¿Por qué permanecisteis allí todo el día sin hacer nada?
- 23 Agosto 2017
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- 23 Agosto 2017
Evangelio según San Mateo 20,1-16a.
Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña.
Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña.
Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: 'Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo'.
Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.
Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: '¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?'.
Ellos les respondieron: 'Nadie nos ha contratado'. Entonces les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña'.
Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: 'Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros'.
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario.
Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario.
Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: 'Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada'.
El propietario respondió a uno de ellos: 'Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario?
Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti.
¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?'.
Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos».
En Argentina y México, oficio ferial; en ambos países la fiesta de Santa Rosa de Lima, virgen, Patrona de América Latina, se celebra el 30 Agosto.
(*ver nota aclaración )
Santa Rosa de Lima, virgen
Santa Rosa, virgen, que, insigne desde muy niña por su austera sobriedad de vida, en Lima, en el Perú, vistió el hábito de las Hermanas de la Tercera Orden de Santo Domingo. Entregada a la penitencia y a la oración, y ardiente de celo por la salvación de los pecadores y de la población indígena, aspiraba a dar la vida por ellos, sometiéndose de buena gana a toda clase de sufrimientos para ganarlos para Cristo. Su muerte tuvo lugar el día veinticuatro de agosto. (1617)
patronazgo: patrona de América del Sur, de Perú, Filipinas, y Lima, de los jardineros y floristas; auxilio en las disputas familiares; para pedir un buen parto, protectora contra las lesiones y el sarpullido.
tradiciones, refranes, devociones: El día 30 de agosto (antigua fiesta litúrgica, que aun se celebra en Perú) se asocia con una tormenta a la que se llama precisamente «tormenta de santa Rosa».
Refrán: San Marcos llena los charcos, Santa Rosa los rebosa y Santa Lucía los vacía.
Santa Rosa de Lima, Año 1617 .
El Papa Inocencio IX dijo de esta santa un elogio admirable: "Probablemente no ha habido en América un misionero que con sus predicaciones haya logrado más conversiones que las que Rosa de Lima obtuvo con su oración y sus mortificaciones". Lo cual es mucho decir.
Nacida en Lima, Perú, en 1586 (año de la aparición de la Virgen en Chiquinquirá, [ 9 julio] ) fue la primera mujer americana declarada santa por la Iglesia Católica. En el bautizo le pusieron el nombre de Isabel, pero luego la mamá al ver que al paso de los años su rostro se volvía sonrosado y hermoso como una rosa, empezó a llamarla con el nombre de Rosa.
Y el Sr. Arzobispo al darle la confirmación le puso definitivamente ese nombre, con el cual es conocida ahora en todo el mundo. Desde pequeñita Rosa tuvo una gran inclinación a la oración y a la meditación. Un día rezando ante una imagen de la Virgen María le pareció que el niño Jesús le decía: "Rosa conságrame a mí todo tu amor".
Y en adelante se propuso no vivir sino para amar a Jesucristo. Y al ir a su hermano decir que si muchos hombres se enamoraban perdidamente era por la atracción de una larga cabellera ó de una piel muy hermosa, se cortó el cabello y se propuso llevar el rostro cubierto con un velo, para no ser motivo de tentaciones para nadie. Quería dedicarse únicamente a amar a Jesucristo.
Se propuso irse de monja Agustina. Pero el día en que fue a arrodillarse ante la imagen de la Virgen Santísima para pedirle que le iluminara si debía irse de monja ó no, sintió que no podía levantarse del suelo donde estaba arrodillada. Llamó a su hermano a que le ayudara a levantarse pero él tampoco fue capaz de moverla de allí. Entonces se dio cuenta de que la voluntad de Dios era otra y le dijo a Nuestra Señora: "Oh Madre Celestial, si Dios no quiere que yo me vaya a un convento, desiste desde ahora de su idea".
Tan pronto pronunció estas palabras quedó totalmente sin parálisis y se pudo levantar del suelo fácilmente. Entonces vino a saber que la más famosa terciaria dominica es Santa Catalina de Siena (29 de abril) y se propuso estudiar su vida e imitarla en todo. Y lo logró de manera admirable. Se fabricó una túnica blanca y el manto negro y el velo también negro para la cabeza, y así empezó a asistir a las reuniones religiosas del templo. Su padre fracasó en el negocio de una mina y la familia quedó en gran pobreza.
Entonces Rosa se dedicó durante varias horas de cada día a cultivar un huerto en el solar de la casa y durante varias horas de la noche a hacer costuras, para ayudar a los gastos del hogar. Es difícil encontrar en América otro caso de mujer que haya hecho mayores penitencias. No las vamos a describir todas aquí porque muchas de ellas no son para imitar. Pero sí tenemos que decir que lo primero que se propuso mortificar fue su orgullo, su amor propio, su deseo de aparecer y de ser admirada y conocida. Y en ella, como en todas las cenicientas del mundo se ha cumplido lo que dijo Jesús: "quien se humilla será enaltecido". Una segunda penitencia de Rosa de lima fue la de los alimentos.
Su ayuno era casi continuo. Y su abstinencia de carnes era perpetua. Comía lo mínimo necesario para no desfallecer de debilidad. Aún los días de mayores calores, no tomaba bebidas refrescantes de ninguna clase, y aunque a veces la sed la atormentaba, le bastaba mirar el crucifijo y recordar la sed de Jesús en la cruz, para tener valor y seguir aguantando su sed, por amor a Dios. Dormía sobre duras tablas, con un palo por almohada. Alguna vez que le empezaron a llegar deseos de cambiar sus tablas por un colchón y una almohada, miró al crucifijo y le pareció que Jesús le decía: "Mi cruz, era mucho más cruel que todo esto". Y desde ese día nunca más volvió a pensar en buscar un lecho más cómodo.
Los últimos años vivía continuamente en un ambiente de oración mística, con la mente casi ya más en el cielo que en la tierra. Su oración y sus sacrificios y penitencias conseguían numerosas conversiones de pecadores, y aumento de fervor en muchos religiosos y sacerdotes. En la ciudad de Lima había ya una convicción general de que esta muchacha era una verdadera santa. Desde 1614 ya cada año al llegar la fiesta de San Bartolomé, el 24 de agosto, demuestra su gran alegría. Y explica el porqué de este comportamiento: "Es que en una fiesta de San Bartolomé iré para siempre a estar cerca de mi redentor Jesucristo". Y así sucedió. El 24 de agosto del año 1617, después de terrible y dolorosa agonía, expiró con la alegría de irse a estar para siempre junto al amadísimo Salvador. Tenía 31 años.
Los milagros empezaron a sucederse en favor de los que invocaban la intercesión de Rosa, y el sumo pontífice la declaró santa y la proclamó Patrona de América Latina.-
Rosa de Lima: la más bella rosa que ha producido nuestro continente: no dejes un solo día de rezar a tu gran amigo Jesucristo, por este continente americano tan supremamente necesitado de las bendiciones de Dios.
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* NOTA: En el caso de santa Rosa de Lima, su vida ocurrió en el cruce de caminos de las tradiciones populares y la fijación normativa de las cuestiones relativas al culto. Así, a pesar de que murió un 23 de agosto, se la comenzó a celebrar el día 30 de agosto, ya desde el principio, posiblemente porque en ese día se haya trasladado alguna reliquia, o por algún otro acontecimiento semejante. Con esa fecha quedó inscripta en el breviario romano, pero cuando se relaizó su proceso canónico, se le asignó la fecha del 26 de agosto (no 23). Un siglo más tarde del proceso, cuando los Bolandistas publican, en 1745, sus "Acta Sanctorum", erudito monumento al saber hagiográfico, ya nadie recuerda exactamente por qué se la celebra el 30 de agosto, así que dicen respectod e esta fecha: "en este día [es decir, el 30 de agosto] la recoge el breviario romano, pero nosotros seguimos la fecha del Calendario Romano [es decir, en ese momento, el 26]" (Acta Sanctorum, agosto, t. VI, pág 543).
Ya más tarde, la fecha del 26 de agosto, que ni era popular ni era la de su muerte, desapareció como fecha de celebración, y la inscripción en el calendario osciló entre el 23 y el 30 de agosto. El 23 por ser la propia, y el 30 por ser la arraiganda popularmente.
En la actualidad, con la reforma dle calendario litúrgico, se tomó la determinación de colocar su fecha litúrgica donde correspondería, es decir, el 23 de agosto, excepto en aquellos territorios donde el 30 de agosto sea tan tradicional, que no tenga sentido moverla, como ocurre en Perú y en muchas diócesis del continente americano.
Claves de este artículo: Fechas de las celebraciones, Historia del santoral,Santoral y Liturgia
Himno
Cuando, Señor, en quieta lontananza Se encienden los fulgores de este día, No dejes avivar nuestra esperanza, Atiende al corazón que en ti confía. Van a pasar por manos laboriosas Los granos de un rosario de ilusiones, Acógelas, Señor, que son hermosas, Amor y don de nuestros corazones. Mujer llena de Dios, oh Santa Rosa, Vivir para el Señor, para el Amado, Fue el ansia de tu amor, gracia divina, LLevada de su fuerza y de su mano. No olvides los que vamos de camino Siguiendo en el desierto tus pisadas, Aboga ante el Señor favor divino, Seguir como seguiste sus llamadas. Proclamen nuestros labios la grandeza Del Padre que en el Hijo nos dio gozo, Y, siendo nuestra herencia la pobreza, Nos colma de su amor el Fuego Santo. Amén
Dios nuestro, que impulsaste a Santa Rosa de Lima a apartarse de la vida del mundo por amor tuyo y a consagrarse sólo a ti, en la austeridad y en la penitencia, concédenos, por su intercesión, que sepamos seguir, en éste mundo, el camino que conduce a la verdadera vida, para que lleguemos a gozar del torrente de tus delicias allá en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
San Gregorio Magno (c. 540-604), papa y doctor de la Iglesia Homilías sobre los Evangelios, n° 19
¿Por qué permanecisteis allí todo el día sin hacer nada?
Podemos repartir estas diversas horas del día entre los años de vida del hombre. El amanecer, es la infancia de nuestra inteligencia. La tercera hora puede aplicarse a la adolescencia, porque el sol deslumbra ya, por decirlo así, desde la altura, en los ardores de la juventud que empiezan a calentarse. La sexta hora, es la edad de la madurez: el sol se establece allí como su punto de equilibrio, ya que el hombre está en la plenitud de su fuerza. La novena hora designa la vejez, dónde el sol desciende, en cierto modo, desde lo alto del cielo, para que los ardores de la edad madura se refresquen. En fin, la undécima hora es la edad que se nombra como vejez avanzada...
Unos son conducidos a una vida honrada desde la infancia, otros durante la adolescencia, otros en la edad madura, otros en la vejez y otros por fin en edad muy avanzada, es como si fueran llamados a la vid, a diferentes horas del día. Examinad pues vuestro modo de vivir, hermanos, y ved si vosotros actuáis como obreros de Dios. Reflexionad bien, y considerad si trabajáis en la vid del Señor... El que se descuidó de vivir para Dios hasta su última edad, es como el obrero que ha estado sin hacer nada hasta la undécima hora... "¿Por qué habéis estado todo el día sin hacer nada?" Es como si dijéramos claramente: "Si no habéis querido vivir para Dios durante vuestra juventud y edad madura, arrepentíos, por lo menos, en vuestra última edad... Venid, a pesar de todo, hacia los caminos de la vida"... ¿No fue a la undécima hora cuando el ladrón regresó? (Lc 23,39s) No fue por su edad avanzada, sino por el suplicio con que se encontró al llegar a la tarde de su vida. Confesó a Dios sobre la cruz, y expiró casi en el momento en el que el Señor le daba su sentencia. Y el Dueño de todo, admitiendo al ladrón antes que a Pedro en el descanso del paraíso, distribuyó bien el salario comenzando por el último.
Santo Evangelio según San Mateo 20,1-16. Miércoles XX del Tiempo Ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Amado Jesús, vengo a ponerme en tu presencia. Aquí me tienes, delante de Ti, tal cual soy. No quiero que haya ni tapujos ni formalismos. Quiero mostrarte todo cuanto tengo y cuanto soy.
Mira mis heridas; no deseo esconderlas ante Ti, que eres el mejor médico. Mira mis alegrías; no quiero ocultarlas ante Ti, que eres mi Padre. Todo lo que tengo, todo lo que soy, te lo debo a Ti. No permitas nunca que la desconfianza gane terreno en mi vida. Que tenga siempre presente que tu amor por mí es eterno e incondicional y que sepa que, pase lo que pase, siempre podré encontrar un refugio seguro en tus brazos. Amén.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Jesús, hoy me haces ver cuán grandes son tu amor y tu misericordia. Das un denario tanto a los que trabajaron desde temprano como a los que llegaron al caer el sol. Una misma paga para todos. ¿No es algo injusto?
Definitivamente sería muy injusto si Tú sólo fueras patrón y yo sólo un trabajador más… pero eres bueno y más que siervo soy tu hijo… y Tú, más que patrón, eres mi Papá.
La recompensa que me das, ese denario del que habla el Evangelio, no es otra cosa que tu amor. Tú me has dado todo el amor que me has podido dar. A mí me has amado de la manera más infinita y perfecta que puedes. No me puedes dar más, ¡porque ya me lo has dado todo!, y me lo das ¡porque meamas!
No importa si trabajo mucho o poco, pues tu amor no depende de lo que haga o deje de hacer. Me amas por lo que soy. Todo mi trabajo no debe ser más que la respuesta del hijo que se sabe amado por su Papá y quiere que los demás lo amen. Ahí está el secreto. Trabajar desde la mañana no es otra cosa que estar a tu lado más tiempo disfrutando de tu amor. La recompensa de amar es haber amado.
Gracias, Jesús, por tu inmenso amor. Ayúdame a trabajar para que los demás te conozcan y te amen.
Jesús libra a los sanos de la tentación del "hermano mayor" y del peso de la envidia y de la murmuración de los trabajadores que han soportado el peso de la jornada y el calor. En consecuencia: la caridad no puede ser neutra, aséptica, indiferente, tibia o imparcial. La caridad contagia, apasiona, arriesga y compromete. Porque la caridad verdadera siempre es inmerecida, incondicional y gratuita. La caridad es creativa en la búsqueda del lenguaje adecuado para comunicar con aquellos que son considerados incurables y, por lo tanto, intocables. Encontrar el lenguaje justo… El contacto es el auténtico lenguaje que transmite, fue el lenguaje afectivo, el que proporcionó la curación al leproso. ¡Cuántas curaciones podemos realizar y transmitir aprendiendo este lenguaje del contacto!
(Homilía de S.S. Francisco, 15 de febrero de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a invitar a alguien a darle de comer a un necesitado, sin buscar ninguna recompensa.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El premio de la acogida que damos a Cristo es uno solo, igual para todos: el denario de la gloria y de la felicidad eterna.
Mateo 20, 1-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo: Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido. Ellos fueron. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar? Le respondieron: Nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a mi viña. Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.
Oración
Señor, gracias por darme la gran oportunidad de poder trabajar en tu viña. Permite que en esta oración crezca en la fe y en amor para que nunca haga comparaciones inútiles y que, en todo, y con todos, promueva la unidad y la concordia.
Petición
Jesús, concédeme que sepa reconocer siempre los innumerables dones con los que colmas mi vida.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
¿Qué hay detrás de una llamada?
Hoy me presentas diversos llamados que haces a los hombres. A unos los llamas en la mañana de su vida, a otros en la juventud, a algunos en su edad adulta y unos más en la vejez. Lo que me impacta es que llamas. Tú nunca dejas de llamar e invitar a seguirte.
Pero ¿qué hay detrás de una llamada? Generalmente cuando llamo a alguien, lo hago por diversos motivos. Puedo llamar a una persona porque necesito algo de él, porque lo quiero tener a mi lado, porque él necesita algo de mí, porque me agrada pasar tiempo junto a él. Hay muchos motivos.
Sin embargo la pregunta puede ir más allá: ¿por qué siendo Tú, Dios Todopoderoso, llamas al hombre? Tú has hecho, sin mi ayuda, el mundo con todas sus maravillas, has llevado los hilos de la historia por muchísimos siglos, has obrado la redención sin mi presencia. Y entonces, ¿por qué me llamas para que colabore en la misión de instaurar tu Reino, trabajar en tu viña, sembrar tu Palabra?
Ésta es la pregunta que quiero platicar contigo en esta oración. En ella podré encontrar un poco mejor el sentido de mi existencia y de mi vocación al Regnum Christi.
¡Qué maravilla que no eres el Dios autosuficiente que trabaja solo! Pides mi colaboración. Bien lo podrías hacer Tú solo y mucho mejor de como lo haría yo… pero no. ¡Soy importante para Ti! Me pensaste, me creaste, me miraste, me guiaste a tu encuentro, me miraste fijamente, me señalaste, te dirigiste a mí y me llamaste. No te importó mi edad, mi vestido, mi debilidad, mi cualidad. Sólo por amor me llamaste y en este mismo amor me sostienes.
Dame la gracia de ser fiel a la vocación que me has dado y a cada invitación que a cada momento de mi vida me estás haciendo.
«Somos artífices de la cultura del encuentro. Somos sacramento viviente del abrazo entre la riqueza divina y nuestra pobreza. Somos testigos del abajamiento y la condescendencia de Dios, que precede en el amor incluso nuestra primera respuesta. El diálogo es nuestro método, no por astuta estrategia sino por fidelidad a Aquel que nunca se cansa de pasar una y otra vez por las plazas de los hombres hasta la undécima hora para proponer su amorosa invitación.»
(Discursode S.S. Francisco, 23 de septiembre de 2015).
Reflexión
¿Has leído con atención el Evangelio de hoy? Conviene que lo hagas, porque humanamente es muy desconcertante...
Estamos demasiado habituados a oír hablar de los “derechos de los trabajadores”, de sindicatos obreros y de los derechos de las clases sociales menos favorecidas, vocablos y conceptos acuñados por las diversas corrientes del socialismo. A primera vista, parecería que Jesucristo nos hablara hoy de este mismo tema, pero la realidad es muy diferente.
Nuestro Señor nos narra la historia de un rico propietario que va a la ciudad a contratar jornaleros para su viña a distintas horas del día: a unos los contrata al amanecer, a otros a media mañana, al mediodía a otros, y a los últimos al atardecer. Y, cuando los llama para darles la “raya”, –su salario–, comienza por los que trabajaron sólo una hora. Les da un denario a cada uno. Obviamente, los primeros, al ver la escena, comenzaron a frotarse las manos pensando que a ellos les tocaría de a más. Pero, ¡cuál no fue su sorpresa al recibir, también ellos, un denario! Pero es que ellos habían aguantado el peso del bochorno, del trabajo y del calor de todo el día!... ¡Qué injusticia! ¿Por qué actúa así el dueño de la viña? Si hubieran existido en tiempos de Jesús los sindicatos de trabajadores, seguramente habrían demandado a ese propietario por ser un “negrero” y un “burgués explotador”!...
Pero, vayamos con calma. Jesucristo NO nos está hablando aquí de la justicia distributiva, ni de salarios, ni de nada de eso. El contexto es bastante diferente. Vamos a ubicarnos. Si volvemos a leer el Evangelio, nos daremos cuenta de que Cristo comienza la parábola con estas palabras: “El Reino de los cielos se parece a un propietario que...” Aquí está el tema: nos está hablando del Reino de los cielos. Es decir, de la posibilidad de ser de aquellos que reciben la redención mesiánica. Dicho con palabras simples, trata de nuestra salvación, de esa que Cristo vino a traernos con su venida a la tierra y que continuará a lo largo de los siglos a través de su Iglesia.
El problema que afronta Jesús en la parábola es qué lugar o posición tendrán los hebreos y los paganos, los justos y los pecadores en relación con este mensaje salvífico que Él vino a anunciar. Éste era un tema muy candente en los tiempos de Cristo: los escribas y fariseos –que se creían los “justos” y los predilectos del pueblo judío–, ¿tenían que creer en la predicación del Bautista o no? ¿tenían que hacer caso a las enseñanzas de Cristo o era éste un “falso profeta” a quien ellos podían juzgar y condenar libremente? ¡Esto fue precisamente lo que hicieron ésos con nuestro Señor! En cambio, los publicanos, los pecadores y las prostitutas –a quienes los fariseos despreciaban como judíos de “segunda clase” y como gente perversa y “maldita”–, éstos sí creyeron en Cristo y se convirtieron...
A esta luz hemos de entender la parábola: los jornaleros de primera hora de la mañana son los fariseos, y los de la última hora vespertina son los pecadores. Los mañaneros son el antiguo Israel, y los postreros somos los que formamos la Iglesia de Cristo. Éste es el sentido de las palabras del Maestro: “Los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros”. ¿Por qué? Porque aquéllos no abrieron su corazón a Cristo. Nuestro Señor no nos hace ninguna injusticia. Más bien, ¡somos nosotros los afortunados!, ¿no te parece? Y es que el premio de la acogida que damos a Cristo no puede ser sino uno solo, igual para todos: el denario de la gloria y de la felicidad eterna. Pero, una vez abrazada la fe, ya la recompensa será diversa para cada uno, como dice san Pablo: “Dios dará a cada uno según sus obras” (Rom 2,6).
Y es que Dios, amigo lector, no es injusto. ¡No puede serlo! Sería un absurdo. Es lo que dice el propietario a los jornaleros que le protestan: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que yo quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”. Su amor y su misericordia son infinitos, y superan con creces y sin punto de comparación las leyes de la justicia humana. ¡Para dicha y fortuna nuestra!
Propósito
No buscar el reconocimiento de los demás al ayudarlos en alguna cosa y recordar que el premio de la acogida que damos a Cristo es el denario de la gloria y de la felicidad eterna.
Diálogo con Cristo
Señor, dame el abandono y confianza que debo tener en todos y cada uno de los días de mi vida, para que no me atreva a desconfiar de tu ternura y misericordia. Tú nunca te dejas ganar en generosidad y nos das el ciento por uno, ¡gracias Señor por tu inmensa bondad! Permite que tu medida de amor sea la mía, en mis relaciones familiares y sociales. Que busque ser el primer servidor de todos.
La planificación natural ¿es realmente eficaz?
De no ser así ¿Por qué la han empezado a recomendar instituciones no religiosas?
Existe un gran mito alrededor de los católicos que asegura que como la Iglesia no “permite” cuidarse, nos llenamos de hijos porque no usamos métodos de planificación familiar artificiales. Si a eso le sumamos que el mundo de hoy vende la libertad como hacer lo quieres cuando quieres, el recto ejercicio de la sexualidad se ve como represión. Así, etiquetas como “irresponsables” cuando tienes muchos hijos, o “reprimidos” cuando usas un método de planificación familiar natural (PFN), van soltándose de aquí para allá, bajo el escudo de la supuesta libertad.
Por eso este video es particularmente didáctico para tratar el tema del ejercicio de la sexualidad. Ha sido producido por un organismo llamado Population Research Institute, organización secular, no religiosa, que expone objetivamente los pros y los contra de una PFN, no sólo a nivel fisiológico sino también a nivel psicológico y moral. Lo que es interesante notar, pues estas organizaciones no suelen promover los métodos naturales como parte de su agenda.
Como el tema se presta para tratados de miles de páginas que van desde argumentos médicos hasta antropológicos sobre cómo ejercer rectamente la sexualidad, aquí nos vamos a centrar en dos puntos para reflexionar, por separado o junto, como mejor nos parezca. El primero es sobre lo que significa lo “natural” en el ser humano. El segundo sobre qué es la virtud de la castidad. Es importante que luego busquemos profundizar por nuestra propia cuenta en estos dos temas para entender cómo vivir mejor y más felices nuestra vida en pareja.
Te recomendamos:
¿Qué es lo natural?
Lo natural es lo que corresponde a la naturaleza del hombre, no a sus desviaciones o fallos, sino a su manera correcta de ser. Lo que sucede es que actualmente la palabra se usa, en el lenguaje coloquial, para designar a los defectos del hombre. Por ejemplo, nos parece muy natural que un hombre se enamore perdidamente de una mujer más joven, que no es su esposa. Es natural que alguien con muchas presiones se drogue o emborrache. Es natural hoy en día que la mayoría de parejas se divorcien. Pero estos últimos ejemplos de cómo definir lo natural, ¿son buenos para el ser humano, lo hacen más feliz, mejores personas? Por eso, cuando hablamos de natural no importa lo que suceda en la historia, nos importa lo que le corresponde a la naturaleza humana. Y desde ese ángulo podemos discernir si lo que está sucediendo está bien o mal. ¿Hay alguien que pueda afirmar, por más anticatólico que sea, que está muy bien que haya tantos divorcios en el mundo, que es muy bueno para nuestra sociedad y para los hombres? Por eso también la Iglesia es muy firme (no retrógrada, por si acaso) frente a lo qué es matrimonio y lo que no es. Y para mantener su firmeza se basa en el derecho natural. No en simples caprichos de poder ni en tendencias históricas.
Frente a esta definición de natural, entonces, ¿lo que muestra el video tiene o no un sustento claro sobre lo que es lo mejor para el ser humano en cuanto a la Planificación Familiar?
¿Qué es la virtud de la castidad?
Como toda virtud, es el recto ejercicio de algo. Es un hábito bueno. Así, la castidad es el recto ejercicio de la sexualidad. ¿Y cómo es este recto ejercicio? La virginidad si no estás casado (soltero, consagrado, viudo, etc.) y la apertura a la vida si estás casado. Pero como Dios lo ha pensado todo, no ha hecho de la sexualidad en el matrimonio algo terrible e imposible de hacer sólo por placer. Existe un ciclo en la mujer que tiene fases fértiles y otras infértiles. ¿Qué es fácil? Tampoco. Exige, como dice el video, en primer lugar, conocer nuestro cuerpo y luego, orden y disciplina, como cualquier cosa buena que uno hace. Y ojo: no es represión. Cuando quieres algo en la tienda y no tienes dinero para comprarlo, ¿lo robas? Seguramente que no, porque has trabajado la virtud de la honestidad. Y no te están gritando por las esquinas: “¡Fuera, reprimido. Deberías ser libre, hacer lo que quieras!”. ¿O sí? Es que claro, en un mundo tan erotizado como el nuestro, los ojos están muy puestos en este tema de la sexualidad. Pero, y aquí volvemos al primer punto, ¿lo “natural” es hacerlo cuando quieres, donde quieras y con quien quieras? ¿Es “natural” o no tener autodominio? ¿Te hace mejor persona, te humaniza? ¿O al contrario?
La vida sexual de una pareja es algo muy íntimo. Cada matrimonio tiene sus formas y motivos para tener o no tener más hijos. Lo importante es saber que la decisión que toman no se basa en argumentos egoístas y que no afecta su integridad física ni moral, ni su libertad entendida como orientar su voluntad hacia el bien.
Para terminar compartimos lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica sobre los métodos de PFN:
Estos métodos respetan el cuerpo de los esposos, fomentan el afecto entre ellos y favorecen la educación de una libertad auténtica.
Sé mi guía, sé mi senda de llegada al Reino. Toca con tu suave mirada mi duro corazón.
Jesús, elevado en la Cruz, nos regaló una Madre para toda la eternidad. Juan, el Discípulo amado, nos representó a todos nosotros en ese momento y luego se llevó a María con él, para cuidarla por los años que restaron hasta su Asunción al Cielo.
María se transformó así no sólo en tu Madre, sino también en la Madre de nuestra propia madre terrenal, de nuestro padre, hijos, de nuestros hermanos, amigos, enemigos, ¡de todos!.
Una Madre perfecta, colocada por Dios en un sitial muchísimo más alto que el de cualquier otro fruto de la Creación. María es la mayor joya colocada en el alhajero de la Santísima Trinidad, la esperanza puesta en nosotros como punto máximo de la Creación. La criatura perfecta que se eleva sobre todas nuestras debilidades y tendencias mundanas. ¡Por eso es nuestra Madre!.
La Reina del Cielo es también el punto de unión entre la Divinidad de Dios y nuestra herencia de realeza. Nuestro legado proviene del primer paraíso, cuando como hijos auténticos del Rey Creador poseíamos pleno derecho a reinar sobre el fruto de la creación, la cual nos obedecía. Perdido ese derecho por la culpa original, obtuvimos como Embajadora a una criatura como nosotros, elevada al sitial de ser la Madre del propio Hijo de Dios.
¡Y Dios la hace Reina del Cielo, y de la tierra también!. Allí se esconde el misterio de María como la nueva Arca que nos llevará nuevamente al Palacio, a adorar el Trono del Dios Trino. María es el punto de unión entre Dios y nosotros. Por eso Ella es Embajadora, Abogada, Intercesora, Mediadora. ¿Quién mejor que Ella para comprendernos y pedir por nuestras almas a Su Hijo, el Justo Juez?. María es la prueba del infinito amor de Dios por nosotros: Dios la coloca a Ella para defendernos, sabiendo que de este modo tendremos muchas más oportunidades de salvarnos, contando con la Abogada más amorosa y misericordiosa que pueda jamás haber existido. ¿Somos realmente conscientes del regalo que nos hace Dios al darnos una Madre como Ella, que además es nuestra defensora ante Su Trono?.
Si tuvieras que elegir a alguien para que te defienda en una causa difícil, una causa en la que te va la vida. ¿A quien elegirías?.
Dios ya ha hecho la elección por ti, y vaya si ha elegido bien: tu propia Madre es Reina y Abogada, Mediadora e Intercesora.
¿Qué le pedirías a Ella, entonces?.
Reina del Cielo, sé mi guía, sé mi senda de llegada al Reino. Toca con tu suave mirada mi duro corazón, llena de esperanza mis días de oscuridad y permite que vea en ti el reflejo del fruto de tu vientre, Jesús. No dejes que Tus ojos se aparten de mi, y haz que los míos te busquen siempre a ti, ahora y en la hora de mi muerte.
El Papa sonríe a los fieles en el Aula Pablo VI
"Tenemos un Padre que llora y se apiada de sus hijos", asegura el Papa
"Los cristianos somos personas de primavera, y no de otoño, de esperanza, no de tristeza"
"La muerte y el odio no tienen la última palabra, el mal al final será eliminado como la cizaña"
Jesús Bastante, 23 de agosto de 2017 a las 10:09
Frente a tanto sufrimiento en el mundo, a tantos niños que sufren por la guerra, al llanto de las madres, a los sueños rotos de tantos jóvenes, a las penurias de tantos refugiados, la esperanza cristiana
(Jesús Bastante).- "Los cristianos somos personas de primavera, y no de otoño. De esperanza, no de tristeza, de mirar hacia abajo, de pepino avinagrado". El Papa Francisco hizo esta mañana un llamamiento a la esperanza en el "Dios de las sorpresas, el Dios de la novedad", durante su Audiencia en el Aula Pablo VI.
Las audiencias de este agosto se celebran en esta sala para evitar el duro verano romano, y ofrecen una estampa muy distinta a las acostumbradas en la plaza de San Pedro. Menos gente, pero más ruidosa (los espacios cerrados multiplican el eco), y más oportunidades para saludar, estrechar la mano, besar y acariciar para el Papa Francisco. Y del público para aplaudir y, en ocasiones, interrumpir con aplausos, risas y cuchicheos, para disgusto de alguno de los lectores.
"Yo soy el Alfa y Omega, el principio y el fin", se lee en el pasaje de la liturgia, tomado del Apocalipsis. En su alocución, Bergoglio recordó cómo "la esperanza cristiana se basa en la fe en un Dios que siempre genera novedades en la vida del hombre, en la historia, en el cosmos". Porque "nuestro Dios es el Dios que crea novedad, porque es el Dios de las sorpresas".
Un Dios que nos pide evitar caminar sin esperanza, "sin alzar los ojos al horizonte, como si todo nuestro camino se acabara ahí, en el palmo de pocos metros de viaje, como si nuestra vida no tuviera una meta, sino un eterno vagar.... Esto no es cristiano".
¿Por qué? Porque "el horizonte último del creyente es la Jerusalén celeste, que se nos muestra como inmensa tienda donde Dios acogerá a todos los hombres para habitar eternamente con Él. Esta es nuestra esperanza", señaló el Papa, quien aseguró que Dios "usará una ternura infinita con nosotros, como un padre que acoge a los hijos que llegan fatigados y que han sufrido". Y es que, como anuncia Juan en el Apocalipsis, "Dios asumirá cada lágrima de cada ojo" y no dejará que venzan el luto o la muerto.
"Probad a meditar" este pasaje de la Escritura, pero no de manera abstracta, sino como un crónica de nuestros días", pidió el Papa, quien volvió a recordar a las víctimas de Barcelona y del Congo, representadas en algunos de los asistentes en el aula, con quienes pudo conversar brevemente en el camino hacia el estrado.
"Frente a tanto sufrimiento en el mundo, a tantos niños que sufren por la guerra, al llanto de las madres, a los sueños rotos de tantos jóvenes, a las penurias de tantos refugiados, la esperanza cristiana nos asegura que tenemos un Padre que llora y se apiada de sus hijos, que nos espera para consolarnos, porque conoce nuestros sufrimientos y ha preparado para nosotros un futuro distinto", constató Bergoglio, quien explicó que "la esperanza nos lleva a creer con firmeza que la muerte y el odio no tienen la última palabra sobre la vida humana. Que el mal al final será eliminado como la cizaña del campo. Y, sobre todo, nos da a Jesucristo que nos acompaña y consuela en nuestro camino".
"Dios nos creó para que fuéramos felices. Es nuestro padre, y si ahora experimentamos una vida que no era la que queríamos para nosotros, él nos garantiza que está trabajando para rescatarnos" señaló el Papa. "La muerte, el odio, no son las últimas palabras. Ser cristiano implica una nueva perspectiva, llena de esperanza".
"La vida tiene sentido, en el horizonte del hombre hay un sol que ilumina para siempre", constató, aseverando que "los cristianos somos más gente de primavera que de otoño", e invitando a los presentes a preguntarse si "¿Yo soy un hombre, una mujer, un chico/a de primavera o de otoño? ¿Mi alma está en primavera o en otoño? Que cada uno se responda...".
La respuesta es clara: "Sabemos que Dios nos hizo herederos de una promesa, y cultivadores de sueños". "No olvidéis la petición: ¿Soy una persona de otoño o de primavera? ¿Espero las flores, el fruto, el sol que es Jesús, o de otoño, que siempre estás con la cara (hacia abajo), mirando hacia abajo, de pepinillos avinagrados...?".
"La Creación no se acabó en el sexto día del Génesis, continúa porque Dios siempre se ha preocupado de nosotros", concluyó el Papa, quien insistió en que "La esperanza nos lleva a creer con firmeza que la muerte y el odio no tienen la última palabra sobre la vida humana. Que el mal al final será eliminado como la cizaña del campo. Y, sobre todo, nos da a Jesucristo que nos acompaña y consuela en nuestro camino".
"Será bello descubrir en ese instante que nunca hemos andado perdidos. Ni una lágrima, nada se ha perdido. Ninguna sonrisa y ninguna lágrima".
Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hemos escuchado la Palabra de Dios en el libro del Apocalipsis, y dice así: «Yo hago nuevas todas las cosas» (21,5). La esperanza cristiana se basa en la fe en Dios que siempre crea novedad en la vida del hombre, crea novedad en la historia y crea novedad en el cosmos. Nuestro Dios es el Dios que crea novedad, porque es el Dios de las sorpresas. Novedad y sorpresas.
No es cristiano caminar con la mirada dirigida hacia abajo - como hacen los cerdos: siempre van así - sin levantar los ojos al horizonte. Como si todo nuestro camino se terminara aquí, en la palma de pocos metros de viaje; como si en nuestra vida no existiera ninguna meta y ningún fin, y nosotros estuviéramos obligados a un eterno errar, sin ninguna razón para nuestras tantas fatigas. Esto no es cristiano.
Las páginas finales de la Biblia nos muestran el horizonte último del camino del creyente: la Jerusalén del Cielo, la Jerusalén celestial. Esta es imaginada sobre todo como una inmensa carpa, donde Dios acogerá a todos los hombres para habitar definitivamente con ellos (Ap 21,3). Y esta es nuestra esperanza. Y ¿Qué cosa hará Dios, cuando finalmente estaremos con Él? Usará una ternura infinita en relación a nosotros, como un padre que acoge a sus hijos que han largamente fatigado y sufrido. Profetiza Juan en el Apocalipsis, profetiza: «Esta es la morada de Dios entre los hombres [...] - ¿qué cosa hará Dios? - Él secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó [...] Yo hago nuevas todas las cosas» (21, 3-5). El Dios de la novedad.
Intenten meditar este pasaje de la Sagrada Escritura no en modo abstracto, sino después de haber leído una crónica de nuestros días, después de haber visto la televisión o la portada de un diario, donde existen tragedias, donde se reportan noticias tristes a las cuales todos corremos el riesgo de acostumbrarnos. Y he saludado a algunos de Barcelona: cuantas noticias tristes de ahí. He saludado a algunos del Congo, y cuantas noticias tristes de allá. Y tantas otras. Sólo para nombrar dos de ustedes, que están aquí. Intenten pensar en los rostros de los niños aterrorizados por la guerra, al llanto de las madres, a los sueños rotos de tantos jóvenes, a las penurias de tantos prófugos que afrontan viajes terribles, y son explotados tantas veces... La vida lamentablemente es también esto. Algunas veces se podría decir que es sobre todo esto.
Puede ser. Pero existe un Padre que llora con nosotros; existe un Padre que llora lágrimas de infinita piedad en relación de sus hijos. Nosotros tenemos un Padre que sabe llorar, que llora con nosotros. Un Padre que nos espera para consolarnos, porque conoce nuestros sufrimientos y ha preparado para nosotros un futuro diferente. Esta es la gran visión de la esperanza cristiana, que se dilata todos los días de nuestra existencia, y nos quiere consolar.
Dios no ha querido nuestras vidas por equivocación, obligando a Sí mismo y a nosotros a duras noches de angustia. En cambio, nos ha creado porque nos quiere felices. Es nuestro Padre, y si nosotros aquí, ahora, experimentamos una vida que no es aquella que Él ha querido para nosotros, Jesús nos garantiza que Dios mismo está obrando su rescate. Él trabaja para rescatarnos.
Nosotros creemos y sabemos que la muerte y el odio no son las últimas palabras pronunciadas en la parábola de la existencia humana. Ser cristiano implica una nueva perspectiva: una mirada llena de esperanza. Alguno cree que la vida contiene todas sus felicidades en la juventud y en el pasado, y que el vivir sea un lento decaimiento.
Otros aún piensan que nuestras alegrías sean sólo ocasionales y pasajeras, y en la vida de los hombres está escrito el sin sentido. Aquellos que ante tantas calamidades dicen: "Pero la vida no tiene sentido. Nuestro camino es sin sentido". Pero nosotros los cristianos no creemos en esto. En cambio, creemos que en el horizonte del hombre existe un sol que ilumina por siempre. Creemos que nuestros días más bellos deben todavía llegar. Somos gente más de primavera que de otoño. Me gustaría preguntarles, ahora - cada uno responda en su corazón, en silencio, pero responda -: ¿yo soy un hombre, una mujer, un joven, una joven, de primavera o de otoño? ¿Mi alma es de primavera o de otoño? Cada uno responda. Entrevemos los gérmenes de un mundo nuevo en vez de las hojas amarillentas sobre sus ramas. No nos quedamos en nostalgias, añoranzas y lamentos: sabemos que Dios nos quiere herederos de una promesa e incansables cultivadores de sueños. No se olvide de esta pregunta: ¿Yo soy una persona de primavera o de otoño? De primavera, que espera la flor, que espera el fruto, que espera el sol que es Jesús; o de otoño, que está siempre con la mirada hacia abajo, amargado, y como a veces he dicho, con la cara de ajíes al vinagre, ¿no?
El cristiano sabe que el Reino de Dios, su Señoría de amor está creciendo como un gran campo de trigo, a pesar de que en medio esta la cizaña. Siempre existen problemas, existen las habladurías, existen las guerras, existen las enfermedades... existen los problemas. Pero el trigo crece, y al final el mal será eliminado. El futuro no nos pertenece, pero sabemos que Jesucristo es la más grande gracia de la vida: es el abrazo de Dios que nos espera al final, pero que ya desde ahora nos acompaña y nos consuela en el camino. Él nos conduce a la gran "morada" de Dios entre los hombres (Cfr. Ap. 21,3), con tantos otros hermanos y hermanas, y llevaremos a Dios el recuerdo de los días vividos aquí abajo. Y será bello descubrir en ese instante que nada ha sido perdido, nada, ni siquiera una lágrima: nada ha sido perdido; ninguna sonrisa, ni ninguna lágrima. Por cuanto nuestra vida haya sido larga, nos parecerá de haber vivido en un momento. Y que la creación no se ha quedado en el sexto día del Génesis, la creación no ha terminado el sexto día, sino ha proseguido incansablemente, porque Dios siempre se ha preocupado por nosotros. Hasta el día en el que todo se cumplirá, la mañana en la cual se terminaran las lágrimas, el instante mismo en el cual Dios pronunciará su última palabra de bendición: «Yo hago nuevas todas las cosas» (v. 5). Si, nuestro Padre es el Dios de la novedad y el Dios de las sorpresas. Y aquel día nosotros seremos verdaderamente felices, y ¿lloraremos?, sí, pero lloraremos de alegría. Gracias
Saludo del Papa en español:
Queridos hermanos:
En la catequesis de hoy hemos considerado cómo la esperanza cristiana está abierta a la novedad más grande, porque está abierta a Dios que sabe crear siempre cosas nuevas y sorprendentes en nuestra vida y en la historia.
La Biblia nos muestra que el camino del creyente tiene una meta y un sentido. Es la Jerusalén del Cielo, donde Dios nos espera lleno de ternura para enjugar nuestras lágrimas y darnos descanso en nuestras luchas y fatigas. Frente a tanto sufrimiento en el mundo, a tantos niños que sufren por la guerra, al llanto de las madres, a los sueños rotos de tantos jóvenes, a las penurias de tantos refugiados, la esperanza cristiana nos asegura que tenemos un Padre que llora y se apiada de sus hijos, que nos espera para consolarnos, porque conoce nuestros sufrimientos y ha preparado para nosotros un futuro distinto.
La esperanza nos lleva a creer con firmeza que la muerte y el odio no tienen la última palabra sobre la vida humana. Que el mal al final será eliminado como la cizaña del campo. Y, sobre todo, nos da a Jesucristo que nos acompaña y consuela en nuestro camino.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América Latina. Por intercesión de santa Rosa de Lima, cuya fiesta celebramos hoy, pidamos a la Virgen María que aun en medio de las dificultades y oscuridades de la vida mantengamos encendida la luz de la esperanza, la certeza de que Dios es nuestro Padre y nunca nos abandona. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.