El que se pone de mi parte frente a los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte
- 21 Octubre 2017
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Evangelio según San Lucas 12,8-12.
Les aseguro que aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios.
Pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los ángeles de Dios.
Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir".
San Malco de Maronea
San Malco, monje
Conmemoración de san Malco, monje, del que san Jerónimo expuso por escrito el testimonio de su ascesis y de su vida en Maronea, cerca de Antioquía de Siria.
Los datos que poseemos sobre san Malco proceden de san Jerónimo, quien afirma haberlos oido de labios del propio santo. Hallándose en Antioquía, hacia el año 375, san Jerónimo visitó la ciudad de Maronia, que distaba unos cincuenta kilómetros, y conoció allí a un anciano muy piadoso llamado Malco (Malek). Interesado por lo que había oído contar sobre él, san Jerónimo interrogó personalmente a Malco, quien le refirió su historia. Había nacido en Nísibis y era hijo único. Desde muy joven, determinó consagrarse enteramente a Dios. Como se sintiese inclinado a casarse, huyó inmediatamente al desierto de Kalkis para reunirse con unos ermitaños. A los pocos años, se enteró de la muerte de su padre y pidió permiso a su abad para ir a consolar a su madre. El abad no vio con buenos ojos el proyecto y advirtió a Malco que se trataba de una sutil tentación del demonio. Malco insistió en que había heredado de su padre algún dinero con el que pensaba contribuir al ensanchamiento del monasterio, pero el abad, que era un hombre de Dios y sabía a qué atenerse, no se dejó persuadir y rogó a su joven discípulo que renunciase al proyecto. Sin embargo, Malco pensó que tenía el deber de ir a consolar a su madre y partió en contra de la voluntad de su abad.
La caravana en la que viajaba Malco fue atacada por los beduinos, entre Alepo y Edesa, y uno de los cabecillas lo tomó prisionero junto con una joven y condujo a ambos al corazón del desierto, más allá del Eufrates. Alli Malco se vio obligado a pastorear los rebaños del beduino, cosa que no le desagradaba. Naturalmente no le gustaba vivir entre gentiles, bajo el terrible sol del desierto al que no estaba acostumbrado. Pero, como él decía: «parecíame mi suerte muy semejante a la del santo Jacob y a la de Moisés, ya que ambos habían sido pastores en el desierto. Me alimentaba de dátiles, queso y leche. Oraba incesantemente en mi corazón y solía cantar los salmos que había aprendido entre los monjes». El amo de Malco, que estaba muy satisfecho con él, pues los esclavos no eran ordinariamente tan obedientes y fáciles de manejar como aquel prisionero, decidió buscarle una compañera. Un miembro de una tribu errante del desierto no podía comprender que un hombre determinase libremente permanecer célibe, ya que los jóvenes que aún no se habían casado, estaban obligados a vivir como criados en la tienda de otro hombre, puesto que únicamente las mujeres podían hacer los trabajos domésticos para atender a los hombres. Cuando el beduino ordenó a Malco que contrajese matrimonio con su compañera de cautiverio, éste se alarmó, dado que era monje y sabía que la joven era casada. Sin embargo, según parece, la joven no se oponía al proyecto. Pero cuando Malco declaró que estaba dispuesto a suicidarse antes que contraer matrimonio, la joven, herida en su amor propio (pues la naturaleza humana es siempre la misma a través de los siglos), le dijo que no tenía el menor interés por él y que podían simplemente fingir que estaban casados para complacer a su amo. Así lo hicieron, por más que la situación no satisfizo del todo a ninguno de los dos. Malco confesó a san Jerónimo: «Llegué a querer a esa mujer como a una hermana, pero sin poder tenerle la confianza que se tiene a una hermana».
Un día en que Malco se entretenía en observar un hormiguero, se le vino a la cabeza la idea de que la vida ordenada y laboriosa de los monjes se asemejaba mucho a la de una colonia de hormigas. Ese recuerdo le entristeció mucho, pues recordó cuán feliz había sido entre los monjes. Aquélla misma noche, al volver del pastoreo, dijo a su compañera que estaba decidido a huir. Ella, que quería también ir a reunirse con su marido, resolvió partir con Malco. Así pues, ambos huyeron juntos una noche, llevando sus provisiones en dos pellejas de cabra. Inflando las pellejas, consiguieron atravesar el Eufrates. Pero, al tercer día de marcha, divisaron a su amo y a otro hombre, que venían en su busca, jinetes en sendos camellos. Inmediatamente se escondieron cerca de la entrada de una caverna. El amo de Malco, imaginando que se habían refugiado allí, envió a su compañero a buscarlos. Como éste no volviese, el beduino penetró en la caverna y tampoco volvió a salir. ¡Cuál no sería el asombro de Malco y su compañera cuando vieron salir de la caverna una leona con su cachorro en el hocico y dentro encontraron a los dos beduinos muertos! Inmediatamente se apoderaron de los camellos y partieron con la mayor rapidez posible.
Al cabo de diez días, llegaron a un campamento romano en Mesopotamia. El capitán, a quien refirieron su historia, los envió a Edesa. San Malco retornó más tarde a su ermita de Kalkis y fue a terminar sus días en Maronia, donnde le conoció san Jerónimo. Su compañera de cautiverio no consiguió encontrar a su marido. Entonces, acordándose del amigo con el que había compartido tantas penas y que la había ayudado a escapar, fue a establecerse cerca de él, sin impedirle el servicio de Dios y de sus prójimos. Ambos murieron a edad muy avanzada.
En Acta Sanctorum, oct., vol. IX, puede verse el texto de san Jerónimo ampliamente comentado. Un monje de Canterbury, Reginaldo (quien falleció hacia 1110), compuso varios poemas sobre san Malco; cf. The Oxford Book of Medieval Latin Verse (1928), pp. 73-75, y p. 221, núm. 50. En Classical Bulletin, 1946 (Saint Louis, U.S.A.), pp. 31-60, puede verse el texto y una traducción inglesa. Dichos poemas son de poco valor histórico, ya que fueron compuestos probablemente con miras a la edificación.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Actas de los santos Carpo, Pápilo, Agatónica, y compañeros (tercer siglo), mártires Martirio de Carpo
“El que se pone de mi parte frente a los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte”
=============== Martirio de Carpo ===============
En tiempo del emperador Decio, Óptimo era procónsul de Pérgamo; el bienaventurado Carpo, obispo de Gados, y el diácono Papilo de Tiatira, confesores de Cristo los dos, comparecieron ante él, el procónsul dice a Carpo:
— ¿Cómo te llamas?
— Mi primer nombre, el más bello, es Cristiano. Mi nombre en el mundo es Carpo.
— Conoces, ¿no es cierto?, los edictos de los Césares que os obligan a sacrificar a los dioses, amos del mundo. Te mando acercarte y sacrificar.
— Soy cristiano. Adoro a Cristo, el Hijo de Dios, que ha venido a la tierra en los últimos tiempos para salvarnos y librarnos de los engaños del demonio. Así es que no voy a sacrificar a semejantes ídolos.
— Sacrifica a los dioses, tal como lo ordena el emperador.
— Que mueran los dioses que no han creado el cielo y la tierra.
— Sacrifica, el emperador lo quiere.
— Los vivos no sacrifican a los muertos.
— Así, según tú crees ¿los dioses son unos muertos?
— Perfectamente. Y mira como es: se parecen a los hombres, pero son inmóviles. Deja de cubrirlos de honores; puesto que no se mueven, los perros y los cuervos los cubrirán de desechos.
— Se trata de sacrificar… Ten piedad de ti mismo.
— Es por eso que he escogido la mejor parte.
Ante estas palabras el procónsul le hizo colgar… y desgarrar su cuerpo con la uñas de hierro…
=============== Martirio de Papilo ===============
Entonces el procónsul se giró hacia Papilo, para interrogarlo.
— ¿Eres tú de la clase de los notables?
— No.
— Entonces ¿qué eres tú?
— Soy un ciudadano
— ¿Tienes hijos?
— Muchos, gracias a Dios
Una voz desde la muchedumbre gritó: “Son los cristianos a quienes él llama sus hijos.”
— ¿Por qué me has mentido diciendo que tienes hijos?
— Constata que no miento, sino que digo la verdad: en todas las ciudades de la provincia tengo hijos según Dios
— Sacrifica o explícate.
— Sirvo a Dios desde mi juventud, jamás he sacrificado a los ídolos; yo mismo me ofrezco en sacrificio al Dios vivo y verdadero, que tiene poder sobre toda carne. He terminado, no tengo nada más que añadir.
Lo ataron también a él al caballete y fue desgarrado con las uñas de hierro. Tres equipos de verdugos se relevaban, sin que a Papilo se le escapara ningún gemido. Como un aguerrido atleta, miraba en silencio el furor de sus enemigos… El procónsul les condenó a ser quemados vivos… En el anfiteatro, los espectadores más próximos vieron que Carpo sonreía. Sorprendidos le preguntaron: “¿Por qué sonríes?”. El bienaventurado respondió: “Veo la gloria del Señor, y estoy lleno de gozo. Heme aquí libre desde ahora; ya no volveré a conocer vuestras miserias”…
=============== Martirio de Agatónica ===============
Una mujer que asistía al martirio, Agatónica, vio la gloria del Señor que Carpas decía haber contemplado. Comprendió que era un signo del cielo, y rápidamente gritó: “Este festín se ha preparado también para mí… Soy cristiana. Nunca he sacrificado a los demonios, sino solamente a Dios. Muy a gusto, si soy digna de ello, seguiré las pisadas de mis maestros, los santos. Es mi mayor deseo”… El procónsul le dijo: “Sacrifica, y no me obligues a condenarte al mismo suplicio”.
— Haz lo que te parezca bien. He venido a sufrir por el nombre de Cristo. Estoy dispuesta.
Al llegar al lugar del suplicio, Agatónica se quitó los vestidos y, muy gozosa, subió a la hoguera. Los espectadores estaban admirados de su belleza; y se lamentaban: “¡Qué inicuos juicios y qué decretos tan injustos!”. Cuando sintió que las llamas tocaban su cuerpo, grito por tres veces: “Señor, Señor, Señor, ven en mi ayuda. Es a ti a quien recurro”. Estas fueron sus últimas palabras.
Laura de Santa Catalina de Siena, Santa
Virgen y Fundadora, 21 de octubre
Fundadora
Martirologio Romano: En el lugar de Belencito, cerca de Medellín, en Colombia, Santa Laura de Santa Catalina de Siena Montoya y Upeguí, virgen, que, con notable suceso, se dedicó a anunciar el Evangelio entre los pueblos indígenas que aún desconocían la fe en Cristo y fundó la Congregación de las Hermanas Misioneras de María († 1949)
Etimología: Laura = Aquella que triunfa, viene de la lengua latina
Fecha de beatificación: 25 de abril de 2004, por el Beato Juan Pablo II.
Fecha de canonización: 12 de mayo de 2013, por el Papa Francisco.
Breve Biografía
La Madre Laura de Santa Catalina de Siena (Laura Montoya Upegui), estando aquí, en la Basílica de San Pedro en el mes de noviembre del año 1930, después de una viva oración eucarística escribe: «Tuve fuerte deseo de tener tres largas vidas: La una para dedicarla a la adoración, la otra para pasarla en las humillaciones y la tercera para las misiones; pero al ofrecerle al Señor estos imposibles deseos, me pareció demasiado poco una vida para las misiones y le ofrecí el deseo de tener un millón de vidas para sacrificarlas en las misiones entre infieles! Mas, ¡he quedado muy triste! y le he repetido mucho al Señor de mi alma esta saetilla: ¡Ay! Que yo me muero al ver que nada soy y que te quiero!».
Esta gran mujer que así escribe, la Madre Laura Montoya, maestra de misión en América Latina, servidora de la verdad y de la luz del Evangelio, nació en Jericó, Antioquia, pequeña población colombiana, el 26 de Mayo de 1874, en el hogar de Juan de la Cruz Montoya y Dolores Upegui, una familia profundamente cristiana. Recibió las aguas regeneradoras del Bautismo cuatro horas después de su nacimiento. El sacerdote le dio el nombre de María Laura de Jesús. Dos años tenía Laura cuando su padre fue asesinado, en cruenta guerra fratricida por defender la religión y la patria. Dejó a su esposa y sus tres hijos en orfandad y dura pobreza, a causa de la confiscación de los bienes por parte de sus enemigos. De labios de su madre, Laura aprendió a perdonar y a fortalecer su carácter con cristianos sentimientos.
Desde sus primeros años, su vida fue de incomprensiones y dolores. Supo lo que es sufrir como pobre huérfana, mendigando cariño entre sus mismos familiares. Aceptando con amor el sacrificio, fue dominando las dificultades del camino. La acción del Espíritu de Dios y la lectura espiritual especialmente de la Sagrada Escritura, la llevaron por los caminos de la oración contemplativa, penitencia y el deseo de hacerse religiosa en el claustro carmelitano. Tenía sed de Dios y quería ir a El “como bala de cañón ”.
Esta mujer admirable crece sin estudios, por las dificultades de pobreza e itinerancia a causa de su orfandad, hasta la edad de 16 años cuando ingresa en la Normal de Institutoras de Medellín, para ser maestra elemental y de esta manera ganarse el sustento diario. Sin embargo, llega a ser una erudita en su tiempo, una pedagoga connotada, formadora de cristianas generaciones, escritora castiza de alto vuelo y sabroso estilo, mística profunda por su experiencia de oración contemplativa.
En 1914, apoyada por monseñor Maximiliano Crespo, obispo de Santa Fe de Antioquia, funda una familia religiosa: Las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Sena, obra religiosa que rompe moldes y estructuras insuficientes para llevar a cabo su ideal misionero según lo expresa en su Autobiografía: Necesitaba mujeres intrépidas, valientes, inflamadas en el amor de Dios, que pudieran asimilar su vida a la de los pobres habitantes de la selva, para levantarlos hacia Dios
MAESTRA CATEQUISTA DE LOS INDIOS
Su profesión de maestra la llevó por varias poblaciones de Antioquia y luego al Colegio de La Inmaculada en Medellín. En su magisterio no se contenta con el saber humano sino que expone magistralmente la doctrina del Evangelio. Forma con la palabra y el ejemplo el corazón de sus discípulas, en el amor a la Eucaristía y en los valores cristianos. En un momento de su trayectoria como maestra, se siente llamada a realizar lo que ella llamaba “la Obra de los indios”: En 1907 estando en la población de Marinilla, escribe: “me vi en Dios y como que me arropaba con su paternidad haciéndome madre, del modo más intenso, de los infieles. Me dolían como verdaderos hijos”. Este fuego de amor la impulsa a un trabajo heroico al servicio de los indígenas de las selvas de América.
Busca recursos humanos, fomenta el celo misionero entre sus discípulas, escoge cinco compañeras a quienes prende el fuego apostólico de su propia alma. Aceptando de antemano los sacrificios, humillaciones, pruebas y contradicciones que se ven venir, acompañadas por su madre Doloritas Upegui, el grupo de “Misioneras catequistas de los indios” sale de Medellín hacia Dabeiba el 5 de Mayo de 1914. Parten hacia lo desconocido, para abrirse paso en la tupida selva. Van, no con la fuerza de las armas, sino con la debilidad femenina apoyada en el Crucifijo y sostenida por un gran amor a María la Madre y Maestra de esta Obra misionera. “Ella, la Señora Inmaculada me atrajo de tal modo, que ya me es imposible pensar siquiera en que no sea Ella como el centro de mi vida”. La celda carmelitana, objeto de sus ansias en el tiempo de su juventud, le pareció demasiado fría ante aquellas selvas pobladas de seres humanos sumidos en la infidelidad, pero amados tiernamente por Dios. “Siento la suprema impotencia de mi nada y el supremo dolor de verte desconocido, como un peso que me agobia”.
Comprende la dignidad humana y la vocación divina del indígena. Quiere insertarse en su cultura, vivir como ellos en pobreza, sencillez y humildad y de esta manera derribar el muro de discriminación racial que mantenían algunos líderes civiles y religiosos de su tiempo. La solidez de su virtud fue probada y purificada por la incomprensión y el desprecio de los que la rodeaban, por los prejuicios y las acusaciones de algunos prelados de la iglesia que no comprendieron en su momento, aquel estilo de ser “religiosas cabras”, según su expresión, llevadas por el anhelo de extender la fe y el conocimiento de Dios hasta los más remotos e inaccesibles lugares, brindando una catequesis vivencial del Evangelio. Su Obra misionera rompió esquemas, para lanzar a la mujer como misionera en la vanguardia de la evangelización en América latina. El quemante “SITIO”- Tengo sed- de Cristo en la Cruz , la impulsa a saciar esta sed del crucificado :”¡Cuánta sed tengo! ¡Sed de saciar la vuestra Señor! Al comulgar nos hemos juntado dos sedientos: Vos de la gloria de vuestro Padre y yo de la de vuestro corazón Eucarístico! Vos de venir a mí, y yo de ir a Vos”
Mujer de avanzada, elige como celda la selva enmarañada y como sagrario la naturaleza andina, los bosques y cañadas, la exuberante vegetación en donde encuentra a Dios. Escribe a las Hermanas: ”No tienen sagrario pero tienen naturaleza; aunque la presencia de Dios es distinta, en las dos partes está y el amor debe saber buscarlo y hallarlo en donde quiera que se encuentre.”
Redacta para ellas las “Voces Místicas”, inspirada en la contemplación de la naturaleza, y otros libros como el Directorio o guía de perfección, que ayudan a las Hermanas a vivir en armonía entre la vida apostólica y la contemplativa. Su Autobiografía es su obra cumbre, libro de confidencias íntimas, experiencia de sus angustias, desolaciones e ideales, vibraciones de su alma al contacto con la divinidad, vivencias de su lucha titánica por llevar a cabo su vocación misionera. Allí muestra su “pedagogía del amor”, pedagogía acomodada a la mente del indígena, que le permite adentrarse en la cultura y el corazón del indio y del negro de nuestro continente.
La Madre Laura centra su Eclesiología en el amor y la obediencia a la Iglesia. Vive para la Iglesia a quien ama entrañablemente, y para extender sus fronteras no mide dificultades, sacrificios, humillaciones y calumnias.
Esta infatigable misionera, pasó nueve años en silla de ruedas sin dejar su apostolado de la palabra y de la pluma. Después de una larga y penosa agonía, murió en Medellín el 21 de octubre de 1949. A su muerte dejó extendida su Congregación de Misioneras en 90 casas distribuidas en tres países, con un número de 467 religiosas. En la actualidad las Misioneras trabajan en 19 países distribuidas en América, África y Europa.
Por todo lo que vivió hizo y significo la Madre Laura en su época y por todo lo que seguirá significando para la sociedad, la Congregación y la Iglesia, hoy la Congregación por ella fundada se llena de alegría al ver concretizado y culminado su proceso de Beatificación, abierto el 4 de julio de 1963, en la capilla de la Curia Arquidiocesana de Medellín, en el cual se nombró el tribunal eclesiástico para buscar diligentemente los escritos de la Sierva de Dios Laura Montoya Upegui, instruir el proceso informativo sobre su fama de santidad, virtudes en general y posibles milagros realizados por la Sierva de Dios. Hoy este proceso que duro cuarenta años ha llegado a su culminación, cuando el 25 de abril de 2004, S.S. Juan Pablo II la proclamara beata de la Iglesia.
Reproducido con autorización de Vatican.va
Canonización S.S. Benedicto XVI firmó el 20 de diciembre de 2012 el decreto con el cual se reconocía un milagro gracias a la intercesión de la entonces Beata Laura de Santa Catalina de Siena, lo cual permitió la canonizacion de quien pasó así a ser la primera colombiana en llegar a la gloria de los altares de la Iglesia Católica.
El milagro realizado por intercesión de la hasta entonces beata fue la curación del Dr. Carlos Eduardo Restrepo quien se encontraba convaleciente y que, aquejado por una especie de lupus, daño renal y una atrofia muscular, se encomendó una noche a ella y amaneció completamente curado.
Esa noche, el Dr. Restrepo recuerda que "le dije: ‘madre Laura, si me saca de estas, yo me encargo de contarle al mundo su milagro para que la eleven a los altares’".
"Tengo una laguna. No sé si tuve una experiencia extracorpórea o si lo imaginé, o si fue el subconsciente, pero cuando me encomendé a la beata sentí una paz maravillosa", dijo.
El médico sanado por la intercesión de la santa colombiana expresó: "si esto no es un milagro, entonces qué es... Cuando sabes que no tienes ninguna posibilidad y quedas intacto, entonces es un milagro", señaló.
Fidelidad y coherencia
Santo Evangelio según San Lucas 12, 8-12. Sábado XXVIII del tiempo ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, enséñame a no juzgar a los demás sino a tener una palabra de consuelo y de perdón para todos.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy en día parece que la Iglesia comete más errores de los que cometía antes. Hoy los sacerdotes parecen no ser tan santos como lo eran antes. Hoy el catolicismo parece no tener la fuerza que tenía antes. Y podríamos continuar una lista de características negativas que se refieren a la vivencia de nuestra fe en el mundo actual.
¿Pero, los problemas en la vida se resuelven tan solo lamentándose y quejándose de ellos?Evidentemente no, pero como podemos contribuir si a veces somos tan ajenos a esos ambientes y solo prestamos atención y creemos en la información que nos llega por los medios de comunicación. Este pasaje del Evangelio nos muestra la actitud que tenemos que tener ante las necesidades, sobre todo en lo referente a la vivencia de nuestra fe.
Hay mucha necesidad de testigos coherentes en nuestra Iglesia. Hoy, Cristo, verdaderamente quiere necesitarnos para que lo defendamos ante los hombres. Es su Cuerpo Místico el que esta lacerado y ultrajado, por ello cuando uno de sus miembros sufre todo el cuerpo sufre.
Debemos aprender a amar nuestra Iglesia y tener la consciencia de que cuando la criticamos o simplemente no la ayudamos, es al mismo Cristo a quien le damos la espalda.No es indiferente, para Dios y para los demás, lo que hagamos o dejemos de hacer por la Iglesia y sus miembros.
Oh, Virgen prudentísima, María madre de la Iglesia, concédenos un amor muy grande por el santo Padre el Papa y ayúdanos a ser verdaderos hijos de Dios: amorosos, coherentes y entregados a nuestra vocación.
La Iglesia necesita santos de todos los días, los de la vida ordinaria, llevada adelante con coherencia; pero también aquellos que tienen el valor de aceptar la gracia de ser testigos hasta el final, hasta la muerte. Todos aquellos son la sangre viva de la Iglesia. Son los testigos que llevan adelante la Iglesia; aquellos que demuestran que Jesús ha resucitado, que Jesús está vivo, y lo demuestran con la coherencia de vida y con la fuerza del Espíritu Santo que han recibido como don.
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de abril 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscare pasar un rato de adoración ante el Santísimo sacramento, pidiendo especialmente por la fidelidad y coherencia de todos los miembros de la Iglesia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino! Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El arrepentimiento o contrición es indispensable para recibir el perdón de Dios.
El único pecado que no tiene perdón es el pecado contra el Espíritu Santo. ¿Y en qué consiste este pecado? Consiste en cerrarse de mente y de corazón a la acción del Espíritu Santo (cfr. Lc. 12, 10). Y no se perdona, porque al no dejarse la persona influir por el Espíritu Santo, no puede arrepentirse, y sin arrepentimiento no puede haber perdón. En realidad el pecado contra el Espíritu Santo es el rechazo a la gracia de Dios y al arrepentimiento final: es el rechazo a Dios inclusive hasta el momento de la muerte.
El arrepentimiento o contrición es indispensable para recibir el perdón de Dios. Así define la contrición el Catecismo de la Iglesia Católica: “un dolor del alma y una detestación del pecado cometido con la resolución de no volver a pecar”. (CIC #1451)
Existe la “contrición perfecta”, que es un regalo del Espíritu Santo y consiste en optar por Dios y rechazar el pecado, porque preferimos a Dios más que a cualquier otra cosa. La “contrición perfecta” brota, entonces, del amor a Dios sobre todas las cosas. Este tipo de arrepentimiento perdona las faltas veniales y obtiene también el perdón de los pecados mortales, siempre y cuando tengamos la firme resolución de confesar esos pecados graves en el Sacramento de la Confesión enseguida que nos sea posible. (cfr. Caatecismo de la Iglesia Católica #1452)
Existe además la “contrición imperfecta” o “atrición”, también impulso del Espíritu Santo, por la cual nos arrepentimos de nuestros pecados debido al temor a la condenación eterna o porque podemos apreciar la fealdad del mismo pecado. Este tipo de arrepentimiento, aunque imperfecto, es suficiente para obtener el perdón de pecados mortales o veniales en el Sacramento de la Confesión. (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica #1453)
Sobre si el suicidio se perdona, he aquí lo que dice el Catecismo de la Iglesia al respecto: “No se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado, por caminos que El solo conoce, la ocasión de un arrepentimiento salvador. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida”. (Catecismo de la Iglesia Católica #2283)
Sólo Dios es dueño de cada vida humana. No podemos disponer de nuestra vida y de la de los demás según nuestros deseos y criterios. El mandamiento “No matar” se aplica a la muerte a uno mismo y a la muerte a los demás, incluyendo a los bebés que están aun en el vientre de su madre y desde el primer instante de su concepción, por lo que el aborto, en cualquier momento del embarazo también es un pecado grave. Otro pecado contra la vida es la eutanasia o asesinato misericordioso, que consiste en acabar con la vida de un enfermo terminal. Nadie tiene derecho, ni el enfermo, ni los médicos en decidir el momento de la muerte, por lo que el llamado “suicidio asistido” también es un pecado grave en el que está comprometido también el que colabora en suspender una vida humana.
Ahora bien, por más graves que sean estos pecados contra la vida, todos tienen perdón de Dios si se cumple con el debido arrepentimiento y, para los católicos, con la Confesión.
Domund, domingo mundial de las misiones
El objetivo del Domund es hacer visible la dimensión universal de la misión de la Iglesia y mover el corazón de todos para compartir la fe y la caridad con las Iglesias más pobres.
El Domund es el nombre con el que se conoce a la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra anualmente en la Iglesia universal, el penúltimo domingo de octubre. El objetivo del Domund es hacer visible la dimensión universal de la misión de la Iglesia y mover el corazón de todos para compartir la fe y la caridad con las Iglesias más pobres. Este año la Jornada del Domund tiene como lema Se valiente, la misión te espera.
Un poco de historia
En 1926 el papa Pío XI estableció que el penúltimo domingo de octubre fuera para toda la Iglesia el Domingo Mundial de las Misiones, en favor de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe; un día para mover a los católicos a amar y apoyar la causa misionera.
Desde 1943, esta «fiesta de la catolicidad y de la solidaridad universal» se conoce como Domund (de “DOmingo MUNDial”). Este nombre ha ayudado a identificar y difundir aún más esta Jornada, de modo que su mensaje —una llamada de atención sobre la común responsabilidad de todos los cristianos en la evangelización del mundo— ha calado en la profunda sensibilidad y tradición misionera de nuestro país.
Obras Misionales Pontificias
La organización de esta Jornada Mundial está confiada por el Papa a las Obras Misionales Pontificias (OMP) de cada país.
Gracias a los donativos del Domund, la Congregación para la Evangelización de los Pueblos atiende, a través de OMP, las necesidades de los 1.113 territorios de misión.
Una nota sobresaliente de la colecta del Domund es la reciprocidad. Todas las Iglesias ayudan a todas las Iglesias. Las pobres aportan menos económicamente y las ricas más, pero todas tienen algo que dar y algo que recibir.
Además de la ayuda material, es fundamental la oración por la misión. Los misioneros cuentan con la oración de toda la Iglesia. El Domund es una ocasión privilegiada para volver la mirada con gratitud a los cerca de 13.000 misioneros españoles que se encuentran en los territorios de misión.
Los territorios de misión
Los territorios de misión son los lugares donde el Evangelio ha llegado más recientemente y donde, por tanto, la Iglesia está aún consolidándose. El 37% de la Iglesia universal la constituyen estos territorios, dependientes de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que se sirve de las OMP para dotarles de los recursos humanos y económicos fundamentales. Las necesidades son ingentes, teniendo en cuenta que el 46,92% de la humanidad y el 21,56 % de católicos viven en estos territorios.
Iglesia en la geografía misionera:
? Casi 27.000 instituciones sociales y más de 119.000 educativas
? Cerca de 5.000.000 de bautismos
? 274.383.065 católicos
? 88.138 sacerdotes
Domund 2017
El Domund 2017 tendrá lugar el domingo 22 de octubre. La Santa Sede pide realizar en las misas de ese día una colecta para las misiones. Así, además de rezar por la misión, se ofrece la oportunidad de llevar a cabo un gesto solidario de ayuda material.
Las colectas realizadas, canalizadas por las 130 OMP del mundo, pasan a formar parte del Fondo Universal de Solidaridad, con el que se atienden los proyectos de la Iglesia misionera
El lema elegido para el Domund 2017 es “Sé valiente, la misión te espera”. Los misioneros son un modelo para todos los cristianos y para la sociedad actual. Su valentía consiste en confiar en el Señor, como lo hacen los pobres con los que viven, que saben superar las dificultades desde esta confianza.
A qué se destina la ayuda económica
La ayuda llegó a 176 diócesis de 37 países, en 4 continentes con un total de 658 proyectos, de los cuales 92 son destinados a catequistas, 293 a construcción y reforma de edificios, 11 a la compra de vehículos y medios de locomoción para misioneros y agentes de pastoral, 25 a equipamientos de locales parroquiales, 16 a comunicación, 49 a pastoral y 172 a gastos ordinarios de las diócesis
Cómo colaborar
La ayuda económica es vital para la supervivencia de los territorios de misión.
Pero son tres los modos de colaborar con las misiones y los misioneros, accesibles para todos. Los tres modos son necesarios y sirven para ayudar eficazmente a la misión universal de la Iglesia.
Cooperación Personal. Es la forma de colaboración que realizan los misioneros enviados por la Iglesia a todo el mundo. También es de gran valor la ayuda de los colaboradores y voluntarios misioneros, que dedican su tiempo a informar y sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad de la ayuda misionera. ¿Quieres ser uno de ellos?
Cooperación Espiritual. Es la colaboración de todos los fieles al escuchar y meditar la Palabra de Dios, y al rezar por los misioneros. La oración es el don y la fuerza que necesita la Iglesia para desarrollar la labor misionera cada día. Ayúdanos y reza por nosotros
Cooperación Material. Es la colaboración económica de quienes comparten lo que tienen. A través de diversas campañas mundiales en favor de las misiones, es posible el funcionamiento y desarrollo de los territorios de misión, para llevar a cabo proyectos sociales y de evangelización. Si quieres, tú también puedes colaborar
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre
La voluntad desenfrenada de diluir la indisolubilidad del matrimonio es algo grotesco
El cardenal alemán Paul Josef Cordes, presidente emérito del Consejo Pontificio Cor Unum, es uno de los once cardenales que han colaborado en el libro «Matrimonio e famiglia», que fue lanzado al mercado -a finales de septiembre de 2015- por la editorial «Cantagalli». La contribución del purpurado alemán tiene un título que recuerda a un discurso de Bendicto XVI de 2009 en la plenaria de la Congregación por el Clero, cuando exhortaba a los pastores «a la comunión con la ininterrumpida Tradición eclesial, sin censuras ni tentación de discontinuidad».
En su intervención el cardenal Cordes se ocupa en particular del tema que tanto ha movido el debate sinodal y que hace referencia al posible acceso de los divorciados vueltos a casar a la eucaristía. Un tema que, parafraseando el título, corre realmente el riesgo de generar «censura y discontinuidad» en el sínodo que está por comenzar.
De este tema se habló también el pasado 30 de septiembre en Roma, en la conferencia internacional «permanecer en la unidad de Cristo» co-organizada por «La Nuova Bussola Quotidiana».
Eminencia, a propósito de los divorciados vueltos a casar, la Iglesia alemana desde hace tiempo se esfuerza por resolver el problema. En el sínodo de las diócesis de la República Federal Alemana de 1972-1975 se buscaba la «escapatoria de la misericordia». ¿Qué puede enseñar la historia a la iglesia alemana hoy?
Como en aquel periodo yo era el referente de la sección pastoral en la secretaría de la Conferencia Episcopal Alemana, tengo bien presente lo que ha sucedido. La Plenaria del Sínodo durante las consultas sobre el tema «matrimonio y familia» había formulado un voto: preguntar a la Santa Sede la posibilidad del acceso de los divorciados vueltos a casar a los sacramentos.
Una comisión de obispos y profesores universitarios progresistas debían formular ese voto. Yo era secretario de la comisión. Hemos discutido varias veces el tema, pero no éramos capaces de producir un texto que fuese presentable: si las formulaciones del Nuevo Testamento y de los Concilios debían permanecer vinculantes para nosotros, no se habría encontrado ninguna «escapatoria de la misericordia».
Además, teníamos escrúpulos: ¿qué consecuencias habría provocado en los matrimonios en crisis una nueva disciplina pastoral, que habría permitido a los divorciados vueltos a casar el acceso a la Comunión? ¿No habría acabado por debilitar la voluntad de mantenerse fieles en los momentos de tensión conyugal?
Los signos de los tiempos no son fuentes de fe
El obispo de Osnabruk, monseñor Franz-Josef Bode, en la plenaria de la Conferencia Episcopal Alemana en febrero de 2015 habló de la necesidad de «un cambio de paradigma». En la pastoral familiar, según Bode, se debería prestar atención a los así llamados «signos de los tiempos» ¿La vida y la historia como fuente de la fe?
La tentativa de armonizar la experiencia de vida del hombre con la fe, es motivada sin duda de una gran intuición pastoral. De todos modos el cuidado pastoral se pervierte en una ilusión ruinosa, si de «los signos de los tiempos» vienen deducidos contenidos de fe.
Durante la elaboración de la constitución La Iglesia y el mundo contemporáneo del Vaticano II (Gs) este aspecto ocupó a los padres conciliares, y el teólogo conciliar Joseph Ratzinger informa en modo detallado la negativa de una tal teoría teológica.
La discusión giraba alrededor de la importancia en términos de fe del fenómeno social y eclesial y se paraba sobre la expresión bíblica «signos de los tiempos»: ¿vemos u oímos en estos signos la indicación o la voz de Dios? ¿Podemos interpretarlos como verdad teológica?
Posteriormente en las discusiones vino rechazado categóricamente trazar estos «signos de los tiempos» en la vida de los hombres como «fuente de la fe» - como había estado inicialmente formulado en Gs nr 11. Más bien era necesario discernir tales signos.
De este modo los padres conciliares explicaban que los nuevos eventos y necesidades de los cristianos que se presentaban servían a los pastores de la Iglesia como impulso, y debían ser leídos a la luz de la fe, probados y era necesario responderlos a partir de la verdad de la Revelación.
Los padres han excluido a propósito el cortocircuito penoso, según el cual un fenómeno que desafía a la Iglesia se convertiría ya por sí mismo en una fuente de la fe (locus theologicus); esto ha sido explicado por ellos de un modo profundo.
A este propósito se puede recordar que Joseph Ratzinger describe de modo detallado, cómo los padres conciliares han afrontado esta cuestión en el comentario al nr 11 de la constitución Gs, en el Lexikon für Theologie und Kirche (XIII, Freiburg 1968). Por otra parte la misma constitución del concilio sobre la «Divina Revelación» no deja ninguna duda sobre el hecho que la Iglesia católica debe su fe sólo a la Sagrada Escritura y a la enseñanza de la Iglesia (Cfr. H. de Lubac, Die göttliche Offenbarung, Einsiedeln 2001, 140 ss.).
La Palabra de Dios, interpretada por la enseñanza de la Iglesia católica, es por tanto la piedra, que da a la Iglesia el fundamento seguro (cfr. Lc 6,47 ss.). La así llamada ortopraxis o la «mística del pueblo» están siempre embebidas del «espíritu del mundo» (cfr. Rm 12,2) y oscurecen la verdad de la fe.»
Leyendo su contribución en el libro de los once cardenales impacta el título de un párrafo: «grosería». Perdóneme la pregunta ¿pero a quién y a qué se refiere?
El sentido exacto de la palabra italiana «grosería» [en italiano «scurrilità»] no me es familiar. En alemán llamamos «skurill» a lo que es extraño y grotesco.
La voluntad desenfrenada de diluir la indisolubilidad del matrimonio seduce también a profesores universitarios a proferir abstrusidades (conceptos absurdos) teológicas. Querría demostralo con dos citas. Las he encontrado en un volumen publicado por Herler- Verlag (G. Augutin/I. Proft (Hg.), Ehe und Familie. Wege zum Gelingen aus katholischer Perspektive, Freiburg 2014).
En una contribución el ordinario de una facultad católica está a favor de un segundo matrimonio después del divorcio, con motivo de la «sacramentalidad generativa, que quita el límite al sacramento del matrimonio. El primer matrimonio sacramental continúa existiendo, pero la ruptura activa no demuele el carácter indestructible de la promesa de fidelidad de Dios, pero mete en acción nuevamente su promesa...»(391).
¡Con esta especulación el «segundo matrimonio» viene interpretado como una específica fuente de gracia! Otro enseñante universitario utiliza un pasaje del Apóstol de los gentiles a los Corintios, para admitir la posibilidad de la recepción indigna del Cuerpo de Cristo.
Mientras Pablo empuja a examinarse a sí mismos amenazando de lo contrario con el castigo - «Porque quien come y bebe sin reconocer el Cuerpo del Señor come y bebe su propia condena. Es por esto que entre vosotros hay muchos enfermos y un buen número están muertos» (1 Cor. 11,29 ss). El profesor da la vuelta al sentido del apóstol, haciéndole decir que aconseja la Comunión indigna, porque esta «no lleva a la condena, sino a la salvación» (418). ¡Realmente una interpretación sorprendente!»