En un pesebre

Según el relato de Lucas, es el mensaje del ángel a los pastores el que nos ofrece las claves para leer desde la fe el misterio que se encierra en un niño nacido en extrañas circunstancias en las afueras de Belén.

Es de noche. Una claridad desconocida ilumina las tinieblas que cubren Belén. La luz no desciende sobre el lugar donde se encuentra el niño, sino que envuelve a los pastores que escuchan el mensaje. El niño queda oculto en la oscuridad, en un lugar desconocido. Es necesario hacer un esfuerzo para descubrirlo.

Estas son las primeras palabras que hemos de escuchar: «No temáis. Os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo». Es algo muy grande lo que ha sucedido. Todos tenemos motivo para alegrarnos. Ese niño no es de María y José. Nos ha nacido a todos. No es solo de unos privilegiados. Es para toda la gente.

Los cristianos no hemos de acaparar estas fiestas. Jesús es de quienes lo siguen con fe y de quienes lo han olvidado, de quienes confían en Dios y de los que dudan de todo. Nadie está solo frente a sus miedos. Nadie está solo en su soledad. Hay Alguien que piensa en nosotros.

Así lo proclama el mensajero: «Os ha nacido hoy un Salvador: el Mesías, el Señor». No es el hijo del emperador Augusto, dominador del mundo, celebrado como salvador y portador de la paz gracias al poder de sus legiones. El nacimiento de un poderoso no es buena noticia en un mundo donde los débiles son víctima de toda clase de abusos.

Este niño nace en un pueblo sometido al Imperio. No tiene ciudadanía romana. Nadie espera en Roma su nacimiento. Pero es el Salvador que necesitamos. No estará al servicio de ningún César. No trabajará para ningún imperio. Es el Hijo de Dios que se hace hombre. Solo buscará el reino de de su Padre y su justicia. Vivirá para hacer la vida más humana. En él encontrará este mundo injusto la salvación de Dios.

¿Dónde está este niño? ¿Cómo lo podemos reconocer? Así dice el mensajero: «Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». El niño ha nacido como un excluido. Sus padres no le han podido encontrar un lugar acogedor. Su madre le ha dado a luz sin ayuda de nadie. Ella misma se ha valido como ha podido para envolverlo en pañales y acostarlo en un pesebre. En este pesebre comienza Dios su aventura entre los hombres. No le encontraremos entre los poderosos, sino en los débiles. No está en lo grande y espectacular, sino en lo pobre y pequeño. Vayamos a Belén; volvamos a las raíces de nuestra fe. Busquemos a Dios donde se ha encarnado.

Natividad del Señor- B (Lucas 2,1-14)
25 de diciembre 2017

"HAY ALGUIEN QUE PIENSA EN NOSOTROS"
Nos ha nacido a todos
"Jesús es de quienes lo siguen con fe y de quienes lo han olvidado"

Navidad etíope

Jesús es de quienes lo siguen con fe y de quienes lo han olvidado, de quienes confían en Dios y de los que dudan de todo

(José Antonio Pagola).-Según el relato de Lucas, es el mensaje del ángel a los pastores el que nos ofrece las claves para leer desde la fe el misterio que se encierra en un niño nacido en extrañas circunstancias en las afueras de Belén.

Es de noche. Una claridad desconocida ilumina las tinieblas que cubren Belén. La luz no desciende sobre el lugar donde se encuentra el niño, sino que envuelve a los pastores que escuchan el mensaje. El niño queda oculto en la oscuridad, en un lugar desconocido. Es necesario hacer un esfuerzo para descubrirlo.

Estas son las primeras palabras que hemos de escuchar: "No temáis. Os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo". Es algo muy grande lo que ha sucedido. Todos tenemos motivo para alegrarnos. Ese niño no es de María y José. Nos ha nacido a todos. No es solo de unos privilegiados. Es para toda la gente.

Los cristianos no hemos de acaparar estas fiestas. Jesús es de quienes lo siguen con fe y de quienes lo han olvidado, de quienes confían en Dios y de los que dudan de todo. Nadie está solo frente a sus miedos. Nadie está solo en su soledad. Hay Alguien que piensa en nosotros.

Así lo proclama el mensajero: "Os ha nacido hoy un Salvador: el Mesías, el Señor". No es el hijo del emperador Augusto, dominador del mundo, celebrado como salvador y portador de la paz gracias al poder de sus legiones. El nacimiento de un poderoso no es buena noticia en un mundo donde los débiles son víctima de toda clase de abusos.

Este niño nace en un pueblo sometido al Imperio. No tiene ciudadanía romana. Nadie espera en Roma su nacimiento. Pero es el Salvador que necesitamos. No estará al servicio de ningún César. No trabajará para ningún imperio. Es el Hijo de Dios que se hace hombre. Solo buscará el reino de de su Padre y su justicia. Vivirá para hacer la vida más humana. En él encontrará este mundo injusto la salvación de Dios.

¿Dónde está este niño? ¿Cómo lo podemos reconocer? Así dice el mensajero: "Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre". El niño ha nacido como un excluido. Sus padres no le han podido encontrar un lugar acogedor. Su madre le ha dado a luz sin ayuda de nadie. Ella misma se ha valido como ha podido para envolverlo en pañales y acostarlo en un pesebre.

En este pesebre comienza Dios su aventura entre los hombres. No le encontraremos entre los poderosos, sino en los débiles. No está en lo grande y espectacular, sino en lo pobre y pequeño. Vayamos a Belén; volvamos a las raíces de nuestra fe. Busquemos a Dios donde se ha encarnado.

Natividad del Señor- B
(Lucas 2,1-14)
25 de diciembre 2017

IV DOMINGO DE ADVIENTO

MONICIÓN
Cuando comenzamos el Adviento iniciamos la contemplación de imágenes que utilizan los profetas para anunciar los tiempos mesiánicos. Nos hemos fijados en las distintas especies de árboles, en su significado y alegoría. Al sumarlos todos, descubrimos el paisaje más fascinante, que se convierte en el jardín que acogerá al nuevo Adán.

Las maderas preciosas, olorosas y resistentes de los árboles sirvieron para fabricar el arca de Noé, el arca de la Alianza, los varales, las puertas del Santuario… Hoy la Palabra nos recuerda la decisión del rey David, que no soportó vivir en casa construida con madera de cedro mientras el Arca del Señor permanecía en una tienda.

Es momento de preparar la casa para que entre el Señor. Dice la Sagrada Escritura que la Sabiduría entra en los hombres buenos de cada generación y va haciendo amigos de Dios y profetas.

TEXTO BÍBLICO
“Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: “Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda”. Natán respondió al rey: “Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo”.

TEXTO MÍSTICO
“¡Oh cristalina fuente,/ si en esos tus semblantes plateados/ formases de repente/ los ojos deseados/ que tengo en mis entrañas dibujados!” (San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual 12)

TEXTO PONTIFICIO
« La belleza, que en Oriente es uno de los nombres con que más frecuentemente se suele expresar la divina armonía y el modelo de la humanidad transfigurada, se muestra por do¬quier: en las formas del templo, en los sonidos, en los colores, en las luces y en los perfumes ». Para la experiencia cristiana, todas las criaturas del universo material encuentran su verdadero sentido en el Verbo encarnado, porque el Hijo de Dios ha incorporado en su persona parte del universo material (Francisco, LS 235).

TEMPLO
“Ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, en quien toda edificación bien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor, en quien también vosotros estáis siendo juntamente edificados, hasta ser morada de Dios en el Espíritu” (Rm 2, 19-22).

¿Has preparado tu casa para recibir al Señor y para acoger al prójimo?

Evangelio según San Lucas 1,26-38. 

El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. 

El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". 

Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. 

Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. 

Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin". 

María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?". 

El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. 

También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios". 

María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó. 

Santos Antepasados de Jesús

Santos Antepasados de Jesús, santos del AT

Conmemoración de todos los santos antepasados de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán, hijo de Adán, es decir, los padres que agradaron a Dios y fueron hallados justos, los cuales murieron en la fe sin haber recibido las promesas, pero percibiéndolas y saludándolas, y de los que nació Cristo según la carne, que es Dios bendito sobre todas las cosas y por todos los siglos.

Aunque en la noticia breve del Martirologio se mencionan a Adán, a Abraham y a David, la celebración de hoy no debe individualizar a ninguno de ellos; de hecho, Abraham tiene su conmemoración (el 9 de octubre), y David la propia (el 29 de diciembre). De lo que trata la memoria de hoy, más que de nombres individuales es de la pertenencia de Jesús a una tradición concreta, a una humanidad que no existe de otro modo más que en la forma de pueblos particulares, con costumbres particulares. Jesús nació en el seno del pueblo judío, y eso -nos dice el Evangelio y lo refresca la conmemoración de hoy- no es fruto de una casualidad histórica, sino un hecho de Providencia: la humanidad de Jesús viene preparada desde los primeros padres de la humanidad, desde los primeros padres del pueblo elegido, desde los primeros representantes del reinado de Dios en israel.

Es verdad que las dos listas genealógicas de Jesús que nos muestra el Nuevo Testamento, la de San Mateo (1,1-17) y la de San Lucas (3,23-38), no concuerdan entre sí; mucho se ha escrito sobre ello -cosas atinadas y cosas que no- pero lo que no debemos perder de vista es que esas genealogías, más que pretender informarnos de una cadena genealógica en muchos aspectos imposible de rastrear, nos quieren enseñar, como evangelio que son, a dirigir nuestra mirada a la historia como «plan» de Dios, a que acostumbremos nuestra mirada a que incluso lo aparentemente casual, en realidad despliega en el mundo de manera inexorable una «intención de Dios», y que esa intención es siempre intención de salvación.

Las preguntas existenciales

Santo Evangelio según San Lucas 1, 26-38. Domingo IV de Adviento.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, ¿quién puede considerarse algo frente a su Creador? Nada soy frente a Ti… y, sin embargo, puedo gloriarme de haber sido hecho a "tu imagen y semejanza". Quiero responder a mi deseo más profundo: el de parecerme cada instante más a Ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cuando reflexiono en el nacimiento de Dios en este mundo, si mi fe es sencilla, siento contento o paz al contemplar esta verdad. Pero si mi fe aún está naciendo, tal vez me cueste todavía creer que verdaderamente Dios se haya encarnado entre nosotros. Ha pasado tanto tiempo desde que se escribieron los evangelios… ¿son reales?; podrían ser tan solo un mito, un texto, nada más. Así podemos pensar algunos -o quizá así nos orienta a pensar el ambiente diario y rutinario. Entonces surgen las preguntas: ¿tiene de verdad sentido esta vida?, ¿existe verdaderamente un Dios que se hizo carne?, ¿carne como la mía, que tantas veces menosprecio? Todo parece tan normal.

Nos preguntamos si de verdad puede existir algo más allá de lo que meramente habitual. Dicho de otro modo: nos surge la pregunta si lo "meramente" habitual tiene razón de ser. O más claro aún: nos surge la pregunta si en realidad existe algún sentido. Hay muchos modos de responder a estas incógnitas. Todos ellos se pueden resumir en aceptar razones para vivir, o en aceptar razones para morir. Podríamos vivir condenados a girar en un círculo de incertidumbres obscuras.

Dios conoce al hombre. Dios conoce sus miedos. Dios conoce sus ilusiones. Dios conoce lo duro que puede ser para un ser humano el perder el sentido de su vida. Dios conoce lo feliz que puede ser al encontrarlo. Dios quiso incidir en la historia del ser humano. Dios quiso revelarle una verdad: Dios lo ama.

Sí: Dios ama. Quizá a muchos nos cueste creerlo: Dios es amor. Dios es el sentido de la vida. Dios es el sentido más profundo de mi vida. Las preguntas existenciales tienen finalmente una respuesta: la encarnación. Pero esta verdad puede creerla solamente el sencillo de corazón, o aquél que busca sinceramente ser sencillo. Creer en la encarnación es un paso que sólo puede dar quien toca la experiencia de sentirse amado por Dios. Y, al mismo tiempo, paradójicamente quizá, mirando la encarnación es como puede el hombre conocer a Dios en su faceta real: el amor.

Quiero pedir la gracia de tocar al menos un poco este misterio: el misterio de la encarnación. Mucho hay por decir, mucho por reflexionar, mucho por pensar sobre el significado de la encarnación. Pero si al menos toco un poco en este instante lo que es este misterio, quizá sea suficiente por ahora -y quizá pueda conocerte mejor, Señor.

Hoy quiero pedirte simplemente esta gracia, por intercesión de María, que al abrirse a tu gracia, comprendió el sentido de su vida.

Las religiones están llamadas a hacernos comprender que el centro del hombre está fuera de sí mismo, que tendemos hacia lo Alto infinito y hacia el otro que tenemos al lado. Hacia allí está llamada a encaminarse la vida, hacia el amor más elevado y más concreto: sólo este puede ser el culmen de toda aspiración auténticamente religiosa; porque -dice también el poeta- "amor es aquello que nunca cambia, amor es aquello que no tiene fin". Por lo tanto, la religión es una necesidad para el hombre, para realizar su fin, una brújula para orientarlo hacia el bien y alejarlo del mal, que está siempre al acecho en la puerta de su corazón.

(Discurso de S.S. Francisco, 2 de octubre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Pediré la gracia de tocar un poco el misterio de la encarnación de Dios para vivir con más conciencia, gratitud y amor la Navidad.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Fíat; Cuarto Domingo de Adviento
Reflexión del evangelio de la misa del Domingo 24 de diciembre 2017

Quisiera acompañar en este día a María a punto de dar a luz, transformando mi corazón lleno de miserias, en un sitio donde pueda nacer Jesús

Lecturas:

II Samuel 7, 1-5. 8-12. 14-16: “El reino de David permanecerá para siempre en presencia del Señor”

Salmo 88: “Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor”

Romanos 16, 25-27: “Se ha revelado el misterio oculto durante siglos”

San Lucas 1, 26-38: “Concebirás y darás a luz un hijo”

Contemplando la infinidad de nacimientos que por doquier aparecen, llenos de luces, riquezas y adornos, trato de imaginar cómo sería la realidad del nacimiento de Jesús. Un pesebre no tiene nada de romántico, un sitio desconocido se presta a sospechas, la lejanía de la ciudad infunde temor, pero María es la mujer que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura. Quisiera acompañar en este día a María a punto de dar a luz, transformando mi corazón lleno de miserias y de cardos, en un sitio donde pueda nacer Jesús. Con ella me acerco y participo, con Ella,  la esclavita del Padre que se estremece en la alabanza, me apresto a contemplar el misterio del Emmanuel, Dios con nosotros.

¿Cómo se sentiría María al escuchar el saludo y la alabanza del mensajero de Dios? No es difícil imaginar la turbación de su corazón y más cuando se coloca en la difícil decisión de ocupar un papel fundamental en la llegada del Mesías. Durante tantos siglos el pueblo de Israel había ido guardando en su memoria la promesa de un Mesías y los profetas habían alimentado la esperanza con el alumbramiento maravilloso del Salvador. Los tiempos de frustración, de destierro y de violencia debían quedar atrás, el Dios de la promesa y del futuro de una paz duradera, se tenía que hacer presente. María cree y espera en Él. Pero, ¿ocupar ella un lugar en esta historia? María es mujer, virgen, pobre y sencilla, sin una preparación especial, cultural o social. Es solamente una judía de su tiempo. Además en una situación muy peculiar: ya no es de su familia porque está comprometida con José, pero todavía no es de la familia de José ya que no se han casado. Y así, entre ansiedad, susto, presión, María debe responder a la propuesta del Señor.

Para los grandes planes de Dios, “necesita” de la colaboración de los pequeños y humildes, y María da su consentimiento: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí”. Sierva o esclava significa pertenencia al Señor y expresa la total disponibilidad para aceptar su voluntad. La Palabra de Dios es un don y debe ser acogido por la libertad humana. Se encadena “el designio de Dios” a la pequeñez de los hombres que deben cumplirla. María, en su humildad entabla diálogo con el enviado del Señor: su fe es un acto libre y para ello debe saber cómo será cumplido. Es la colaboración de alguien que se sabe en manos del Señor. Su “fiat” (hágase) de aceptación a la maternidad nos comunica al Mesías. Entonces la encarnación se convierte en fruto de la fuerza y del regalo del Espíritu pero también de la disponibilidad de María. Las maravillas de Dios se realizan a través de los sencillos y humildes y necesitan de la colaboración libre y consciente de los hombres.

Dios se sigue acercando a la historia de los hombres, Dios quiere seguir haciendo maravillas, pero necesita colaboradores que tengan la actitud de María, de absoluta disponibilidad a su plan. Es una confianza no exenta de misterios y penumbras pero que hace que se coloque el hombre igual que María en las manos de un Dios amoroso. Dios es alguien que pide permiso para entrar en nuestra vida pero que si lo dejamos hará obras grandes en nosotros por la acción del Espíritu Santo. Como Jesús fue acogido en el cálido vientre de María, ahora necesita ser acogido en el cariño, la justicia y la bondad de cada uno de nosotros. Hoy Cristo se hace niño necesitado de calor, de comprensión y cuidados en cada uno de los pequeños que nos rodean. Hoy ellos se convierten en Cristo-Niño abandonado y solitario. En este domingo María se convierte en nuestro modelo para nuestra actitud de espera gozosa del que viene: necesita quien lo acoja y lo cobije. Navidad será “Dios con Nosotros”, si somos capaces de acoger a este recién nacido en nuestras casas, en nuestras familias y en nuestro corazones.

El niño que nacerá de María será el Salvador, el Mesías e Hijo de Dios. Dios se hace ser humano en la persona de Jesús para que siendo como Él, los seres humanos seamos semejantes a Dios. Pero no lo hace en contra de la voluntad de los hombres. María, con su “sí” comprometido con el proyecto de Dios, introduce a Jesús en la historia, haciéndose hombre pobre y creyente. Es el último día del Adviento y el contemplar tan cerca el nacimiento de Jesús nos obliga a preguntarnos: ¿Cómo lo voy a vivir? ¿Cómo voy a acoger a este Dios que se hace presencia viva y concreta en medio de nosotros? ¿Cómo voy a vivir y cómo voy a expresar a este Dios ternura que se acerca hasta convertirse en uno de nosotros? ¿Cómo voy a dar calor y compañía al recién nacido?

Señor, que por el anuncio de tu Ángel has dado a conocer a María tu amoroso designio de salvación y la has hecho partícipe de la Encarnación, concédenos descubrir tu voluntad y convertirnos, por medio de tu Espíritu, en portadores de una Buena Nueva que lleve alegría y la paz verdadera a tus pequeñitos. Amén.

PAXTV.ORG