Sean astutos como serpientes y sencillos como palomas
- 13 Julio 2018
- 13 Julio 2018
- 13 Julio 2018
Evangelio según San Mateo 10,16-23.
Jesús dijo a sus apóstoles:
"Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas.
Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas.
A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.
Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.
El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.
Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.
Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre."
Santa Teresa de los Andes
Santa Teresa de Los Andes (Juanita Fernández Solar), es la primera chilena y la primera Carmelita americana que ha alcanzado el honor de los altares.
Nació en Santiago de Chile el 13 de julio de 1900, en el seno de una familia acomodada muy cristiana. Sus padres fueron Miguel Fernández y Lucía Solar. Desde sus 6 años, asistía con su madre casi a diario a la santa misa y suspiraba por la Comunión, que recibió por primera vez el 11 de septiembre de 1910. Desde entonces procuraba comulgar diariamente y pasar largo rato en diálogo amistoso con Jesús. También desde su niñez vivió una intensa vida mariana que fue uno de los cimientos fuertes de su vida espiritual. El conocimiento y amor de la Madre de Dios vivificó y sostuvo todos los momentos de su camino en el seguimiento de Cristo.
Hizo sus estudios en el colegio del Sagrado Corazón (1907 - 1918). Profundamente afectiva, se creía incapaz de vivir separada de los suyos. Sin embargo, asumió generosamente la prueba de estudiar en régimen de internado los tres últimos cursos, como entrenamiento para la separación definitiva, que consumaría el 7 de mayo de 1919, ingresando en las Carmelitas Descalzas de Los Andes.
A los 14 años el Señor le habló diciéndole que quería su corazón sólo para Él, dándole también la vocación al carmelo. Dentro de su preparación está la lectura de santos carmelitas y la correspondencia con la Priora de Los Andes. A los 17 años expone su ideal carmelita "sufrir y orar" y con ardor defiende su vida contemplativa, que el mundo "tacha de inútil". Le ilusiona saber que su sacrificio servirá para mejorar y purificar al mundo.
Como Carmelita se llamó Teresa de Jesús, no alcanzando a vivir ni un año entero en el convento. Murió el 12 de abril de 1920. Las religiosas aseguraban que había entrado ya santa. De modo que, en tan corto tiempo, pudo consumar la carrera a la santidad que había iniciado muy en serio mucho antes de su primera comunión.
"Cristo, ese loco de amor, me ha vuelto loca", decía. Y su ilusión y su constante o fue asemejarse a El, configurarse con Cristo.
Por eso, deseando llegar a ser una excelente copia suya, vivió decidida a ir hasta el fin del mundo atravesando el fuego si hubiera sido preciso para serle fiel.
Estaba siempre dispuesta a servir y a sacrificarse por los demás, sobre todo por alegría y felicidad, para hacer amable y atractiva la virtud.
Su vida fue enteramente normal y equilibrada. Alcanzó una envidiable madurez integrando en la más armoniosa síntesis lo divino y lo humano: oración, estudios, deberes hogareños... y deporte, al que era aficionadísima, destacando en la natación y en la equitación.
Como joven bellísima, simpática, deportista, alegre, equilibrada, servicial y responsable, Teresa de Los Andes está en inmejorables condiciones para arrastrar a la juventud en pos de Cristo, y para recordarnos a todos que es preciso cumplir el programa evangélico del amor para realizarnos como personas.
Por su intercesión está derramando el Señor una copiosa lluvia de gracias y favores de toda especie y atrayendo hacia Sí a innumerables hijos pródigos. Su santuario, visitado por más de cien mil peregrinos cada mes, se ha convertido en el centro espiritual de Chile.
Así Teresa de Los Andes viene cumpliendo la misión que ya le fuera reconocida poco después de su muerte: despertar hambre y sed de Dios en nuestro mundo materializado.
Beatificada por Juan Pablo II en Santiago de Chile el 3 de abril de 1987, ha sido solemnemente canonizada por el mismo Sumo Pontífice en Roma el 21 de marzo de 1993.
Teresa de Los Andes
Que de la mano de María te convertiste
En una joven enamorada de Jesucristo,
Eres modelo de santidad
Y camino de perfección para la Iglesia.
Tú supiste reír, amar, jugar y servir.
Tú fuiste fuerte para asumir el dolor
Y generosa para amar.
Tú supiste contemplar a Dios
En las cosas sencillas de la vida.
Muéstranos el amor del Padre
Para vivir la amistad con alegría
Y con ternura en la familia.
Ayuda a los débiles y a los tristes
Para que el Espíritu
Los anime en la esperanza.
Intercede por nosotros
Y pide para Chile el amor y la paz.
Teresa de Los Andes,
Hija predilecta de la Iglesia Chilena,
Religiosa del Carmelo,
Amiga de los jóvenes,
servidora de los pobres,
Ruega por nosotros cada día.
Amén.
San Juan XXIII (1881-1963), papa
Diario del alma, domingo 13 de agosto de 1961 (trad. Vives E., Francisco - Juan XXIII: el Papa Bueno; Ed. Paulinas, 1965, p. 94-96, rev.)
“Sean astutos como serpientes y sencillos como palomas”
Tratar a todos con respeto, con prudencia y con sencillez evangélica… Está más en conformidad con el ejemplo de Jesús la sencillez más atrayente, no separada de la prudencia de los sabios y de los santos a la que Dios ayuda. La sencillez puede provocar, no digo desprecio, pero sí, menor consideración entre los pedantes. Poco importa si los pedantes, de quienes no se debe tener cuenta alguna, pueden infligir alguna humillación de juicio y de trato: todo se transformará en daño y en confusión para ellos. El “simple, recto y el que teme a Dios” es siempre el más digno y el más fuerte. Naturalmente, sostenido siempre por una prudencia sabia y pura.
El que es sencillo no se avergüenza de confesar el Evangelio, también entre los hombres que no lo aprecian sino como una debilidad y una puerilidad, y confesarlo en todas sus partes, y en todas las ocasiones y ante la presencia de todos; no se deja engañar o perjudicar por el prójimo, ni pierde la serenidad de su alma por cualquier actitud que los otros tengan con él.
Es prudente quien sabe callar una parte de la verdad que sería inoportuno manifestar y que callada no daña la parte de verdad que dice, falsificándola; quien sabe llegar a los buenos fines que se propone, eligiendo los medios más eficaces de la voluntad y de la acción…; quien en todos los asuntos distingue la substancia y no se deja trabar por los accidentes...; quien en la base de todo esto espera el buen éxito sólo en Dios...
La sencillez no tiene nada que contradiga a la prudencia, o viceversa. La sencillez es amor, la prudencia es pensamiento. El amor reza; la inteligencia vigila. “Vigilad y orad” (Mt 26,41). Conciliación perfecta. El amor es como la paloma que gime; la inteligencia activa es como la serpiente que no cae nunca en la tierra ni choca, porque va palpando con su cabeza todas las desigualdades de su camino.
Santo Evangelio según San Mateo 10, 16-23. Viernes XIV de Tiempo Ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Sagrada familia de Nazaret, que en nuestros hogares reine la paz.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Me parece que día con día crece más el odio que le tienen al Señor, mayor el desprecio por la verdad, el peor de todos los tiempos, podría pensar. Sin embargo, no me puedo quejar, pues en los primeros tiempos era real el ataque que la Iglesia sufría, y con ella cada uno de sus miembros. Pero me queda aún más claro que en los tiempos actuales hay que luchar contra cosas que no nos podemos imaginar, ideologías que se aferran a destruir la familia, a destruir la sociedad, que van en contra de la verdad, de la libertad, de la dignidad humana… pero al final Tú vences, pues el amor es más fuerte.
Es ese amor el que lleva al hombre a dar, inclusive, la vida por sus ideales, por las personas que ama; es cuando una sonrisa en el desayuno nos dice buenos días; cuando un beso o una caricia de nuestros seres queridos nos hace recordar que en un mundo envuelto en la guerra, la catástrofe, el egoísmo, el odio… también existe el amor. Y nos hace recordar, así mismo, que el amor es más fuerte.
Gritémoselo al mundo, el amor es más fuerte. Cuando sintamos que alguien nos está mintiendo, pensemos que el amor es más fuerte; cuando estemos enojados con alguien, demostremos que el amor es más grande; cuando el mundo intente destruirnos, recordemos que nada ni nadie es más fuerte que el amor.
Jesús nos dice: "Yo os mando como ovejas en medio de lobos". Entonces sin fauces, sin garras, sin armas. El cristiano, más bien, deberá ser prudente, a veces incluso astuto: estas son las virtudes aceptadas por la lógica evangélica. Pero la violencia nunca. Para vencer al mal, no se pueden compartir los métodos del mal.
La única fuerza del cristiano es el Evangelio. En los tiempos de dificultad, se debe creer que Jesús está delante de nosotros, y no cesa de acompañar a sus discípulos. La persecución no es una contradicción al Evangelio, sino que forma parte de él: si han perseguido a nuestro Maestro, ¿cómo podemos esperar que nos sea evitada la lucha?
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de junio de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Examinar como he dejado de honrar a mis padres y remediarlo de modo concreto.
Despedida
Tú, que eres el amor verdadero, dame un corazón capaz de amar (tres veces)
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¡A Ti, honor y gloria! a mi, perseverancia, fortaleza y fe frente a las tempestades del camino.
¿Qué es la conversión? Es un camino largo y sinuoso, que en algún punto debe hacernos comprender el significado de la palabra apóstol. Si, es un término que parece lejano e inalcanzable, hecho para otros. Sin embargo la conversión lleva a la senda del apostolado del anuncio de la Buena Nueva, que no es más ni menos que pasar a formar parte de la Nueva Evangelización a la que nos invitó la Iglesia a través de Juan Pablo II.
Ser Apóstol es entonces trabajar para la Iglesia, lo que se puede hacer de muchos modos distintos. Algunos formarán parte de movimientos, otros colaborarán con su parroquia, otros encontrarán senderos nuevos para ayudar a la inagotable tarea de la difusión del Amor hecho Palabra. Sin embargo, muchos son los obstáculos que se enfrentan llegado este punto del recorrido, porque es aquí donde claramente llamaremos la atención de quien busca detenernos.
Este es el tentador, personaje que no deja de trabajar en su permanente esfuerzo de molestar y poner piedras en el camino de la salvación. ¿De qué modo actúa? Como su nombre lo indica, el tentador nos tienta a través de los modos que Dios le permite, porque nada puede hacer él que Dios no tolere de algún modo incomprensible para nosotros. Las tentaciones tendrán un fin claro: detenernos, sacarnos del camino, llevarnos a otra senda que no colabore de modo tan efectivo con el Plan de Dios. Y el Señor, para hacernos más firmes en nuestra fe, deja que enfrentemos la lucha, para que venzamos y emerjamos del otro lado de la prueba más confiados en El y más firmes en nuestra entrega.
Las tentaciones que sufrimos son literalmente inagotables, algunas sutiles, otras brutales y obvias. Hoy quiero referirme a algunas de ellas para que estemos atentos, porque no será fácil ver a nuestro alrededor con claridad cuando en nuestro interior haga ebullición la confusión que este personaje siembra.
Empecemos refiriéndonos a una tentación muy elemental, que es la de de pensar que estamos perdiendo el tiempo, que trabajando para Dios estamos desaprovechando nuestra vida, malgastándola. Una versión sutilmente diferente de esta tentación es la de pensar que habrá otros modos más efectivos de obrar para Dios, en otro lugar u otro espacio. Por supuesto que si abandonamos nuestro apostolado siguiendo esa tentación, la siguiente será la de abandonar todo y volver a vivir una vida "normal", de acuerdo a lo que nos reclama el mundo.
Otro juego que nos propondrá nuestra mente es el de pensar que los líderes del grupo donde trabajamos, sean consagrados o laicos, están equivocados. Los juzgaremos con nuestro limitado entendimiento, y veremos en cada gesto una oportunidad para pensar que les falta caridad, o que no nos respetan en todo nuestro potencial o talento. Los miraremos y juzgaremos tratando ya no de ver lo bueno en ellos, sino cualquier defecto que nos haga concluir que lo mejor es abandonarlos a su propia ventura.
También sufriremos la tentación de pensar que merecemos un lugar de privilegio dentro de la comunidad, porque en algo en particular somos mejores que los demás. Esto nos hará competir, literalmente, por un espacio que ya consideramos nuestro. A veces será una posición determinada en el grupo de música de la Parroquia, o el micrófono para hablar a la comunidad en ciertas circunstancias, o hasta un banco o lugar predeterminado que a esta altura de mi experiencia apostólica, ya es "mío". Así de infantil como suena, ocurre a diario.
Otras veces empezará a bullir en nuestro interior el sentimiento de injusticia, de estar siendo dejados de lado, de merecer más. En ese momento ya no tendremos la frescura en la fe de los primeros tiempos del camino de la conversión, sino que el caminar será un recorrido amargo, sumidos en nuestras propias luchas interiores. Quienes nos ven ya no sentirán que estamos felices y dichosos de hacer lo que hacemos, sino que advertirán a las claras que algo funciona mal en nuestro interior.
Son momentos de apoyar, de estar cerca con silencios, pero con comprensión. Somos nosotros los que debemos remontar esta cuesta, y vencer esta batalla interior que nos busca alejar y adormecer. Es, literalmente, un ataque contra la Iglesia que se manifiesta en intentar detener a este nuevo proyecto de apóstol que está naciendo. Son momentos de tener las cosas muy en claro, de luchar contra uno mismo, de enfrentar los malhumores con la convicción de que Dios nos enfrenta a la prueba sabiendo que tenemos las armas necesarias para vencer.
Por supuesto que no todos vencen en esta batalla. Tristemente algunos se dejan derrotar y empiezan a dar círculos concéntricos buscando un lugar donde esos sentimientos interiores no se manifiesten. Lo más probable es que esos círculos se alejen cada vez más de una fe sincera, y terminen amenazando a la persona con arrastrarla a una fe farisaica, de formas exteriores, pero sin contenido espiritual real.
Digo estas cosas hablando en primera persona, porque de hecho no sólo las he sufrido, sino que descuento que las seguiré sufriendo en formas más o menos sutiles. Cuando logramos superar un escollo y ponemos en ridículo los intentos del tentador, él volverá con ánimos renovados e intentos más refinados. Donde mejor he encontrado un relato sobre las distintas formas en que actúa la tentación, es en la obra del afamado autor Inglés C. S. Lewis, "Cartas de un demonio a su sobrino". En clave de humor sutil, este autor nos deleita con relatos de tentaciones y tentadores, víctimas y victimarios.
La tentación nos acompaña, a todos, mientras dure la vida. Y si decidimos trabajar para Dios, no cabe duda que la mayor tentación será la de dejar de hacerlo. Por esto se puede decir que nadie que decida obrar para Dios está exento de enfrentar estas tentaciones, estos tremendos obstáculos que ponen a prueba nuestra voluntad. Si estamos dispuestos a perseverar en el camino de una conversión genuina y duradera, debemos aprender a advertir estas barreras que surgirán en nuestros estados de ánimo, para derrotarlas con una entrega sincera a la Voluntad de Dios.
Señor, hazme fuerte, dame Tu sabiduría para diferenciar lo bueno y lo malo que se presente en mi camino de crecimiento interior. Tú lo sabes todo, yo sólo camino por la senda que me pones por delante, confiado y seguro de que estás allí. A Ti, honor y gloria; a mi, perseverancia, fortaleza y fe frente a las tempestades del camino.
Zlatko Dalic, DT de Croacia: mi éxito se lo debo a Dios
Dalic se ha convertido en el pilar del equipo junto al capitán, Luka Modric
Croacia se ha convertido en una de las grandes sensaciones del Mundial de fútbol que se está celebrando en Rusia. Su gran juego ha llevado a este país de poco más de 4 millones de habitantes a la final del Mundial, donde el miércoles 11 de julio de 2018 venció a Inglaterra en la prórroga. El domingo jugará contra Francia por el título.
Modric, Rakitic, Kovacic, Suvasic o Mandzukic son algunos de los grandes nombres que lideran a este conjunto que puede hacer historia. Y a los mandos de la selección está un entrenador bastante menos conocido que sus jugadores y de perfil mucho más bajo. Sin embargo, su labor está siendo alabada en todo el mundo.
Se trata de Zlatko Dalic, un croata de 51 años nacido en territorio actualmente bosnio, Fue futbolista profesional aunque no destacó como una figura internacional y siempre jugó en lo que fue la antigua Yugoslavia. Siendo jugador fue reclutado durante la guerra de los Balcanes para defender su ciudad, Livno, de los ataques del sanguinario general Ratko Mladic, condenado actualmente a cadena perpetua por el Tribunal de La Haya por crímenes contra la humanidad.
"Agradecido a mi querido Dios"
Tampoco como entrenador tiene una trayectoria de primer nivel, habiendo entrenado en su país, Albania y Arabia Saudí. Sin embargo, asegura que su secreto es la humildad y la constancia, que provienen de su profunda fe católica.
En una entrevista que concedió a la radio católica Hrvatski Katolicki, Dalic confesaba que “todo lo que he realizado en mi vida y en mi carrera profesional se lo debo a mi fe y estoy agradecido a mi querido Dios”.
Una de las imágenes más llamativas ha sido verle durante los partidos del Mundial agarrando con fuerza un Rosario, que siempre lleva en su bolsillo. “Siempre llevo uno conmigo y cuando siento que estoy pasando por un momento difícil pongo mi mano en el bolsillo, me aferro a él y luego todo es más fácil”.
"Dios, presente diariamente en mi familia"
Dalic nunca ha ocultado su catolicismo sino que más bien lo ha reivindicado. En otra entrevista para la revista Glas Koncila, editada por el Arzobispado de Zagreb, habla de su infancia católica en Livno. “La casa de mis padres era la más cercana al monasterio franciscano. Yo de niño era monaguillo, era feliz yendo a misa, y mi madre me enseñó y transmitió la fe. Soy creyente desde siempre, y he educado así a mis hijos. Todos los domingos intentamos ir a la Eucaristía. La fe me da fuerza, siempre llevo un Rosario en el bolsillo y rezo antes de jugar”, explicaba.
El seleccionador croata confesaba que da “gracias a Dios todos los días, porque me ha dado fuerza y fe, pero también la oportunidad de hacer algo en mi vida. Para mí y mi familia, la fe es extremadamente importante” e insistía en que “Dios está presente diariamente en mi familia y mi vida”.
Forjada su fe en la Yugoslavia comunista, ahora la vive con total naturalidad. Preguntado por los sufrimientos o los fracasos de la vida, Dalic afirmaba que “cada uno, de una u otra manera, carga con su cruz. Hay momentos difíciles en la vida en los que no debemos rendirnos y hundirnos. Con la fe uno puede regresar mucho mejor al camino correcto. Ayuda y da fuerza llevar la cruz y luchar con ella. En situaciones que parecen no tener solución, también las hay, pero hay que confiar”.
La familia, su otro gran pilar
El otro gran pilar para el seleccionador de Croacia es su familia. Casado y padre de dos hijos, la fe y la familia son lo primero. Al igual que ha sido probado en la fe, también lo fue con su familia, tras la experiencia como entrenador que vivió en Arabia Saudí. Fue a vivir allí solo. Y de aquella experiencia ha aprendido mucho.
En el mundo actual, aseguraba, “no hay tiempo para dedicar a la familia debido al trabajo. Al regresar a casa me di cuenta de que no todo era negocio y dinero, que había otras cosas y alegrías además del fútbol”.
“Cuando uno mira hacia atrás ve que la vida va muy rápido, y está llena de cosas poco importantes que quitan una gran cantidad de tiempo y energía. Sin embargo, cuando ocurren tragedias, enfermedades y accidentes, te hacen profundizar. Me he dado cuenta de que un hombre necesita una familia, no sólo trabajo y dinero”.
No es el único católico del equipo
Dalic no es el único miembro de la selección croata que tiene unas profundas convicciones religiosas. El centrocampista del Real Madrid, Mateo Kovacic, es también un católico declarado. Al igual que su entrenador él fue monaguillo en su parroquia, donde precisamente Kovacic conoció a la que hoy es su mujer, que entonces era una de las niñas del coro.
Asiduo a Medjugorje, el jugador croata afirma que va a misa los domingos. “No tengo problemas en decir que creer me da fuerza, me ayuda a jugar mejor" ni en reconocer que "normalmente, debajo de la camiseta del equipo, me pongo una camiseta con una imagen de Jesús", aseguraba en una entrevista.
Veronica, Santa
La mujer que secó la sangre de Jesús, 12 de julio
Laica
Etimología: Verónica = Aquella que es la verdadera imagen o Aquella que es la imagen verdadera, viene de de la palabra latina "vero" y de la palabra griega "eikom".
Nota: es necesario indicar que, pese a la popularidad de este santa, su nombre no se encuentra en el Martirologio Romano actual y tampoco estuvo en el anterior.
Breve Semblanza
Santa Verónica es recordada por su gesto compasivo hacia Jesús en Su camino al Calvario. Unos le agredían, otros permanecían indiferentes ante tanta crueldad. Ella se le acercó y le enjugó el rostro con su velo. Aquel divino rostro, cruelmente golpeado, ensangrentado y sudoroso suscitó en el corazón de Santa Verónica la misericordia. La fuente de Misericordia recibe de ella en aquel momento un amor que casi todos le negaron.
Aunque poco sabemos de la vida de Verónica y su acto de amor no aparece en las Sagradas Escrituras, la tradición lo ha recogido como un acto ejemplar que recordamos en la sexta estación del Via Crucis. Dante lo evoca en el canto XXXI del Paraíso.
Santa Verónica es mujer de gran valentía, ya que su acto de amor le podría haber causado una peligrosa reacción por parte de los romanos o de las turbas. Es mujer de gran compasión, ya que venció todo miedo y decidió amar en medio de una multitud movida por odio o la indiferencia.
Santa Verónica, ruega por nosotros. Que sepamos consolar a Cristo en el Via Crucis de hoy.
Todavía se conserva el "velo" de la Verónica.
El secreto no pretende encubrir tramas, complots o misterios, sino proteger la intimidad de la persona
«El sistema del secreto que se da en el orden eclesial, como en cualquier otro orden jurídico, no pretende encubrir tramas, complots o misterios, como a veces ingenuamente la opinión pública cree o, más a menudo, es inducida a creer». El cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario mayor de la Iglesia católica, explicó que el «objetivo del secreto, tanto sacramental como extra sacramental es proteger la intimidad de la persona, es decir, custodiar la presencia de Dios en lo íntimo del ser humano». Añadió el cardenal Piacenza que «grandes y saludables son los efectos que con el secreto y la reserva se desean proteger y custodiar para salvaguardar la fama y la reputación de alguien o respetar los derechos tanto de individuos como de grupos». (Artículo publicado por “L’Osservatore Romano” sobre el congreso que organizó la misma Penitenciaría Apostólica titulado “El sigilo confesional y la privacidad pastoral”. 12 noviembre 2014).
Breve explicación del secreto de confesión o sigilo sacramental
El sigilo sacramental es, en la Iglesia Católica, la obligación de no manifestar jamás lo sabido por confesión sacramental.
El derecho natural lo supone y es de derecho divino, sin que la Iglesia tenga facultad para dispensar de él, ni aun muerto el penitente. Su inviolabilidad es tal, que en ningún caso imaginable, ni daño gravísimo que sobrevenga al confesor ni a toda la humanidad, podría infringirse, ni de palabra, ni por escrito, ni por señal, ni por reticencias. Ni el mismo confesor podría confesar su pecado revelando la confesión recibida y de no haber otro medio, no estaría obligado a la integridad material de su propia confesión.
Dicha obligación comprende en primer término al confesor y después a todos aquellos que de algún modo se enterasen de la confesión, lícita o ilícitamente, ya oyéndola, ya leyendo apuntes de los pecados en orden a la confesión, ya sirviendo de intérprete y, si son varios, no pueden hablar de ello entre sí.
Son materia directa del sigilo los pecados mortales en general y en particular, los veniales en particular (pues, en general, no hay hombre que no los tenga y, por tanto, no son materia de sigilo), su objeto, cómplices y circunstancias. Materia indirecta es todo aquello por donde se puede venir en conocimiento del pecado o del pecador y cuanto a éste pudiera causar confusión, sospecha o daño y por esto caen bajo sigilo la penitencia impuesta, indisposición del penitente, denegación de absolución, defectos naturales y morales, escrúpulos conocidos solo por la confesión y cuya revelación pueda molestar al penitente.
Aun excluido el peligro de revelación, el Código de Derecho Canónico prohibe absolutamente a los confesores usar del conocimiento adquirido en la confesión con gravamen del penitente. De ser violado, el sacerdote queda automáticamente excomulgado.
A tanto llega la inviolabilidad del sigilo, que de negarse la absolución a un penitente por indispuesto, si se acerca públicamente a recibir la comunión de mano del mismo confesor, éste tiene que dársela.
Ni al mismo penitente se puede hablar de sus pecados fuera de la confesión sin licencia suya, que no debe solicitarse sino en caso de excepcional necesidad, por no exponerle a la natural vergüenza, haciendo odiosa la confesión. Aparte de esto, el penitente puede autorizar al confesor para hacer uso del secreto sacramental, pero esa autorización debe ser expresa, no implícita ni interpretativa, ha de ser espontánea y libérrima, con causa legítima y en bien del mismo penitente. Todo lo sobredicho va en el supuesto de que el confesor no sepa las cosas por otro producto que la confesión y así lo haga constar.
Preguntas frecuentes sobre el tema:
- ¿Puede un sacerdote revelar algún secreto de confesión?
La Iglesia Católica declara que todo sacerdote que oye confesiones está obligado a guardar un secreto absoluto sobre los pecados que sus penitentes le han confesado, bajo penas muy severas. Tampoco puede hacer uso de los conocimientos que la confesión le da sobre la vida de los penitentes.
El Código de Derecho Canónico, canon 983,1 dice: «El sigilo sacramental es inviolable; por lo cual está terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de cualquier otro modo, y por ningún motivo».
- ¿No hay excepciones?
El secreto de confesión no admite excepción. Se llama "sigilo sacramental" y consiste en que todo lo que el penitente ha manifestado al sacerdote queda "sellado" por el sacramento.
Un sacerdote no puede hablar a nadie sobre lo que se le dice en confesión. Aun cuando él supiera la identidad del penitente y posteriormente se encontrara con él no puede comentarle nada de lo que le dijo en confesión, a menos que sea el mismo penitente quien primero lo comente. Entonces y sólo entonces, puede discutirlo sólo con él. De lo contrario debe permanecer en silencio.
- ¿Cómo se asegura este secreto?
Bajo ninguna circunstancia puede quebrantarse el “sigilo” de la confesión. De acuerdo a la ley canónica, la penalización para un sacerdote que viole este sigilo sería la excomunión automática (Derecho Canónico 983, 1388).
El sigilo obliga por derecho natural (en virtud del cuasi contrato establecido entre el penitente y el confesor), por derecho divino (en el juicio de la confesión, establecido por Cristo, el penitente es el reo, acusador y único testigo; lo cual supone implícitamente la obligación estricta de guardar secreto) y por derecho eclesiástico (Código de Derecho Canónico, c. 983).
- ¿Y si revelando una confesión se pudiera evitar un mal?
El sigilo sacramental es inviolable; por tanto, es un crimen para un confesor el traicionar a un penitente ya sea de palabra o de cualquier otra forma o por cualquier motivo.
No hay excepciones a esta ley, sin importar quién sea el penitente. Esto se aplica a todos los fieles —obispos, sacerdotes, religiosos y seglares—. El sigilo sacramental es protección de la confianza sagrada entre la persona que confiesa su pecado y Dios, y nada ni nadie puede romperlo.
- ¿Qué puede hacer entonces un sacerdote si alguien le confiesa un crimen?
Si bien el sacerdote no puede romper el sello de la confesión al revelar lo que se le ha dicho ni usar esta información en forma alguna, sí está en la posición —dentro del confesionario— de ayudar al penitente a enfrentar su propio pecado, llevándolo así a una verdadera contrición y esta contrición debería conducirlo a desear hacer lo correcto.
- ¿Las autoridades judiciales podrían obligar a un sacerdote a revelar un secreto de confesión?
En el Derecho de la Iglesia la cuestión está clara: el sigilo sacramental es inviolable. El confesor que viola el secreto de confesión incurre en excomunión automática.
Esta rigurosa protección del sigilo sacramental implica también para el confesor la exención de la obligación de responder en juicio «respecto a todo lo que conoce por razón de su ministerio», y la incapacidad de ser testigo en relación con lo que conoce por confesión sacramental, aunque el penitente le releve del secreto «y le pida que lo manifieste», (cánones 1548 y 1550).
- ¿Aunque contando el secreto el sacerdote pudiera obtener algo bueno para alguien?
El sigilo sacramental no puede quebrantarse jamás bajo ningún pretexto, cualquiera que sea el daño privado o público que con ello se pudiera evitar o el bien que se pudiera promover.
Obliga incluso a soportar el martirio antes que quebrantarlo, como fue el caso de San Juan Nepomuceno. Aquí debe tenerse firme lo que afirmaba Santo Tomás: «lo que se sabe bajo confesión es como no sabido, porque no se sabe en cuanto hombre, sino en cuanto Dios», (In IV Sent., 21,3,1).
- ¿Y si otra persona oye o graba la confesión y la revela?
La Iglesia ha precisado que incurre también en excomunión quien capta mediante cualquier instrumento técnico, o divulga las palabras del confesor o del penitente, ya sea la confesión verdadera o fingida, propia o de un tercero.
- ¿Y en el caso de que el sacerdote no haya dado la absolución?
El sigilo obliga a guardar secreto absoluto de todo lo dicho en el sacramento de la confesión, aunque no se obtenga la absolución de los pecados o la confesión resulte inválida.
*Fuentes: Código de Derecho Canónico, Catecismo de la Iglesia Católica, respuestas sobre el tema de Grace MacKinnon, especializada en Doctrina Católica, L’Osservatore Romano, Vatican Insider.
Descanse en Paz Cardenal Jean Louis
El Papa Francisco asiste a las exequias del Cardenal Jean Louis Tauran
El Papa Francisco asistió a todas las exequias del Cardenal Jean Louis Tauran, Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso fallecido hace unos días, aunque el protocolo establece que acuda solo a la última parte.
Francisco se sentó en el presbiterio y participó de la celebración, que estuvo presidida por el Cardenal Angelo Sodano, Decano del Colegio Cardenalicio.
“Con profunda conmoción nos hemos reunido para despedir a nuestro inolvidable Cardenal. El Papa ha usado palabras emocionantes para recordarlo y personalmente conservo un grato recuerdo de él: sirvió valientemente a la Iglesia a pesar del duro peso de la enfermedad”.
“Las lecturas de la liturgia de exequias nos reconfortan en la hora de la prueba. No nos desanimemos. Las Bienaventuranzas han iluminado el camino del Cardenal Tauran, y damos gracias al Señor por habérnoslo dado”.
El Cardenal Sodano también dijo en la homilía que “es la gran figura de un cardenal que ha dedicado su vida al servicio de la Iglesia, de la Santa Sede, del diálogo con todos los hombres de buena voluntad. Ha seguido la línea del Concilio Vaticano II. Que el Señor le conceda ahora el premio de los santos”.
El Cardenal Tauran falleció el pasado 5 de julio en Hartford (Estados Unidos) a los 75 años de edad tras una larga enfermedad de Parkinson.