Administradores del misterio de Dios
- 11 Agosto 2019
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Clara de Asís, Santa
Memoria Litúrgica, 11 de agosto
Virgen y Fundadora
Martirologio Romano: Memoria de santa Clara, virgen, que, como primer ejemplo de las Damas Pobres de la Orden de los Hermanos Menores, siguió a san Francisco, llevando una áspera vida en Asís, en la Umbría, pero, en cambio, rica en obras de caridad y de piedad. Enamorada de verdad por la pobreza, no consintió ser apartada de la misma ni siquiera en la extrema indigencia y enfermedad († 1253).
Breve Biografía
Nació en Asís el año 1193. Fue conciudadana, contemporánea y discípula de San Francisco y quiso seguir el camino de austeridad señalado por él a pesar de la durísima oposición familiar.
Si retrocedemos en la historia, vemos a la puerta de la iglesia de Santa María de los Ángeles (llamada también de la Porciúncula), distante un kilómetro y medio de la ciudad de Asís, a Clara Favarone, joven de dieciocho años, perteneciente a la familia del opulento conde de Sasso Rosso.
En la noche del domingo de ramos, Clara había abandonado su casa, el palacio de sus padres, y estaba allí, en la iglesia de Santa María de los Ángeles. La aguardaban san Francisco y varios sacerdotes, con cirios encendidos, entonando el Veni Creátor Spíritus.
Dentro del templo, Clara cambia su ropa de terciopelo y brocado por el hábito que recibe de las manos de Francisco, que corta sus hermosas trenzas rubias y cubre la cabeza de la joven con un velo negro. A la mañana siguiente, familiares y amigos invaden el templo. Ruegan y amenazan. Piensan que la joven debería regresar a la casa paterna. Grita y se lamenta el padre. La madre llora y exclama: "Está embrujada". Era el 18 de marzo de 1212.
Cuando Francisco de Asís abandonó la casa de su padre, el rico comerciante Bernardone, Clara era una niña de once años. Siguió paso a paso esa vida de renunciamiento y amor al prójimo. Y con esa admiración fue creciendo el deseo de imitarlo.
Clara despertó la vocación de su hermana Inés y, con otras dieciséis jóvenes parientas, se dispuso a fundar una comunidad.
La hija de Favarone, caballero feudal de Asís, daba el ejemplo en todo. Cuidaba a los enfermos en los hospitales; dentro del convento realizaba los más humildes quehaceres. Pedía limosnas, pues esa era una de las normas de la institución. Las monjas debían vivir dependientes de la providencia divina: la limosna y el trabajo.
Corrieron los años. En el estío de 1253, en la iglesia de San Damián de Asís, el papa Inocencio IV la visitó en su lecho de muerte. Unidas las manos, tuvo fuerzas para pedirle su bendición, con la indulgencia plenaria. El Papa contestó, sollozando: "Quiera Dios, hija mía, que no necesite yo más que tú de la misericordia divina".
Lloran las monjas la agonía de Clara. Todo es silencio. Sólo un murmullo brota de los labios de la santa.
- Oh Señor, te alabo, te glorifico, por haberme creado.
Una de las monjas le preguntó:
- ¿Con quién hablas?
Ella contestó recitando el salmo.
- Preciosa es en presencia del Señor la muerte de sus santos.
Y expiró. Era el 11 de agosto de 1253. Fue canonizada dos años más tarde, el 15 de agosto de 1255, por el papa Alejandro IV, quien en la bula correspondiente declaró que ella "fue alto candelabro de santidad", a cuya luz "acudieron y acuden muchas vírgenes para encender sus lámparas".
Santa Clara fundó la Orden de Damas Pobres de San Damián (hoy llamada Orden de las hermanas pobres de Santa Clara), llamadas normalmente Clarisas, rama femenina de los franciscanos, a la que gobernó con fidelidad exquisita al espíritu franciscano hasta su muerte y desde hace siete siglos reposa en la iglesia de las clarisas de Asís.
De ella dijo su biógrafo Tomás Celano: "Clara por su nombre; más clara por su vida; clarísima por su muerte".
Santo Evangelio según san Lucas 12, 32-48. Domingo XIX del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor concédeme renovar en mi vida la convicción de mi principio y fin. Que en el experimente la fuerza y belleza del don de la vida.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 32-48
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No temas, rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino. Vendan sus bienes y den limosnas. Consíganse unas bolsas que no se destruyan y acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba, allá donde no llega el ladrón, ni carcome la polilla. Porque donde está su tesoro, ahí estará su corazón.
Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a medianoche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos.
Fíjense en esto: Si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. Pues también ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen vendrá el Hijo del hombre”.
Entonces Pedro le preguntó a Jesús: “¿Dices esta parábola sólo por nosotros o por todos?” El Señor le respondió: “Supongan que un administrador, puesto por su amo al frente de la servidumbre, con el encargo de repartirles a su tiempo los alimentos, se porta con fidelidad y prudencia. Dichoso este siervo, si el amo, a su llegada, lo encuentra cumpliendo con su deber. Yo les aseguro que lo pondrá al frente de todo lo que tiene. Pero si este siervo piensa: ‘Mi amo tardará en llegar’ y empieza a maltratar a los criados y a las criadas, a comer, a beber y embriagarse, el día menos pensado y a la hora más inesperada, llegará su amo y lo castigará severamente y le hará correr la misma suerte que a los hombres desleales.
El servidor que, conociendo la voluntad de su amo, no haya preparado ni hecho lo que debía, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, haya hecho algo digno de castigo, recibirá pocos.
Al que mucho se le da, se le exigirá mucho, y al que mucho se le confía, se le exigirá mucho más”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En el Evangelio de hoy podemos palpar como Jesús nos revela y abre el amor de su Padre, de nuestro Padre. En sus palabras podemos experimentar y encontrar lo que somos para Él, como nos mira y cuanto nos ama. Quizás al leer este pasaje evangélico podemos fijar nuestra atención en la llamada que el Señor nos hace a estar preparados para el día en que seamos llamados a dar cuentas delante de Él sobre lo que hicimos y cómo actuamos en nuestra vida. De ello puede nacer un deseo o actitud a vivir en constante espera y cuidado, pero posiblemente motivado por el miedo o el temor a ese día, en que el Señor vendrá. Sin embargo, Jesús al inicio nos dice «no temas, rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino...».
El Señor nos invita a no temer sino a confiar. Nos llama a esperar ese día con paz y sencillez. Nos invita a vivir para el cielo, porque para eso hemos sido creados. Él desea que nuestra vida aquí en la tierra sea guiada e impulsada por Él, que vivamos con y en Él. Es por ello por lo que detrás de estas palabras podemos escuchar el corazón del Señor que nos dice quiénes somos: sus hijos. Nos abre su corazón y nos revela cuanto nos ama y como desea que estemos y vivamos con Él. En sus palabras descubrimos que Él es nuestro creador.
El Señor nos invita a descubrir la belleza de lo que significa vivir como los criados que están esperando a que su Señor regrese, que nuestra vida es para ir al cielo. No como criados que esperan con temor, sino como hijos que anhelan y desean la venida de su Señor, de su Padre. Que en nuestra vida, en medio de la luz o de la oscuridad tenga siempre esta convicción.
«El Evangelio recomienda ser como los siervos que no van nunca a dormir, hasta que su jefe no ha vuelto. Este mundo exige nuestra responsabilidad y nosotros la asumimos completa y con amor. Jesús quiere que nuestra existencia sea trabajosa, que nunca bajemos la guardia, para acoger con gratitud y estupor cada nuevo día que Dios nos regala. Cada mañana es una página en blanco que el cristiano comienza a escribir con obras de bien. Nosotros hemos sido ya salvados por la redención de Jesús, pero ahora esperamos la plena manifestación de su señoría: cuando finalmente Dios sea todo en todos. Nada es más cierto en la fe de los cristianos que esta “cita”, esta cita con el Señor, cuando Él venga. Y cuando este día llegue, nosotros, los cristianos, queremos ser como aquellos siervos que pasaron la noche con los lomos ceñidos y las lámparas encendidas: es necesario estar listos para la salvación que llega, listos para el encuentro. ¿Habéis pensado, vosotros, cómo será el encuentro con Jesús, cuando Él venga? Pero, será un abrazo, una alegría enorme, ¡una gran alegría! ¡Debemos vivir a la espera de este encuentro!».
(Audiencia de S.S. Francisco, 11 de octubre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscar vivir mi día de hoy como ofrecimiento al Señor y de cara a Él.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Qué significa tener confianza en la Divina Providencia?
Por tanto, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se les dará por añadidura (Mt. 6, 33).
Tener confianza en la Divina Providencia, es confiar en que Dios es nuestro Creador, nuestro Padre, nuestro Dueño, y El está atento a todas nuestras necesidades.
Dios, en su Divina Providencia, conoce todas nuestras necesidades mejor que nosotros mismos y se ocupa de ellas. Tener confianza en su Divina Providencia es saber que todo está en sus Manos.
CIC #301 “Reconocer esta dependencia completa con respecto al Creador es fuente de sabiduría y de libertad, de gozo y de confianza”.
Jesucristo nos explicó el atento cuido de Dios nuestro Padre:
“No anden tan preocupados ni digan: ¿tendremos alimento? ¿qué beberemos?, o ¿tendremos ropas para vestirnos? Los que no conocen a Dios se afanan por eso, peroel Padre del Cielo, Padre de ustedes, sabe que necesitan todo eso”. (Mt. 6, 31-32)
“Fíjense en las aves del cielo, que no siembran, ni cosechan, ni guardan alimentos en graneros. Sin embargo, el Padre del Cielo, el Padre de ustedes, las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que las aves? (Mt. 6, 26).
Pensamos: pero Dios a veces no responde, a veces se tarda en responder… Es que Dios atiende nuestras verdaderas necesidades, no las que nosotros creemos que son necesidades o aquellas que nos inventamos.
Y las atiende a su tiempo, que casi nunca coincide con el nuestro:
“Todas esas creaturas de Ti esperan que les des a su tiempo el alimento. Apenas se lo das, ellos lo toman, abres tu mano y se sacian de bienes” (Sal. 104, 27-28).
Y se ocupa de lo grande y de lo pequeño, y de grandes y pequeños:
“El hizo a los pequeños y a los grandes; El se preocupa por todos” (Sab. 6, 7b).
“¿Acaso un par de pajaritos no se venden por unos centavos? Pero ni uno de ellos cae en tierra sin que lo permita vuestro Padre” (Mt. 10, 29).
Dios está pendiente de todo. Por eso continúa Jesucristo explicándonos:
“Entonces no teman, pues hasta los cabellos de sus cabezas están contados. Con todo, ustedes valen más que los pajaritos” (Mt. 10, 30-31).
“No anden preocupados por su vida con problemas de alimentos, ni por su cuerpo con problemas de ropa. ¿No es más importante la vida que el alimento y más valioso el cuerpo que la ropa?” (Mt. 6, 25).
“Miren cómo crecen las flores del campo, y no trabajan ni tejen. Pero Yo les digo que ni Salomón, con todo su lujo, pudo vestir como una de ellas. Y si Dios viste así el pasto del campo, que hoy brota y mañana se echa al fuego, ¿no hará mucho más por ustedes? ¡Qué poca fe tienen!” (Mt. 6, 28).
“Por tanto, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se les dará por añadidura” (Mt. 6, 33).
Mt 6 (texto completo): 25. Por eso Yo les digo: No anden preocupados por su vida con problemas de alimentos, ni por su cuerpo con problemas de ropa. ¿No es más importante la vida que el alimento y más valioso el cuerpo que la ropa?
- Fíjense en las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, no guardan alimentos en graneros, y sin embargo el Padre del Cielo, el Padre de ustedes, las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que las aves?
- ¿Quién de ustedes, por más que se preocupe, puede añadir algo a su estatura? 28. Y ¿por qué se preocupan tanto por la ropa? Miren cómo crecen las flores del campo, y no trabajan ni tejen.
- Pero Yo les digo que ni Salomón, con todo su lujo, se pudo vestir como una de ellas.
- Y si Dios viste así el pasto del campo, que hoy brota y mañana se echa al fuego, ¿no hará mucho más por ustedes? ¡Qué poca fe tienen!
- No anden tan preocupados ni digan: ¿tendremos alimentos? o ¿qué beberemos? o ¿tendremos ropas para vestirnos?
- Los que no conocen a Dios se afanan por esas cosas, pero el Padre del Cielo, Padre de ustedes, sabe que necesitan todo eso.
- Por lo tanto, busquen primero el Reino y la Justicia de Dios, y se les darán también todas esas cosas. 34. No se preocupen por el día de mañana, pues el mañana se preocupará por sí mismo. A cada día le bastan sus problemas.
Oración a la Divina Providencia
Una plegaria confiada en la mano pródiga del Señor, quien dipone de todo para el bien de los que ama.
Dios y Señor Nuestro, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
cuya Providencia no se equivoca en todo lo que dispone,
y nada acontece que no lo ordene,
rendidamente te pedimos y suplicamos
que apartes de nosotros todo lo que nos pueda separar de Ti,
y nos concedas todo lo que nos conviene.
Haz que en toda nuestra vida busquemos primeramente Tu Reino
y que seamos justos en todo;
que no nos falte el trabajo,
el techo bajo el cual nos cobijamos,
ni el pan de cada día.
Líbranos de las enfermedades y de la miseria;
que ningún mal nos domine.
Sálvanos del pecado, el mayor de todos los males,
y que siempre estemos preparados santamente a la muerte.
Por Tu Misericordia, Señor y Dios Nuestro,
haz que vivamos siempre en Tu Gracia.
Así seremos dignos de adorar Tu amable Providencia
en la eterna bienaventuranza.
Amén.
¿Sabes qué es ser escrupuloso?
5 tips para saber si lo eres
Es un sano ejercicio hacer examen de conciencia con frecuencia para ir ordenando la vida. En este ejercicio no es poco frecuente mirar todo aquello que hacemos (y qué hacen los demás) como si fuera pecado y que Dios seguro está muy molesto con nosotros.
En nuestra vida espiritual es bueno ser cuidadosos, piadosos y esforzados, pero siempre es bueno tener cuidado y pensar si en mi modo de actuar hay un fariseismo un poco escondido. Ese que se da golpes de pecho y se cree mejor que los demás, o peor aún, ese que cree que por mil practicas externas que cumple ya ha convertido completamente su corazón y está listo para ganarse el Cielo.
Para comprender un poco más qué significa ser escrupuloso y cómo afecta esta actitud a nuestra vida espiritual, te dejo estos 5 puntos que te pueden ser muy útiles
1. Algo bueno puede resultar…malo
Yo soy también de ese club, el de los escrupulosos. Les cuento una anécdota. Soy profesor de Educación Física y deportes. Ahora no ejerzo la docencia, pero en aquellos años, intentaba ir al trabajo en bicicleta cada vez que podía.
Para ello, obviamente procuraba usar una buena dosis de desodorante y perfume, pues el trayecto lo hacía pedaleando a toda velocidad (pues frecuentemente iba atrasado) y siempre he sido escrupuloso con el asunto del olor corporal. Siempre siento que sudo más de la cuenta y me avergüenzo de ello. Un buen día, llegando de mi viaje en bici, entré a la sala de profesores y una colega que se acerca a saludarme, arruga la nariz y me dice con mucho desagrado: «uff, estás pasado a perfume». Sinceramente me sentí muy abrumado.
Se me cruzaron los cables, usé más perfume de lo adecuado, en vez de estar agradablemente fragante, estaba incómodamente hediondo, pero no era olor a sudor, sino que a perfume; el olor bueno se volvió malo y la experiencia me produjo un crisis en la que descubrí lo escrupuloso que soy respecto a los olores y eso me llevó a darme cuenta que también lo era con mi fe.
¿Cómo es posible que algo que utilizo para serle agradable a los demás y que me hace bien a mi, se vuelva desagradable y haga sentir a los demás incómodo?
2. La relación con Dios se trata de amor y no de señalar
La experiencia personal con Jesús y la vida espiritual deberían ser un agradable perfume para nuestras vidas, un aroma que atrae a los además, que los hace sentirse amados, aceptados, en donde saben que ese aroma podemos compartirlo con ellos. Pero lamentablemente no pocas veces, me he visto a mi y a otros hermanos en la fe, pestilementemente hediondos a fe. Hacen de la fe algo que los esclaviza a sí mismos y a todo aquel que los rodea.
La tentación es caer en los escrúpulos, en mirar la realidad, la propia vida y la de los demás desde el palco del pecado. Evaluar todas las situaciones desde la óptica de si “es o no es pecado”, pudiendo mirarla desde el amor preguntándonos “estoy o no estoy amando”. Los escrúpulos pueden llegar a ser una enfermedad espiritual que, más que hacernos vivir la libertad de los hijos de Dios, nos vuelve esclavos del pecado, incluso aunque no pequemos, pues el centro de nuestra vida espiritual no es amar y tener una relación de fidelidad con Dios, sino saber si lo que veo en la tele, lo que como, lo que hablo o lo que sea que haga, es pecado o no lo es.
3. ¿Qué significa ser escrupuloso?
Quizás no es una palabra muy conocida para todos esto de los escrúpulos, pero en estoy seguro que al menos en la práctica, estás familiarizado con lo que ella significa: «…el escrúpulo es la duda irrazonable sobre la moralidad de un acto hecho o por hacer. La persona escrupulosa vive preocupada viendo pecado donde no lo hay» (corazones.org).
Un escrupuloso, aunque quizás vive muy consciente de su pecado, no vive muy consciente del amor y misericordia de Dios, y junto con ello, encuentra formas rebuscadas para decirse a sí mismo que, aún aquellas cosas que hizo bien y que resultaron bien, tienen algo de malo.
4. ¿Estás siendo escrupuloso?
Un ejemplo típico es la falsa humildad. Alguien escrupuloso, cuando realiza alguna acción digna de ser reconocida en público, se esconde, evita la felicitación de sus pares, pues cree que pecará de vanidoso y orgulloso; al mismo tiempo siente que lo que hizo en realidad no es tan bueno y que felicitarlo no hará más que convertirlo en alguien mediocre.
Un escrupuloso, confiesa el mismo pecado varias veces, no importa si ya no lo comete, pues lo que le ocurre es que nunca se siente perdonado. De hecho, confiesan aquellas cosas de las cuales ni siquiera están seguros si son pecados o no, simplemente las confiesan por si las moscas. Creen que todo lo que hacen ellos y los demás es pecado y los lleva al infierno.
5. Algunos consejos para dejar de serlo
Vivir en medio de los escrúpulos, hace que cada paso sea realizado con temor; que cada acción sea vivida con la angustia de estar haciendo algo malo y que ofende a Dios. Los escrúpulos atentan contra la libertad que el mismo Jesús ganó para nosotros.
Si bien es materia importante (no solo de estudio, sino que de reflexión y sobre todo de oración) mantenernos alejados del pecado, lo importante es que recordemos a diario que nuestro Dios, es un Dios que ama a los pecadores, que siendo así, como somos, nos trata como sus predilectos y que no mira aquellas faltas que hemos cometido sino que nos recibe con los brazos abiertos cada vez que deseamos volver a casa arrepentidos de nuestras faltas.
Ángelus del Papa: estén preparados para el encuentro final y definitivo con el Señor
Antoine Mekary | ALETEIA | I.MEDIA
El Santo Padre reflexionó sobre el momento en el que Jesús llama a sus discípulos a la continua vigilancia para captar el paso de Dios en su propia vida, indicándoles las modalidades para vivir bien esta vigilancia: "Estén preparados, con los vestidos apretados a los costados y las lámparas encendidas" (v. 35). Francisco exhortó a prepararnos para el encuentro final y definitivo con el Señor, recordando que la vida es un camino hacia la eternidad, por ello "hay que vivir y actuar en esta tierra teniendo en el corazón la nostalgia del cielo".
El 11 de agosto, XIX domingo del tiempo ordinario y memoria litúrgica de Santa Clara de Asís, virgen y fundadora de las Clarisas; el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus acompañado de miles de fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro bajo el caluroso sol del verano romano.
Captar el paso de Dios en sus vidas
En su habitual comentario al Evangelio dominical, (cfr. Lc 12, 32-48), el Santo Padre reflexionó sobre el momento en el que Jesús llama a sus discípulos a la continua vigilancia para captar el paso de Dios en su propia vida, indicándoles las modalidades para vivir bien esta vigilancia: “Estén preparados, con los vestidos apretados a los costados y las lámparas encendidas” (v. 35).
No echar raíces en moradas confortables
En primer lugar, la expresión de llevar “ceñida la cintura” (la ropa cerca de las caderas), “es una imagen que recuerda la actitud del peregrino, listo para emprender el camino”, dijo Francisco, explicando que se trata de “no echar raíces en moradas confortables y tranquilizadoras, sino de abandonarse con sencillez y confianza a la voluntad de Dios, que nos guía hacia la meta siguiente”.
Mantener encendida la lámpara de la fe
En segundo lugar, se nos pide que “mantengamos las lámparas encendidas para poder iluminar la oscuridad de la noche”, añadió el Obispo de Roma, haciendo hincapié en que estamos invitados a vivir una fe auténtica y madura, capaz de iluminar las muchas “noches” de la vida: “la lámpara de la fe necesita ser alimentada continuamente, con el encuentro de corazón a corazón con Jesús en la oración y en la escucha de su Palabra”.
En este sentido, el Papa subrayó que se nos confía esta lámpara para el bien de todos: por lo tanto, nadie puede retirarse íntimamente en la certeza de su propia salvación, desinteresándose de los demás. La fe verdadera abre el corazón al prójimo e impulsa hacia la comunión concreta con los hermanos, sobre todo con los más necesitados. Puer
Estar preparados para el encuentro final con Dios
Asimismo, profundizando sobre la parábola que relata Jesús sobre los siervos que esperan el regreso del señor cuando vuelve de la boda (vv. 36-40) el Pontífice destacó otro aspecto de la vigilancia: estar preparados para el encuentro final y definitivo con el Señor: “Bienaventurados aquellos siervos a quienes el amo encontrará a su regreso aún despiertos… Y si llegando en medio de la noche o antes del amanecer, los encontrará así, ¡dichosos ellos! (vv. 37-38).
Con estas palabras- aseveró el Papa- el Maestro nos recuerda que la vida es un camino hacia la eternidad; por lo tanto, estamos llamados a hacer fructificar todos nuestros talentos, sin olvidar jamás que “no tenemos aquí la ciudad estable, sino que vamos en busca de la ciudad futura” (Heb 13,14). En esta perspectiva, cada instante se vuelve precioso, por lo que es necesario vivir y actuar en esta tierra teniendo en el corazón la nostalgia del cielo.
Él nos hará partícipes de su felicidad eterna
“Si habremos vivido en sintonía con el Evangelio y los mandamientos de Dios, Él nos hará partícipes de su felicidad eterna en la patria celestia”, indicó Francisco asegurando que el pensamiento del encuentro final con el Padre, rico en misericordia, nos llena de esperanza y nos estimula a comprometernos constantemente en nuestra santificación y en la construcción de un mundo más justo y fraterno: “Que la Virgen María, con su intercesión maternal, sostenga este compromiso nuestro”, concluyó.