Dios, el huésped de nuestra alma

Evangelio según San Lucas 19,1-10. 

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad.

Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. 

El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. 

Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. 

Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa". 
Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. 

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador". 

Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más". 

Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, 
porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido". 

Presentación de santa María Virgen – Memoria

Memoria de la Presentación de santa María Virgen. Al día siguiente de la dedicación de la basílica de Santa María la Nueva, construida junto al muro del antiguo templo de Jerusalén, se celebra la dedicación que de sí misma hizo a Dios la futura Madre del Señor, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su Concepción Inmaculada.

Lecturas de la memoria

Lectura del libro de Zacarías 2, 14-17

Grita de júbilo y alégrate, hija de Sión:
porque yo vengo a habitar en medio de ti
-oráculo del Señor-.
Aquel día, muchas naciones se unirán al Señor:
ellas serán un pueblo para él
y habitarán en medio de ti.
¡Así sabrás que me ha enviado a ti
el Señor de los ejércitos!
El Señor tendrá a Judá como herencia,
como su parte en la Tierra santa,
y elegirá de nuevo a Jerusalén.
¡Que callen todos los hombres delante del Señor,
porque él surge de su santa Morada!

Salmo Lc 1, 46-55

Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador.

Porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es santo! 

Su misericordia se extiende de generación en generación
sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo,
dispersó a los soberbios de corazón.

Derribó a los poderosos de su trono
y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.

Socorrió a Israel, su servidor,
acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.

Evangelio según san Mateo 12, 46-50

Jesús estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con Él. Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte».

Jesús le respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».

Comentario del Evangelio por
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia

Sermón 25 sobre San Mateo; PL 46, 937

“Éste es mi hermano, mi hermana, mi madre”

Os suplico que prestéis atención a lo que dijo Cristo, el Señor, extendiendo la mano hacia sus discípulos: “Estos son mi madre y mis hermanos”. Y seguidamente: “El que cumple la voluntad de mi Padre que me ha enviado, éste es mi hermano, mi hermana, mi madre”. ¿Por ventura no cumplió la voluntad del Padre la Virgen María, ella que dio fe al mensaje divino, que concibió por su fe, que fue elegida para que de ella naciera entre los hombres el que había de ser nuestra salvación, que fue creada por Cristo antes que Cristo fuera creado en ella? Ciertamente, cumplió Santa María, con toda perfección la voluntad del Padre y, por esto, es más importante su condición de discípula de Cristo que la de Madre de Cristo, es más dichosa por ser discípula de Cristo que por ser madre de Cristo. Por esto, María fue bienaventurada, porque, antes de dar a luz a su maestro, lo llevó en su seno...

¡María fue santa, María fue dichosa! Pero más importante es la Iglesia que la misma Virgen María. ¿Por qué? Porque María es parte de la Iglesia, un miembro santo, un miembro excelente, un miembro supereminente, pero un miembro de la totalidad del cuerpo... Por tanto, amadísimos hermanos, prestad atención a vosotros mismos: también vosotros sois miembros de Cristo, cuerpo de Cristo (1 Co 12,27). ¿Cómo lo sois? Poned atención a lo que el mismo Cristo dice: “Estos son mi madre y mis hermanos “ ¿Cómo seréis madre de Cristo? “El que escucha y cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre”.

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«Los meses se sucedían para la niña. Y, cuando llegó a la edad de dos años, Joaquín dijo: Llevémosla al templo del Señor, para cumplir la promesa que le hemos hecho, no sea que [Dios] nos la reclame, y rechace nuestra ofrenda. Y Ana respondió: Esperemos al tercer año, a fin de que la niña no nos eche de menos. Y Joaquín repuso: Esperemos.

Y, cuando la niña llegó a la edad de tres años, Joaquín dijo: Llamad a las hijas de los hebreos que estén sin mancilla, y que tome cada cual una lámpara, y que estas lámparas se enciendan, para que la niña no vuelva atrás, y para que su corazón no se fije en nada que esté fuera del templo del Señor. Y ellas hicieron lo que se les mandaba, hasta el momento en que subieron al templo del Señor. Y el Gran Sacerdote recibió a la niña, y, abrazándola, la bendijo, y exclamó: El Señor ha glorificado tu nombre en todas las generaciones. Y en ti, hasta el último día, el Señor hará ver la redención por Él concedida a los hijos de Israel.

E hizo sentarse a la niña en la tercera grada del altar, y el Señor envió su gracia sobre ella, y ella danzó sobre sus pies y toda la casa de Israel la amó.
Y sus padres salieron del templo llenos de admiración, y glorificando al Omnipotente, porque la niña no se había vuelto atrás. Y María permaneció en el templo del Señor, nutriéndose como una paloma, y recibía su alimento de manos de un ángel.

Y, cuando llegó a la edad de doce años, los sacerdotes se congregaron, y dijeron: He aquí que María ha llegado a la edad de doce años en el templo del Señor. ¿Qué medida tomaremos con ella, para que no mancille el santuario? Y dijeron al Gran Sacerdote: Tú, que estás encargado del altar, entra y ruega por María, y hagamos lo que te revele el Señor.

Y el Gran Sacerdote, poniéndose su traje de doce campanillas, entró en el Santo de los Santos, y rogó por María. Y he aquí que un ángel del Señor se le apareció, diciéndole: Zacarías, Zacarías, sal y reúne a todos los viudos del pueblo, y que éstos vengan cada cual con una vara, y aquel a quien el Señor envíe un prodigio, de aquel será María la esposa. Y los heraldos salieron, y recorrieron todo el país de Judea, y la trompeta del Señor resonó, y todos los viudos acudieron a su llamada...»

De esta manera cuenta el llamado «Protoevangelio de Santiago» (caps. 7-8) -un escrito cristiano del siglo II, perteneciente al grupo de los llamados «apócrifos»- la «presentación de María en el templo», tradición piadosa en la que se inspira la escena que conmemoramos hoy.

¿Fue presentada María en el Templo de Jerusalén? Seguramente, como todo hijo e hija era presentado a Dios y se ofrecía por él/ella un tributo a Dios, tanto para agradecer el buen nacimiento como para invocar protección sobre el vástago. Ahora bien, en qué consistía en concreto el rito de «presentación», no han quedado testimonios, y desde luego que la presentación de María tal cual la cuenta el «Protoevangelio de Santiago» es legendaria. Sin embargo se hace eco de la fe profunda de la Iglesia ya desde sus primeros instantes: aunque en su familia y en su pueblo no lo hayan visto, María venía siendo «preparada» como nueva Arca de la nueva Alianza desde toda la eternidad; y eso es a lo que la leyenda, en definitiva, apunta: a poner en evidencia que el papel de María en la historia de la salvación no es casual ni azaroso, ni tampoco el fruto de una decisión momentánea.

Así como habrá sorprendido a María verse envuelta por el anuncio angélico, así también es cierto que toda su vida era un recto y firme encaminarse hacia una fidelidad plena y absoluta, hacia una completa disposición a quien la había elegido desde toda la eternidad para que se realizara en ella un misterio que recién terminará de comprender -como Iglesia y como figura de la Iglesia que ella misma es- con la luz del Espíritu Santo en Pentecostés. 

Un hermoso detalle de la escena que me gustaría destacar es que María se alimenta «de manos de un ángel»; no podemos dejar de recordar la expresión del salmo 77: «y el hombre comió pan de ángeles», que aunque se refiere al maná, el cristianismo lo ha entendido desde siempre como figura de la Eucaristía; María sería así la primera en comer del «pan de angeles» que traerá su Hijo. 

Por más que, desde luego, todos estos pensamientos sobre María sean muy simbólicos, muy poéticos y muy agradables, no debemos sin embargo olvidar que no tenemos ninguna clase de fuente fidedigna para conocer la prehistoria de Jesús (e incluso muchos aspectos de su historia cotidiana); por ello el nuevo Martirologio quiere dejar bien explícito que el motivo de esta fiesta se relaciona más con una realidad cultual y de la vida concreta cristiana que con leyendas piadosas: es en definitiva la fiesta de la dedicación de la basílica de Santa María la Nueva, de Jerusalén, realizada el 20 de noviembre del año 543. Como fiesta litúrgica no es muy antigua, ni en Occidente ni en Oriente, donde tuvo su origen, quizás hacia el siglo X. En Occidente se celebraba con cierta solemnidad en el siglo XI en Inglaterra, pero después cayó de nuevo en el olvido, y a finales del siglo XIV se volvió a conmemorar en la Iglesia latina, hasta que en 1585 el papa Sixto V la inscribió en el calendario general.

Los Evangelios Apócrifos, edición de Edmundo González Blanco, ed Hispamerica (re.) 1985. Cfr. Butler-Guinea, tomo IV, pág. 394, y su amplia bibliografía.

San Buenaventura (1221-1274), franciscano, doctor de la Iglesia 
De los ejercicios espirituales del alma, capítulo 2 (Tomo II de la Vida de Perfección)

Dios, el huésped de nuestra alma

Escucha, oh alma, cuál es tu dignidad. Tan grande es tu simplicidad que nada puede habitar la morada de tu espíritu, nada puede hacerla su estancia, salvo la pureza y la simplicidad de la eterna Trinidad. Escucha las palabras de tu Esposo: «El Padre y yo vendremos y haremos morada en ella» (Jn 14:23), y también «baja pronto; conviene que hoy me quede yo en tu casa» (Lc.19:5). En efecto, solo Dios te ha creado puede descender en tu espíritu porque, como atestigua San Agustín, él pretende ser más interior que lo más íntimo de ti mismo.

Alégrate entonces, oh alma bienaventurada, de poder ser la anfitriona de tal visitante. «Oh alma bienaventurada, que cada día purificas tu corazón para recibir el Dios que la contiene, ese Dios cuyo huésped no necesita nada, pues posee en él mismo el Autor de todo bien». 

Que feliz es el alma que en Dios encuentra su reposo, ya que puede afirmar: Quien me ha creado reposa en mi tienda. No podrá pues rehusar el reposo del cielo a aquella que le ofrece el reposo en esta vida. 

Eres muy codiciosa, oh alma mía, si la presencia de un tal visitante no te basta. Para que lo sepas: él es tan generoso que te enriquecerá de sus dones. Dejar en la indigencia a su anfitriona, ¿no sería eso indigno de un monarca? Decora pues tu cámara nupcial y recibe a Cristo, tu rey, cuya presencia regocijara y transportará a toda tu familia. 

Oh palabra tan asombrosa y tan admirable, el Rey cuyo sol y la luna admiran su esplendor, cuyo cielo y tierra reverencian su majestad, de quien la sabiduría ilumina las regiones de los espíritus celestiales, y cuya misericordia sacia la asamblea de todos los bienaventurados, ese Rey mismo te pide tu hospitalidad, él desea y codicia tu morada más que su palacio celestial pues su delicia es habitar con los hijos de los hombres. 

Mirar a Cristo

Santo Evangelio según San Lucas 19,1-10. Martes XXXIII del tiempo ordinario.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, dame la gracia de poder verte hoy.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Recuerdo algunos momentos cuando era pequeño, estando en algunos eventos, por mi estatura no podía ver lo que quería. Algunas veces mis padres me cargaban y la alegría llegaba, por fin podía ver lo que tanto deseaba. Ésa era la situación de Zaqueo, no podía ver lo que deseaba, no podía ver a Dios.

¿Cuántas veces no estoy como Zaqueo? ¿Cuántas veces no puedo ver a Dios en medio de los problemas? Soy muy pequeño y, en algunas ocasiones, los problemas me taparán la cara de Dios. Hay que buscar, como Zaqueo, el árbol de mi vida, ése que está cerca de mí.

Este árbol tiene nombre, el nombre de esposo o esposa, el de hijos, al árbol de mi amigo o amiga de tantos años, el árbol de una oración o una iglesia, el árbol del confesor o director espiritual. Hay tantos árboles que Dios ha plantado en mi vida, yo sólo debo buscarlos.

Pero el árbol no es Dios, sino lo que me ayuda a ver a Dios. El árbol no es mi deseo, mi deseo es ver el rostro de Dios. No hay nada más hermoso que ver el rostro de Dios diciéndome por mi nombre que hoy se quedará en mi casa, que estará en mi vida.

Dios mío, dame la fuerza, el entendimiento y, sobre todo, el amor para buscar ese árbol que me permite contemplarte, para oírte decir que te quedarás en mi casa, que estarás en mi vida descansando en mi corazón.

"Dejémonos también nosotros llamar por el nombre por Jesús. En lo profundo del corazón, escuchemos su voz que nos dice: "Es necesario que hoy me quede en tu casa", es decir, en tu corazón, en tu vida. Y acojámosle con alegría: Él puede cambiarnos, puede convertir nuestro corazón de piedra en corazón de carne, puede liberarnos del egoísmo y hacer de nuestra vida un don de amor. Jesús puede hacerlo; ¡déjate mirar por Jesús!".

(Homilía de S.S. Francisco, 3 de noviembre de 2013).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré el rostro de Cristo en mi día y rezaré al menos un misterio del rosario para pedir a María su intercesión.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Jesús en nuestro camino

¿A qué te compromete caminar con Jesús?

Dios continúa llamando a lo largo de toda la historia. Dios continúa haciéndose camino: JESUS ES NUESTRO CAMINO.

"Con la vivacidad que es propia de tus años, con el entusiasmo generoso de tu corazón, caminemos al encuentro de Cristo: sólo El es el camino, la verdad y la vida; sólo El es la solución de todos tus problemas; sólo El es la verdadera salvación del mundo, sólo El es la esperanza de la humanidad"

Con el Nuevo Testamento y, si es posible, de modo personal, en lugar silencioso y como enfrentándose cara a cara la palabra de Jesús, leer con calma y sin prisa algunos pasajes en que Jesús se hace camino.

1. Mt 19, 16-30: La respuesta al joven rico

"Se acercó a Jesús uno y le dijo: Maestro ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna? El le dijo: ¿por qué me preguntas sobre lo bueno? Uno solo es bueno: si quieres entrar en la vida guarda los mandamientos... Dijo el joven: todo esto lo he guardado. ¿Qué me queda aún? Dijo Jesús: si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes, dalo a los pobres, tendrás así un tesoro en el cielo, y ven y sígueme. Al oír esto, el joven se fue triste porque tenía muchos bienes...

Los discípulos se quedaron estuperfactos y dijeron: ¿quiénes, pues, podrán salvarse? Mirándolos, Jesús les dijo: para los hombres, imposible, más para Dios todo es posible"

2. Lc 5,1-11: El encuentro con Pedro y sus compañeros

Un día subió Jesús a la barca de Simón y le dijo: "rema mar adentro y echa las redes para pescar" Simón respondió: Maestro, hemos estado toda la noche trabajando sin pescar nada; pero ya que tu me lo mandas, echaré las redes, Así lo hicieron, y pescaron peces, que las redes amenazaban con romperse...

Tanto él como sus ayudantes estaban pasmados de la pesca que acaban de hacer. Lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, compañeros de Simón.

Pero Jesús dijo a Simón: "no temas, desde hoy en adelante, serás pescador de hombres"

Entonces llevaron sus barcas a tierra, lo dejaron todo y le siguieron.

3. Lc 19,1-10: "Baja que quiero hospedarme en tu casa"

"Había allí un hombre llamado Zaqueo. Hacía por ver a Jesús, pero a causa de la muchedumbre no podía, porque era de poca estatura. Corriendo adelante, se subió a un sicómoro para verle, pues había de pasar por allí. Cuando llegó a aquel sitio, Jesús, levantó los ojos y le dijo: Zaqueo, baja pronto, porque hoy me hospedaré en tu casa, el bajó a toda prisa y le recibió con alegría... Dijo a Jesús: hoy ha venido la salud a tu casa"

4. Lc 4,1-45 "Encuentro con la samaritana
Jesús fatigado del camino, se sentó junto a la fuente. "Llega una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dice: "dame de beber"... Le dice la mujer samaritana: "¿cómo tu, siendo judío, me pides de beber a mi, mujer samaritana?" Porque no se tratan judíos y samaritanos. Le respondió Jesús y dijo: si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: dame de beber, tu le pedirías a El y El te daría a ti agua viva".

Sin programas, con el pretexto de un poco de agua para beber, Jesús ha llamado y ha tenido una respuesta.

Una VIDA ha entrado en otra vida.

La samaritana ha creído en El y ha dejado que su llamada fuera abriendo nuevos caminos. Jesús ha entrado en su vida y, con su amor, la ha caminado.

Quien se encuentra con Jesús, encuentra en Él un CAMINO, un modo nuevo e insospechado de vida una invitación y una ayuda para seguirlo.

También hoy y cada uno de nosotros puede experimentar este encuentro con Jesús.

¿A qué te compromete caminar con Jesús?

¿Qué situaciones, qué cosas, qué estilo de vida debería dejar para caminar como Abraham, Samuel, Zaqueo, Pedro, la Samaritana?

¿Por qué Jesucristo es Rey?

Cristo impera sobre nosotros, no sólo por derecho de naturaleza, sino también por derecho de conquista

Desde la antigüedad se ha llamado Rey a Jesucristo, en sentido metafórico, en razón al supremo grado de excelencia que posee y que le encumbra entre todas las cosas creadas. Así, se dice que:

Reina en las inteligencias de los hombres porque El es la Verdad y porque los hombres necesitan beber de El y recibir obedientemente la verdad;

Reina en las voluntades de los hombres, no sólo porque en El la voluntad humana está entera y perfectamente sometida a la santa voluntad divina, sino también porque con sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende en nobles propósitos;

Reina en los corazones de los hombres porque, con su supereminente caridad y con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie -entre todos los nacidos- ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús.

Sin embargo, profundizando en el tema, es evidente que también en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey, ya que del Padre recibió la potestad, el honor y el reino; además, siendo Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con él lo que es propio de la divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absolutísimo sobre todas las criaturas.

Ahora bien, que Cristo es Rey lo confirman muchos pasajes de las Sagradas Escrituras y del Nuevo Testamento. Esta doctrina fue seguida por la Iglesia -reino de Cristo sobre la tierra- con el propósito celebrar y glorificar durante el ciclo anual de la liturgia, a su autor y fundador como a soberano Señor y Rey de los reyes.

En el Antiguo Testamento, por ejemplo, adjudican el título de rey a aquel que deberá nacer de la estirpe de Jacob; el que por el Padre ha sido constituido Rey sobre el monte santo de Sión y recibirá las gentes en herencia y en posesión los confines de la tierra.

Además, se predice que su reino no tendrá límites y estará enriquecido con los dones de la justicia y de la paz: "Florecerá en sus días la justicia y la abundancia de paz... y dominará de un mar a otro, y desde el uno hasta el otro extrema del orbe de la tierra".

Por último, aquellas palabras de Zacarías donde predice al "Rey manso que, subiendo sobre una asna y su pollino", había de entrar en Jerusalén, como Justo y como Salvador, entre las aclamaciones de las turbas, ¿acaso no las vieron realizadas y comprobadas los santos evangelistas?

En el Nuevo Testamento, esta misma doctrina sobre Cristo Rey se halla presente desde el momento de la Anunciación del arcángel Gabriel a la Virgen, por el cual ella fue advertida que daría a luz un niño a quien Dios había de dar el trono de David, y que reinaría eternamente en la casa de Jacob, sin que su reino tuviera jamás fin.

El mismo Cristo, luego, dará testimonio de su realeza, pues ora en su último discurso al pueblo, al hablar del premio y de las penas reservadas perpetuamente a los justos y a los réprobos; ora al responder al gobernador romano que públicamente le preguntaba si era Rey; ora, finalmente, después de su resurrección, al encomendar a los apóstoles el encargo de enseñar y bautizar a todas las gentes, siempre y en toda ocasión oportuna se atribuyó el título de Rey y públicamente confirmó que es Rey, y solemnemente declaró que le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.

Pero, además, ¿qué cosa habrá para nosotros más dulce y suave que el pensamiento de que Cristo impera sobre nosotros, no sólo por derecho de naturaleza, sino también por derecho de conquista, adquirido a costa de la redención? Ojalá que todos los hombres, bastante olvidadizos, recordasen cuánto le hemos costado a nuestro Salvador, ya que con su preciosa sangre, como de Cordero Inmaculado y sin tacha, fuimos redimidos del pecado. No somos, pues, ya nuestros, puesto que Cristo nos ha comprado por precio grande; hasta nuestros mismos cuerpos son miembros de Jesucristo.

Fidelidad es más que no engañar

La fidelidad es la virtud para dar cumplimiento a una promesa.

En la mayoría de las personas podremos encontrar la idea de que la fidelidad conyugal consta en no tener una relación emocional con otra persona, pero pocos saben que la verdadera fidelidad en la pareja va más allá de esto.La fidelidad es reservarse y entregarse completa e incondicionalmente al amado. José Ortega Y Gasset decía que “La lealtad es el camino más corto entre dos corazones”.

La fidelidad es la virtud para dar cumplimiento a una promesa. El término proviene del latín fidelitas y también permite hacer referencia a la exactitud o puntualidad en la ejecución de una acción. Si bien la fidelidad no es algo propio y exclusivo de la relación de pareja (se puede ser fiel también en la amistad, en el deber, a ideales, etc.), sí es este contexto donde se tiene que dar de una manera muy peculiar y especial.

Muchas personas piensan que la fidelidad se limita al aspecto sexual, ante esto, Fernando Savater aclara que “la fidelidad es tener fe, ser fiel a alguien, pero en un sentido más amplio: tener fidelidad a su afecto, a sus gustos, hacer las cosas por cariño, por interés de verla vivir mejor, pero no exclusivamente en el terreno sexual”.

Al momento de contraer matrimonio hacemos una serie de promesas hacia nuestra pareja. El ser fiel, además de no engañar a nuestra pareja con otra persona, implica dar cumplimiento a cada una de esas promesas que hicimos. La fidelidad supone seguir un proyecto de vida en común que se establece a partir del acto de la promesa.

De tal manera que no es suficiente no engañar, no es suficiente el perdurar en la relación, “ser fiel no significa sólo mantener una relación a lo largo del tiempo, pues no es únicamente cuestión de tiempo sino de calidad. Lo decisivo en la fidelidad no es conseguir que un amor se alargue indefinidamente, sino que sea auténtico”, puntualiza el catedrático español  Alfonso López Quintás.

Es importante puntualizar que la fidelidad hacia los demás se desprende en gran parte de la que tenemos hacia uno mismo. En la medida en la que no nos traicionemos y defraudemos a nosotros mismos, en que trabajemos por ser personas rectas, integras y transparentes, es en esa medida en que tendremos preparado el terreno para ser fieles con los demás. Hay que buscar siempre ser la mejor versión de sí mismo, el verdadero amor así nos lo exige.

Para ser fiel es necesario que desarrollemos en nosotros diversas virtudes y vivir día con día la decisión que tomamos de elegir exclusivamente a nuestra pareja. En una ocasión escuche decir a una persona que estaba siendo infiel durante el noviazgo para poder ser fiel ya en su matrimonio. Actuando bajo esta lógica lo único que estaba logrando sin darse cuenta era poner todo lo necesario… pero para ser infiel también en el matrimonio. La fidelidad no se da de manera automática al contraer matrimonio, es algo que se tiene que practicar desde toda la vida.

El escritor y poeta francés Georges Duhamel decía “Nunca he engañado a mi mujer. No es ningún mérito: la amo”. La fidelidad es una expresión del amor, pero de un amor verdadero, maduro. Si en verdad amo a mi pareja y reconozco el valor de nuestra relación conyugal, será poco probable que sea infiel en mi relación. Pareciera redundante, pero, para prevenir la infidelidad la mejor solución es amar.

La verdadera fiesta de Acción de Gracias

La Eucaristía (Acción de Gracias en griego) es la única Acción de Gracias verdaderamente digna del don recibido

Los norteamericanos celebran el cuarto jueves de noviembre su Día de Acción de Gracias, una de las principales fiestas del país, que junto con Todos los Santos y Navidad, configura todo el calendario de la última parte del año. Es una festividad entrañable, en la que las familias suelen reunirse, se preparan buenas comilonas con platos que nadie prepara durante el resto del año, se tienen las peleas y discusiones propias de estas reuniones, muchos regalan pavos de peluche a los niños o ponen enormes pavos inflables en el jardín y todo el mundo se felicita y se divierte.

Como sabrán los lectores, la festividad recuerda a los puritanos del Mayflower, que se habían establecido en Massachusetts huyendo de la persecución de otros protestantes (anglicanos) en Inglaterra. Estos puritanos, que en Estados Unidos se conocen como los pilgrim fathers, los padres peregrinos, pasaron muchas penalidades. Cuando por fin recogieron su primera cosecha en 1621, se reunieron, acompañados por los indios del lugar, para comer los frutos y dar gracias a Dios por ellos.

Por supuesto, como ha sucedido con tantas otras fiestas, Acción de Gracias estásecularizándose a pasos agigantados. La bonita costumbre de dar gracias a Dios en familia antes de la comida por las gracias regaladas durante el año, se está sustituyendo cada vez más por la extraña práctica de decir cosas por las que uno está agradecido, así en general, omitiendo a quién se le agradece todo eso, como si tuviera algún sentido dar gracias sin dárselas a nadie. Cuando veo escenas como esa en la televisión, siempre me da la impresión de estar contemplando a alguien que, en medio de una calle desierta y gris, rodeada por rascacielos y azotada por el gélido viento neoyorquino otoñal, dice hablando solo y mirando al vacío: “¡Muchas gracias, señor! Muy amable por su parte. Se lo agradezco de verdad”.

Me gusta pensar que, a pesar de todo, Dios escucha sus acciones de gracias y las tiene en cuenta. Ni una sola oración se pierde, incluso si es tan confusa, incompleta y agnóstica como esa. Además, estoy convencido de que ese sentimiento de agradecimiento es una praeparatio evangelica, que va disponiendo las almas que han abandonado la fe para recibirla de nuevo, a poco que escuchen la predicación de la Buena Notica.

Conviene señalar que esta secularización de la fiesta es la consecuencia lógica de las ecularización que ya sufrió el Acción de Gracias original. Los puritanos, como todos los protestantes, son los primeros secularizadores, que abandonaron una gran parte de la fe y la mundanizaron, dejando por el camino sacramentos, purgatorio, oraciones por los difuntos, libros de la Biblia, Tradición, magisterio, a los santos y a nuestra Señora. En ningún sitio se ve eso con más claridad que en la acción de gracias de los pilgrim fathers que, entre cristianos no secularizados (es decir, católicos) habría sido una Misa.

Los puritanos cambiaron la Acción de Gracias sobrenatural y con mayúsculas por una acción de gracias meramente humana, porque eso es lo que significa Eucaristía en griego, Acción de Gracias. Los pobres peregrinos del Mayflower hicieron lo que pudieron, pero ya habían perdido la capacidad de ofrecer a Dios la única Acción de Gracias verdaderamente digna del don recibido, porque en ella se entrega a Dios ese mismo don que nos dio: Jesucristo, su Hijo amado.

En ese sentido, el verdadero Día de Acción de Gracias debería ser el 8 de septiembre, la fecha en la que se celebró la primera Misa en lo que hoy es Estados Unidos. Medio siglo antes de la llegada del Mayflower a Massachusetts, los españoles llegaron a la Florida, capitaneados por Pedro Menéndez de Avilés. Como avistaron tierra el 28 de agosto, fiesta de San Agustín, dieron ese nombre a la primera ciudad fundada en norteamérica: San Agustín de la Florida. El día 8 de septiembre desembarcaron y, enseguida, construyeron un altar, lo decoraron y celebraron la Santa Misa, acompañados por los indios timuacanes del lugar.

Los españoles también tuvieron su comida después, como los puritanos, y también comieron acompañados por los indios, pero lo importante había sucedido antes. El Santo Sacrificio, la Pascua del Señor, se había celebrado por primera vez en tierras norteamericanas y ya nada sería igual. Los españoles eran pecadores como los demás (las luchas contra los franceses que intentaban establecerse en América, en algunos casos ferocísimas, comenzaron casi enseguida), pero de sus manos había llegado al nuevo continente la medicina de inmortalidad, el centro y culmen de la vida cristiana, el banquete celestial y prenda de la vida eterna.

A veces me gusta imaginar que el arzobispo de Santo Domingo y Primado de América pide solemnemente al Papa que instaure una nueva fiesta para todo el continente americano: el verdadero Día de Acción de Gracias de toda América, en recuerdo de la primera Eucaristía celebrada en tierras americanas. El 6 de enero de 1494, ciento veinticinco años antes del banquete de los puritanos ingleses, se celebró la primera Misa en La Isabela, en lo que hoy es la República Dominicana. Se encargó de celebrarla el P. Bernardo Boil, nombrado legado por el Papa para la evangelización del nuevo continente, acompañado por cuatro franciscanos, un mercedario y un jerónimo.

Sería fantástico contar con esa nueva fiesta que resaltara lo más valioso que llevaron los españoles a América: la Misa. Si se celebrara en todo el continente, quizá los hispanoamericanos recordarían de nuevo lo que verdaderamente los une, más allá de fronteras y por encima incluso de la lengua y la cultura: la fe en Cristo, cuya crucifixión y resurrección se hacen presentes todos los días sacramentalmente en América desde hace más de 520 años. Laus Deo.

EL NUEVO ORGANISMO SE OCUPARÁ DE LAS "TERNAS" Y ACABARÁ CON EL 'CARRERISMO'
El Papa reestructura la Secretaría de Estado y crea un nuevo organismo de control a las Nunciaturas
La "Sección para el personal diplomático de la Santa Sede" potencia el papel del cardenal Parolin

Jesús Bastante, 21 de noviembre de 2017 a las 11:07

Francisco explica que su decisión estuvo motivada por la necesidad de proveer "un acompañamiento más humano, más sacerdotal, espiritual y profesional" para aquellos que están "al servicio diplomático de la Santa Sede"

(Jesús Bastante/Agencias).- Un paso más en la reforma de la Curia, y un impulso al papel de Pietro Parolin como "canciller" vaticano. El Papa Francisco ha ordenado la reestructuración de la Secretaría de Estado, creando una tercera sección, dedicada única y exclusivamente a los embajadores de la Santa Sede en todo el mundo.

El control de los Nuncios, y de las ternas presentadas, así como de la diplomacia extranjera pasa ahora a depender directamente de la "Sección para el personal diplomático de la Santa Sede", que dirigirá el arzobispo polaco Jan Romeo Pawlowski, que se equipara a monseñor Becciu (responsable de Asuntos Generales) y Galagher (Relaciones con los Estados). Un triunvirato para coordinar las políticas vaticanas, bajo la supervisión de Parolin y con hilo directo con el Papa.

A partir de ahora, será la sección dirigida por Pawlowski la que dirimirá las promociones y transferencias de personal en las Nunciaturas, así como su formación, condiciones de vida y demás detalles burocráticos. Pero, sobre todo, el nuevo organismo se ocupará de las "ternas" para los nombramientos de nuevos nuncios, en un intento por acabar con el 'carrerismo' que tanto ha denunciado el Papa Bergoglio.

En la carta, enviada a todos los nuncios el pasado 18 de octubre, Francisco explica que su decisión estuvo motivada por la necesidad de proveer "un acompañamiento más humano, más sacerdotal, espiritual y profesional" para aquellos que están "al servicio diplomático de la Santa Sede", ya sea que son la cabeza de la misión o incluso estudiantes de la Academia Eclesiástica, donde los jóvenes sacerdotes son entrenados para el servicio diplomático.

La carta del Papa subraya que el delegado "será capaz de visitar regularmente a los representantes pontificios" y supervisará la "selección permanente" de personal, así como la "promoción profesional" para personal diplomático".

La nueva sección "tendrá como finalidad demostrar la atención y la cercanía del Papa y de los superiores de la Secretaría de Estado al personal diplomático". Por ello, "el delegado para las representaciones pontificias podrá prever visitar las sedes de las representaciones pontificias regularmente o cuando se presente alguna necesidad". 

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