La verdadera violencia que se apodera del Reino de los cielos
- 13 Diciembre 2018
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Santa Lucía de Siracusa
Celebrado El 13 De Diciembre
Santa Lucía, virgen y mártir
Memoria de santa Lucía, virgen y mártir, la cual, mientras vivió, conservó encendida la lámpara esperando al Esposo, y llevada al martirio en Siracusa, ciudad de Sicilia, mereció entrar con Él a las bodas y poseer la luz indefectible.
La fiesta de Santa Lucía es celebrada en Occidente y Oriente el mismo día, 13 de diciembre, y su nombre figura en el canon romano de la misa («Canon I»). Sus actas legendarias carecen de valor histórico, pero han tenido tal difusión, que no deben dejarse de lado, ya que forman parte indisoluble de la iconografía y el culto. Según esa historia tradicional, Lucía nació de ricos y nobles padres hacia el año 283; su padre era de origen romano, pero su temprana muerte la dejó a cargo de su madre, cuyo nombre, Eutychia, parece indicar un origen griego. Como muchos de los primeros mártires, Lucía había consagrado su virginidad a Dios, y esperaba poder dedicar todos sus bienes materiales al servicio de los pobres. Sin embargo, no había obtenido autorización de su madre para hacerlo, e incluso había sido prometida a un joven pagano Sin embargo, Eutychia sufría de una hemorragia que no se le curaba, y Lucía la persuadió de emprender juntas una peregrinación a Catania, a unos 80 km de Siracusa, donde estaba la tumba de santa Ágata, virgen y mártir de la persecución de Decio, unos 50 años antes, en la que se obraban muchos milagros. La madre de Lucía resultó allí curada, y Lucía pudo persuadirla de que le permitiera realizar sus proyectos de consagración y caridad. Pero su prometido, despechado, la denunció a Pascasio, el gobernador de Sicilia, en el año 303, durante la feroz persecución de Diocleciano. Primero fue condenada a ser entregada a la infamia en un prostíbulo, pero con la fuerza de Dios quedó inmóvil y los guardias no la pudieron llevar. Qusieron entonces quemarla, pero de nuevo Dios la salvó. Por último, fue condenada a a morir por la espada. Pero antes de morir predijo el castigo de Pascasio y el pronto fin de la persecución, añadiendo que Diocleciano no reinaría más, y Maximiano encontraría su fin. Así que, fortalecida por el Pan de Vida, ganó la corona de la virginidad y el martirio.
Algunas variantes de la leyenda, muy posteriores a las Actas, añaden historias relativas a sus ojos, por ejemplo que les fueron arrancados, pero igual podía ver, o que ella misma se los quitó para darlos a una joven que envidiaba su belleza. Este tema pictórco-simbólico, que se refleja en la iconografía en la que Lucía suele llevar sus propios ojos en una bandeja, probablemente venga sugerido más por el significado del nombre («luminosa») que por detalles milagrosos de la historia. El desarrollo de la historia es demasiado convencional y acomodado a un tipo de relato sobre los mártires que la fantasía popular reproducía casi automáticamente cuando carecía de datos sobre un santo. Sin embargo, si esto conviene al conjunto de la historia legendaria, la existencia de Lucía y su culto genuinamente antiguo están fuera de toda duda, y algunos detalles de la historia pueden ser aceptados:
-El lugar y el momento de su muerte no pueden ser cuestionados, ocurrieron en ese tiempo y lugar episodios de martirio constatables.
-Es notable la conexión con santa Ágata y la curación milagrosa de Eutychia, y es poco probable que haya sido introducida por un compilador piadoso que haya pretendido enlazar dos santos nacionales, ya que la historia se remonta a las Acta, probablemente originadas en el siglo quinto, una fecha temprana para suponer que ese enlace de historias se realizara artificialmente.
-No puede haber ninguna duda de la gran veneración que se muestra a santa Lucía en la iglesia primitiva: es una de las pocas mujeres santas cuyos nombres aparecen en el canon de San Gregorio, y hay oraciones especiales y antífonas para ella en su «Sacramental» y «Antifonario».
-En el cementerio de San Juan de Siracusa se descubrió una inscripción sobre santa Lucía, que data del siglo IV o de principios del V.
-Por una carta de San Gregorio Magno, sabemos que en su época se dedicaron a Santa Lucía varias iglesias en Roma.
San Aldelmo (muerto en 709) es el primer escritor que utiliza las Actas para realizar un relato completo de su vida y muerte, en prosa en el «Tractatus de laudibus virginitatis» (Tratado de las alabanzas de la virginidad) y de nuevo, en verso, en el poema «De Laudibus Virginum» (Alabanzas de las vírgenes). Tras él, Beda el Venerable inserta la historia en su martirologio.
Con respecto a sus reliquias, Sigeberto (1030-1112), monje de Gembloux, en su «Sermo de sancta Lucia», dice que el cuerpo permaneció intacto en Sicilia durante 400 años, antes que Faroaldo, duque de Spoleto, capturara la isla y trasladara el cuerpo de la santa a Corfinium, en la Italia continental. De allí fue llevada por el emperador Otón I a Metz, en 972, y depositada en la iglesia de San Vicente; desde allí un brazo de la santa fue trasladado al monasterio de Luitburg, en la diócesis de Spira, hecho celebrado por Sigeberto en sus versos.
La historia posterior de las reliquias no está clara. En su toma de Constantinopla de 1204, los franceses se encuentran algunas de las reliquias de la santa en esa ciudad, y el dux de Venecia las capturó para el monasterio de San Jorge en Venecia. En el año 1513 los venecianos regalaron a Luis XII de Francia la cabeza de la santa, que la depositó en la catedral de Bourges. Otro relato, sin embargo, afirma que la cabeza fue llevada a Bourges desde Roma, a donde había sido transferida cuando los restos descansaban en Corfinium. El culto se difundió muy rápidamente, y ya en el 384 san Orso le dedicaba una iglesia en Rávena, y poco después el papa Honorio I otra en Roma.
«Tractatus de laudibus virginitatis», en PL, LXXXIX, 142, poema «De Laudibus Virginum», PL, LXXXIX, 266, o bien en Monumenta Germaniae Historica, Auct. antiquiss., vol. xv (1919), pp. 293-294 (en prosa), y líneas 1779-1841 (en verso). Ver delehaye, Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum, p. 647. La iconografía es amplísima, ver Künstle, Ikonographie, vol. II. El conjunto de la narración y la bibliografía se basan en lso respectivos artículos de Butler-Guinea, vol IV, pág. 549-550 y James Bridge, «St. Lucy», Catholic Encyclopedia (1910).
Santo Evangelio según San Mateo 11, 11-15. Jueves II de Adviento.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, concédeme ser testimonio vivo de tu misericordia.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 11-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "Yo les aseguro que no ha surgido entre los hijos de una mujer ninguno más grande que Juan el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos, es todavía más grande que él.
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los cielos exige esfuerzo, y los esforzados lo conquistarán. Porque todos los profetas y la ley profetizaron, hasta Juan; y si quieren creerlo, él es Elías, el que habrá de venir. El que tenga oídos que oiga".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Por qué pone Jesús al Bautista como el más grande entre los nacidos de mujer? ¿Será acaso que tenía poder, o bien que tenía riquezas, o que era exitoso? Nada de eso. De Juan sabemos que vestía con una rudimentaria piel de camello y se alimentaba de insectos y miel. ¡Difícilmente un hombre de peso en su sociedad!
Sin embargo, era en efecto más grande que cualquier otro. La razón no es otra que la misión para la que fue elegido. Muchos profetas hubo, y grandes portentos hicieron; mas sólo a Juan el Bautista estaba confiada la tarea de allanar el camino para el Señor.
Juan es grande porque gracias a él ha llegado el mensaje de conversión; es grande porque, debido a su predicación, muchos corazones se orientaron a Dios; es grande porque Cristo es infinitamente más grande, y a él le correspondió el honor de preparar su llegada, incluso de bautizarle.
Pero hay un motivo más por el que Juan es grande, y ése es el que debe también inundar nuestras vidas. Juan es grande, simplemente porque cumplió lo que Dios le pidió que hiciera: ser profeta del Altísimo. ¿Qué me pide Dios a mí? ¿De qué forma espera Él que yo sea su profeta, su mensajero, en mi realidad cotidiana? ¿Cómo estoy yo llevando a Dios a mi vida, a mi familia, a mis amigos, a mi trabajo? Si nos dedicamos tan sólo a cumplir la voluntad de Dios, y a hacerlo por amor, quizás Juan el Bautista no habrá sido el único grande al final de los tiempos.
Es algo sorprendente, habían estado con Juan, sabían que era un hombre bueno, más aún, el mayor de los nacidos de mujer, como Jesús lo define, pero él no era el que tenía que venir. También Juan esperaba a otro más grande que él. Juan tenía claro que no era el Mesías sino simplemente quien lo anunciaba. Juan era el hombre memorioso de la promesa y de su propia historia. Era famoso, tenía fama, todos venían a hacerse bautizar por él, lo escuchaban con respeto. La gente creía que era el Mesías, pero él era memorioso de su propia historia y no se dejó engañar por el incienso de la vanidad.
Juan manifiesta la conciencia del discípulo que sabe que no es ni será nunca el Mesías, sino sólo un invitado a señalar el paso del Señor por la vida de su gente.
(Homilía de S.S. Francisco, 20 de enero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En mi examen de conciencia reflexionaré sobre lo mucho que Dios me ha confiado y cómo deseo corresponderle.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Un pequeño esfuerzo y serás santo
Se necesita dejar de ver las cosas desde una visión humana para comenzar a verlas desde la perspectiva de Dios.
Una de mis mayores alegrías consiste en descubrir tantas personas buenas que existen en la vida. Los periódicos y noticieros nos ofrecen noticias poco edificantes y en cambio ¡son tantas las personas que desean el bien y que les es difícil hacer algún mal a otro! Y si en alguna ocasión se descuidan se sienten mal y con deseo de cambiar y reparar la ofensa realizada. Estoy casi seguro que tú eres uno de estos.
Debido a la certeza de que la mayoría de los hombres y mujeres son buenos, me impresionó escuchar que lo que el mundo necesita no son personas buenas sino personas santas. Estas palabras no sólo me impresionaron sino que hicieron replantearme mi mismo trabajo: no debo conformarme con ayudar a que las personas sean buenas, debo lograr que sean santas.
Pensé que el trabajo sería fácil: ´si ya son buenas - me decía a mí mismo - un pequeño esfuerzo y serán santas. En cambio he descubierto que el pequeño esfuerzo se requiere más bien para dar el salto de ser malo a ser bueno. En cambio, el paso de ser bueno a ser santo es algo más que un pequeño esfuerzo. En efecto, la distinción entre malo y bueno se da en el plano humano, mientras la distinción entre lo bueno y lo santo ocurre en dos planos diversos: el humano y el sobrenatural. Para ser santo se necesita cambiar de perspectiva, dejar de ver las cosas desde una visión humana para comenzar a verlas desde la perspectiva de Dios, se requiere dejar de ser el bueno que yo deseo ser para comenzar a ser el santo que Dios ha pensado de mí.
Cristo busca en cada momento el bien de su Iglesia, incluso si ello conlleva dolor y sufrimiento. Buscando lo mejor para la Iglesia no regateó el morir en la cruz y repetir cada día ese mismo sacrificio en la Santa Misa. Además, el Señor, con su poder y sabiduría y movido por el amor concede nuevos carismas y las vocaciones que la Iglesia necesita.
Jesús alimenta a su Iglesia por medio de los sacramentos pero dejando una total libertad. Ahí están los sacramentos, para todos, pero no todos lo reciben con la frecuencia que Cristo mismo desearía. Él es paciente, espera, motiva, pero no obliga a ninguno.
Jesucristo continuamente perdona las ofensas de los bautizados. De tal modo, que la santidad de la Iglesia no es principalmente fruto de sus propias acciones, sino del amor y perdón de Jesucristo.
Una oración breve pero audaz
El Papa anima a dirigirse a Dios con confianza y hacerle peticiones
El Santo Padre hizo esta afirmación durante la Audiencia General de este miércoles 12 de diciembre celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano, y dedicada al Padre Nuestro.
En su catequesis, el Papa consideró el Padre Nuestro “una oración breve pero audaz” que “pone en los labios de sus discípulos”. Recordó que en el Padre Nuestro “se hace siete preguntas, un número que en la Biblia no es casual, indica plenitud”.
“Jesús invita a sus discípulos a acercarse a Dios y a dirigirle con confianza algunas peticiones: en primer lugar, respecto a él y luego respecto a nosotros. No hay preámbulos en el Padre Nuestro. Jesús no enseña fórmulas para ‘congraciarse’ con el Señor, sino que, sobre todo, invita a rezarle haciendo caer las barreras de las ataduras y del miedo. No dice que nos dirijamos a Dios llamándole ‘Omnipotente’, ‘Altísimo’, o con títulos similares, sino simplemente con la palabra ‘Padre’, que expresa la confianza, la fe filial”.
Explicó que “la oración del Padre Nuestro profundiza sus raíces en la realidad concreta del hombre. Como ejemplo, nos hace pedir el pan, el pan cotidiano: petición simple pero esencial, que dice que la fe no es una cuestión ‘decorativa’ al margen de la vida, que interviene cuando se ha satisfechos todas las otras necesidades. En todo caso, la oración comienza con la vida misma”.
“La oración, nos enseña Jesús, no comienza en la existencia humana después de que el estomago quede lleno, sino que anida allí donde hay un hombre, un hombre cualquiera que tenga hambre, que llore, que luche, que sufra y que se pregunte ‘por qué’. Nuestra primera oración, en cierto sentido, ha sido el latido que acompañó nuestra primera respiración. En aquel llanto de recién nacido se anunciaba el destino de toda nuestra vida: nuestra hambre continua, nuestra sed continua, nuestra búsqueda de felicidad”.
Además, señaló que “Jesús, en la oración, no quiere apagar al humano, no lo quiere anestesiar. No quiere que callemos las preguntas y las peticiones aprendiendo a soportarlo todo. En cambio, quiere que todo sufrimiento, toda inquietud, se eleve hacia al cielo y se convierta en diálogo”.
“La oración no sólo precede a la salvación, sino que, en cierto modo, ya la contiene, porque libera de la dispersión de quien no cree en una vía de salida a tantas situaciones insoportables”.
El Pontífice concluyó destacando que “Dios es el Padre que tiene una inmensa compasión por nosotros y que quiere que sus hijos le hablen sin miedo. Por eso podemos contarle todo, incluidas las cosas que en nuestra vida están destruidas, o que son incomprensibles”.
¿Es verdad que no existen testimonios sobre las apariciones guadalupanas contemporaneos a cuando éstas ocurrieron?
Uno de los argumentos favoritos de todos aquellos que niegan las aparicones guadalupanas, es el llamado "argumento del silencio
Sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe, uno de los argumentos favoritos de todos aquellos que niegan las aparicones marianas, es el llamado "argumento del silencio". Que básicamente dice que: no existen testimonios, relatos, menciones, sobre las apariciones guadalupanas, de época inmediata a que éstas ocurrieron y que es en épocas muy tardías, cuando tales relatos sobre Guadalupe surgen.
Siendo esto, según ellos, una prueba de que las apariciones nunca ocurrieron y que tales testimonios fueron inventados por la Iglesia Católica mucho tiempo después.
¿Son verdaderas estas afirmaciones? ¿Es verdad que no existen testimonios, ni menciones de la Virgen de Guadalupe en época cercana a sus apariciones en 1531? Veamos.
Tan sólo 37 años después del portento ocurrido en el Tepeyac. Un soldado de Hernán Cortés, llamado Bernal Díaz del Castillo, terminó de escribir su "Historia verdadera de la conquista de la Nueva España". Un libro que recuerdo con mucho cariño, porque lo leí o mejor dicho, devoré en unas vacaciones, como un reto personal que me llevó 3 días, en los que apenas me levanté para comer, pues me comprometí a mí mismo a no levantarme de la cama hasta haber terminado de leerlo.
Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, es uno de los primeros testimonios contemporáneos al hecho guadalupano, que mencionan a la Virgen de Guadalupe, destruyendo el mito del "argumento del silencio". Demostrando que tal silencio, no existe más que en la imaginación y prejuicios de los antiaparicionistas.
Bernal Díaz del castillo (1495-1583) nació en Valladolid, España y murió en Guatemala. Vino a América en 1514. Su testimonio sobre la Virgen de Guadalupe es de un valor excepcional, por la calidad del que lo escribe, compañero de Cortés desde Cuba a México, y que escribió su historia para corregir las falsedades y exageraciones de otros autores, dando a conocer cómo realmente sucedieron "las ciento diez y nueve batallas y encuentros de guerra" en que estuvo presente. Iba escribiendo sus"memorias y borradores" de cuanto acontecía. De ellos tomó el material para redactar la historia definitiva, en Guatemala en 1568.
Es testigo inmediato y muy fidedigno de la aparición, pues vivía en México por el año 1531. Su testimonio es invaluable: "Mandó Cortés a Gonzalo de Sandoval que fuese por tierra a poner cerco a toda calzada que da desde México a un pueblo que se dice Tepeaquilla: adonde ahora llama Nuestra Señora de Guadalupe, donde hace y ha hecho muchos admirables milagros".
En el capítulo 210 en que trata "de otras cosas y provechos que se han seguido de nuestros ilustres trabajos", empieza así: "Ya habrán oído en los capítulos pasados por lo mí recontado acerca de los bienes y provechos que se han hecho con nuestras ilustres hazañas y conquistas: miren los curiosos lectores qué de ciudades, villas y lugares... y tengan atención a los Obispados que hay, que son diez, sin el Arzobispo de la muy insigne Ciudad de México, y como hay tres Audiencias reales... y miren las santas iglesias y catedrales, y los Monasterios donde están Dominicos, como Franciscos y Mercedarios y Agustinos; y miren qué hay de hospitales, y los grandes perdones que tienen, y la santa casa de Nuestra Señora de Guadalupe que está en lo de Tepeaquilla, donde solía estar asentado el real de Gonzalo de Sandoval cuando ganamos a México; y miren los santos milagros que ha hecho y hace de cada día y démosle muchas gracias a Dios y a su bendita Madre Nuestra Señora por ello, que nos dio gracia y ayuda que ganásemos estas tierras donde hay tanta cristiandad y también tengan cuenta como en México hay Colegio Universal..."
Este solo testimonio de un militar y escritor contemporáneo, que escribe de la Virgen de Guadalupe y de su santuario, como de cosa conocidísima, y que alega milagros que ha hecho y hace cada día, resulta una prueba que no admite réplica; atendidas las circunstancias del escritor, de su modo de escribir y del fin que le mueve a redactar esas palabras tiene, según la regla de la Congregación de Ritos, toda la autoridad de un testigo mayor, de excepción, certeza y seguridad.
¿Cuál es la respuesta de los antiaparicionistas ante este documento? Fácil, afirman que todo es mentira. "Para quien quiere creer tengo mil pruebas, para quien no, no tengo ninguna" decía San Agustín.
DECIR Y HACER. ARENA Y ROCA. ALTO Y BAJO, TRES CONCEPTOS DE LA HOMILÍA PAPAL
Francisco: "El Señor es la roca sobre la cual construir"
Para este periodo de Adviento Francisco invitó a discenir preguntas cruciales
Vatican News, 06 de diciembre de 2018 a las 16:47
Homilía de Francisco en Santa Marta
preguntas cruciales: 'Yo, ¿soy cristiano del decir o del hacer?'. '¿Construyo mi vida sobre la roca de Dios o sobre la arena de la mundanidad, de la vanidad?'. '¿Soy humilde, trato de ir siempre por lo bajo, sin orgullo, y así servir al Señor?'
(Vatican News).- Decir y hacer. Arena y roca. Alto y bajo. Son los tres conceptos en torno a los cuales el Santo Padre desarrolló la homilía de la misa de esta mañana celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta
En la homilía de la Misa matutina el Papa Francisco, refiriéndose al pasaje del Evangelio propuesto por la liturgia del día, que corresponde a San Mateo, y a la Primera Lectura tomada del Libro del Profeta Isaías, indicó tres binomios en contraste.
Decir y hacer
El primer grupo de palabras, "decir y hacer", caracteriza dos caminos opuestos de la vida cristiana:
"El decir es un modo de creer, pero muy superficial, a mitad de camino: yo digo que soy cristiano pero no hago las cosas del cristiano. Es un poco - por decirlo sencillamente - como caracterizarse como cristiano: decir sólo es un truco, decir sin hacer. La propuesta de Jesús es lo concreto, siempre concreto. Cuando alguien se acercaba y pedía un consejo, siempre cosas concretas. Las obras de misericordia son concretas".
Arena y roca
También el segundo binomio de palabras, "arena y roca" se articula entre dos directrices opuestas. La arena "no es sólida", es "una consecuencia del decir", una caracterización de cristiano, una vida construida "sin fundamentos". La roca, en cambio, es el Señor:
Es Él, la fuerza. Pero tantas veces, quien confía en el Señor no sobresale, no tiene éxito, está escondido... pero firme. No tiene puesta su esperanza en el decir, en la vanidad, en el orgullo, en los poderes efímeros de la vida... El Señor, es la roca. Lo concreto de la vida cristiana nos hace ir adelante y construir sobre esa roca que es Dios, que es Jesús; sobre lo sólido de la divinidad. No sobre las apariencias y sobre la vanidad, el orgullo, las recomendaciones... No. La verdad.
Alto y bajo
El tercer binomio, "alto y bajo", contrapone los pasos de los orgullosos y de los vanidosos a los de los humildes. Recordando la Primera Lectura tomada del Libro del Profeta Isaías, Francisco subrayó que el Señor "ha derribado a quienes vivían en lo alto, ha derrumbado la ciudad excelsa, la ha derrumbado hasta la tierra, la ha rasado al suelo. Los pies la pisotean: son los pies de los oprimidos, los pasos de los pobres": Este pasaje del Profeta Isaías tiene el aire del canto de la Virgen, del Magníficat: el Señor levanta a los humildes, a aquellos que están en lo concreto de cada día, y derriba a los soberbios, a aquellos que han construido su vida sobre la vanidad, el orgullo... éstos no duran.
Preguntas para el Adviento
En este período de Adviento - concluyó Francisco su homilía - nos ayudarán algunas preguntas cruciales: "Yo, ¿soy cristiano del decir o del hacer?". "¿Construyo mi vida sobre la roca de Dios o sobre la arena de la mundanidad, de la vanidad?". "¿Soy humilde, trato de ir siempre por lo bajo, sin orgullo, y así servir al Señor?".