Jesús, Salvador

Evangelio según San Juan 1,43-51. 

Jesús resolvió partir hacia Galilea. Encontró a Felipe y le dijo: "Sígueme". 

Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. 

Felipe encontró a Natanael y le dijo: "Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret". 

Natanael le preguntó: "¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?". "Ven y verás", le dijo Felipe. 

Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". 

"¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera". 
Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". 

Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía". 

Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre." 

San Juan Nepomuceno Neumann, obispo

En la ciudad de Filadelfia, del estado de Pensilvania, en los Estados Unidos de Norteamérica, san Juan Nepomuceno Neumann, obispo, de la Congregación del Santísimo Redentor, quien se distinguió por su solicitud a favor de los inmigrantes pobres, ayudándoles con sus consejos y su caridad, así como en la educación cristiana de los niños.

Juan Nepomuceno Neumann nació en 1811 en Prachatitz, entonces parte del Imperio Austro-Húngaro, hoy población checa. Juan fue el tercero de una familia de seis hijos. Durante los estudios de filosofía, realizados con los cistercienses, su afición eran las ciencias naturales tanto que pensó en estudiar medicina, pero, motivado por su madre, ingresó al seminario.

En el año 1831, mientras estudiaba teología en el seminario de Budweis se interesó vivamente por las misiones y decidió dedicarse a la evangelización en América.

Habiéndole llegado la hora de la ordenación sacerdotal, su obispo la defirió por tiempo indefinido. En esas circunstancias decidió partir para Estados Unidos, invitado por el obispo de Filadelfia. Desde Budweis escribió a sus padres: “Mi inalterable resolución, hace ya tres años acariciada y ahora próxima a cumplirse, de ir en auxilio de las almas abandonadas, me persuade de que es Dios el que me exige este sacrificio... Yo os ruego, queridos padres, que llevéis con paciencia esta cruz que Dios ha puesto sobre vuestros hombros y los míos.”

Llegó a Nueva York en 1836, siendo ordenado sacerdote ese mismo año en la catedral de San Patricio. Inmediatamente se le destinó a la región de las cataratas del Niágara. Movido por un deseo de mayor entrega a Dios e impresionado por la eficacia del apostolado realizado por los misioneros redentoristas, quienes intentaban establecerse en aquellas tierras, pidió ser admitido en la congregación. Como redentorista ejerció el ministerio sagrado en Baltimore. Fue nombrado sucesivamente vicario del provincial, consejero, y finalmente superior de comunidad, en Filadelfia.

Estando esta ciudad, fue nombrado obispo de Filadelfia. En su labor pastoral, ideó un plan llamado sistema de escuelas parroquiales para dotar a cada parroquia con una escuela católica; en sus ocho años de episcopado se abrieron setenta escuelas. En el centenario de su muerte, celebrado en Pennsylvania en el año 1960, fue reconocido por el Senado como hombre insigne, pionero y promotor del sistema escolar católico de Estados Unidos.

Entre 1854 y 1855 se ausentó de su diócesis para ir a Roma en visita “ad límina”. El 8 de diciembre recibió la gracia de estar presente en la basílica de San Pedro cuando el papa Pío IX proclamó solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción. A él correspondió sostener el libro en el que el Papa leyó las palabras de la proclamación del dogma.

De regreso a su diócesis llevó a cabo un permiso recibido del papa Pío IX: recibió los votos religiosos de tres mujeres que pertenecían a la tercera orden de San Francisco y convirtió su asociación en congregación religiosa: las Hermanas Terciarias Franciscanas, para quienes redactó unas constituciones. Murió en 1860. Fue beatificado en 1963 y canonizado en 1977 por el papa Pablo VI.

Señor, tú que colocaste a San Juan Nepomuceno Neumann en el número de los santos pastores y lo hiciste brillar por el ardor de la caridad y de aquella fe que vence al mundo, haz que también nosotros, por su intercesión, perseveremos firmes en la fe y arraigados en el amor y merezcamos así participar de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Calendario de fiestas marianas: La mayoría de estas fiestas solo se celebran a nivel regional, y también las que se celebran a nivel eclesiástico.

Nuestra Señora de la Abundancia o la Prosperidad, Cursi, Italia(1641).

San Romano el Melódico (?-c. 560), compositor de himnos 
Segundo Himno para la Epifanía, §15-18 (Trad. ©Evangelizo.org)

Jesús, Salvador

Elevemos todos la mirada hacia el Señor que está en los cielos, exclamando como el profeta: «Aquel que ha sido visto sobre la tierra, ese mismo es nuestro Dios quien por efecto de su voluntad, ha venido a conversar con los hombres» (Ba 3:38). Aquel que se reveló a los profetas bajo diversas apariencias, aquel que Ezequiel contempló bajo la apariencia de un hombre en un carruaje de fuego (1:26-27), y que Daniel vio como Hijo de hombre  y Anciano de los días, viejo y joven a la vez (7:9.13), proclamando en él un sólo Señor, es él quien ha aparecido y que lo ha iluminado todo.   

Es él quien disipó la siniestra noche, gracias a él todo es mediodía. La luz sin noche resplandeció sobre el mundo. El país de Zabulón está en la abundancia e imita el paraíso, pues «en el torrente de tus delicias los abrevas» (Sal 35:9) y se abre en él una corriente de agua siempre viva. En Galilea contemplamos «la fuente de la vida » (v.10)  que ha aparecido y que ha iluminado todo. 

Yo también te veré Jesús, iluminar mi espíritu y decirle a mis pensamientos: «El que tenga sed que venga a mí» (Jn 7:37). Riega este corazón humillado que mi caminar errado ha roto, que se consume de hambre y de sed: hambre pero no de comida, sed pero no de bebida; sino de escuchar la palabra del Espíritu (Am 8:11). Es por esto que gime, esperando tu juicio, a ti que has aparecido y que has iluminado todo. 

Dame una clara señal, purifica mis faltas escondidas, porque mis heridas secretas me socavan. Caigo a tus pies, Salvador, como la mujer que pierde su sangre. Yo también, atrapo el borde de tu manto diciendo: «si solamente logro tocarla, seré salvado» (Mc 5:28). Que mi fe no sea vana, médico de almas, te encontraré para mi salvación, a ti que has aparecido y que todo has iluminado. 

Invitación inesperada

Santo Evangelio según San Juan 1, 43-51. Viernes I de tiempo de Navidad.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, enséñame a ser dócil a Ti y a vivir con sencillez cada momento de mi vida.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Somos buscadores por naturaleza, ya sea de la verdadera felicidad, del sentido a nuestras vidas, en fin, buscamos un tesoro; pero, ¿qué tan bien buscamos? Es un hecho, a todos nos gusta, en dicha búsqueda, vivir nuevas experiencias y, si no, al menos renovarnos constantemente para seguir adelante y encontrar ese gran tesoro.

En el Evangelio de hoy el Señor nos hace una invitación, clara, sencilla, hermosa, pero que a su vez, requiere un poco de esfuerzo personal. Hoy el Señor nos invita a hacer una pausa en nuestro día y nos elige para vivir una verdadera experiencia con Él. ¿Para qué? Sencillamente para que le conozcamos más y, en base a eso, podamos amarlo más, pues no se ama aquello que no conocemos en profundidad. Nos puede gustar, llamar la atención, pero si no lo conocemos realmente, si no hacemos la experiencia, simplemente no lo podremos amar o lo amaremos superficialmente y, ante las dificultades, ante las contrariedades, este amor se esfumará.

Jesús nos llama a descubrirle. Así como invitó a Felipe así nos invita a cada uno. ¿Qué sucedería si realmente confiáramos más? ¡Cuanta confianza hay al aceptar esta invitación!, pues así como Él reconoce a Natanael debajo de la higuera, así también nos conoce a nosotros, sabe de qué estamos hechos y ve todo lo que hay en el fondo de nuestro corazón.

Pidamos al Señor y a nuestra Madre, la Santísima Virgen María, la gracia de amar más a Jesucristo y de poder compartir momentos en nuestras vidas para degustar de su presencia.

"Un cristiano es un invitado. ¿Invitado a qué? ¿A un negocio? ¿Invitado a un paseo? El Señor nos quiere decir algo más: ‘¡Estás invitado a una fiesta!’. El cristiano es el invitado a una fiesta, a la alegría, a la alegría de ser salvados, a la alegría de estar redimidos, a la alegría de participar en la vida con Jesús".

(Homilía de S.S. Francisco, 5 de noviembre de 2013).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Me esforzaré por tener un verdadero diálogo con Dios y viviré en comunión con Él durante mi día.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

La vida como misión, a la luz de la vocación

Juan Manuel Roca reflexiona sobre cómo el hombre responde a la vida

El hecho mismo de existir es mucho más que un mero hecho: es una misión, porque nuestra vida se nos da como algo en parte hecho y en parte por hacer. La conciencia de una misión en la vida –de una misión que es la vida– constituye la ayuda fundamental que tiene el hombre para vencer, o por lo menos afrontar con entereza, las dificultades objetivas o subjetivas que se presenten. Una misión de carácter personal hace al que la recibe insustituible, insuplantable. La vida adquiere así el valor de algo único, y cobra, en rigor, tanto mayor sentido cuanto más difícil se haga. Sólo en la medida en que consideremos nuestra vida como misión, buscaremos darle sentido. Para Frankl, "ser hombre significa estar preparado y orientado hacia algo que no es él mismo".

Hasta hace un momento hemos venido considerando que uno no elige su identidad, su ser quien es y, por tanto, su verdad. Pero esto no significa que la misión que se recibe al ser llamado a la existencia sea una especie de determinación fatal, algo así como el "hado" o el "destino" inexorable, escrito por anticipado, de los que creen que la libertad humana no es, en realidad, más que una apariencia ilusoria.

El mismo Frankl dice en La presencia ignorada de Dios: "No es el hombre quien ha de plantearse la pregunta por el sentido de la vida, sino que más bien sucede al revés: el interrogado es el propio hombre; a él mismo toca dar la respuesta; él es quien ha de responder a las preguntas que eventualmente le vaya formulando su propia vida".

Y las respuestas serán muy distintas según sea el sentido que le hayamos dado a nuestra vida.

A este respecto, resulta útil distinguir el sentido de la vida como dirección (sentido de su andadura) y como significado (sentido que la explica).

La vocación como luz y sentido 
El sentido de la vida, entendido como "dirección", es la vida eterna: hacia ella nos encaminamos. Esta fe en la vida que no acaba, sino que se transforma, permite enfrentarse a la muerte con serenidad y buen humor, pero sobre todo permite enfrentarse a la vida diaria llenándola de sentido, o sea, de significado. Y el sentido de la vida como "significado", su razón y explicación, es el amor, como hemos visto hace un momento. El amor no tiene porqué ni para qué. Si alguien preguntara: ¿por qué vives?, deberíamos responder: vivo para vivir, obrando por sobreabundancia del bien que me posee, brillando y haciendo brillar, ardiendo y haciendo arder (J.B. Torelló).

Es precisamente la vocación lo que llena de sentido –de orientación y significado– nuestra vida, y permite asumirla como misión personalísima: "La vocación enciende una luz que nos hace reconocer el sentido de nuestra existencia. Es convencerse, con el resplandor de la fe, del porqué de nuestra realidad terrena. Nuestra vida, la presente, la pasada y la que vendrá, cobra un relieve nuevo, una profundidad que antes no sospechábamos. Todos los sucesos y acontecimientos ocupan ahora su verdadero sitio: entendemos a dónde quiere conducirnos el Señor, y nos sentimos como arrollados por ese encargo que se nos confía" (J. Escrivá, Es Cristo que pasa, n. 45).

Ya se puede visitar a la Virgen de Guadalupe de forma virtual

Se ha habilitado un enlace para que los fieles puedan observar la imagen mariana a través de sus computadores o dispositivos móviles

La Basílica Santa María de Guadalupe lanzó una iniciativa para que los fieles que no tienen los medios físicos o económicos para visitar el templo ubicado en Ciudad de México, puedan contemplar de manera virtual la imagen mariana que quedó grabada en la tilma de San Juan Diego.

El encargado del sitio web de la Basílica, Ricardo Galindo Melchor, explicó a ACI Prensa que en el mes de julio, en el marco de los 15 años de la canonización de San Juan Diego, se habilitó un enlace para que los fieles puedan observar la imagen mariana a través de sus computadores o dispositivos móviles.

Solo tiene que hacer clic en el enlace 

http://www.virgendeguadalupe.org.mx/sagrado-original.html 

y podrá contemplar la tilma con la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.

El enlace está habilitado de lunes a domingo de 8:00 a.m. a 8:00 p.m.

“La intención es crear un medio privilegiado de unión entre el devoto y la Guadalupana; unión que nos lleva al Salvador, pues en el tierno regazo de María nos encontramos con su Divino Hijo, nuestro Señor Jesucristo”, expresó Galindo.

“Podría decirse que con este nuevo servicio Santa María de Guadalupe va al encuentro de los devotos guadalupanos de todo el mundo, para llevar consuelo a las personas que no pueden desplazarse hasta el Tepeyac y que, al menos de esta manera, puedan sentirse un poco más cerca de la Dulce Doncella”, prosiguió.

También dijo que esta iniciativa “busca ser un recordatorio de la amorosa presencia de la Reina del Cielo quien prometió estar siempre dispuesta a escuchar nuestro llanto, nuestra tristeza y para curar todas nuestras miserias, penas y dolores”.

El sitio web de la Basílica de Guadalupe también dispone de una sección para presentar las peticiones personales a la Madre de Dios. Para escribir sus plegarias siga este enlace: http://basilica.mxv.mx/web1/peticiones/peticion.html.

Durante la celebración de la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, que se conmemoró el 12 de diciembre, asistieron a la basílica mariana unos 7 millones 280 mil peregrinos, estableciendo un nuevo récord de visitantes que acuden al santuario en esta fecha del año.

Cómo llevar nuestras cruces y conservar la fe en el sufrimiento

4 claves para entender qué significa llevar las cruces que se nos presentan en la vida y cómo nos ayuda Dios

"Llevar la Cruz": Estas célebres palabras de Cristo aparecen en los tres evangelios sinópticos (Marcos 8,34; Mateo 16,24; Lucas 9,23) y tienen dos interpretaciones diferentes: una en la cual el sufrimiento constituye un "testimonio" del Señor; la otra considera el sufrimiento un "morir a sí mismo".

En este artículo tomaremos como tema la primera de estas interpretaciones y te daremos 4 claves que te ayudarán a entender qué significa llevar las cruces que se nos presentan en la vida

1.- Entender que todos tenemos cruces

Cuando consideramos la invitación del Señor a tomar nuestra cruz, tendemos a pensar que Dios nos pide aceptar los sufrimientos y dificultades propios de la vida en este mundo, infectado por el virus de la maldad.

Si bien a veces nos cuesta comprender por qué un Dios tan bueno permite que su pueblo sufra, todos sabemos lo que es el sufrimiento y podemos entender qué relación tiene con la cruz.

Este tipo de sufrimiento puede ser físico, espiritual o emocional; es decir, puede abarcar muchos tipos de adversidades, como un cáncer o el daño interior provocado por la discriminación, o incluso la persecución por causa de la fe; o bien puede manifestarse en la muerte de un bebé poco antes de nacer, o en un hijo perfectamente sano pero que no avanza como debería en su educación.

También puede presentarse en forma del rechazo de amigos o familiares por defender la vida en una cultura de la muerte, o bien en el trauma causado por una separación dolorosa en el matrimonio. Sea lo que sea, todos hemos pasado por situaciones que podríamos llamar “cruces” que nos toca llevar.

Pero también es importante darse cuenta de que, antes de aceptar cualquier cruz que se nos presente, podemos pedirle al Señor que nos libre de ella.

Sí, es cierto que Jesús nos dijo que cargáramos nuestras cruces, pero al mismo tiempo, Él mismo curó a mucha gente, es decir, les quitó sus cruces por su amor y su compasión.

Así como les quitó las cruces a esas personas, hay muchos casos en los que Él también quiere quitarnos las nuestras, porque sabe que estamos sufriendo, a veces en extremo.

2.- El sufrimiento es un Misterio.

La experiencia nos dice que hay personas que reciben curaciones especiales de Dios y otras no. Esto sucede porque el sufrimiento es un gran misterio: algunas personas que oran mucho y son muy santas no reciben curación, mientras que otras que apenas llegan a la fe, sanan. Algunas reciben curación después de haber orado sólo un momento, otras rezan durante años y nunca sanan.

Al parecer, San Pablo llevaba una cruz, que él llamaba “espina en la carne” (2 Corintios 12,7), que puede haber sido alguna forma de dolencia o padecimiento. Lo que haya sido, lo primero que hizo fue pedirle al Señor que le quitara esa cruz, y en realidad se lo pidió en tres ocasiones distintas.

Cristo mismo también oró con la misma intención en el Jardín de Getsemaní poco antes de que lo arrestaran. Pero ni Jesús ni Pablo se vieron libres de sus respectivas aflicciones.

Por eso, cuando se te presente una cruz en tu vida, pídele al Señor que te la quite; pide curación y puedes hacerlo con las mismas palabras de Jesús; o bien, clama en alta voz, como lo hacía el ciego Bartimeo, a quien no pudieron hacer callar:

"¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!" (Marcos 10,46-52).

Dios nos ama y quiere sanarnos. Si tuvieras un hijo enfermo ¿no harías tú todo lo posible para evitar que sufriera y se curara?

¡Por supuesto! En efecto, si así queremos a nuestros hijos nosotros que somos pecadores, ¡cuánto más nuestro Padre que está en el cielo derramará su gracia sanadora sobre los suyos! (Mateo 7,11).

Siempre es bueno orar y no dejar de hacerlo. Nunca te des por vencido, aunque no puedas comprender el misterio de tus propias aflicciones.

No dejes de confiar en Dios, porque su bondad y su amor jamás disminuyen:

“Den gracias al Señor porque Él es bueno, porque su amor es eterno” (Salmo 136,1).

3.- En tu oración pide fortaleza para llevar la cruz.

Cuando rezamos para sanarnos de alguna enfermedad, también tenemos que preguntarnos:

"Si me toca aceptar esta cruz, ¿lo haré con una actitud de “entereza y serenidad” o con una fe firme y confiada?"

Hay una diferencia importante en esto: Una persona que acepta su cruz con entereza y serenidad, lo hace con buena intención, tratando de no quejarse ni sentir lástima de sí misma.

Si bien esta es una manera correcta de aceptar la cruz, si alguien lo hace sólo apoyándose en sus buenas intenciones y en su capacidad humana, es probable que toda su experiencia venga acompañada de algún grado de desaliento, ira o sentido de culpa, en algún momento se sentirá flaquear.

La razón es que algunas cruces son excesivamente pesadas y a veces nos resultan demasiado dolorosas para llevarlas solos.

Aquí es donde interviene la fe firme y confiada. Dios puede ayudarte a llevar el peso de la cruz que hoy cargas. Dios quiere comunicarnos su propia gracia divina para ayudarnos a aceptar las cruces de la vida, como Jesús le dijo a San Pablo:

"Mi amor es todo lo que necesitas; pues mi poder se muestra plenamente en la debilidad".

Estas palabras fueron tan impresionantes para el apóstol que luego pudo escribir:

"Y me alegro también de las debilidades, los insultos, las necesidades, las persecuciones y las dificultades que sufro por Cristo, porque cuando más débil me siento es cuando más fuerte soy". (2 Corintios 12,9-10).

Llevar una cruz con la ayuda de la gracia de Dios es muy diferente de tratar de actuar con entereza y hacer lo posible por aceptar la adversidad con serenidad, pero sin la ayuda de Dios, es decir, sólo con tus fuerzas humanas.

Los que aceptan la cruz recurriendo a la gracia aprenden a depender de Dios más y más cada día; además, encuentran reservas de fortaleza, confianza y obediencia que saben perfectamente que no vienen de ellos mismos, sino de un Dios que es bondadoso y misericordioso.

En lugar de centrar su atención en los padecimientos que les toca llevar, se sienten inspirados a ser comprensivos y compasivos con otras personas, aunque ellos mismos sufran dolores, padecimientos y dificultades.

En resumen, poco a poco van adoptando las actitudes del propio Jesús.

Esta es la paradoja de la cruz: Aceptamos el sufrimiento no porque sea bueno ni porque nos guste, sino como parte de nuestra vocación de seguidores de Cristo Jesús.

Estas cruces pueden llegar a ser oportunidades para que nos entreguemos más al Señor y le demos gloria y alabanza.

4.- El sufrimiento nos une a Cristo.

El Papa San Juan Pablo II nos ofreció un ejemplo conmovedor de cómo se puede demostrar el gozo de conocer al Señor incluso cuando se está padeciendo los dolores de la ancianidad.

En su última presentación en público, en marzo de 2005, el Santo Padre salió a la ventana de su residencia en el Vaticano a pesar de la fragilidad de su condición, ya cercano a la muerte y con dificultades para hablar.

No se escuchó ninguna palabra de sus labios y después de bendecir a la multitud reunida en la plaza, se retiró y se cerraron las cortinas. No pudo decir nada, pero toda su silenciosa actitud demostraba que quería animar a todos.

Quienes lo observaban ese día podían imaginarse que les quería decir: “Sigan adelante, sigan en la carrera hacia el cielo". Fue un ejemplo dramático y conmovedor de lo muy unido que él se sentía a su gente y de cuánto los amaba a todos.

Durante toda su vida, el Santo Padre enseñó que el sufrimiento nos une al Señor y sus últimos días de vida fueron una clara demostración de su enseñanza.

En febrero de 1984 emitió una carta apostólica sobre el misterio del sufrimiento titulada Salvici Doloris, en la cual escribió, de una manera que resultó ser profética, sobre lo que significaba llevar nuestra cruz con la ayuda de la gracia de Dios:

"Esta madurez interior y grandeza espiritual en el sufrimiento, ciertamente son fruto de una particular conversión y cooperación con la gracia del Redentor crucificado.

Jesús mismo es quien actúa en medio de los sufrimientos humanos por medio de su Espíritu de Verdad, por medio del Espíritu Consolador. Él es quien transforma, en cierto sentido, la esencia misma de la vida espiritual, indicando al hombre que sufre un lugar cercano a sí. Él es - como Maestro y Guía interior - quien enseña al hermano y a la hermana que sufren este intercambio admirable, colocado en lo profundo del misterio de la redención.

El sufrimiento es, en sí mismo, probar el mal. Pero Cristo ha hecho de él la más sólida base del bien definitivo, o sea del bien de la salvación eterna".

Conclusión

Querido lector, si te ha tocado llevar una cruz particularmente pesada, no dejes de orar y pedir curación o solución; pero si la cruz permanece, pídele al Señor la gracia de ayudarte a aceptarla y llevarla, y ten por seguro que Él vendrá en tu ayuda.

Como lo dijo San Juan Pablo II, todo sufrimiento es malo y no existirá en la nueva Jerusalén, cuando Jesús regrese a la tierra. Pero Dios sabe sacar el bien de este mal, incluso grandes bendiciones, y puede enseñarnos a todos a aceptar el sufrimiento de una manera que nos acerque más a Jesús.

Así pues, haz un momento de paz y bendice a todos los que sepas que están llevando una cruz muy pesada; pídele al Señor que derrame sobre ellos una gracia abundante para que reciban el auxilio del cielo y les lleve la paz.

¿Qué es el alma?

La sustancia espiritual e inmortal del hombre que anima a su cuerpo.

Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org 

Pregunta:     

Les envío un cordial saludo desde Venezuela y aprovecho la oportunidad de hacerle la siguiente pregunta ya que soy ministro de la palabra en mi parroquia: ¿me podría dar su opinión sobre la sustancialidad del alma? Gracias de antemano por su respuesta y que Dios los bendiga. Atentamente José

Respuesta:     

Estimado José:

El término alma viene del latín anima, de la misma raíz que el griego ánemos, viento. Por alma, y con el mismo significado que spiritus (en griego psikhé, soplo, aliento, vida), se entiende por lo común el principio vital del cuerpo, o el principio inmaterial que se considera origen de la vida material, de la sensibilidad y del psiquismo del hombre. A veces se da este nombre a la mente humana, o también se la llama espíritu.

El concepto de alma surge a partir de la pregunta que el hombre se ha hecho sobre sí mismo, sobre el núcleo íntimo de su naturaleza, y es un concepto que se vincula simultáneamente a dos cuestiones distintas: por una parte, la naturaleza de la vida, caracterizada por el automovimiento y la reproducción y, por otra, la naturaleza de los actos intelectivos. Desde la primera perspectiva el alma se concibe principalmente como principio vital (los seres vivos están animados y para muchos el alma sobrevive al cuerpo); desde la segunda perspectiva, que puede compatibilizarse con la anterior -no sin ciertas dificultades-, el alma es el principio de la racionalidad, el principio explicativo del pensamiento, la sensibilidad, los afectos y la voluntad. A su vez, si se parte de la concepción del alma entendida como principio vital, debería poderse hablar de un alma de los seres vivos no racionales, incluidas las plantas. Es la cuestión suscitada bajo el problema del alma de los brutos o alma de los animales. Si, en cambio, se parte de la concepción del alma entendida como principio de racionalidad, se manifiesta en toda su claridad el grave problema de las relaciones entre el alma y el cuerpo, o problema de la relación mente-cuerpo. Para Aristóteles el alma debe entenderse a partir de su teoría hilemórfica y de su teoría del acto y la potencia: el alma, ‘aquello por lo cual primariamente vivimos, sentimos y entendemos’, es sustancia porque es la forma del cuerpo que está en potencia de vida (‘El alma es la entelequia primera de un cuerpo natural que posee la vida en potencia’, De anima, 412a-b) y, por tanto, el alma no puede existir sin el cuerpo, razón por la cual no puede ser inmortal. El alma es concebida como acto (de los cuerpos que poseen la vida en potencia), y como forma (desde la perspectiva hilemórfica, es la forma del cuerpo material). Así, en cuanto que acto, el alma es forma, y en cuanto que forma es sustancia, en el sentido de la forma de un cuerpo que posee la potencialidad de la vida. A partir de san Agustín, que subraya el carácter pensante del alma, esta noción, muy influenciada por la tradición neoplatónica, se espiritualiza cada vez más. Para él es una sustancia plenamente espiritual e inmortal, no dependiente del cuerpo, que surge por la voluntad creadora divina, y es el centro de la subjetividad del hombre, que es ‘un alma racional que se sirve de un cuerpo mortal y terrestre’. Es en el alma donde el hombre encuentra a Dios y a la verdad, y es, al mismo tiempo, imagen de la Trinidad. Como en el caso de la Trinidad, el alma es una, pero posee facultades distintas.

Santo Tomás, siguiendo a Aristóteles, hará del alma forma sustancial del cuerpo, de modo que el hombre no es ni alma sola ni solo cuerpo, sino cuerpo y alma a la vez y atacará la doctrina averroísta de la unidad del entendimiento que ponía, de nuevo, en peligro la inmortalidad del alma. Tomás de Aquino, apropiándose del aristotelismo, distingue el alma vegetativa, el alma animal y la humana, y distingue también el anima y el animus (principio vital y entendimiento, respectivamente).

Fiesta de la Epifanía o Día de Reyes

Los pastores y reyes del Oriente visitan a Jesús el Mesías, le llevan regalos y lo adoran con oro, incienso y mirra.

Origen de la fiesta:

El 6 de enero se celebraba desde tiempos inmemoriales en Oriente, pero con un sentido pagano: En Egipto y Arabia, durante la noche del 5 al 6 de enero se recordaba el nacimiento del dios Aion. Creían que él se manifestaba especialmente al renacer el sol, en el solsticio de invierno que coincidía hacia el 6 de Enero. En esta misma fecha, se celebraban los prodigios del dios Dionisio en favor de sus devotos.

La fiesta de la Epifanía sustituyó a los cultos paganos de Oriente relacionados con el solsticio de invierno, celebrando ese día la manifestación de Jesús como Hijo de Dios a los sabios que vinieron de Oriente a adorarlo. La tradición pasó a Occidente a mediados del siglo IV, a través de lo que hoy es Francia.

La historia de los Reyes Magos se puede encontrar en Mateo 2, 1-12

“Después de haber nacido Jesús en Belén de Judea, en el tiempo del Rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén diciendo: ¿dónde está el que ha nacido, el Rey de los Judíos? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.

Al oír esto, el Rey Herodes se puso muy preocupado; entonces llamó a unos señores que se llamaban Pontífices y Escribas (que eran los que conocían las escrituras) y les preguntó el lugar del nacimiento del Mesías, del Salvador que el pueblo judío esperaba hacia mucho tiempo.
Ellos contestaron: En Belén de Judá, pues así está escrito por el Profeta:

Y tú, Belén tierra de Judá
de ningún modo eres la menor
entre las principales ciudades de Judá
porque de ti saldrá un jefe
que será el pastor de mi pueblo Israel

Entonces Herodes, llamando aparte a los magos, los envió a la ciudad de Belén y les dijo: Vayan e infórmense muy bien sobre ese niño; y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo.

Los Reyes Magos se marcharon y la estrella que habían visto en el Oriente, iba delante de ellos hasta que fue a pararse sobre el lugar donde estaba el Niño. Al ver la estrella, sintieron una gran alegría.

Entraron en la casa y vieron al niño con María su madre. Se hincaron y lo adoraron. Abrieron sus tesoros y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Luego, habiendo sido avisados en sueños que no volvieran a Herodes, (pues él quería buscar al Niño para matarlo), regresaron a su país por otro camino.”

Podemos aprovechar esta fiesta de la Iglesia para reflexionar en las enseñanzas que nos da este pasaje evangélico:

*Los magos representan a todos aquellos que buscan, sin cansarse, la luz de Dios, siguen sus señales y, cuando encuentran a Jesucristo, luz de los hombres, le ofrecen con alegría todo lo que tienen.

* La estrella anunció la venida de Jesús a todos los pueblos. Hoy en día, el Evangelio es lo que anuncia a todos los pueblos el mensaje de Jesús.

* Los Reyes Magos no eran judíos como José y María. Venían de otras tierras lejanas (de Oriente: Persia y Babilonia), siguiendo a la estrella que les llevaría a encontrar al Salvador del Mundo. Representan a todos los pueblos de la tierra que desde el paganismo han llegado al conocimiento del Evangelio.

* Los Reyes Magos dejaron su patria, casa, comodidades, familia, para adorar al Niño Dios. Perseveraron a pesar de las dificultades que se les presentaron. Era un camino largo, difícil, incómodo, cansado. El seguir a Dios implica sacrificio, pero cuando se trata de Dios cualquier esfuerzo y trabajo vale la pena.

* Los Reyes Magos tuvieron fe en Dios. Creyeron aunque no veían, aunque no entendían. Quizá ellos pensaban encontrar a Dios en un palacio, lleno de riquezas y no fue así, sino que lo encontraron en un pesebre y así lo adoraron y le entregaron sus regalos. Nos enseñan la importancia de estar siempre pendientes de los signos de Dios para reconocerlos.

Los Reyes Magos fueron generosos al ir a ver a Jesús, no llegaron con las manos vacías. Le llevaron:

  • oro: que se les da a los reyes, ya que Jesús ha venido de parte de Dios, como rey del mundo, para traer la justicia y la paz a todos los pueblos;
  • incienso: que se le da a Dios, ya que Jesús es el hijo de Dios hecho hombre;
  • mirra: que se untaba a los hombres escogidos, ya que adoraron a Jesús como Hombre entre los hombres.

Esto nos ayuda a reflexionar en la clase de regalos que nosotros le ofrecemos a Dios y a reconocer que lo importante no es el regalo en sí, sino el saber darse a los demás. En la vida debemos buscar a Dios sin cansarnos y ofrecerle con alegría todo lo que tenemos.

* Los Reyes Magos sintieron una gran alegría al ver al niño Jesús. Supieron valorar el gran amor de Dios por el hombre.

* Debemos ser estrella que conduzca a los demás hacia Dios.

Significado de la fiesta:

Antes de la llegada del Señor, los hombres vivían en tinieblas, sin esperanza. Pero el Señor ha venido, y es como si una gran luz hubiera amanecido sobre todos y la alegría y la paz, la felicidad y el amor hubieran iluminado todos los corazones. Jesús es la luz que ha venido a iluminar y transformar a todos los hombres.

Con la venida de Cristo se cumplieron las promesas hechas a Israel. En la Epifanía celebramos que Jesús vino a salvar no sólo a Israel sino a todos los pueblos.

Epifanía quiere decir "manifestación", iluminación. Celebramos la manifestación de Dios a todos los hombres del mundo, a todas las regiones de la tierra. Jesús ha venido para revelar el amor de Dios a todos los pueblos y ser luz de todas las naciones.

En la Epifanía celebramos el amor de Dios que se revela a todos los hombres. Dios quiere la felicidad del mundo entero. Él ama a cada uno de los hombres, y ha venido a salvar a todos los hombres, sin importar su nacionalidad, su color o su raza.

Es un día de alegría y agradecimiento porque al ver la luz del Evangelio, salimos al encuentro de Jesús, lo encontramos y le rendimos nuestra adoración como los magos.

Origen de la Rosca de Reyes

Después de que los Reyes adoraron a Jesús, un ángel les avisó que no regresaran donde Herodes y ellos regresaron por otro camino. Herodes al enterarse que había nacido el Rey que todos esperaban, tuvo miedo de perder su puesto y ordenó matar a todos los niños menores de dos años entre los cuales se encontraría dicho Rey.

La Sagrada Familia huyó a Egipto y el niño Dios se salvó, otras familias escondieron a los bebés en tinajas de harina y así no fueron vistios y salvaron sus vidas. Desde entonces, los judíos comían pan ázimo el 6 de enero en el que escondían un muñeco de barro recordando este acontecimiento.

Los primeros cristianos tomaron un poco de esta tradición y la mezclaron con la historia de la visita de los Reyes Magos para la celebración de la Epifanía: cambiaron el pan ázimo por pan de harina blanca y levadura, cocida en forma de Rosca, endulzándolo con miel y adornándolo con frutos del desierto, como higos, dátiles y algunas nueces.

Para los cristianos, la forma circular de la rosca simboliza el amor eterno de Dios, que no tiene principio ni fin. Los confites son las distracciones del mundo que nos impiden encontrar a Jesús.

El muñequito escondido dentro de la rosca, simboliza al Niño Jesús que los reyes no encontraban porque la estrella desaparecía.

Esta costumbre de los cristianos de Palestina llegó a Europa y posteriormente a América.
En México, el que encuentra el muñequito de la rosca se convierte en el centro de la fiesta: se le pone una corona hecha de cartón y cubierta de papel dorado y se le da el nombramiento de “padrino del Niño Jesús”.
El padrino deberá vestir con ropas nuevas a la imagen del niño Jesús del nacimiento y presentarlo en la Iglesia el día 2 de Febrero, día de la Candelaria. Después hará una fiesta con tamales y atole.

Sugerencias para vivir esta fiesta

Reflexionar y contestar las siguientes preguntas: ¿qué regalo le voy a dar a Jesús este año que comienza?; ¿qué puedo cambiar para ser mejor?; ,¿qué regalos le voy a ofrecer a Jesús?; ¿me encuentro alegre porque Dios me ama?; ¿tengo fe en Dios?; ¿sé vivir en la pobreza?; ¿soy generoso (con mi tiempo, con mi persona, con los demás)?; ¿suelo perseverar en mi vida espiritual a pesar de las dificultades que se me presentan?; ¿obedezco a Dios con prontitud?

  • Recomendamos para los niños, Los Magos de Ángel LLorente M.
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Los grandes expertos no dudan Los Reyes Magos son Melchor, Gaspar y Baltasar, vaya pregunta más tonta de José Antonio Fúster

Del santo Evangelio según san Mateo 2, 1-12

Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.» AL oír esto, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel. Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.

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