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- 30 Junio 2019
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Primeros Mártires de la Santa Iglesia Romana, Santos
Memoria Litúrgica, 30 de Junio
Primeros Mártires Iglesia en Roma
Martirologio Romano: Santos Protomártires de la santa Iglesia Romana, que, acusados de haber incendiado la Urbe, por orden del emperador Nerón unos fueron asesinados después de crueles tormentos, otros, cubiertos con pieles de fieras, entregados a perros rabiosos, y los demás, tras clavarlos en cruces, quemados para que, al caer el día, alumbrasen la oscuridad. Eran todos discípulos de los Apóstoles y fueron las primicias del martirio que la iglesia de Roma presentó al Señor († c. 64).
Breve Reseña
La celebración de hoy, introducida por el nuevo calendario romano universal, se refiere a los protomártires de la Iglesia de Roma, víctimas de la persecución de Nerón después del incendio de Roma, que tuvo lugar el 19 de julio del año 64.
¿Por qué Nerón persiguió a los cristianos? Nos lo dice Cornelio Tácito en el libro XV de los Annales: “Como corrían voces que el incendio de Roma había sido doloso, Nerón presentó como culpables, castigándolos con penas excepcionales, a los que, odiados por sus abominaciones, el pueblo llamaba cristianos”.
En tiempos de Nerón, en Roma, junto a la comunidad hebrea, vivía la pequeña y pacífica de los cristianos. De ellos, poco conocidos, circulaban voces calumniosas. Sobre ellos descargó Nerón, condenándolos a terribles suplicios, las acusaciones que se le habían hecho a él. Por lo demás, las ideas que profesaban los cristianos eran un abierto desafío a los dioses paganos celosos y vengativos... “Los paganos—recordará más tarde Tertuliano— atribuyen a los cristianos cualquier calamidad pública, cualquier flagelo. Si las aguas del Tíber se desbordan e inundan la ciudad, si por el contrario el Nilo no se desborda ni inunda los campos, si hay sequía, carestía, peste, terremoto, la culpa es toda de los cristianos, que desprecian a los dioses, y por todas partes se grita: ¡Los cristianos a los leones!”.
Nerón tuvo la responsabilidad de haber iniciado la absurda hostilidad del pueblo romano, más bien tolerante en materia religiosa, respecto de los cristianos: la ferocidad con la que castigó a los presuntos incendiarios no se justifica ni siquiera por el supremo interés del imperio.
Episodios horrendos como el de las antorchas humanas, rociadas con brea y dejadas ardiendo en los jardines de la colina Oppio, o como aquel de mujeres y niños vestidos con pieles de animales y dejados a merced de las bestias feroces en el circo, fueron tales que suscitaron un sentido de compasión y de horror en el mismo pueblo romano. “Entonces —sigue diciendo Tácito—se manifestó un sentimiento de piedad, aún tratándose de gente merecedora de los más ejemplares castigos, porque se veía que eran eliminados no por el bien público, sino para satisfacer la crueldad de un individuo”, Nerón. La persecución no terminó en aquel fatal verano del 64, sino que continuó hasta el año 67.
Entre los mártires más ilustres se encuentran el príncipe de los apóstoles, crucificado en el circo neroniano, en donde hoy está la Basílica de San Pedro, y el apóstol de los gentiles, san Pablo, decapitado en las “Acque Galvie” y enterrado en la vía Ostiense. Después de la fiesta de los dos apóstoles, el nuevo calendario quiere celebrar la memoria de los numerosos mártires que no pudieron tener un lugar especial en la liturgia.
Una respuesta pronta y alegre...
Santo Evangelio según San Lucas 9, 51-62. Domingo XIII (C) del tiempo ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame las fuerzas necesarias para poder responder con prontitud y alegría a lo que siempre me pides.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 51-62
Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén. Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: “Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?”. Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió. Después se fueron a otra aldea.
Mientras iban de camino, alguien le dijo a Jesús: “Te seguiré a dondequiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”.
A otro, Jesús le dijo: “Sígueme”. Pero él le respondió: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Jesús le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios”.
Otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia”. Jesús le contestó: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El Evangelio de este domingo es realmente maravilloso. Vemos en él las exigencias que les propone Cristo en el evangelio a algunos hombres que tiene buenas intenciones para seguirle en lo que probablemente sería su vocación, pero Cristo les pide un poco más, y no solo eso, sino que tanto en su tiempo como en el nuestro eran y son cosas exigentes.
Está el valiente que dice: Señor te seguiré a donde quiera que vayas. Cuántas veces tenemos esta buena intención, pero a lo mejor no es lo que Cristo nos pide, sino que simplemente queremos hacer nuestra propia voluntad, lo que nos parecería lo mejor, etc.
Está al que Jesús hace una llamada más «personal», de tal manera que le dice de frente sígueme, pero por las preocupaciones del mundo que son efímeras le responde: Señor claro que lo haré, y tiene una buena intención, pero por favor déjame enterrar a mi padre. ¿Quién no dejaría enterrar a un ser querido? Pero algunas veces Cristo nos pide cosas difíciles en la vida.
También encontramos aquel que afirma que le seguirá: te seguiré, pero.... Es un poco lo de los otros dos, tiene buena intención, sin embargo, hay algunas cosas que siempre nos detienen en el seguimiento total a nuestro Señor.
Pidamos la gracia a María santísima para que nos conceda la generosidad para responder a su Hijo con prontitud y alegría como ella lo hizo hasta el tormento de la cruz.
«Id. La misión requiere partir. Pero en la vida es fuerte la tentación de quedarse, de no correr riesgos, de contentarse con tener la situación bajo control. Es más fácil quedarse en casa, rodeado de aquellos que nos quieren, pero no es el camino de Jesús. Él envía: “Id”. No usa términos medios. No autoriza excursiones cortas o viajes reembolsados, sino que dice a sus discípulos, a todos sus discípulos, una palabra solo: “¡Id!” Id: una fuerte llamada que resuena en cada rincón de la vida cristiana; una clara invitación a estar siempre en salida, peregrinos en el mundo en busca del hermano que aún no conoce la alegría del amor de Dios. ¿Pero cómo se puede ir? Hay que ser ágil, no se pueden llevar todos los adornos de casa. Lo enseña la Biblia: cuando Dios liberó al pueblo elegido, hizo que fuera al desierto solo con el equipaje de su confianza en Él. Y cuando se hizo hombre, Él mismo caminó en la pobreza, sin tener donde reposar su cabeza. Pide a los suyos el mismo estilo. Para viajar hay que ir ligeros.»
(Discurso de S.S. Francisco, 5 de mayo de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Estar atento hoy a lo que Dios me pide, para tratar de hacerlo con prontitud, generosidad y alegría.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia. Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Donde hay más alegría, allí también hay más verdad
Si de verdad queremos hacer de nuestros niños y jóvenes personas optimistas y alegres, habremos de actuar siempre desde la verdad.
Unas de las aspiraciones básicas de todo ser humano es la de “realizarse” como persona. Es una aspiración amplia, noble y legítima que necesita ser examinada con cierto detenimiento para saber en qué consiste, qué alcance tiene, cómo se concreta, etc. Por nuestra parte, como punto de partida, pensamos que esto de realizarse como persona empieza por situarse en la realidad. Entendemos que nadie puede realizarse si no es instalándose en la realidad de las cosas. Por eso parece conveniente detenernos, al menos unos instantes a tratar de algunos aspectos acerca de lo entendemos por realidad.
La realidad es un concepto amplio susceptible de múltiples enfoques. Aunque la definición no sea muy rigurosa para nuestros propósitos es suficiente con entender como realidad aquello que existe. Pues bien, lo que existe, lo real, ejerce una especial atracción sobre la persona humana. La Física enseña que hay una ley universal por la cual los seres, todos los seres, se atraen entre sí. Esto vale también entre la realidad y el hombre. Desde muchas instancias la realidad llama al hombre, reclamando su acción. Por naturaleza estamos inclinados al conocimiento y a la acción.
No nos basta con saber que las cosas están ahí, sino que posemos un afán por conocer que nos lleva a formular todo un repertorio de preguntas acerca de lo que nos rodea: ¿cómo son las cosas?, ¿por qué son así y no de otra manera?, ¿para qué sirven? Nuestra condición de inteligentes nos impulsa a conocer más y mejor; es el deseo de saber, inscrito en nuestra naturaleza del mismo modo que la natación está en la naturaleza de los peces o el vuelo en la de las aves. Cuando los adultos reforzamos positivamente esta tendencia natural del niño hacia el conocimiento y la acción, el aprendizaje resulta atractivo y la adquisición de conocimientos, al menos en las primeras etapas de la vida, es algo grato y relativamente fácil. Quienes nos movemos entre niños sabemos bien de sus interminables preguntas.
Esta sana curiosidad, siempre insatisfecha, es de una gran importancia para el desarrollo de la persona, y si planteamos bien las relaciones con el niño le podemos estar haciendo un bien para toda la vida. Dos son las claves: responder siempre y responder siempre desde la verdad. Si algo no debe hacerse con el niño es frustrar los deseos de saber porque nos importuna, mandándole callar o desviando su interés. Los adultos no siempre estamos en condiciones de responder, no siempre estamos disponibles o no tenemos mucha seguridad en la respuesta más acertada. Da igual, para ilusionar por aprender no hay que saber de todo, pero sí podemos animar en todo momento.
Si no podemos o no sabemos responder habrá que aplazar la respuesta, o buscar juntos la solución, o preguntar a quien sepa, o simplemente decir que no lo sabemos. A lo que sí estamos obligados es a situarnos en la verdad. No hacemos ningún favor con evasivas o con respuestas inventadas. Según el tema y la edad, el niño no siempre estará capacitado para conocer toda la verdad; los conocimientos habrá que dosificarlos, pero en ningún caso ahogar sus deseos de saber o mentirle.
Si de verdad queremos hacer de nuestros niños y jóvenes personas optimistas y alegres, habremos de actuar siempre desde la verdad. El célebre pensador francés, poeta y dramaturgo, Paul Claudel, llegó a identificar alegría y verdad. “La alegría –escribió– y la verdad son lo mismo; donde hay más alegría, allí también hay más verdad”. La alegría auténtica no puede basarse en errores, ni en medias verdades ni en mentiras, sino en el conocimiento y la aceptación de las cosas como son, empezando por la verdad de uno mismo.
Entendemos pues como vocación de realidad esa tendencia natural que nos impulsa al conocimiento y a la acción, que son dos medios privilegiados e insustituibles para situarnos en la realidad; es decir, para realizarnos. Ahora bien, la realidad es muy amplia. En el campo de lo real se dan cita las cosas, el propio sujeto, las otras personas y el mismo Dios. Por seguir el orden temporal, la primera realidad que se conoce es el propio cuerpo. Después las personas más cercanas y los primeros objetos. Con la entrada en la guardería o en el colegio, en la actualidad tan temprana, muy pronto se descubren nuevas personas a la vez que, poco a poco, el niño se va adentrando en el mundo del conocer, un mundo apasionante, sin límites y para toda la vida. Un paso considerable está en descubrir que uno es más que su cuerpo. Se trata de la vida interior,
auténtica novedad en el desarrollo personal, que se produce cuando uno mira dentro de sí mismo y descubre que hay algo que ver; es decir, que hay intimidad, ese mundo de experiencias personales, sentimientos y deseos de los cuales uno es poseedor, un ámbito al que nadie tiene acceso a no ser como invitado. Y luego, por encima y por debajo de todos estos campos, antes y después de su descubrimiento, como origen y destino de todos ellos está Dios, principio y fuente de toda realidad. El abanico de lo real es, como se ve, muy amplio, y su relación con la alegría muy estrecha, porque vivir fuera de la realidad es camino seguro de frustración y de desencanto.
Comenzaremos por la realidad que es uno mismo. El conocimiento de sí mismo no es tarea fácil, ni corta, ni de poca monta. Desde hace siglos el autoconocimiento ha dado que discurrir a filósofos y pensadores. En el frontispicio del oráculo de Delfos, santuario pagano dedicado al dios Apolo, en la Grecia clásica, grabada en piedra había una máxima considerada como una de las cimas de la sabiduría; decía así: “conócete a ti mismo”.
Gracias por tu atención. Que Dios te bendiga.
El Señor no hace milagros con quien se cree justo
Lo dijo el Papa en su homilía en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo
Testigos de vida, testigos de perdón, testigos de Jesús: son los apóstoles San Pedro y San Pablo, que nunca se cansaron de anunciar, de vivir su misión y de dar testimonio de Cristo “hasta el final”, entregando su vida “como mártires”. En torno a estas tres cualidades de los santos apóstoles el Papa Francisco desarrolló su homilía en la Misa presidida en la Basílica de San Pedro en la Solemnidad de san Pedro y San Pablo, Patronos de Roma, en el sábado 29 de junio.
Desde la tierra de Jesús hasta Roma los santos apóstoles dieron testimonio del Cristo Viviente. Y ¿por qué testigos de vida? El Papa Francisco señaló que aunque sus vidas “no fueron cristalinas y lineales, ambos eran de ánimo muy religioso”, pues Pedro fue “discípulo de la primera hora”, y Pablo “defensor muy celoso de las tradiciones de los antepasados”.
Pedro y Pablo, dos pecadores arrepentidos
Aun así, ambos “cometieron grandes equivocaciones”, observó Francisco. Pues “Pedro llegó a negar al Señor, Pablo persiguió a la Iglesia de Dios”. Ambos “fueron puestos al descubierto” por las preguntas de Jesús: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» (Jn 21,15); «Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?» (Hch 9,4).
«Pedro se entristeció por las preguntas de Jesús, Pablo quedó ciego por sus palabras. Jesús los llamó por su nombre y cambió sus vidas. Y después de todos estos sucesos confió en ellos, en dos pecadores arrepentidos. Podríamos preguntarnos: ¿Por qué el Señor no nos dio como testigos a dos personas irreprochables, con un pasado limpio y una vida inmaculada? ¿Por qué Pedro, si estaba en cambio Juan? ¿Por qué Pablo y no Bernabé?»
El Señor no hace milagros con quien se cree justo
La gran enseñanza en esto, explicó el Papa, es que “el punto de partida de la vida cristiana no está en el ser dignos”, pues, “con aquellos que se creían buenos, el Señor no pudo hacer mucho”. Esto porque “el Señor no hace milagros con quien se cree justo, sino con quien se econoce necesitado”.
«Él no se siente atraído por nuestra capacidad, no es por esto que nos ama. Él nos ama como somos y busca personas que no sean autosuficientes, sino que estén dispuestas a abrirle sus corazones. Pedro y Pablo eran así, transparentes ante Dios».
El perdón nos permite comenzar de nuevo
Los Santos Apóstoles – prosiguió el Papa – comprendieron que la santidad no consiste en enaltecerse sino en abajarse, no se trata de un ascenso en la clasificación, sino de confiar cada día la propia pobreza al Señor, que hace grandes cosas con los humildes. Y el secreto que los sostuvo en sus debilidades fue “el perdón del Señor”. De ahí que el Papa Francisco exhortase a redescubrir a los Santos Apóstoles como “testigos de perdón”, que “en sus caídas” “descubrieron el poder de la misericordia del Señor, que los regeneró”. Pues, “sólo cuando experimentamos el perdón de Dios renacemos de verdad”.
«Es el perdón el que nos permite comenzar de nuevo; allí nos encontramos con nosotros mismos: en la confesión».
Jesús no es el pasado, sino el presente y el futuro
Puesto que Jesús “no es el pasado, sino el presente y el futuro”, el Papa aseguró con firmeza que para el testigo, Jesús es “más que un personaje histórico”: Él es la persona de la vida, lo nuevo, no lo ya visto, la novedad del futuro, no un recuerdo del pasado.
Testigo es quien vive una historia de amor con Jesús
Por consiguiente, añadió, “un testigo no es quien conoce la historia de Jesús, sino el que vive una historia de amor con Jesús”.
«Porque el testigo, después de todo, lo único que anuncia es que Jesús está vivo y es el secreto de la vida». «El testimonio nace del encuentro con Jesús vivo».
No “cristianos de fachada”, sino testigos de vida nueva
Y aunque “es posible”, dijo el Santo Padre, “que seamos personas que tienen curiosidad por Jesús”, que “nos interesemos por las cosas de la Iglesia o por las noticias religiosas”, a Jesús esto “le interesa poco”. El Cristo Viviente “no quiere reporteros del espíritu”, ni mucho menos “cristianos de fachada” o "de estadísticas": Jesús, “busca testigos, que le digan cada día: ‘Señor, tú eres mi vida’”.
“¿Me amas?”
Y porque encontrando a Jesús y experimentando su perdón, “los apóstoles fueron testigos de una nueva vida”, decidiéndose por “un amor sin límites”, el Romano Pontífice animó a los fieles en este día a pedir la gracia de “no ser cristianos tibios, que viven a medias, que dejan enfriar el amor”, sino a encontrar nuestras raíces “en la relación diaria con Jesús y en la fuerza de su perdón”.
«Jesús te pregunta también a ti como hizo con Pedro: “¿Quién soy yo para ti?”, “¿Me amas?”».
Los pastores no viven para sí mismos, sino para las ovejas
En el día en que también se bendicen los palios para los arzobispos metropolitanos nombrados durante el último año, el Papa recordó cuál es su significado:
«El palio recuerda a la oveja que el pastor está llamado a llevar sobre sus hombros; es signo de que los pastores no viven para sí mismos, sino para las ovejas; es signo de que, para poseer la vida, es necesario perderla, entregarla».
No ahorrar esfuerzos en el camino hacia la unidad de los cristianos
En la conclusión de su homilía el Obispo de Roma saludó con afecto a la Delegación del Patriarcado Ecuménico que según la tradición cada año comparte la alegría de esta Solemnidad en la Basílica de San Pedro. Su presencia, dijo, “nos recuerda que tampoco podemos ahorrar esfuerzos en el camino hacia la unidad plena entre los creyentes, en una comunión a todos los niveles. Porque juntos, reconciliados por Dios y perdonados mutuamente, estamos llamados a ser testigos de Jesús con nuestra vida”, finalizó.
¿Cuál es el enorme poder que encierra el Rosario?
¡Cuántas personas han logrado verse libres de pecados y de malas costumbres el dedicarse a rezar con devoción el santo Rosario!
Cuentan los antiguos que cuando Santo Domingo de Guzmán empezaba a desanimarse al ver que en los sitios donde predicaba la gente no se convertía y la herejía no se alejaba, le pidió a Nuestra Señora le iluminara algún remedio para conseguir la salvación de aquellas personas y que Ella le dijo en una visión:
"Estos terrenos no producirán frutos de conversión sino reciben abundante lluvia de oración".
Desde entonces el santo se dedicó a hacer rezar a las gentes el Padre Nuestro y el Ave María y a recomendarles que pensaran en los misterios de la Vida, Pasión y Muerte de Jesús.
Muy pronto las conversiones fueron muy numerosas y las gentes de aquellas regiones volvieron a la verdadera religión.
Hoy por hoy, después de la Santa Misa, el Rosario es quizás la devoción más practicada por los fieles.
Los adversarios de la religión católica (protestantes, etc.) han dicho y siguen diciendo horrores contra el Santo Rosario pero los católicos han experimentado y siguen experimentando día por día los extraordinarios favores divinos que consiguen con esta santa devoción
¡Cuántas personas han logrado verse libres de pecados y de malas costumbres el dedicarse a rezar con devoción el santo Rosario!
¡Cuántos hay que desde que están rezando el Rosario a la Virgen María han notado como su vida ha mejorado notoriamente en virtudes y en buenas obras!.
Son muchísimos los que por haber rezado con toda fe su Rosario lograron obtener una buena y santa muerte y ahora gozan para siempre en el cielo.
El Santo Rosario y las indulgencias
Ojalá leyéramos algún libro que hable de las maravillas que se consiguen con el rezo del Santo Rosario.
Basta saber que el Rosario ha sido recomendado por muchos Sumos Pontífices yaprobado por la Iglesia Católica en todo el mundo, y que a los que lo rezan se les conceden numerosas indulgencias.
Se llama indulgencia a la rebaja de castigos que tendríamos que sufrir en la otra vida por nuestros pecados.
La Iglesia Católica con el poder que Jesús le dio cuando dijo: "Todo lo que desates en la tierra queda desatado en el cielo", puede conceder a los fieles que por ciertas devociones se les rebaje parte de los castigos que tendrían que sufrir en el purgatorio.
"Se confiere una indulgencia plenaria si el rosario se reza en una iglesia o un oratorio público o en familia, en una comunidad religiosa o asociación pía; se otorga una indulgencia parcial en otras circunstancias"
Condiciones para la Indulgencia plenaria del Santo Rosario:
- Que se recen las cinco decenas del Rosario sin interrupción
- Las oraciones sean recitadas y los misterios meditados
- Si el Rosario es público, los Misterios deben ser anunciados
Además debe cumplirse: Confesión Sacramental, Comunión Eucarística y Oraciones por las intenciones del Papa
Si no se cumplen las condiciones para la indulgencia plenaria, puede aún ganarseindulgencia parcial.
La indulgencia puede ser aplicada a los difuntos. La indulgencia plenaria solo puede ganarse una vez al día (excepto en peligro de muerte).
Lo maravilloso del Santo Rosario no es la repetición de las avemarías o de la mesa bien dispuesta que sostiene la imagen de la Virgen, sino la experiencia de la unidad que se conforma en todo el mundo entero para alabar y bendecir a Dios por los motivos inmensos de su amor para con la humanidad.
Rezar el Rosario es una rica costumbre de la piedad popular donde la Santísima Virgen se hace universal y de mucha importancia para los creyentes.
Rezar el Santo Rosario es la magnífica oportunidad que tenemos todos de experimentar en la fe ese amor a Dios en María Santísima, a la cual le había confiado esa misión salvífica.
Es el santo rosario el lugar para reconocer a María Virgen como la Madre del Señor Jesús y en el plano de la gracia, Madre de todos nosotros. Es a la vez el reconocimiento de que Dios a través de Ella interviene a favor nuestro.
El Rosario es una oración connatural a la gente sencilla que reconoce la elegancia de Dios para hacer nacer a Jesús, el Salvador del vientre inmaculado de la Virgen María.
Por eso en cada decena de las avemarías se medita el sufrimiento, la lucha y el triunfo en ese caminar de Jesús por el camino de la vida, donde la Virgen estuvo presente y actuante para ayudarle a cumplir su misión salvadora.
Mi madre solía decir, que el rosario era tan sagrado porque en el estaba todo Jesús y toda María. Por eso, hoy en día, se hace necesario, que el santo rosario ocupe ese espacio tan vivo en los hogares.
Ángelus: Redescubrir “la alegría de ser hermanos y hermanas en la Iglesia”
“Amar a nuestra Iglesia”
JUNIO 29, 2019 15:13 REDACCIÓNANGELUS Y REGINA COELI
(ZENIT – 29 junio 2019).- El Papa considera que los apóstoles Pedro y Pablo nos invitan en su fiesta a “redescubrir la alegría de ser hermanos y hermanas en la Iglesia” y a dar gracias por las personas que son diferentes a nosotros, considerándolas “un don” para nuestra Iglesia, según indica Vatican News.
Hoy, 29 de junio, en la solemnidad de san Pedro y san Pablo, el Papa ha rezado el Ángelus junto a los fieles congregados en la plaza de San Pedro y les ha dirigido unas palabras antes y después de esta oración mariana.
En las palabras previas al rezo, de acuerdo al medio vaticano, el Santo Padre ha centrado su reflexión en los santos apóstoles y en cómo se representan en la iconografía.
Jesús ama a su Iglesia
En primer lugar, se ha referido a los iconos de estos dos santos que aparecen sosteniendo el edificio de la Iglesia, que llevaron a Francisco a rememorar las palabras del Evangelio de hoy, en las que Jesús se dirige a Pedro: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16,18)”.
El Pontífice se centró en el hecho de que Jesús se refiera a la Iglesia con el adjetivo posesivo “mi”: “Jesús no habla de la Iglesia como una realidad externa, sino que expresa el gran amor que siente por ella: mi Iglesia”.
El Obispo de Roma remarcó que Jesús ama a la Iglesia y nos ama a nosotros, pues para Cristo “no somos un grupo de creyentes ni una organización religiosa”, sino “su esposa”. Además, es capaz de amarla “con absoluta fidelidad”, “a pesar de nuestros errores y traiciones”.
Asimismo, el Santo Padre indicó que nosotros también podemos llamar a la Iglesia nuestra, desde la perspectiva de un “amor inclusivo”. “La Iglesia, en efecto, no es ‘mía’ porque responde a mi yo, a mis deseos, sino para que derrame en ella mi afecto. Es mía para que yo la cuide, para que, como los Apóstoles en el icono, yo también la sostenga. ¿Cómo? Con el amor fraterno”, explicó.
Redescubrir la alegría de la fraternidad
Con respecto a los iconos en los que los santos Pedro y Pablo aparecen abrazados, el Papa aludió a las diferencias patentes entre ambos. Aunque eran muy distintos, tanto en carácter como en forma de vida, describió, estaban unidos por algo “infinitamente mayor”, por Jesús.
Por otro lado, recordó que es bueno valorar las cualidades y dones del prójimo, sin envidia, porque esta “hace la vida amarga” y que, como parte del misterio de la Iglesia, “nos pertenecemos los unos a los otros, porque compartimos la misma fe, el mismo amor, la misma esperanza, el mismo Señor”.
Y por ello exhortó a pedir hoy la gracia de “amar a nuestra Iglesia”, de manera que seamos capaces de ver en los demás hermanos y hermanas, de acogerlos en nuestro corazón con el amor que Jesús tiene por nosotros y de obtener fuerza para rezar por los que piensan distinto.
Agradecimientos y saludos
Después de rezar el Ángelus, de acuerdo también a la información ofrecida por Vatican News, el Santo Padre volvió a agradecer la visita de la delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla y envió su saludo cordial y fraterno a Su Santidad Bartolomé I.
También saludó a los peregrinos que habían acudido a acompañar a los arzobispos metropolitanos para los que hoy bendijo los Palios y manifestó su agradecimiento a los floricultores que han decorado la via della Conziliazione con una bella alfombra de flores.
También saludó a todos los peregrinos, especialmente a los de Vietnam, Eslovaquia, El Paso (Texas), Kansas City y Alemania, a la Yago School de Sevilla, al Colegio Ahlzahir de Córdoba; al grupo de la Radio Voix de la Charité del Líbano, al Movimiento Eucarístico Juvenil de España, a los sacerdotes Resurreccionistas, a los fieles de Donori, Forlì, Lanciano, Brindisi y Castelfranco Veneto, y al coro Francisco de Asís de Mesagne.
Por último, ha deseado a todos un feliz día de fiesta y ha demandado oraciones por él a través de la intercesión de san Pedro y San Pablo.
Ángelus: “La urgencia de comunicar el Evangelio, no admite demoras”
Palabras del Papa antes de la oración mariana
JUNIO 30, 2019 13:16 RAQUEL ANILLOANGELUS Y REGINA COELI
(ZENIT – 30 junio 2019).- A las 12 del mediodía de hoy, 13º domingo del tiempo ordinario, el Santo Padre Francisco
desde la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano se dirige a los peregrinos y fieles reunidos en la Plaza San Pedro para recitar el Ángelus.
Estas son las palabras del Papa al introducir la oración mariana:
Palabras del Papa antes del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de hoy (cf. Lc 9, 51-62), san Lucas comienza el relato del último viaje de Jesús a Jerusalén, que concluirá en el capítulo 19. Es una larga marcha no sólo geográfica sino espiritual y teológica una marcha hacia el cumplimiento de la misión del Mesías. La decisión de Jesús fue total, y los que le siguieron fueron llamados a medirse con Él. El evangelista presenta hoy tres personajes -tres casos de vocación, podríamos decir- que ponen de relieve lo que se pide a quien quiere seguir a Jesús hasta el final, totalmente.
El primer personaje le promete: “Te seguiré dondequiera que vayas”. (v. 57). Pero Jesús responde que el Hijo del Hombre, a diferencia de los zorros que tienen madrigueras y los pájaros que tienen nidos, “no tiene donde reclinar la cabeza” (ver 58), la pobreza absoluta de Jesús. Jesús, de hecho, dejó la casa de su padre y renunció a toda seguridad para anunciar el Reino de Dios a las ovejas perdidas de su pueblo. Así Jesús señaló a sus discípulos que nuestra misión en el mundo no puede ser estática, sino itinerante. El cristiano es un itinerante. La Iglesia por su naturaleza está en movimiento, no es sedentaria y no se queda tranquila en su propio recinto. Está abierta a los horizontes más amplios, enviada, la Iglesia es enviada a llevar el Evangelio a las calles y llegar a las periferias humanas y a asistenciales. Este es el primer personaje.
El segundo personaje con el que Jesús se encuentra recibe la llamada directamente de Él, pero responde: “Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre” (v. 59). Es una petición legítima, basada en el mandamiento de honrar al padre y a la madre (cf. Ex 20,12). Sin embargo, Jesús responde: “Deja que los muertos entierren a sus muertos” (v. 60). Con estas palabras, deliberadamente provocadas Él tiene la intención de reafirmar la primacía del seguimiento y la proclamación del Reino de Dios, incluso por encima de las realidades más importantes, como la familia. La urgencia de comunicar el Evangelio, que rompe la cadena de la muerte e inaugura la vida eterna, no admite demoras, pero requiere inmediatez y disponibilidad, es decir, la Iglesia es itinerante, pero también la Iglesia es decidida, va con prontitud, al momento, sin esperar.
El tercer personaje también quiere seguir a Jesús pero con una condición, después de haber ido a despedirse de sus parientes, por eso se escucha decir al Maestro: “El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios” (v. 62). Seguir a Jesús excluye las nostalgias y las miradas hacia atrás, sino que requiere la virtud de la decisión. La Iglesia para seguir a Jesús es itinerante, con prontitud, enseguida lo hace y decidida. El valor de estas tres condiciones planteadas por Jesús – itinerancia, prontitud y decisión – no radica en una serie de dichos de “no” a las cosas buenas e importantes de la vida. El acento, más bien, debe ser colocado sobre el objetivo principal: ¡llegar a ser discípulo de Cristo! Una elección libre y consciente, hecha por amor, para corresponder a la gracia inestimable de Dios, y no hecha de una manera de promoverse a sí mismo. Esto es triste, atención a aquellos que piensan que están siguiendo a Jesús para promoverse a sí mismos, es decir, para hacer carrera, para sentirse importantes o adquirir un puesto de prestigio. Jesús quiere que sean apasionados de él y del Evangelio. Una pasión del corazón que se traduce en gestos concretos de proximidad, de cercanía a los hermanos más necesitados de acogida y cuidados. Como él mismo lo vivió.
Que la Virgen María, icono de la Iglesia en camino, nos ayude a seguir con alegría al Señor Jesús y proclamar a nuestros hermanos y hermanas, con renovado amor, la Buena Nueva de la salvación