Intentaron matarlo porque...decía que Dios era su Padre.”

Evangelio según San Juan 5,17-30. 

Jesús dijo a los judíos: 

"Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo". 
Pero para los judíos esta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre. 
Entonces Jesús tomó la palabra diciendo: "Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo. 
Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados. 
Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida al que él quiere. 
Porque el Padre no juzga a nadie: él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. 
Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la Vida. 
Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán. 
Así como el Padre dispone de la Vida, del mismo modo ha concedido a su Hijo disponer de ella, y le dio autoridad para juzgar porque él es el Hijo del hombre. 
No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio. 
Nada puedo hacer por mí mismo. Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió. 

Santa Matilde Alemania

Reina de Alemania (c.a. 890-968)  Hija de Teodorico, conde sajón, nació en Wesfalia alrededor del año 890.  Se educó en el monasterio de Herford. Sus padres la casan en el año 909 con Enrique el Pajarero -llamado con este apodo por su afición a la caza con halcones- duque de Sajonia. A la muerte de Conrado, es elegido Enrique rey de Alemania en el 919. Es un buen príncipe con sus súbditos y añade a sus territorios Baviera después de conquistarla.

Matilde se ha hecho una reina piadosa y caritativa. Está como alejada de las vanidades de la corte; día y noche reza; conocen los palaciegos sus costumbres. Gran parte de su tiempo está ocupada con atención a los desvalidos; visita a los enfermos e intenta dar consuelo a afligidos. Y esto lo sabe, aprueba y apoya su marido.    

Así transcurrieron sus 23 años de matrimonio hasta el año 936 en que muere Enrique. Después de la muerte del esposo, entrega sus joyas a los pobres, significando la total ruptura con la pompa del mundo.

El matrimonio ha tenido tres hijos: Otón, emperador de Alemania en el 937 a la muerte de su padre y luego de Roma en el 962 después de haber vencido a los bohemios y lombardos; Enrique, duque de Baviera y san Bruno, arzobispo de Colonia.

Sufrió las tensiones y luchas entre sus hijos Otón y Enrique por el poder y hasta tuvo que soportar la amargura de la conspiración contra ella por parte de sus hijos que la acusaron injustamente de dilapidar los bienes del Estado.

Es su época de restaurar iglesias y fundar monasterios; sobresalen sobre todos el de Polden, en el ducado de Brunswich, que llega a albergar para Dios a trescientos monjes, y el de Quedlimburgo, en Sajonia, donde murió y reposan sus restos junto a los de su marido que allí los trasladó.  Antes de morir en el año 968, quiso hacer humilde confesión pública de sus pecados ante los monjes del lugar.

Oremos  

Concédenos, Señor, un conocimiento profundo y un amor intenso a tu santo nombre, semejantes a los que diste à Santa Matilde, para que así, sirviéndote con sinceridad y lealtad, a ejemplo suyo también nosotros te agrademos con nuestra fe y con nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Calendario de Fiestas Marianas: Nuestra Señora de la Breche, Chartres, Francia (1568)

 Carta a Diogneto (c. 200) Capítulo 9

“Intentaron matarlo porque...decía que Dios era su Padre.”

Dios, hasta estos últimos tiempos, nos ha permitido dejarnos llevar por nuestras inclinaciones desordenadas, arrastrados por los placeres y las pasiones. No es que él se complaciera lo más mínimo en nuestros pecados: únicamente toleraba ese tiempo de iniquidad sin darle su consentimiento. Preparaba el tiempo actual de la justicia para que, convencidos de haber sido indignos de la vida durante este período por razón de nuestros pecados, nos hiciéramos dignos ahora por la bondad divina, y que después de habernos mostrado incapaces de entrar por nosotros mismos en el Reino de Dios, nos capacitábamos por el poder divino...

No nos ha odiado, no nos ha rechazado... Teniendo piedad de nosotros él mismo cargó con nuestras faltas, y entregó su propio Hijo como en rescate, por nosotros: al santo por los impíos, al inocente por los malvados, «al justo por los injustos» (1P 3,18), al incorruptible por los corrompidos, al inmortal por los mortales. ¿Dónde encontrar con qué cubrir nuestros pecados, fuera de su justicia? ¿Por quién podremos ser justificados... si no es únicamente por el Hijo de Dios? ¡Dulce canje, impenetrable creación, beneficios inesperados! El crimen de un gran número queda cubierto por la justicia de uno solo, y la justicia de uno solo justifica a numerosos criminales. En el pasado, primeramente convenció a nuestra naturaleza de su incapacidad para alcanzar la vida. Ahora nos ha mostrado al Salvador capaz de salvar incluso lo que no podía ser salvado. De estas dos maneras, ha querido darnos la fe en su bondad y nos hacer ver en sí al creador, al padre, al amo, al consejero, al médico, a la inteligencia, la luz, el honor, la gloria, la fuerza y la vida.

Cuatro pistas para acompañar a Jesús

Santo Evangelio según San Juan 5, 17-30. Miércoles IV de Cuaresma.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Señor, por todos los dones y bendiciones que día tras día me das. Gracias por tu misericordia que siempre está cuando más lo necesito. No me abandones nunca de tu mano. Permíteme conocerte hoy un poco más, experimentar tu amor por mí y buscar corresponderte de la mejor manera. Enséñame a orar como enseñaste a tus discípulos. María, madre mía, acompáñame en este rato de oración.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

"Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida". Quiero detenerme a meditar esta frase que puede decir mucho a mi vida.

Escuchar tu palabra. Es la primera indicación que me das. Es necesario en este tiempo de Cuaresma entrar en contacto directo contigo a través de la Escritura. Es allí donde escucho tu voz, oigo lo que quieres para mí. Basta con un poco de fe y atención para descubrir los susurros que me das por medio de tu Evangelio.

Creer en el que me envió. La cuaresma es también tiempo de fe. Me invitas a creer en el Padre que te ha enviado para salvarme. No basta con escuchar, es necesario dar el paso y creer. Si la Escritura muestra el camino a seguir, la fe es la respuesta, la disposición firme a ir por esa vía marcada.

Tiene vida eterna. El camino que me muestras es el camino de la salvación. Es un camino estrecho y difícil, pero de nuevo, no estoy solo: contigo lo puedo recorrer. Como cristiano no puedo olvidar jamás que me has creado para la vida eterna, y todo lo que hago en esta vida está en dirección a esa meta.

Pasar de la muerte a la vida. Allí donde se abría un abismo, Tú has tendido un puente con tu cruz. Pasar de la muerte a la vida era algo que sólo podías hacer Tú. Gracias, Señor, por la redención con la que me has abierto el paso a la vida de salvación. Gracias, porque esto es lo que reviviré en esta Semana Santa que se acerca.

Que estas cuatro ideas me sigan ayudando a acompañarte camino de Jerusalén.

Nuestro tiempo personal alcanzará su plenitud en el encuentro con Jesucristo, el Dios hecho hombre. Sin embargo, este misterio contrasta siempre con la dramática experiencia histórica. Cada día, aunque deseamos vernos sostenidos por los signos de la presencia de Dios, nos encontramos con signos opuestos, negativos, que nos hacen creer que él está ausente. La plenitud de los tiempos parece desmoronarse ante la multitud de formas de injusticia y de violencia que golpean cada día a la humanidad. […] Este río en crecida nada puede contra el océano de misericordia que inunda nuestro mundo. Todos estamos llamados a sumergirnos en este océano, a dejarnos regenerar para vencer la indiferencia que impide la solidaridad y salir de la falsa neutralidad que obstaculiza el compartir. La gracia de Cristo, que lleva a su cumplimiento la esperanza de la salvación, nos empuja a cooperar con él en la construcción de un mundo más justo y fraterno.

(Homilía de S.S. Francisco, 1 de enero de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy haré algún acto de caridad como respuesta al inmenso amor que Jesús me ha tenido.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino! Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Quién es Cristo para mi?

Miércoles cuarta semana de Cuaresma. La conversión cristiana pasa primero por la experiencia de Cristo.


La dimensión interior del hombre debe ser buscada insistentemente en nuestra vida. En esta reflexión veremos algunos de los efectos que debe tener esta dimensión interior en nosotros. No olvidemos que todo viene de un esfuerzo de conversión; todo nace de nuestro esfuerzo personal por convertir el alma a Dios, por dirigir la mente y el corazón a nuestro Señor.

¿Qué consecuencias tiene esta conversión en nosotros? En una catequesis el Papa hablaba de tres dimensiones que tiene que tener la conversión: la conversión a la verdad, la conversión a la santidad y la conversión a la reconciliación.

¿Qué significa convertirme a la verdad? Evidentemente que a la primera verdad a la que tengo que convertirme es a la verdad de mí mismo; es decir, ¿quién soy yo?, ¿para qué estoy en este mundo? Pero, al mismo tiempo, la conversión a la verdad es también una apertura a esa verdad que es Dios nuestro Señor, a la verdad de Cristo.

Convertirme a Cristo no es solamente convertirme a una ideología o a una doctrina; la conversión cristiana tiene que pasar primero por la experiencia de Cristo. A veces podemos hacer del cristianismo una teoría más o menos convincente de forma de vida, y entonces se escuchan expresiones como: “el concepto cristiano”, “la doctrina cristiana”, “el programa cristiano”, “la ideología cristiana”, como si eso fuese realmente lo más importante, y como si todo eso no estuviese al servicio de algo mucho más profundo, que es la experiencia que cada hombre y cada mujer tienen que hacer de Cristo.

Lo fundamental del cristianismo es la experiencia que el hombre y la mujer hacen de Jesucristo, el Hijo de Dios. ¿Qué experiencia tengo yo de Jesucristo? A lo mejor podría decir que ninguna, y qué tremendo sería que me supiese todo el catecismo pero que no tuviese experiencia de Jesucristo. Estrictamente hablando no existe una ideología cristiana, es como si dijésemos que existe una ideología de cada uno de nosotros. Existe la persona con sus ideas, pero no existe una ideología de una persona. Lo más que se puede hacer de cada uno de nosotros es una experiencia que, evidentemente como personas humanas, conlleva unas exigencias de tipo moral y humano que nacen de la experiencia. Si yo no parto de la reflexión sobre mi experiencia de una persona, es muy difícil que yo sea capaz de aplicar teorías sobre esa persona.

¿Es Cristo para mí una doctrina o es alguien vivo? ¿Es alguien vivo que me exige, o es simplemente una serie de preguntas de catecismo? La importancia que tiene para el hombre y la mujer la persona de Cristo no tiene límites. Cuando uno tuvo una experiencia con una persona, se da cuenta, de que constantemente se abren nuevos campos, nuevos terrenos que antes nadie había pisado, y cuando llega la muerte y dejamos de tener la experiencia cotidiana con esa persona, nos damos cuenta de que su presencia era lo que más llenaba mi vida.

Convertirme a Cristo significa hacer a Cristo alguien presente en mi existencia. Esa experiencia es algo muy importante, y tenemos que preguntarnos: ¿Está Cristo realmente presente en toda mi vida? ¿O Cristo está simplemente en algunas partes de mi vida? Cuando esto sucede, qué importante es que nos demos cuenta de que quizá yo no estoy siendo todo lo cristiano que debería ser. Convertirme a la verdad, convertirme a Cristo significa llevarle y hacerle presente en cada minuto.

Hay una segunda dimensión de esta conversión: la conversión a la santidad. Dice el Papa, “Toda la vida debe estar dedicada al perfeccionamiento espiritual. En Cuaresma, sin embargo, es más notable la exigencia de pasar de una situación de indiferencia y lejanía a una práctica religiosa más convencida; de una situación de mediocridad y tibieza a un fervor más sentido y profundo; de una manifestación tímida de la fe al testimonio abierto y valiente del propio credo.” ¡Qué interesante descripción del Santo Padre! En la primera frase habla a todos los cristianos, no a monjes ni a sacerdotes. ¿Soy realmente una persona que tiende hacia la perfección espiritual? ¿Cuál es mi intención hacia la visión cristiana de la virtud de la humildad, de la caridad, de la sencillez de corazón, o en la lucha contra la pereza y vanidad?

El Papa pinta unos trazos de lo que es un santo, dice: “El santo no es ni el indiferente, ni el lejano, ni el mediocre, ni el tibio, ni el tímido”. Si no eres lejano, mediocre, tímido, tibio, entonces tienes que ser santo. Elige: o eres esos adjetivos, o eres santo. Y no olvidemos que el santo es el hombre completo, la mujer completa; el hombre o la mujer que es convencido, profundo, abierto y valiente.

Evidentemente la dimensión fundamental es poner mi vida delante de Dios para ser convencido delante de Dios, para ser profundo delante de Dios, para ser abierto y valiente delante de Dios.

Podría ser que en mi vida este esfuerzo por la santidad no fuese un esfuerzo real, y esto sucede cuando queremos ser veleidosamente santos. Una persona veleidosa es aquella que tiene un grandísimo defecto de voluntad. El veleidoso es aquella persona que, queriendo el bien y viéndolo, no pone los medios. Veo el bien y me digo: ¡qué hermoso es ser santo!, pero como para ser santo hay que ser convencido, profundo, abierto y valiente, pues nos quedamos con los sueños, y como los sueños..., sueños son.

¿Realmente quiero ser santo, y por eso mi vida cristiana es una vida convencida, y por lo mismo procuro formarme para convencerme en mi formación cristiana a nivel moral, a nivel doctrinal? ¡Cuántas veces nuestra formación cristiana es una formación ciega, no formada, no convencida! ¿Nos damos cuenta de que muchos de los problemas que tenemos son por ignorancia? ¿Es mi cristianismo profundo, abierto y valiente en el testimonio?

Hay una tercera dimensión de esta conversión: la dimensión de la reconciliación. De aquí brota y se empapa la tercera conversión a la que nos invita la Cuaresma. El Papa dice que todos somos conscientes de la urgencia de esta invitación a considerar los acontecimientos dolorosos que está sufriendo la humanidad: “Reconciliarse con Dios es un compromiso que se impone a todos, porque constituye la condición necesaria para recuperar la serenidad personal, el gozo interior, el entendimiento fraterno con los demás y por consiguiente, la paz en la familia, en la sociedad y en el mundo. Queremos la paz, reconciliémonos con Dios”.La primera injusticia que se comete no es la injusticia del hombre para con el hombre, sino la injusticia del hombre para con Dios. ¿Cuál es la primera injusticia que aparece en la Biblia? El pecado original. ¿Y del pecado de Adán y Eva qué pecado nace? El segundo pecado, el pecado de Caín contra Abel. Del pecado del hombre contra Dios nace el pecado del hombre contra el hombre. No existe ningún pecado del hombre contra el hombre que no provenga del pecado primero del hombre contra Dios. No hay ningún pecado de un hombre contra otro que no nazca de un corazón del cual Dios ya se ha ido hace tiempo. Si queremos transformar la sociedad, lo primero que tenemos que hacer es reconciliar nuestro corazón con Dios. Si queremos recristianizar al mundo, cambiar a la humanidad, lo primero que tenemos que hacer es transformar y recristianizar nuestro corazón. ¿Mis criterios son del Evangelio? ¿Mis comportamientos son del Evangelio? ¿Mi vida familiar, conyugal, social y apostólica se apega al Evangelio?

Ésta es la verdadera santidad, que sólo la consiguen las personas que realmente han hecho en su existencia la experiencia de Cristo. Personas que buscan y anhelan la experiencia de Cristo, y que no ponen excusas para no hacerla. No es excusa para no hacer la experiencia de Cristo el propio carácter, ni las propias obligaciones, ni la propia salud, porque si en estos aspectos de mi vida no sé hacer la experiencia de Cristo, no estoy siendo cristiano.

Cuaresma es convertirse a la verdad, a la santidad y a la reconciliación. En definitiva, Cuaresma es comprometerse. Convertirse es comprometerse con Cristo con mi santidad, con mi dimensión social de evangelización. ¿Tengo esto? ¿Lo quiero tener? ¿Pongo los medios para tenerlo? Si es así, estoy bien; si no es así, estoy mal. Porque una persona que se llame a sí misma cristiana y que no esté auténticamente comprometida con Cristo en su santidad para evangelizar, no es cristiana.

Reflexionen sobre esto, saquen compromisos y busquen ardientemente esa experiencia, esa santidad y ese compromiso apostólico; nunca digan no a Cristo en su vida, nunca se pongan a sí mismos por encima de lo que Cristo les pide, porque el día en que lo hagan, estarán siendo personas lejanas, indiferentes, tibias, mediocres, tímidas. En definitiva no estarán siendo seres humanos auténticos, porque no estarán siendo cristianos.

Papa Francisco

Hoy se cumplen 5 años de la elección del Papa Francisco

Hoy 13 de marzo se cumplen cinco años desde que el Arzobispo de Buenos Aires (Argentina), el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, fuera elegido como Sucesor de San Pedro, convirtiéndose así en el primer Papa latinoamericano y jesuita. 

Antes de la elección, los cardenales acordaron que fuese cual fuese el elegido, este debía impulsar una reforma profunda a la Curia romana. En estos años, Francisco ha demostrado ser el Papa para estos tiempos y sigue llamando la atención de muchos, dentro y fuera de la Iglesia por su sencillez, desprendimiento, audacia y cercanía. 

Luego de un mes de ser electo, Francisco creó un Consejo para la reforma institucional de la curia en la que participan 9 cardenales de su confianza, al que se conoce como C9.

Una de las tareas en las que más se ha comprometido el Pontífice para garantizar la transparencia financiera del Vaticano es la reforma económica de los distintos estamentos de la Curia y por ello creó el Consejo y la Secretaría de Economía, presidido por el Cardenal George Pell.

En el segundo año el Papa Francisco realizó viajes apostólicos a Asia, Sudamérica (Ecuador, Bolivia y Paraguay), África, Cuba y a Estados Unidos.

Tal vez el viaje más impactante fue el que realizó a Sri Lanka y Filipinas en enero del 2015. En este último el Santo Padre celebró una Misa en la capital (Manila) ante más de seis millones de personas, un evento que quedará en la historia como la Eucaristía más multitudinaria que se ha celebrado en el mundo.

En abril del 2015 el Santo Padre convocó oficialmente el Jubileo Extraordinario de la Misericordia para que la Iglesia ponga más en evidencia su misión de ser testimonio de la misericordia y “seamos misericordiosos como el Padre”.

El Año Santo comenzó con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica Vaticana durante la Solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre.

Entre el 19 al 28 de septiembre del mismo año el Papa Francisco realizó una visita apostólica a Cuba y Estados Unidos, la más larga de su pontificado.

En Cuba el Santo Padre pidió libertad para la Iglesia y abogó por el fin de las dinastías, y tuvo una reunión privada con el fallecido expresidente y líder de la Revolución Fidel Castro. Mientras que en Estados Unidos participó del Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia.

En el mes de octubre el Papa Francisco participó del Sínodo de los Obispos sobre la Familia, una reunión mundial de representantes de la Iglesia en todo el mundo para debatir sobre los diversos desafíos actuales de la institución familiar.

Al término del Sínodo se reafirmó la doctrina católica sobre el matrimonio, su indisolubilidad; y se resaltó la belleza de la familia y del plan de Dios para ella. También se habló sobre la situación de los divorciados en nueva unión.

En el 2016 el Papa Francisco sostuvo en la Habana (Cuba) un encuentro privado y firmó una declaración en conjunto con el Patriarca ortodoxo Kirill de Moscú y de toda Rusia. Este encuentro fue el primero en la historia entre un Pontífice y el líder de los ortodoxos rusos.

Inmediatamente después llegó a México para un visita apostólica entre el 12 y 17 de febrero. Según las cifras dadas a conocer por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), en total más de 10 millones 500 mil personas participaron en las actividades del Santo Padre.

El 27 de julio del mismo año, el Pontífice arribó a Polonia, concretamente a Cracovia, donde presidió la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), la segunda de su pontificado luego de la realizada en Río de Janeiro en 2013 donde más de tres millones de jóvenes celebraron la fe con el Santo Padre.

También pudo visitar el campo de concentración de Auschwitz, como hizo Benedicto XVI en 2006, y el Santuario Mariano de Czestochowa.

Luego, en una multitudinaria Misa celebrada el 4 de septiembre del 2016 en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, a la que se calcula asistieron unas 120 mil personas, el Papa Francisco canonizó a Santa Teresa de Calcuta.

El 16 de octubre el Papa Francisco canonizó a siete nuevos santos en el Vaticano, entre ellos el niño mexicano José Sánchez del Río, mártir de la guerra cristera, y el sacerdote argentino José Gabriel del Rosario Brochero, el “Cura Brochero”.

En el 2017, visitó el Santuario de Nuestra Señora de Fátima con ocasión del centenario de sus apariciones, y en donde canonizó a dos de los pastorcitos, Santa Jacinta y San Francisco Marto.

Del 6 al 11 de septiembre, realizó un viaje apostólico a Colombia, donde visitó Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena.

En este 2018, volvió a América Latina, esta vez para una visita apostólica a Chile y Perú del 15 al 21 de enero.


"EL 'PADRE NUESTRO' ES LA GRAN ORACIÓN. ¡ES TAN BELLO REZAR COMO JESÚS!
Francisco: "No es fácil perdonar a los que nos han ofendido, es una gracia"
"La paz de Cristo no puede radicarse en un corazón incapaz de vivir la fraternidad"

José Manuel Vidal, 14 de marzo de 2018 a las 10:38

Francisco, en la audiencia

No olvidemos la Gran oración, la que nos enseñó Jesús y que es la oración con la que Él mismo rezaba al Padre

(José M. Vidal).- Audiencia del Papa Francisco en la plaza de San Pedro, en un día radiante. En la catequesis, continúa con la explicación sobre la santa misa e invita a rezar "la Gran oración, que el propio Cristo no enseñó" y a pedir perdón, conscientes de que "no es fácil perdonar, es una gracia, que hay que pedir al Señor".

Lectura del Evangelio de Lucas: "Jesús entró para quedarse con los discípulos de Emaús.Cuando se sentó a la mesa con ellos, cogió el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces, los ojos de los dis´cipulos se abrieron y lo reconocieron, pero Él desapareció de su vista". Algunas frases de la catequesis del Papa

"Seguimos con la catequesis sobre la santa misa"

"En la última cena, Cristo partió el pan...la fracción del pan, precedida por la oración que el Señor nos enseñó, el Padre Nuestro"

"Son los ritos de la comunión"

"El Padre Nuestro es la oración de los hijos de Dios, la Gran oración, que nos enseñó Jesús"

"Cuando rezamos el Padre Nuestro rezamos como rezaba Jesús. Es la oración que él rezaba y nos la enseñó a nosotros. Es tan bello rezar como Jesús"

"Con ella, llamamos a Dios Padre"

"¿Sientes que, cuando dices Padre, Él es el padre, tu padre? ¿Tiebes una relación con tu Padre?"

"El sentimiento de ser hijos de Dios"

"Pedimos el pan cotidiano"

"Imploramos también la remisión de nuestras deudas y nos comprometemos a perdonar a los que nos han ofendido. No es fácil perdonar a los que nos han ofendido. Señor enséñame a perdonar como tú me has perdonado. Es una gracia. Con nuestras fuerzas sólo no podemos" "Pedimos a Dios también que nos libere del mal"

"Lo que pedimos en al Padre Nuestro se prolonga en la oración del sacerdote" "Se invoca a Cristo que conceda el don de la paz" "En el gesto de paz expresamos la comunión eclesial"

"La paz de Cristo no puede radicarse en un corazón incapaz de vivir la fraternidad"

"La paz la da el Señor y también la gracia de perdonar a los que nos han ofendido"

"La paz va seguida de la fracción del pan"

"Un gesto revelador, que permitió a los discípulos reconocerlo tras la Resurrección"

"No olvidemos la Gran oración, la que nos enseñó Jesús y que es la oración con la que Él mismo rezaba al Padre"

"Sería bien terminar esta catequesis rezando el Padre Nuestro, cada cual en su lengua"

Texto completo del saludo del Papa en español

Queridos hermanos:

El rito de la Comunión en la Misa comienza con el rezo del "Padre nuestro". Es la oración por excelencia de los hijos de Dios. Con ella nos dirigimos a Dios llamándole "Padre"; esta es la mejor manera de prepararnos para recibir a Jesús en la Comunión. En ella pedimos el "pan nuestro de cada día", con una referencia particular al Pan eucarístico que necesitamos para vivir como hijos de Dios. Imploramos también a Dios que perdone nuestras ofensas, y nos comprometemos al mismo tiempo a perdonar a los que nos han ofendido. Así, abriéndonos al perdón de Dios nos disponemos a vivir el amor fraterno. Y por último le pedimos que nos libre del mal, que nos separa de Él y nos aleja de nuestros hermanos.

Con el rito de la paz se expresa la unión y el amor mutuo antes de acercarnos al Sacramento. Después tiene lugar la fracción del Pan. Es el gesto que Jesús realizó en la Última Cena y que permitió a los discípulos reconocerlo después de la Resurrección, como en Emaús. La fracción del Pan está acompañada por la invocación del "Cordero de Dios", que es la imagen bíblica usada por san Juan el Bautista para identificar a Jesús como Aquél que quita el pecado del mundo. En el Pan eucarístico, que se parte para la vida del mundo, reconocemos al verdadero Cordero de Dios, que es Cristo, y le suplicamos: "Ten piedad de nosotros... y danos la paz".

***

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española provenientes de España y América Latina, en particular al grupo de la Fundación "Líderes Globales para el Fomento de los Gobiernos Locales". En nuestro camino cuaresmal de preparación para la Pascua del Señor, pidamos a la Virgen María que no deje de mirarnos con amor para que, con la ayuda del Espíritu Santo, haga fecundos nuestros propósitos de una mayor entrega y generosidad en nuestra vida cristiana. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias. 

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