Hace poco, un sacerdote fue nombrado Obispo. Fue junto a su padre, su anciano padre, para darle la noticia. Este hombre anciano, ya pensionista, un hombre humilde, un trabajador de toda la vida, no había ido a la Universidad, pero tenía la sabiduría de la vida. Dio a su hijo solo dos consejos: ‘Obedece y da alegría a la gente’. Este hombre había entendido esto: obedece al amor del Padre, sin otros amores, obedece a este don, y luego da alegría a la gente”.
“Nosotros, cristianos, laicos, sacerdotes, consagrados, Obispos, debemos dar alegría a la gente. Nuestra misión cristiana es dar alegría a la gente”.
Madre mía te quiero con todo mi corazón
Caminar contigo es tocar el cielo con la mano; vivir junto a Ti es ya adelantar la gloria. Contigo los dolores se mitigan, las lágrimas se detienen.
Dulcísima Madre mía,
he venido a saludarte con cariño
en este nuevo día.
¿Quién te hizo tan bella?
Quizás Tú no lo sepas,
pero yo no puedo contemplar tu rostro
y mirar tus ojos de cielo
sin emocionarme hasta el alma.
¿Quién me amó tanto, tanto,
que me hizo hijo tuyo?
Hermosísima Reina, Madre de bondad,
estás hecha de bondad y de amor.
¡Qué felices nos has hecho,
qué afortunados por tenerte como madre!
Era yo un gitanillo que inspiraba compasión,
Era un niño pobre, un niño malo.
Había caminado descalzo
Por sendas de piedras y maleza;
traía una carita sucia de lágrimas antiguas
y polvo de muchos caminos.
Era un niño pequeño,
pero había sufrido ya como adulto.
Se me había olvidado la sonrisa.
El futuro era negro de nubes espesas.
Y, de pronto, apareciste Tú en mi vida.
Una mujer muy hermosa,
una mujer que inspiraba todo el cariño del mundo.
Me mirabas con una sonrisa de cielo.
Me llamaste con una voz tan dulce…
Me esforcé en sonreír un tanto,
y me fui acercando temblando de emoción.
De pronto, tus manos se abrieron
y me sumergí en un abrazo tan dulce
que todas mis penas se fueron;
y me sentí el niño más feliz del mundo.
Pero mi alegría fue más grande que yo mismo,
cuando de tus labios graciosos brotó esta palabra: “Hijo mío.”
Quise decir algo que brotaba con ímpetu del corazón.
No pude decirlo, no me atrevía.
Miré mis sandalias rotas, mi vestido raído;
mi corazón y mis manos no eran limpios.
“Hijo mío, cuanto te quiero,
cuánto te he esperado, hijo de mi alma.”
Entonces ya no pude callarme y le dije
con las lágrimas más puras
y la alegría de un niño feliz:
“Madre mía te quiero con todo mi corazón.”
Y un abrazo fundió
a la Madre pura y santa
y al niño pecador.
“He ahí a tu Madre, he ahí a tu hijo”
El que dijo estas bellas palabras
era Dios mismo,
un Dios que moría por mí en una cruz:
un Dios que me dio a su misma madre
en un impulso de amor.
No es un rato de contento,
es una eternidad de felicidad.
La eternidad de la alegría
comenzó desde ese momento
en que Jesús dijo esas palabras en la cruz.
Nos daba su vida y su sangre,
nos daba la Madre de sus sueños.
Desde entonces ya no soy el niño malo;
que malo no puedo seguir siendo
junto a una Madre tan buena.
Ya no soy un niño huérfano,
ni triste ni harapiento.
Soy el niño más feliz.
Ya mis lágrimas son de de amor y alegría,
por Ella, por mi Madre del cielo.
Caminar contigo es tocar el cielo con la mano;
vivir junto a Ti es ya adelantar la gloria.
Contigo los dolores se mitigan,
las amargas lágrimas se detienen
y el desierto vuelve a florecer.
Mi desierto ha vuelto a florecer.
Todo cambió desde aquel día,
el día maravilloso en que te conocí, oh Madre.
Yo no te conocía, primor de los valles.
Ignoraba que existías, amor de mi vida.
Pasé junto a valles hermosos y bellísimas flores
y nunca imaginé que Tú tenías
la luz y la belleza de los valles y las flores.
Vida mía, amor mío,
Vida, belleza y amor ensamblados.
Eres una senda florecida
que me ha conducido a Dios.
Me enamoré de Ti primero para siempre,
pero tu amor me llevó dulcemente, sin fatiga,
hacia el Dios Amor.
Tú me hiciste querer a ese ser infinitamente amable.
Presentaste a mis ojos
a un Dios Niño, ternura infinita,
un encanto de Dios hecho niño por mí.
La mujer que es amor
llevando en sus brazos al Niño que es amor,
porque es el Niño Dios.
Oh Madre dulcísima,
no quiero jamás separarme de Ti,
no quiero jamás separarme del Dios
que me has enseñado a querer;
el mismo Dios que Tú amas tanto
porque es tu Dios y es hijo de tus entrañas.
Enséñame a amarlo con todo mi corazón.
La oración en la vida Cristiana
La oración consiste en elevar el corazón a Dios. Cuando una persona ora, entra en una relación personal con Dios, en una relación de amistad con Dios.
1. ¿Qué es la oración?
La oración consiste en elevar el corazón a Dios. Cuando una persona ora, entra en una relación personal con Dios, en una relación de amistad con Dios.
La oración es la elevación del alma a Dios o la petición al Señor de bienes conformes a su voluntad. La oración es siempre un don de Dios que sale al encuentro del hombre. La oración cristiana es relación personal y viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, que habita en sus corazones. (CIC-C #534)
El esfuerzo de orar diariamente es parte muy importante de la vida cristiana.
2. ¿Por qué vamos a hablar de oración en un curso de Teología, basado en el Catecismo de la Iglesia Católica?
Porque el Catecismo de la Iglesia Católica dedica una quinta parte (20%) de sus páginas al tema de la oración, en forma muy extensa y explícita.
Son tan detallados los capítulos que el Catecismo dedica a la oración, que hasta trae consejos prácticos para orar y también habla de los errores en que pueden caer los orantes.
Trata todas las formas de oración, inclusive la de la contemplación, que erróneamente se ha creído que está reservada para vocaciones especiales.
Así que, el tratamiento que da el Catecismo de la Iglesia Católica a la oración denota la importancia que le asigna el Magisterio de la Iglesia a este tema.
3. ¿Cómo se aprende a orar?
Como orar es parte sumamente importancia de la vida cristiana, es lógico preguntarse¿cómo orar?
Orar no se aprende de la misma manera de materias que estudiamos, o técnicas que podamos aprender.
A pesar de que parezca extraño, orar se aprende orando. La oración es un don de Dios, pero extrañamente se obtiene orando.
En la forma de aprender la oración, ésta se parece más bien a la natación o a conducir un carro: hay que nadar para aprender a nadar, y para aprender a manejar un vehículo hay que manejarlo.
4. ¿Qué impulsa a las personas a orar?
Lo que de veras impulsa a las personas a orar es el deseo de Dios. Dios nos ha creado para El. Dios ha impreso en nosotros la necesidad de comunicarnos con El. Eso es la oración.
Aquéllos que no les gusta mucho la espiritualidad o el contacto con Dios, si les llega un momento de impotencia o angustia o soledad, es en esa situación cuando de manera casi natural y sin pensarlo mucho, claman a Dios.
No hay más que oír los testimonios de personas secuestradas, enfermos terminales, presos de manera injusta, etc. para darnos cuenta de cómo instintivamente buscaron a Dios.
Pero no hay que esperar estar en situaciones extremas para comunicarnos con Dios, porque Dios siempre está allí para quien quiera comunicarse con El.
A veces nos olvidamos de Dios. Vivimos como si Dios no existiera o no estuviera siempre con nosotros. Recordemos lo que aprendimos en la Primera Comunión: Dios está en todas partes. Y en todas partes significa también al lado nuestro.
Aunque neguemos a Dios o tratemos de evadirlo, El siempre está allí para nosotros. El nos busca antes de nosotros buscarlo a El. En eso consiste el don de la oración, en que Dios está siempre buscándonos.
Te sientes solo, no tienes con quien hablar. Y allí está Dios. El siempre está. El no se muda.
Estás en peligro y surge esa exclamación de impotencia, de ayuda. Y Dios está allí.
La oración es algo tan humano y tan necesario como comer, como respirar, como amar.
Todas las religiones y, de modo particular, toda la historia de la salvación, dan testimonio de este deseo de Dios por parte del hombre; pero es Dios quien primero e incesantemente atrae a todos al encuentro misterioso de la oración. (CIC-C #535)
5. ¿Por qué podemos decir que la oración es un privilegio?
Orar es un privilegio. La oración es un privilegio.Orar es hablar con Dios: decirle y escucharle. ¿Nos damos cuenta, entonces, el privilegio que significa que nosotros-simples creaturas- podamos dirigirnos a nuestro Creador para pedirle, para rogarle, para decirle cosas … y que El nos escuche?
La oración es uno de esos regalos inmensos y utilísimos que Dios nos ha dado y que no terminamos de apreciar ni de aprovechar suficientemente.
Consideremos algo: ¿Podemos hablar con el Papa? ¿Puede alguien lograr hablar con cualquier persona que se le ocurra, y de manera instantánea? ¡Y nosotros podemos dirigirnos a Dios cada vez que queramos y de manera instantánea! Ese privilegio lo tenemos los seres humanos con Dios.
La oración es un privilegio.
6. ¿Para qué sirve la oración?
La oración purifica. La oración nos ayuda a resistir las tentaciones. La oración nos da fortaleza en nuestras debilidades. La oración remueve el temor, aumenta nuestra fuerza, nos capacita para aguantar. La oración nos hace felices.
“El hombre no puede vivir sin orar, lo mismo que no puede vivir sin respirar” (Juan Pablo II).
"Si los pulmones de la oración y de la Palabra de Dios no alimentan la respiración de nuestra vida espiritual, nos arriesgamos a ahogarnos en medio de las mil cosas de todos los días. La oración es la respiración del alma y de la vida". (Benedicto XVI, 25-4-2012)
El Papa Benedicto XVI hablaba de "la prioridad que debemos dar a Dios, a la relación con Él en la oración, tanto personal como comunitaria. Sin la capacidad de pararnos a escuchar al Señor, a dialogar con Él, se corre el riesgo de agitarse y preocuparse inútilmente por los problemas y las dificultades, incluidas las eclesiales y pastorales". (Benedicto XVI, 25-4-2012)
Benedicto XVI recordaba que los santos "han experimentado una profunda unidad de vida entre oración y acción, entre amor total a Dios y amor a los hermanos". (Benedicto XVI, 25-4-2012)
Por esta misma razón la Madre Teresa de Calcuta nos dice: “es necesario que encontremos el tiempo de permanecer en silencio y de contemplar, sobre todo si vivimos en la ciudad donde todo se mueve velozmente. Es en el silencio del corazón donde Dios habla” (Beata Teresa de Calcuta).
“La oración es la fundamentación de la vida espiritual” (Cardenal Nguyen Van Thuan).
“Muchas vocaciones están en crisis, no se realizarán. Muchas familias sufren dificultades, se separarán y se pelearán. Mucha gente pierde el gusto por la vida y el trabajo, están descontentos y vacíos. Y todo esto porque se ha abandonado la oración” (Beata Teresa de Calcuta).
La oración es la llave que abre nuestro corazón y nuestra alma al Espíritu Santo; es decir, a su acción de transformación en nosotros. Al orar, permitimos a Dios actuar en nuestra alma -en nuestro entendimiento y nuestra voluntad- para ir adaptando nuestro ser a su Voluntad. (cfr. Catecismo de la iglesia católica #2825-1827)
¿Cómo conocer y seguir la Voluntad de Dios? Orando de manera regular y frecuente. Así estamos en sintonía con Dios y conoceremos sus deseos.
7. ¿Por qué a veces se habla del camino de la oración?
La oración es un camino, un camino de relación personal con Dios. Santa Teresa de Jesús hablaba de un “camino de amistad con Aquél que sabemos nos ama”.
Y es un camino, porque esa relación con ese Amigo que sabemos nos ama nos llevará a una amistad muy íntima con El aquí en la tierra, la cual continuará para toda la eternidad.
8. ¿Por qué podemos decir que orar es una aventura?
Porque siendo la oración un camino, puede tener sus tropiezos, va a tener momentos de emociones, tendrá sus altibajos. Y tiene una meta, que es la unión con Dios.
El camino de la oración es toda una aventura: no conocemos todo lo que nos espera. Podemos atisbar algunas cosas, pero también habrá sorpresas.
Por eso la oración requiere un verdadero deseo de estar con el Amigo. Y ese deseo no basta que sea un deseo fugaz, sino una verdadera decisión, clara y firme, de relacionarse con el Amigo.
Y pueda que ese camino se dificulte a veces, pueden haber obstáculos y como es un camino hacia arriba, se hará estrecho y empinado.
Será una verdadera aventura hasta llegar a la meta de vivir con Dios y en Dios.
9. ¿Cuáles son las formas esenciales de oración cristiana? (CIC-C #550)
Las formas esenciales de oración cristiana son la bendición y la adoración, la oración de petición y de intercesión, la acción de gracias y la alabanza.
10. ¿Qué es la oración de bendición?
Una oración de bendición es aquélla que pide a Dios su bendición sobre nosotros. La forma más breve de esta oración es “Dios te bendiga”.
Sin embargo, las bendiciones de Dios están continuamente fluyendo hacia nosotros sus creaturas: su Misericordia, su Bondad, su cercanía, su atención… todo esto son bendiciones.
11 ¿Por qué debemos adorar a Dios?
Adoración es lo que hace la persona cuando se reconoce creatura de Dios y dependiente de El, su Creador.
Toda persona que comprenda esto y lo recuerde, está adorando a Dios.
Por eso quien adora a Dios se pone de rodillas ante El y hasta se postra en el suelo.
Esta actitud interior (en el corazón y en la mente) y exterior (con la postura) muestra la verdad de la relación entre Dios y el hombre: Dios es grande y nosotros somos pequeños.
Sin embargo, nunca es el hombre mayor que cuando se arrodilla o se postra ante Dios libremente.
Oración de Adoración
¿Qué es adorar a Dios?
Es reconocerlo como nuestro Creador y nuestro Dueño
Es reconocerme en verdad lo que soy:
hechura de Dios, posesión de Dios.
Dios es mi Dueño. Yo le pertenezco.
Adorar a Dios, entonces, es tomar conciencia
de nuestra dependencia de El
y de la consecuencia lógica de esa dependencia:
entregarnos a El y a su Voluntad.
= = = = = = = = = = = = = = = =
Tú eres mi Creador, yo tu creatura,
Tú mi Hacedor, yo tu hechura,
Tú mi Dueño, yo tu propiedad.
Aquí estoy para hacer tu Voluntad.
12 ¿En qué consiste la oración de petición?
La oración de petición tiene dos partes:
1º) la seguridad de que mi oración es escuchada por Dios y
2º) la total renuncia de una respuesta de Dios de acuerdo a mi plan.
Por eso se habla de la oración de entrega: me someto de antemano al plan de Dios para mí. No busco mi voluntad sino la Voluntad de Dios.
Y la respuesta de Dios puede ser: Sí, No o aún No.
13. ¿Quiénes –especialmente-nos enseñan a orar así?
Jesús y la Virgen.
Cuando Jesús estaba a punto de morir, experimentó a los niveles más profundos el temor humano. Sin embargo oró así: «Abbá, o sea, Padre, si para Ti todo es posible, aparta de Mí esta copa. Pero no se haga lo que Yo quiero, sino lo que quieres Tú.» (Mc 14, 36). Nuestra oración debe ser así siempre, aun en los momentos de tribulación.
La respuesta de la Santísima Virgen María a Dios a través del Arcángel San Gabriel fue esta: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.» (Lc 1, 38)
14. ¿Cuáles son las diversas formas de la oración de petición? (CIC-C #553)
La oración de petición puede adoptar diversas formas: petición de perdón o tambiénsúplica humilde y confiada por todas nuestras necesidades espirituales y materiales.
15. ¿En qué consiste la intercesión?(CIC #554)
La intercesión consiste en pedir en favor de otro.
La intercesión debe extenderse también a los enemigos. “Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos.” (Mt 5, 44-45)
El cristiano, entonces, debe orar por todos, por los que ama y son cercanos, por los que no son tan cercanos y aún por los enemigos.
16. ¿Por qué debemos dar gracias a Dios?
Todo lo que somos y tenemos nos viene de Dios. Pensemos bien: ¿qué tenemos que no nos viene de Dios?
La Iglesia da gracias especialmente en la Eucaristía, que significa acción de gracias.
17. ¿Qué significa alabar a Dios?
Dios no necesita nuestros aplausos. Pero nosotros sí necesitamos expresar espontáneamente nuestro gozo genuino por todo lo que Dios es y nos da.
Alabar a Dios es como piropear a Dios. El existe y es Bueno con nosotros. Y sus cualidades son maravillosas!
Y al alabar a Dios nos unimos a la alabanza eterna que sucede en el Cielo y que cantan los Ángeles y los Santos.
Esto es lo que hacemos en la Misa cuando rezamos o cantamos “Santo, Santo, Santo”, porque antes ha dicho el Sacerdote: “unidos a los Ángeles y Santos del Cielo, cantamos sin cesar el himno de tu gloria”.
18. En resumen: ¿cuáles son las diversas formas de oración?
8. Adoración
7. Alabanza
6.Entrega
5. Agradecimiento
4. Reparación
3. Arrepentimiento
2. Intercesión
1. Petición
19. ¿Por qué los cristianos adoptamos diferentes posturas al orar?
Los cristianos, especialmente los católicos, tenemos un lenguaje corporal en la oración, sobre todo esto se nota en las celebraciones litúrgicas: nos arrodillamos, juntamos las manos, hacemos genuflexiones, a veces estamos de pie.
Postura de pie ante Dios expresa reverencia (uno se pone de pie cuando entra alguien de más autoridad a un sitio ¿no?). También indica atención y disponibilidad. Por eso nos ponemos de pie para escuchar el Evangelio.
Manos extendidas: posición orante que indica alabanza.
Postura sentada ante la presencia de Dios indica que el cristiano escucha en su interior. Medita la Palabra de Dios en su corazón.
Postura de rodillas indica que la persona se hace pequeña ante la presencia de Dios infinito. Reconoce su total dependencia de Dios.
Postración: la persona adora a Dios.
Manos juntas: la persona se recoge dentro de sí y se une a Dios, evitando las distracciones exteriores. También indica el gesto inicial de petición.
Modos de orar de Santo Domingo
20. ¿Basta orar sólo cuando se tiene ganas de hacerlo?
No basta. Quien ora sólo cuando tiene ganas pareciera que no toma a Dios en serio. La oración requiere perseverancia y fidelidad, como cualquier relación de amor y amistad.
21. ¿Cómo se puede orar con la Biblia?
La Biblia es como un manantial de oración. Orar con la Palabra de Dios significa usar las palabras y los eventos de la Biblia para orar.
Con los Salmos oramos con las palabras de Espíritu Santo, pues los Salmos son inspirados por el Espíritu Santo.
Con diferentes pasajes de la Biblia podemos orar también. Se lee un pasaje o se toma un pasaje que hayamos oído en la Misa. Luego se medita sobre esto, es decir, se reflexiona sobre lo que Dios quiere decirnos con ese evento de la Sagrada Escritura.
22. ¿Cómo puede convertirse en oración mi itinerario del día?
Todo lo que sucede, cualquier encuentro que se dé, puede ser una ocasión de oración. Y, mientras más profundamente vivimos en atención a Dios y en su presencia, mejor podemos entender el mundo que nos rodea.
El que está unido a Dios desde las primeras horas de la mañana es capaz de bendecir a todas las personas, inclusive a sus enemigos.
A lo largo del día vas poniendo todos tus problemas en manos de Dios. Así tienes más paz en tu corazón e irradias esa paz. Tienes la paz del Cielo y la trasmites a los demás.
Cuando hay que tomar una decisión, te preguntas qué haría Jesús en tal situación.
Todo miedo cede con la presencia de Dios. Si estás cerca de Dios, estás fuerte en los momentos difíciles.
Das gracias y te alegras de todo lo bueno. Pero también soporta las dificultades con que tropiezas.
La idea es vivir en atención a Dios, dándote cuenta de que Dios está allí a tu lado. En eso consiste vivir en la presencia de Dios.
23. ¿Por qué necesitamos al Espíritu Santo cuando oramos?
Somos débiles pero el Espíritu viene en nuestra ayuda. No sabemos cómo pedir ni qué pedir, pero el Espíritu lo pide por nosotros, sin palabras, como con gemidos. (Rom 8, 26)
El Espíritu Santo es nuestro maestro de oración. El Espíritu Santo vive en nosotros y con nosotros, y habla dentro de nosotros cuando oramos de veras. El Espíritu Santo ora en nosotros, realmente. Por eso debemos repetir mucho: Ven Espíritu Santo. Enséñame a orar. Ayúdame a orar.
24. ¿Dónde se puede rezar?
Se puede rezar en cualquier lugar. Sin embargo, un católico siempre buscará los sitios donde Dios “habita” de manera especial. Estos son sobre todo las Iglesias católicas, donde nuestro Señor está presente vivo, con todo su ser de Hombre y todo su ser de Dios.
Es importante, entonces, ir a estos lugares sagrados, donde Dios nos espera con su presencia viva.
Pero además es importante orar en cualquier parte: en el colegio, en la casa, en la oficina, en el metro, aún en una fiesta o en medio de amigos, bendiciéndolos a todos con nuestra oración.
25. ¿Cuándo se debe rezar?
Desde los primeros tiempos los cristianos oran al menos por la mañana y por la tarde. También en las comidas.
Quien no reza con regularidad seguro que no orará nunca.
Quien ama a una persona y ni siquiera toma contacto con esa persona durante el día, pronto dejará de amarla o no la ama de veras. Si la ama, constantemente le estará enviando mensajes y llamadas de atención y cercanía.
Así con Dios. En la mañana es necesario dedicar el día a Dios, ofrecerle las acciones y oraciones de ese día, pedir su bendición y su compañía durante el día.
Al final del día, pensar en qué cosas he hecho que no hubiera hecho Jesús y pedirle perdón por haberlo ofendido con esas acciones. Ponerse en sus manos y pedir su bendición nuevamente para la noche.
26. ¿Por qué decimos siempre en las oraciones litúrgicas “por Cristo nuestro Señor”?
Porque nuestra oración se dirige a nuestro Padre, a Papá Dios, pero llega a Él sólo si,al menos implícitamente, oramos en nombre de Jesús.
Todo lo que pidan en mi Nombre lo haré, de manera que el Padre sea glorificado en su Hijo. Y también haré lo que me pidan invocando mi Nombre. (Jn 14, 13-14)
ORACION
Gracias, Señor, porque podemos comunicarnos contigo
a través de la oración.
Gracias porque en cualquier momento y en cualquier sitio
podemos hablarte y Tú nos escuchas.
Gracias por el privilegio
que es la oración.
Gracias, Espíritu Santo, porque eres nuestro Maestro de Oración.
Gracias porque cuando
no sabemos cómo orar,
Tú nos indicas y nos guías.
Queremos imitarte, Jesús,
en tu oración de entrega a
la Voluntad del Padre.