Mujer, qué grande es tu fe!

Evangelio según San Mateo 15,21-28. 

Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón. 

Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: "¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio". 

Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: "Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos". 

Jesús respondió: "Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel". 

Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: "¡Señor, socórreme!". 

Jesús le dijo: "No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros". 

Ella respondió: "¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!". 

Entonces Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!". Y en ese momento su hija quedó curada.

Santa Edith Stein

Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), virgen y mártir

fecha: 9 de agosto

n.: 1891 - †: 1942 - país: Polonia
canonización: B: Juan Pablo II 1 may 1987 - C:Juan Pablo II 11 oct 1998
hagiografía: Vaticano

Fiesta de santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith) Stein, virgen de la Orden de Carmelitas Descalzas y mártir, la cual, nacida y educada en la religión judía, después de haber enseñado filosofía durante algunos años entre grandes dificultades, recibió por el bautismo la nueva vida en Cristo, prosiguiéndola bajo el velo de las vírgenes consagradas hasta que, en tiempo de un régimen hostil a la dignidad del hombre y de la fe, fue encarcelada lejos de su patria, y en el campo de exterminio de Auschwitz, cercano a Cracovia, en Polonia, murió en la cámara de gas.

Edith Stein,  Teresa Benedicta de la Cruz, nació el día del Kippur, día festivo para los hebreos, y en Breslavia Alemania, el 12 de octubre de 1891, en el seno de una familia hebrea. Edith fue la última de once hijos. A los dos años de edad, muere su padre.    Hizo sus primeros estudios y el Bachillerato en su ciudad natal con calificaciones siempre sobresalientes. En la Universidad de Breslau estudia, de 1911 a 1913, Germanística, Historia, Psicología y Filosofía.    En 1913 se traslada a Göttingen para seguir sus estudios de filosofía siendo discípula de Edmund Husserl, un hebreo y no creyente, genio filosófico de su tiempo, haciendo el exámen de Licenciatura con calificación sobresaliente en 1915. Durante este período, llega a un ateísmo casi total, pues abandonó la fe y las prácticas religiosas. Estalla en 1914 la primera guerra mundial y Edith trabaja como enfermera voluntaria siendo enviada a un hospital del frente. Después de ese infatigable trabajo, hace el examen de doctorado en la Universidad de Freiburg, con la calificación Summa cum laude.   Cuando contaba con 32 años enseña en la escuela de formación de maestras de las dominicas de Santa Magdalena en Espira. Además de las clases, escribe, traduce y da conferencias sobre la cuestión femenina y sobre la educación católica que la llevarán por diversas ciudades de Alemania y por los países limítrofes.    A los 41 años, es profesora en el Instituto Alemán de Pedagogía científica en Münster. Su fama de conferenciante traspasa las fronteras de Alemania y es invitada a hablar en Francia y Suiza. Desde su conversión deseó entrar en el Carmelo a pesar de la oposición de la familia, y su deseo se vio cumplido el 14 de octubre de 1933, a los 42 años, ingresando en el Carmelo de Colonia. Aquí cambia su nombre por el de Teresa Benedicta de la Cruz.    Su familia hebrea, rompe con ella. El 21 de abril de 1935, domingo de Pascua de Resurrección, emite sus votos religiosos y tres años después, aquél mismo día, sus votos perpetuos. Su vida será ya una Cruz convertida en Pascua. Dentro del convento, por orden del Provincial, continúa sus estudios científicos. A medida que el nazismo se consolida en el poder su condición de judía es una amenaza para ella y para la comunidad.  

El día 31 de diciembre de 1938 emigra a Holanda y se establece en el convento de Echt. Aquí la encomiendan, entre otros trabajos, un estudio sobre San Juan de la Cruz, y escribe La ciencia de la Cruz. El día 2 de agosto de 1942 es detenida por la Gestapo, junto con su hermana Rosa, también convertida al catolicismo, y llevada con otros religiosos y religiosas al campo de concentración de Amersfoort.    Luego, en la noche entre el 3 y el 4 de agosto, los presos fueron trasladados al campo de Westerbork, situado en una zona completamente deshabitada al norte de Holanda.   El 9 de agosto de 1942, llegaba en el tren de la muerte al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Por su edad (51 años cumplidos), su baja estatura, sin signos externos de robustez, en la mentalidad nacista, no servía para trabajos forzados.    La llevaron a la barraca 36, siendo marcada con el Nº 44.074 de deportación, para morir mártir de la fe cristiana a los 51 años de edad, en la casita blanca, víctima del Ciclón B: Ácido Cianhídrico; durante la persecución nazi, ofreciendo su holocausto por el pueblo de Israel. La ducha anunciada, en vez del agua deseada, emanó el tóxico ciclón B de la muerte casi instantánea. Su cuerpo sin vida fue calcinado con leña (todavía estábamos en agosto de 1942).    No hay tumba. Las cenizas o huesos de la Hna. Edith se arrojaron en el campo adyacente. Hoy es un verde campo con cruces que plantan allí los grupos de peregrinos. Mujer de singular inteligencia y cultura, ha dejado numerosos escritos de elevada doctrina y de honda espiritualidad. En 1962 se inició su proceso de beatificación. Teresa Benedicta de la Cruz dramática síntesis de nuestro tiempo, Mujer hija de Israel, Mártir por la fe en Cristo, y Víctima del exterminio judío, fue beatificada por Juan Pablo II en Colonia, el 1 de mayo de 1987. Su fiesta se celebra en el Carmelo Teresiano el 9 de agosto.    El Papa Juan Pablo II canonizó a la judía, filósofa, monja, mártir y beata, Teresa Benedicta de la Cruz de la Orden del Carmelo, el 11 de Octubre de 1998 en la Basílica de San Pedro en Roma

Oremos

Señor, ya que por don tuyo la fuerza se realiza en la debilidad, concede a cuantos  estamos celebrando la victoria de la Santa mártir Edith Stein que obtengamos la fortaleza de vencer nuestras dificultades como ella venció los tormentos del martirio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Dios de nuestros padres, que guiaste a tu mártir Santa Teresa Benedicta al conocimiento de tu Hijo crucificado y a imitarle hasta la muerte, concédenos por su intercesión que todos los hombres reconozcan en Cristo a su Salvador y puedan contemplarte para siempre por medio de Él. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica)

 Julián de Vézelay (c. 1080-c. 1160), monje benedictino Sermón 17 (SC 93)

“Mujer, qué grande es tu fe!”

“No está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los perrillos.” La mujer acoge la palabra y replica: “Eso es cierto, Señor”, como si dijera: ... ”Yo no pido más que una migaja de la mesa y de la mano del amo generoso que da el alimento a todo viviente (cf Sal 135,25) Tu obsequias a los judíos como hijos. Por esto, te lo pido, no rehúses una migaja a tu pequeña perra cananea.” 

Jesús le dice: “Mujer, qué grande es tu fe!” Reprocha a Pedro su poca fe. (Mt 14,31) Admira la gran fe de esta mujer. Realmente tiene una fe grande pues proclama que el Verbo hecho carne (Jn 1,14) es el Hijo de David, y porque, segura del poder divino, tiene confianza de que puede restablecer la salud de su hija ausente, simplemente con un acto de su voluntad. 

Tú también, si tu fe es grande, una fe viva de la que vive el justo, (Rm 1,17) y no una fe muerta, sin alma, es decir, sin caridad, tú también obtendrás no sólo la salud completa de tu familia, de tu alma, sino tendrás poder para mover montañas.” (cf Mt 17,20)

¿Con qué frecuencia me debo confesar?

El famoso sacerdote y teólogo español José Antonio Fortea responde

El famoso sacerdote y teólogo español José Antonio Fortea reflexionó en un reciente artículo sobre la confesión, y la frecuencia con la que un cristiano debería recurrir al sacramento de la reconciliación.

En su texto, publicado en su blog con el título de “La frecuencia de la confesión”, el P. Fortea recordó que “en la época de San Agustín, por ejemplo, la confesión era algo que se hacía cada mucho tiempo, sin que se pueda precisar con seguridad cada cuanto tiempo”.

“Pero cuando un cristiano recibía el perdón de parte de un presbítero en nombre de Dios, recibía esa absolución con gran arrepentimiento, con gran consciencia de estar recibiendo un misterio muy sagrado”, señaló.

En esas ocasiones “uno se preparaba mucho y después cumplía una penitencia que no era pequeña”.

El sacerdote español señaló que “la frecuencia ideal si uno no tiene sobre su conciencia pecados graves” y “para una persona que lucha por la santidad y tiene un horario regular de oración mental, la frecuencia ideal sería una vez a la semana”.

“Pero hay que evitar que esta práctica se convierta en algo rutinario que no se valora”, advirtió.

El P. Fortea indicó además que “si alguien no tiene pecados graves y considera que prefiere hacer una confesión al mes, para hacerla con mayor preparación y mayor arrepentimiento, tampoco hay nada reprobable en ello”.

“En cualquier caso, todos los cristianos como mínimo conviene que se confiesen una vez al año”. Pero, precisó, “estoy hablando de la frecuencia más pequeña posible”.

“Lo normal para cristianos que viven en gracia de Dios será confesarse varias veces al año”.

En caso de un pecado grave, indicó, “entonces uno debe confesarse cuanto antes. Lo mejor es ese mismo día o al día siguiente”.

“Hay que evitar que los pecados echen raíces. Hay que evitar que el alma se acostumbre a vivir en pecado ni un solo día”, dijo.

El presbítero español se refirió también a los casos en los que “los pecados graves ocurren con demasiada frecuencia”. Para estas situaciones “es preferible que la confesión no se repita más de una vez a la semana, sin comulgar mientras tanto”.

“De lo contrario, el penitente puede acostumbrarse a recibir un misterio tan sagrado cada dos o tres días. Lo cual es una frecuencia que indica que uno no tiene un propósito de enmienda fuerte sino débil”.

El P. Fortea señaló que “podemos pedir perdón a Dios cada día por nuestras faltas. Pero la confesión es un misterio muy grandioso para repetirlo continuamente”.

“Como excepción uno sí que puede confesarse varias veces a la semana. Pero como norma, para toda la vida, no conviene”, advirtió, pues “significaría devaluar el sacramento”.

“Si una persona sólo resiste un par de días antes de pecar gravemente, tiene quehacer más oración y más penitencia antes de acercarse a este misterio sacramental”, concluyó.

Una mujer cansada

Santo Evangelio Según San Mateo 15,21-28. XVIII Miércoles de Tiempo Ordinario.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor mío y Dios mío, aquí estoy a tus pies para alabarte. Quiero ser todo tuyo y ofrecerte todo lo que soy. No quiero hacer nada más que tu voluntad. Quiero hacer lo que Tú me pidas pues sé que eso es lo que da la plena felicidad y la paz profunda.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

"Ella se acercó entonces a Jesús" Hoy veo una mujer pobre y humilde, una mujer que habría sufrido grandes penas por la enfermedad de su hija. Una mujer cansada y con pocas esperanzas, agotada de buscar por todas partes una solución a su dolor. Podemos pensar en el rostro de una madre que pasado largas horas llorando por el dolor de su niña.

Y he ahí que aparece Jesús como un rayo de luz y de esperanza en la espesura y oscuridad de su corazón. Corre a su encuentro y se pone delante con todas sus penas, pone delante de Jesús todo su corazón y lo abre completamente. Va al médico del alma y le cuenta su historia con todas sus heridas y sufrimientos. Se sabe indigna, pero eso no la frena pues reconoce la mirada de amor de Jesús. Se sabe desde el primer momento amada por ese hombre y no duda en acudir. No duda en superar los obstáculos que puedan aparecer.

Hoy, Jesús se acerca a mi vida y me mira con amor, ve mi dolor y quiere curarme. ¿Quiero ser curado? Lo importante no es lo que Cristo puede hacer por mí, sino si yo quiero ser curado. Tengo que acercarme y pedírselo. Así como la mujer fue capaz de mostrar su fragilidad, del mismo modo tengo que acercarme y contarle mi historia, pues es el único modo que puedo ser curado.

El corazón puede irse cargando de sufrimientos; a veces podemos ocultarlos, pero por dentro pueden seguir abiertos haciéndonos mucho daño. Nos será fácil presentarlos a Jesús y dejárselos en sus manos; pero sólo así viviremos la verdadera vida, en libertad plena.

Debemos siempre buscar al Señor: todos nosotros sabemos cómo son los momentos malos, momentos que nos derrumban, momentos sin fe, oscuros, momentos en donde no vemos el horizonte, no somos capaces de levantarnos, todos lo sabemos. Pero es el Señor que viene, nos reconforta con su pan y con su fuera y nos dice "álzate y sigue adelante, camina. Por ello, para encontrar al Señor debemos estar así: en pie y en camino; después esperar que Él nos llame: corazón abierto. Y Él nos dirá "soy yo"; y ahí la fe se hará fuerte. Pero la fe, ¿es para mí, para conservarla? No, es para ir y darla a los demás, para ungir a los demás, para la misión. Por lo tanto, en pie y en camino; en silencio para encontrar al Señor; y en misión para llevar este mensaje, esta vida a los demás. Precisamente esta es la vida del cristiano.

(Cf Homilía de S.S. Francisco, 10 de junio de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy, Jesús, voy a tener un detalle con algún familiar o amigo que esté sufriendo y que pueda necesitar de mi tiempo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

La cananea, la fe que vence a Dios

Parece que Dios muchas veces no nos escucha. Y es ahí cuando Dios está esperando ese último gesto de fe y confianza en su amor de Padre. 

Encontramos el relato en Mt. 15, 21-28 y en Mc 7, 24-30.

Nos encontramos el ejemplo de una mujer anónima, llamada "La Cananea" por su origen, no por nombre propio. Nos va a enseñar cómo la fe es capaz de ganarle a Dios ese pulso que Dios le echa. Es un relato tan hermoso que parece casi un cuento de hadas. Sin embargo, aquella mujer se llevó en el corazón aquello que tanto quería: la curación de su hija.

"Ten piedad de mí, Señor. Mi hija está malamente endemoniada". Esta mujer parte de una realidad: nadie, a excepción de Dios, puede solucionarle eso que atormenta tanto su corazón, el tormento de su hija a manos del demonio. En nuestras vidas cuántas veces Dios no entra en nuestros cálculos humanos: son nuestras propias fuerzas, son los demás, es la esperanza en el progreso, es el psicólogo, las primeras puertas a las que llamamos. Cómo nos cuesta poder decir que aquella sencillez de Marta y María: "Señor, el que amas, está enfermo" Cómo nos cuesta ser niños ante Dios y decirle con esta mujer: "Ten piedad de mí".

Parece que Jesús no escucha aquel grito desgarrado, porque no le responde. Sin embargo, cómo le dolió a Cristo aquella súplica. Quiere poner a prueba la fe de aquella mujer para que su fe fuera más grande si cabía. Y son los discípulos quienes intervienen abogando en favor de ella, pero no por motivos profundos, sino para quitársela de encima, pues ya molestaba. Parece que Dios muchas veces no nos escucha, no nos oye. Nos llega a desesperar a veces el silencio de Dios. Es posible que hasta a veces pensemos que a Dios no le interesamos. Y es ahí justamente cuando Dios está esperando ese último gesto de entrega a él, de confianza en su amor de Padre.

Jesús responde a los discípulos, no a ella, que él no ha sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Es como un gesto de desprecio, de rechazo, como queriendo zanjar todo aquello de golpe. Pero ella insiste en su oración: "Señor, socórreme". Hay que ser humildes para aceptar a Dios. "Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos". Ante aquel grito de dolor, Cristo va a poner la última prueba. Le dice que no está bien quitarle el pan a los hijos para dárselo a los perritos. Es como un insulto. Hoy diríamos que Cristo ha pisoteado la dignidad humana de aquella persona. Pero Él sabe lo que está haciendo, y lo que está haciendo es purificar aquel corazón plenamente antes de hacer el gran milagro.

Por ello responde la mujer que también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores. Aquello doblega el corazón de Cristo que ya desde antes venía sufriendo junto con aquella mujer aquel dolor terrible que experimentaba por la enfermedad de su hija. Ya no puede más, y ante tanta humildad dice: "Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas". Y la hija quedó curada. La fe siempre lo puede todo hasta lo imposible. La fe y la humildad de una pobre mujer cananea habían doblegado el Corazón de Dios. "A los humildes Dios los bendice". ¡Cómo se llenaría de gozo el corazón de aquella mujer que ahora contemplaba a su hija curada! Diría: "Ha valido la pena pasar por esto mil veces", y tal vez no se daba cuenta del todo de que había sido su fe perseverante quien había ganado aquel duelo.

Nosotros los cristianos tenemos que aprender de esta mujer muchas cosas hermosas y bellas. A Dios se le vence con la fe, no con el orgullo. De Dios se obtiene todo no con el racionalismo, sino con la confianza. En Dios siempre encuentra uno acogida cuando se le acerca con humildad, no con auto-suficiencia. Por ello, estos ejercicios nos dan la oportunidad de revisar nuestra fe.

¿Es mi fe la primera actitud que define mi relación personal con Dios? O más bien, ¿la fe es el último recurso, cuando ya no cabe ninguna otra esperanza? A Dios le gusta que mi relación habitual, diaria, personal con Él se de siempre en el campo de la fe. Dios quiere que me fíe de Él, que tenga la suficiente confianza como para pedirle cosas de niño, que nunca ponga en duda su amor y su poder.

¿Es mi fe humilde? Parecería una contradicción porque la fe sin humildad no es tal. Pero conviene preguntarse si sé agarrarme de Dios incluso cuando no entiendo nada de nada, cuando no comprendo sus planes, cuando me resulta imposible ver su amor en algo que me ha sucedido. Entonces, tengo que hacerme pequeño y decirle a Dios: "No te entiendo, pero me fío de ti", como tuvo que hacer María al comprobar que duros eran los planes de Dios sobre el modo y el cómo del Nacimiento de su Hijo, o al ignorar cómo se iba a resolver el tema de su embarazo con José, o al escuchar que una espada iba a atravesar su corazón por culpa de aquel niño que llevaba a presentar ante el Señor.

¿Es mi fe tan grande que, incluso no entendiendo nada de nada de los planes de Dios sobre mí o sobre los demás, pongo por delante siempre mi fe absoluta en Él? ¡Cómo nos gustaría escuchar de los labios del mismo Dios: "Qué grande es tu fe. Que se haga como quieres"! Hay que apostar en la vida por Dios y aceptar que Dios nos sobrepasa y nos supera. No somos nada a su lado. Todo lo que de Él venga será bienvenido. No dejemos nunca que el orgullo nos someta y dejemos de curarnos porque se nos hace humillante bañarnos en el río que nos ha aconsejado Dios cuando tenemos ríos tan bellos en nuestra tierra (2 Re 5, 1-15).

El Evangelio de la gracia, la Buena Nueva de Cristo, nos ha enseñado que la fe es fundamental en el cristiano. Incluso cuando uno ve el futuro y siente ansiedad, incluso cuando uno ve los problemas y siente impotencia, incluso cuando uno constata los graves problemas que afligen al mundo, al hombre, a la familia. No hay otra solución que la fe. Dios es más grande que todo eso. Dios es quien me garantiza mi alegría y mi salvación.

El Papa Francisco, hoy, en la audiencia general. Agencias

El Papa recuerda con "profundo dolor" la matanza en la iglesia nigeriana
"Donde hay un hombre o una mujer que sufre, Jesús quiere su recuperación, su puesta en libertad"
"El Hijo de Dios es crucificado sobre todo porque quiere la liberación total del corazón humano"

Cameron Doody, 09 de agosto de 2017 a las 10:54

Nosotros, los que estamos acostumbrados a experimentar el perdón de los pecados -tal vez demasiado "barato"- nos debemos acordar de lo que costó el amor de Dios

(Cameron Doody).- Reflexión conmovedora del Papa Francisco la mañana de este miércoles en la audiencia general, sobre la"simpatía de Jesús por los excluidos, los 'intocables'""Jesús comparte el dolor humano", ha explicado el pontífice, "y cuando lo encuentra, de su interior irrumpe la actitud que caracteriza al cristianismo: la misericordia". Ha recordado también con "profundo dolor" los católicos asesinados en un templo en Nigeria, víctimas de un crimen "vergonzoso".

Algunas frases de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hemos escuchado la reacción de los invitados de Simón el fariseo: "¿Quién es éste, que también perdona pecados?"

Jesús acaba de hacer un gesto impactante. Una mujer de la ciudad, conocida por todos como una pecadora, entra en casa de Simón. Se ha plegado a los pies de Jesús y vierte sobre ellos un aceite perfumado

Todos sentados en la mesa susurran: Si Jesús es un profeta, no debe aceptar este tipo de gestos y a una mujer así

De acuerdo con la mentalidad de la época, entre el santo y el pecador, entre lo puro y lo impuro, la separación tenía que ser clara

La actitud de Jesús es diferente. Desde el comienzo de su ministerio en Galilea, Él se acerca a los leprosos, los poseídos, a los enfermos y a los marginados

Tal conducta no era en absoluto habitual

Tanto es así que esta simpatía de Jesús por los excluidos, los "intocables", será una de las cosas que desconciertan a sus contemporáneos

Donde hay una persona que está sufriendo, Jesús se encarga de ello, y el sufrimiento se convierte en el suyo

Jesús no predica que la condición de pena deba ser soportada con heroísmo, a la manera de los filósofos estoicos

Jesús comparte el dolor humano, y cuando lo encuentra, de su interior irrumpe la actitud que caracteriza al cristianismo: la misericordia

Jesús tiene compasión. Literalmente, Jesús siente que sus entrañas se estremecen

Cuántas veces en los Evangelios encontramos este tipo de reacciones. El corazón de Cristo se encarna y revela el corazón de Dios

Donde hay un hombre o una mujer que sufre, Jesús quiere su recuperación, su puesta en libertad, su vida completa

¿Cuántas personas aún hoy continúan en una vida equivocada porque no pueden encontrar a nadie dispuesto a mirarlos de una manera diferente, con los ojos, o más bien, con el corazón de Dios, que miran con esperanza?

Jesús, sin embargo, ve la posibilidad de resurrección incluso en aquellos que han acumulado tantas malas decisiones

A veces se nos olvida que para Jesús no fue un amor fácil, barato

Algunos de los escribas de la época se sorprendieron por las palabras de Jesús, que sonaban a blasfemia, porque sólo Dios puede perdonar pecados

Nosotros, los que estamos acostumbrados a experimentar el perdón de los pecados -tal vez demasiado "barato"- nos debemos acordar de lo que costó el amor de Dios

Jesús va a la cruz porque cura a los enfermos, porque predica caridad, porque proclama las bienaventuranzas

El Hijo de Dios es crucificado sobre todo porque perdona, perdona los pecados, porque quiere la liberación total, en última instancia, del corazón humano

Los pecadores son perdonados. No sólo se calman en un nivel psicológico, porque se liberan de la culpa

Jesús hace mucho más: ofrece a las personas que han hecho mal la esperanza de una nueva vida, una vida marcada por el amor

Es bueno pensar que Dios no escogió a gente que nunca se equivocaba para formar su Iglesia

La Iglesia es un pueblo pecador que experimenta la misericordia y el perdón de Dios

Hermanos y hermanas, somos todos pobres pecadores, necesitados de la misericordia de Dios que tiene el poder de transformarnos y que nos da esperanza, todos los días

A las personas que entienden esta verdad básica, Dios da la misión más bella del mundo: el amor a nuestros hermanos y hermanas, y el anuncio de una misericordia que Él no niega a nadie. Esta es nuestra esperanza

Vayamos hacia adelante confiados en el amor misericordioso de Jesús

Resumen de la catequesis y saludo del Papa a los peregrinos de lengua española

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy reflexionamos sobre el perdón como motor de nuestra esperanza. Jesús en el Evangelio, con corazón misericordioso, se conmueve ante el dolor de los que sufren y sale al encuentro de los pecadores.

La cercanía del Señor hacia los descartados, especialmente hacia los pecadores, recibió las críticas de sus coetáneos, que lo tacharon de blasfemo por arrogarse el poder de perdonar pecados. Ante esta incomprensión, el Hijo de Dios murió en la cruz para perdonar nuestras faltas y para que podamos ser auténticamente libres.

La Iglesia no se formó por hombres intachables, sino por personas que pudieron experimentar el perdón de Dios. Pedro aprendió más de sí mismo cuando cayó en la cuenta, al cantar el gallo, de que había renegado a su maestro, que cuando se mostraba superior a los demás con sus ímpetus y formas espontáneas. También Mateo, Zaqueo y la Samaritana, pese a sus fallos, recibieron del Señor la esperanza de una nueva vida al servicio del prójimo.

Hermanos, todos estamos necesitados de la misericordia de Dios, una fuerza que nos transforma y nos devuelve cada día la esperanza.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Veo que hay españoles, panameños, colombianos, mejicanos, cuanto latinoamericano hay hoy. Los exhorto a ser testigos de ese amor en medio de los hermanos y anunciadores de la misericordia que el Señor no niega a nadie. Que Dios los bendiga.

Los siete secretos de un amor para toda la vida

La vida matrimonial está llena de momentos para construirla con mayor solidez, a través de una amplia variedad de detalles y manifestaciones de amor.

Cuando Bartolomé habla de Maria Luisa, la más tierna de sus sonrisas ilumina su rostro. No hay mujer más elegante, atractiva, buena y hermosa que su esposa. Y no puede imaginar un viaje de negocios sin su compañía: ella es su mejor “relaciones públicas”, animada conversadora en cualquier idioma, sensible y delicada con los compañeros de trabajo de su marido, y con sus esposas. De hecho, no recuerda un solo viaje en que no hayan sido generosamente agasajados por sus anfitriones con una entrañable cena familiar.

Bartolomé refleja en su mirada que el matrimonio ha llenado su vida con todo lo que una persona podría desear. Se siente seguro, realizado, y es siempre un placer programar sus viajes y momentos a solas con su mujer.

Ella lo sabe todo sobre él; y él conoce hasta los más íntimos sentimientos de ella. De vez en cuando discuten, pero saben cómo reconciliarse. Es un ejercicio que sale casi de manera natural. En realidad, Maria Luisa y Bartolomé no están en su fase de “luna de miel”. Cuarenta años de matrimonio, cuatro hijos y cinco nietos no han hecho más que consolidar su amor. Se conocieron siendo muy jóvenes, y desde entonces están profundamente enamorados.

Está claro que Maria Luisa y Bartolomé, al igual que muchas parejas que conocemos, han logrado la felicidad en el matrimonio: su amor es para toda la vida. Han comprendido que una relación satisfactoria y duradera no sucede al azar, sino que la vida matrimonial está llena de momentos para construirla con mayor solidez, a través de una amplia variedad de detalles y manifestaciones de amor.

Los Secretos de un amor profundo, tierno y duradero

Busca siempre el segundo lugar

“Poner al otro por encima de uno mismo”. Muchos de los matrimonios que se rompen lo hacen por no vivir esta sencilla máxima. El egoísmo no funciona en un matrimonio. A menudo las parejas son más egoístas entre sí que con sus amigos. Se preocupan por estar al tanto de los éxitos y acontecimientos en la vida de sus amigos, por buscar áreas de interés común, y ceder para evitar romper una amistad. Y sin embargo, no ponen la misma energía cuando se trata de la relación con su esposo/a.

Los mejores matrimonios son aquellos en los que rige el principio de dar en lugar de recibir, donde los esposos colocan las necesidades, aspiraciones, esperanzas y sueños de su pareja por delante de los propios.

Si uno de los dos pone en práctica este principio con constancia, es altamente probable que el otro responda de manera recíproca y espontánea con el mismo amor, cariño, entrega y consideración.

Sé generoso en tus halagos

Al menos una vez al día, busca algo positivo que decir a tu esposo/a. Siempre puedes encontrar en la otra persona algo que sea noble, correcto, puro, amable, admirable, excelente o digno de ser alabado. Piensa en estas cosas, pon atención a lo largo del día. Para asegurar un amor para toda la vida, debes ser el “fan número uno” de tu esposo/a.

Samuel Johnson escribió en el s. XVIII: “El aplauso de un solo ser humano tiene grandes consecuencias en la vida de una persona”. El famoso psicólogo John Gottman, que estudió a 2.000 matrimonios, afirma que por cada comentario o acción negativa se precisan al menos cinco positivas que las puedan contrarrestar, para que el amor de la pareja se mantenga fresco. Gottman recomienda todos los piropos, sonrisas y manifestaciones de ternura posibles, al tiempo que advierte contra la crítica, el rencor y las actitudes defensivas.

Así pues, halaga a tu esposo/a por todo aquello que es admirable en él / ella. Si es honrado/a, dile cuánto te agrada que lo sea; si es fiel, explícale lo maravilloso que es poder contar siempre con él/ella; si es dependiente o inseguro/a, dile lo bien que te sientes pudiendo apoyarle y sintiendo cuánto cuenta tu opinión; y si está muy seguro/a de sí mismo/a, puedes expresar la seguridad que esa virtud te aporta también a ti.

En tiempos de crisis, sed uno solo

Nada une más a unos esposos que permanecer unidos en tiempos de crisis. El psicólogo Paul Pearsall, autor de “Laws of Lasting Love” describe cómo la fortaleza de su esposa, siempre a su lado durante el tiempo en que se enfrentó a un terrible cáncer, le ayudó a superar los fatalistas pronósticos de sus doctores. Pearsall relata cómo su mujer le agarró con fuerza y le llevó de un médico a otro hasta que dieron con uno que pudo salvar su vida: “éramos uno solo; nos movíamos a un tiempo, con la esperanza de encontrar un doctor que no confundiera el diagnóstico con un veredicto. Nunca habría podido caminar a mi curación por mí mismo”.

Otro caso muy conocido es el del actor Christopher Reeves. Una caída mientras cabalgaba produjo al protagonista de “Superman” una paraplejia irreversible. El libro escrito por su esposa, “Still Me”, ha batido record de ventas narrando cómo su matrimonio alcanzó plenitud a partir de ese momento. La fortaleza de esta mujer y su apoyo incondicional sostienen la voluntad de su marido por seguir viviendo. Y ambos han sido capaces de encontrar la felicidad permaneciendo unidos ante las dificultades más terribles.

Pasad mucho tiempo juntos

Es un mito que las parejas felices tienen vidas, intereses y actividades independientes. Para escribir su libro “Lucky in Love: The Secrets of Happy Couples and How Their Marriages Thrive”, la psicóloga Catherine Johnson entrevistó matrimonios de todos los Estados Unidos que llevan casados entre 7 y 55 años. Más de la mitad describieron su matrimonio como “muy feliz”.

Johnson se dio cuenta de que una característica común a todas las parejas felices era que pasaban bastante tiempo juntos, a pesar de no compartir los mismos intereses. En su opinión, la idea de que “es esencial mantener identidades separadas” es errónea. Estas parejas supieron encontrar una “identidad compartida”. A lo largo del tiempo, habían dejado de sentirse “individuos” y se sentían “casados” en lo más profundo de su corazón. Si este proceso no se da, el matrimonio tendrá problemas.

Cree siempre lo mejor, y no lo peor, de tu esposo/a

Seguramente habrán oído en alguna celebración religiosa del matrimonio, la famosa lectura que termina con la frase: “El amor todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.

Éstas son las pautas para creer siempre lo mejor del otro.

Lamentablemente, muchas parejas despojan a su relación de toda alegría, esperanza y amor, simplemente porque olvidan los aspectos positivos de su pareja y ven sólo lo negativo. Y esto tiene terribles consecuencias en el matrimonio.

El escritor John Powell indica acertadamente: “Son las actitudes las que hacen que una misma experiencia sea agradable o dolorosa”. En el matrimonio también sucede así: es necesario mantener una actitud positiva hacia la pareja, educando los ojos y la mente para encontrar lo positivo que tiene incluso el rasgo que menos agradable nos resulta:

Si crees que tu esposa es “chismosa”, dale a ese rasgo la característica de una cualidad: es sociable, abierta y expresiva, y sus comentarios nunca son hirientes.

Si sientes que tu esposo habla demasiado, trata de ver que podría ser introvertido, huraño y difícil de trato. Y de esta manera, siempre sabes cómo piensa y se siente.

Si crees que tu pareja es demasiado “seria y aburrida”, trata de agradecer que siempre dará a las cosas el peso y la importancia que merecen, que ponderará lo que dice y hace, evitando malos entendidos y discusiones impulsivas.

Si te parece que el otro es “demasiado débil y no sabe decir que no”, valora su buen carácter, su amabilidad, su capacidad de comprender y ayudar a los demás.

En lugar de calificar a tu esposo como “demasiado estricto”, seguro que puedes describirlo también como disciplinado, maduro, reflexivo y fiel a sus principios.

Además de “excesivamente extrovertida”, es muy probable que tu mujer sea a la vez vitalista, positiva, entusiasta y alegre.

Expresa tu amor frecuentemente y con creatividad

“Hola, cariño. Sólo te escribo esta notita para que sepas cuánto te quiero y te echo de menos. ¡Date prisa en volver junto a mí!”.

Jennifer sonríe cada vez que lee ese papelito doblado que ha guardado durante meses en su bolso. Durante sus siete años de matrimonio, se ha visto obligada a viajar mucho por su trabajo en una empresa consultora. Cuando llega a un hotel, se siente sola y desanimada. Pero William lo sabe y ha logrado suavizar esos sentimientos mostrándole su amor de mil maneras distintas. Ella sonríe y se ilumina su expresión cuando recuerda los divertidos detalles de su marido: cartas escondidas en su maleta, postales, poesías, regalitos, fotos y hasta galletas, su chocolate favorito o unos caramelos... “Me siento como en casa cuando descubro sus detalles: todo me recuerda cuánto me ama, y me ayuda a seguir adelante a pesar de echarle tanto de menos”.

Piensa tú también en qué forma especial e inesperada puedes sorprender a tu esposo/a, recordándole que es lo más importante de tu vida.

Haz de vuestro matrimonio tu prioridad

La psicóloga Judith Wallerstein, en un estudio sobre 50 matrimonios felices, destaca que todos ellos declararon que construir un matrimonio sólido y duradero había sido el compromiso más importante de toda su vida de adultos. Es un gran consejo para asegurar un amor para toda la vida.

Decálogo del Matrimonio Feliz

  • Nunca estéis enfadados los dos a la vez.
  • No os gritéis jamás, a no ser que la casa se incendie.
  • Si uno de los dos debe ganar una discusión, deja que sea el otro.
  • Si tienes que criticar, hazlo con amor y delicadeza.
  • Nunca menciones errores del pasado.
  • Olvídate del mundo entero antes que de tu pareja.
  • Nunca os vayáis a dormir sin haber hecho las paces por una discusión.
  • Al menos una vez al día, hazle un comentario amable o ten un gesto de amor.
  • Cuando te hayas equivocado, admítelo y pide perdón. Si se equivoca, perdónale.
  • Se necesitan dos para una pelea, y quien no tiene la razón es normalmente el que más habla.

Hallazgo arqueológico en Tierra Santa corrobora episodio narrado en la Biblia

El relato narra el incendio de la Casa del Señor, la casa del rey y todas las casas de Jerusalén

Un grupo de científicos realizó un hallazgo arqueológico en Tierra Santa que corrobora un episodio narrado en unos versículos bíblicos.

Se trata de la quema y conquista de Jerusalén perpetrada hace más de 2600 años por un comandante de la guardia de Nabucodonosor, rey de Babilonia. Este suceso es narrado en el libro de Jeremías 52, 13-34, en el Antiguo Testamento.

El pasaje indica que el entonces rey de Jerusalén, Sedecías, fue apresado y llevado a Babilonia, y que los judíos fueron deportados.

También señala que el comandante de la guardia, Nebuzaradán, “incendió la Casa del Señor, la casa del rey y todas las casas de Jerusalén, y prendió fuego a todas las casas de los nobles. Después, el ejército de los caldeos que estaba con el comandante de la guardia derribó todas las murallas que rodeaban a Jerusalén”.

A fines del pasado mes de julio, un grupo de arqueólogos del Instituto Weizmann y la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA por sus siglas en inglés) encontraron en la zona este de Jerusalén varios huesos, estatuillas, madera, semillas y vasijas de cerámica que estaban cubiertos de ceniza y presentaban huellas de quemaduras.

El co director del IAA, el arqueólogo Joe Uziel, explicó en un comunicado publicado en el sitio web de la organización que también se pudo determinar la época a la que pertenecían los restos, ya que las vasijas de cerámica tenían un sello con diseño de rosetón.

Indicó que estos sellos son característicos del final del periodo del primer templo de Jerusalén y que eran utilizados por el sistema administrativo que se desarrolló hacia el final de la dinastía Judea, cuyo último rey fue Sedecías.

“La clasificación de los objetos facilitó el control, supervisión, recolección, comercialización y almacenamiento de los rendimientos de los cultivos. El rosetón, en esencia, reemplazó el sello del rey que se utilizó en el sistema administrativo anterior”, indicó Uziel.

En un video realizado por la IAA para explicar el hallazgo, Uziel destacó que los edificios donde estaban estos restos “no fueron destruidos en un solo evento. Parece que algunos fueron destruidos y otros abandonados”.

Por otro lado, el arqueólogo de origen israelí manifestó que este descubrimiento, realizado tras cuatro meses de excavaciones, se relaciona con el de la arqueóloga británica Kathleen Kenyon, que durante la década de 1960 encontró en ese mismo lugar las ruinas del primer templo de Jerusalén, que data de la época del mandato del rey Sedecías. 

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