Para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido
- 18 Octubre 2017
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Evangelio según San Lucas 10,1-9.
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.
Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.
No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.
Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;
curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'."
Fiesta de san Lucas, evangelista
Fiesta de san Lucas, evangelista, que, según la tradición, nació en Antioquía de familia pagana y fue médico de profesión. Convertido a la fe de Cristo, fue compañero carísimo del apóstol san Pablo, y en su libro del Evangelio expuso por orden, cual escriba de la mansedumbre de Cristo, todo lo que hizo y enseñó Jesús. Asimismo, en el libro de los Hechos de los Apóstoles narró los comienzos de la vida de la Iglesia hasta la primera venida de Pablo a la ciudad de Roma.
Tremenda ascesis nos impone la Biblia cuando nos brinda 73 libros para los que prácticamente no tenemos referencia cierta de su autor humano. De unos pocos, apenas 7, podemos decir con certeza científica (es decir, menos del 100% pero cercano a ello) que son de San Pablo y.... nada más. De todos los demás libros, la atribución a un autor concreto (el Pentateuco a Moisés, los Salmos a David, los evangelios a cada uno de sus nombres, el Apocalipsis a Juan Apóstol, etc) son atribuciones que -no unánimemente- ha ido señalando la tradición posterior, basándose en casi todos los casos en evidencia puramente circunstancial. ¡Es que del Paraíso para aquí, si hay algo molesto es no saber! así que las lagunas del saber histórico la imaginación legendaria de cada época las va rellenando, a veces con datos completamente ficticios, a veces con datos reales pero exagerados, a veces con datos verosímiles aunque inciertos.
Mala manera de comenzar una hagiografía de san Lucas evangelista sembrando duda sobre si el «Evangelio de San Lucas» será o no de san Lucas... Sin embargo, no podemos ya en el siglo XXI presentar una hagiografía sobre el autor del tercer evangelio sin tomar en cuenta datos que la crítica histórica ha establecido con razonable certeza. Pero veamos el problema más de cerca, con la crítica histórica como transfondo y los datos de la tradición piadosa a mano:
-¿Existió un San Lucas autor del tercer evangelio y de Hechos de los Apóstoles?
Sí, por supuesto: el Evangelio y Hechos pertenecen al estilo, la manera de contar, el plan narrativo, la sensibilidad de un escritor; esas obras no se escribieron solas, ni son el mero resultado de una mezcla azarosa de papeles. Ahora bien, como datos ciertos, no hay mucho más que eso: podemos deducir algo de su personalidad a través de sus escritos (porque siempre, aunque no sea su intención, un escritor se retrata al escribir), pero la atribución que la tradición piadosa ha hecho con el Lucas que menciona san Pablo algunas veces, no puede asegurarse.
-¿En qué se basaba esa atribución?
En los siguientes datos:
-Dice San Pablo en Colosenses 4:14: «Os saluda Lucas, el médico querido, y Demás.»
-Dice en 2 Timoteo 4:11: «El único que está conmigo es Lucas. Toma a Marcos y tráele contigo, pues me es muy útil para el ministerio.»
-Dice en Filemón 1:23-24: «Te saludan Epafras, mi compañero de cautiverio en Cristo Jesús, Marcos, Aristarco, Demás y Lucas, mis colaboradores.»
Y además en Hechos de los Apóstoles, al narrar los viajes de san Pablo se acude varias veces a hablar en primera persona del plural, en las llamadas «secciones nos» (por ejemplo, en el capítulo 20), que parecerían indicar que el autor estuvo allí.
Hasta aquí nada extraño, es bastante natural que pensemos que el autor del libro tiene que ser uno de los que san Pablo menciona, pero ¿por qué Lucas el médico? las razones de la tradición son que el Evangelio de Lucas es un escrito elegante desde el punto de vista del idioma, que no está lleno de semitismos como los demás, así que su autor sería genuinamente griego, además trasluce una personalidad de cierta formación humanística... por lo que «cierra bien» con el médico que menciona san Pablo. Si todo quedara en una hipótesis razonable, no habría ninguna objeción, ¿qué problema hay en identificar al autor de un evangelio con este o con aquel colaborador de san Pablo, si lo que en definitiva se está queriendo decir es que esos escritos son cercanos a la predicación de San Pablo?
El problema está en cuando queremos sacar consecuencias teológicas, catequéticas y religiosas de una atribución basada en evidencia circunstancial. Cuántas veces hemos escuchado que san Lucas describe con maestría el aspecto humano de la agonía del Señor porque es médico... ¡cuando en realidad habíamos deducido de que debía ser el médico porque describe con maestría el aspecto humano del Señor! de tanto repetir la hipótesis razonable, nos olvidamos que se trataba sólo de eso, de una hipótesis razonable, y la comenzamos a tomar como una fuente de certezas.
Pero entonces ¿qué celebramos hoy? Hoy celebramos que hubo un santo que escribió el evangelio de Lucas y el libro de Hechos, que desde su evidente origen pagano, vinculado casi con seguridad a la comunidad de Antioquía de Siria, en la actual Turquía, supo penetrar en el misterio de Jesús con los ojos de un no-judío (el único caso entre los cuatro evangelios). San Lucas representa, sea cual sea la relación de familiaridad con san Pablo, uno de los grandes logros de la predicación paulina, el buen fruto del injerto del olivo silvestre (los paganos) en el olivo cultivado (Israel), como dice la metáfora de Romanos 11.
Sería o no médico, tal vez sí, pero lo que es más importante para nosotros no es su colegiación profesional, sino que llevó a la Iglesia cuanto poseía como pagano: una tradición humanística, de valoración de los rasgos humanos, que están incorporados al Evangelio, no sólo al de Lucas, sino al anuncio del Evangelio tal cual lo entiende la Iglesia (no de Pablo ni de Apolo, sino de Cristo). Aunque sea un rompedero de cabeza para la cristología, ¿qué más saludable que esa mirada hecha de humanidad al contemplar al niño Jesús que se va haciendo hombre: «Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.» (Lc 2,52)? Ninguno de los otros evangelios dice algo así; hacía falta un genuino griego para mirar con mirada de humanismo griego al niño que crece. ¡Y Dios sabe cuánta falta nos hace siempre que al menos uno de los cuatro evangelios nos baje a la tierra en nombre del propio Dios!
También san Lucas es, por eso mismo, el gran poeta de María; en esto se disputa con Juan, enamorado también de la Madre de Dios. Sin embargo, como Juan aventaja a Lucas en penetrar en la hondura mística donde apenas si distinguimos a la Madre de Jesús de la Madre-Iglesia; así Lucas aventaja a Juan en recordarnos -y siempre- que cualquier hondura mística empieza en lo particular, en lo concreto, en lo humano: en alguien que percibe su infinita nada frente a Dios, que canta como en el Magnificat y se alegra del gran don con el que ha sido honrada, que sufre silenciosa, también, al ver un Hijo al que apenas si puede humanamente comprender, pero cuya misión sabe, en la certeza de la fe, que viene de Dios.
A esto se pueden añadir las simpáticas leyendas piadosas, pero carentes de todo apoyo documental, sobre que fue el primer pintor de la Virgen, sobre todos los lugares en los que predicó luego de muerto Pablo, etc. Pero con lo dicho, y sin necesidad de inventar nada, tenemos mucho material para inspirar con seriedad una vida cristiana.
Orígenes (c. 185-253), presbítero y teólogo Homilías sobre san Lucas, nº 1, 1-2
«Para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido» (Lc 1, 1-4)
«Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros... Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, querido Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido» (Lc 1,1-4).
En otro tiempo, entre los judíos, muchos pretendían tener el don de profecía, pero algunos eran falsos profetas... Igualmente ha ocurrido en tiempos del Nuevo Testamento, en que muchos «han intentado» escribir unos evangelios, pero no todos han sido aceptados... Estas palabras «han intentado» contienen una escondida acusación contra los que, sin poseer la gracia del Espíritu Santo, se han lanzado a la redacción de evangelios. Mateo, Marcos, Lucas y Juan no han «intentado» escribir sino que son ellos los que, llenos del Espíritu Santo, han escrito los verdaderos evangelios...
La Iglesia posee, pues, cuatro evangelios; los herejes tienen gran cantidad de ellos... «Muchos han intentado escribir», pero solamente cuatro evangelios han sido aprobados; y es de éstos que debemos sacar, para ponerlo a la luz, lo que hay que creer de la persona de nuestro Señor y Salvador. Sé que existe un evangelio que llaman «según Tomás», otro «según Matías», y todavía leemos algunos otros para no dar la impresión, frente a los que se imaginan saber alguna cosa cuando conocen estos textos, de ser ignorantes. Pero en todo ello no aprobamos más que lo que aprueba la Iglesia: sólo se deben admitir cuatro evangelios. Esto es lo que se puede decir sobre el texto del prólogo de san Lucas: «Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros».
De corazón, desde mi pequeñez, con mis llagas, con mis miedos, con mis esperanzas
Tantas veces he pecado. Tantas veces me has perdonado. No quiero acostumbrarme, Padre, al regalo de tu perdón.
Por eso quiero darte las gracias. De corazón, desde mi pequeñez, con mis llagas, con mis miedos, con mis esperanzas.
Gracias, porque me acogiste en el gran día del bautismo, porque me libraste del pecado, porque me lavaste con la Sangre de tu Hijo.
Gracias, porque me hiciste hijo, miembro de la Iglesia, hermano de tantos hombres y mujeres que caminan, como yo, bajo tu mirada de Padre.
Gracias, porque me alimentaste con el Pan de los débiles, porque me permitiste nutrirme con la Carne del Cordero, porque me invitaste al Banquete.
Gracias, porque me diste tu Espíritu, porque iluminaste mi conciencia, porque me avisaste para que huyese del pecado, porque me impulsaste a hacer el bien.
Gracias, porque no dejaste de amarme cuando caí en el pecado, cuando cedí ante mis pasiones, cuando tuve miedo de dar testimonio de Jesucristo.
Gracias, porque me invitaste a acudir al sacramento de la penitencia, para nuevamente recibir tu perdón de las manos de uno de tus sacerdotes.
Gracias, Dios Padre, porque me has recordado, una y mil veces, que la misericordia vence el pecado, que existe esperanza para los que hemos fallado.
Este día, y ojalá cada día, quiero convertir mi vida en un canto de alabanza, "porque es eterna tu misericordia".
Como tantos hermanos míos del pasado y del presente, pecadores que hemos experimentado el gran regalo de tu perdón, te doy gracias y te bendigo:
"Al que nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados y ha hecho de nosotros un Reino de sacerdotes para su Dios y Padre, a Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén" (Ap 1,5 6).
¿Qué es el Domund?
La misión de la Iglesia le da continuidad al amor mismo de Dios
Por: Amadeo Rodríguez Magro, Obispo de Plasencia | Fuente: www.diocesisplasencia.org
En 2017 el DOMUND será el domingo 22 de octubre
Cada año, en el DOMUND, renovamos la llamada inicial de Cristo y así se despierta de nuevo nuestra conciencia misionera universal. En el DOMUND niños, jóvenes, familias, es decir, todos, nos descubrimos como Iglesia en misión, que siente e interviene en la misión que otros, los misioneros, realizan directamente en las misiones. Se puede decir que el DOMUND ensancha nuestro corazón misionero y lo hace universal: nos hace abrir nuestros ojos creyentes, nuestro corazón que ve, hacia el ancho mundo de la misión.
Entiendo que a estas alturas no hay que insistir mucho en cómo situarse ante esta Jornada Misionera. De todos es sabido que nuestra vida en Cristo se forja con hondura en la oración, pues ésta nos pone en sintonía con el corazón mismo de Cristo. Se puede decir que la comunión misionera entre nosotros se cultiva especialmente en la oración que hacemos por las misiones y los misioneros. Es más, sin la oración difícilmente llegaríamos a comprender del todo qué significa ser y sentirse misioneros. Pero también es evidente que la oración nos empuja a una proyección misionera activa. En el Domund se nos pide, sobre todo, una cooperación económica, generosa con las misiones, como siempre ha sido.
En nuestras parroquias nos animarán con materiales y llamadas a colaborar con la labor de los misioneros. El obispo os anima a hacerlo con generosidad y sentido de Iglesia. También quiero ayudaros a resolver algunas preguntas que quizás os hagáis ante estas campañas:
¿De quién es la iniciativa de llamarnos a colaborar en el DOMUND?
De la Santa Sede, del Santo Padre; porque nuestra colaboración con las misiones en esta Jornada del DOMUND es a través de la Iglesia universal y en favor de todos los territorios de misión, de los 1.100 que hay en todo el mundo (37% de la Iglesia católica).
¿Quién recoge y distribuye lo recaudado en el DOMUND?
Esta labor la hacen las Obras Misionales Pontificias (OMP), que tienen delegaciones en todas las Diócesis, en las naciones y su sede central en Roma. Cada año los Directores nacionales de las OMP se reúnen, en la Congregación para la evangelización de los pueblos, para determinar la distribución de lo recaudado, de acuerdo con los proyectos solicitados por los misioneros.
¿Es lo mismo el DOMUND que los hermanamientos que algunas parroquias tienen con proyectos o misioneros amigos?
En realidad no, aunque tengan un mismo destino misionero. El dinero del Domund llegará a todas las misiones de la Iglesia, sin distinción, y los hermanamientos se hacen con algunos misioneros concretos, a los que, por supuesto, recomiendo ayudar, pero con otras acciones y en otros momentos. Lo recaudado en el DOMUND ha de ir todo íntegro a las OMP para que los distribuyan entre todas las misiones. Si retuviéramos las colectas para nuestros proyectos apadrinados, estaríamos cometiendo una injusticia: unas misiones recibirían mucho y otras muy poco.
¿Qué destino tiene nuestra aportación económica?
Nuestros donativos van destinados a las tareas de las misiones: la transmisión de la fe, la educación, la salud y a la mejora de las condiciones de vida de las personas con las que conviven los misioneros, que en la mayoría de las ocasiones son de pobreza, malnutrición y enfermedades.
De corazón os animo a todos a que seáis generosos con las misiones, como siempre habéis sido. No olvidéis que la sensibilidad misionera muestra siempre un alto índice de fe, que, en sí misma, es un don que se ha de compartir. Pongamos, pues, nuestro grano de arena en la gran montaña de amor que están poco a poco formando nuestros misioneros.
Domund 2014. Lema: "Renace la alegría"
RENACE > “Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”, dice el papa Francisco al comienzo de Evangelii gaudium. El fin de la actividad misionera es, precisamente, ayudar a extender esta alegría, anunciando a todos la posibilidad de nacer y renacer al encuentro con Dios. Un renacer a la vida de fe que, como tantas veces comprueban los misioneros, ha sido revelado a los pequeños.
LA ALEGRÍA > Los misioneros, llenos de alegría, comparten con los más pobres su experiencia de encuentro con Cristo. Los que reciben este anuncio y abren su corazón a él, también acogen con alegría la Buena Noticia de la salvación. Francisco nos dice cuál es el origen de esta gran alegría: “El amor con el que el Padre ama al Hijo llega hasta nosotros y, por obra del Espíritu Santo, nos envuelve”; y además, nos invita a participar en ella: “¿Por qué no entramos también nosotros en este río de alegría?”.
Cartel DOMUND 2014
La sonrisa de unos jóvenes de diferentes razas sirve para expresar la alegría que brota del corazón. Sus miradas y sus manos entrelazadas reflejan que esa alegría nace de un corazón limpio y una fraternidad profunda. Es la fuerza contagiosa del amor, que descubren a cada paso quienes viven la experiencia de la misión.
Junto al lema, la palabra “DOMUND” evoca por sí sola la vida de entrega de los misioneros y nuestro deseo de ayudarles en su tarea. Y sobre un fondo morado, algunos signos evocan aspectos de la actividad misionera de la Iglesia. Facilitar la cooperación con esa labor es el objetivo de las Obras Misionales Pontificias.
Santo Evangelio según San Lucas 10,1-9. Memoria Liturgica: San Lucas, Evangelista
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Creo en Ti, Señor, aunque a veces no entienda muchas cosas que pasan en mi vida y a mi alrededor. Confío en Ti porque nunca me vas a fallar y en tus manos siempre estoy seguro. Te amo porque me he sentido mirado y amado por Ti. Te doy infinitas gracias por tu presencia constante en mi vida y las miles de formas en que actúas en ella cada día. Me entrego a Ti; jamás permitas que nada ni nadie me separe de Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según sanLucas 10,1-9
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: "La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos.
Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: "Que la paz reine en esta casa". Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: "Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios"".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¡Poneos en camino! Ésta es la invitación que me haces en este pasaje. Ponerse en camino implica mucho, implica salir de la comodidad, de las propias seguridades, de los planes personales. Significa sudor, ejercicio, cansancio. No es sencillo ponerse en camino y por ello me das indicaciones.
Detrás de los consejos que das encuentro una invitación a la confianza y al abandono en tus manos providentes. Ni alforja, ni túnica, ni sandalias, confiar en que Tú me irás dando lo que necesito. Nunca me mandas algo que no pueda realizar, por ello puedo confiar en Ti. Tú nunca me pides imposibles. Me pides confianza para desprenderme de todo y salir a anunciarte.
Ponerse en camino es el llamado a salir a evangelizar y compartir esa experiencia que tengo de Ti. Decirle al mundo que hay un Dios que los ama, que quiere lo mejor para ellos. Enseñarles que eres el Salvador, el Amigo, el Hermano. Mostrarles que no están solos, sino que Tú siempre los acompañas.
Ponerse en camino no es algo sólo para las misiones de Semana Santa o Navidad. Es salir a predicar en mi casa, en mi trabajo, en mi escuela, en mi universidad, entre mis amigos. Es salir del lugar de intimidad contigo y compartirte a los demás, a todos aquellos con los que me cruzo en el camino.
"Quien no se pone en camino, nunca conocerá la imagen de Dios, nunca encontrará el rostro de Dios. Los cristianos sentados, los cristianos quietos no conocerán el rostro de Dios: no lo conocen. Dicen: "Dios es así, así…", pero no lo conocen. Los quietos. Para caminar es necesaria esa inquietud que el mismo Dios ha puesto en el corazón y que te anima a buscarlo. Ponerse en camino es dejar que Dios o la vida nos pongan a prueba, ponerse en camino es arriesgar."
(Homilía de S.S. Francisco, 10 de febrero de 2015, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy ofreceré una decena del rosario por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El hombre es desgraciado porque no sabe que es feliz. ¡Eso es todo!
Un periodista pregunta a Ana María Matute, de la Real Academia Española:
¿Qué es para usted vivir mucho?
Ella responde:
Darte cuenta, tocar lo que vives en cada instante.
El buen fotógrafo capta lo instantáneo. La persona sabia es aquella que sabe vivir en cada instante. Así afirma Dostoyevski: “El hombre es desgraciado porque no sabe que es feliz. ¡Eso es todo! Si cualquiera llega a descubrirlo, será feliz de inmediato, en ese mismo minuto, en ese mismo instante”.
La vida te sonreirá , si se es capaz de descubrir esa sonrisa. Cada cosa tiene su belleza, tiene su alma. Para ello se necesita tiempo, y aprender a ver con los ojos del alma; entonces nacen deseos de disfrutar la vida. No se puede tomar la vida como una carrera, no es una competencia; La vida es un tesoro que hay que sorberlo en cada momento, que hay que compartido, es un soplo de eternidad que el Señor nos ha regalado. La vida es saber disfrutar y compartir el cariño inmenso que nos rodea, cuando estamos en familia, en el trabajo, en el campo, cuando sopla el viento y acaricia la lluvia. La vida es un eterno aprendizaje del amor.
“Alégrate de la vida porque te da la oportunidad de amar y trabajar y jugar y mirar a las estrellas” (Henry Van Dyke). Hay que vivir sin miedo a perder, pues “al que vive temiendo nunca le tendré por libre” (Horacio). Hay que vivir en el aquí y en el ahora, pues“algunos están dispuestos a cualquier cosa, menos a vivir aquí y ahora” (John Lennon).
“¿ Amas la vida ? Pues no malgastes el tiempo que es la tela de la vida” (Benjamín Franklin).Y quine no ama la vida , tendrá que amar a los otros, pues “amando a los demás descubriréis el sentido de la vida” ( Juan Pablo II). Cuando se tiene en la vida un porqué, se vive sin dificultad el cómo (F. W. Nietzsche). Y “cuando una persona planta árboles bajo los cuales sabe muy bien que nunca se sentará, ha empezado a descubrir el significado de la vida” ( Elton Trueblood). Cada día hay que empezar a vivirlo como si fuese el primero y el último. “Cada vida ha de tener sus espacios huecos, que el ideal ha de rellenar” (Julia Ward Howe).
La vida es breve, hay, pues, que aprender a vivir, a aprovecharla, para no tener que morir sin haber vivido, para no morir lentamente.
“Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee,
quien no escucha música,
quien no halla encanto en sí mismo.
muere lentamente
quien destruye su amor propio;
quien no se deja ayudar.
muere lentamente
quien se transforma en esclavo del hábito,
repitiendo todos los días los mismos senderos;
quien no cambia de rutina,
no se arriesga a vestir un nuevo color
o no conversa con quien desconoce.
Muere lentamente
quien evita una pasión
y su remolino de emociones;
aquellas que rescatan el brillo de los ojos
y los corazones decaídos.
Muere lentamente
quien no cambia la vida cuando está insatisfecho
con su trabajo, o su amor;
quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir tras de un sueño;
quien no se permite,
por lo menos una vez en la vida,
huir de los consejos sensatos...
¡Vive hoy!
¡Arriesga hoy!
¡Haz hoy!
BERGOGLIO CONDENA "LA MASACRE" DE MOGADISCIO, "UNA TIERRA MALTRATADA"
Francisco: "Jesús nos cogerá de la mano y nos dirá, 'Ven conmigo, álzate, resucita'"
"Nuestra civilización moderna trata de suprimir y disimular la muerte", denuncia el Papa
Jesús Bastante, 18 de octubre de 2017 a las 10:28
Francisco reflexionó sobre la esperanza y la muerte RD
Jesús ha iluminado el misterio de nuestra muerte, con su comportamiento nos autoriza a sentir dolor ante la pérdida de un ser querido, eso no es contrario a la esperanza (...) él lloró delante de la tumba de su amigo Lázaro
(Jesús Bastante).- "Todos somos pequeños, indefensos ante el Misterio de la Muerte. Pero ese día, Jesús nos tomará de la mano y nos dirá a nosotros, a cada uno de nosotros: 'Álzate, resucita'". La muerte y la esperanza fueron el eje de la catequesis del Papa Francisco durante la Audiencia General de este miércoles, que giró en torno al momento en que Jesús llora ante la muerte de su amigo Lázaro.
Día plomizo, frío, en Roma, que no impidió a decenas de miles de fieles acudieran a su cita semanal con Bergoglio. En los balcones centrales, aún colgaban los lienzos de los nuevos santos, entre ellos el escolapio Faustino Míguez. En sus palabras, Francisco reflexionó sobre el temor a la muertee en el mundo actual. "Nuestra civilización moderna trata de suprimir y disimular la muerte, hasta el punto de que cuando llega nadie está preparado, ni tiene tampoco los medios para darle un sentido", incidió.
Y es que, explicó, "la muerte es un misterio, que manifiesta la fugacidad de la vida, y nos enseña que nuestro orgullo, ira y odio, son sólo vanidad; que no amamos lo suficiente, que no buscamos lo esencial. Pero también nos indica que solamente el bien y el amor que sembramos mientras vivimos permanecen".
Frente a ello, "Jesús es el único capaz de iluminar el misterio de la muerte". Con sus palabras, con su vida, "nos enseña que sentir dolor ante la pérdida de un ser querido no va contra la esperanza. Jesús mismo, con su obediencia total al Padre, restaura el proyecto original de Dios y nos otorga vida en abundancia".
"En muchas ocasiones -improvisó Francisco-, he escuchado a ancianos decir 'la vida se me ha pasado como un soplo'. La muerte entra a menudo en nuestra vida". "Nuestra civilización trata de suprimir y disimular la muerte", denunció el Papa, quien recordó cómo el propio Jesús lloró ante la muerte de sus amigos.
"Jesús ha iluminado el misterio de nuestra muerte, con su comportamiento nos autoriza a sentir dolor ante la pérdida de un ser querido, eso no es contrario a la esperanza", añadió el Papa, quien señaló cómo incluso el hijo de Dios "lloró delante de la tumba del amigo Lázaro. Ahí sentimos a Jesús muy cercano, nuestro hermano".
Igual sucede con la hija de Jairo. "No tengas miedo, has tenido fe", dijo Jesús. "Tantas veces el hombre está tentado a reaccionar con rabia, pero estamos llamados a custodiar la pequeña llama que se esconde en nuestro corazón: la fe. No tengas miedo, por tanto, ten fe", recalcó. Porque, al final, como sucedió con Lázaro o con la hija de Jairo, Jesús dirá "Yo soy la Resurrección y la Vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá para siempre. Quien cree en mí, no morirá para siempre".
"¿Creemos esto?", preguntó, en varias ocasiones, Francisco, a los fieles presentes en San Pedro. "Es lo que Jesús nos repite a cada uno de nosotros, cuando la muerte viene a rompernos la vida" y nos coloca "ante el precipicio del miedo". "Pero Jesús nos dice 'Yo no soy la Muerte, Yo soy la Resurreción y la Vida'. ¿Creemos esto? Nosotros, que estamos en esta plaza, ¿creemos en esto?".
"Os invito a pensar en el momento de nuestra muerte", culminó Francisco. "Cada uno de nosotros, que piense en su propia muerte. Imaginad el momento, que vendrá, cuando Jesús nos cogerá de la mano y nos dirá: 'Ven, ven conmigo, álzate'. Ahí culminará la esperanza, y surgirá la realidad, la realidad de la Vida".
"Pensadlo bien -repitió-: Jesús mismo nos cogerá a cada uno de nosotros de la mano, con su ternura y su amor. Que cada uno repita en su corazón la palabra de Jesús: álzate, ven. Álzate, resucita. Esta es nuestra esperanza ante la muerte".
Condena al atentado de Mogadiscio
En su saludo en italiano, el Papa condenó con firmeza el atentado en Mogadiscio, que se ha cobrado más de 300 muertes. "Quisiera expresar mi pesar por la masacre ocurrida hace unos días en Mogadiscio, Somalia, que causó más de 300 muertes, incluidos algunos niños".
"Este acto terrorista -añadió- merece la más firme condena, y además ocurre en una población que ya ha sido probada en otras ocasiones. Oremos por los muertos y por los heridos, por sus familiares y por toda la población de Somalia. Rezo por la conversión de los violentos y animo a aquellos que, con gran dificultad, trabajan por la paz en esa tierra maltratada"
Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy quisiera poner en contraste la esperanza cristiana con la realidad de la muerte, una realidad que nuestra civilización moderna tiende siempre más a cancelar. Tanto así que, cuando la muerte llega, para quien nos está cerca o para nosotros mismos, no nos encontramos preparados, privados incluso de un "alfabeto" adecuado para esbozar palabras de sentido en relación a su misterio, que de todos modos permanece. Y sin embargo los primeros signos de civilización humana han transitado justamente a través de este enigma. Podríamos decir que el hombre ha nacido con el culto a los muertos.
Otras civilizaciones, antes de la nuestra, han tenido la valentía de mirarla en la cara. Era un acontecimiento narrado por los viejos a las nuevas generaciones, como una realidad ineludible que obligaba al hombre a vivir para algo de absoluto. Recita el salmo 90: «Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría» (v. 12). Contar los propios días como el corazón se hace sabio. Palabras que nos conducen a un sano realismo, expulsando el delirio de omnipotencia. ¿Qué cosa somos nosotros? Somos «casi nada», dice otro salmo (Cfr. 88,48); nuestros días transcurren velozmente: si viviéramos incluso cien años, al final nos parecerá que todo haya sido un soplo. Tantas veces yo he escuchado a los ancianos decir: "La vida se me ha pasado como un soplo". Así la muerte pone al desnudo nuestra vida. Nos hace descubrir que nuestros actos de orgullo, de ira y de odio eran vanidad: pura vanidad. Nos damos cuenta con tristeza de no haber amado lo suficiente y de no haber buscado lo que era esencial. Y, por el contrario, vemos lo que verdaderamente bueno hemos sembrado: los afectos por los cuales nos hemos sacrificado, y que ahora nos sujetan la mano. Jesús ha iluminado el misterio de nuestra muerte. Con su comportamiento, nos autoriza a sentirnos dolidos cuando una persona querida se va. Él se conmovió «profundamente» ante la tumba de su amigo Lázaro, y «lloró» (Jn 11,35). En esta actitud, sentimos a Jesús muy cerca, nuestro hermano. Él lloró por su amigo Lázaro. Y entonces Jesús pide al Padre, fuente de la vida, y ordena a Lázaro salir del sepulcro. Y así sucede. La esperanza cristiana recurre a esta actitud que Jesús asume contra la muerte humana: si ella está presente en la creación, pero ella es un signo que desfigura el diseño de amor de Dios, y el Salvador quiere sanarla.
En otro pasaje los evangelios narran de un padre que tenía una hija muy enferma, y se dirige con fe a Jesús para que la salve (Cfr. Mc 5,21-24.35-43). Y no existe una figura más conmovedora de aquella de un padre o de una madre con un hijo enfermo. Y enseguida Jesús se dirige con aquel hombre, que se llamaba Jairo. A cierto momento llega alguien de la casa de Jairo y le dice que la niña está muerta, y no hay más necesidad de molestar al Maestro. Pero Jesús dice a Jairo: «No temas, basta que creas» (Mc 5,36). Jesús sabe que este hombre está tentado de reaccionar con rabia y desesperación, porque ha muerto la niña, y le pide custodiar la pequeña llama que está encendida en su corazón: fe. "¡No temas, sólo ten fe!". "¡No tengas miedo, continúa solamente teniendo encendida esa llama!". Y después, llegados a la casa, despierta a la niña de la muerte y la restituirá viva a sus seres queridos. Jesús nos pone sobre esta "cima" de la fe. A Marta que llora por la desaparición del hermano Lázaro presenta la luz de un dogma: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá: y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?». (Jn 11,25-26). Es lo que Jesús repite a cada uno de nosotros, cada vez que la muerte viene a arrancar el tejido de la vida y de los afectos. Toda nuestra existencia se juega aquí, entre el lado de la fe y el precipicio del miedo. "Yo no soy la muerte, dice Jesús, yo soy la resurrección y la vida, ¿crees tú esto?, ¿crees tú esto?". Nosotros, que hoy estamos aquí en la Plaza, ¿creemos en esto?
Somos todos pequeños e indefensos ante el misterio de la muerte. ¡Pero, que gracia si en ese momento custodiamos en el corazón la llama de la fe! Jesús nos tomará de la mano, como tomó de la mano a la hija de Jairo, y repetirá todavía una vez: "Talitá kum", "¡Niña, levántate!" (Mc 5,41). Lo dirá a nosotros, a cada uno de nosotros: "¡Levántate, resurge!". Yo los invito, ahora, tal vez a cerrar los ojos y a pensar en aquel momento: de la nuestra muerte. Cada uno de nosotros piense a su propia muerte, y se imagine ese momento que llegará, cuando Jesús nos tomará de la mano y nos dirá: "Ven, ven conmigo, levántate". Ahí terminará la esperanza y será la realidad, la realidad de la vida. Piensen bien: Jesús mismo vendrá a cada uno de nosotros y nos tomará de la mano, con su ternura, su humildad, su amor. Y cada uno repita en su corazón la palabra de Jesús: "¡Levántate, ven. Levántate, ven. Levántate, resurge!". Esta es nuestra esperanza ante la muerte. Para quién cree, es una puerta que se abre completamente; para quién duda es un resquicio de luz que filtra de una puerta que no se ha cerrado del todo. Pero para todos nosotros será una gracia, cuando esta luz, del encuentro con Jesús, nos iluminará. Gracias.
Saludo del Papa en castellano:
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy reflexionamos sobre el contraste que existe entre la esperanza cristiana y la realidad de la muerte. Nuestra civilización moderna trata de suprimir y disimular la muerte, hasta el punto de que cuando llega nadie está preparado, ni tiene tampoco los medios para darle un sentido. La muerte es un misterio, manifiesta la fugacidad de la vida, nos enseña que nuestro orgullo, ira y odio, son sólo vanidad; que no amamos lo suficiente, que no buscamos lo esencial. Pero también nos indica que solamente el bien y el amor que sembramos mientras vivimos permanecen.
Como hemos escuchado en la lectura del evangelio, Jesús es el único capaz de iluminar el misterio de la muerte. Con su actuar nos enseña que sentir dolor ante la pérdida de un ser querido no es contrario a la esperanza. Su oración al Padre, Origen de la vida, nos revela que la muerte no forma parte de su designio amoroso, y que Jesús mismo, con su obediencia total al Padre, restaura el proyecto original de Dios y nos otorga vida en abundancia. En varios pasajes evangélicos, en que Jesús se confronta con la muerte, pide que no se tenga miedo ante ella, sino que se confíe en su palabra y se mantenga viva la llama de la fe. A la evidencia de la muerte, Jesús opone la luz de su potencia, que también extiende sobre cada uno de nosotros, pequeños e indefensos frente al enigma de la muerte, y nos asegura: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá».
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los provenientes de España y Latinoamérica. El Señor Jesús, única esperanza de la humanidad, nos conceda la gracia de mantener encendida la llama de la fe, y en el momento de nuestra muerte nos tome de la mano y nos diga: «¡Levántate!». Que Santa María, Madre de Dios, interceda por todos nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte. Así sea.