Solemnidad de San José

José, Santo

Solemnidad Litúrgica, 19 de marzo

Esposo de la Virgen María

Martirologio Romano: Solemnidad de san José, esposo de la bienaventurada Virgen María, varón justo, nacido de la estirpe de David, que hizo las veces de padre al Hijo de Dios, Cristo Jesús, el cual quiso ser llamado hijo de José y le estuvo sujeto como un hijo a su padre. La Iglesia lo venera con especial honor como patrón, a quien el Señor constituyó sobre su familia.

Etimológicamente; José = Aquel al que Dios ayuda, es de origen hebreo.

Breve Semblanza

Las fuentes biográficas que se refieren a san José son, exclusivamente, los pocos pasajes de los Evangelios de Mateo y de Lucas. Los evangelios apócrifos no nos sirven, porque no son sino leyendas. “José, hijo de David”, así lo llama el ángel. El hecho sobresaliente de la vida de este hombre “justo” es el matrimonio con María. La tradición popular imagina a san José en competencia con otros jóvenes aspirantes a la mano de María. La elección cayó sobre él porque, siempre según la tradición, el bastón que tenía floreció prodigiosamente, mientras el de los otros quedó seco. La simpática leyenda tiene un significado místico: del tronco ya seco del Antiguo Testamento refloreció la gracia ante el nuevo sol de la redención.

El matrimonio de José con María fue un verdadero matrimonio, aunque virginal. Poco después del compromiso, José se percató de la maternidad de María y, aunque no dudaba de su integridad, pensó “repudiarla en secreto”.

Siendo “hombre justo”, añade el Evangelio -el adjetivo usado en esta dramática situación es como el relámpago deslumbrador que ilumina toda la figura del santo-, no quiso admitir sospechas, pero tampoco avalar con su presencia un hecho inexplicable. La palabra del ángel aclara el angustioso dilema. Así él “tomó consigo a su esposa” y con ella fue a Belén para el censo, y allí el Verbo eterno apareció en este mundo, acogido por el homenaje de los humildes pastores y de los sabios y ricos magos; pero también por la hostilidad de Herodes, que obligó a la Sagrada Familia a huir a Egipto. Después regresaron a la tranquilidad de Nazaret, hasta los doce años, cuando hubo el paréntesis de la pérdida y hallazgo de Jesús en el templo.

Después de este episodio, el Evangelio parece despedirse de José con una sugestiva imagen de la Sagrada Familia: Jesús obedecía a María y a José y crecía bajo su mirada “en sabiduría, en estatura y en gracia”. San José vivió en humildad el extraordinario privilegio de ser el padre putativo de Jesús, y probablemente murió antes del comienzo de la vida pública del Redentor.

Su imagen permaneció en la sombra aun después de la muerte. Su culto, en efecto, comenzó sólo durante el siglo IX. En 1621 Gregorio V declaró el 19 de marzo fiesta de precepto (celebración que se mantuvo hasta la reforma litúrgica del Vaticano II) y Pío IX proclamó a san José Patrono de la Iglesia universal. El último homenaje se lo tributó Juan XXIII, que introdujo su nombre en el canon de la misa.

El amor de un padre

Santo Evangelio según San Mateo 1, 16. 18-21. 24. San José, esposo de la Virgen María

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, muchas cosas me inquietan, Tú, las conoces todas, las encomiendo a tu amor de Padre.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 1, 16. 18-21. 24

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Tantas veces uno se encuentra con personas para quienes su padre no ha sido la mejor persona, que les pegaba siendo niños, que les hizo daño, que se fue o que simplemente no estaba ahí en los momentos necesarios.

Claro está que nadie es perfecto, pero nos sentimos necesitados de algo o de algún momento de escucha, de comprensión, de apoyo. La sociedad actual va perdiendo cada vez más la figura del padre, y si ayer nos preocupaba que el hombre era demasiado autoritario o duro, hoy día nos vemos con un gran problema de la identidad masculina. ¿Y todo esto que tiene que ver con san José?

No es tan claro, pero si vemos como actuó san José, nos podemos dar cuenta que es el mejor modelo de padre que alguien pueda tener; y lo digo en serio. Tenemos el problema que queremos a un padre perfecto, pero si vemos la figura de María y el niño Jesús, nos podemos sorprender de la gran diferencia entre san José y las otras dos personas de la Sagrada Familia. E imaginémonos lo que significa rendir cuentas a Dios de sus dos mayores joyas. Por otro lado, nos enseña lo que significa ser hombre realmente, un hombre de bien (justo, como dice la Escritura), respetuoso y amable, decidido y cauteloso, valiente y discreto... Debemos ver realmente a san José como ese ejemplo de hombre de Dios, como un modelo para la sociedad actual. Pidamos al Señor la gracia de parecernos un poco a san José y ser «justos» ante los demás y ante Dios.

«El amor que sabe ver a Jesús presente en los más pequeños y débiles, y el deber sagrado de llevar a los niños a Jesús. En esta tarea, con sus gozos y sus penas, los encomiendo también a la protección de san José. Aprendan de él, que su ejemplo los inspire y los ayude en el cuidado amoroso de estos pequeños, que son el futuro de la sociedad colombiana, del mundo y de la Iglesia, para que, como el mismo Jesús, ellos puedan crecer, robustecerse en sabiduría, en gracia, delante de Dios y de los demás.»

(Homilía de S.S. Francisco, 9 de septiembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Estar atento a lo que el Espíritu Santo me quiera decir y pedirle que, como san José, sea capaz de vivir como un hombre de bien.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¿Es posible ir a misa con niños?

11 consejos para asistir en familia a la Eucaristía

Este puede ser uno de los videos más tiernos que he visto en internet y también, de alguna manera, un deseo de varios padres católicos que tienen niños pequeños. Nos encantaría que alguno de nuestros niños pudiera actuar como Isaiah y saberse la misa de memoria.

Ahora mismo, es para mi todo un tema llevar a mi familia a misa y que aprendan el ritual y las palabras que en cada momento se dicen. No importa lo temprano que levante a todos y lo planificado que deje todo la noche anterior, siempre sucede algo que finalmente nos retrasa. El caos sigue incluso cuando llegamos a la iglesia, nunca falta algún golpe a alguien sin intención cuando ingresamos y ni que decir cuando nos acomodamos en la banca (solo piensen lo que significa poner en orden a 4 niños menores de 10 años y a una bebé).

Encontrar sitio es vital para el éxito de nuestra familia en misa y siempre requiere de algún malabar para poder estar todos sentados. ¿Les pasó algo similar el domingo pasado?¿Por qué siempre tenemos que recordarles que hagan silencio, que se arrodillen y que se queden quietos? No voy a negar que algunas veces sucede un milagro y todos se quedan quietos y participan contentos de la misa, y no falta quien nos felicite por nuestros niños, pero… ¡ojalá todos los domingos fueran así!

Para ser honestos, sabemos que hay pocas cosas realmente sencillas en la vida. Dios quiere a nuestros pequeños en su casa y es labor de nosotros los padres llevarlos y enseñarles a conocerla. A pesar de que en ese tiempo no escuchemos ni una sola palabra del Evangelio y que salgamos con la sensación de haber participado en una lucha en lugar de una misa, Dios seguramente se alegra de nuestra renuncia a la comodidad y de nuestros esfuerzo porque sus pequeños hijos aprendan a amarlo. Les dejo unos cuantos consejos que he ido aprendiendo con los años. No les prometo que servirán a la perfección, ni que sus hijos se transformarán en el pequeño Isaiah, pero tal vez los pueda ayudar en alguna misa o dos. 

1. Prioriza

Ir a misa nunca debe ser una opción para tus hijos (a menos que alguno esté enfermo o exista alguna situación que lo impida) La rutina es importante para los niños. Desde una edad temprana es importante que aprendan con nuestro ejemplo que ir a misa los Domingos es lo que la familia hace. Ellos llegarán a entender que esto es parte  de sus actividades semanales y algún día esperarán con gusto el Domingo para ir a misa.

2. Recuerda el objetivo

¿Es tu objetivo tener niños bien educados o niños que amen a Dios? Recuerda que no estamos enseñandoles simplemente que se puedan quedar sentados quietos una hora, esa no es nuestra meta. El objetivo es enseñarles a amar a Dios, a Jesús, a la Iglesia. Tener esto en mente puede ayudarnos a mantener la calma, y con paciencia, aceptar si nuestros hijos no se comportan a la perfección. Si nos enojamos y les llamamos a atención siempre van a asociar el ir a misa con papá y mamá enojados. Enfoquémonos en enseñarles por qué vamos.

3. Espera los malos días y espera también la gracia de Dios

Así como habrán días en los que sentimos que perdemos la paciencia y el mal genio sale, comprendamos que nuestros niños tendrán días en los que simplemente no pueden portarse bien, esta es una oportunidad para dejar que la gracia de Dios actúe sobre ellos.

4. Planifica y prepárate

Es crucial que te prepares para ir a misa con tiempo, especialmente cuando tienes niños pequeños. Explícales lo que sucede en la misa y porqué es necesario hacer silencio. Mis hijos entendieron fácilmente que necesitan estar quietos porque otras personas están rezando y escuchando a Dios, no es simplemente que tengan que estar quietos por que sí. A medida que mis hijos han ido creciendo solemos repasar las reglas para ir a misa en el auto, durante el camino. Una buena estrategia es contarles el Evangelio con anticipación, obviamente con palabras que ellos entiendan, así ellos comprenderán que no solo vamos a sentarnos, arrodillarnos, y pararnos automáticamente y sin sentido. Además que esto también te ayudará a ti, pues si tienes niños muy pequeños a los que atender durante misa, ya conocerás con antelación el Evangelio y las lecturas.

5. Practica

Conversa con tus niños sobre la misa y practiquen a modo de juego. Mis hijos encontraron el video de Isaiah muy divertido y entretenido. Incluso empezaron a jugar a la misa, claro sin todos los ornamentos, ¡pero usando un lindo plato y una copa de plástico! Esto los ayuda mucho y los familiariza con una actividad que es parte de su familia. 

6. Reza

Camino a la iglesia no está de más rezar, en realidad nunca está de más rezar y pedirle al Espíritu Santo que te de la sabiduría y paciencia para enseñar a tus niños a amar a Dios.

7. Vístanse para la ocasión

Tomarse el tiempo para ayudar a que los chicos estén vestidos para la ocasión les enseña que ir a misa es un acto importante, no es cualquier lugar donde ir a jugar, es la casa de Dios y Él te está esperando con una fiesta.

Por lo tanto debemos vernos bien para Él a modo de respeto y honor, los niños a veces se quejan pero poco a poco se van dando cuenta y ellos mismos van eligiendo la vestimenta apropiada.

8. Lleva provisiones

Sé que aquí hay varias opiniones y posiciones. Yo personalmente, dependiendo de la edad de mis niños y de su personalidad llevo algunas cosas como agua, o algún pequeño snack (cereales o galletitas) que ayude a que alguno de los pequeños se quede en calma. Nosotros tenemos una regla, luego de los dos años, no se llevan snacks. También llevamos para los mayores, un misal para niños, para cada uno de ellos.

9. Participa de la misa y explícala

A los niños les encanta cantar  y rezar las plegarias que ellos se saben. Anímalos y enséñales lo que ellas significan. Susúrrales al oído lo que cada parte significa, participa de la misa y no estés distraído, si tú lo haces, ellos lo harán. «¡Mira! Este es el momento en que el pan se convierte en el cuerpo de Jesús». Ellos poco a poco empezarán a esperar por esos momentos especiales.

10. Retírate al fondo si tu bebé o tu hijo menor llora, o incluso sal un momento pero solo hasta que se calme

No te quedes fuera de la misa siempre. En mi experiencia mis chicos se terminan comportando peor fuera de misa que dentro. Sal afuera y cálmalos pero luego vuelvan a entrar.

11. Habla de la misa luego de que termine

Habla con tus niños sobre la misa luego de que esta termine, o durante la semana. Que te cuenten qué entendieron de la homilía o qué fue lo que experimentaron. Revisa con ellos su comportamiento y felicítalos cuando lo hayan hecho muy bien.

Recuerda que la niñez es una edad que pasa muy rápido y lo que formes ahora perdurará, como dice el dicho: “habrán días largos, pero los años son cortos” y esta época terminará antes de lo que piensas. Tómate el tiempo para gozar de esa ternura e inocencia de tus niños. Observa cómo se maravillan ante la grandeza de Dios. Tal vez sean tus  niños los que te den las mayores lecciones de fe.

«…el llanto del niño es la voz de Dios”. “Los niños lloran, hacen ruido, por todos lados” “nunca hay que echar a los niños que lloran de la Iglesia» (Papa Francisco).

¿A qué le temen los niños?

Si el miedo más grande de los niños es la separación de sus padres

Hace un par de años, en una parroquia de Roma donde era catequista, estaba tratando el tema de la Anunciación. Aproveché, por tanto, la ocasión para hablar un poco de la familia terrena de Jesús. En un cierto momento, no recuerdo en relación con qué, una niña afirmó: “Mi gran miedo es que mis padres se divorcien…”.

Después de esa externalización, le siguieron los comentarios de los compañeros, que, uno detrás de otro, empezaron a decir: “Sí, también el mío”. Y lo dijeron todos.

Eran diez niños, no es una muestra representativa que nos permita afirmar que “el miedo más grande de todos los niños es la separación de los padres”, pero ese episodio me hizo meditar.

No soy ni psicóloga ni pediatra, pero ese día reflexioné mucho sobre el hecho que los niños no vienen separadamente del padre o de la madre, sino de la unión de los dos y ninguna ley, ninguna ideología podrá nunca cambiar esta realidad.

Sin juzgar a todas esas personas que han encontrado en el divorcio la única solución a sus problemas, creo que no se puede olvidar que para los niños la separación de los padres es un drama.

La separación: fuente de sufrimientos para los cónyuges y para los hijos

El final de un matrimonio es siempre fuente de sufrimiento y de dificultades.Verdad descontada. Sin embargo, este no debería ser un punto de llegada de la reflexión, sino un punto de partida o de re-partida.

Dos personas que se casan nutren, más o menos conscientemente, esperanzas y expectativas hacia su unión: se presume que si dos personas deciden casarse es porque creen y se desean transcurrir serenamente el resto de su vida juntos.

Sean los que sean los motivos que pueden llevar a una separación, es verdad que en cualquier caso se trata de un fracaso que deja heridas.

¿Pero qué sucede cuando el divorcio sucede entre personas que tienen hijos? ¿Cómo viven los niños la separación de los padres?

Muchos creen que el niño puede crecer adecuadamente también con los padres separados: lo que contaría para el niño, de hecho, sería el amorde la madre y el amor del padre….no el amor entre la madre y el padre.

Pero ¿es realmente así?

El conflicto: primera causa de dolor para los hijos

Muchos psicólogos concuerdan en el hecho de que los hijos crezcan mejor con padres separados en vez de en un clima de conflicto con padres que viven juntos. Son de este parecer, por ejemplo, el doctor Marco Schneider, psicólogo y psicoterapeuta sistémico familiar y la doctora Stefania Ferrari, psicóloga y mediadora familiar. De acuerdo con un estudio realizado por ellos, habría una estrecha correlación entre el conflicto entre los padres (unidos o separados) y el malestar psicológico de los hijos. Según ellos, es por tanto más importante que los padres no estén en conflicto en vez de que estén juntos. Hay además situaciones extremas, en las que la separación se presenta como la única salida.

En la audiencia general del miércoles 24 de junio de 2015, el Papa Francisco afirmó que «es verdad que hay casos donde la separación es inevitable. A veces puede llegar a ser incluso moralmente necesaria». Hay de hecho situaciones oprimentes, en las que «se trata de sustraer al cónyuge más débil, o a los hijos pequeños, de las heridas más graves causadas por la prepotencia y la violencia, el desaliento y la explotación, la ajenidad y la indiferencia».

Pero el lugar ideal para crecer permanece una familia unida

Sin embargo, a pesar de que las primeras causas de malestar para los niños son el conflicto y la violencia, no podemos olvidar que también el divorcio en cuanto tal – también cuando es vivido en aparente armonía - genera en ellos laceraciones.

Los hijos son el fruto de una unión, no vienen de dos personas tomadas singularmente. Esto, a nivel biológico y antropológico no puede ser considerado un hecho irrelevante: los hijos, viniendo de esa unión, quieren participar de ella y en ella buscan protección.

Los niños no solo prefieren vivir con ambos padres, en vez de pasar de una casa a otra, sino que son felices de ver que su madre y su padre se aman. Crecer en una familia unida les ayuda a adquirir seguridad y confianza en las relaciones humanas.

La relación de los padres: primer modelo relacional para los hijos

No puede descuidarse el hecho de que los niños aprenden a relacionarse con los otros, incluidos los futuros novios o cónyuges, sobre la base de las relaciones que han vivido con los padres y que han visto entre los padres. Una persona que ha asistido al disgregarse del propio núcleo familiar puede ser poco propensa a creer en las relaciones sólidas y duraderas y puede tener dificultad para comprometerse seriamente en una relación porque, quizá inconscientemente, la teme.

Son muchas las dificultades que pueden nacer de esta condición que, en cualquier caso, viene percibida por el niño como una condición anómala. Es esto lo que demuestra otro estudio realizado por el “Centro de Psicología Clínica y Psicoterapia”.

El amor entre los cónyuges: un bien también para los hijos

El hombre y la mujer se convierten en padre y madre juntos, en el mismo momento. Ver al padre que ama a la madre y viceversa puede ayudar al niño a descubrir qué es el amor.

Quien ha fracasado en la tarea de mostrar la maravilla del amor esponsal no debe ser estigmatizado: condenar a alguien desde fuera es tan fácil como injusto.

A todos aquellos que van a aventurarse en la misión de convertirse en padres, sin embargo, es necesario recordar que cultivar el amor no será un bien solo para ellos, sino también para los hijos: para los niños, de hecho, no será lo mismo ver que los padres viven una relación conyugal fecunda, serena, armoniosa o sufrir sus conflictos hasta el día de la división definitiva.

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