El reino de Dios está dentro de vosotros
- 14 Noviembre 2019
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Lorenzo O'Toole, Santo
Obispo de Dublín, 14 de noviembre
Martirologio Romano: En la localidad de Eu, en Normandía, tránsito de san Lorenzo O'Toole, obispo de Dublín, que entre las dificultades de su tiempo promovió valerosamente la disciplina regular de la Iglesia, procuró poner paz entre los príncipes y, finalmente, habiendo ido a visitar a Enrique, rey de Inglaterra, consiguió los gozos de la paz eterna († 1180)
Breve Biografía
San Lorenzo nació en Irlanda hacia el año 1128, de la familia O’Toole que era dueña de uno de los más importantes castillos de esa época.
Cuando el niño nació, su padre dispuso pedirle a un conde enemigo que quisiera ser padrino del recién nacido. El otro aceptó y desde entonces estos dos condes (ahora compadres) se hicieron amigos y no lucharon más el uno contra el otro.
Cuando lo llevaban a bautizar, apareció en el camino un poeta religioso y preguntó qué nombre le iban a poner al niño. Le dijeron un nombre en inglés, pero él les aconsejó: "Pónganle por nombre Lorenzo, porque este nombre significa: ‘coronado de laureles por ser vencedor’, y es que el niño va a ser un gran vencedor en la vida". A los papás les agradó la idea y le pusieron por nombre Lorenzo y en verdad que fue un gran vencedor en las luchas por la santidad.
Cuando el niño tenía diez años, un conde enemigo de su padre le exigió como condición para no hacerle la guerra que le dejara a Lorenzo como rehén. El Sr. O’Toole aceptó y el jovencito fue llevado al castillo de aquel guerrero. Pero allí fue tratado con crueldad y una de las personas que lo atendían fue a comunicar la triste noticia a su padre y este exigió que le devolvieran a su hijo. Como el tirano no aceptaba devolverlo, el Sr. O’Toole le secuestró doce capitanes al otro guerrero y puso como condición para entregarlos que le devolvieran a Lorenzo. El otro aceptó pero llevó al niño a un monasterio, para que apenas entregaran a los doce secuestrados, los monjes devolvieran a Lorenzo.
Y sucedió que al jovencito le agradó inmensamente la vida del monasterio y le pidió a su padre que lo dejara quedarse a vivir allí, porque en vez de la vida de guerras y batallas, a él le agradaba la vida de lectura, oración y meditación. El buen hombre aceptó y Lorenzó llegó a ser un excelente monje en ese monasterio.
Su comportamiento en la vida religiosa fue verdaderamente ejemplar. Dedicadísimo a los trabajos del campo y brillante en los estudios. Fervoroso en la oración y exacto en la obediencia. Fue ordenado sacerdote y al morir el superior del monasterio los monjes eligieron por unanimidad a Lorenzo como nuevo superior.
Por aquellos tiempos hubo una tremenda escasez de alimentos en Irlanda por causa de las malas cosechas y las gentes hambrientas recorrían pueblos y veredas robando y saqueando cuanto encontraban. El abad Lorenzo salió al encuentro de los revoltosos, con una cruz en alto y pidiendo que en vez de dedicarse a robar se dedicaran a pedir a Dios que les ayudara. Las gentes le hicieron caso y se calmaron y él, sacando todas las provisiones de su inmenso monasterio las repartió entre el pueblo hambriento. La caridad del santo hizo prodigios en aquella situación tan angustiada.
En el año 1161 falleció el arzobispo de Dublín (capital de Irlanda) y clero y pueblo estuvieron de acuerdo en que el más digno para ese cargo era el abad Lorenzo. Tuvo que aceptar y, como en todos los oficios que le encomendaban, en este cargo se dedicó con todas sus fuerzas a cumplir sus obligaciones del modo más exacto posible. Lo primero que hizo fue tratar de que los templos fueran lo más bellos y bien presentados posibles. Luego se esforzó porque cada sacerdote se esmerara en cumplir lo mejor que le fuera posible sus deberes sacerdotales. Y en seguida se dedicó a repartir limosnas con gran generosidad.
Cada día recibía 30, 40 o 60 menesterosos en su casa episcopal y él mismo les servía la comida. Todas las ganancias que obtenía como arzobispo las dedicaba a ayudar a los más necesitados.
En el año 1170 los ejércitos de Inglaterra invadieron a Irlanda llenando el país de muertes, de crueldad y de desolación. Los invasores saquearon los templos católicos, los conventos y llenaron de horrores todo el país. El arzobispo Lorenzo hizo todo lo que pudo para tratar de detener tanta maldad y salvar la vida y los bienes de los perseguidos. Se presentó al propio jefe de los invasores a pedirle que devolviera los bienes a la Iglesia y que detuviera el pillaje y el saqueo. El otro por única respuesta le dio una carcajada de desprecio. Pero pocos días después murió repentinamente. El sucesor tuvo temor y les hizo mucho más caso a las palabras y recomendaciones del santo.
El arzobispo trató de organizar la resistencia pero viendo que los enemigos eran muy superiores, desistió de la idea y se dedicó con sus monjes a reconstruir los templos y los pueblos y se fue a Inglaterra a suplicarle al rey invasor que no permitiera los malos tratos de sus ejércitos contra los irlandeses.
Estando en Londres de rodillas rezando en la tumba de Santo Tomás Becket (un obispo inglés que murió por defender la religión) un fanático le asestó terribilísima pedrada en la cabeza. Gravemente herido mandó traer un poco de agua. La bendijo e hizo que se la echaran en la herida de la cabeza, y apenas el agua llegó a la herida, cesó la hemorragia y obtuvo la curación.
El Papa Alejandro III nombró a Lorenzo como su delegado especial para toda Irlanda, y él, deseoso de conseguir la paz para su país se fue otra vez en busca del rey de Inglaterra a suplicarle que no tratara mal a sus paisanos. El rey no lo quiso atender y se fue para Normandía. Y hasta allá lo siguió el santo, para tratar de convencerlo, pero a causa del terribilísimo frío y del agotamiento producido por tantos trabajos, murió allí en Normandía en 1180 al llegar a un convento. Cuando el abad le aconsejó que hiciera un testamento, respondió: "Dios sabe que no tengo bienes ni dinero porque todo lo he repartido entre el pueblo. Ay, pueblo mío, víctima de tantas violencias ¿Quién logrará traer la paz?". Seguramente desde el cielo debe haber rezado mucho por su pueblo, porque Irlanda ha conservado la religión y la paz por muchos siglos. Estos son los verdaderos patriotas, los que como San Lorenzo de Irlanda emplean su vida toda por conseguir el bien y la paz para sus conciudadanos. Dios nos envíe muchos patriotas como él.
Dichosos los que buscan la paz porque serán llamados hijos de Dios. (Jesucristo).
Santo Evangelio según san Lucas 17, 20-25. Jueves XXXII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Creo, Señor, que tu reino está en mí. Te amo por eso, y te lo agradezco. Hazme descubrirlo cada día más, y amarlo con más fuerza en cada momento.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 20-25
En aquel tiempo, los fariseos le preguntaron a Jesús: "¿Cuándo llegará el Reino de Dios?". Jesús les respondió: "El Reino de Dios no llega aparatosamente. No se podrá decir: 'está aquí' o 'está allá', porque el Reino de Dios ya está entre ustedes".
Les dijo entonces a sus discípulos: "Llegará un tiempo en que ustedes desearán disfrutar siquiera un solo día de la presencia del Hijo del hombre y no podrán.
Entonces les dirán: 'está aquí' o 'está allá', pero no vayan corriendo a ver, pues así como el fulgor del relámpago brilla de un extremo a otro del cielo, así será la venida del Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser rechazado por los hombres de esta generación".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Cuándo llega el Reino de Dios? El Reino de Dios está en mí. Puede que en mi día a día busque el Reino de Dios de forma equivocada. Mi rutina es muy seca, desmotivada, tranquila... y yo sigo esperando una luz especial de Dios, algo que me inflame instantáneamente y me haga sentir un celo abrasador. Pero no debe ser así. El Reino de Dios no es una emoción, no se trata de adquirir una personalidad apasionada. También Elías esperaba encontrar a Dios en el huracán, en el terremoto o en el rayo, mas no lo encontró sino en la brisa suave. Del mismo modo no encontraré al Señor en actividades específicas, o en aparentar un cierto tipo de personalidad ajena (incluso cuando esa apariencia sea virtuosa). El Reino no es un relámpago alucinante ni se busca fuera, sino que el Reino está en ti, Dios lo puso en ti.
El Reino está en tu tranquilidad y en tu pasión, en la paz y en la acción; está igual en tus tristezas como en tus gozos, en la misión más aventurera, como en la conversación más simple. No lo busques fuera, no andes tras él de un lado para otro como un desesperado. Lo llevas dentro y lo debes compartir.
«Con estas exigencias, el Señor quiere preparar a sus discípulos a la fiesta de la irrupción del Reino de Dios liberándolos de ese obstáculo dañino, en definitiva, una de las peores esclavitudes: el vivir para sí. Es la tentación de encerrarse en pequeños mundos que termina dejando poco espacio para los demás: ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Muchos, al encerrarse, pueden sentirse “aparentemente” seguros, pero terminan por convertirse en personas resentidas, quejosas, sin vida. Esa no es la opción de una vida digna y plena, ese no es el deseo de Dios para nosotros, esa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de septiembre de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
¿Qué amigo mío vive intranquilo y falto de seguridad? Iré con él, y le repetiré, como buen discípulo, las palabras que aprendí de nuestro Señor: “Dios te hizo como eres y sigue queriéndote como mejor amigo. Tu personalidad y tu alma son hermosas y preciosas para Él. Busca el Reino dentro de ti”.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Catequesis de SS Juan Pablo II. Abril 29 de 1987.
Por: SS Juan Pablo II | Fuente: Catequesis de SS Juan Pablo II.
1. Jesucristo, Hijo del hombre e Hijo de Dios: éste es el tema culminante de nuestr1. as catequesis sobre la identidad del Mesías. Es la verdad fundamental de la revelación cristiana y de la fe: la humanidad y la divinidad de Cristo, sobre la cual reflexionaremos más adelante con mayor amplitud. Por ahora nos urge completar el análisis de los títulos mesiánicos presentes ya de algún modo en el Antiguo Testamento y ver en qué sentido se los atribuye Jesús a Sí mismo.
En relación con el título “Hijo del hombre”, resulta significativo que Jesús lo usara frecuentemente hablando de Sí, mientras que los demás lo llaman Hijo de Dios, como veremos en la próxima catequesis. Él se autodefine “Hijo del hombre”, mientras que nadie le daba este título si exceptuamos al diácono Esteban antes de la lapidación (Act 7, 56) y al autor del Apocalipsis en dos textos (Ap 1, 13; 14, 14).
2. El título “Hijo del hombre”procede del Antiguo Testamento, en concreto del libro del Profeta Daniel, de la visión que tuvo de noche el Profeta: “Seguía yo mirando en la visión nocturna, y vi venir sobre las nubes del cielo a uno como hijo de hombre, que se llegó al anciano de muchos días y fue presentado ante éste. Fuele dado el señorío, la gloria y el imperio, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron, y su dominio es dominio eterno que no acabará, y su imperio, imperio que nunca desaparecerá” (Dan 7, 13-14).
Cuando el Profeta pide la explicación de esta visión, obtiene la siguiente respuesta: “Después recibirán el reino los santos del Altísimo y lo poseerán por siglos, por los siglos de los siglos... Entonces le darán el reino, el dominio y la majestad de todos los reinos de debajo del cielo al pueblo de los santos del Altísimo” (Dan 7, 18. 27). El texto de Daniel contempla a una persona individual y al pueblo.
Señalemos ya ahora que lo que se refiere a la persona del Hijo del hombre se vuelve a encontrar en las palabras del Ángel en la anunciación a María: “Reinará... por los siglos y su reino no tendrá fin” (Lc 1, 33).
3. Cuando Jesús utiliza el título “Hijo del hombre” para hablar de Sí mismo, recurre a una expresión proveniente de la tradición canónica del Antiguo Testamento presente también en los libros apócrifos del judaísmo. Pero conviene notar, sin embargo, que la expresión “hijo de hombre” (ben-adam) se había convertido en el arameo de la época de Jesús en una expresión que indicaba simplemente “hombre” (bar enas).
Por eso, al referirse a Sí mismo como “Hijo del hombre”, Jesús logró casi esconder tras el velo del significado común el significado mesiánico que tenía la palabra en la enseñanza profética. Sin embargo, no resulta casual, si bien las afirmaciones sobre el “Hijo del hombre”aparecen especialmente en el contexto de la vida terrena y de la pasión de Cristo, no faltan en relación con su elevación escatológica.
4. En el contexto de la vida terrena de Jesús de Nazaret encontramos textos como el siguiente: “Las raposas tienen cuevas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza” (Mt 8, 20); o este otro: “Vino el Hijo del hombre, comiendo y bebiendo, y dicen: es un comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores” (Mt 11, 19). Otras veces la palabra de Jesús asume un valor que indica con mayor profundidad su poder. Así cuando afirma: “Y dueño del sábado es el Hijo del hombre” (Mc 2, 28). Con ocasión de la curación del paralítico, a quien introdujeron en la casa donde estaba Jesús haciendo un agujero en el techo, El afirma en tono casi desafiante: “Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados -se dirige al paralítico-, yo te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa” (Mc 2, 10-11 ). En otro texto afirma Jesús: “Porque como fue Jonás señal para los ninivitas, así también lo será el Hijo del hombre para esta generación” (Lc 11, 30). En otra ocasión se trata de una predicción rodeada de misterio: “Llegará tiempo en que desearéis ver un solo día al Hijo del hombre, y no lo veréis” (Lc 17, 22).
5. Algunos teólogos señalan un paralelismo interesante entre la profecía de Ezequiel y las afirmaciones de Jesús. El Profeta escribe: “(Dios) me dijo: Hijo de hombre, yo te mando a los hijos de Israel... que se han rebelado contra mí... Diles: Así dice el Señor, Yavé” (Ez 2, 3-4) “Hijo de hombre, habitas medio de gente rebelde, que tiene ojos para ver, y no ven; oídos para oír, y no oyen...” (Ez 12, 2) “Tú, hijo de hombre... dirigirás tus miradas contra el muro de Jerusalén... profetizando contra ella” (Ez 4, 1-7). “Hijo de hombre, propón un enigma y compón una parábola sobre la casa de Israel" (Ez 17, 2).
Haciéndose eco de las palabras del Profeta, Jesús enseña: “Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc 19, 10). “Pues tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos” (Mc 10, 45; cf. además Mt 20, 29). El “Hijo del hombre” ... “cuando venga en la gloria del Padre, se avergonzará de quien se avergüence de Él y de sus palabras ante los hombres” (cf. Mc 8, 38).
6. La identidad del Hijo del hombre se presenta en el doble aspecto de representante de Dios, anunciador del reino de Dios, Profeta que llama a la conversión. Por otra parte, es “representante” de los hombres, compartiendo con ellos su condición terrena y sus sufrimientos para redimirlos y salvarlos según el designio del Padre. Como dice Él mismo en el diálogo con Nicodemo: “A la manera que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es preciso que sea levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga la vida eterna” (Jn 3, 14-15).
Se trata de un anuncio claro de la pasión, que Jesús vuelve a repetir: “Comenzó a enseñarles cómo era preciso que el Hijo del hombre padeciese mucho, y que fuese rechazado por los ancianos y los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y que fuese muerto y resucitara después de tres días” (Mc 8, 31). En el Evangelio de Marcos encontramos esta predicción repetida en tres ocasiones (cf. Mc 9, 31; 10, 33-34) y en todas ellas Jesús habla de Sí mismo como “Hijo del hombre”.
7. Con este mismo apelativo se autodefine Jesús ante el tribunal de Caifás, cuando a la pregunta: “¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito?”, responde: “Yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo”(Mc 14, 62). En estas palabras resuena el eco de la profecía de Daniel sobre el “Hijo del hombre que viene sobre las nubes del cielo” (Dan 7, 13) y del Salmo 110, que contempla al Señor sentado a la derecha de Dios(cf. Sal 109/110, 1)
8. Jesús habla repetidas veces de la elevación del “Hijo del hombre”, pero no oculta a sus oyentes que ésta incluye la humillación de la cruz. Frente a las objeciones y a la incredulidad de la gente y de los discípulos, que comprendían muy bien el carácter trágico de sus alusiones y que, sin embargo, le preguntaban: “¿Cómo, pues, dices tú que el Hijo del hombre ha de ser levantado? ¿Quién es este Hijo del hombre?” (Jn 12, 34), afirma Jesús claramente: “Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, entonces conoceréis que yo soy, y no hago nada por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo” (Jn 8, 28). Jesús afirma que su “elevación” mediante la cruz constituirá su glorificación. Poco después añadirá: “Es llegada la hora en que el Hijo del hombre será glorificado” (Jn 12, 23). Resulta significativo que cuando Judas abandonó el Cenáculo, Jesús afirme: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre, y Dios ha sido glorificado en Él” (Jn 13, 31).
9. Este es el contenido de vida, pasión, muerte y gloria, del que el Profeta Daniel había ofrecido sólo un simple esbozo. Jesús no duda en aplicarse incluso el carácter de reino eterno e imperecedero que Daniel había atribuido a la obra del Hijo del hombre, cuando en la profecía sobre el fin del mundo proclama: “Entonces verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes con gran poder y majestad” (Mc 13, 26; cf. Mt 24, 30). En esta perspectiva escatológica debe llevarse a cabo la obra evangelizadora de la Iglesia. Jesús hace la siguiente advertencia: “No acabaréis las ciudades de Israel, antes de que venga el Hijo del hombre” (Mt 10, 23). Y se pregunta: “Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” (Lc 1 8, 8).
10. Si en su condición de “Hijo del hombre” Jesús realizó con su vida, pasión, muerte y resurrección el plan mesiánico delineado en el Antiguo Testamento, al mismo tiempo asume con ese mismo nombre el lugar que le corresponde entre los hombres como hombre verdadero, como hijo de una mujer, María de Nazaret. Mediante esta mujer, su Madre, Él, el “Hijo de Dios”, es al mismo tiempo “Hijo del hombre”, hombre verdadero, como testimonia la Carta a los Hebreos: “Se hizo realmente uno de nosotros, semejante a nosotros en todo, menos en el pecado” (Const. Gaudium et spes, 22; cf. Heb 4, 15).
Los laicos son los responsables de hacer crecer la fe
Audiencia General del Papa Francisco, 13 de Noviembre.
El Papa Francisco prosiguió con sus catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles, reflexionando hoy sobre la estadía de Pablo en la ciudad de Corinto, en su camino del anuncio de la Buena Noticia de Jesucristo por el mundo. Los hechos narran que Pablo, después de su estadía en Atenas, caracterizada por la hostilidad, pero también por frutos como la conversión de Dionisio y Damaris, pasó un año y medio en Corinto, ciudad comercial y cosmopolita.
Ahí encontró a Áquila y Priscila, pareja de esposos cristianos que había tenido que dejar Roma por la expulsión de los judíos decretada por el emperador Claudio. Ellos, con un corazón lleno de fe en Dios y de generosidad hacia el prójimo, le abrieron las puertas de su hogar a Pablo, testimoniando el valor cristiano de la hospitalidad. Acogieron al Evangelizador y también el anuncio que él llevaba: el Evangelio de Cristo.
Persecución a los judíos está comenzando a renacer
El Santo Padre quiso hacer una paréntesis antes de seguir con su catequesis, para poner de relieve una situación que comienza a darse también en nuestros días: la de la persecución de los judíos. Recordando las brutalidades cometidas a este pueblo en el siglo pasado, constató que hoy ha "comenzado a renacer" el "hábito de perseguir a los judíos", y lanzó un llamamiento apremiante:
“Hermanos y hermanas, esto no es humano ni cristiano. ¡Los judíos son nuestros hermanos! Y no deben ser perseguidos”.
Descentrarse para practicar el arte cristiano de la hospitalidad
Prosiguiendo luego con la catequesis, se centró en la bondad de Áquila y Priscila, quienes demostraron tener “un corazón lleno de fe en Dios y generoso con los demás". Ellos, dijo, eran poseedores de “una sensibilidad que los llevó a descentrarse para practicar el arte cristiano de la hospitalidad”. Pablo apreciaba también el trabajo que los esposos realizaban - eran tejedores de lona para tiendas de uso doméstico - , puesto que Pablo consideraba el trabajo manual, no sólo "lugar privilegiado para dar testimonio cristiano, sino también medio de subsistencia" y un modo de "no ser un peso para los demás".
Hoy como ayer, familias “templo para la Eucaristía”
Esta pareja cristiana abrió también su casa a la comunidad local de cristianos, convirtiéndola en una “domus ecclesiae”, es decir, lugar de escucha de la Palabra de Dios y de la celebración de la Eucaristía.
El Apóstol que “tenía el corazón agradecido”, cuando más tarde escribe a los Corintios, habla de la “comunidad que se reúne en su casa”, de sus “colaboradores en Cristo Jesús”, que "para salvar su vida arriesgaron sus cabezas". El Papa hizo notar que esta situación se da todavía en nuestros días en algunos países donde no hay libertad religiosa, y en donde los cristianos se reúnen escondidos para rezar y celebrar la Eucaristía. Y dijo:“Aún hoy existen estas casas, estas familias que se convierten en un templo para la Eucaristía”. “¡Cuántas, cuántas familias en tiempos de persecución, arriesgan sus cabezas para mantener escondidos a los perseguidos! Este es el primer ejemplo: la acogida familiar, incluso en los malos tiempos”.
Los laicos dan el humus al crecimiento de la fe
De entre los numerosos colaboradores de san Pablo, Áquila y Priscila sobresalen como como modelos de una vida conyugal comprometida al servicio de toda la comunidad cristiana y nos recuerdan que gracias a la fe y al compromiso en la evangelización de muchos laicos como ellos, el cristianismo echó raíces y ha llegado hasta nosotros.
Los laicos, aseguró finalmente el Pontífice, son “responsables desde su Bautismo, de llevar adelante la fe”, puesto que, recordó citando a Benedicto XVI, "los laicos dan el humus al crecimiento de la fe".
Pidamos a Dios nuestro Padre que infunda su Espíritu Santo en todas las parejas cristianas para que, a ejemplo de Áquila y Priscila, sepan abrir las puertas de su corazón a Cristo y a los hermanos, y sus hogares sean verdaderas iglesias domésticas donde se viva la comunión fraterna y se dé a Dios el culto de una vida de fe, esperanza y caridad.
Recién casados, sientan su vocación
En su catequesis en italiano el Papa concluyó recordando su Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, en el punto 11, en donde describe a los esposos como “verdadera escultura viviente”, y llamó a los recién casados a “sentir su vocación”:
“Deben ser la verdadera escultura viviente: derramar su Espíritu sobre todos los matrimonios cristianos para que, a ejemplo de Aquila y Priscila, abran las puertas de sus corazones a Cristo y a sus hermanos y hermanas y transformen sus casas en iglesias domésticas. Una palabra bella: una casa es una iglesia doméstica, donde vivir la comunión y ofrecer el culto de la vida vivida con fe, esperanza y caridad”.
Próximo viaje a Tailandia y Japón
Durante el saludo a los peregrinos en diferentes idiomas, al final de la audiencia general, el Papa dirigió un pensamiento especial a Burkina Faso, sacudido por la "violencia recurrente" para que prevalezca el diálogo y la protección de los más frágiles, y luego invitó a todos a rezar por su próximo viaje a Tailandia y Japón, que comenzará el 19 de noviembre, "para que -dijo- el Señor conceda a los pueblos visitados copiosos dones de gracia".
Recuerda que el amor real es aquel que se da entre dos personas reales, y por lo tanto imperfectas.
La mayoría de los hombres y mujeres expresan su deseo de encontrar al hombre o mujer ideal para compartir su vida en pareja. Hacen una lista de requisitos y cualidades que debe cubrir el otro, pero ¿realmente existe la pareja ideal?
Para tener a la pareja ideal es necesario dejar de buscar los atributos fantásticos que les dan a hombres y mujeres en los cuentos de hadas. Si buscas ese hombre perfecto, dulce, atento, romántico y con buena posición económica que salvará tu situación actual, o la mujer inteligente, guapa y atenta que te hará feliz para siempre, no lo encontrarás.
El hombre o la mujer ideal como prototipo no existen; existe un hombre o una mujer ideal para cada persona en particular, y me refiero a “ideal” no a ese estereotipo inalcanzable, sino a la persona que a pesar de sus defectos y errores cuenta con los valores y virtudes afines con los tuyos y que caminará a tu lado para construir una familia sólida y estable.
Sabemos que las relaciones amorosas no son fáciles y el éxito de estas dependerá en gran medida de las expectativas que nos formemos de ellas. En Red Familia te invitamos a que dejes a un lado los estereotipos de pareja y tomes en cuenta que el hombre o la mujer ideal es aquella que:
Comparte ideales contigo.
Tiene una educación similar a la tuya en cuanto a religión, valores y expectativas.
Es capaz de luchar e involucrarse en todo lo referente a su familia.
Se respeta y te respeta, porque esa es la base del amor.
Recuerda que el amor real es aquel que se da entre dos personas reales, y por lo tanto imperfectas. Platica con tu familia y eviten idealizar las relaciones de pareja. El verdadero amor está en el matrimonio de los abuelos, de los tíos o de tus padres que a pesar de las diferencias han permanecido unidos. Porque en la comunicación familiar y el amor comprometido y complementario, está la solución.
Pregunta insoslayable pues no se puede prescindir de la verdad, ni cancelarla, ni evitarla
“La verdad os hará libres”, se escuchó por ahí. “Una mentira mil veces repetida se convierte en verdad”, replicaron por allá. “La verdad es relativa”, concluyeron otros con indiferencia. Pero “¿Qué es la verdad?” –preguntó confundido el alumno. Pregunta acuciante por la cual se han derramado ríos de tinta a través de los siglos. Pregunta insoslayable pues no se puede prescindir de la verdad, ni cancelarla, ni evitarla. Quien la niega, como han notado tantos grandes filósofos, inevitablemente pone la cuestión otra vez. “No hay verdad, la verdad no existe” –vociferan sus detractores muy seguros de sí mismos, y luego, con menos seguridad, susurran mordiéndose la lengua: “Esta es la verdad”. Sócrates seguramente habría replicado “¿Por qué tendría que ser ésta la verdad y no otra, más aún cuando ustedes dicen en primer lugar que ella no existe?” El viejo griego los habría desenmascarado, mostrando la incoherente dictadura de un pensamiento único que se impone disfrazado de tolerancia y relativismo. Los habría forzado al sano silencio, ese que se postra ante la aporía, a través de la cual nos abrimos paso a la contemplación del misterio. Y es que de este callejón sin salida uno no escapa con más argumentos, por más finos y rigurosos que sean.
En los estratos más profundos de la existencia para alcanzar la verdad definitiva se requiere otra vía: una salida que nos permita ir más allá de los confines del mundo lógico y sus insolubles paradojas. Porque la verdad a estos niveles tiene más de místico que de lógico. Sin embargo, cuando la razón calla, ¿qué podemos decir entonces?, ¿cómo podemos demostrar la verdad? Es que tal vez, y este es justamente el punto decisivo, a estos niveles la verdad no se demuestra: aquí la verdad -la verdadera verdad, la verdad auténtica, la Verdad con mayúsculas- se “muestra”. Esta Verdad no se infiere, se manifiesta; no se abstrae, se toca, se oye, y se contempla, y luego se anuncia y se testimonia. «Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos, acerca del Verbo de vida, pues la vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó» (1 Jn1, 1-2). Castellani en un párrafo cargado de cultura, campechana sensatez e ironía exponía el asunto así:
«¿Qué es la Verdad?” -dijo Pilatos. -“Est vir qui adest”- es el varón que tienes delante, podía haber respondido Jesucristo, con las mismas letras de la pregunta “¿Quid est veritas?” En la Edad Media un autor anónimo compuso este ingenioso anagrama: ¿Quid est veritas? – Est vir qui adest.” En realidad, Pilatos no preguntó en latín, sino en griego vulgar, koiné, y Jesucristo no contestó nada. Al que pregunta: ¿Qué es la verdad? sin muchas ganas de conocerla, la Verdad no le contesta nada. En suma, si Jesucristo hubiese sido criollo (y en parte lo fue) y Pilatos hubiese merecido que Cristo le contestara (que no lo merecía, por cobarde), a la pregunta: “¿Qué es la Verdad?”, Jesucristo debía haber contestado: “No te hagás el que no la ves…” Éste es un chiste de Ignacio Pirovano. Así como a mí me cuelgan chistes malos que nunca he hecho, que a veces me dejan bastante mal, así yo uso los chistes buenos de mis amigos».
El mejor método para estudiar la Biblia desde cero y saber cuál versión escoger
Te ofrecemos un método efectivo para que te inicies en el estudio de la Biblia
Hoy día en muchas familias católicas encontramos la Biblia como el libro sagrado de la casa. Ojalá que pronto llegue el día que cada católico sea un asiduo lector de la Escritura Sagrada.
Pero muchos que comienzan a leerla, después de algunos capítulos la dejan de lado por no comprender casi nada. Dicen que leer la Biblia les resulta difícil. Es un libro tan largo y a veces difícil, especialmente para uno que sabe poca historia y poca geografía, y no tiene costumbre de ubicar lo que lee en su propio contexto.
También se da el caso de católicos que, comienzan a leer la Biblia, y se dejan llevar por interpretaciones parciales, caprichosas y fanáticas que poco a poco lo llevan a uno a adherir, por mero sentimentalismo, a algunas de las muchas sectas bíblicas ya existentes, apartándose, por ignorancia, de la Iglesia Católica.
Y no faltan los que quieren leer toda la Biblia sin alguna explicación; o toman la Biblia como un juego de naipes abriendo el libro al azar, o saltando por aquí o por allá y piensan que Dios automáticamente les comienza a hablar. Es un riesgo muy grande; es como jugar a la suerte.
Para evitar estos peligros, no basta leer la Biblia con fe y devoción. Hay que juntar la fe, la oración y la devoción con el estudio. Leer la Biblia sin una adecuada preparación es tentar a Dios. Hay que prepararse para leerla. Si no, puede suceder cualquier cosa. La historia de nuestra fe es así.
Queridos hermanos, esta carta tiene como finalidad introducirnos en el estudio de la Biblia. Hoy, más que nunca, debemos tener una cierta preparación para iniciar una lectura seria de la Biblia.
Para muchos, la Biblia sigue siendo un hermoso libro cerrado que adorna nuestra biblioteca. El problema es: ¿cómo leer, cómo comenzar con este libro? Siempre ha sido difícil la iniciación a la lectura de la Biblia. Exige de nosotros paciencia, humildad, serenidad y una cierta disciplina intelectual.
En esta carta vamos a indicarles algunos consejos prácticos para comenzar el estudio de la Biblia.
1.- Las mejores Biblias
Muchas personas se preguntan cómo conseguir una buena edición moderna de la Biblia Católica. Recuerda que ésta tiene 73 libros, está completa para el estudio y debe tener aprobación eclesiástica (Imprimatur)
Hoy existen muy buenas Biblias católicas; les recomendamos la Biblia de Jerusalén, la Biblia de América, La Nueva Biblia Americana, la Biblia de Navarra, Biblia Latinoamericana, la Biblia del Peregrino, Nacar-Colunga, entre otras.
Da pena ver gente ansiosa de conocer la Biblia y lo hace con ediciones demasiado antiguas, incluso incompletas, sin introducciones, ni comentarios; o con ediciones de bolsillo que está bien para llevarlas a un paseo pero no para hacer estudios serios con ellas.
2.- Una Biblia de uso personal
Conviene que cada persona tenga su propia Biblia en la que libremente vaya subrayando los textos más importantes o más significativos en relación con nuestra vida de fe, con nuestro seguimiento de Cristo, con nuestra vida de oración, de evangelización, etc.
E incluso uno va poniendo anotaciones personales, inquietudes originadas de la propia reflexión y experiencia pastoral, apuntes tomados de cursillos, retiros, libros... Sólo así se aprenden las cosas, y con gusto.
3.- Conocer bien la Biblia
Es decir, antes de estudiar el texto sagrado, hay que echar un vistazo general a la edición de su Biblia; ver qué dicen los editores sobre el manejo del libro, ver cómo se citan los libros, qué introducciones hay, qué notas, mapas, o temas especiales, etc...
Esto puede ahorrar mucho tiempo y trabajo. No hay por qué anotar en cuadernos o papelitos cosas que ya están muy bien puestas en las notas más importantes
Así por ejemplo, la Biblia Latinoamericana pone una especie de introducción muy buena, titulada: "¿Qué hubo en el mundo antes de la Biblia?". También tiene un "Indice del Evangelio" bien práctico y una serie de temas breves con el título de "La enseñanza bíblica" que pueden ayudar mucho. Además hay otros temas.
La Biblia de Jerusalén, entre tantas cosas excelentes, trae casi al final una sinopsis cronológica muy útil para ubicar los acontecimientos bíblicos dentro de la historia, de la geografía y de las otras culturas relacionadas con la Biblia.
La Nueva Biblia Española tiene, al final, un vocabulario bíblico teológico muy bueno. Cada uno debe familiarizarse bien con su propia Biblia.
4.- Leer y estudiar las Introducciones
Es muy conveniente leer las Introducciones que se ponen a cada libro o a los diversos grupos de libros.
Casi todas las Biblias modernas católicas tienen muy buenas introducciones. La Biblia de Jerusalén es excelente en este punto y es la que ha inspirado casi todas las ediciones posteriores de la Biblia.
Algunas personas se dedican primero a leer y estudiar todas las introducciones de cada libro y luego comienzan la lectura del texto bíblico mismo. Es lo mejor.
5.- Leer y meditar la Biblia
A continuación, ya se puede comenzar a leer y a estudiar el texto bíblico. Pero la Biblia es muy larga, y para todos nosotros nos resultará muy difícil, si no imposible, leerla toda desde la primera página hasta la última. Por tanto, hay que ser prácticos.
Si es la primera vez que te acercas a la Biblia, te proponemos un itinerario de lectura:
* Empieza con el Evangelio de San Lucas. En él podrás conocer los rasgos más atrayentes de Jesús de Nazaret, nacido de María.
* Continúa con elLibro de los Hechos de los Apóstoles. Allí podrás ver la hermosa actividad de la Iglesia naciente.
* Después te recomendamos volver a los Evangelios, primero Marcos, luego el de Mateo y finalmente el de Juan.
Puedes intercalar, al fin, la lectura de alguna Carta de los Apóstoles: por ejemplo, a los Corintios, los Tesalonicenses, etc.
Otra forma es tener un calendario litúrgico y leer las lecturas que corresponden al día.
6-. El Nuevo Testamento
Para el cristiano lo más importante son los cuatro Evangelios, que son el alma de toda la Biblia, y luego los otros libros del Nuevo Testamento. Eso ha de ser el objetivo constante de nuestra lectura o estudio.
Pero es bueno conocer, siquiera básicamente, el Antiguo Testamento: Génesis, Exodo, Deuteronomio, Josué, 1 y 2 de Samuel, 1 y 2 de Reyes, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar, Sabiduría, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Amós, Miqueas, Jonás y el Libro de Revelaciones (Apocalipsis)
7.- Lectura y meditación de la Biblia
Después de haber leído la introducción de un libro, comienza a leer el texto mismo. No te apresures en leer todo de una vez. Lee solamente un pasaje, o un párrafo. Lee con atención y respeto, abriendo tu corazón a lo que Dios te quiere expresar. Subraya los textos que te impactan.
En la primera lectura de un texto, te conviene leer siempre las notas explicativas que se encuentran debajo del texto bíblico. Estas notas explicativas y los comentarios van a clarificarte la comprensión de los textos bíblicos más difíciles.
Son explicaciones escritas por especialistas y hay que tratar de entenderlas y, normalmente, han de ser aceptadas con confianza. Muchas personas, por no leer atentamente las notas explicativas quedan sin comprender un texto en su contexto propio, sin comprender los diversos estilos y doctrinas, y luego abandonan la lectura por aburrimiento.
Los cursillos bíblicos intensivos, con un buen profesor, pueden ayudar mucho, y quizás sean imprescindibles para comprender ciertos problemas y notas técnicas.
Y ahora, ¡a comenzar!... Trata de organizar tu vida de tal manera que todos los días encuentres un momento de 5 a 10 minutos para la Biblia. Busca un lugar tranquilo. Lee sistemáticamente, no saltando de una parte a otra, ni abriendo el libro al azar.
Nunca leas la Biblia para satisfacer tu curiosidad o sólo para saber más, sino para indagar lo que Dios quiere decirte, pues la Biblia es la Palabra de Dios, es la carta que El envía a sus hijos.
En la Biblia no busques ciencia, sino sabiduría. No tengas miedo de subrayar y poner anotaciones en tu Biblia. La Biblia no es un libro para guardar, sino para ser leída. Dice san Jerónimo:
"No debes retirarte al descanso nocturno sin haber llenado tu corazón con una pequeña parte de la Palabra de Dios".
Principales Biblias Católicas
Entre las Biblias Católicas más conocidas, y más usadas hoy entre nosotros, y entre las que podemos recomendar (hay muchas más) están las siguientes:
1.- Biblia de Jerusalén
Se llama así sencillamente por haber sido preparada por un numeroso equipo internacional de biblistas, bajo la dirección de la famosa Escuela Bíblica de Jerusalén. Apareció primeramente en francés (1956), de la que se sacó la primera edición española en 1967.
Luego ha seguido una segunda edición española en 1975, revisada y mejorada. Es la mejor Biblia desde el punto de vista crítico, teológico y académico, con notas explicativas. Su criterio ha influido decididamente en todas las otras ediciones de la Biblia.
Es imprescindible para un estudio serio de la Biblia. Sin embargo el precio de esta Biblia es generalmente muy elevado.
2.- Biblia de América
Esta versión de la Biblia apareció en 1994 y es una adaptación para América de la Biblia traducida y editada en España por la Casa de la Biblia. Actualmente es distribuida por Verbo Divino.
Según expertos Teólogos esta Biblia de América es mucho mejor que la Latinoamericana, en lo que se refiere a traducción, notas, comentarios y temas de estudio.
3.- La Nueva Biblia Americana
Publicado el 9 de marzo del 2011, la Nueva Biblia Americana, Edición Revisada (NABRE) es la culminación de casi 20 años de trabajo de un grupo de cerca de 100 estudiosos y teólogos, entre ellos obispos, revisores y editores.
Esta versión de la Biblia incluye una traducción recién revisada de todo el Antiguo Testamento (incluyendo el Libro de los Salmos) junto con la edición de 1986 del Nuevo Testamento.
De hecho el Website del Vaticano (en inglés) utiliza esta versión de la Biblia: Vatican.va/archive/ENG0839/_INDEX.HTM
4.- Biblia del Peregrino
El traductor de la Biblia del Peregrino, Luis Alonso Schökel, fue profesor en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma. La Biblia del peregrino (1993), cuenta con una traducción hermosa, ágil y fiel, y es considerada hoy en día como la más bella traducción de los textos bíblicos.
La Biblia del Peregrino, ha tenido una gran influencia en la liturgia (especialmente los Salmos, que se ha convertido en la versión oficial). Sobresale por la bella traducción de los textos poéticos (Profetas, Job, Cantar, Proverbios, etc.) y el dinamismo de los textos narrativos.
5.- Biblia Latinoamericana
Se la conoce con este nombre, ya muy popularizado. Fue preparada por un equipo latinoamericano de pastoral. Ya han salido, al menos, 81 ediciones (1990).
Tiene el mérito de estar muy adaptada al lenguaje latinoamericano y, sobre todo, en las introducciones y comentarios refleja muy bien la realidad y problemática socio-político-religiosa de América Latina.
Ha recibido muchas alabanzas y fuertes críticas de distintos sectores de la Iglesia y de la sociedad. En nuestro medio ambiente y para fines pastorales es, una muy buena Biblia. Generalmente no es un libro muy caro; muchas veces ha sido subvencionada para el bien del pueblo.
También existe un Nuevo Testamento Latinoamericano, que es la parte más importante de toda la Biblia Latinoamericana.
6.- Otras Biblias
Hay también muchas otras ediciones católicas de la Biblia, todas muy buenas, aunque no hayan tenido, en nuestro medio, el éxito de las dos mencionadas. Entre éstas no podemos dejar de nombrar las Biblias: Nacar-Colunga, Biblia de Navarra, Biblia de Straubinger
El gran valor de estas ediciones modernas de la Biblia es, sobre todo, que se basan en los textos originales (hebreo-griego), y no en la Vulgata Latina como anteriormente se hacía.
Además en sus introducciones y comentarios recogen lo mejor de las investigaciones bíblicas modernas.
Ultimamente apareció la Biblia de Estudio de las Sociedades Bíblicas, elaborada por biblistas católicos y evangélicos, y que cuenta con el respaldo del CELAM para ser utilizada en América Latina.
"Quien medita cada día la sagrada ley divina con esta meditación a la gloria se encamina. Quien medita cada día las Sagradas Escrituras verá la mano de Dios en todas las criaturas".
Extraído del libro: Para dar razón de nuestra Esperanza, sepa defender su Fe, autor: Padre Paulo Dierckx y Padre Miguel Jordá | Redacción y aportes varios: PildorasdeFe.net