Revestir el traje de bodas

Panorámica del Sínodo

Mostró su respeto y su comprensión hacia las parejas de homosexuales
El Sínodo cree que los medios de comunicación a veces inducen al adulterio
"La crisis económica avanza, los medios de comunicación reducen los momentos de diálogo en el hogar"

Las guerras, las migraciones, la globalización, el drama de enfermedades como el sida y el ébola, el fundamentalismo islámico, enemigos de la familia

El Sínodo de Obispos que se celebra estos días en el Vaticano señaló que, en la actualidad, la familia se enfrenta a dificultades derivadas de la crisis económica pero también provocadas por los medios de comunicación que "a veces proponen modelos que inducen al adulterio".

"La familia es clave para la sociedad, es la base fundamental de la comunión en la justicia. Ciertamente no faltan dificultades: la crisis económica avanza, los medios de comunicación reducen los momentos de diálogo en el hogar, y a veces proponen modelos que inducen al adulterio", afirmó hoy la Santa Sede en un comunicado.

El concepto de familia fue analizado también para conocer cómo es entendido en las diversas confesiones cristianas.

Se llegó a la conclusión de que, "en general, los desafíos y las esperanzas que atañen al núcleo familiar son comunes a todos los cristianos".

Y también que "las guerras, las migraciones, la globalización, el drama de enfermedades como el sida y el ébola, el fundamentalismo islámico presente en algunos países, ponen continuamente en peligro el bien de la familia, en todos los contextos".

Asimismo, el Sínodo mostró su respeto y su comprensión hacia las parejas de homosexuales, aunque reiteró que "el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer".

"Por cuanto respecta a las personas homosexuales, lejos de cualquier tipo de condena, se puso de manifiesto la voluntad de escuchar y comprender, reiterando al mismo tiempo queel matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer", subrayó el Vaticano.

El posible reconocimiento de las uniones entre gays ha sido uno de los temas puestos sobre la mesa en este Sínodo de obispos que comenzó el pasado 6 se octubre y que concluirá el 19 de octubre.

También el de si los divorciados que se hayan vuelto a casar pueden recibir la Comunión.

En este sentido, el Sínodo reiteró que "su acogida en la Iglesia puede dar nuevas esperanzas y favorecer un clima familiar más sereno, que a su vez redundaría en beneficio de toda la sociedad".
Tras el intercambio de opiniones, la próxima semana el Sínodo trabajará para redactar y aprobar un documento final que entregará al papa Francisco. (RD/Agencias)

Invitación

Jesús conocía muy bien cómo disfrutaban los campesinos de Galilea en las bodas que se celebraban en las aldeas. Sin duda, él mismo tomó parte en más de una. ¿Qué experiencia podía haber más gozosa para aquellas gentes que ser invitados a una boda y poder sentarse con los vecinos a compartir juntos un banquete de bodas?

Este recuerdo vivido desde niño le ayudó en algún momento a comunicar su experiencia de Dios de una manera nueva y sorprendente. Según Jesús, Dios está preparando un banquete final para todos sus hijos pues a todos los quiere ver sentados, junto a él, disfrutando para siempre de una vida plenamente dichosa.

Podemos decir que Jesús entendió su vida entera como una gran invitación a una fiesta final en nombre de Dios. Por eso, Jesús no impone nada a la fuerza, no presiona a nadie. Anuncia la Buena Noticia de Dios, despierta la confianza en el Padre, enciende en los corazones la esperanza. A todos les ha de llegar su invitación.

¿Qué ha sido de esta invitación de Dios? ¿Quién la anuncia? ¿Quién la escucha? ¿Dónde se habla en la Iglesia de esta fiesta final? Satisfechos con nuestro bienestar, sordos a lo que no sea nuestros intereses inmediatos, nos parece que ya no necesitamos de Dios ¿Nos acostumbraremos poco a poco a vivir sin necesidad de alimentar una esperanza última?

Jesús era realista. Sabía que la invitación de Dios puede ser rechazada. En la parábola de “los invitados a la boda” se habla de diversas reacciones de los invitados. Unos rechazan la invitación de manera consciente y rotunda: “no quisieron ir. Otros responden con absoluta indiferencia: “no hicieron caso”. Les importan más sus tierras y negocios.

Pero, según la parábola, Dios no se desalienta. Por encima de todo, habrá una fiesta final. El deseo de Dios es que la sala del banquete se llene de invitados. Por eso, hay que ir a “los cruces de los caminos”, por donde caminan tantas gentes errantes, que viven sin esperanza y sin futuro. La Iglesia ha de seguir anunciando con fe y alegría la invitación de Dios proclamada en el Evangelio de Jesús.

El papa Francisco está preocupado por una predicación que se obsesiona “por la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia”. El mayor peligro está según él en que ya “no será propiamente el Evangelio lo que se anuncie, sino algunos acentos doctrinales o morales que proceden de determinadas opciones ideológicas. El mensaje correrá el riesgo de perder su frescura y dejará de tener olor a Evangelio”.

José Antonio Pagola. 12 de octubre de 2014. DOMINNGO 28. Mateo 22, 1-14

 

XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO INVITADOS AL BANQUETE DEL SEÑOR
(Is 25, 6-10a; Sal 22; Flp 4,12-14.19-20; Mt 22, 1-14)

Estamos en otoño, tiempo de recoger los frutos, meses de cosechas, y de celebrar el rendimiento de los trabajos. Tiempo de agradecer a Dios la fecundidad de la tierra, el sustento cotidiano, la mesa que dispone sobre los campos para que nadie pase hambre.

Los textos que hoy nos propone la Liturgia se concentran en la figura del banquete. Y aunque la carta de san Pablo a los filipenses se lea como lectura continuada, sin una correspondencia tan evidente como la que se da entre el evangelio y la profecía de Isaías y el salmo, sin embargo, también resuena en ella la referencia al hambre y a la saciedad. “Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta” (Flp 4, 12). Es posible contemplar en los textos un sentido cósmico y natural, y, a su vez, podemos leerlos en clave teologal y profética, interpretándolos desde el regalo que nos hizo Jesús con el don de la Eucaristía.

El texto del profeta: “Preparará el Señor de los Ejércitos para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos” (Is 25, 6), y el del salmista: “Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa” (Sal 22), hacen clara alusión al Sacramento de la Eucaristía, auténtico banquete, en el que se sacia la necesidad de Dios.

La selección de las lecturas del Antiguo Testamento con relación al texto evangélico, permiten elevar el significado de la Eucaristía, no solo como banquete de fiestas, sino como banquete esponsal, de unión y de pertenencia al Señor, dispuesto para todos. “Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales” (Mt 22,10).

Hay una advertencia importante sobre cómo participar en la comida nupcial con la vestidura adecuada. La túnica necesaria la recibimos por la misericordia divina, pero no podemos ser pretenciosos y acercarnos como intrusos al banquete de bodas.
Ante el mensaje revelado, las actitudes y sentimientos adecuados son, por una parte, el agradecimiento a Dios provisor y providente, y a Jesucristo que se nos da como manjar del cielo, y por otra parte, de humildad a la hora de participar de la mesa santa, y de solidaridad, para que a todos llegue el pan cotidiano, y el pan de la Palabra y de la Eucaristía.

DOMINGO 28.  Is 25,6-10a; Fl 4,12-14.19-20; Mt 22,1-14. Hermanos y hermanas: El Evangelio de hoy hay que comprenderlo en el marco de una enseñanza mucho más amplio y que hemos ido desglosando en estos domingos últimos. La situación vital desde la que Jesús nos enseña es la de la oposición y el rechazo de parte de los sacerdotes, los ancianos del pueblo y los escribas. Una realidad que, por otra parte, sintetiza la historia de Israel: pueblo amado y elegido, posesión personal de Dios, pero muchas veces rebelde al yugo e infiel. El Dios que lo ha elegido envía maestros y profetas para reconducirlo al buen camino pero no los han querido, les han perseguido. Al final Juan Bautista concluye el ministerio profético y también es rechazado, muerto. A continuación el enviado es el mismo Hijo de Dios y que tendrá la misma suerte que todos aquellos que lo precedieron. Las parábolas de los dos hijos enviados a trabajar en la viña (leída hace dos domingos), la parábola de los viñadores homicidas (leída el pasado domingo) y la que ahora acabamos de escuchar sobre los invitados al banquete de bodas nos van aclarando sobre qué quiere Dios de nosotros, como no deja nunca de llamarnos, como cuida de nuestra salvación; y también la inmensa responsabilidad que asumimos al no hacer caso de Dios y de sus enviados. El peso del desagradecimiento que aleja de Dios y de los hermanos. De hecho el Evangelio también nos dice que los sacerdotes y los maestros de la ley entendieron que la palabra de Jesús se refería a ellos, pero no se convirtieron. Israel fue el pueblo elegido, la viña amada; fue llamado a participar del Reino de Dios, a él le fue dado el Reino y en rechazarlo Dios la ha pasado a otras manos. Esta es la lectura que hace de la historia de la salvación la palabra del Evangelio. Una lectura histórica-crítica pesar use un lenguaje alegórico, y que sirve también para aplicar la historia al momento presente.Comparar el Reino de Dios con un banquete festivo, un banquete de bodas, es frecuente en la Escritura. La primera lectura que hemos escuchado nos lo presentaba con las imágenes poéticas y proféticas de Isaías. Jesús mismo aludió más de una vez a esta imagen para hablar del Reino de Dios.

Hoy la parábola de Jesús nos habla de un rey que celebra la boda de su hijo y que invita al banquete de bodas a todas aquellas personas con las que se siente más obligado. Unos mensajeros llevan la invitación real, pero los invitados se niegan a ir porque tienen otras ocupaciones y otros intereses. Algunos no sólo se niegan a ir, sino que maltratan y matan a los enviados del rey. La reacción real, bien comprensible en aquel ambiente histórico, es como una declaración de guerra que hace fuera a aquellos asesinos. Pero el banquete está a punto, está preparado. Dios no lo suspende. La boda hay que celebrarlas y otros son llamados. Quienes están llamados? Los de fuera, aquellos que no son importantes, gente del pueblo buenos y malos. Por lo tanto la fiesta continúa, se oferta a muchos hasta que la sala se llena. El Reino ha pasado a otros. Pero con ello no basta. No se trata de un final feliz de novela romántica. Dios de todos espera una respuesta plena. Cristianos no judíos quizás pensaban que ahora eran ellos los elegidos y que con eso ya todo estaba hecho. El final de las palabras de Jesús son un toque de atención serio para todos aquellos, que lo piensan y dicen que todos se salvarán, y no hay que preocuparse más. Todos necesitamos vivir una conversión radical que nos haga dignos de ser comensales en el banquete del Reino. Se debe llevar el traje de fiesta, sino también uno será sacado fuera, a las tinieblas. Ser condenado "por no llevar el vestido de fiesta" es una posibilidad real, y aquel que no lo lleve no participará en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob. ¿Qué es no ir vestir de fiesta? ¿Qué impide llevar el vestido de fiesta y participar en el banquete de bodas, se pregunta S. Juan Crisóstomo? Vivir al margen de las exigencias del Evangelio, al margen de la Palabra de Dios. Vivir sólo de prácticas externas al margen de la verdad y del amor a los hermanos. Vivir al margen de la justicia. Vivir tranquilo, porque hay cosas que ahora ya son "legales". En una palabra: vivir mal aunque esto se esconda bajo un manto de honorabilidad. En la sala entraron buenos y malos. En la parábola de la buena semilla y la cizaña, esto ya se hacía presente y el Señor decía que crecieran juntos, que ya se hará la elección definitiva. Pero la cizaña será quemado, no se escapará del juicio de Dios. No es buena semilla ni buena planta aunque esté en medio del trigo. Es necesario que lo que es trigo persevere, no agresivamente en contra de nadie, sino como diría St. Paz haciendo la verdad con caridad. Hermanas y hermanos: este es el mensaje que la Iglesia en nombre de Jesús ahora nos hace llegar a todos. Este es el mensaje que nos va dando el Papa Francisco en sus catequesis. Somos ciertamente el pueblo de Dios; llamados de todas partes. Pero necesitamos revestirnos siempre de Jesucristo si queremos poseer el Reino de Dios.

Evangelio según San Mateo 22,1-14. 

Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:

El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. 

Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.

De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: 'Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas'. Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron. Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: 'El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren'. Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. 

Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. 'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?'.

El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: 'Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes'. Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos. 

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia 
Sermón 90; PL 38, 559s.            

Revestir el traje de bodas

¿Cuál es el traje de bodas del cual habla el Evangelio? Ciertamente que este traje es una cosa que sólo la poseen los buenos, los que han de participar del festín... ¿Serán los sacramentos? ¿el bautismo? Sin el bautismo nadie llega a Dios, pero algunos reciben el bautismo y no llegan a Dios... ¿Es el altar o lo que se recibe del altar? Pero recibiendo el Cuerpo de Cristo algunos comen y beben su propia condenación  (1C 11,29). ¿Qué es, pues?, ¿el ayuno? Los malos ayunan también. ¿El frecuentar la Iglesia? Los malos van a la Iglesia como los demás...

¿Qué es, pues, este traje de bodas? El apóstol Pablo nos dice: «El fin de los mandamientos es la caridad que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera» (1Tm 1,5). Éste es el traje de bodas. No se trata de un amor cualquiera, porque a menudo se ven a hombres deshonestos amar a otros..., pero no se ve en ellos esta caridad «que nace de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera»; pues esta caridad es el traje de bodas.
«Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles, dice el apóstol, si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden...Ya podría tener el don de predicción y conocer todos los secretos y todo el saber; podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor no soy nada» (1C 13, 1-2)...Ya podría yo tener todo esto, dice, sin Cristo «No soy nada»... ¿Cuántos bienes son inútiles si un solo bien falta! Si no tengo amor, aunque distribuyera todos mis bienes, confesara a Cristo hasta derramar la sangre por él (1C 13,3), de nada me serviría todo ello, puesto que puedo obrar así por amor a la gloria... «Si me falta el amor, no sirve para nada». Éste es el traje de bodas. Examinaos: si lo tenéis, acercaos confiadamente al banquete del Señor.

12 de octubre 2014 Domingo XXVIII Is 25, 6-9

Cuántas veces nos hemos reunido para hacer una comida para celebrar un motivo que nos es especialmente satisfactorio! Hoy Isaías también nos habla de un buen banquete: «El Señor del universo preparará para todos los pueblos un banquete de platos sabrosos y de vinos rancios, y nos dice el motivo:« Hará desaparecer ... el velo de luto que cubre todos los pueblos ... engullirá para siempre la muerte. »Cuando participas en una Eucaristía, tienes presente que es un banquete que nos recuerda que, con Jesús, la muerte ha sido vencida? ¿Con qué espíritu participas? Señor, quiero mirar, con los Tuyos ojos, el significado de la muerte.

Nuestra Señora del Pilar

Historia de la Virgen del Pilar

La tradición, tal como ha surgido de unos documentos del siglo XIII que se conservan en la catedral de Zaragoza, se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Jesucristo, cuando los apóstoles, fortalecidos con el Espíritu Santo, predicaban el Evangelio. Se dice que, por entonces (40 AD), el Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan e hijo de Zebedeo, predicaba en España. Aquellas tierras no habían recibido el evangelio, por lo que se encontraban atadas al paganismo. Santiago obtuvo la bendición de la Santísima Virgen para su misión.

Los documentos dicen textualmente que Santiago, "pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, el territorio que se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del reino de Dios, y por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso".

En la noche del 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando "oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol". La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal, le pidió al Apóstol que se le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que "permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio". 
Desapareció la Virgen y quedó ahí el pilar. El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a edificar una iglesia en aquel sitio y, con el concurso de los conversos, la obra se puso en marcha con rapidez. Pero antes que estuviese terminada la Iglesia, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título de Santa María del Pilar, antes de regresarse a Judea. Esta fue la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen Santísima.

Muchos historiadores e investigadores defienden esta tradición y aducen que hay una serie de monumentos y testimonios que demuestran la existencia de una iglesia dedicada a la Virgen de Zaragoza.  El mas antiguo de estos testimonios es el famoso sarcófago de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza desde el siglo IV, cuando la santa fue martirizada. El sarcófago representa, en un bajo relieve, el descenso de la Virgen de los cielos para aparecerse al Apóstol Santiago.

Asimismo, hacia el año 835, un monje de San Germán de París, llamado Almoino, redactó unos escritos en los que habla de la Iglesia de la Virgen María de Zaragoza, "donde había servido en el siglo III el gran mártir San Vicente", cuyos restos fueron depositados por el obispo de Zaragoza, en la iglesia de la Virgen María. También está atestiguado que antes de la ocupación musulmana de Zaragoza (714) había allí un templo dedicado a la Virgen.

La devoción del pueblo por la Virgen del Pilar se halla tan arraigada entre los españoles y desde épocas tan remotas, que la Santa Sede permitió el establecimiento del Oficio del Pilar en el que se consigna la aparición de la Virgen del Pilar como "una antigua y piadosa creencia".

Numerosos milagros de la Virgen

En 1438 se escribió un Libro de milagros atribuidos a la Virgen del Pilar, que contribuyó al fomento de la devoción hasta el punto de que, el rey Fernando el católico dijo: "creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Sta.y Purísima Virgen y Madre de Dios, Sta. María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros". El Gran milagro del Cojo de Calanda (1640)  Se trata de un hombre a quien le amputaron una pierna.  Un día años mas tarde, mientras soñaba que visitaba la basílica de la Virgen del Pilar, la pierna volvió a su sitio.  Era la misma pierna que había perdido. Miles de personas fueron testigos y en la pared derecha de la basílica hay un cuadro recordando este milagro. El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar, pero ya desde siglos antes, en todas las iglesias de España y entre los pueblos sujetos al rey católico , se celebraba la dicha de haber tenido a la Madre de Dios en su región, cuando todavía vivía en carne mortal. Tres rasgos peculiares que caracterizan a la Virgen del Pilar y la distinguen de las otras:

1- Se trata de una venida extraordinaria de la Virgen durante su vida mortal. A diferencia de las otras apariciones la Virgen viene cuando todavía vive en Palestina: ¨Con ninguna nación hizo cosa semejante", cantará con razón la liturgia del 2 de enero, fiesta de la Venida de la Virgen.

2- La Columna o Pilar que la misma Señora trajo para que, sobre él se construyera la primera capilla que, de hecho, sería el primer Templo Mariano de toda la Cristiandad.

3- La vinculación de la tradición pilarista con la tradición jacobea (del Santuario de Santiago de Compostela). Por ello, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido dos ejes fundamentales, en torno a los cuales ha girado durante siglos la espiritualidad de la patria española.

Simbolismo del pilar. El pilar o columna: la idea de la solidez del edificio-iglesia con la de la firmeza de la columna-confianza en la protección de María. La columna es símbolo del conducto que une el cielo y la tierra, "manifestación de la potencia de Dios en el hombre y la potencia del hombre bajo la influencia de Dios". Es soporte de los sagrado, soporte de la vida cotidiana. María, la puerta del cielo, la escala de Jacob, ha sido la mujer escogida por Dios para venir a nuestro mundo. En ella la tierra y el cielo se han unido en Jesucristo. Las columnas garantizan la solidez del edificio, sea arquitectónico o social. Quebrantarlas es amenazar el edificio entero. La columna es la primera piedra del templo, que se desarrolla a su alrededor; es el eje de la construcción que liga entre si los diferentes niveles. María es también la primera piedra de la Iglesia, el templo de Dios; en torno a ella, lo mismo que los apóstoles reunidos el día de pentecostés, va creciendo el pueblo de Dios; la fe y la esperanza de la Virgen alientan a los cristianos en su esfuerzo por edificar el reino de Dios.
Vemos en Ex 13, 21-22, que una columna de fuego por la noche acompañaba al pueblo de Israel peregrino en el desierto, dirigiendo su itinerario.

En la Virgen del Pilar el pueblo ve simbolizada "la presencia de Dios, una presencia activa que, guía al pueblo de elegido a través de las emboscadas de la ruta".

Liturgia Eucarística del Pilar:

Los textos utilizados son: en la primera lectura, 1 Crónicas 15, donde se recuerda a la Virgen simbolizada por el arca de la alianza, la presencia de Dios en medio de su pueblo, a través de María, lo cual es gozo para la Iglesia. La segunda lectura (He 1, 12-14) y el evangelio (Lc. 11, 272-28) nos hablan también de la presencia de la Virgen en la iglesia y de las alabanzas que el pueblo le tributa. El prefacio celebra las maravillas que Dios ha realizado en María, "esperanza de los fieles y gozo de todo nuestro pueblo". Durante la oración colecta se pide por intercesión de la Virgen "fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor", así como en la oración de las ofrendas, donde se muestra el deseo de "permanecer firmes en la fe".
Antífona de entrada: se piensa en la Virgen como "la columna que guiaba y sostenía día y noche al pueblo en el desierto", y en el salmo responsorial se recuerda "el Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado".

En el aleluya: "afianzó mis pies sobre la roca y me puso en la boca una cántico nuevo".

Domina en la liturgia la idea de la presencia de María en la Iglesia y de la firmeza que su intercesión y su devoción procura al pueblo de Dios.

El día 12 de octubre de 1492, precisamente cuando las tres carabelas de Cristóbal Colon avistaban las desconocidas tierras de América, al otro lado del Atlántico, los devotos de la Virgen del Pilar cantaban alabanzas a la Madre de Dios en su santuario de Zaragoza, pues ese mismo día, conocido hoy como el Día de la Raza, era ya el día de la Virgen del Pilar.

La Basílica de la Virgen del Pilar es la mas extraordinaria que tiene España como prueba de una antiquísima y profunda devoción por la Santísima Virgen María. Esa gran basílica mariana con sus once cúpulas y sus cuatro campanarios es famosa en el mundo entero, puesto que en el año 40 AD se apareció ahí la Madre de Dios al Apóstol Santiago. La Virgen vino mientras aún vivía en la tierra. Es decir apareció en carne mortal. Desde entonces, a través de los siglos, ha mostrado su protección especial con repetidas gracias, milagros y portentos, ganándose la piedad de los españoles, que le tributan culto con gran devoción.
El interior de la Basílica es de una gran belleza y una serena grandiosidad. Toda la traza del templo está acomodada a la idea, siempre defendida por el Cabildo del Pilar, de no mover de su sitio la Sagrada Columna de la Virgen. La Basílica de Nuestra Señora del Pilar es visitada por millares de personas cada día. Son los hijos que vienen a rezarle a su madre quien nunca los abandona.

Historia de la Basílica

Al principio del siglo XVI, el arzobispo Alonso de Aragón, hijo del rey católico, transformó en estilo gótico la iglesia anterior, erigida en el lugar mismo de la aparición de la Virgen, que quedó así incluida desde entonces dentro del templo; el lugar mas sagrado de esta capilla lo constituía y lo sigue constituyendo el que ocupa la santa columna, su mas preciada reliquia, en la que se asienta la imagen de la Virgen.

Por la necesidad que se vio de cobijar a las inmensas muchedumbres de peregrinos y poder atender mejor a los numerosos asistentes en los actos de culto, en 1681 se puso la primera piedra del nuevo templo, donde se incluyó también la santa capilla, conservando intacto el lugar de asentamiento de la columna de la Virgen. En 1872 se concluyeron las diversas capillas y cúpulas, mas tarde se añadirán las cuatro torres, la última se concluyó en 1961.

Los sitios de Zaragoza, (1808) durante la guerra de independencia, dieron notoriedad a la devoción de la Virgen del Pilar. Junto a su manto se reunía el pueblo buscando en ella protección y aliento; se le representaba velando el sueño de los soldados y se le nombró: "capitana de la tropa aragonesa". Un siglo mas tarde en 1908, la devoción a la Virgen del Pilar, afianzo su dimensión hispánica con el tributo que se le ofreció de todas las banderas de las naciones hispanoamericanas, que cuelgan actualmente en los muros del Pilar.

El Papa Juan Pablo II en 1984, al hacer escala en su viaje a Santo Domingo para iniciar la conmemoración del descubrimiento de América, reconoció a la Virgen del Pilar como "patrona de la hispanidad".

No nos podemos olvidar la importancia que tuvo en aumentar la devoción a la Virgen del Pilar, la guerra civil de 1936-1939. Las tres bombas que cayeron sobre el templo no estallaron y muchos vieron en este hecho un signo de la especial protección de la Virgen sobre las tropas nacionalistas. De toda España acudían peregrinos a pie a dar gracias a la Virgen por haberlos librado de los peligros de la guerra.

Pantalla de la ventana del Papa Francisco

Pide "no encerrar el Reino de Cristo entre los muros de nuestra iglesita"
Papa: "En la Iglesia nadie tiene el derecho de sentirse privilegiado o reivindicar una exclusiva"
Denuncia, de nuevo, la "despiadada persecución contra los cristianos"

José Manuel Vidal, 12 de octubre de 2014 a las 12:25

(José M. Vidal).- Ángelus del Papa en el ecuador del Sínodo, que impulsa Francisco y el pueblo fiel que nunca lo deja solo. Desde la cátedra de la ventana, Bergoglio asegura que "en la Iglesia nadie tiene derecho a sentirse privilegiado", denuncia "la despiadada persecución contra los cristianos" y pide que no se "encierre el Reino de Dios".

Algunas frases de la catequesis papal

"Jesús nos habla de la respuesta que se da a la invitación de un Rey al banquete de bodas"
Tres características: la gratuidad, la abundancia y la universalidad"
"Los invitados son muchos, pero ninguno de los preelegidos aceptan"
"Otros muestran indiferencia y hasta fastidio"
"Dios ofrece gratuitamente su amistad, su alegría, su salvación"
"Pero el proyecto de Dios no se interrumpe ni suspende la fiesta"
"Los buenos y los malos son invitados, sin distinción. Y la sala se llena de excluidos"
"El Evangelio encuentra acogida en otros muchos corazones"
"Dios no discrimina a nadie"
"Su banquete es universal. Para todos"
"Nadie tiene el derecho de sentirse privilegiado o reivindicar una exclusiva"
"Vencer la costumbre de colocarnos en el centor, como hacían los fariseos"
"Tenemos que abrirnos a las periferias. Incluso el despreciado por la sociedad es objeto de la solidaridad de Cristo"
"No encerrar el Reino de Cristo entre los muros de nuestra iglesita"
"Endosa rel hábito nupcial: testimoniar la caridad a Dios y al prójimo"
"Por los excluidos, débiles, rechazados, despreciados, perseguidos por su fe"
"Oración por los trabajos del Sínodo de los obispos"

Saludos tras la bendición del ángelus
Recuerda la beatificación de Francesco Zirano, que "prefirió ser asesinado que renegar de su fe"
"Despiadada persecución contra los cristianos"
Recuerda a Génova, "otra vez golpeada por el aluvión"
"Recemos juntos a la Virgen de la Guardia". Y reza un avemaría con la gente.
Saluda especialmente a los peregrinos canadienses, a los fieles de Segovia y a los de un colegio de Madrid.
Saluda a los amigos de San Colombano, gran evangelizador de Europa; a las hijas de María Auxiliadora.
"Por favor, os pide que recéis por mí"

Palabras completas del Papa
Queridos hermanos y hermanas,

en el Evangelio de este domingo, Jesús nos habla de la respuesta que se da a la invitación de Dios - representado por un rey - a participar en un banquete de bodas (cf. Mt 22,1-14). La invitación tiene tres características: la gratuidad, la extensión, la universalidad. Los invitados son tantos, pero sucede algo sorprendente: ninguno de los elegidos acepta participar de la fiesta, dicen que tienen otras cosas que hacer; es más, algunos muestran indiferencia, extrañeza, incluso fastidio. Dios es bueno con nosotros, nos ofrece gratuitamente su amistad, nos ofrece gratuitamente su alegría, la salvación, pero muchas veces no recibimos sus dones, ponemos en primer lugar nuestras preocupaciones materiales, nuestros intereses, y también cuando el Señor nos llama, a nuestro corazón, tantas veces parece que nos molestara.

Algunos invitados incluso maltratan y matan a los servidores que les entregan las invitaciones. Pero, a pesar de las adhesiones que faltan por parte de quienes fueron llamados, el plan de Dios no se interrumpe. Frente a la negativa de los primeros invitados, Él no pierde el ánimo, no suspende la fiesta, sino que vuelve a proponer la invitación extendiéndola; extendiéndola más allá de todo límite razonable y envía a sus siervos a las plazas y a los cruces de las calles a reunir a todos aquellos que encuentran. Se trata de gente común, pobres, abandonados y desheredados, incluso buenos y malos, - ¡también los malos son invitados! - sin distinción. Y el salón se llena de "excluidos". El Evangelio, rechazado por alguno, encuentra una acogida inesperada en muchos otros corazones.
La bondad de Dios no tiene fronteras y no discrimina a nadie: por ello el banquete de los dones del Señor es universal. ¡Es universal para todos! A todos es dada la posibilidad de responder a su invitación, a su llamada; nadie tiene el derecho de sentirse privilegiado o de reivindicar la exclusividad. Todo esto nos lleva a vencer la costumbre de posicionarnos cómodamente en el centro, como hacían los jefes de los sacerdotes y los fariseos. Esto no se debe hacer: nosotros debemos abrirnos a las periferias, reconociendo que también quien está en los márgenes, incluso aquél que es rechazado y despreciado por la sociedad, es objeto de la generosidad de Dios. Todos estamos llamados a no reducir el Reino de Dios a los confines de la "iglesita", de nuestra iglesia pequeñita. Esto no sirve.

Estamos llamados ampliar la Iglesia a las dimensiones del Reino de Dios.

Sólo hay una condición: ponerse el traje de fiesta. Es decir testimoniar la caridad concreta a Dios y al prójimo.
Confiamos a la intercesión de María Santísima, los dramas y las esperanzas de tantos hermanos y hermanas nuestros, excluidos, débiles, rechazados, despreciados, también aquellos que son perseguidos por causa de su fe. Invocamos su protección también sobre los trabajos del Sínodo de los Obispos reunido en el Vaticano en estos días.

Palabras del Santo Padre después de la oración mariana
Queridos hermanos y hermanas,

Esta mañana, en Sassari, ha sido proclamado beato, el Padre Francisco Zirano, de la Orden de los Frailes Menores Conventuales: prefirió morir antes que renegar de su fe. Demos gracias a Dios por este sacerdote y mártir, testigo heroico del Evangelio. Su valiente fidelidad a Cristo es un acto de gran elocuencia, especialmente en el actual contexto de la despiadada persecución de los cristianos.

En este momento, nuestro pensamiento está con la ciudad de Génova, otra vez duramente golpeada por las inundaciones. Aseguro mi oración por las víctimas y por los que han sufrido graves daños. Nuestra Señora de la Guardia sostenga a la querida población de Génova, en los esfuerzos colectivos para superar la terrible experiencia. Recemos todos juntos a Nuestra Señora de la Guardia (...) María Madre de la Guardia, proteja a Génova.

Saludo a todos los peregrinos, especialmente a las familias y grupos parroquiales. En particular querría saludar cordialmente al grupo de los peregrinos canadienses llegados a Roma con ocasión de la canonización Francisco de Laval de María de la Encarnación y, que los nuevos santos susciten en el corazón de los jóvenes canadienses el fervor apostólico.

Saludo al grupo de ''La Asociación Cristiana de Personas Discapacitadas" llegados desde Francia, las familias del Colegio Reinado Corazón de Jesús, de Madrid, y los fieles de Segovia; los polacos aquí presentes y los que han estado promoviendo trabajos especiales de caridad con motivo del "Día del Papa". Saludo al gran grupo de los Amigos de San Columbano por Europa, llegados en ocasión de la apertura del catorce centenario de la muerte de San Columbano, gran evangelista del continente europeo. Saludo a las Hijas de María Auxiliadora participantes en el Capítulo General, los fieles de la parroquia de Santa María Inmaculada de Carenno, y a los representantes de la diócesis de Lodi reunidos en Roma por la ordenación episcopal de su Pastor, junto con los fieles de Bérgamo y Marne.
Les deseo a todos un buen domingo y un buen almuerzo. Por favor, les pido recen por mí.

INVITADOS A LA BODA

Isaías 25, 6-10ª; Sal 22, 1-6; Filipenses 4, 12-14. 19 20; Mateo 22, 1-14

El banquete es una imagen habitual en la Sagrada Escritura para mostrar la alegría escatológica. El Evangelio, además, nos habla de la boda del hijo, que es Jesucristo. Podemos inferir que la desposada es la Iglesia. San Pablo, en la Carta a los efesios, compara el matrimonio con el amor de Cristo por su Iglesia. Todos los hombres están invitados a ese banquete. Así lo dice Isaías. Porque al festín han sido invitados pueblos numerosos. El designio salvador de Dios se extiende sobre todos los hombres.

La parábola muestra el drama de los que rechazan la invitación. Una posibilidad real que, con frecuencia, olvidamos. Que Dios quiera que todos los hombres se salven no significa que todos los hombres quieran, positivamente, ser salvados. En el texto se nos muestra una serie de disculpas: cuidar los negocios, atender las tierras o, lo más terrible, responder asesinando a los mensajeros. Aun cuando no todas las actuaciones revisten la misma gravedad, todas tienen una única consecuencia: quedar fuera del banquete.

Por otra parte, cuando el rey hace que se invite a todos los que encuentren por los caminos, malos y buenos, muestra cómo la salvación es absoluta iniciativa de Dios y se dirige a todos. La llamada es universal y, además, no exige méritos previos sino simplemente aceptar la invitación. Aunque los teólogos han discutido mucho sobre la relación entre la gracia de Dios y la libertad del hombre, para ver de qué modo se concilian, a nosotros nos basta con saber que Dios nos tiende su mano y que queda de nuestra parte el aferrarnos a ella. Que en todo ese proceso, vivido de distintas maneras por cada uno porque Dios se adapta a nuestra historia, haya una primacía absoluta del don divino no excluye la realidad de nuestra libertad. Y esa elección la hacemos en la vida: hoy mismo. Y la actualizamos cada día.

Un escritor francés, que por cierto murió católico, explica en su diario que un día entró a rezar en una capilla en la que estaba expuesto el Santísimo Sacramento. Allí percibió de una manera especial que Dios lo llamaba a su servicio. Sin embargo, al salir de la capilla, no se vio con fuerzas para vivir como Dios le pedía y estuvo mucho tiempo apartado de la Iglesia. Más tarde, recordando el porqué no respondió con más generosidad al Señor, escribió: “Entonces me sentía liberado de un gran peso: el peso de la cruz”.

Porque ponerse en camino hacia el banquete tiene consecuencias en nuestra vida. De hecho, la cambia totalmente. Igual que nos preparamos para ir a la boda de un familiar o de un amigo, tenemos que hacerlo para asistir a las bodas del Cordero. Aunque aquí la experiencia nos muestra también que es Dios quien va disponiéndolo todo. Así lo indica el salmo responsorial de hoy. Jesús es el buen pastor que nos va guiando por el sendero de la vida hacia el lugar donde se celebra la gran fiesta. Por eso ha venido al mundo, para ser nuestro camino. Y en ese caminar nos va preparando para que seamos dignos convidados. Lo dice el Apocalipsis, cuando nos muestra a los redimidos como personas vestidas de blanco que han lavado sus vestidos en la sangre del Cordero.

Dios Padre no quiere que nadie falte a la gran fiesta de bodas. Su invitación nos llega constantemente a través de la Iglesia

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