Jesús iba a morir para congregar en la unidad a los hijos de Dios

Martín l, Santo

Papa y Mártir, 13 de abril

LXXIV Papa y Mártir

Martirologio Romano: San Martín I, papa y mártir, que tras condenar la herejía de los monotelitas en el Concilio de Letrán, por orden del emperador Constante II fue arrancado de su sede por el exarca Calíopa, que entró por la fuerza en la Basílica de Letrán, y lo envió a Constantinopla, donde primero quedó encerró en una dura mazmorra bajo estrecha vigilancia y después fue desterrado al Quersoneso, lugar en el que, pasados unos dos años, concluyeron sus tribulaciones y alcanzó la corona eterna. ( 656)

Breve Biografía

Oriundo de Todi y diácono de la Iglesia romana, Martín fue elegido Papa para suceder al Papa Teodoro, muerto el 13 de mayo del 649. Inmediatamente demostró mucha firmeza en la conducción de la Iglesia. En efecto, no pidió ni esperó el consentimiento para su elección por parte del emperador Constante II que un año antes había promulgado el Tipo, un documento en defensa de la tesis herética de los monotelitas. Para acabar con la difusión de esta herejía, a los tres meses de su elección, el Papa Martín convocó en la basílica lateranense un gran concilio, al que fueron invitados todos los obispos de Occidente.

La condena de todos los escritos monotelitas, decretada en las cinco solemnes sesiones conciliares, suscitó la furiosa reacción de la corte bizantina. El emperador ordenó al exarca de Rávena, Olimpio, que fuera a Roma y arrestara al Papa. Olimpio no sólo se propuso cumplir las órdenes imperiales, sino que trató de asesinar al Papa por medio de un sicario durante la celebración de la misa en Santa María Mayor.

En el momento de recibir la Hostia de manos del Pontífice, el vil sicario sacó el puñal, pero en ese momento quedó repentinamente ciego.

Probablemente este hecho convenció a Olimpio de cambiar de actitud y a reconciliarse con el santo Pontífice y a proyectar una lucha armada contra Constantinopla. En el 653, muerto Olimpio de peste, el emperador pudo llevar a cabo su venganza, haciendo arrestar al Papa por medio del nuevo exarca de Rávena, Teodoro Caliopa.

Martín, acusado de haberse apoderado ilegalmente del alto cargo pontificio y de haber tramado con Olimpio contra Constantinopla, fue llevado por mar a la ciudad del Bósforo. El largo viaje, que duró quince meses, fue el comienzo de un cruel martirio. Durante las numerosas escalas no se permitió a ninguno de los fieles que salieron a saludar al Papa que se acercaran a él. Al prisionero no se le daba ni siquiera el agua para bañarse. EL 17 de septiembre del 654 llegó a Constantinopla, fue colocado en una camilla y expuesto durante todo un día a los insultos del pueblo, y después lo encerraron durante tres meses en la cárcel Prandiaria. Después comenzó un largo y extenuante proceso, durante el cual fueron tales las sedicias que le hicieron murmurar al imputado: “Hagan de mí lo que quieran; cualquier clase de muerte será un bien para mí”.

Degradado públicamente, desnudo y expuesto a los rigores del frío, encadenado, fue encerrado en la celda reservada a los condenados a muerte. El 26 de marzo del 655 lo hicieron partir secretamente para el destierro en Crimea. Sufrió el hambre y padeció en el abandono más absoluto durante cuatro meses más, hasta cuando la muerte le llegó, agotado en el cuerpo pero no en la voluntad, el 16 de septiembre del 655. Monotelismo: Es una herejía en la que se aceptaba las dos naturalezas de Jesús, pero tan sólo una voluntad: la divina.

Caminar con Jesús

Santo Evangelio según San Juan 11, 45-57. Sábado V de Cuaresma

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, busco tu rostro; no apartes de Ti a tu siervo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 11, 45-57

En aquel tiempo, muchos judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver que Jesús, había resucitado a Lázaro, creyeron en él. Pero algunos de entre ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.

Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y decían: "¿Qué será bueno hacer? Este hombre está haciendo muchos prodigios. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en Él, van a venir los romanos y destruirán nuestro templo y nuestra nación".

Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: "Ustedes no saben nada; no comprenden que conviene que un solo hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca."

Sin embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Por lo tanto, desde aquel día tomaron la decisión de matarlo.

Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la ciudad de Efraín, en la región contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos.

Se acercaba la Pascua de los judíos y muchos de las regiones circunvecinas llegaron a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús en el templo, y se decían unos a otros: "¿Qué pasará? ¿No irá a venir a la fiesta?".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Estamos a un paso de revivir el momento cúspide de la misión de Jesús. Hoy recibimos una invitación última para decidir de qué lado estaremos cuando Él recorra el camino al Calvario. La pregunta de los fariseos, ante el escándalo de Jesús, es la misma que nosotros debemos plantearnos en nuestra relación con Él: ¿qué hacemos? Cierto es que Él ha realizado muchos signos en nuestras vidas; no es menos cierto, sin embargo, que quizás han pasado desapercibidos para nosotros, o que incluso nos han llegado a ser incómodos.

Caifás toma su decisión. Conviene que uno muera en vez de todos. Frío cálculo político; mas el amor de Dios escapa todo cálculo. Sin saberlo, el Sumo Sacerdote se volvió profeta en aquel momento. Gracias a que su profecía se cumplió, los hijos de Dios han ido siendo reunidos en un sólo rebaño. Pero aún hay mucho por hacer. El primer paso, no obstante, comienza con nosotros mismos.

Así pues, ¿qué decisión tomamos? ¿Condenamos a cada hombre a su propia suerte o buscamos acompañarlo en medio del drama de sus circunstancias? Después de todo, la fe cristiana no es un simple adorno histórico, sino un constante llamado a obrar aquí y ahora según la medida de Cristo. De qué lado queremos ver a Jesús pasar: ¿del de sus verdugos, o del de sus amigos? Aún hay tiempo para elegir sabiamente.

«Esta actitud contamina todo porque levanta un muro invisible que hace creer que, marginando, separando, aislando, se resolverán mágicamente todos los problemas. Y cuando una sociedad o comunidad se permite esto y lo único que hace es cuchichear, chismear y murmurar, entra en un círculo vicioso de divisiones, reproches y condenas. Curioso, esta gente que no acepta a Jesús así, y lo que nos enseña Jesús, es gente que está peleada siempre entre ellos, se están condenando entre ellos, entre los que se llaman justos. Y además es una actitud de marginación y exclusión, de confrontación que le hace decir irresponsablemente como Caifás: “Mejor que se muera uno por el pueblo, y que no perezca la nación entera”. Mejor que estén guardados todos allí, que no vengan a molestar, nosotros queremos vivir tranquilos. Es duro esto y con esto se tuvo que enfrentar Jesús y con esto nos enfrentamos nosotros hoy.

Normalmente el hilo se corta por la parte más fina: la de los pobres y la de los indefensos. Y son los que más sufren estas condenas sociales, que no permiten levantarse. Qué dolor genera ver cuando una sociedad concentra sus energías más en murmurar e indignarse que en luchar y luchar para crear oportunidades y transformación.»

(Homilía de S.S. Francisco, 25 de enero de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré hacer una visita eucarística para recordarle a Jesús que puede contar con mi corazón para descansar de quienes lo persiguen.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia. Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Dios camina con nosotros

Y esto la Iglesia Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, son compañeros de camino, hacen la historia con nosotros.

Por: SS Francisco | Fuente: Catholic.net 

"Vamos alegres a la casa del Señor",

El sacramento no es un rito mágico, sino el encuentro con Jesús que nos espera. Jesús nos espera siempre, esta es la humildad de Dios.

En la historia del Pueblo de Dios, hay "buenos momentos que dan alegría", y también momentos malos "de dolor, de martirio, de pecado"

Y sea en los momentos malos, como en los buenos tiempos, una cosa es siempre la misma: ¡el Señor está allí, nunca abandona a su pueblo! Porque el Señor, aquel día del pecado, del primer pecado, ha tomado una decisión, hizo una elección: hacer historia con su pueblo. Y Dios, que no tiene historia, porque es eterno, ha querido hacer historia, caminar cerca de su pueblo. Pero más aún: convertirse en uno de nosotros, y como uno de nosotros, caminar con nosotros, en Jesús. Y esto nos habla de la humildad de Dios.

He aquí, pues, que la grandeza de Dios, es su humildad: Ha querido caminar con su pueblo. Y cuando su pueblo se alejaba de Él por el pecado, con la idolatría", Él estaba allí" esperando. Y también Jesús, viene con esta actitud de humildad. Él quiere caminar con el pueblo de Dios, caminar con los pecadores; incluso caminar con los soberbios. El Señor, dijo, ha hecho mucho para ayudar a estos corazones soberbios de los fariseos.

Dios siempre está listo.

Dios está a nuestro lado.

Dios camina con nosotros, es humilde, siempre nos espera. Jesús siempre nos espera. Esta es la humildad de Dios. Y la Iglesia canta con alegría esta humildad de Dios que nos acompaña, como lo hacemos con el Salmo: Vamos alegres a la casa del Señor
Vamos con alegría porque Él nos acompaña, Él está con nosotros. Y el Señor Jesús, incluso en nuestra vida personal nos acompaña: con los sacramentos. El sacramento no es un ritual de magia: se trata de un encuentro con Jesucristo, nos encontramos con el Señor. Es Él quien está al lado de nosotros y nos acompaña".

Jesús se hace "compañero de camino". También el Espíritu Santo, nos acompaña y nos enseña todo lo que no sabemos, en el corazón y nos recuerda todo lo que Jesús nos enseñó. Y así nos hace sentir la belleza del buen camino.

Y esto la Iglesia Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, son compañeros de camino, hacen la historia con nosotros.
lo celebra con gran alegría, incluso en la Eucaristía, donde se canta el amor tan grande de Dios que ha querido ser humilde, que ha querido ser compañero de viaje de todos nosotros, que ha querido también Él hacerse historia con nosotros.

Y si Él entró en nuestra Historia, entremos también nosotros un poco en la historia de Dios, o por lo menos pidámosle la gracia de dejar escribir nuestra historia por Él: que Él escriba nuestra historia. Es algo seguro.

Con el ejemplo de María para ser portadores de fraternidad

Así lo dijo el Papa a una delegación de la Real Archicofradía de la Virgen de la Cinta de Tortosa

El Papa Francisco invitó a mirar el ejemplo de la Virgen María para llevar “fraternidad a todos los rincones de la nuestra sociedad”. Así lo dijo a una delegación de la Real Archicofradía de la Virgen de la Cinta de Tortosa (España) recibida en audiencia en la Sala Clementina del Vaticano este 12 de abril.

“Vivir de esta manera, como hermanos unidos, supone esfuerzo y renuncia, pero les aseguro que merece la pena, porque es un signo ante la sociedad que siempre está dividida, no es moda de ahora, siempre estuvo y es un pecado social dividirnos”, expresó el Pontífice.

En esta línea, el Papa dijo que cualquier “manifestación de hermandad, de solidaridad ayuda” por lo que los animó “para que sean signo ante el mundo de esa fraternidad que viene de Dios”.

Al comienzo de su discurso, el Santo Padre expresó su alegría por recibir a esta “asociación de fieles consagrada al culto de nuestra Madre” que peregrinaron a Roma por el cuarto centenario de fundación. Grupo que estuvo encabezado por el Obispo de Tortosa, Mons. Enrique Benavent, y la alcaldesa de la ciudad, Meritxell Roigé.

En esta línea, el Papa recordó que “la Cofradía de Nuestra Señora de la Cinta ha estado desde su comienzo vinculada al sucesor de Pedro. Pocos meses después de la constitución de la hermandad, aprobada por el obispo de esa ciudad, Luis de Tena, quisieron que fuese confirmada por el Papa Pablo V. Y ahora, con esta peregrinación a la tumba de Pedro, desean renovar ese vínculo de comunión”.

“Este gesto de adhesión no es algo del pasado que suscita solo un mero interés histórico, sino que mantiene viva su actualidad. Ustedes se llaman hermanos, cofrades, y de esa manera ponen de manifiesto la realidad fundamental de nuestras vidas, que todos somos hijos de Dios”, explicó.

Por ello, el Pontífice advirtió que Cofradía significa etimológicamente ‘unión de hermanos’, pero señaló que “no basta con decir que somos hermanos, sino que hay que recordar siempre esa unidad ‘fundacional’ que nos marca como tales”.

“Los hermanos -sabemos- con frecuencia discuten, y se pelean por tantas cosas, pero aún cuando eso suceda, saben mantener siempre viva esa búsqueda de un bien que no puede excluir la paz y la concordia entre ellos. Y cuando no logran hacerlo, sufren”, afirmó.

Por ello, Francisco destacó que “el vínculo de la caridad que en cuanto cofrades los une con su Obispo y, a través de él, con el Papa, constituye un don importante que los enriquece pero que también comporta una misión: la de ser fermento de solidaridad en la sociedad”.

“Mirando el ejemplo de María estamos llamados a llevar esa fraternidad a todos los rincones de la nuestra sociedad. Ustedes están presentes en diferentes realidades eclesiales en su diócesis, de esa manera colaboran para que la Iglesia sea ante todo casa, familia, lugar de acogida y de amor, en la que todos, especialmente los pobres y marginados, puedan sentirse parte y jamás verse excluidos ni rechazados”, indicó el Papa.

De este modo, vivir la fraternidad “se convierte en misión, que interpela y no deja indiferentes, pues el amor mutuo que sale y se dirige hacia los demás es nuestra carta de presentación. Así, incluso los que no creen los que no tienen fe podrán decir aquel elogio de Tertuliano: Miren cómo se aman”, aseguró.

“Que el Señor los bendiga y sostenga siempre, y que la Virgen Santa los cuide y los acompañe en este trabajo de consolidar la fraternidad. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí”, concluyó.

La trampa del diablo: alejarme de Cristo y su Iglesia

Buscó la paz durante 30 años en el budismo, pero la encontró en el sacramento de la confesión

La web del Instituto del Verbo Encarnado recoge el testimonio de un hombre polaco que en su juventud renunció a su fe católica atraído por las religiones y las filosofías orientales. Fueron 30 años de insatisfacciones y dolor. Tras su búsque da de la verdad, ésta la encontró en la Iglesia católica, aquella que había abandonado en su juventud.

Hablando de la oración, él, que ha tenido la experiencia de las plegarias de otras confesiones, explica que “nuestras peticiones a Santa María, a los Santos y Ángeles no caen en saco roto, sino que recibimos su ayuda, bendiciones e incesante protección. Esas oraciones son verdaderos milagros: los milagros de amor”. Pero en especial, el momento en el que verdaderamente encontró la paz fue cuando hizo su primera confesión después de tres décadas alejado de Cristo y los sacramentos.

A continuación, puedes leer con sus propias palabras el testimonio y el recorrido que hizo hasta llegar de nuevo a la fe:

La serenidad de las religiones y filosofías orientales
Siendo un adolescente me rebelé contra la Iglesia Católica y el Cristianismo en general.

Fui hacia el lado oscuro del ocultismo, desde el cual no gane nada salvo depresión, miseria y oscuridad, las cuales penetraban profundamente mi corazón. Más tarde, me di cuenta cuán insano era seguir esas prácticas o incluso leer sobre ellas.

Encontré el Budismo. Pensé que había encontrado la verdad. Después de unos quince años de Budismo Chino (Tierra Pura y Ch’ang, Zen), a su vez, estudié intensamente y practiqué el Budismo Tibetano bajo dos Lamas (uno de la Secta Karma Kagyu, otro de la Secta Nyingma). Sin embargo, en vez de convertirme en una mejor persona, tenía sólo sentimientos casi compulsivos de separación de los demás, de un aplastante cansancio e, incluso, pensamientos de rechazar mi propia familia, abandonando a mi hijo y a mi esposa, etc. No había paz. Si había algo de paz, era solo momentánea.

No hay nada positivo que yo pueda recordar. Incluso, experimenté el Sanatana Dharma (Hinduismo) durante unos seis meses, y a pesar de que sus escritos son inspiradores en cierta medida, sus prácticas eran extrañas y totalmente inaceptables para mí.

Estaba vacío, insatisfecho, confundido. En ninguna de las religiones o filosofías Orientales pude encontrar paz, calidez, amor verdadero. Al practicar estas religiones, no se reducía la negatividad, el pesimismo, el enojo o el odio. Tan solo tenía una insensibilidad vacía, un alma que era fría.

La paz viene por Jesucristo

Durante mucho tiempo resistí los siempre crecientes sentimientos de rezarle nuevamente a Cristo Nuestro Señor y a la Virgen María. Finalmente, me rendí, o me entregué… y empecé a recitar oraciones cristianas, fue la primera vez en treinta años. Lo que recibí en las semanas siguientes no lo puedo describir, pero, en una palabra, recibí la Gracia.


A raíz de lo sucedido, puedo verdadera y gozosamente admitir que desde mi retorno al Cristianismo mi corazón se ha inflamado, fui profundamente “tocado”, las palabras de Jesucristo tuvieron para mí un significado y un pleno cumplimiento. Justamente lo que buscaba en otros lugares: encontré sentimientos de amor, sabiduría y real compasión. Y las lágrimas del arrepentimiento estaban fluyendo de nuevo en mi rostro.

Me di cuenta que estuve buscando a Dios toda mi vida, que anduve por todo el camino dando vueltas buscándolo a Él, y que el Señor estuvo siempre enfrente a mí. Su amor nunca me abandonó, ni siquiera en los más oscuros, sin importarle cuán intensamente yo lo estaba rechazando. Ahora puedo decir que Nuestro Señor nunca se rindió, y que siempre estuvo listo para perdonarme, para recibirme de vuelta con los brazos abiertos dándome su ilimitado amor.

Más aún, volví a mi verdadero refugio: la Santa Iglesia Católica.

La reconciliación y la paz, en la Confesión

Para todos los que encuentran algo familiar en mi historia, aquellos que están pensando en volver a Jesucristo, o para aquellos que están envueltos en el Budismo o el Hinduísmo yo necesito decirles que el sacramento de la confesión es una herramienta mucho más efectiva que todos los medios de purificación orientales. El solo hecho de pensar en Cristo y aceptarlo da una paz que eclipsa toda meditación oriental.

Nuestras peticiones a Santa María, a los Santos y Ángeles no caen en saco roto, sino que recibimos su ayuda, bendiciones e incesante protección. Es necesario tan solo abrir los ojos y mirar cuidadosamente nuestra vida… Esas oraciones son verdaderos milagros: los milagros de amor. Amor de tan grande fuerza que los hombres jamás podremos comprender totalmente.

Las trampas del diablo

La paz descendió sobre mí. Nunca sospeché que las trampas de Satanás podían ir tan lejos: entramparme en el Budismo por tanto tiempo para alejarme de la Fuente de la Verdad.

Desde el tiempo en que recibí su santa absolución, mi espíritu sanó y yo pude reconocerme de nuevo. Estuve bajo el oscuro velo del olvido por 30 años, y sólo ahora puedo recordar el sentimiento de increíble luminosidad, mi alma regocijando, finalmente bañada en paz.

¿Cómo puede refutar el poder de la Confesión católica y de la absolución, el sentimiento de ser verdaderamente perdonado?

Las trampas del diablo están inteligentemente diseñadas, pues están disfrazadas bajo una ilusoria santidad de varios ministros no-católicos convencidos de la corrección de su enfoque, de su pureza y de su lógica concepción religiosa.

Lo que he escrito está basado en mi propia experiencia y tal y como dijo san Francisco de Asís: “He sido todas las cosas impías. Si Dios puede obrar a través de mí, Él puede obrar a través de cualquiera”.

¿Cómo explicarle tu vocación a alguien que no cree y no morir en el intento?

Elegir esta opción por Cristo no es por no haber tenido novia… sino por haber sido conquistado por un amor más poderoso…

Casi todos los días, además de mi trabajo con los novicios, recibo alguna llamada de teléfono. No siempre puedo atender a todas las llamadas. Ya quisiera ayudar a todos, pero soy ser humano y no puedo con todo. Hoy, después de una reunión, recibí un mensaje de una chica que comencé a orientar el año pasado. “Era” católica pero, por una serie de circunstancias muy desagradables (que no mencionaré), dejó de serlo. Y aunque tenemos una muy buena amistad, cuando habla conmigo, me comparte sus dudas y quejas sobre la fe católica, especialmente sobre la moral de los sacerdotes. Hoy, sinceramente, tenía bastante trabajo por realizar. Pero mi corazón me decía que tenía que responder a la llamada. Le hice caso a mi corazón y le respondí. Hablamos de muchos temas. Hubo uno en concreto que me dejó pensando y que les quiero compartir.

En un momento de la conversación, ella me dijo que le costaba creer en la Iglesia, especialmente cuando algunos sacerdotes tenían serias caídas en la castidad. Y entonces comencé a explicarle que no todos los sacerdotes eran malos, que somos hombres y que también tenemos limitaciones y que es necesario mantener siempre fresco el amor a Dios, etc. Ella me lanzó unas preguntas afiladas: «¿Y tú no tienes problemas? ¿Te gustan las mujeres? ¿No te afecta la castidad?». Yo, con calma, comencé a explicarle que la vocación sacerdotal es una cuestión de amor. Cuando te enamoras de alguien, dejas de lado otra opción (por muy bonita y atractiva que sea) y te consagras de lleno a lo que te ha conquistado el corazón. Le expliqué que me gustan las mujeres (¡Gracias a Dios!), pero que mi corazón ha hecho una opción. Me dijo que yo no sabía lo que decía, porque nunca he tenido “experiencias” y que, si las tuviese, pensaría diferente. Esto me hizo reflexionar un poco y me vino del corazón decirle que no es necesario tener “experiencias” para optar o no por una vida consagrada a Dios, ofreciéndole especialmente mi castidad a Jesús. Me puse a pensar en que el próximo año cumpliré veinte años desde que entré al seminario menor y que mi corazón ha pasado por muchos momentos y etapas. ¡Claro que me ha costado! ¡Claro que he tenido que educar mi amor! Pero el que hoy esté haciendo esta opción por Cristo no es por no haber tenido novia… sino por haber sido conquistado por un amor más poderoso…

Esperaba que este argumento existencial le pudiese ayudar, pero no, ella me dijo que yo era un caso muy diferente al “normal” que ella dice conocer. Creo que, lamentablemente, ella solamente conoce casos tristes. Yo, al contrario, estoy rodeado de hombres que aman apasionadamente a Dios y a las personas. Y que han tenido que llorar sangre en muchas ocasiones. Esto me hizo pensar nuevamente y comprendí que la consagración virginal al Señor no puede ser entendida por los ojos del mundo. Ella me decía que Dios había dicho a Adán y a Eva que tenían que ser fecundos, y que, por ello, yo estaba malgastando mi fecundidad en el sacerdocio. En estos años nunca como antes me he sentido padre, amigo y hermano. He podido ejercer mi afectividad de una manera más profunda, más rica, más libre.

Sin la fe, mi opción de vida es un fracaso. Con la fe, es la mejor opción que hombre alguno puede hacer. Mi corazón tiene que madurar mucho. Lo sé. Pero también sé que tengo que dejarme llenar por Cristo. Tengo que dejarme amar. Amar es más que tener sexo. Amar es entregar lo mejor y recibir lo mejor.

Terminé la conversación y elevé mi oración a Dios por tres intenciones:

– Por los que no creen en Dios, para que se dejen amar por Él.

– Por los que hemos sido llamados por Dios a una entrega total, para que no nos cansemos de amar y siempre estar siempre enamorados, apasionados por Cristo.

– Por los que han caído, para que sepan levantar la mirada y acoger la misericordia de Dios. Nunca es tarde para acoger de verdad el amor de Cristo.

Explicar tu opción de vida a alguien que no cree es duro. Sin embargo, Dios te renueva por dentro y te hace ver que tu entrega no solamente ha valido la pena, sino la vida misma.

¿Qué debemos pensar de los seres extraterrestres?

Pregunta:

¿Hay seres extraterrestres o no los hay? ¿Qué hay de verdad en esto? ¿Cambiaría nuestra fe?

Respuesta:

Estimado:

Sobre este tema Dios nada nos ha dicho. Por tanto, nada podemos saber; al menos, por el momento. ¿Puede haber otros seres en este universo? Sí, puede. ¿Los hay? No lo sabemos.

Como dice el Padre Jorge Loring, gran apologista, “la existencia de la vida inteligente extraterrestre es algo probable que no ofrece ninguna dificultad, ni a la Ciencia ni a la Religión. Pero, a pesar de todos los esfuerzos realizados, los científicos no han logrado captar ninguna señal clara de seres inteligentes extraterrestres”.

De todos modos, no hay que creer, como algunos medios informativos difunden equívocamente, que el mundo científico se inclina por la existencia de tales seres. Por ejemplo, el profesor Heinrich K. Erben de la Universidad de Bonn, reduce drásticamente la posibilidad de vida inteligente en algún otro lugar del Universo[1]. El profesor Manuel Carreira declaraba hace años: “No tenemos datos sobre la existencia de vida inteligente fuera del sistema solar. Pero es verdad que la opinión científica ha evolucionado en los últimos veinte años en el sentido de considerar cada vez más difícil el que se haya dado en otros lugares el conjunto de condiciones que se dieron en nuestro planeta, y que influyeron decisivamente en la habitabilidad y en el desarrollo de la vida hasta el hombre”[2]. Y también: “La opinión científica sobre la vida extraterrestre ha cambiado en los últimos diez o veinte años. De un optimismo que esperaba encontrar planetas habitados en todo el Universo, casi alrededor de cada estrella, a un realismo más bien pesimista. Parece difícil esperar que se hayan dado en otro sitio todas las condiciones, en el momento preciso y en la forma precisa, para que aparezca la vida y tenga la posibilidad de desarrollarse hasta donde se desarrolló aquí en la Tierra”[3].

“El paleontólogo Peter Ward y el astrónomo Donald Brownlee –dice también el P. Loring– han examinado los procesos químicos por los que se pudo originar la vida en la Tierra, y los factores ambientales que protegieron este planeta y que crearon las condiciones para que esa vida evolucione a formas complejas, algo raro en el universo. (…) . La Tierra es un planeta tan raro que no se parece a ningún otro cuerpo espacial. Condiciones para que la vida se haga más compleja: distancia adecuada al Sol para que el agua se mantenga líquida; masa adecuada del planeta para retener la atmósfera y los océanos, un vecino masivo como el planeta Júpiter que nos salva de los asteroides más peligrosos, la justa cantidad de carbono que permita el desarrollo de la vida, etc. Demasiadas casualidades para ser optimista”[4].

Según el astrónomo chileno Patricio Díaz Pazos, la probabilidad de vida extraterrestre es de: 0, 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 1 “como requisito para la existencia de algún tipo de ser viviente, en las circunstancias que conocemos”[5].

A estos datos me remito.

Bibliografía, Jorge Loring SJ, Para salvarte, 56ª edición, n.1,3 (ver la bibliografía que cita allí el autor).

[1] Diario YA de Madrid, 6-I-86, pg. 6. Citado por Loring.

[2] Manuel Carreira, S.I., Profesor de Física y Astronomía en la Universidad de Cleveland (EE.UU.), Metafísica de la materia, IX. Universidad de Comillas. Madrid. 1993. Citado por Loring.

[3] Ibid, Antropocentrismo científico y religioso. Ed. A.D.U.E., Madrid, 1983. Siempre citado por Loring.

[4] Diario LA RAZÓN, 20-I-2000, pg.36.

[5] Patricio Díaz Pazos: en Internet, www.astrocosmo.cl/astrofis/astrofis-01_11.htm.

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