Herodes quería ver a Cristo

Cosme y Damián, Santos

Memoria Litúrgica, 26 de septiembre

Mártires

Martirologio Romano: Santos Cosme y Damián, mártires, que, según la tradición, ejercieron la medicina en Ciro, de Augusta Eufratense (hoy Siria), no pidiendo nunca recompensa y sanando a muchos con sus servicios gratuitos (c. s. III).

Etimología: Cosme = ”adornado, bello,” de la lengua griega;
Etimología: Damián = “domador”, también del griego.

Breve Biografía

SANTOS COSME Y DAMIÁN(c. 300). San Gregorio de Tours, en su libro De gloria martyrium, escribe:

"Los dos hermanos gemelos Cosme y Damián, médicos de profesión, después que se hicieron cristianos, espantaban las enfermedades por el solo mérito de sus virtudes y la intervención de sus oraciones... Coronados tras diversos martirios, se juntaron en el cielo y hacen a favor de sus compatriotas numerosos milagros. Porque, si algún enfermo acude lleno de fe a orar sobre su tumba, al momento obtiene curación.

Muchos refieren también que estos Santos se aparecen en sueños a los enfermos indicándoles lo que deben hacer, y luego que lo ejecutan, se encuentran curados. Sobre esto yo he oído referir muchas cosas que sería demasiado largo de contar, estimando que con lo dicho es suficiente".-

A pesar de las referencias del martirologio y el breviario, parece más seguro que ambos hermanos fueron martirizados y están enterrados en Cyro, ciudad de Siria no lejos de Alepo. Teodoreto, que fue obispo de Cyro en el siglo V, hace alusión a la suntuosa basílica que ambos Santos poseían allí.

Desde la primera mitad del siglo V existían dos iglesias en honor suyo en Constantinopla, habiéndoles sido dedicadas otras dos en tiempos de Justiniano. También este emperador les edificó otra en Panfilia.

En Capadocia, en Matalasca, San Sabas († 531) transformó en basílica de San Cosme y San Damián la casa de sus padres. En Jerusalén y en Mesopotamia tuvieron igualmente templos. En Edesa eran patronos de un hospital levantado en 457, y se decía que los dos Santos estaban enterrados en dos iglesias diferentes de esta ciudad monacal.-

En Egipto, el calendario de Oxyrhyrico del 535 anota que San Cosme posee templo propio. La devoción copta a ambos Santos siempre fue muy ferviente.

En San Jorge de Tesalónica aparecen en un mosaico con el calificativo de mártires y médicos. En Bizona, en Escitia, se halla también una iglesia que les levantara el diácono Estéfano.


Pero tal vez el más célebre de los santuarios orientales era el de Egea, en Cilicia, donde nació la leyenda llamada "árabe", relatada en dos pasiones, y es la que recogen nuestros actuales libros litúrgicos.

Estos Santos, que a lo largo del siglo V y VI habían conquistado el Oriente, penetraron también triunfalmente en Occidente. Ya hemos referido el testimonio de San Gregorio de Tours. Tenemos testimonios de su culto en Cagliari (Cerdeña), promovido por San Fulgencio, fugitivo de los bárbaros. En Ravena hay mosaicos suyos del siglo VI y VII. El oracional visigótico de Verona los incluye en el calendario de santos que festejaba la Iglesia de España.-

Mas donde gozaron de una popularidad excepcional fue en la propia Roma, llegando a tener dedicadas más de diez iglesias. El papa Símaco (498-514) les consagró un oratorio en el Esquilino, que posteriormente se convirtió en abadía. San Félix IV, hacía el año 527, transformó para uso eclesiástico dos célebres edificios antiguos, la basílica de Rómulo y el templum sacrum Urbis, con el archivo civil a ellos anejo, situados en la vía Sacra, en el Foro, dedicándoselo a los dos médicos anárgiros.-

Tan magnífico desarrollo alcanzó su culto, por influjo sobre todo de los bizantinos, que, además de esta fecha del 26 de septiembre, se les asignó por obra del papa Gregorio II la estación coincidente con el jueves de la tercera semana de Cuaresma, cuando ocurre la fecha exacta de la mitad de este tiempo de penitencia, lo que daba lugar a numerosa asistencia de fieles, que acudían a los celestiales médicos para implorar la salud de alma y cuerpo.-

Caso realmente insólito, el texto de la misa cuaresmal se refiere preferentemente a los dichos Santos, que son mencionados en la colecta, secreta y poscomunión, jugándose en los textos litúrgicos con la palabra salus en el introito y ofertorio y estando destinada la lectura evangélica a narrar la curación de la suegra de San Pedro y otras muchas curaciones milagrosas que obró el Señor en Cafarnaúm aquel mismo día, así como la liberación de muchos posesos. Esta escena de compasión era como un reflejo de la que se repetía en Roma, en el santuario de los anárgiros, con los prodigios que realizaban entre los enfermos que se encomendaban a ellos.-

Cabría preguntarse: ¿Por qué hoy estos Santos gloriosos no obran las maravillas de las antiguas edades? Tal vez la contestación podría formularse a través de otra pregunta: ¿Por qué hoy no nos encomendamos a ellos con la misma fe, con esa fe que arranca los milagros?.-

Pero lo que conviene es que no se apague la fe, que la mano del Señor "no se ha contraído". Y si San Cosme y San Damián continúan siendo patronos de médicos y farmacéuticos, bien podemos seguirles invocando con una oración como ésta, de la antigua liturgia hispana:

"¡Oh Dios, nuestro médico y remediador eterno, que hiciste a Cosme y Damián inquebrantables en su fe, invencibles en su heroísmo, para llevar salud por sus heridas a las dolencias humanas haz que por ellos sea curada nuestra enfermedad, y que por ellos también la curación sea sin recaída".-

Santos Cosme y Damián

ORACIÓN


Al recordar hoy el triunfo de tus mártires San Cosme y San Damián, tu Iglesia, Señor, te glorifica y te da gracias, porque, en tu admirable providencia, a ellos les has dado el premio merecido de la gloria eterna y a nosotros la ayuda de su valiosa intercesión. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.-

Buscar el rostro de Dios

Santo Evangelio según san Lucas 9, 7-9. Jueves XXV del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, haz que te conozca como realmente eres Tú.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 7-9

En aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de todos los prodigios que Jesús hacía y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado; otros, que había regresado Elías, y otros, que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.

Pero Herodes decía: “A Juan yo lo mandé decapitar. ¿Quién será, pues, éste del que oigo semejantes cosas?”. Y tenía curiosidad de ver a Jesús.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hagamos un ejercicio. Tratemos de entender a Herodes. Después de todo, él es un ejemplo muy claro de cómo se acerca el hombre a Dios a lo largo de toda la historia. ¿Qué vemos? Un hombre poderoso, acostumbrado a mandar, habituado a estar al tanto de cuanto sucede. Pero he aquí que un suceso, mejor dicho: una persona, aparece inesperadamente. Se entera de lo que Jesús comienza a hacer.

Entonces, teme. No sabe qué esperar. En su duda, escucha lo que otros dicen del susodicho: Juan resucitado, Elías, uno de los antiguos profetas. Ninguna opción le convence, pues cada una apela a su conciencia. El Bautista le interpela la sangre que tiene en sus manos, Elías la figura del Mesías, los profetas el recuerdo de su condición como rey del pueblo judío. ¿Qué hacer?

Entre cavilaciones, una luz. Ver a Jesús. Su corazón experimenta un deseo, más al no ser un corazón puro, el deseo está torcido. Sí, quiere ver a Jesús, pero no lo anhela porque su alma sienta necesidad de ello. Es la curiosidad malsana lo que lo motiva. Ha escuchado el mensaje, al menos lo que le han narrado del mensaje, pero no hay un salto de fe. Solamente se encuentra el morbo.

Pocas veces reparamos en Herodes. Creemos que tiene poco que enseñarnos. Consideramos que no somos semejantes a él. Sin embargo, ¿acaso no somos también nosotros humanos? ¿Es que no nos dejamos llevar por historias de hechos prodigiosos más que por el Milagro que acontece en cada Misa? En definitiva, vale la pena preguntarnos qué es lo que mueve nuestro corazón cuando buscamos a Jesús.

«El rey [Herodes], ante todo, que creía que Juan era un profeta, lo escuchaba de buena gana, y hasta lo protegía, pero lo tenía en la cárcel. Estaba indeciso, porque Juan le reprochaba su pecado, el adulterio. En el profeta Herodes “sentía la voz de Dios que le decía: ‘Cambia de vida’, pero no lograba hacerlo. El rey era corrupto, y donde hay corrupción, es muy difícil salir. Un corrupto que trataba de hacer equilibrios diplomáticos entre la propia vida, no sólo adúltera, sino también llena de tantas injusticias que llevaba adelante, y la conciencia de la santidad del profeta que tenía delante. Y no lograba desatar el nudo».

(Homilía de S.S. Francisco, 8 de febrero de 2019, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Leeré un pasaje del Evangelio y dedicaré unos minutos a descubrir el verdadero rostro de Jesús presente en él.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Historia del hombre que quiso fabricarse un dios

Cuento acerca la omnipotencia de Dios

Un hombre quería construirse un dios. Sabía que se trataba de una empresa difícil y compleja, pero estaba decidido: construiría su dios.

Echó cálculos. Sacó pluma y hoja, y comenzó a escribir:

- En primer lugar, mi dios tendría que ser omnipotente-. Y el hombre dedicó una buena parte de su vida acumulando poder para su dios. Juntó los cuatro vientos, recogió fragmentos de rayos esparcidos por la tierra, reunió gritos y alaridos de toda clase y los guardó en un frasco de cristal.

Después supo que su dios, para que fuese tal, debía ser inmortal. Quedó perplejo ¿Cómo lograr la inmortalidad para su dios? Después de muchos años, después de mucho embarcarse y trajinar, logró dar con la solución: -Las piedras no mueren- le gritó el eco de las montañas (aunque no advirtió que el grito provenía más bien de su alma). -Es verdad -se repitió internamente-, las piedras no pueden morir.

Reunió entonces una gran cantidad de piedras, rocas, mármoles, granitos, y lo puso junto a los fragmentos de rayos, junto al frasco de gritos y junto a los cuatro vientos.

- Ahora necesito un nombre para mi dios- se dijo satisfecho.

El pobre hombre, ya viejo y encorvado por tanto esfuerzo, no podía creer que buscar un nombre para su dios fuese la cosa más difícil de todas. Se dio cuenta, desconsolado, que de nada había servido concentrar toda la fuerza y todos los gritos y toda la eternidad. Su dios no tendría nombre. Y por lo tanto nadie lo podría invocar o temer o contar sus hazañas. Su dios no era más que un impotente intento.

Entonces gritó a las creaturas, de entre las que había sacado los materiales para su dios:

-¡Poned vosotras un nombre a mi dios!.

Y la creación respondió al unísono:

-Es un monstruo. Eso no es Dios.

-¿Un monstruo?, Pero ¿es que no ven la fuerza que tiene? ¿No ven que es inmortal? ¿No escuchan sus gritos de poder?

La creación volvió a responder:

- Esa fuerza no es más que el viento de tu vanidad. Y las piedras no tienen vida y por eso no pueden morir. Las piedras no son más que la dureza de tu corazón.

Finalmente, en un último suspiro el viejo preguntó: -¿Es que no puedo hacer mi dios?.

Y la creación, mostrando en un instante infinito todo su esplendor y toda su belleza, y toda su vida, dijo al unísono:

- ¡Dios nos ha hecho!

Catequesis del Papa: Diáconos, custodios del servicio de la Palabra y caridad

Audiencia General del miércoles 25 de septiembre de 2019.

“Hoy reflexionamos sobre algunos problemas que surgieron dentro de la primera comunidad cristiana. Las diferencias de cultura y sensibilidad fueron caldo de cultivo para la cizaña de la murmuración y los apóstoles respondieron individuando las dificultades y buscando juntos soluciones. Distribuyeron las tareas de modo que ni la predicación del Evangelio ni la atención a los pobres se vieran mermadas, y nació así el ministerio de los diáconos que devolvió la armonía entre el servicio de la caridad y de la Palabra”, lo dijo el Papa Francisco en la Audiencia General del último miércoles de septiembre de 2019, continuando con su ciclo de catequesis sobre la evangelización a partir del Libro de los Hechos de los Apóstoles, como preparación para el Mes Misionero Extraordinario del mes de octubre.

Armonizar las diferencias
En su catequesis, el Santo Padre recordó como a través del libro de los Hechos de los Apóstoles, estamos siguiendo el viaje del Evangelio en el mundo. San Lucas, con gran realismo, muestra tanto la fecundidad de este viaje como la aparición de algunos problemas en la comunidad cristiana, ya que los problemas – precisó el Papa – han existido desde el inicio, sobre todo en el intento de armonizar las diferencias que coexisten dentro de la comunidad cristiana sin contrastes ni divisiones.

La cizaña de la murmuración
En este sentido, el Papa Francisco señaló que es importante recordar que la comunidad no sólo acogía a los judíos, sino también a los griegos, gente de la diáspora, no judíos, con su propia cultura y sensibilidad, incluso de otras religiones. Nosotros hoy los llamamos “paganos”. Y ellos eran acogidos. Esta co-presencia determinaba equilibrios frágiles y precarios; y ante las dificultades surge la “cizaña”, y el Pontífice se pregunta: ¿cuál es la peor  cizaña que destruye una comunidad? La cizaña de la murmuración, la cizaña de la habladuría: los griegos murmuraban por la desatención de la comunidad hacia sus viudas.

El servicio a la Palabra y la caridad
Para hacer frente a esta situación, precisó el Papa, los Apóstoles inician un proceso de discernimiento que consiste en considerar bien las dificultades y buscar juntos soluciones. Así, encuentran una salida en el subdividir las diversas tareas para un crecimiento sereno de todo el cuerpo eclesial y evitar descuidar tanto el “camino” del Evangelio como el cuidado de los miembros más pobres. “Los Apóstoles – subrayó el Obispo de Roma – son cada vez más conscientes de que su vocación principal es la oración y predicar la Palabra de Dios, ambas: orar y anunciar el Evangelio”. Los diáconos, afirmó el Papa, fueron creados para esto, para el servicio. Los diáconos en la iglesia no son sacerdotes de segunda clase, no. Es otra cosa. Es el custodio del servicio en la Iglesia. Y es precisamente esta armonía entre el servicio a la Palabra y el servicio a la caridad representa la levadura que hace crecer el cuerpo eclesial.

El cáncer diabólico de la murmuración
El Santo Padre hablando en nuestro idioma agregó que, “el mal de la murmuración no sólo se encontraba dentro de la Iglesia, sino también fuera se alzaban reproches contra los nuevos diáconos, entre los que destacaban Felipe y Esteban. Los enemigos de este último, no teniendo cómo atacarle, lo calumniaron y dieron falso testimonio contra él. Este cáncer diabólico que es la murmuración, que nace de la voluntad de destruir la reputación de una persona, agrede al cuerpo eclesial y lo daña gravemente”.

Esteban ante el Sanedrín fue testigo de Cristo
Por ello, cuando conducen a Estaban ante las autoridades, como habían hecho con Jesús y con todos los mártires, señaló el Pontífice, él propone una relectura de la historia sagrada centrada en Cristo. “Esteban ante el Sanedrín fue testigo de Cristo, quien ilumina toda la historia de la salvación, y denunció la hipocresía de quienes han perseguido siempre a los profetas enviados por Dios y crucificaron a su propio Hijo. El tribunal decretó su muerte y, como otro Cristo, Esteban la afrontó abandonándose en las manos de Jesús y perdonando a sus agresores”.

Los mártires, los verdaderos vencedores
Las palabras de Esteban, afirmó el Santo Padre, nos enseñan que no son los bonitos discursos los que revelan nuestra identidad como hijos de Dios, sino sólo el abandono de la propia vida en las manos del Padre y el perdón para aquellos que nos ofenden nos hacen ver la calidad de nuestra fe. “La Iglesia de hoy es rica en mártires, hoy hay más mártires que al inicio de la Iglesia, la Iglesia esta irrigada por su sangre que es ‘semilla de nuevos cristianos’ y asegura el crecimiento y la fecundidad del Pueblo de Dios. Los mártires no son ‘santitos’, sino hombres y mujeres de carne y hueso que -como dice el Apocalipsis- ‘lavaron sus vestidos, blanqueándolos en la sangre del Cordero’. Ellos son los verdaderos vencedores”.

Demos testimonio con plena libertad y sin miedo
Antes de concluir su catequesis, el Papa Francisco saludó cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y de Latinoamérica. “Saludo a los miembros de Renova presentes en Roma durante esta semana para presentar sus trabajos en los Dicasterios. Pidamos de forma constante la fuerza del Espíritu Santo para poder dar la vida cotidianamente, testimoniando hasta el final el amor de Dios con plena libertad y sin miedo, como lo han hecho tantos mártires en la historia y lo siguen haciendo tantos hermanos nuestros todavía hoy”.

La Pureza de María

El limpio de corazón, es aquel que en su corazón sólo tiene un amor y ese es Dios.

Pocos valores en nuestros días tienen menos defensores que la pureza. Es increíble como ya ni a los niños tienen resguardado este valor.  Visto así la pureza de María nos sorprende y abruma por lo inimaginable.

Desafortunadamente nuestra cultura pansexista sólo entiende la pureza en materia sexual. No obstante, la pureza de María y a la que estamos llamados todos es una pureza profunda y radical, que abarca todo el ser.  Su pureza consiste en que la obra creadora de Dios en Ella se trasluce perfectamente en toda su belleza original. Es un don ciertamente, pero es necesario pedirlo y corresponderlo. Así que también tiene mucho mérito.

Es necesario no poner el ego, la rebeldía humana a buscar otras formas de ser, vivir y ver distintas de las que Dios quiere. La pureza no sólo trata de evitar las situaciones que puedan mancharnos, sino que positivamente busca la luz de Dios en todo. Es así que es muy lógica la bienaventuranza que dice “bienaventurados los limpios de corazón porque verán a Dios”. Y es que el limpio, el puro, no lo es sólo o principalmente en la piel, sino en el corazón.

Busca con todo su ser a Dios. cuando actúa trata de tener pureza de corazón poniéndose en un segundo plano, para que la voluntad de Dios sea realizada. Busca ver a las personas y a las cosas como Dios las ve, por eso no juzga, no se burla, no cosifica a nadie. Mira con ternura y verdadero interés, como nos ve Dios. El limpio de corazón, es aquel que en su corazón sólo tiene un amor y ese es Dios.

Por todo esto, es clarísimo que Santa María es purísima, pues ella como nadie ama a Dios y a nosotros como Dios nos ama. Eso la llevó a un comportamiento corporal irreprochable, pero es que ya era irreprochable en el corazón.

María ya alcanzó la meta de modo pleno y perfecto, pero nos anima a seguirla para alcanzar con ella esta plenitud. Tal vez no podemos imitarla en la pureza como decía un santo, pero podemos imitarla al menos en la humildad, y seguir intentando con paciencia y mansedumbre volver a empezar la ardua tarea de realizar el plan de Dios en nuestras vidas y poder reflejar y servir con la mejor versión de nosotros mismos.

Imitar a María en su pureza implica muchos sacrificios, pues el mundo justo ofrece lo contrario. Será necesario salirse de ciertos ambientes, no estar al ritmo de ciertas modas, ser modestos y no buscar tener los reflectores encima. Habrá que cuidar lo que se ve y se escucha en los medios. Implicará cierto martirio porque nos expondremos a ser ridiculizados, a veces por envidia. Sin embargo, al final de la vida Dios retribuirá al que trata de vivir en santidad y justicia y no se alegra en el mal, pero también, podremos gozar de verdaderos encuentros humanos porque la gente va poder sentir la presencia de Dios pasar a través nuestro porque sentirán el amor de Dios en nuestras palabras, en nuestras gestos y miradas y en todas nuestras acciones.

Demos gracias a Dios por habernos dado una mamá tan ejemplar que sólo con verla nos mueve a ser mejores y estar más cerca de Dios.

7 hábitos de las personas que confían radicalmente en Dios

Quienes tienen gran confianza en el Señor comparten aspectos en común de los cuales podemos aprender para nuestro progreso espiritual

He leído muchas biografías y memorias sobre personas inspiradoras que depositaron su confianza radicalmente en Dios. Por “radical” no quiero decir de manera imprudente, me refiero a la dificultad, muy contracultural actualmente, de reconocer a Dios absolutamente sobre todas las áreas de nuestras vidas.

En libros como "He Leadeth Me", "God´s Smuggler", "Mother Angelica", "The Heavenly Man" y "The Shadow of His Wings", encontré historias reales sobre religiosos, consagrados y laicos, hombres o mujeres que confiaron plenamente en Dios, y todos ellos tienen claras similitudes en sus enfoques sobre la vida y el Señor.

Encontré fascinante los puntos en común en las vidas de estas increíbles personas, que se encomendaron con tanta confianza en el Señor, y decidí compartirlas para que sirvan de inspiración a otros.

1. Aceptaron el sufrimiento
Una de las cosas más poderosas que leí en esas memorias es la historia del Hermano Yun, en el libro "The Heavenly Man" (El hombre celestial), se cuenta como fue perseguido en China por ser predicador. Luego de haber sido torturado por semanas, incluyendo electrocución, hambruna, golpes y que clavaran agujas debajo de sus uñas, fue arrojado a una caja que tenía un poco más de 1,2 metro de largo y alto y menos de un metro de ancho, en donde se quedaría indefinidamente.

El día después de ser colocado en esta mini celda, se sintió movido a rezar pidiendo por una Biblia, lo cual parecía una idea ridícula considerando que en ese momento mucha gente estaba en prisión por poseer tal contrabando. Inexplicablemente, a la mañana siguiente, los guardias tiraron una Biblia en su celda. Él escribió: 

Me arrodillé y lloré, agradeciendo al Señor por su gran regalo. ¡No podía creer que mi sueño se hiciera realidad! A ningún prisionero se le permitía tener una Biblia o ningún libro de literatura cristiana, sin embargo, extrañamente, ¡Dios me otorgó una Biblia! A través de esta acción el Señor me mostró que independientemente de las maldades que esos hombres planeaban para mí, Él no me había olvidado y estaba en control de mi vida.

Ahora, entre nosotros, alguien menos santo quizá hubiese reaccionado un poco diferente en esa situación. Si yo hubiera sido torturada y arrojada a una celda/ataúd, mi reacción al recibir una Biblia hubiera sido algo más parecido a las siguientes líneas: “Gracias por la Biblia, Señor, pero ¡¿podríamos hacer algo respecto a sacarme de esta caja antes?!

Yo ni siquiera hubiera considerado la Biblia como una respuesta a mis plegarias, empezando porque mi plegaria principal – reducir mi sufrimiento físico – continuaba sin respuesta.

Sin embargo, lo que veo una y otra vez en personas como el Hermano Yun, es que, tienen muy claro que sufrir no es el peor mal de todos: el pecado lo es.

Por supuesto que preferirían no sufrir, pero esto se encuentra mucho más abajo en su lista de prioridades que en la de nosotros – ellos se enfocan mucho más en no pecar que en no sufrir. Están totalmente encaminados en llevarse a sí mismos y a otros al cielo. En el caso del Hermano Yun, vio en la respuesta a esa plegaria que Dios le permitía crecer espiritualmente y predicar a sus captores, así que esas circunstancias de sufrimiento e incomodidad se volvieron casi irrelevantes para él.

2. Aceptan la inevitabilidad de la muerte.
Similar al caso anterior, la gente que deposita total confianza en Dios solo puede hacerlo con una visión del mundo centrada en el cielo. Ellos piensan en términos de eternidad, no en términos de los años del calendario. Su objetivo no es maximizar sus años en la tierra, sino lograr encaminarse a sí mismos y a tanta gente como puedan hacia el cielo. Y si Dios requiere reducir su tiempo de vida para eso, ellos lo aceptan.

El libro "The Shadow of His Wings" (La sombra de sus alas), está lleno de las asombrosas historias de las milagrosas escapadas de la muerte que tuvo el Padre Goldmann durante la Segunda Guerra Mundial, lo que nos deja con la pregunta: “¿Qué sucede con la toda la gente que no escapó de la muerte?”

El Padre Goldmann probablemente respondería diciendo, que el hecho de que Dios lo salvara de la muerte no era la bendición en sí misma – después de todo, cada uno de nosotros morirá eventualmente – la bendición era salvarlo de la muerte para que así pudiera continuar su misión de llevar el Evangelio a los Nazis. Finalmente, él murió mientras construía una iglesia en Japón, y seguramente aceptaría que Dios traería algún bien de su fallecimiento, aunque indudablemente había mucho más trabajo que él querría hacer.

3. Tienen citas diarias con Dios
Nunca he escuchado de una persona que tenga una profunda y calmada confianza en el Señor, que no apartara un tiempo para concentrarse en la oración diaria. Tanto en los libros que leí, como en la vida real, he notado que este tipo de gente siempre pasa al menos algunos momentos – y hasta una a dos horas si las circunstancias lo permiten – centrados solamente en orar, todos los días.

También, tiende a ser la primera cosa que hacen en las mañanas, concentrándose en Cristo antes de hacer cualquier otra cosa que pueda traer el día.

4. Durante la oración, escuchan más de lo que hablan
Anteriormente he escrito sobre el asombro que me genera que la gente más confiada en Dios parece recibir más respuesta a sus plegarias que la mayoría de nosotros. He escuchado historias de gente que pide por algo realmente específico y luego lo reciben; entonces comienzo a preguntarme si ellos son psíquicos o si le agradan a Dios un poco más que el resto de nosotros.

Pero, la verdad es que he notado que no piden cualquier cosa, sino que sus ideas sobre cuáles cosas debían pedir, provenían directamente del Espíritu Santo, ya que pasan mucho tiempo a diario buscando la voluntad de Dios en sus vidas.

Tomaré como ejemplo la historia publicada en la biografía de la famosa Madre Angélica del canal católico EWTN. Un día tocó a su puerta un empleado de la compañía de satélite solicitando el pago de $600.000, de no hacerlo tendría que devolver la antena parabólica y esto arruinaría los planes de la nueva estación. Ella corrió a la capilla a rezar y, de repente, un hombre desconocido llamó al azar ofreciendo donar $ 600.000. Su oración no tuvo rápida respuesta por su interés personal en el canal o porque fuese algo que ella realmente quería, sino que funcionó porque supo distinguir correctamente el plan de Dios en el cual ella iba tendría que iniciar una estación de televisión.

5. Limitan las distracciones
De todas las extraordinarios historias en el libro "God´s Smuggler" (El contrabandista de Dios), una de las líneas que más me impactó estaba en el epílogo, cuando el autor habla sobre como el trabajo del Hermano Andrew continuaba en el siglo XXI:

“Ni siquiera consideraré instalar una de esas monstruosidades de llamada en espera, interrumpen una conversación telefónica para anunciar otra.” La tecnología, decía Andrew, nos hace demasiado accesibles a las demandas y premuras del momento. “Nuestra prioridad número uno debería ser escuchar con paciencia y silencio la voz de Dios.”

“Demasiado accesibles a las demandas y premuras del momento”, esa línea me ha seguido desde el momento en el que la leí.

Amo la tecnología, pero ella trae consigo la gran tentación de sentir un aumento en la urgencia de nuestras vidas: ¡Necesito responder a ese e-mail!, ¡Responder a ese comentario en Facebook!, ¡Retwittear ese Tweet!, ¡Leer ese mensaje directo!, ¡Escuchar ese mensaje de voz!

Aquí en la era de la conexión, nos encontramos constantemente bombardeados con demandas que requieren – o parecen requerir – nuestra atención constante. Periodos de silencio donde podemos cultivar la quietud interior y esperar por los susurros del Espíritu Santo a nuestra vida, son cada vez más raros.

Una de las cosas que todas estas personas comparten es la poca presión por todas estas falsas urgencias. Es difícil de imaginar al Padre Ciszeck dar con los impresionantes puntos de vista que comparte sobre Dios en su libro "He Leadeth Me" (Él me guía), mientras su iPhone vibra cada pocos minutos, o al Hermano Yun observando la sutil belleza del plan de Dios en el medio de una persecución mientras mantiene su Twitter actualizado minuto a minuto.

6. Someten su discernimiento espiritual a otros
Las personas que tienen experiencia observando la manera como Dios trabaja en sus vidas, notan que a menudo Él habla a través de amigos de fe, miembros de su familia y el clero.

Si ellos disciernen que Dios les está llamando a algo, especialmente si se trata de algo grande, piden a otros cristianos de su confianza que oren respecto al asunto para ver si ellos también disciernen el mismo llamado del Señor.

Y cuando otros les advierten sobre no seguir ciertos caminos – en especial si se trata de su cónyuge, confesor o director espiritual –toman esos consejos muy seriamente.

7. Ofrecen completa e incondicional obediencia al Señor
Una de mis partes favoritas del libro "God´s Smuggler", es cuando el Hermano Andrew recibe la visita de un hombre llamado Karl de Graaf, quien formaba parte de un grupo de oración en el cual las personas oraban durante mucho tiempo, pero más que nada escuchaban en silencio:

- Me acerqué al porche delantero, allí estaba Karl de Graaf, “Hola” dije sorprendido.
- -“Hola Andy. ¿Sabes conducir?”
- -“¿Conducir?”
- -“Un automóvil. “
- -“No” dije desconcertado. “No sé hacerlo”
- -“Anoche durante la oración recibimos una palabra del Señor sobre ti, es importante que aprendas a manejar.”
- “¿Por qué razón?” dije. “Seguro nunca tendré un vehículo propio”
- “Andrew” el Sr. De Graaf habló pacientemente, como si se dirigiera a alguien con dificultades de aprendizaje, “no estoy argumentando sobre la lógica del caso, solo te estoy transmitiendo el mensaje.”

A pesar de su inicial indecisión el Hermano Andrew logró distinguir el llamado del Señor en ese mensaje, así que aprendió a conducir. Parecía una completa pérdida de tiempo, un malgasto ilógico de sus recursos, pero él fue obediente ante el llamado del Señor. Después de recibir recibió su licencia de conducir, saber hacerlo resultó ser crucial para el futuro de su misión, la cual eventualmente llevó la palabra del Evangelio a miles de personas en el Bloque Comunista Europeo.

Me gusta pensar en la respuesta que el Sr. De Graaf le dio al Hermano Andrew cuando este se preguntaba sobre el significado del extraño mensaje del Señor: “Esa es la emoción de la obediencia,” le dijo, “descubrir luego cual era el plan en la mente de Dios.”

Obviamente no podemos crecer más cerca de Dios imitando las acciones de otros, pero podemos encontrar ejemplos como estos, que nos ayuden a reflexionar sobre nuestro progreso espiritual. Espero que les hayan servido tanto como a mí.

Jennifer Fulwiler, la autora de este artículo, se hizo católica en 2007 pero ya desde 2005 publicaba en internet -y ahora también en la radio- sus hallazgos espirituales

¿Podemos comulgar más de una vez al día?

¿Podemos comulgar el mismo número de veces que asistimos a Misa en un mismo día?

Hay muchos fieles que cada domingo, debido al servicio que prestan dentro de la Iglesia, participan de más de una celebración eucarística. Desde ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión, el sacristán, los acólitos, los de los coros, etc.  Ahora bien, ¿pueden ellos también comulgar el mismo número de veces que participen en Misa?

El Código de Derecho Canónico establece: “Quien ya ha recibido la santísima Eucaristía, puede recibirla otra vez el mismo día solamente dentro de la celebración eucarística en la que participe, quedando a salvo lo que prescribe el  c. 921 § 2” (CIC 917). Decir “de nuevo” se debe entender como una “segunda vez”, no a cuántas veces se participe de la Misa en el mismo día. Por lo tanto, está claro que solamente se podrá recibir la comunión dos veces al día.

Así también, el Catecismo de la Iglesia Católica, reafirma lo anterior cuando dice: “Es conforme al sentido mismo de la Eucaristía que los fieles, con las debidas disposiciones (cf CIC, cans. 916-917), comulguen cuando participan en la misa [Los fieles pueden recibir la Sagrada Eucaristía solamente dos veces el mismo día. Pontificia Comisión para la auténtica interpretación del Código de Derecho Canónico, Responsa ad proposita dubia 1]” (CEC 1388).

Ahora bien, hay que decir que esta “segunda vez” únicamente podrá hacerse dentro de la Misa, es decir, tras participar de toda la celebración eucarística, no solamente en el rito de la comunión. Así, por ejemplo, si alguien primero recibe la comunión en casa, porque cuida a algún enfermo, podrá recibirla de nuevo si participa después de la Misa entera. Lo anterior en ese orden, no al revés.

Como cita el numeral del Código Canónico, hay una excepción para recibir la comunión más de una vez fuera de la celebración eucarística, y esto es para las personas que se encuentran en riesgo de morir. “Aunque hubieran recibido la sagrada comunión el mismo día, es muy aconsejable que vuelvan a comulgar quienes lleguen a encontrarse en peligro de muerte” (CIC 921 § 2).

Estas disposiciones nos permiten cuidar y valorar el sentido real de la Eucaristía. No por comulgar más de una vez en un día, seremos superiores a los demás ni obtendremos el agrado de Dios. Lo verdaderamente importante es que, cuando participemos de la eucaristía, lo hagamos con el mayor respeto y veneración que merece a quien vamos a recibir. De modo que, debemos prepararnos para hacerlo, es decir, estar en gracia. Eso sí hará de nuestra comunión un mar de frutos abundantes para nuestra alma.

Evitemos caer en la rutina y la superficialidad al momento de comulgar. Seamos conscientes que vamos a recibir al mismo Cristo, a quien los ángeles y los santos alaban gozosos. Él que por puro amor nos hace convertirnos en uno mismo junto con Él.

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