Fijaos en cómo escucháis

Evangelio según San Lucas 8,16-18. 

Jesús dijo a la gente: 
"No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. 
Porque no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado. 
Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener".

San Fermín de Amiensobispo y mártir

En Amiens, en la Galia Bélgica, san Fermín, venerado como obispo y mártir.

Existen sobre este Fermín unas actas tardías (del siglo X) que detallan muchos aspectos de la vida del santo, incluyendo su pasión y muerte. Lamentablemente son muy poco confiables, por la lejanía con los hechos que narra, y los rasgos legendarios que presenta. Sin embargo, es muy posible que en las cuestiones fundamentales recojan una tradición firme.

Según esa tradición, Fermín era natural de Pamplona, en Navarra, España, perteneciente a una noble familia pagana del lugar. La predicación de Honesto y Honorato, discípulos del famoso san Saturnino de Toulouse, trajo la fe cristiana a Pamplona, y junto a ella, a la familia de Fermín, quien no sólo se bautizó, sino que fue nombrado obispo y enviado como misionero a las Galias. Allí evangeliza Agen, Auvernia, Anjou, Beauvais, para detenerse finalmente en Amiens (los auténticos obispos misioneros solían serlo de una pequeña comarca, se nota aquí los intentos de las Actas por hacer que su héroe abarque prácticamente todo el territorio de la actual Francia). En Amiens recibe el martirio, y es enterrado por un piadoso senador, cuyo hijo, también llamado Fermín, es ordenado como sucesor, y erige una iglesia en honor de san Fermín. 

La lista de obispos de Amiens registra estos dos Fermines, el primero como mártir y el segundo como confesor, aunque se basa en datos muy poco seguros, y es posible que los dos sean en realidad el mismo, el que celebramos hoy. De hecho el Martirologio actual ha eliminado la inscripción del segundo, que figuraba el 1 de septiembre.

De todo esto lo que queda como segura es la vinculación de san Fermín con Navarra como patria de origen, y de Amiens como sitio martirial, donde pudo haber sido un destacado obispo misionero, sin ser necesariamente el obispo fundador de la sede, que parece haber sido Eulogio, en el siglo IV. Es imposible saber, con los datos disponibles, cuándo vivió y recibió el martirio san Fermín; las diversas tradiciones lo ubican entre mediados del siglo III y comienzos del IV.

Este es el Fermín cuyo culto se extendió por Navarra, y dio lugar a los «Sanfermines» del mes de julio. Hay un primer documento de la veneración del santo en Pamplona en 1186, cuando el obispo Pedro II recibe solemnemente de parte del obispo de Amiens las reliquias de san Fermín, establece la solemnidad litúrgica, y dota un convento de canónigos en honor del santo. Estas reliquias, guardadas en un relicario de algunos siglos más tarde, son las que se veneran actualmente en la iglesia de San Lorenzo, en Pamplona.

La fecha de celebración fue al principio el 10 de octubre; sin embargo, quizás por mezcla con la historia del patrono principal de Pamplona, el mencionado san Saturnino, que murió arrastrado por un toro, se comenzó a asociar el culto a san Fermín con los toros. Pero la fecha de octubre quedaba fuera de los toros, y así en 1590, el obispo Bernardo de Sandoval concede el traslado de la parte profana de la fiesta (es decir, el encierro de toros) al 7 de julio, dejando a salvo la festividad litúrgica en su fecha propia. Se escoge esa fecha no por ninguna relación con la vida del santo, sino por  «illud tempus esse magis commodum» («por ser este tiempo más cómodo») para la fiesta.

 Acta Sanctorum, septiembre VII, págs. 24-50; allí mismo una buena parte del texto se dedica al desarrollo del culto en Pamplona (pág. 46ss.). Mons. Duchesne, en Fastes Episcopaux, III, pág. 112-127 resume los puntos centrales de los datos y problemas del episcopado de san Fermín. El P-. Thurston, en Butler's Lives... menciona una «Histoire de Saint Fermin» de 1861, a la que no he tenido acceso. Imagen: Martirio de san Fermín, por Vincentius Bellovacensis, en el «Speculum historiale», siglo XV, Paris.

Un sermón atribuido a San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia 

Cf. Disertación sobre el salmo 139, 15; Sermones sobre san Juan, nº 57

“Fijaos en cómo escucháis”

“Sed todos prontos para escuchar, pero lentos para hablar” (St 1,19). Sí, hermanos, os lo digo francamente…, yo que frecuentemente os hablo a petición vuestra: mi gozo es completo, sin sombra alguna cuando me encuentro en la hilera de los auditores; mi gozo es sin sombra cuando escucho, y no cuando hablo. Es entonces cuando, con toda certeza, saboreo la palabra; mi satisfacción no se ve amenazada por la vanagloria. Cuando uno se encuentra sentado sobre la piedra sólida de la verdad ¿cómo temer el precipicio del orgullo? “Escucharé, dice el salmista, y me llenarás de gozo y alegría” (Sl 50,10). Nunca estoy tan lleno de gozo como cuando os escucho; es nuestro lugar de oyente que nos mantiene en una actitud de humildad. 

Por el contrario, si tenemos la palabra… necesitamos una cierta contención; aunque no ceda al orgullo, tengo miedo de hacerlo. Por el contrario, si escucho, nadie puede quitarme mi gozo (Jn 16,22), porque nadie es testigo de ello. Es aquel gozo del amigo del esposo del que san Juan dice: “que esté en pie y escuche” (Jn 3,29). Se mantiene en pie porque escucha. Así también el primer hombre, porque escuchaba se mantenía en pie; desde que escuchó a la serpiente, cayó. El amigo del esposo se llena “de gozo al escuchar la voz del Esposo”; lo que le llena de gozo no es su propia voz de predicador, de profeta, sino la misma voz del Esposo.

Cleofás, Santo

Discípulo del Señor, 25 de septiembre

Martirologio Romano: Conmemoración de san Cleofás, discípulo del Señor, a quien, con el otro compañero itinerante, ardía el corazón cuando Cristo, en la tarde de Pascua, se les apareció en el camino explicándoles las Escrituras, y después, en la casa de Cleofás, en Emaús, conocieron al Salvador en la fracción del pan.

Breve Biografía

Dos veces aparece este nombre en los Evangelios. Una en San Lucas cuando habla de los dos discípulos que marchaban a Emaús (cfr San Lucas 24; 13, ss) y la otra en San Juan cuando habla de una "María, la mujer de Cleofás" que estaba presente en el Calvario, acompañando a la Virgen, la tarde en que fue crucificado y moría Jesús (cfr San Juan 19; 25,ss).-

Sin que pueda establecerse con certeza que estos dos personajes fueran marido y mujer, ya que varones llamados Cleofás debía haber bastantes en Jerusalén, sí parece que el esposo de esa María del Calvario debía ser un cristiano bastante conocido entre los discípulos, cuando San Juan escribe su evangelio y también que ambos estuvieron muy cerca de los acontecimientos que hoy narramos.-

Es la alborada del Domingo. Unas mujeres, quieren envolver en lienzos el cuerpo y poner perfumes preciosos, a la usanza judía, en el cuerpo de Jesús, ya que no pudo prepararse con finura el viernes por la tarde cuando lo pusieron en el sepulcro.-

El sepulcro está vacío, no tiene cuerpo dentro. Unos ángeles avisan que está vivo el Señor Jesús . Las mujeres, locas de alegría, nerviosas, corren y transmiten la nueva a los discípulos. Pedro y los demás no pueden creer ese inusitado acaecimiento.-

La distancia de Jerusalén a Emaús es de algo más de diez kilómetros. Hacia Emaús caminan ese mismo día dos discípulos del Maestro. Uno de ellos responde al nombre de Cleofás. Van comentando entre ellos los acontecimientos del fracaso de Jesús en los días pasados. –

Las pisadas son pesadas porque llevan la amargura en el pecho. Son tantos años juntos, tantas ilusiones truncadas, tantas promesas secas, tantas alegrías cegadas... hasta los proyectos del Reino se esfumaron con los clavos, la cruz y la lanza. Con Jesús muerto mal se anda.-

Se les unió un caminante como compañero de camino. Ellos temían "ofuscada la mirada". Al preguntar qué les pasa, Cleofás con tono enojado casi le regañó por no estar al día de lo que ha pasado en la Ciudad Santa. Cuando resumen los hechos tan trágicos e impresionantes, el viajero les recordó que ya estaba previsto por los profetas.-

Al acercarse a la aldea, el caminante hace intención de proseguir. Cleofás y su amigo le insistieron: "Quédate con nosotros, que el día ya declina". El caminante accedió, entró con ellos en la casa, se sentó a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió en trozos, y se lo dio. En este instante le reconocieron.-

Ahora, desandar lo andado para decirle a los hermanos que las mujeres mañaneras tenían razón no es pesado, es alegría; avanzan en la noche tan seguros como a pleno día porque lucen mucho las estrellas, los pasos se han tornado ágiles y firmes, el corazón late con fuerza, el gozo se ha hecho vida. Notan la vehemencia de decir pronto a los otros que Jesús sí es el Mesías.Con Jesús Vivo bien se camina.-

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San Cleofás

Oración


Confesamos, Señor, que sólo tú eres santo y que sin ti nadie es bueno, y humildemente te pedimos que la intercesión de San Cleofás venga en nuestra ayuda para que de tal forma vivamos en el mundo que merezcamos llegar a la contemplación de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.-

Otras celebraciones de hoy: Nuestra Señora de la Fuencisla. Santos: Alberto de Jerusalén, Atanasio, Irene, Baldovino, Sergio, Aurelia, Neomisia, confesores; Arnolfo, Fermín, Solemnio, Lupo, Cástor, obispos; Antila, Bardomiano, Eucarpo, Herculano, mártires; Ermenfredo, abad; Pafnucio, monje; Cleofás, discípulo del Señor.

Escuchando con los oídos del corazón

Santo Evangelio según San Lucas 8, 16-18. Lunes XXV del tiempo ordinario.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, amigo mío, estoy en tus manos y ahí quiero permanecer. No quiero sino vivir en tu amor y respirar entre tus manos. ¿Qué es mi vida sin Ti? No soy nada pues Tú me traes la paz de la cual mi corazón está sedienta. Tú me traes palabras de vida y hoy quiero escucharlas.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

"El que tenga oídos para oír, que oiga" El ruido y trajín de la vida impiden muchas veces que el corazón del hombre esté atento a la voz de Dios que habla en lo profundo. Basta pensar por un momento en el mar. Podemos nadar, ir y venir, tirarnos clavados de lo más emocionantes... pero si por un momento nos paramos a contemplar en silencio las especies y escuchamos la armonía que hay en él, podremos darnos cuenta que eso es otro mundo.

Parecido pasa con nuestros corazones. Podremos llenarlos de muchas experiencias de lo más variadas, basta pensar en el gran número de músicas que nos llegan a lo largo del día o, también, en la gran cantidad de imágenes que vienen a nuestra mente gracias al internet, instagram, etc. Finalmente nuestros sentimientos podrán subir o bajar dependiendo de la noticia que vemos en Flipboard o el periódico que nos llega a casa.

Tantas y tantas cosas pasan por nuestra cabeza y llegan al corazón. Y creo que hoy Jesús hace que nos preguntemos por un momento ¿Qué lugar abarca en mi vida la Palabra de Dios? ¿Cuánto tiempo dedico a rezar en silencio para escuchar que es lo que Jesús me quiere decir? Sin duda que hay que tener oídos para oír.

Señor, tuyo soy, ¿Qué quieres de mí? Mi vida es tuya y yo no quiero hacer otra cosa fuera de tu voluntad. Quiero vivir totalmente dedicado a buscar lo que Tú quieres. Soy tuyo y para Ti nací. Quiero tener un corazón abierto para lo que sea.

Jesús nos habla de la lámpara, que no se pone debajo del celemín, sino en el candelero. Ella es luz y el evangelio de Juan nos dice que el misterio de Dios es luz y que la luz vino al mundo y las tinieblas no la acogieron. Una luz que no puede esconderse, sino que sirve para iluminar. Uno de los rasgos del cristiano, que ha recibido la luz del Bautismo y debe darla. El cristiano es un testigo. Y precisamente la palabra testimonio encierra una de las peculiaridades de las actitudes cristianas. En efecto, un cristiano que lleva esta luz, debe hacerla ver porque él es un testigo. Y si un cristiano prefiere no hacer ver la luz de Dios y prefiere las propias tinieblas, entonces le falta algo y no es un cristiano completo.

(Homilía del Papa Francisco, 28 de enero de 2016, en santa Marta)

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy voy a dedicar un momento para visitar una iglesia o santuario dedicado a la Virgen María para pedirle, a ella que estaba atenta a la Palabra de Dios, que me ayude a vivir mi día a día dejando que mi corazón abra la puerta a esta Palabra de vida y responda constantemente con un fiat generoso.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Escuchar con los ojos

Dios se revela en la Palabra que necesita ser escuchada, para que nazca la fe y se dé el cambio en la persona.

Había oído la expresión hablar con los ojos, pero nunca había visto escuchar con los ojos, si se puede decir así. Y es cierto; lo vi en una misa, en directo, en la catedral de san Agustín.

El P. Rene Robert hablaba a los sordomudos en su lenguaje. Cuando él callaba, Maureen Ann Longo traducía a los presentes. Johnny Mayoral, que hacía de monaguillo, tenía una traductora para él sólo. Al presenciar esta maravilla de comunicación pensé que Dios habla a cada uno acomodándose a nuestro lenguaje.

El Señor se complace en aquellos que escuchan su palabra y los colma de bendiciones (Gn 22,17), da vida al alma (Is 55,1-3) y establece su morada en medio de su pueblo (Lv 26,12). Escuchar a Dios es la fuente de la felicidad y de la vida. Hemos de escuchar a Dios en el momento presente y llevar lo que se escucha a la vida.

Dios nos escucha en silencio y propone el mismo método para escucharle. "Dios es la Palabra y, al mismo tiempo, el gran Oyente, que acoge nuestras palabras dispersas, despeinadas, inquietas, y les va restituyendo su profundidad. Quien se ha ejercitado en oír y escuchar el Silencio es capaz de entender lo que no es dicho", dice Melloni.

Dios habla, se revela, pero hace falta que alguien recoja su palabra lanzada. Dios se revela en la Palabra que necesita ser escuchada, para que nazca la fe y se dé el cambio en la persona. La fe nace de la escucha.

El Señor constantemente suplica a su pueblo que le escuche: "Escucha, Israel" (Dt 6,4). "Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios" (Jr 7,23). "Éste es mi hijo muy amado... Escuchadlo" (Mc 9,7). La escucha es la condición primera y fundamental para el amor de Dios, y es este amor a Dios el mejor fruto que se puede conseguir. Todo el afán de la Sabiduría será llevar al creyente a la escucha.

Escuchar supone abandonarse en fe, esperanza y amor, tener la misma actitud de Abraham, Samuel y María. La escucha requiere confianza en los interlocutores.

Quien es de Dios escucha a Dios (Jn 8,47) y ha de escuchar al pobre, al huérfano y al necesitado (St 5,4). Escuchar la voz del Señor es no endurecer el corazón (Hb 3,7). Quien escucha al Señor encontrará vida en su alma (Is 55,2-3). Todo el que es de Dios escucha sus palabras (Jn 8,47) y las pone en práctica (Mt 7,26). Todo el que pertenece a la verdad escucha su voz (Jn 18,37).

Dios me habla hoy, a mí, en este mismo momento. Él quiere dialogar conmigo. Me ofrece su vida y su amistad.

Quien quiera tener vida deberá alimentarse de todo lo que sale de la boca de Dios, tendrá que escucharlo "hoy" y grabarlo en el corazón.

El hombre en la Biblia

La finalidad del hombre es una, ser imagen y semejanza de Dios, ser testimonio de Dios, ser verdadero Cristiano

Al hablar sobre el significado bíblico del hombre, comenzamos por evocar, que en el Antiguo como en el Nuevo Testamento no definen al hombre, sino que se da una representación fuerte de lo que es el hombre. Para comprender la descripción que se hace sobre el hombre en la biblia, nos debemos trasladar a los primeros capítulos de las sagradas escrituras, en especial en el numeral 2, versículo 7 del libro del Génesis:

“Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.”

 Dios a través de su inspiración hacia el autor sagrado o hagiógrafo, desea revelar a su pueblo que somos polvo, es así como llamó al primer hombre Adan que significa suelo o tierra de cultivo, es así, como de ahí formó Dios el primer ser humano y a Eva proviene del verbo anas, que significa ser débil, el hombre por naturaleza es eminentemente débil y mortal (Cf. Is 13,12),
con esto, que mostrarnos Dios que no somos nada sin él, que es nuestro creador y nosotros sus creaturas, que estamos en este mundo por obra y gracia de Él, aunque el hombre vea todo inviable, para Dios nada es imposible (Cf. Lc. 1, 37), aunque en muchas ocasiones la humanidad ha pecado por tratar de suplantar el puesto de Dios, queriendo ser Él, nunca se ha logrado suplantar el lugar de Dios Creador; además muestra el Autor Sagrado la palabra “insufló” que en diferentes versiones dice “sopló”, y que este nombre se deriva del hebreo Ruah, en griego Pneuma y en latín Espíritu, es el aliento o soplo de Dios a los hombres aunque interviene la tercera persona de la santísima Trinidad en este relato, el antiguo testamento no separa al hombre en cuerpo y alma sino que lo que hace es mostrarlo en unidad y en su totalidad. Sobre lo anterior lo explica Michael E. Giesler de la siguiente manera:

“Puesto que la terminología del A. T. no separa claramente el cuerpo y el espíritu, sino que continuamente ve al h. en su totalidad y unidad, los términos utilizados son en gran parte intercambiables. Néfes, que significa aliento de vida, designa también el alma de un ser vivo; por eso el h. se llama sencillamente néfes, muerto o vivo (Num 6, 6; Lev 21, 11); sustituye frecuentemente al pronombre personal (Num 23, 10) y también puede referirse al individuo y a la persona misma (Gen 46, 18. 22). El alma es lo que hace vivir al hombre y constituye el principio de las pasiones (Ps 35, 9).”    

Una breve ilustración sobre espíritu y carne lo hace Michael E. Giesler: “Pero si el hombre es nefes o aliento de vida, es también carne. La palabra hebrea basár puede indicar carne en sentido moderno, como parte blanda del cuerpo contrapuesta a los huesos (Gen 2, 21; 9, 4; Ex 16, 8. 12), o también el cuerpo animado contrapuesto a la materia inorgánica o inerte (Num 8, 7; Ex 30, 32). Carne se refiere a veces a una colectividad de hombres y animales (Gen 6, 12; Is 40, 5), o al h. sólo, especialmente en su condición de debilidad (Ps 78, 39; lob 10, 4). Dada esta orientación y carácter perecedero de «toda carne», no es difícil comprender cómo San Pablo utilizará el término griego correspondiente (sarx) para designar la naturaleza humana débil, sede de la concupiscencia (Rom cap. 7-8).”

Dios crea al hombre y mujer para que trabajen la tierra y dominen sobre toda creatura, es de resaltar, que Dios no crea a la mujer de manera circunstancial, sino que observa que no es bueno dejar al hombre solo y crea a la mujer para su ayuda, ella es carne de su carne (Cf. Gn. 2, 23) siendo esta pareja la primera de quienes procederá el resto de la humanidad. Luego esta primera pareja peca, traicionando la confianza de Dios, perdiendo su favor, es allí donde empieza “la historia de la perversidad y desobediencia del ser tan favorecido en un principio por su Creador”Luego el asesinato de Abel por Caín (Cf. Gn. 4); la iniquidad innata del corazón humano que ocasiona el diluvio (Cf. Gn 6); el orgullo colectivo que causa la dispersión de las razas y la confusión de lenguas (Cf. Gn 11). Ya en el capitulo 12 del libro del Génesis, inicia con Abran, que posteriormente será llamado por Dios Abraham (padre de multitudes) la historia de salvación del pueblo elegido. Acercando la revelación del hombre en el libro de Sabiduría nos muestra una clara comprensión sobre la inmortalidad del hombre:

“El libro de la Sabiduría, al referirse al razonamiento de los impíos que se ríen del justo porque cree en Dios (Sb 2, 13 ss.), afirma que éstos se equivocan, precisamente porque no creen en el premio y la recompensa por la santidad de vida (Sb 2,22). Su gran error es no reconocer que Dios creó el h. incorruptible, haciéndole como imagen de su misma naturaleza (Sb. 2, 23). Así el h. por ser imagen y semejanza de Dios no sólo tiene las facultades superiores de intelecto y voluntad, no sólo goza de dominio sobre los animales y la tierra, sino que es inmortal. En Sb. 3, 3-4 se describe la situación de los justos después de la muerte: sus almas están en paz y en las manos de Dios, porque su esperanza está llena de inmortalidad; es un término del lenguaje filosófico que precisa ese carácter del h. que supera la condición de la carne perecedera, pero a la vez no cae en una radical dicotomía alma-cuerpo, propia de ciertas escuelas platónicas.”

En el nuevo testamento nos encontramos con una época diferente Helenizada, mas griega que hebrea, como vimos en el antiguo testamento. Tampoco busca dar una explicación de hombre, más bien una finalidad del hombre, el cual es ser imagen y semejanza de Dios. Es el mismo llamada que nos hace San Pablo “…de una imagen perfecta de Dios en Cristo, así lo indica 2 Cor 4, 4; Col 1, 15. También hay una invitación a convertirse en imagen de Dios y de Cristo. Cristo nos invita a regenerarnos y revestirnos de hombres nuevos. Esto está por ejemplo en Col 3, 10; en Rom 8, 29, en 1 Cor 15, 49 o en 2 Cor 3, 18.”

Es por ello, que debemos reflexionar sobre el texto bíblico del capitulo 1, versículo 27 donde dice: “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó”. Una breve explicación sobre este texto lo hace Michael E. Giesler como:

“La frase «imagen y semejanza de Dios», tan importante para una comprensión bíblica del hombre, ha tenido dos interpretaciones principales: a) se refiere a la inteligencia y voluntad del hombre; poseyendo las facultades superiores de carácter inmaterial, el hombre tiene impreso en su propio ser el reflejo de su creador; b) se refiere a que el hombre es representación de Dios sobre la tierra, y por eso ejerce dominio sobre toda ella y el mundo animal (Gen 1, 28). Las dos interpretaciones, en el fondo, se refieren al mismo hecho: el favor de Dios y el poder especial otorgado al hombre, intrínsecamente conectado con su naturaleza y distinguiéndolo del resto del mundo material.”

el valor del hombre en esta sociedad podrida, desprovisto de valores, se ha venido perdiendo con el caminar de los tiempos, donde el núcleo fundamental de la sociedad se ha perdido, donde en muchos países, el aborto es legal, hay “familias” que deciden no tener hijos, donde hay padres que son absorbidos por el consumismos y sus hijos son creados por personas ajenas a su núcleo familiar, donde hay “matrimonio” del mismo sexo y hasta estas parejas se les esta dando la posibilidad de adoptar. Es observar como el hombre se ha ido perdiendo

¿Esta es la encomienda que Dios nos dejó? ¿Es la finalidad del hombre?, la finalidad del hombre es una, ser imagen y semejanza de Dios, ser testimonio de Dios, ser verdadero Cristiano, vivir en el Espíritu, es hacer el bien y no el mal,  es cumplir los mandamiento entre ellos el primero “Amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como así mismo”, pero antes de amar al prójimo se debe amar a Dios, porque no tengo ninguna duda que Dios nos ama, que nos tiene tatuado en la palma de su mano (Cf. Is. 49, 16) que desde antes de nacer Dios ya nos conocía, que tiene un propósito para cada uno de nosotros, debemos descubrir o preguntarle a Él cual es, pero también debemos dejarnos amar por Dios, sentir su misericordia sobre nosotros, siendo así amantes y amados de Dios, podemos amar a nuestro prójimo; es hora de levantarnos desde el abismo del pecado que estamos y levantarnos en victoria, porque Jesucristo ya dio su vida por nosotros.

¿De verdad son tan malos los horóscopos?

La Iglesia ha hablado sobre este tema -desde la antigüedad- condenando la creencia en la astrología

Pregunta:

¿No es exagerado el énfasis que algunos predicadores ponen en el tema de la Nueva Era y de los horóscopos? Para mí es algo simplemente divertido, a lo que no le doy mucha importancia pero que, de vez en cuando, tiene coincidencias asombrosas con lo que luego me sucede en el dia. Y es por eso por lo que me he vuelto aficionado a leer mi horóscopo todos los días, aunque en realidad no creo en eso. ¿De verdad estoy haciendo algo muy malo? --B.S.

Respuesta:

El portal católico Aciprensa tiene una respuesta interesante, que transcribo aquí:

La Iglesia ha hablado sobre este tema desde lo antiguo condenando la creencia en la astrología; en el Concilio de Toledo del año 400, o el Concilio de Braga del 561, por citar algunos ejemplos. El juicio del Magisterio de la Iglesia puede resumirse en lo que dice el Catecismo de la Iglesia: "Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone 'desvelan' el porvenir. La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a 'mediums' encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios".

Todo género de adivinación, en definitiva, nace de la falta de fe en el Dios verdadero; y es el castigo del abandono de la auténtica fe. Por eso, en uno de sus cuentos escribía Chesterton: "La gente no vacila en tragarse cualquier opinión no comprobada sobre cual­quier cosa... Y esto lleva el nombre de superstición...

Es el primer paso con que se tropieza cuando no se cree en Dios: se pierde el sentido común y se dejan de ver las cosas como son en realidad. Cualquier cosa que opine el menos autorizado afirmando que se trata de algo profundo, basta para que se propague indefinidamente como una pesadilla. Un perro resulta entonces una predicción; un gato negro un misterio, un cerdo una cábala, un insecto una insignia, resucitando con ello el politeísmo del viejo Egipto y de la antigua India... y todo ello por temor a tres palabras: SE HIZO HOMBRE".

En conclusión, si uno recurre a las prácticas astrológicas o consulta los horóscopos, creyendo seriamente en ello, comete un pecado de superstición propiamente dicho (pudiendo, incluso, llegar a la idolatría); si lo hace sólo por curiosidad y diversión, no hace otra cosa que recurrir a un pasatiempo fútil, que va poco a poco desgastando peligrosamente su fe verdadera. Si lo hace para granjearse la "protección" de los demonios, comete un pecado de idolatría diabólica, y tal vez tenga que decir alguna vez con el poeta Goëthe: "No puedo librarme de los espíritus que invoqué".

Misericordia y esperanza

Celebramos la fiesta de nuestra patrona, la Virgen de la Merced, que significa Misericordia. ¡Qué bella advocación, qué bello título! Nuestro mundo está muy necesitado de misericordia, de comprensión y de ternura, hasta el punto de que sin ella difícilmente caminaremos por la senda del bien. Me sorprende y me duele mucho, por ejemplo, constatar que cada día hay más niños y jóvenes que viven crispados, tensos, con mucha agresividad en su interior. Son muchos los casos, demasiados, en los que determinadas decisiones de sus padres les llegan a abrir duras heridas, difíciles de cerrar y de cicatrizar. La ruptura familiar produce mucho dolor, y los chavales no han podido vivir en un clima de paz el amor, la ternura, la misericordia.

El próximo año 2018 celebraremos el 800 aniversario de la fundación de la Orden de la Merced por san Pedro Nolasco en la ciudad de Barcelona. Cuando Pedro Nolasco y los mercedarios rescataban a los esclavos les mostraban la ternura de una comunidad, de unas familias que los acogían y ese amor les daba esperanza. El amor engendra esperanza. Por eso, a la Virgen también le damos el bello título de Madre de la Esperanza.

La verdadera esperanza tiene su fundamento en Dios. Si no es así, si no se fundamenta en Dios, acaba por derrumbarse porque, al final, uno descubre que tarde o temprano los seres humanos fallamos. Sin embargo, nuestra experiencia como creyentes nos enseña que Dios no nos falla nunca. Él es esencialmente fiel. Fiel a sí mismo, fiel a las promesas, fiel a los humanos creados a su imagen y semejanza. Él tarda más o menos en cumplir sus promesas, pero las cumple siempre y en ello se fundamenta la esperanza. Hermanos, no perdamos la esperanza en Dios. Él cumple siempre sus promesas y no abandona a su pueblo que confía en Él. Eso es lo que nos enseña la Virgen de la Merced, nuestra patrona. Ella confió siempre en el Amor bondadoso del Señor. La esperanza nos lleva a confiar, a esperar, también en los hermanos, los hombres. A veces se oyen voces que nos llevan a desconfiar de todos, a encasillar a todos y a no creer que puedan cambiar y ser mejores. Dios siempre confía en el ser humano. Confía en cada uno de nosotros y espera siempre nuestra conversión a Él.

Sé que estamos viviendo momentos complejos en nuestro país. No podemos ni debemos ser agoreros de calamidades. Debemos trabajar todos para poner ternura y misericordia a nuestro alrededor. Debemos evitar la confrontación, la violencia, el desprecio a los demás. Pidamos a la Virgen de la Merced que nos ayude a mantener firme nuestra esperanza también en las personas que nos rodean. Pidamos cordura para nosotros y nuestros dirigentes, para las familias y los pastores de la Iglesia. Dios lo puede todo. Confiemos en su ayuda. Recemos especialmente por las personas privadas de libertad que están en las cárceles y por sus familiares, ya que la Virgen de la Merced es también la patrona de los reclusos. Que santa María nos mantenga firmes en la fe y nos haga testigos de esperanza en medio de nuestro mundo, a pesar de todas las dificultades y problemas que encontremos.

† Cardenal Juan José Omella Arzobispo de Barcelona

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