La Santa Cruz

La Santa Cruz

Una preciosa fiesta popular que arranca desde el día en que se encontró la Santa Cruz en el año 326.

Fiesta

Hoy se celebra en Granada y en el mundo el día de la Cruz. Una preciosa fiesta popular que arranca desde el día en que se encontró la Santa Cruz en el año 326.

Casi todas las fiestas tienen un origen religioso. Hay algunos que en la actualidad las quieren convertir simplemente en culturales, abandonado su trasfondo religioso.

Eusebio de Cesarea fue un gran historiador de aquellos tiempos. Cuenta en sus libros que el General Constantino no era creyente pero le tenía mucho respeto a los cristianos por su paz y el bien que hacían en todos sitios.

Antes de una dura batalla contra Majencio –jefe de Roma -, tuvo un sueño en el que pudo contemplar una cruz luminosa y una voz que le decía:"Con este signo vencerás"

Y sin tener la menor duda de su triunfo, puso en todos los estandartes y banderas la cruz. Y arengando a las tropas les decía:"Confío en Cristo en quien cree mi madre Elena".

Al ganar la batalla, llegó bien pronto a ser emperador. Decretó el cese de perseguir a los cristianos y la libertad religiosa.

Hay, además, otros escritores célebres como san Ambrosio y Juan Crisóstomo afirman que Elena se fue a Jerusalén en busca de la Cruz del Señor.

Los arqueólogos se emplearon a fondo en esta labor. Al cabo del tiempo, encontraron tres cruces. ¿Cuál era la de Jesús? La respuesta se la dio una mujer que estaba muy enferma. Al tocarla, quedó curada.

Elena y el obispo de Jerusalén juntamente con muchos creyentes, la llevaron en procesión por las calles de la ciudad.

A raíz de estos acontecimientos se implantó esta fiesta por todo el orbe cristiano.

Ultimamente, al hacer la reforma del calendario litúrgico, ha desaparecido como fiesta. Pero el pueblo, siempre sencillo, la sigue celebrando.

Por ejemplo es Granada es fiesta. De esta forma, mantiene viva la tradición.

Lea también este artículo: Fiesta de la Santa Cruz en México

¡Felicidades a quienes celebran hoy esta fiesta!

El ejemplo del buen pastor

Santo Evangelio según san Juan 10, 1-10. Domingo del Buen Pastor

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que te reconozca como el pastor y guía en mi vida; dame la gracia de seguirte a donde Tú quieras, porque a veces el camino es difícil, pero tu vara y tu cayado me dan seguridad. Señor, quiero sentirte cerca el día de hoy.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera.

Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En una buena relación, desde un inicio se puede palpar que hay algo especial que no se puede explicar fácilmente, pero se siente que se está bien con el otro. Jesús quiere entrar en nuestra vida como buen pastor que nos acoge, nos cuida y nos ama; esta forma de relacionarnos con Él es especial, sin duda.

Él es un ejemplo de lo que significa preocuparse y cuidar del otro porque se esmera en amar a las ovejitas, nos las deja solas por nada del mundo. La atención que les brinda es de corazón porque las quiere, y ese amor no deja que les pase nada.

Parte de este cuidado es ayudarlas con correcciones cuando lo necesitan. Las corrige porque las quiere y ve que lo mejor vendrá después, si siguen el camino que Él les indica.

Después de haber estado con el pastor bueno las ovejas no se pueden olvidar de Él, les ha dejado una huella en el alma.

Cuando ya han crecido, escuchan su voz porque lo aman; tal vez al inicio no lo amaban tanto, pero aprendieron con el tiempo a amarlo y darse cuenta de que la vida no es la misma sin Él.

Ese amor que les mostró no era como el de otros que son ladrones, vienen y se van, no les importan las ovejas solo lo que pueden sacar de ellas; en cambio el buen pastor da la vida por sus ovejas. El buen pastor no es como los otros que se esconden y no entran por la puerta de enfrente, sino que hace todo a la luz del día.

Pidámosle a María, en este mes de mayo, que nos conceda la gracia de acercarnos más a su hijo, que ella nos guíe al divino pastor, a nosotros que somos como ovejitas con hermosas rosas (ave Marías) en la boca proclamando las maravillas de Dios. Que en su regazo materno nos sintamos protegidos de todo mal y contentos de estar con ella.

«A los verbos y a los gestos que describen el modo en que Jesús, el Buen Pastor, se relaciona con nosotros, hacen eco los verbos que se refieren a las ovejas, es decir a nosotros: “escuchan mi voz”, “me siguen”. Son acciones que muestran cómo debemos corresponder a las actitudes tiernas y atentas del Señor. En efecto, escuchar y reconocer su voz implica intimidad con Él, que se consolida en la oración, en el encuentro de corazón a corazón con el divino Maestro y Pastor de nuestras almas. Esta intimidad con Jesús, este ser abierto, este hablar con Jesús, refuerza en nosotros el deseo de seguirlo, saliendo del laberinto de los caminos equivocados, abandonando comportamientos egoístas, para encaminarnos por las sendas nuevas de la fraternidad y del don de nosotros mismos, a imitación suya».

(Homilía de S.S. Francisco, 12 de mayo de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Leer y meditar detenidamente el salmo 23.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¡Entrad por la puerta estrecha!

Para entrar en el cielo no basta haber comido y bebido a la mesa de Cristo, sino haber cumplido sus mandamientos

Del santo Evangelio según san Lucas 13, 22-30
Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» El les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. «Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Y os responderá: "No sé de dónde sois." Entonces empezaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas"; y os volverá a decir: "No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!" «Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. «Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».

Meditación del Papa
Durante su última subida a Jerusalén, uno le pregunta: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?". Y Jesús le responde: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán". ¿Qué significa esta "puerta estrecha"? ¿Por qué muchos no logran entrar por ella? ¿Acaso se trata de un paso reservado sólo a algunos elegidos? [...] El mensaje de Cristo va precisamente en la dirección opuesta: todos pueden entrar en la vida, pero para todos la puerta es "estrecha". No hay privilegiados. El paso a la vida eterna está abierto para todos, pero es "estrecho" porque es exigente, requiere esfuerzo, abnegación, mortificación del propio egoísmo. [...] Queridos hermanos y hermanas, si también nosotros queremos pasar por la puerta estrecha, debemos esforzarnos por ser pequeños, es decir, humildes de corazón como Jesús, como María, Madre suya y nuestra. Ella fue la primera que, siguiendo a su Hijo, recorrió el camino de la cruz y fue elevada a la gloria del cielo, como recordamos hace algunos días. El pueblo cristiano la invoca como Ianua caeli, Puerta del cielo. Pidámosle que, en nuestras opciones diarias, nos guíe por el camino que conduce a la "puerta del cielo" (Benedicto XVI, 26 de agosto de 2007).

Reflexión
El hombre es un ser curioso por naturaleza. Todos queremos saber más y más, y el horizonte de nuestros conocimientos es ilimitado. Recuerdo que, cuando iniciaba mis estudios de filosofía, hace ya muchos años, la primera cosa que me sorprendió fue escuchar que el origen de la filosofía era, precisamente, la curiosidad del hombre, su capacidad de admirarse y de preguntarse sobre el porqué de las cosas. El mismo vocablo "curiosidad" viene del latín, cur, y significa por qué.

Pero yo creo que nuestra curiosidad se agudiza aún más cuando se trata de algo que nos atañe en primera persona o que se refiere a la vida y a la gente que nos rodea. Nos encantaría saber, si nos fuera posible, qué nos deparará el futuro o cuál será el destino de nuestra existencia.

Seguramente por esta misma tendencia de nuestra naturaleza, siempre ha estado tentado el hombre de recurrir a la astrología, a la magia y a las diversas artes adivinatorias, así como también al espiritismo y al contacto con el mundo de los muertos –supuesto o real— para tratar de conocer el propio futuro o la suerte ajena.

Sin embargo, este conocimiento es un misterio velado y vedado para el hombre. El poeta latino Horacio, aun siendo pagano, se atrevió a condenar esta pretensión en una de sus famosas odas: "Tu ne quaesieris, scire nefas, quem mihi quem tibi, finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios temptaris números" escribía a una de sus amigas en el libro primero de sus "Carmina". Traducido al castellano, sería mas o menos así: No pretendas tú, ¡oh Leucónoe!, conocer qué fin (destino) nos darán los dioses a ti y a mí, pues nos está vedado; ni lo intentes recurriendo a los cálculos de los astrólogos. Como sea, lo mejor es padecerlo, ya sea que Júpiter te conceda muchos inviernos o que éste sea el último... Mira, mientras hablamos, se nos escapa el ambicionado tiempo. Mejor, aprovecha bien el día presente y no seas demasiado crédula del mañana. Por supuesto que nuestro poeta hacía esta recomendación a su amiga Leucónoe desde su filosofía epicúrea: "Carpe diem!", le decía. "¡Aprovecha el presente día!". Bien entendido, es un sabio consejo, con tal que se eviten los abusos en los que con frecuencia caían los seguidores de la doctrina de Epicuro.

En el Evangelio de hoy encontramos el mismo tema. Pero con una visión totalmente cristiana. "Señor, ¿serán muchos los que se salven?" –preguntan los discípulos a nuestro Señor-. Aquí está la eterna curiosidad del hombre por la suerte propia y la ajena. Se trata, nada menos, del destino final y eterno que tocará a cada uno de nosotros. Es una pregunta ligada íntimamente al misterio de la predestinación, que siempre y en todas las épocas de la historia, tanto ha inquietado a filósofos, teólogos, pensadores, e incluso a la gente común y corriente.

"¿Serán pocos los que se salven?". A nosotros nos gustaría recibir algún "adelanto" de los que se van a salvar y de los que se van a perder.

Incluso muchas veces nos hemos preguntado, no con poca curiosidad, si algunos personajes de la historia que, a nuestro juicio, han sido pérfidos, se habrán salvado...

Pero Jesús no satisface la curiosidad de sus oyentes. A nadie le es permitido conocer el propio futuro ni el de los demás. Aparte de innecesario, resulta totalmente inútil preguntarlo. ¿Qué nos ganamos con ello? Lo mejor es conducir nuestra vida coherentemente, como Dios se espera de nosotros. Y la respuesta del Señor va, precisamente, en esta otra dirección: "Esforzaos, más bien –les dice— en entrar por la puerta estrecha". En vez de indagar, en vano, el propio destino, es mucho más sano y prudente tratar de vivir de una manera digna para hacernos merecedores, al final de nuestra existencia, de ese grandísimo bien que todos anhelamos alcanzar: la vida eterna y bienaventurada.

Pero nuestro Señor nos alerta y nos pone en guardia. Ciertamente, no todos se salvarán, por desgracia. "Muchos intentarán entrar –en el cielo, por supuesto— y no podrán". Entonces, los que se queden fuera, comenzarán a llamar a la puerta y a gritar: "¡Señor, ábrenos!". Es muy dramática la escena que Jesús pinta en este cuadro. Aquellos que supuestamente habían sido sus compañeros de viaje y sus amigos, le dirán: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas". Era de esperarse que, como antiguos comensales de Jesús, Él los conocería y los recibiría con los brazos abiertos en la gloria. Pero no siempre sucede así. ¡Qué tragedia cuando, llenos de confusión, escuchen la sentencia de Cristo: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados"!

Para entrar en el cielo no basta haber comido y bebido a la mesa de Cristo, sino haber cumplido sus mandamientos. "No todo el que me dice Señor, Señor entrará en el Reino de los cielos –nos recuerda Jesús por boca de san Mateo- sino el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos”. Cuánta sabiduría contiene el refrán popular, que reza: “obras son amores, que no buenas razones”. Por eso, el consejo de Cristo: “¡Entrad por la puerta estrecha!".

La basílica de la Natividad, en Belén, tiene una puerta lateral, muy baja y pequeña. Las puertas principales se cerraron a cal y canto en los tiempos de las Cruzadas para evitar las profanaciones de los musulmanes, que irrumpían en la basílica armados y a caballo. Y así se dejó la puerta de ingreso, que quedó como un verdadero símbolo: el que quiera entrar a adorar al Niño Dios, tiene que agachar la cabeza e inclinarse, en señal de humildad y de abajamiento.

Dios ayude a los gobernantes, únanse en tiempos de crisis por el bien de los pueblos

Homilía del Papa Francisco en Santa Marta. 2 de mayo de 2020

Hoy, sábado de la tercera semana de Pascua, Francisco ha presidido la misa en la Casa Santa Marta dirigiendo su pensamiento a los gobernantes:

“Oramos hoy por los gobernantes que tienen la responsabilidad de cuidar a sus pueblos en estos momentos de crisis: jefes de estado, presidentes de gobierno, legisladores, alcaldes, presidentes de regiones ... para que el Señor los ayude y les dé fuerzas, porque su trabajo no es fácil. Y cuando haya diferencias entre ellos, entiendan que, en tiempos de crisis, deben estar muy unidos por el bien de los pueblos, porque la unidad es superior al conflicto”.

Hoy, sábado 2 de mayo, 300 grupos de oración se unen a nosotros en oración, los llamados "madrugadores": aquellos que se levantan temprano para rezar, hacen un "madrugón", para rezar. Se unen hoy, ahora mismo, a nosotros.

En la homilía, el Papa ha comentado las lecturas de hoy, comenzando por el pasaje de los Hechos de los Apóstoles (Hechos 9, 31-42) que relata cómo la primera comunidad cristiana se consolidaba y, con el apoyo del Espíritu Santo, creció en número. Luego, relata dos eventos con Pedro al centro: la curación de un paralítico en Lidda y la resurrección de un discípulo llamado Tabità. "La Iglesia - dice el Papa - crece en momentos de consuelo. Pero hay tiempos difíciles, persecuciones, tiempos de crisis que ponen a los creyentes en dificultades. Como dice el Evangelio de hoy (Jn 6, 60-69) en el cual, después del discurso sobre el pan vivo que descendió del cielo, la carne y la sangre de Cristo que da vida eterna, muchos discípulos abandonan a Jesús diciendo que su palabra es dura. Jesús sabía que los discípulos murmuraron y en esta crisis recuerda que nadie puede venir a Él a menos que el Padre lo atraiga".

El momento de crisis es un momento de elección que nos coloca frente a las decisiones que tenemos que tomar. Esta pandemia es también un momento de crisis. En el Evangelio, Jesús pregunta a los Doce si ellos también quieren irse y Pedro responde: «Señor, ¿a quién iremos? Tienes palabras de vida eterna y hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios». Pedro confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, pero no entiende lo que dice Jesús: come la carne y bebe la sangre, pero confía. "Esto - continúa Francisco - nos ayuda a vivir los momentos de crisis. En tiempos de crisis, uno debe ser muy firme en la creencia de la fe: hay perseverancia, no es el momento de hacer cambios, es el momento de la fidelidad y la conversión. Los cristianos debemos aprender a manejar tanto los momentos de paz como los momentos de crisis""Que el Señor - es la oración final del Papa - nos envíe el Espíritu Santo para resistir las tentaciones en tiempos de crisis y ser fieles, con la esperanza de vivir después de momentos de paz, y darnos la fuerza para no vender la fe".

A continuación se muestra el texto de la homilía (transcripción no oficial):

Comienza la primera Lectura: En aquellos días, las comunidades cristianas gozaban de paz en toda Judea, Galilea y Samaria, con lo cual se iban consolidando, progresaban en la fidelidad a Dios y se multiplicaban, animadas por el Espíritu Santo". Tiempo de paz. Y la Iglesia crece. La Iglesia es pacífica, tiene el consuelo del Espíritu Santo, está en consuelo. Los buenos tiempos ... Luego sigue la curación de Enea, luego Pietro cría a Gazzella, Tabità ... cosas que se hacen en paz.

Pero existen tiempos sin paz en la Iglesia primitiva: tiempos de persecuciones, tiempos difíciles, tiempos que ponen a los creyentes en crisis. Tiempos de crisis. Y un momento de crisis es lo que el Evangelio de Juan nos dice hoy. Este pasaje del Evangelio es el final de toda una secuela que comenzó con la multiplicación de los panes, cuando querían hacer rey a Jesús, Jesús va a rezar, no lo encuentran al día siguiente, van a buscarlo, lo traen y Jesús les reprocha que buscan alimentarse y no las palabras de vida eterna ... y toda esa historia termina aquí. Le dicen: "Danos este pan", y Jesús explica que el pan que dará es su propio cuerpo y sangre.

En aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús, después de escuchar esto, dijeron: "Esta palabra es difícil: ¿quién puede escucharla?". Jesús dijo que quien no comiera su cuerpo y su sangre no tendría vida eterna. Jesús también dijo: "Si comes mi cuerpo y mi sangre, resucitarás el último día". Estas son las cosas que Jesús dijo y “esta palabra es difícil, es demasiado difícil. Algo no funciona aquí. Este hombre ha ido más allá de los límites". Y este es un momento de crisis. Hubo momentos de paz y momentos de crisis. Jesús sabía que los discípulos murmuraban: aquí hay una distinción entre los discípulos y los apóstoles. Los discípulos eran esos 72 o más, los apóstoles eran los Doce. De hecho, Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo traicionaría. Y por eso, frente a esta crisis, les recuerda: "Es por eso que les dije que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede". Se reanuda la atracción por el Padre: el Padre nos atrae hacia Jesús, y así es como se resuelve la crisis.

Y a partir de ese momento, muchos de sus discípulos regresaron y ya no fueron con él. Se distanciaron. "Este hombre es un poco peligroso, un poco ... pero estas doctrinas ... sí, es un buen hombre, predica y sana, pero cuando se trata de estas cosas extrañas ... por favor, vámonos". Y lo mismo hicieron los discípulos de Emaús, en la mañana de la resurrección: "Ah, sí, algo extraño: las mujeres que dicen que la tumba ... pero esto huele mal", dijeron, "vamos temprano porque los soldados vendrán y nos crucificarán". Los soldados que vigilaban el sepulcro hicieron lo mismo: habían visto la verdad, pero luego prefirieron vender su secreto y "asegurémonos: no nos metamos en estas historias, que son peligrosas".

Un momento de crisis es un momento de elección, es un momento que nos coloca frente a las decisiones que tenemos que tomar: todos en la vida han tenido y tendrán momentos de crisis. Crisis familiares, crisis matrimoniales, crisis sociales, crisis laborales, muchas crisis ... Esta pandemia es también un momento de crisis social.

¿Cómo reaccionar en ese momento de crisis? "En ese momento, muchos de sus discípulos regresaron y nunca más fueron con él". Jesús toma la decisión de interrogar a los apóstoles: "Entonces Jesús dijo a los Doce:" ¿También quieren irse? Tomen una decisión". Y Pedro hace la segunda confesión: “Simón Pedro le respondió:« Señor, ¿a quién iremos? Tienes palabras de vida eterna y creímos y supimos que eres el Santo de Dios». Pedro confiesa, en nombre de los Doce, que Jesús es el Santo de Dios, el Hijo de Dios. La primera confesión - "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente" - e inmediatamente después, cuando Jesús comenzó a explicar la pasión que vendría, él lo detiene: "¡No, no, Señor, esto no!", y Jesús lo reprende. Pero Pietro ha madurado un poco y aquí no lo regaña. Él no entiende lo que Jesús dice: "come la carne, bebe la sangre": no entiende. Pero confía en el Maestro. El confía. Y hace esta segunda confesión: "Pero a quién iremos, por favor, tienes palabras de vida eterna".

Esto nos ayuda a todos a vivir los momentos de crisis. En mi tierra hay un dicho que dice: "Cuando vas a montar a caballo y tienes que cruzar un río, no cambies de caballo en medio del río". En tiempos de crisis, se debe ser muy firme en la convicción de fe. Los que se fueron, cambiaron de caballo, buscaron otro maestro que no fuera tan duro, como le dijeron. En tiempos de crisis hay perseverancia, silencio; quedarse donde estamos, parados. Este no es el momento de hacer cambios. Es el momento de fidelidad, de fidelidad a Dios, de fidelidad a las cosas que hemos tomado antes; además, es el momento de la conversión porque esta fidelidad sí, nos inspirará algunos cambios para bien, no para alejarnos de lo bueno.

Momentos de paz y momentos de crisis. Los cristianos debemos aprender a manejar ambos. Los dos. Algún padre espiritual dice que el momento de crisis es como atravesar el fuego para fortalecerse. Que el Señor nos envíe al Espíritu Santo para saber cómo resistir las tentaciones en tiempos de crisis, para saber cómo ser fieles a las primeras palabras, con la esperanza de vivir después de momentos de paz. Piensen en nuestras crisis: crisis familiares, crisis de vecindario, crisis laborales, crisis sociales en el mundo, en el país ... muchas crisis, muchas crisis.

Que el Señor nos dé la fuerza, en tiempos de crisis, para no vender la fe.

Al termine, el Papa ha invitado a quienes no pueden comunicarse a hacer una comunión espiritual con esta oración:

“Mi Jesús, creo que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todo y te deseo en mi alma. Como no puedo recibirte sacramentalmente ahora, al menos espiritualmente ven a mi corazón. Como ya llegó, los abrazo y me uno a todos. No dejes que nunca me separe de ti”.

La Fiesta de la Santa Cruz y sus manifestaciones en diferentes partes del mundo

En la actualidad es una fiesta popular con diferentes manifestaciones en varios países del mundo

Hoy la Iglesia católica celebra el día de la Santa Cruz -fiesta de la Cruz de Mayo, o de las cruces- como memoria de aquel madero donde murió Jesús, y que desde siempre ha sido considerado el signo más significativo del cristiano. No en vano el mismo San Mateo en su evangelio hizo referencia a ella: "Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viviendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria".

El origen de esta celebración, que en la actualidad es una fiesta popular con diferentes manifestaciones en varios países del mundo, data del siglo IV en tiempo de Constantino I el Grande, de quien se dice, antes de enfrentarse a los bárbaros a orillas del Danubio, tuvo una visión en el cielo de una cruz que encima decía "Con esta señal vencerás". La historia, que para algunos tiene un matiz legendario, dice que Constantino de inmediato mandó construir una cruz que fue puesta frente a su ejército, y que venció sin problema al ejército enemigo.

Más adelante, continua la historia, fue el mismo Constantino quien encomendó la misión a su madre, hoy Santa Elena, de buscar la verdadera cruz donde murió Cristo.

En efecto así hizo la mujer, quien se dirigió a Jerusalén y con la ayuda de unos sabios sacerdotes encontró en el Monte Calvario 3 maderos ensangrentados.

Narra la tradición que para determinar cuál era la cruz en la que había muerto Jesús, pidieron a personas enfermas que tocaran una por una las 3 cruces, notando que una en particular sanaba a los enfermos.

Desde ese entonces -con el hallazgo de la cruz de Cristo, y con el deseo de Elena de conmemorar la fecha en la que fue encontrado este madero- se celebra en el mundo la Fiesta de la Santa Cruz.

La Fiesta de las Cruces en el mundo

Esta conmemoración tiene manifestaciones diversas en varios países del mundo. En España, por ejemplo, en la Fiesta de las Cruces, como se conoce en el país europeo, se elaboran cruces con flores, las cuales sacan en procesiones por las calles, y son, en ocasiones, acompañadas por pasos que cargan niños. En ciudades como Granada, las calles, plazas, patios y colegios son adornados con cruces de flores, en su mayoría con claveles rojos y blancos.

En Colombia también se acostumbra a elaborar cruces de mediano tamaño con hojas secas o flores, y en departamentos como Risaralda, Quindío y Antioquia existe la tradición de conmemorar el "Día de los Mil Jesuses", que consiste en repetir mil veces el nombre de Jesús, esto con la creencia que Dios los protegerá durante todo el año.

Por su parte, en Venezuela realizan lo que se conoce como los "Velorios de la Cruz de Mayo", una festividad que combina las tradiciones españolas con elementos indígenas y afro descendientes. Para la ocasión las personas adornan cruces con cintas y papeles de colores, para expresar, de forma alegórica, el deseo de quitarle a Jesús el dolor de su crucifixión.

En Perú, esta fiesta se vive de manera particular en la región de Tacna, ubicada al sur del país suramericano, donde diferentes hermandades, antes del 3 de mayo, elaboran cruces que son situadas en lo alto de los cerros de la zona, las cuales, una semana antes de la festividad, son bajadas y reunidas en la Catedral de Tacna para ser veneradas durante el mes de mayo por los fieles de la región.

¿Dónde está el verdadero respeto por la mujer?

Nunca será más mujer que cuando respete el plan de Dios

Pregunta:

Estimados señores: Yo opino que existen muchas leyes que no son aplicables a la vida de hoy y que deben ser actualizadas por los jerarcas de la Iglesia. Me inquieta muchísimo lo referente a la anticoncepción. En mi condición de mujer casada, creo que tengo el derecho de decidir mi vida; no creo que ataque a ninguna ley evitar un embarazo, ¿debería entonces embarazarme cada año, hasta que mi cuerpo no aguante, y me muera en un parto, o tener todas las complicaciones que un embarazo tiene, tener niños que no pueda criar? ¿no poder estudiar?, ¿llevar una vida dedicada a criar niños y no poder ejercer ningún cargo?, ¿ser discriminada por la sociedad y no ser empleada por mi estado? Yo tengo un concepto muy alto de la mujer y no me gusta escuchar que la mujer es una especie de objeto de pecado, una mancha, una cosa o un objeto malo. Me gustaría recibir de ustedes una respuesta a mis dudas o una opinión de lo que expresé. Por su atención muchas gracias.

Respuesta: 

Estimada Señora:

La Iglesia tiene la más alta estima por la mujer, como podría Usted comprobar leyendo los documentos pontificios que hablan sobre ello (como, por ejemplo, la Carta Mulieris dignitatem, sobre la dignidad de la mujer, del Papa Juan Pablo II). Es más, tiene un concepto de la mujer (y del hombre) más alto que el que tienen muchos que piden libertades para la mujer que en el fondo no la liberan sino que la esclavizan.

Es parte esencial de la dignidad de la mujer el saber respetarse y hacerse respetar. Respetarse es conocer su propia verdad, saber qué es ella en el plan divino y respetar el plan de Dios sobre ella. Ese plan está admirablemente grabado en sus íntimas estructuras, en su psicología, en su espiritualidad y en su biología. Respetando el plan de Dios sobre la mujer, ésta se respeta a sí misma y puede llevarse a la más alta dignidad.

La anticoncepción disgrega dos elementos que Dios ha querido juntos en el ejercicio de la sexualidad humana: la unión de los cónyuges (siempre actual) y la paternidad/maternidad (no siempre actual sino que muchas veces no es más que potencial, según lo prevé la misma naturaleza). Separando ambas dimensiones se desvirtúa la sexualidad. Así como es una aberración querer la maternidad sin amor (como ocurre en el acto sexual ejercido con violencia, o con desprecio, o por fines de lucro o de placer, pero sin amor), igualmente es una aberración querer el ejercicio de la sexualidad sin la donación total a la otra persona (donación que es total cuando incluye también la potencialidad procreadora, tal como la naturaleza la prevea para el momento en que ejercen la sexualidad).

Éste es el motivo por el que la Iglesia, por respeto a la ley natural y por tanto, por respeto al hombre y a la mujer, condena la anticoncepción.

Además, la anticoncepción se inserta en una lógica antivida; de hecho ella es madre del aborto y del rechazo a la vida. Y hacer de una persona una mentalidad antivida es el peor abajamiento al que puede sometérsela.

Esto no implica esclavizar a la mujer a una maternidad constante, quedando embarazada una vez tras otra. El conocimiento de sus ritmos biológicos (y por tanto, de los sabios planes de Dios) le permite reconocer e identificar los momentos en que ella es fértil y los momentos en que no lo es; ya sea para decidir ejercer la sexualidad conyugal en los momentos de fertilidad (buscando ser madre) como para restringirse por motivos serios a los momentos de infertilidad distanciando los embarazos. Tal es el núcleo de los métodos naturales.

Tenga por cierto que nunca será más mujer que cuando respete el plan de Dios que fue quien hizo a la Mujer.

¿Quieres dedicar un obsequio a la Virgen cada día de mayo?

El sacerdote Pablo Cervera te propone 31

El mes de mayo es, por excelencia, el mes de María y, según recoge Cari Filii News, desde sus primeras horas circula por la Red una "ayuda para vivir más intensamente este mes dedicado a nuestra Madre", destinada a ser practicada "sobre todo en familia", preparada por el sacerdote y teólogo Pablo Cervera Barranco, editor y traductor, entre muchos otros textos, de las Obras Completas de Joseph Ratzinger que prepara la BAC (Biblioteca de Autores Cristianos).

He aquí la forma completa de ofrecer a la Virgen Santísima un obsequio espiritual cada día del mes.

Pincha aquí si prefieres descargarlo en formato PDF e imprimirlo para uso diario.

MES DE MARÍA

El mes de mayo es el mes más sonriente del año. La sonrisa de María, Madre de Jesús y Madre nuestra, serena los rostros pensativos y eleva a visiones de bondad, de misericordia y de confianza los ánimos oprimidos, desconfiados y cansados. San Juan XXIII.

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición: Señor mío, Jesucristo…

Invocación inicial ¡Virgen de las gracias! Haz que continúe tu protección sobre todos los hijos de la Iglesia universal que, por la gracia del Espíritu Santo, son todos hermanos. La vida de aquí abajo no está exenta de sacrificios y de cruces. Pero mirándote a ti, todo se vuelve leve y ligero. Amén.

Peticiones
Que tu Madre, refugio de pecadores, interceda por nosotros, para que obtengamos el perdón de nuestros pecados. Ave María.

Tú, que hiciste a tu Madre llena de gracia, concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres. Ave María.
Tú, que quisiste nacer de María Virgen para ser hermano nuestro, haz que todos los hombres nos amemos fraternalmente. Ave María.

Con flores a María
En este momento, según el día del mes, se ofrece a María uno de los obsequios espirituales que se proponen más adelante.

Oraciones finales
Oración de san Bernardo
Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que ha acudido a vos, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro auxilio, haya sido abandonado de vos. Animado con esta confianza, a vos también acudo, oh Virgen, Madre de las vírgenes, y, aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana.

No desechéis, oh purísima Madre de Dios, mis humildes súplicas; antes bien, escuchadlas favorablemente. Así sea.

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada, María, te ofrezco en este día alma, vida y corazón; mírame con compasión; no me dejes, Madre mía.

Regina Coeli
Reina del cielo, alégrate, aleluya, porque el que mereciste llevar en tu seno, aleluya, ha resucitado, según su palabra, aleluya. Ruega por nosotros a Dios, aleluya. Gózate y alégrate, Virgen María, aleluya. Porque verdaderamente ha resucitado el Señor, aleluya.

Oración
Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos por intercesión de su Madre, la Virgen María, alcanzar el gozo de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

CON FLORES A MARÍA
(Obsequios espirituales a la Santísima Virgen María)

Día 1: María, Madre, tú, la siempre ocupada en el servicio de tu casa, ilumina con tu sonrisa nuestro trabajo. Préstame tu sonrisa.

Te ofrezco: tratar de sonreír a todos.

Día 2: María, Madre, tú que sabías de la angustia económica de una familia pobre: enséñame a amar la pobreza; enséñame a desprenderme para ayudar a los pobres.

Te ofrezco: dar alguna limosna.

Día 3: María, Madre, tú que te olvidabas de ti para atender a los demás: enséñame a no estar siempre dándome vueltas a mí y a mis cosas, y dejar de lado mis pequeños desánimos que hacen la vida desagradable a los demás.

Te ofrezco: vivir hoy más pendiente de ti repitiéndote alguna jaculatoria.

Día 4: María, Madre, la siempre disponible para que Dios se sirviera de ti: enséñame a no quejarme y a estar disponible.

Te ofrezco: no quejarme durante el día de hoy.

Día 5: María, Madre, la de las horas de silencio en casa; la del pensamiento siempre lleno de Dios: ayúdame a vivir siempre en tu presencia y en presencia de Dios.

Te ofrezco: vivir hoy en presencia de Dios.

Día 6: María, Madre, que formaste la familia de Nazaret: enséñame a hacer más cariñoso el ambiente familiar.

Te ofrezco: tener algún detalle de cariño con los de mi familia.

Día 7: María, Madre, tú que trabajabas para atender a Jesús y lo recibías contenta cuando llegaba cansado del trabajo: concédeme tener la alegría siempre a punto y ayudar a los cansados.

Te ofrezco: tratar de estar más alegre con los que me rodean.

Día 8: María, Madre siempre atenta para cuidar a José y a Jesús: concédeme atender a todos, el olvido de mí, mi disponibilidad continua y ser servidor de los demás.

Te ofrezco: ser hoy más servicial en mi casa.

Día 9: María, Madre, tú sembrabas confianza en torno a ti, sabías contar con sencillez tus cosas y estabas siempre abierta al diálogo: enséñame a tener más confianza con los que me rodean y a escucharlos con amor e interés. 

Te ofrezco: tratar de dar conversación a mis familiares.

Día 10: María, Madre, cuando Jesús expuso las ocho bienaventuranzas, no hizo más que fijarse en ti: enséñame a ser manso, a dejarme traer y llevar por la obediencia.

Te ofrezco: cumplir hoy mejor con mis deberes.

Día 11: María, Madre, cuando Jesús expuso las ocho bienaventuranzas, no hizo más que fijarse en ti: enséñame a tener hambre y sed de ser santo.

Te ofrezco: pedirle muchas veces hoy al Señor que me haga santo.

Día 12: María, Madre, cuando Jesús expuso las ocho bienaventuranzas, no hizo más que fijarse en ti: enséñame a ser misericordioso, es decir, a amar a cada uno con sus defectos.
Te ofrezco: ser hoy más comprensivo con los defectos de los que me rodean.

Día 13: María, Madre, cuando Jesús expuso las ocho bienaventuranzas, no hizo más que fijarse en ti: enséñame a ser limpio de corazón.

Te ofrezco: no admitir hoy pensamientos malos de los demás.

Día 14: María, Madre, tú sabías reflexionar y animar, sabías curar las angustias: enséñame la virtud de la prudencia y no dejes que me ahogue en un vaso de agua.

Te ofrezco: tener hoy pensamientos positivos y de esperanza.

Día 15: María, Madre, cuando Jesús expuso las ocho bienaventuranzas, no hizo más que fijarse en ti: enséñame a llorar con los que lloran, a vivir las alegrías y sufrimientos de los demás como si fueran míos.

Te ofrezco: ayudar a alguien que esté sufriendo.

Día 16: María, Madre, tú eras audaz, emprendedora, confiada plenamente en el Espíritu que te acompañó a lo largo de tu vida: enséñame a desconfiar de mí mismo y a poner mi esperanza en el Poderoso que quiere hacer obras grandes en mí.
Te ofrezco: encomendarme al Señor antes de cada actividad que haga hoy.

Día 17: María, Madre, préstame tus ojos para mirar con cariño a todos.
Te ofrezco: rezar por los que me caen mal.

Día 18: María, Madre: ayúdame a no desanimar a nadie con mis amarguras y a no alejar a nadie con mis críticas.
Te ofrezco: dar gracias a Dios por cada cosa que viva o que me ocurra.

Día 19: María, Madre, en cuya casa todos servíais a todos sin dar espacio a la pereza: ayúdame a cumplir con mi deber sin exigencias ni malos humores.
Te ofrezco: ayudar más en casa.

Día 20: María, Madre, que guardabas la Palabra del Señor en tu corazón, ayúdame a comprender la Escritura y a guardarla en mi corazón.

Te ofrezco: leer un párrafo del Evangelio y meditarlo.

Día 21: María, Madre, que conoces mis pensamientos: haz que no sean nunca de venganza, ni de envidia, ni de darme vueltas a mí mismo.
Te ofrezco: tratar de vivir en presencia de Dios.

Día 22: Como decía san Luis Mª Grignon de Monfort: «Cuando María ha echado raíces en un alma, produce allí maravillas de gracia».
Te ofrezco: consagrarme a ti durante el día.

Día 23: Como decía san Luis Mª Grignon de Monfort: «Cuando el Espíritu Santo, su Esposo, encuentra a María en un alma, vuela allá, entra en ella de lleno y se le comunica abundantemente».
Te ofrezco: repetir durante el día la jaculatoria: «Ven, Espíritu Santo».

Día 24: Como decía san Luis Mª Grignon de Monfort: «Si tengo a Jesús es gracias a María».
Te ofrezco: dar gracias durante el día por el don de la fe.

Día 25: María, Madre consciente de tu pobreza porque sabías que todo es don de Dios: enséñame a ser humilde. Humildad no es negar los dones recibidos, sino afirmar que todo lo recibimos de Alguien que nos ama, y que por ello nos confía grandes empresas.
Te ofrezco: repetir durante el día la petición de san Ignacio en sus Ejercicios: «Te pido el conocimiento interno de tanto bien recibido, para que, reconociéndolo yo enteramente, quiera en todo amar y servir a Su Divina Majestad».

Día 26: María, Madre, que no te quedaste con la alabanza de tu prima Isabel, sino que la referiste a quien correspondía en verdad, diciendo: «El Señor hizo en mí maravillas»; enséñame a reconocer la mano de Dios en todo y a darle gracias por todo.

Te ofrezco: repetir durante el día esta jaculatoria de la beata Maravillas de Jesús: «Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera».

Día 27: La consagración de la familia a la Virgen es una promesa de amor en la que se le ofrece a Jesús todo lo que la familia es, tiene y hace a través del Corazón Inmaculado de la Virgen María para que, por estos dos Corazones, los miembros de la familia vivan plenamente entregados a la voluntad del Padre. La familia se abandona así en las manos de la Virgen María para que ella ejerza su papel de Madre espiritual, de Mediadora de las gracias, de Abogada y de Reina.

Te ofrezco consagrar hoy mi familia a ti, Virgen María, mediante esta fórmula de Juan Pablo II: «Oh, Santa Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia, a tu Inmaculado Corazón consagramos nuestras familias. Con tu ayuda, nos encomendamos y nos consagramos al Divino Corazón de Jesús y así estaremos contigo y con Jesús en el Espíritu Santo, siempre y totalmente consagrados a la voluntad del Padre celestial».

Día 28: Tú, que eres Mediadora de las gracias, sé el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de luz, de discernimiento, de fidelidad, de sabiduría, de santidad y de unión que provienen del Corazón de Cristo.

Te ofrezco: rezar el Rosario para pedir por las personas que se han encomendado a mi oración.

Día 29: Tú, que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén siempre tu mirada misericordiosa sobre cada uno de los miembros de esta familia y, ya que no percibimos nuestras propias necesidades, acércate a tu Hijo implorando, como en Caná, el milagro del vino que nos falta.

Te ofrezco: rezar un Avemaría por cada persona de mi familia.

Día 30: Tú, que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como tú para acoger con obediencia y agradecimiento toda la verdad que nos enseña tu Hijo a través de la Iglesia y su Magisterio.

Te ofrezco: rezar el credo para pedir a Dios el don de la fe y la fidelidad a lo que la Iglesia enseña.

Día 31: Tú, que eres Corredentora, guarda a esta familia en la fidelidad a la cruz. Que en los momentos de sufrimiento no busquemos nuestro propio bienestar, sino acompañar al que sufre. Que en los momentos de aridez y desolación nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios y que sepamos vivir los sacrificios y luchas en unión con tu Hijo crucificado.
Te ofrezco: renovar la consagración de nuestra familia a ti, como hicimos el día 27, repitiendo la fórmula del papa Juan Pablo II.

Regina Coeli: El Buen Pastor nos llama porque nos ama

Palabras del Papa antes de la oración mariana

MAYO 03, 2020 13:37 RAQUEL ANILLOANGELUS Y REGINA COELI

(zenit – 3 mayo 2020).- En este 4º Domingo de Pascua, Domingo del Buen Pastor, el Papa desde la biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano antes del rezo del Regina Coeli nos habla de el Buen Pastor  que nos llama por nuestro nombre, nos llama porque nos ama.

También nos dice cómo distinguir la voz del maligno de la de Dios: Está la voz de Dios, que amablemente habla a la conciencia, y está la voz tentadora que induce al mal.  “La voz de Dios nunca obliga, se propone no impone, nos corrige y consuela con esperanza. Sin embargo la voz del maligno nos distrae del presente y quiere que nos centremos en el temor del futuro o en las tristezas del pasado, no quiere la voz del presente: saca a la superficie la amargura, los recuerdos de los males sufridos, de los que nos hicieron daño y tantos recuerdos feos”.

He aquí las palabras del Papa antes de la oración mariana:

***

Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El cuarto domingo de Pascua, que celebramos hoy, está dedicado a Jesús el Buen Pastor. El Evangelio dice: “Las ovejas oyen su voz; él llama a sus ovejas, a cada una por su nombre” (Jn. 10,3). El Señor nos llama por nuestro nombre, nos llama porque nos ama. Pero, dice el Evangelio de nuevo, hay otras voces, que no debemos seguir: las de los extraños, ladrones y malhechores que quieren el mal de las ovejas.

Estas diversas voces resuenan dentro de nosotros. Está la voz de Dios, que amablemente habla a la conciencia, y está la voz tentadora que induce al mal. ¿Cómo reconocer la voz del buen Pastor de la del ladrón, cómo distinguir la inspiración de Dios de la sugestión del Maligno? Se puede aprender a discernir estas dos voces: de hecho, estas dos hablan idiomas diferentes, es decir, tienen formas opuestas de tocar a nuestros corazones, hablan lenguas diferentes, como nosotros sabemos distinguir una lengua de otra, nosotros podemos distinguir la voz de Dios de la del maligno

La voz de Dios nunca obliga: Dios se propone, no se impone. En cambio, la voz maligna seduce, agrede, obliga: despierta ilusiones deslumbrantes, emociones alentadoras, pero pasajeras. Al principio nos halaga, nos hace creer que somos todopoderosos, pero luego nos deja vacíos por dentro y nos acusa: “Tu no vales nada”. La voz de Dios, por otra parte, nos corrige, con tanta paciencia, pero siempre nos anima, nos consuela siempre, alimenta la esperanza. La voz de Dios es una voz que tiene un horizonte, en cambio la voz del maligno lleva a un muro a una esquina

Otra diferencia. La voz del enemigo nos distrae del presente y quiere que nos centremos en el temor del futuro o en las tristezas del pasado, no quiere la voz del presente: saca a la superficie la amargura, los recuerdos de los males sufridos, de los que nos hicieron daño y tantos recuerdos feos. En cambio, la voz de Dios habla al presente: “Ahora puedes hacer el bien, ahora puedes ejercitar la creatividad del amor, ahora puedes renunciar a los arrepentimientos y remordimientos que tienen prisionero tu corazón”. Nos anima, nos lleva adelante, pero habla al presente.

De nuevo: las dos voces plantean diferentes preguntas en nosotros. Aquella que viene de Dios será: “Que es bueno para mí?” En su lugar, el tentador insistirá en otra pregunta: “¿Qué cosa me gustaría hacer?” “¿Qué cosa me gustaría?”: la voz malvada siempre gira en torno al yo, a sus impulsos, a sus necesidades, al todo y de inmediato. Es como los engreimientos de los niños, todo ahora. La voz de Dios, por otro lado, nunca promete la alegría a bajo precio: nos invita a ir más allá de nuestro yo para encontrar el verdadero bien, la paz. Recordemos: el mal nunca nos da paz, nos pone en un frenesí primero y deja la amargura después, este es el estilo del mal.

Finalmente, la voz de Dios y la del tentador hablan en diferentes “ambientes”: el enemigo prefiere la oscuridad, la falsedad, las habladurías; el Señor ama la luz del sol, la verdad, la transparencia sincera.

El enemigo nos dirá: “¡Enciérrate en ti mismo, porque nadie te entiende, ni te escucha, no confíes!”. El bien, al contrario, nos invita a abrirnos, a ser claros y a confiar en Dios y en los demás.

Queridos hermanos y hermanas, en este tiempo tantos pensamientos y preocupaciones nos llevan de vuelta a nosotros mismos. Prestemos atención a las voces que llegan a nuestro corazón.

Preguntémonos de dónde vienen. Pidamos la gracia de reconocer y seguir la voz del buen Pastor, que nos hace salir de los recintos del egoísmo y nos conduce a los pastos de la verdadera libertad. Que Nuestra Señora, Madre del Buen Consejo, oriente y acompañe nuestro discernimiento.

MAYO 03, 2020 13:37 ANGELUS Y REGINA COELI

Regina Coeli: El Papa alerta del peligro de seguir la voz del maligno y no la de Dios

Debemos estar atentos a las voces que seguimos. Es este el consejo que nos da hoy el Papa, explicando que está la voz de Dios, que propone y nunca nos obliga, pero también está la voz tentadora que induce al mal, causa ímpetu primero y deja amargura después.

El Evangelio de hoy nos dice que el Buen Pastor llama a las ovejas por su nombre, el Señor nos llama por nuestro nombre, nos llama porque nos ama, pero hay otras voces que no debemos seguir: aquella de los extraños, ladrones y malhechores que quieren el mal de las ovejas. Comentando el pasaje de hoy según San Juan, el Pontífice da las claves para saber diferenciar estas dos voces que “hablan idiomas diferentes” y “tienen formas opuestas de tocar a nuestros corazones”.

¿Cómo podemos distinguir la inspiración de Dios de la sugestión del maligno?

Francisco explica que, por un lado, está la voz de Dios, “que amablemente habla a la conciencia”, y por otro está la voz tentadora “que induce al mal”. La pregunta que nos lanza hoy es: ¿Cómo podemos reconocer la voz del buen Pastor de aquella del ladrón?. El Papa discierne entre estas dos voces: “La voz de Dios jamás nos obliga, Dios se propone, no se impone. En cambio, la voz maligna seduce, agrede, obliga, suscita ilusiones deslumbrantes, emociones alentadoras, pero pasajeras. Al inicio suaviza, nos hace creer que somos omnipotentes, pero luego nos deja vacíos por dentro y nos acusa: “Tu no vales nada”. La voz de Dios, en cambio, nos corrige, con tanta paciencia, pero siempre nos anima, nos consuela: siempre alimenta la esperanza”. De hecho, dice, “la voz de dios es una voz que tiene un horizonte, en cambio la voz del maligno te lleva a un muro”.

El maligno nos induce a temer el futuro y amargarnos del pasado

Otra diferencia que plantea el Papa es precisamente sobre el modo de afrontar la vida. “La voz del enemigo desvía del presente y quiere que nos concentremos en los temores del futuro o en las tristezas del pasado” dice el Papa, de hecho, “hace aflorar la amargura, los recuerdos de los males sufridos, de los que nos hicieron mal”. En cambio, la voz de Dios “habla al presente”: “Ahora puedes hacer el bien, ahora puedes ejercer la creatividad del amor, ahora puedes renunciar a los arrepentimientos y remordimientos que tienen prisionero tu corazón”.

Las dos voces suscitan en nosotros preguntas diversas

Aquella que viene de Dios será: “¿Qué cosa me hace bien?”. En cambio, el tentador insistirá sobre otra pregunta: “¿Qué cosa me gustaría hacer?”. “Que cosa me gustaría: la voz malvada siempre gira en torno al yo, a sus impulsos, a sus necesidades, al todo y enseguida” dice Francisco, mientras que la voz de Dios, “nos invita a ir más allá de nuestro yo para encontrar el verdadero bien, la paz”. Y aquí el Papa hace hincapié en una cosa que es clave para identificar la voz del maligno: “el mal no dona jamás paz, causa ímpetu primero y deja amargura después”.

Prestemos atención a las voces que llegan a nuestro corazón

Por último, el Santo Padre nos pide que siempre nos preguntémonos de dónde vienen las voces que llegan a nuestro corazón y que pidamos la gracia de reconocer y seguir la voz del buen Pastor, “que nos hace salir de los recintos del egoísmo y nos conduce a los campos de la verdadera libertad”. Y recordemos los consejos del Papa: “El enemigo siempre preferirá la oscuridad, la falsedad y las habladurías, pero el Señor ama la verdad y la transparencia sincera”, además, el enemigo siempre nos dirá: “Enciérrate en ti mismo, que nadie te entiende ni te escucha, ¡no confíes!”, mientras que el bien nos invitará a abrirnos, a ser transparentes y confiados en Dios y en los demás.

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