¿No es acaso el hijo del carpintero?

Eusebio de Vercelli, Santo

Memoria Litúrgica, 2 de agosto

Obispo

Martirologio Romano: San Eusebio, primer obispo de Vercelli, en la Liguria, que consolidó la Iglesia en toda la región subalpina y que, por defender la fe del Concilio de Nicea, fue desterrado por el emperador Constancio a Escitópolis y, posteriormente, a Capadocia y a la Tebaida. Vuelto a su sede después de ocho años, trabajó con empeño y valentía para restablecer la fe contra los arrianos ( 371).

Breve Biografía

Nació en Cerdeña, Italia. Al morir su padre, su madre lo llevó a vivir a Roma, donde el Papa Liberio lo tomó bajo su protección, lo educó y lo ordenó de sacerdote. Poco después en la ciudad de Vercelli, al norte de Italia, murió el obispo, y el pueblo y los sacerdotes proclamaron a Eusebio como el nuevo obispo, por su santidad y sus muchos conocimientos.

San Ambrosio dice que el obispo Eusebio de Vercelli fue el primero en Occidente al cual se le ocurrió organizar a sus sacerdotes en grupos para formarse mejor y ayudarse y animarse a la santidad. Para este santo su más importante labor como obispo era tratar de que sus sacerdotes llegaran a la santidad. Fue obispo de Vercelli por 28 años.

Una de sus grandes preocupaciones era instruir al pueblo en religión. Y él mismo iba de parroquia en parroquia instruyendo a los feligreses.

En aquellos tiempos se estaba extendiendo una terrible herejía llamada Arrianismo, que enseñaba que Cristo no era Dios. Los más grandes santos de la época se opusieron a tan tremendo error, pero el jefe de gobierno, llamado Constancio, la apoyaba. Hicieron entonces una reunión de obispos en Milán, para discutir el asunto, pero Eusebio al darse cuenta de que el ejercito del emperador iba a obligarlos a decir lo que él no aceptaba, no quiso asistir. Constancio le ordenó que se hiciera presente, y el santo le avisó que iría, pero que no aceptaría firmar ningún error. Y así lo hizo. A pesar de que hereje emperador lo amenazó con la muerte, él no quiso aceptar el que Jesucristo no sea Dios, por esto fue desterrado.

Fue llevado encadenado hasta Palestina y encerrado en u cuartucho miserable. Los herejes lo arrastraron por las calles y lo insultaron, pero él seguía proclamando que Jesucristo sí es Dios. En una carta suya cuenta los espantosos sufrimientos que tuvo que padecer por permanecer fiel a su santa religión, y expresa su deseo de poder morir sufriendo por el Reino de Dios.

Al morir Constancio, su sucesor decretó la libertad de Eusebio y éste pudo volver a su amada diócesis de Vercelli. San Jerónimo dice que toda la ciudad sintió enorme alegría por su llegada y que su vuelta fue como el termino de un tiempo de luto y dolor.

El resto de su vida lo empleó junto con grandes santos como San Atanasio y San Hilario en atacar y acabar la herejía de los arrianos, y en propagar por todas partes la santa religión. Murió el 1 de agosto del año 371.

La Iglesia lo considera mártir, no porque haya muerto martirizado, sino porque en sus tiempos de prisión tuvo que soportar sufrimientos horrorosos, y los supo sobrellevar con gran valentía.

El repetía: "Puedo equivocarme en muchas cosas, pero jamás quiero dejar de pertenecer a la verdadera religión".

Ver a Dios en lo ordinario

Santo Evangelio según san Mateo 13, 54-58. Viernes XVII del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Que pueda descubrirte en mi vida y saber reconocer que Tú me hablas en el silencio de mi alma.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 54-58

En aquel tiempo, fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: "¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?" Y aquello les resultaba escandaloso. Jesús les dijo: "Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta." Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.

Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hablar de Dios es difícil y aún más hacerlo con las personas que están más cerca de nosotros, por esos necesitamos pedirle a Dios que nos dé la valentía necesaria para actuar por amor ya que debemos reconocer que también es un bien para la gente que conocemos mejor.

A veces las cosas más ordinarias nos hablan a gritos de Dios y en esos momentos debemos tener la actitud de confianza que Dios nos puede hablar en modos inesperados. Los aspectos ordinarios nos pueden confundir porque esperamos que Dios venga y nos hable de una manera extravagante, pero Dios actúa diferente, Él hace las cosas simples para que todos sus hijos puedan entenderlo. Abrir los ojos para descubrir la presencia de Dios en nuestra vida ordinaria es un reto que debemos tomar cada día.

«El texto antes de ese de hoy, la parte que viene antes dice que la gente lo miraba, estaba sorprendida —¡qué bonito!, lo que ha dicho, ¡qué bonito! — estaba contenta. Pero, no falta nunca un charlatán que ha empezado a decir “pero este, este es hijo de un carpintero, ¿qué nos enseña? ¿En qué universidad ha estudiado? — Sí, es el hijo de José”. Y así empezaron a cruzarse las opiniones y cambia la actitud de la gente: quieren matarlo. Se pasa de la admiración, del estupor, a las ganas de matarlo. El hecho, es que también estos que estaban en la sinagoga de Nazareth querían el espectáculo de Jesús y de hecho decían pero que haga milagros, lo que dicen que ha hecho en Galilea, y nosotros creeremos. Es así, sin embargo, que Jesús explica las cosas: “En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria”».

(Homilía del Papa Francisco, 5 de marzo de 2018, en santa Marta)

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuaci
ón.


Tomar cinco minutos para pensar cómo ha actuado Dios durante la semana, ¿lo he escuchado? ¿Mi comportamiento cotidiano es acorde a su voluntad?

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Dios está presente en la historia de tu vida

Al volver la vista atrás en la propia vida podemos descubrir la presencia de Dios que nos acompaña y cuida con mano de Padre.

¡Sí! La historia nos habla de la presencia y del amor de Dios para la humanidad y para cada hombre personalmente. Desde el inicio de la creación, cuando Dios creó al hombre a su imagen y el hombre rechazó esta amistad por su desconfianza y desobediencia, la historia nos muestra el esfuerzo del hombre para volver a encontrar la felicidad que tenía al principio pero había perdido.

También nos habla de la presencia continua de Dios que ayuda el hombre a descubrir que su verdadera felicidad sólo se encuentra en Él. Podemos ver todo esto en concreto en el Antiguo Testamento, que es nada más que la historia del Pueblo Escogido de Israel y nos habla, como la historia de tantos otros pueblos, de reyes, de guerras, de héroes y de traidores, pero, también, de manera explícita, de la presencia perenne y de la acción favorable de Dios hacía “su” Pueblo.

Pero el instante definitivo de la historia ha llegado hace más de 2000 años cuando Dios se ha hecho hombre, en la Persona de Jesucristo, y ha querido vivir y compartir la vida humana en todas sus realidades cotidianas de la familia, del trabajo, del amor y del sufrimiento. La vida de Jesucristo no sólo ha marcado al mundo durante unos años, sino que su influencia ha venido perpetuándose hasta hoy. Además, varias de las páginas más importantes y más bellas de la historia, después de Cristo, han sido escritas por discípulos suyos, tal como San Francisco de Asís y Santo Teresa del Niño Jesús, o más cercano, por San Juan Pablo II.

Desde que Dios quiso entrar en el tiempo no sólo la historia de un Pueblo está acompañada por la presencia de Dios, sino toda la humanidad, así como cada persona. Al volver la vista atrás en la propia vida y en la propia historia personal, muchos pueden descubrir también esta presencia divina que les acompaña y les cuida con mano de Padre.

El Pueblo de Israel supo descubrir la especial intervención de Dios en su historia, y cómo la bendición que Dios dio a los judíos era un bien para toda la humanidad. Con Cristo se hizo realidad la promesa: Dios entró en la historia y quiso rescatar a los que vivíamos en las tinieblas del pecado y del error (Ef 5,8; Col 1,13-14). Por eso la historia tiene un sentido sagrado: cada momento puede quedar redimido por Cristo, o puede seguir manifestando las tinieblas del pecado.

A pesar de que alguno tenga motivos para pensar que hay más pecado que santidad y que el cristianismo ha fracasado después de más 2000 años de historia, lo cierto es que el perdón de Dios sigue disponible para todos los que lo acojan. Pablo de Tarso se convirtió cuando perseguía a los cristianos.

También hoy cada hombre o mujer puede cambiar su vida cuando llegue a esta certeza: Cristo "me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2,20).

¿Por qué Dios permite la tentación?

Las tentaciones tienen un objetivo en nuestra vida y hay que aprender a descubrirlo

Cuando rezamos el Padrenuestro decimos: “no nos dejes caer en la tentación”. Pero, ¿no parecería imposible evitar tener alguna tentación? ¿Es malo experimentarla? ¿Cómo hay que entender esto?Veámoslo.

Las tentaciones tienen un objetivo en nuestra vida y hay que aprender a descubrirlo. La palabra tentación procede de tentatio que significa prueba o test. Y bien sabemos que sólo ante las pruebas podemos descubrir cuánta resistencia podemos forjar. Por eso, debemos tener muy claro que experimentar la tentación no es pecado, lo que sí lo es, es consentirla, es decir, caer en ella.

Dios no es el autor de las tentaciones ni nos las manda, pero sí permite que seamos tentados para que podamos forjar las virtudes. De hecho, existe más mérito en ser tentado y resistir la prueba, que nunca experimentar alguna tentación. De tal modo que, las pruebas que vivimos, son una gran oportunidad para crecer en la santidad, que es la vocación universal de todos.

De hecho, Jesús tuvo momentos fuertes de tentación en su vida aquí en la tierra, tanto en el desierto como en el huerto de Getsemaní, antes de ser tomado preso. Por lo tanto, si Él fue tentado, con mayor razón nosotros también las tendremos; pero, así como Cristo logró vencerlas, así también debemos animarnos a luchar sin cansancio hasta dominarlas y salir victoriosos de ellas.

Ahora bien, hay que saber que, si Dios permite que la tentación llegue a nuestra puerta, también nos dará todas las gracias necesarias para salir victoriosos. Ya nos dice San Pablo: “De hecho, ustedes todavía no han sufrido más que pruebas muy ordinarias. Pero Dios es fiel y no permitirá que sean tentados por encima de sus fuerzas. En el momento de la tentación les dará fuerza para superarla” (1Cor 10, 13).

Una de las armas más eficaces para poder vencer las tentaciones es la oración, ya Jesús nos lo dejó muy claro: “Oren para que no caigan en tentación” (Lc 22, 40). El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice también: “Jesús es vencedor del Tentador, desde el principio (Cf Mt 4, 11) y en el último combate de su agonía (cf Mt 26, 36-44). En esta petición a nuestro Padre, Cristo nos une a su combate y a su agonía. La vigilancia del corazón es recordada con insistencia en comunión con la suya” (CEC 2849).

Entonces, en la oración del Padrenuestro ¿qué es lo que pedimos? El Catecismo nos responde: “[…] Pedimos a nuestro Padre que no nos “deje caer” en ella. Traducir en una sola palabra el texto griego es difícil: significa “no permitas entrar en” (cf Mt26, 41), “no nos dejes sucumbir a la tentación”. “Dios ni es tentado por el mal ni tienta a nadie” (St 1, 13), al contrario, quiere librarnos del mal. Le pedimos que no nos deje tomar el camino que conduce al pecado, pues estamos empeñados en el combate “entre la carne y el Espíritu”. Esta petición implora el Espíritu de discernimiento y de fuerza” (CEC 2846).

No te desanimes si las tentaciones han llegado a tu vida, al contrario, velas como una motivación en donde tienes algo que ofrecerle a Dios. Para no caer en la tentación, debemos dejarnos conducir por el Espíritu Santo, ya que, si nos dejamos conducir por Él, sabremos reconocerla, y poner los medios adecuados para poder vencerla. Estemos siempre vigilantes, ya que el enemigo siempre nos ataca por donde más débiles nos mostramos.

¿Cómo obtener indulgencia plenaria cada 1 y 2 de agosto

San Francisco de Asis: Indulgencia plenaria de la Porciúncula

Cada año todos los fieles que visiten una iglesia franciscana en cualquier lugar del mundo desde el mediodía del 1 de agosto, y todo el 2 de agosto, podrán obtener la llamada indulgencia plenaria de la Porciúncula.

Este don requiere además las condiciones habituales de confesión sacramental, comunión eucarística y la oración por las intenciones del Papa.

En declaraciones para ACI Prensa, el Hno. Gonzalo Cateriano, exprovincial de los Franciscanos Capuchinos en el Perú, resaltó el "gran deseo de San Francisco de Asís de que todas las almas se salven" y que los fieles "con piedad y devoción" reciban la indulgencia cumpliendo las disposiciones de la Iglesia.

Señaló además que "antiguamente era muy difícil que la Iglesia conceda indulgencias" ya que solo se obtenían en peregrinación a algunos lugares como Tierra Santa, por tanto es un gran regalo que San Francisco obtuvo por su amor a las almas.

"Ahora el Perdón de Asis se puede obtener en todas las iglesias franciscanas del mundo desde la víspera de la fiesta central" e invitó que todas las personas se acerquen para recibirla.

La concesión de la Indulgencia de la Porciúncula se dio en 1216, cuando San Francisco partió para Perusa junto al hermano Maseo para ver al Papa Honorio III, luego que una noche anterior el mismo Cristo y la Virgen rodeados de ángeles se le habían aparecido en la capilla de Santa María de los Ángeles en Asís.

En este aparición, el santo le pidió al Señor le concediese una indulgencia a cuantos visitasen la Iglesia dedicada a la Virgen bajo la advocación de María de los Ángeles. El Señor aceptó y le ordenó que se dirigiese a Perusa, para obtener del Papa el favor deseado. El Santo Padre concedió la gracia.

En 1966 el Papa Pablo VI publicó la Carta Apostólica "Sacrosancta Portiunculae ecclesia" con ocasión del 750º aniversario de la concesión de la indulgencia de la Porciúncula, donde expresó que "la institución de esta indulgencia sea celebrado de manera que verdaderamente la Porciúncula sea aquel lugar santo donde se consigue el perdón total y se hace estable la paz con Dios".

Además refiriéndose a las peregrinaciones que los fieles realizan hacia el lugar, indicó que "quiera Dios que la peregrinación, transmitida durante siglos, a la iglesia de la Porciúncula, que Nuestro mismo Predecesor Juan XXIII emprendió con ánimo piadoso, no termine sino que más bien crezca continuamente la multitud de los fieles que acuden aquí al encuentro con Cristo rico en misericordia y con su Madre, que intercede siempre ante él".

La pequeña iglesia conocida como Porciúncula que San Francisco de Asís dedicó a Santa María de los Ángeles, se encuentra dentro de la gran Basílica que lleva el mismo nombre de esta advocación mariana. La Basílica data de los siglos XVI y XVII.

Esta iglesia fue la segunda morada del santo y de sus primeros hermanos, así como el lugar donde la tarde del 3 de octubre de 1226, San Francisco falleció. Aquí también el Domingo de Ramos de 1211 San Francisco recibió la consagración de Santa Clara, dando origen a las clarisas.

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