La gente comió hasta quedar satisfecha

Juliana, (o Ileana) Mártir, Santa

Virgen y Mártir, 16 de febrero 


Martirologio Romano: En la Campania, santa Juliana, virgen y mártir (s. inc.).

Breve Biografía

Cuando llegó la paz de Constantino, la matrona Sofronia tomó las reliquias del cuerpo de la mártir Juliana con la intención de llevarlas consigo a Roma. Por una tempestad, tuvo que desembarcar en Puzoli donde le edificó un templo que luego destruyeron los lombardos. Las reliquias se vieron peligrar y prudentemente se trasladaron a Nápoles donde reposan y se veneran con gran devoción.


En Nicomedia tuvieron lugar los hechos, de mil maneras narrados y con toda clase de matices comentados, en torno a esta santa que hizo un proyecto de su vida contrapuesto al deseado por su padre. Los narraré escuetamente adelantando ya que fue por la persecución de Maximiano. Juliana es hija de una conocida familia ilustre pero con un padre pagano metido en el ejercicio del Derecho - que cuando llega el momento llega a convertirse en perseguidor de los cristianos - y una madre agnóstica. Ella, por la situación del entorno familiar nada favorable para la vivencia cristiana, se ha hecho bautizar en secreto. Además se le ha ocurrido entregarse enteramente a Cristo y no entra el casamiento en sus planes de futuro. Este es el marco.


La dificultad del caso comienza cuando Eluzo, que es un senador joven, quiere casarse con Juliana. La cosa se pone aún más interesante porque, conociendo que Eluzo bebe los vientos por su hija, ya ha concertado el padre el matrimonio entre el senador y la joven, comprometiendo su honorabilidad.


La supuesta novia lo recibe amablemente y con cortesía haciendo gala de su esmerada educación. Pero, al llegar el momento culminante de los detalles matrimoniales, salta sobre el tapete una condición al aspirante con la intención de desligarse del compromiso. No lo aceptará -le dice- mientras no sea juez y prefecto de la ciudad. Claro que eso era como pedir la luna; pero se vio pillada en sus palabras ya que en poco tiempo, gracias a influencias, dinero y valía personal, Eluzo se ha convertido en juez y prefecto de Nicomedia; además, continúa insistiendo en sus pretensiones matrimoniales con Juliana. La doncella mantiene la dignidad dándole toda clase de felicitaciones y parabienes, al tiempo que le asegura no poder aceptar el matrimonio hasta que se dé otra condición imprescindible para cubrir la sima que los separa: debe hacerse cristiano.


Ante tamaño disparate es el propio Eluzo quien pondrá al padre al corriente de lo que está pasando y de la «novedad» que se presenta. «Si eso es verdad, seremos juez y fiscal para mi hija». Juliana sólo sabe contestar a su padre furioso que ansía ser la primera dama de la ciudad, pero que sin ser cristiano, todo lo demás lo estima en nada.


«Por Apolo y Diana! Más quiero verte muerta que cristiana».


Convertida al cristianismo, se destacó por su entusiasmo y ardor en la difusión de la fe, por lo que fue encarcelada, torturada y finalmente decapitada el año 305. Su cuerpo fue trasladado a Cumas, en Italia, y posteriormente su reliquias llegaron a España, donde en su honor los condes de Castilla levantaron el célebre monasterio de Santillana (Santa Ileana), uno de los mejores monumentos de la Edad Media española.


En la conversación tratará a su padre con respeto y amor de hija, pero... «mi Salvador es Jesucristo en quien tengo puesta toda mi confianza». Vienen los tormentos esperados cuando las razones no son escuchadas. Estaño derretido y fuego; además, cárcel para darle tiempo a pensar y llevarla a un cambio de actitud.

Finalmente, con 18 años, se le corta la cabeza el 16 de febrero del 308.


Alguna vez hay padres «se pasan» al forzar a sus hijos cuando tienen que elegir estado. Esto tiene más complicaciones si razones profundas, como la fe práctica, dificulta la comprensión de los motivos que distancian. ¿No pensaría el padre de Juliana que sin matrimonio y cristiana su hija sería desgraciada? Quizá con viva fe cristiana llegara a vislumbrar que Jesucristo llena más que el dinero, el poder, la dignidad y la fama.


Uno de los hechos más característicos de las «Actas», es la discusión que tuvo la santa con el demonio, el cual, disfrazado como un ángel de luz, trataba de persuadirla para que accediese a los deseos de su padre y de su pretendiente. Por ello, el arte medieval representaba comúnmente a Santa Juliana con una cadena o una cuerda disponiéndose a atar a un demonio alado.

Recibimos de Dios para dar a los demás

Santo Evangelio según San Marcos 8, 1-10. Sábado V del tiempo ordinario


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dios mío, Tú que me amas tanto y te preocupas tanto por mí, dame la gracia de ser el discípulo que Tú quieres que yo sea, un discípulo que te ayude a llevar a los demás el pan de tu palabra.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Marcos 8, 1-10



En aquellos días, como había una gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: "Me da lástima esta gente, ya llevan tres días conmigo, y no tienen qué comer. Si los mandó a sus casas en ayunas, se van a desmayar en el camino. Además algunos han venido de lejos".

Sus discípulos le respondieron: "¿Y dónde se puede conseguir pan, aquí en despoblado, para que coma esta gente?". Él les preguntó: ¿Cuántos panes tienen?". Ellos le contestaron: "Siete".

Jesús mandó a la gente que se sentará en el suelo; tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y se los fue dando a sus discípulos, para que los distribuyeran. Y ellos los fueron distribuyendo entre la gente.

Tenían, además, unos cuantos pescados. Jesús los bendigo también y mandó que los distribuyeran. La gente comió hasta quedar satisfecha, y todavía se recogieron siete canastos de sobras. Eran unos cuatro mil. Jesús los despidió y luego se embarcó con sus discípulos, y llegó a la región de Dalmanuta.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



1. Dios está atento a nuestras necesidades.


«Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y, si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos.» Al Señor no se le escapa nada, con una sola mirada Él sondea nuestros corazones y conoce nuestras necesidades y turbaciones más internas. Sin embargo, al Él no le basta con conocernos y «sentir lástima por nosotros», sino que va más allá, Él quiere saciar nuestros deseos y sanar nuestras dolencias. Sí, nosotros somos importantes para Dios, y Él no nos abandona a nuestra suerte, sino que provee por nuestras necesidades, «no sea que nos desmayemos por el camino.»

2. Dios reparte sus gracias a través de sus discípulos.


El Señor quiere que cada uno de nosotros sea sus discípulos. En el Evangelio, Jesús deja que sean sus discípulos los portadores de sus gracias. «...tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran.» Dios quiere que participemos de su acción redentora, Él quiere que seamos sus instrumentos de misericordia. Jesús toma nuestras pequeñas cualidades, nuestros pocos panes y pocos peces, y los multiplica en gracias abundantes para que, con ellas, ayudemos a nuestro prójimo.

3. Dios es la fuente de todas las gracias


Nosotros no seríamos capaces de hacer mucho con nuestros escasos «cinco panes y dos peces.» Sólo Dios puede realizar milagros, sólo Él puede multiplicar nuestros «panes» para que sirvan de alimento para otros. Es necesario pasar mucho tiempo con Cristo antes de que podamos ser portadores de sus gracias. Si en verdad queremos ayudar a las almas que nos rodean, es esencial nutrirnos de la fuente de la que provienen todas las gracias, es decir, de Jesucristo. El retirase a solas con el Maestro es momento de crecimiento en el discipulado, después de haber dado a otros el mensaje de vida, es necesario que también nosotros nos nutramos del mismo.



«Jesús ordena a los discípulos que hagan que la gente se siente, luego toma esos panes y esos peces, le da gracias al Padre y los distribuye, y todos pueden tener alimento hasta saciarse. Todos comieron lo que quisieron. Con esta página evangélica, la litúrgica nos lleva a no quitar la mirada de aquel Jesús que el pasado domingo, en el Evangelio de Marcos, viendo “una gran multitud tuvo compasión de ellos”. También aquel chico de los cinco panes entendió esta compasión y dijo: “¡Pobre gente! Yo tengo esto...”. La compasión le llevó a ofrecer lo que tenía.»
(Ángelus de S.S. Francisco,29 de julio de 2018).




Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.



Propósito



Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy invitaré a algún conocido (familiar o amigo) a visitar el Santísimo para pedirle que Dios nuestro Señor derrame sus gracias sobre él y sus familiares. Luego le pediré a Dios que me ayude a crecer en el celo por esparcir su palabra entre los hombres.



Despedida



Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.



Amén.



¡Cristo, Rey nuestro!


¡Venga tu Reino!



Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.


Ruega por nosotros.



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Generosidad, dar a los demás lo mejor

Enseñar a poner el corazón en cada acción que nos lleve a compartir con los demás


Definición



La generosidad es la virtud que nos conduce a dar y darnos a los demás de una manera habitual, firme y decidida, buscando su bien y poniendo a su servicio lo mejor de nosotros mismos, tanto bienes materiales como cualidades y talentos.



La solidaridad es una determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; no es un sentimiento superficial por los males de tantas personas cercanas o lejanas, sino una actitud definida y clara de procurar el bien de todos y cada uno.



Meta 



Formarnos en la generosidad, el desprendimiento y en el dar lo mejor de sí, contrarrestando los efectos del egoísmo. Salir de sí mismos y experimentar la felicidad que proporciona el donarse a los demás y vivir el valor del servicio, que implica una participación y solidaridad profunda con el otro.



Sentir la felicidad de los demás como propia, porque esto nos hará más felices en la vida porque compartiremos no sólo los propios éxitos y logros sino los de los demás.



Sólo se podrá ser realmente feliz haciendo felices a los demás, preocupándonos por los otros aún si nosotros mismos nos encontramos en el sufrimiento. Y como fruto de esta comprensión y convencimiento, nos comprometemos con los demás, viviendo la generosidad y la solidaridad



Somos responsables de la felicidad de los demás, que lo que hagamos o dejemos de hacer siempre tendrá repercusiones positivas o negativas en los que nos rodean, y como fruto de este convencimiento debemos optar por participar buscando siempre el bien común.



¿Por qué nos interesa fomentar la virtud de la generosidad? 



- Porque experimentaremos que hay más alegría en dar que en recibir, y podremos optar por una vida de generosidad que nos brindará una mayor felicidad y realización personal.



- Porque asumiremos que también somos



-Porque descubriremos que el valor de la persona no se mide por la cantidad que da sino por la alegría y la generosidad que manifiesta en sus detalles. La manera de dar vale más que lo que se da. Y así seremos capaces de ver a las personas no en función de lo que tienen sino de lo que son.



- Porque aprenderemos que ser generosos es saber dar, acompañando lo que damos con ternura, afecto y alegría. Que se debe poner el corazón en cada acción que nos lleve a compartir y viviremos la verdadera generosidad en nuestra relación con todas las personas.



- Porque dar es el acto en que se expresa el amor y una persona que sabe amar es generosa. Comprenderemos que compartir no se limita a dar cosas materiales, sino que involucra el tiempo, la atención, el amor, los sentimientos, etcétera y estaremos capacitados a amar con madurez y sinceridad, sin egoísmo.



- Porque no se trata únicamente de aprender a dar cosas, sino de aprender a darse uno mismo. Ser generoso no es dar lo que nos sobre, sino dar lo que somos. Este es el fundamento de la felicidad humana.



- Porque es enriquecer a los que nos rodean con nuestros propios valores, colaborando en la transformación de la sociedad, sin permitir que se desperdicien los dones y cualidades que Dios ha dado a cada uno.



- Porque compartir implica estar atento y saber reconocer la necesidad del otro, abriéndose a los demás y abriendo el propio interior al amor de los otros.



- Porque la solidaridad debe ser una actitud habitual, firme y perseverante de servicio, de poner atención en las necesidades de los demás, aún a costa de los beneficios propios.



- Porque valorar y ayudar a los compañeros y participar con ellos llevará a la solidaridad y a la generosidad.



- Porque la solidaridad implica un compromiso que en muchas ocasiones nos obliga a dejar nuestra comodidad e intereses inmediatos por el bien común. Este compromiso lo debe llevar a buscar siempre los mejores medios, comprometiendo a la persona para servir y trabajar con generosidad por los demás.



- Porque ser generoso en el servicio a los demás da sentido a la propia vida.



- Porque al vivir esta virtud no desde un punto de vista teórico, sino práctico, lograremos una mayor armonía en la familia y en la sociedad, trabajando y luchando juntos y capacitaremos a los demás a formar la propia familia con más posibilidades de estabilidad, éxito y felicidad.



Vivir la generosidad significa 



- Dar con alegría.



- Compartir de buen modo.



- Dar algo que es valioso para mí.



- Guardar parte de mi dinero o de mis cosas para ayudar a quien lo necesite.



- Compartir con una sonrisa aunque me sienta mal.



- Compartir mi tiempo escuchando con atención lo que otros tengan que decirme, aunque yo tenga otras cosas que hacer o realmente no me interese mucho lo que dicen.



- Estar siempre pendiente de las necesidades de los demás, más que de las mías.



- Estar siempre dispuesto a dar lo mejor de mí ante las necesidades de los demás.



- Ayudar sin que nadie me lo pida.



- Compartir mi tiempo ayudando aunque tenga que dejar de hacer otras cosas que me gustan.



- Estar pendiente de las necesidades de los demás.



- Hacer algo cada día por el bien de los demás, buscando la manera mejor y más eficaz de hacerlo, dando siempre lo mejor de mí.




Qué facilita la vivencia de esta virtud 



Las virtudes de:



- Servicio, y las capacidades de desprendimiento y disponibilidad que nos ayudan a ser capaces de dar y darnos en el momento en que se necesite.



- Alegría y amabilidad que nos lleva a ser generosos dando siempre lo mejor de nosotros.



- Compañerismo y participación que nos ayudan a buscar y trabajar por el bien común y a contrarrestar el ambiente de egoísmo que prevalece en la sociedad.



- Comprensión y responsabilidad que nos ayudan a entender las necesidades de los demás, y a sentir que somos responsables de dar una respuesta comprometida y seria ante las necesidades de los otros.



- Gratitud y hospitalidad que nos conducen a darnos cuenta de los dones que tenemos, dar gracias por ellos y compartirlos con otros.



- Magnanimidad, que nos lleva a tener miras altas en el servicio a los demás.



- Fomentar un ambiente en donde se atiendan las necesidades de los demás antes que las propias.



- Ejercitarse en actos de servicio voluntario.




Qué dificulta la vivencia de esta virtud 



- La competitividad mal entendida y egoísta que lleva a pensar en el otro es enemigo en potencia.



- Ambiente de egoísmo e individualismo.



- Pusilanimidad, estrechez de miras.



- Dureza de corazón .




En el Evangelio podemos encontrar cómo Jesús valora la generosidad:



«Estaba Jesús en el templo y veía cómo los ricos iban echando dinero en el cofre de las ofrendas. Vio también a una viuda pobre que echaba dos monedas de poco valor y dijo: "Les aseguro que esa viuda pobre ha echado más que todos los demás; porque ésos han echado de lo que les sobra, mientras que ésta ha echado todo lo que tenía para vivir."» Lc 21, 1-4.



«Jesús recorría toda Galilea, enseñando en sus Sinagogas, anunciaba la buena noticia del reino y curaba las enfermedades y las dolencias del pueblo.» Lc 6, 17



«Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da lástima esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen que comer. No quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan por el camino.

"
Los discípulos le dijeron: “¿De dónde vamos a sacar en un despoblado para dar de comer a tanta gente?”


Jesús les preguntó: “¿Cuántos panes tienen? Ellos le respondieron: siete, y unos pocos pececillos”


Entonces Jesús mandó a la gente que se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y se los iba dando a los discípulos, y éstos a la gente. Comieron todos hasta saciarse, y recogieron siete cestos llenos de los trozos sobrantes. Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar mujeres y niños.» Mt 15, 32-38.



«Entonces el rey dirá a los de un lado: “Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; era un extraño, y me hospedaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel y fueron a verme”. Entonces le responderán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos; sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo fuiste un extraño y te hospedamos, o estuviste desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” Y el rey les responderá: “Les aseguro que cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron”.» Mt 25, 34-40.

¿Por qué y cómo dar limosna?

La limosna llega a su plenitud cuando el bien que compartimos ayuda al prójimo a mejorar su condición.


"La limosna evangélica no es simple filantropía: es más bien una expresión concreta de la caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y de los hermanos, a imitación de Jesucristo". Benedicto XVI

¿Por qué dar limosna?

El Papa Benedicto XVI nos enseñó que "La limosna nos ayuda a vencer esta constante tentación (la avaricia) educándonos a socorrer al prójimo en sus necesidades y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina. Las colectas especiales en favor de los pobres, que en Cuaresma se realizan en muchas partes del mundo, tienen esta finalidad. De este modo, a la purificación interior se añade un gesto de comunión eclesial al igual que sucedía en la Iglesia primitiva" [1].

"Según las enseñanzas evangélicas no somos propietarios de los bienes que poseemos, sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de nosotros, a ser un medio de su providencia hacia el prójimo" [2].

En breve, digamos que el sentido principal de la limosna es hacer presente en el mundo la caridad divina a través de nosotros. Con este ejercicio comunicamos la caridad divina, pues buscamos con sinceridad el bien y la integridad del prójimo.

¿La limosna debe ser material?

Al hablar de limosna nos referimos a la dádiva de un bien que nos es valioso y el cual necesitamos. Es decir, la limosna no es lo que nos sobra. Incluso si diéramos grandes sumas de dinero que no necesitáramos esa dádiva no sería limosna, pues con ella no compartimos lo que realmente necesitamos para sobrevivir.

En este sentido, no importa la cantidad de lo que demos, sino el sentido de generosidad y el compartir lo que verdaderamente lo que no nos sobra, sino que es para nosotros un bien valioso. Por tanto, podemos compartir tiempo, ayuda, consejos, y no sólo alimentos y dinero.

Asegurarnos que la limosna ayude al prójimo

Muchas veces las personas de buenas intenciones dejan de dar limosna a los pobres porque saben que el dinero dado será gastado en drogas, jerarquías delictivas o que, en general, no será de provecho para los necesitados.

Ante esto podemos responder ayudando a los necesitados a través de organizaciones o fundaciones que administran óptimamente los bienes, a fin de que los pobres puedan ayudarse con ellos. Naturalmente, la acción de la limosna llega a su plenitud cuando el bien que compartimos ayuda al prójimo a mejorar su condición. Sin embargo, lo que el necesitado haga con los bienes compartidos no es directamente responsabilidad de quien da, sino de quien recibe los bienes.


Entre la doctrina y la pastoral

Debemos reconocer la unión indisoluble entre doctrina y pastoral.


En el mundo católico, existe el peligro de presentar la doctrina como algo que va contra la pastoral, o la pastoral como algo independiente de la doctrina. En realidad, pastoral y doctrina están siempre en una relación estrecha, que se explica sencillamente por un hecho: no hay doctrina que no tenga una dimensión práctica, y no hay pastoral que no dependa de la doctrina. Ciertamente, hay aspectos teóricos que llevan a una mala pastoral. Entonces, el error no está en las aplicaciones, sino precisamente en ideas equivocadas que adulteran y dañan la sana doctrina. También hay errores pastorales que no surgen desde una separación de la doctrina, sino que nacen de ideas (es decir, teorías o doctrinas) equivocadas que se adoptan como “complemento” o ayuda a la pastoral. Por lo mismo, frente a la idea de que pastoral y doctrina pueden corren por caminos separados, hay que reconocer simplemente sus relaciones intrínsecas e irrenunciables Entonces lo que hace falta es preguntarse si una doctrina es correcta, y si su aplicación responde a principios válidos. Lo cual, para un católico, supone conocer a fondo la fe de la Iglesia e interpretarla con ayuda del Papa y los obispos fieles. No separar doctrina y pastoral, sino reconocer su unión indisoluble, será el mejor modo de vivir la caridad que enseñaba el beato Pablo VI en su encíclica “Humanae vitae”, cuando recordaba cómo ambas dimensiones están intrínsecamente unidas: “No menoscabar en nada la saludable doctrina de Cristo es una forma de caridad eminente hacia las almas. Pero esto debe ir acompañado siempre de la paciencia y de la bondad de que el mismo Señor dio ejemplo en su trato con los hombres. Venido no para juzgar sino para salvar (Jn 3,17), Él fue ciertamente intransigente con el mal, pero misericordioso con las personas”.

PAXTV.ORG