Jesús extendió la mano y lo tocó
- 11 Enero 2019
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Higinio, Santo
IX Papa, 11 de enero
Martirologio Romano: En Roma, san Higinio, papa, que fue el octavo en ocupar la sede de san Pedro (142).
Etimología::Higinio = "el saludable", es de origen griego.
Breve Biogrfía
Reinó cerca del 138-142; sucedió al Papa San Telesforo, quien, de acuerdo a Eusebio de Cesarea (Historia de la Iglesia, IV.15) murió durante el primer año del reinado del emperador Antonino Pío---en 138 ó 139. Pero la cronología de estos obispos de Roma no puede determinarse con ningún grado de exactitud con la ayuda de las autoridades a nuestra disposición hoy día.
Según el “Liber Pontificalis*”, Higinio era griego de nacimiento. La ulterior declaración de que él era anteriormente un filósofo está fundada probablemente en la similitud de su nombre con el de dos autores latinos.
San Ireneo dice (Adv. haereses, III, III) que el gnóstico Valentino vino a Roma en tiempos de Higinio, y se quedó ahí hasta que el Papa San Aniceto fue pontífice. Cerdo, otro gnóstico y predecesor de Marción, también vivía en Roma durante el reinado de Higinio; al retractarse y confesar sus errores obtuvo la readmisión al seno de la Iglesia, pero eventualmente recayó en la herejía y fue expulsado de la Iglesia.
No se sabe cuántos de estos eventos tuvieron lugar durante el tiempo de Higinio. El “Liber Pontificalis” también relata que este Papa organizó la jerarquía y estableció el orden de la precedencia eclesiástica (Hic clerum composuit et distribuit gradus), según Duchesne, el escritor probablemente se refería a las órdenes menores del clero.
Eusebio (Historia de la Iglesia, IV.16) reclama que el pontificado de Higinio duró cuatro años. Las autoridades antiguas no contienen información sobre si murió como un mártir. Al morir fue enterrado en la Colina del Vaticano, cerca de la tumba de San Pedro. Su fiesta se celebra el 11 de enero.
*El "Liber Pontificalis" es una colección de pequeñas biografías de los obispos de Roma desde san Pedro hasta el siglo VI, que es cuando se editó el anónimo libro. Sus informaciones no son demasiado exactas, pero muchas veces es lo único que tenemos, por eso lo que dice debe tomarse con cuidado.
Ser la extensión del Amor de Cristo
Santo Evangelio según San Lucas 5, 12-16. Feria del tiempo de Navidad
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ayúdame para que en este día pueda yo ser reflejo de tu amor hacia el prójimo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 5, 12-16
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Solo quiero que el día de hoy nos quedemos con una sola idea de este Evangelio, «y Jesús extendió la mano y lo tocó». Nuestro Señor rompió todas las barreras, traspasó los límites que la sociedad tenía contra los leprosos; no le importó que podían decir de Él y simplemente lo sano extendiendo su mano.
Nosotros, como cristianos, podemos ayudar a tantos hermanos en Cristo, tan solo extendiendo nuestras manos hacia ellos, sin dejarnos llevar por el respeto humano, sin importar que digan los demás de nosotros, o de las obras buenas que podamos hacer por nuestros hermanos.
Que realmente en nuestras vidas seamos la extensión del amor de Cristo hacia los demás: aquellos que más lo necesitan, los más desamparados, los marginados, los que no tienen un techo ni un hogar y de manera especial aquellos que necesitan del amor del Señor, todo a través de nuestras manos.
Pidamos el auxilio maternal de María santísima, que ella que siempre extendió sus manos hacia los más necesitados nos conceda la gracia de hacerlo como lo hizo su Hijo. «Hermanos y hermanas, ninguna enfermedad es causa de impureza: la enfermedad ciertamente involucra a toda la persona, pero de ningún modo afecta o le inhabilita para su relación con Dios. De hecho, una persona enferma puede permanecer aún más unida a Dios. En cambio, el pecado sí que te deja impuro. El egoísmo, la soberbia, la corrupción, esas son las enfermedades del corazón de las cuales es necesario purificarse, dirigiéndose a Jesús como se dirigía el leproso: “Si quieres, puedes limpiarme”.»
(Homilía de S.S. Francisco, 11 de febrero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado... o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hacer un acto de caridad con aquel que en mi alrededor está sufriendo y necesita del amor de Cristo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Los milagros de Jesús.
Entre los milagros que llevaron a muchos a creer y que mueven a Nicodemo a hablar con Jesús está la curación del leproso. Los evangelistas no señalan expresamente que fue en aquellos días, y lo sitúan de un modo inconcreto en una ciudad, pero parece muy probable que sea el Simón leproso el mismo que invitará a Jesús a comer unos días antes de la tercera pascua en Betania. Debía ser un personaje más o menos importante. La proximidad pudo conmover más a Nicodemo que procura enterarse del mensaje de Jesús y de su misma persona.
"Y vino hacia Él un leproso que, rogándole de rodillas, le decía: Si quieres, puedes limpiarme. Y compadecido, extendió la mano, le tocó y le dijo: Quiero, queda limpio. Y al momento, desapareció de él la lepra y quedó limpio. Le conminó y enseguida lo despidió, diciéndole: Mira, no digas nada a nadie; pero anda, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio. Sin embargo, una vez que se fue, comenzó a proclamar y a divulgar la noticia, hasta el punto de que ya no podía entrar abiertamente en ciudad alguna, sino que se quedaba fuera, en lugares apartados. Pero acudían a Él de todas partes" (Mc).
Verificar la curación
La lepra es una enfermedad especialmente grave, pues junto a las llagas que deforman el cuerpo y que llevan lentamente a la muerte, se cría que era contagiosa y, por ello el leproso está sometido a prohibiciones como el acercarse a los sanos bajo pena de lapidación. Si se producía una curación tenía que se verificada por los sacerdotes. Era fácil ver en esta enfermedad la triste condición del pecador.
Acto de fe
El leproso acude a Jesús, con riesgo de su vida, con una petición humilde y dolorida: "si quieres, puedes limpiarme" Es un acto de fe, pues afirma que puede curarle, que está en su poder, y desea que esté también en su querer. Jesús no investiga su fe, la ve. Y accede rápidamente, lo toca con todo lo que esto llevaba de contaminarse legal y físicamente, dice "quiero, sé limpio", y se cura. La inmediata petición de discreción sorprende, pues muchos otros milagros son hechos para que crean los presentes; aquí hay silencio, quizá porque, en este caso, la lepra no era aún publica, o por otra razón que los evangelistas callan. Sí se le pide que vaya a los sacerdotes. No dice si siguió como discípulo; pero todo parece indicar que no sólo lo fue, sino que se cuenta entre el grupo de incondicionales, o amigos, si se quiere expresar así. Jesús quiere discreción para que no se malogren el crecimiento de sus primeras acciones en Judea.
El espíritu del mundo y el espíritu de Dios
Si no amas a tu hermano, no puedes amar a Dios, asegura el Papa Francisco
Durante la Misa celebrada este jueves 10 de enero en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco advirtió que, si se afirma que se ama a Dios, pero no se ama al hermano, al prójimo, entonces se es un mentiroso, porque “si no amas a tu hermano no puedes amar a Dios”.
En su homilía, el Santo Padre contrapuso el “espíritu del mundo” al “espíritu de Dios”. “El espíritu del mundo es el espíritu de la vanidad, de las cosas que no tienen fuerza, que no tienen fundamento y que caerán”. El espíritu del mundo está “lleno de aire” y engaña porque “es hijo del padre de la mentira”.
Siguiendo las palabras del apóstol San Juan en la primera lectura del día, cuando dice “quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve”, Francisco planteó: “Si tú no eres capaz de amar algo que ves, ¿cómo vas a amar los que no ves? Es una fantasía”, aseguró el Papa. Por el contrario, el camino del Espíritu de Dios “no sirve para las fantasías”.
“Si no eres capaz de amar a Dios en lo concreto, no es cierto que tú ames a Dios”, aseguró. “El espíritu del mundo es un espíritu de división, y cuando se introduce en la familia, en la comunidad, en la sociedad, siempre genera división: siempre”.
Una vez que se ha introducido esa división, explicó el Papa, “crecen las divisiones y surge el odio y la guerra. El apóstol Juan dice: ‘Si uno dice que ama a Dios pero odia a su hermano, es un mentiroso’, es decir, un hijo del espíritu del mundo, que es pura mentira, pura apariencia”.
“Esta es algo sobre lo cual nos hará bien reflexionar: ¿yo amo a Dios? Pero vayamos a la clave de la cuestión y veamos cómo tú amas a tu hermano”.
En este sentido, el Pontífice citó tres señales que indican que una persona no ama a su hermano. “La primera señal requiere que nos preguntemos: ¿rezo por las personas? Por todas, de forma concreta, por aquellas que me son simpáticas y también aquellas que me son antipáticas, por aquellas de los que soy amigo y por aquellos que no soy amigo”.
“Segunda señal: cuando siento en mi interior sentimientos de celos, de envidia, y me viene la necesidad de desear el mal, es una señal de que no amas. Párate ahí. No dejes creces esos sentimientos: son peligrosos. No los dejes crecer”.
Por último, “la señal más cotidiana de que no amo al prójimo y, por lo tanto, de que no puedo amar a Dios, es la habladuría. Metámoslo en el corazón y en la cabeza, claramente: si difundo habladurías, no amo a Dios, porque con las habladurías estoy destruyendo a esa persona”.
“Las habladurías son como los caramelos de miel: tomo uno, y otro, y otro, y luego el estómago se estropea con tantos caramelos. Porque es bello, es ‘dulce’ hablar de los demás, parece algo bueno, pero destruye. Y eso es señal de que no amas”.
Ese espíritu del mundo, aseguró el Papa Francisco, “se vence con el espíritu de la fe: creer que Dios está en mi hermano, en mi hermana. La victoria que ha vencido el mundo es nuestra fe. Únicamente con mucha fe se puede avanzar en este camino, no con pensamientos humanos de buen sentido…, no, no: no sirve. Ayudan, pero no sirven para esta lucha”.
“Únicamente la fe nos da la fuerza para no difundir habladurías, para rezar por todos, también por los enemigos, y no dejar crecer los sentimientos de celos y envidia. El Señor, con este fragmento de la Primera Carta de San Juan Apóstol, nos pide concreción en el amor”.
“Amar a Dios: pero si no amas a tu hermano, no puedes amar a Dios. Y si dices que amas a tu hermano, pero realmente no lo amas, sino que lo odias, entonces eres un mentiroso”, concluyó el Papa Francisco.
¿Por qué Dios me creó si sabía que me iba a condenar?
Quién no se ha planteado alguna vez una pregunta acuciante: si sabía que me iba a condenar ¿por qué Dios me creó?¿Tiene sentido esta pregunta? ¿Cómo se responde?
Esta pregunta, planteada con aparente inocencia, desconcierta a algunos cristianos. Se trata de una pregunta tramposa ya que encierra una grave acusación a Dios y hace muy difícil a quien se bloquea con ella, hacer lo necesario para alcanzar la salvación. Hay quienes la repite ingenuamente: la escucharon, los impactó y no supieron qué responder. Pero también hay quienes la susurran en los oídos de cristianos con la intención de sembrar dudas, abrir grietas en su fe, confundirlos, etc.
I. El cuestionamiento
En primer lugar hay que decir que lo que aparenta ser una pregunta, en realidad es un cuestionamiento a Dios: se lo acusa de injusticia y perversidad. Si me creó sabiendo que me condenaría, es evidente que no tengo chance de escapar al infierno. El lo sabe y lo sabía antes de crearme. De manera que Dios sería injusto al no dame la posibilidad de salvarme. Dios sería cruel: si sabía que me voy a condenar, creándome me condenó a condenarme. Si fuera bueno, cuando sabe que alguien se condenará no lo crearía… de manera que nadie se condenaría.
Como se ve, la frase que analizamos en el fondo sugiere la maldad divina, y -yendo un poco más allá- el ateísmo. El planteo se parece bastante a la tentación del pecado original, en cuanto pretende poner en duda la bondad de Dios.
En efecto, pertenece a una línea de argumentos que intenta demostrar la no existencia de Dios: bastaría con demostrar que Dios carece de atributos divinos para demostrar que ese Dios no existe. Veamos de qué manera.
Por definición Dios tiene que ser bueno.
Si se demostrara que ese que llamás Dios es malo, entonces estaría demostrando que sencillamente no es Dios... y al mismo tiempo que no existiría... ya que es contradictorio que un ser por esencia bueno sea malo: y lo contradictorio no puede existir.
II. Es una falacia.
La pregunta parte de algo falso y tiene varios presupuestos igualmente falsos.
Además, veremos que carece de lógica, acabando por ser absurda. Y para peor de males, desvía de la verdadera ocupación por la salvación, llevando a preocupaciones estériles.
1. Es falso que Dios nos cree “sabiendo” cuál será nuestra respuesta libre.
El problema no es de «ignorancia», sino de falta temporalidad. La eternidad es un presente absoluto. Por definición supone la no temporalidad: no hay ni pasado ni futuro. De manera que en la eternidad carece absolutamente de sentido pensar en un «antes» y un «después».
Por tanto, no cabe plantearse un conocimiento anterior a la creación, una creación posterior a ese conocimiento y una condenación sucesiva en el tiempo, por el sencillo motivo que de Dios está fuera del tiempo: para El no existe un antes y un después: todo es un continuo presente. De esta manera, el instante en que Dios crea y el momento de mi muerte son el mismo momento eterno. El «sabe» sin más, no hay un antes en el cual calcule mi respuesta, ni una previsión de la misma.
Dios no puede saber mi destino eterno antes de crearme sencillamente porque no existe ese antes. De manera que el problema que la pregunta plantea no existe.
Esto no es fácil de entender. El misterio reside en la conjugación de nuestra temporalidad con la eternidad de Dios. No podemos imaginarnos la eternidad porque carecemos de experiencia de la misma. Pero para nuestro asunto basta entender que en la eternidad, no existe ni el pasado ni el futuro: todo es presente.
2. La sola posibilidad de que Dios pueda crear a alguien para que se condene no sólo es falsa sino también impensable.
Si Dios creara en previsión a la condenación aunque sea de una sola persona, sería perverso. Dios es amor y toda su obra creadora y redentora es de amor. Quiere que todos se salven: no crea a nadie para que se condene, sino a todos para que tengan una vida eternamente feliz en la gloria. Que algunos no acepten el amor de Dios y lo rechacen, no hace malo a Dios... sino a quien lo rechaza... La Teología enseña que no hay predestinación al mal.
3. Supone un error en la consideración de la salvación o condenación como si fuese algo externo a nosotros: que viene de afuera, ajeno a mí.
Esto no es cierto: quien se condena, quiere condenarse. Nadie está en el infierno contra su voluntad. Esto es quizá lo más traumático del infierno. Basta leer el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1033):
«Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. (…) Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de El para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno".»
4. Es absurdo acusar a Dios de mi posible condenación cuando Dios ofrece la salvación a todos y da todo lo necesario para salvarnos.
Frente a El sólo cabe el agradecimiento: me creó, se hizo hombre para redimirme, murió en la cruz por mí, se me da El mismo como alimento en la Eucaristía, está dispuesto a perdonarme todo lo que haga falta... Es decir, para salvarme ha hecho mucho más de lo que jamás podría haber esperado... Acusarlo de condenarme... es bastante caradura, desagradecido, hipócrita...
Es como si el hijo pródigo, a su vuelta, en vez de acoger el perdón y gozar de la fiesta que le ofrece su padre, se volviera a ir, esta vez enojado con su padre porque lo dejó ir la vez anterior, lo culpara de sus pecados y rechazara la amorosa acogida.
Como si hubiera vuelto sólo a insultar a su padre…
5. Es absurdo hablar de un futuro libre como si estuviera determinado.
Es ridículo hablar de mi posible condenación como un hecho por la sencilla razón de que ahora no estoy condenado y tengo todos los medios para salvarme. Si quiero me salvo, si no quiero no me salvo: depende de mí.
El cuestionamiento falla al presentar mi condenación como una fatalidad a la que estoy determinado haga lo que haga. Y esto no es cierto.
No es lógico hablar de un futuro que está en mis manos como de algo ya realizado y decidido por otro.
6. Es absurdo pretender poner en Dios la responsabilidad de algo que yo decido libremente.
El cuestionamiento pretende culpar a Dios de mi condenación, cuando en realidad yo soy el artífice de mi salvación o condenación. Supone desconocer la responsabilidad de mis propios actos y decisiones libre.
Poner la responsabilidad de mi condenación en Dios es al menos irresponsable.
¿Qué sentido tiene culpar a Dios de algo que yo decido ahora libremente?
7. Supone el rechazo de nuestra libertad.
Hay quienes reniegan de su libertad. Dicen: ¿por qué Dios me creó libre? Preferirían no serlo... Hay un razonamiento implícito: "Dios me crea libre", "yo libremente me condeno", por tanto "Dios -al haberme hecho libre - es culpable de mi condenación".
Por el contrario la libertad es el mayor don que Dios nos ha dado en el plano natural, después de la vida (condición de todo don): ¡ser libre es muy bueno! La libertad es condición del amor: sin libertad no se puede amar. Dios nos hizo libres para que fuésemos capaces de amar. Quiso correr el riesgo de nuestra libertad: que al mismo tiempo fuésemos capaces de odiar… Pero la decisión es nuestra.
8. Supone la contradicción de querer salvarse y -al mismo tiempo- querer hacer lo necesario para condenarse.
Está implícito el deseo de salvación y el rechazo de los medios que conducen a ella. Como única solución se ve el "hubiera sido mejor no haber sido creado".
En el fondo se rechaza el proyecto de Dios para el hombre.
9. Supone rechazar la misericordia divina:
No podemos olvidar que Dios perdona siempre... de manera que sólo se puede condenar quien no acepte la misericordia divina.
Evidentemente el perdón divino exige que nos arrepintamos. Porque respeta nuestra libertad. No puede perdonarnos si nosotros rechazamos el perdón: no nos perdona en contra de nuestra voluntad. Para recibir el perdón hay que querer ser perdonado. Si yo no rechazo mi pecado, Dios «no me lo quita». Sin arrepentimiento (=rechazar mi pecado) no hay perdón posible, porque sería absurdo: yo querría conservar mi pecado y Dios me lo sacaría contra mi voluntad... Dios me obligaría a salvarme, cosa que yo no quiero.
10. Supone un error en la concepción de la conjugación de la libertad y la ciencia divina.
Que Dios «vea» como actúo no me quita libertad.
III. Paraliza y amarga
Un segundo problema con la pregunta que nos ocupa es que no conduce a nada, paraliza y amarga.
Produce unos sentimientos que conducen a la condenación, al pretender dar por supuesta mi posible condenación, destruyendo la esperanza que es la que la hace posible.
Lleva a encarar mal la vida. Distrae del objetivo. Su principal gravedad es que desvía del camino de salvación.
Lo absurdo del planteo es que lleva a no poner los medios para la salvación. La hace parecer imposible.
La pregunta es ¿es tan difícil salvarse? La verdad que no. Conocemos el camino: está bien determinado. Cristo nos dejó los sacramentos, su palabra y hasta su cuerpo.
Es muy práctico. ¿Qué hacer para salvarse? Ir a Misa el domingo, confesarse de vez en cuando, rezar un poco todos los días, tratar de cumplir los mandamientos. Está al alcance de la mano. No es tan difícil. Además el premio es grandioso.
Hay que tener en cuenta que plantea las cosas fuera de su contexto real: conseguir la salvación no es fácil ni difícil: depende de la gracia de Dios y de nosotros.
El cauce está claro. Es accesible. Requiere esfuerzo.
Nos viene bien es este momento recordar una idea de C.S. Lewis: el demonio tiene interés en que nuestra atención se centre en lo que puede pasarnos, mientras que Dios quiere que la tengamos en lo que tenemos que hacer. Dejémos pues de pensar si nos condenaremos y comencemos a poner por obra lo que sabemos que nos conduce a la salvación.
Conclusión: el cuestionamiento falla por todos lados y por tanto no es sostenible racionalmente. No dejes que te robe el tiempo y la serenidad.
Lo verdaderamente importante no son las especulaciones rebuscadas. Por ese camino no alcanzaremos la salvación y nos llenaremos de angustias.
La salvación es posible para todos. Dios quiere que nos ocupemos de buscarla por los caminos que El nos ha mostrado y haciendo uso de los medios que El mismo nos ha dado.
Sería ridículo dejar de poner lo que está a nuestro alcance para ser santos y al mismo tiempo lamentarse de supuestas fatalidades condenatorias.
Nota final
Hay otros cuestionamientos semejantes que pretenden negar la omnipotencia divina. Es interesante analizarlos brevemente ya que hacen uso de la negación del principio de no contradicción:
¿Puede Dios hacer una piedra tan grande que no pueda levantar?
¿Puede Dios hacer un círculo cuadrado?
Evidentemente Dios no puede hacer lo contradictorio. Pero esto no es una imperfección ni una limitación. Sencillamente la contradicción no puede existir.
El principio de no contradicción es una ley del ser: "el ser es y el no se no es". "Es imposible que algo sea y no sea al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto".
Si vas al núcleo de la pregunta, lo que se plantea es ¿puede Dios no poder? Y esto es absurdo.
Es como si se preguntara: ¿puede Dios crear algo que no exista? ¿puede crear la nada? No, Dios no puede hacer existir el no ser. Y esto es pura lógica. No existe ningún problema en que Dios no pueda ir contra la lógica.
De la misma manera Dios no puede pecar ni equivocarse, y esto no es una limitación sino perfección suprema.
P. Eduardo Volpacchio
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Completo la cuestión con un artículo de Louis de Wohl
El antidoto
Sobre saber divino, el tiempo humano, la predestinación y la Redención del hombre.
Louis de Wohl
ConoZe.com
Dios es omnisciente», aprendemos. Por tanto tuvo que saber que nosotros los hombres abusaríamos del don que nos hizo de la libre voluntad. O sea, que en definitiva es culpa suya el que haya sucedido así. En definitiva, es Dios quien tiene la culpa de todo.
Con esta lógica falsa intentamos cargar a Dios con nuestras propias culpas. Siempre hemos sido cobardes morales. Ya el propio Adán intentó echar la culpa de su pecado a Eva. El error básico consiste en que aplicamos de modo totalmente erróneo el concepto de omnisciencia. Y esto lo hacemos porque nos imaginamos a Dios como a un hombre omnisciente.
Nosotros los hombres vivimos en el tiempo, es decir en un continuo discurrir de las cosas. Dios, sin embargo, vive fuera del tiempo. Para nosotros existe el pasado, el presente y el futuro.
Para Dios todo es un eterno ahora. Por tanto no tiene ningún sentido hablar de que Dios sabía (pasado) lo que pasaría (futuro). Dios sabe. Para nosotros el presente es un instante mínimo, ya se ha convertido en pasado. Para Dios todo es presente. Y precisamente por eso es omnisciente. El no prevé –como el profeta–. El ve. Para Él no existe ni antes ni después. El concepto de tiempo es, como todo lo demás, parte de su Creación. Pero Él está por encima de su Creación y por ello por encima de todo lo temporal. Él crea al hombre (nosotros decimos: creó). El sabe (nosotros decimos: sabía) que el hombre peca (ha pecado). El posee el antídoto ¿Cuál es el antídoto contra la debilidad y la maldad? Todas las madres lo saben. Precisamente para la oveja negra, para el hijo malo y perverso, ellas sienten el doble y el triple de amor. Dios responde a nuestra caída con un Amor inmenso. Su antídoto es hacerse hombre Él mismo soportando en la cruz nuestras culpas, todas las culpas de todos los hombres de todas las épocas.
Y este hecho es el que eleva al cristianismo por encima de todas las demás religiones. El inocente ha cargado con nuestras culpas. Al hacerse hombre Cristo se ha convertido en hermano nuestro. Por eso nos enseñó a llamar «Padre» al Creador del universo. De criaturas de Dios nos convertimos en hijos de Dios. Esta es la respuesta del Amor. Este es el antídoto.
Miedo a la muerte, miedo a la vida y una revolución
La propuesta del Gobierno de Holanda de ampliar la asistencia al suicidio a aquellas personas que estén cansadas de vivir ha reabierto el debate sobre la eutanasia. Salía en su defensa Fernando Pedrós en Público: "Si el humano no es meramente un organismo que respira, sino que es consciente de su existencia, que goza de libertad y decisión en su vida, porque no puede reflexionar y desde sus vivencias sentir que la vida ya no le dice nada, no tiene ilusión por vivir, está cansado y el vivir para él es un peso desagradable de soportar". El biogerontólogo Aubrey De Grey trabaja para lo contrario, derrotar a la muerte a través de la ciencia. En una entrevista publicada por El País explica que algún día la ciencia podrá dar la oportunidad de vivir más, pero añade que "hay que saber por qué la gente se cansa de vivir". En los dos artículos es común está pregunta: ¿por qué la gente se cansa de vivir?
La Razón recogía esta semana unas declaraciones del actor Javier Bardem con el título: "Javier Bardem asume con resignación tener que 'perder' a la gente que quiere". El actor reconocía que "a medida que me voy haciendo mayor creo con más fuerza que existe algún tipo de energía que trasciende lo físico". La columnista de El País Leila Guerriero también anda buscando: "Voy a una exposición de gatos en un hotel del centro (...) No sé por qué voy. ¿Por qué soy así, qué busco?". Y al final: "Subo el volumen, intentando evocar algo que no sé qué es, pero no pasa nada. Regreso a casa. Enciendo el televisor. En domingo late afuera como un fantasma o como un miedo". Otro que pregunta es el arquitecto holandés Rem Koolhass, quien afirmaba en una entrevista concedida a El País Semanal que "no creo que se puedan tener creencias fijas, inquebrantables. La vida se encarga de cuestionarlas". También decía: "Necesitamos una relación más activa y directa con la realidad. Volver a tocar el mundo".
"¿De qué modo la propuesta cristiana puede atraer al hombre de hoy?", preguntaba Belén Tobalina, en una entrevista para La Razón, a Julián Carrón, presidente de Comunión y Liberación. "Sobre todo viviéndola, que uno pueda encontrar a una persona que vaya a trabajar contenta o que tenga una relación con sus amigos que a otro le gustaría tener. Eso es la belleza. Algo que se puede tocar".
De esta belleza que se puede tocar habló Pilar Rahola en el pregón del Domund: "¡Qué idea luminosa, qué ideal tan elevado sacude la vida de miles de personas que un día deciden salir de su casa, cruzar fronteras y horizontes, y aterrizar en los lugares más abandonados del mundo, en aquellos agujeros negros del planeta que no salen en los mapas! ¡Qué revuelta interior tienen que vivir, qué grandeza de alma deben de tener, qué amor a Dios que los lleva a entregar la vida al servicio de la humanidad! No imagino ninguna revolución más pacífica ni ningún hito más grandioso".