Él es el Pastor de todos

Hilario de Arlés, Santo

Obispo, 5 de mayo

Martirologio Romano: En Arlés, en la región de Provenza (Francia), san Hilarío, obispo, que, después de llevar vida eremítica en Lérins, fue promovido, muy a su pesar, al episcopado, en donde trabajando con sus propias manos, vistiendo una sola túnica tanto en verano como en invierno y viajando a pie, manifestó a todos su amor por la pobreza. Entregado a la oración, los ayunos y las vigilias, y perseverando en una predicación continua, mostró la misericordia de Dios a los pecadores, acogió a los huérfanos y no dudó en destinar para la redención de los cautivos todos los objetos de plata que se conservaban en la basílica de la ciudad. († 449)

Breve Biografía

Obispo, nacido por el año 401; fallecido el 5 de Mayo del 449.

El lugar preciso de su nacimiento es desconocido. Todo lo que se ha dicho es que perteneció a una notable familia de la parte Norte de Galia, de la cual probablemente descendió San Honorato, su predecesor de la Sede de Arles.

Culto y rico, Hilario había calculado todo para asegurar su éxito en el mundo, pero abandonó honores y riquezas ante las urgentes demandas de Honorato, acompañándolo a la ermita de Lerins, que este ultimo había fundado y dedicándose él mismo bajo la santa obediencia a practicar la austeridad y el estudio de la Sagrada Escritura.

Mientras tanto Honorato, quién había llegado a Arzobispo de Arles, estaba a punto de morir. Hilario corrió a su lado y lo asistió en sus últimos momentos. Estaba Hilario por partir de regreso a Lerins cuando fue retenido por la fuerza y proclamado arzobispo en lugar de Honorato.

Obligado a ceder a esta coacción, emprendió resueltamente las tareas de su pesado cargo, y asitió a varios concilios que tuvieron lugar en Riez, Orange, Vaison y Arles.

Seguidamente empezó entre él y el Papa San Leo la famosa riña que constituye una de las etapas más curiosas de la historia de la Iglesia de Gallicia. En una reunion de obispos que presidió en el año 444 y en la que estuvieron presentes San Euterio de Lyon y St German de Auxerre, destituyó por incapacidad a un tal Cheldonius.

Este ultimo se apresuró a ir a Roma, tuvo éxito en la intercesión de su causa ante el Papa y como resultado fue reinstalado en su sede. Hilario entonces solicitó al Papa San Leo que justificara su acción sobre el asunto, pero no fue bien recibido por el soberano pontífice y fue obligado a regresar precipitadamente a Galia.

Después de esto envió a algunos sacerdotes a Roma a explicar su conducta pero sin ningún buen resultado. Además algunas personas que estaban hostiles por dicho asunto llevaron varias acusaciones contra él a la Corte de Roma, por lo cual el Papa excomulgó a Hilario, transfiriendo las prerrogativas de su sede a Frejus y motivó la proclamación del Emperador Valentiniano III con el famoso decreto que liberaba a la Iglesia de Viena de toda dependencia de Arles.

Sin embargo hay razones para creer que una vez terminada la tormenta, fue restaurada la paz rápidamente entre Hilario y Leo. Estamos lejos de la época en que ocurrió esta memorable riña y los documentos que pueden arrojar una luz sobre ella son muy pocos para permitirnos emitir un juicio definitivo sobre esta causa y sus consecuencias.

Evidentemente existe el hecho que los respectivos derechos de la Corte de Roma y de la ciudad no estaban suficientemente clarificados en ese tiempo y que el derecho de apelación al papa, entre otros, no estaban explícitamente reconocidos. Existe un número de escritos que se atribuyen a San Hilario, pero están lejos de ser auténticos. Pere Quesnel los coleccionó todos en un apéndice al trabajo en el que ha publicado los escritos de San Leo.

Sé mi oveja, yo soy tu Pastor

Santo Evangelio según san Juan 10, 22-30. Martes IV de Pascua

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, gracias por el regalo de estar aquí, ayúdame a estar con todo el corazón.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 10, 22-30

Por aquellos días, se celebraba en Jerusalén la fiesta de la dedicación del templo. Era invierno. Jesús se paseaba por el templo, bajo el pórtico de Salomón. Entonces lo rodearon los judíos y le preguntaron: “¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo claramente”.

Jesús les respondió: “Ya se los he dicho y no me creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús en el Evangelio parece estar angustiado. Cuando lo rodean los judíos, curiosos por saber si Él es el mesías, Jesús ve que están sedientos, hambrientos y perdidos como ovejas sin pastor. Ellos buscan con desespero al mesías y quieren ver en Jesús al salvador. Pero ¿qué pasa? Ellos no creen. Pero ¿por qué? Quizá porque están aferrados a su concepción de mesías, o porque tienen miedo, o quizá no entienden que tienen a Dios enfrente. Y Jesús se pone triste y angustiado porque no creen. Él quisiera darles todo, llamarlos por su nombre, conducirlos a aguas tranquilas, sanar sus cuerpos y sus almas, y al final dar su vida por su salvación.

Hoy, Jesús te habla al alma y te dice: «Quiero encontrarte. Quiero sanarte. Quiero darte una vida feliz y plena». Escúchalo que te llama por tu nombre. Y sólo te pide que confíes.

Si bien no es fácil ponerse en manos de Dios en todo momento, por lo menos dile ahora que confías, que crees en Él. Háblale de lo que tienes en el corazón. Y escucha con el oído del alma cómo te dice lo que necesitas oír. Ponle en sus manos lo que te preocupa, y lo que te hace feliz. Invítalo a formar parte de toda tu vida. Dile que Él es tu mesías, tu salvador.

«En el Evangelio de hoy, Jesús se presenta como el verdadero Pastor del Pueblo de Dios. Habla de la relación que lo une a las ovejas del rebaño, es decir a sus discípulos, e insiste en el hecho de que es una relación de conocimiento recíproco. “Mis ovejas ?dice ? escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás”. Leyendo atentamente esta frase, vemos que la obra de Jesús se expresa en algunas acciones: Jesús habla, Jesús conoce, Jesús da la vida eterna, Jesús custodia. […] Ahora nos dirigimos a María, Madre de Cristo, el Buen Pastor. Ella, que respondió con prontitud a la llamada de Dios, ayude en particular a todos los que están llamados al sacerdocio y a la vida consagrada para acoger con alegría y disponibilidad la invitación de Cristo a ser sus colaboradores más directos en el anuncio del Evangelio y en el servicio del Reino de Dios en nuestro tiempo».
(Regina coeli de S.S. Francisco, 12 de mayo de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré repetir una jaculatoria para acordarme que confío en Dios y creo en Él.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Quién está robando las Ovejas?

El llamado es Salir a Buscar esas Almas Sedientas de Cristo.

Más de alguna vez hemos escuchado esta expresión al referirse a la emigración de personas desde nuestra Iglesia. Por diversos motivos, acuden a otras Iglesias o simplemente prefieren no pertenecer a ninguna religión y mantener lo que dicen “una relación directa con Dios”. Decisión riesgosa por cierto, pues el crecimiento y maduración de nuestra fe se facilita cuando la practicamos en conjunto con nuestros hermanos.

“La fe no es un hecho privado; se vive en la comunidad” (Papa Benedicto XVI)

“Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. (Mateo 18,20)

Sin embargo, me arriesgo a decir, que no son las “otras Iglesias” o la opción por no pertenecer a ninguna Religión los factores por los cuales se genera esta emigración, sino simplemente, las delicias humanas que ofrece el mundo. La tendencia es a practicar la norma que rige la llamada sociedad del consumo: disfrutar al máximo de la vida, consumir el mayor número de bienes y servicios de manera innecesaria y darse al máximo de satisfacciones de todo tipo.

Una práctica por cierto que termina depositando la seguridad y confianza en superficialidades y no en la verdadera fuente de seguridad, paz y vida que nos ofrece Jesucristo. Pues todos hemos sido llamados al Reino de Dios, pero debemos tener la voluntad de seguir el camino del evangelio y no sesgar nuestro actuar con las banalidades mundanas.

Todos tenemos sed de Cristo, pero muchas veces intentamos saciarnos en lo material o en las entretenciones del mundo. Si tan sólo dejáramos que Dios actúe en nuestras vidas, nuestras inclinaciones y prioridades cambiarían.

Lástima merecen aquellas personas desenfrenadas en consumir y que claramente han dejado a Jesucristo en un segundo plano.

Pero no es digno de crítica, sino más bien, se hace imprescindible actuar. Quienes aún estamos “dentro del corral” y no hemos sido “robados” por el mundo, salimos a buscar a nuestros hermanos: lo hacemos por amor y por deber. Pues los bautizados debemos ser también agentes evangelizadores y no dejar toda esa tarea a los Sacerdotes.

“Porque si predico el evangelio, no tengo de qué sentir orgullo; es mi obligación hacerlo. Pues ¡ay de mí si no evangelizare!” (1 Corintios 9,16)

Si aún somos parte de la Iglesia es porque Dios ha puesto en nosotros esa voluntad y necesidad, Él nos ha elegido para dar frutos y colaborar en su plan de salvación, pero debemos tener la disposición de hacerlo; salir a tocar todos esos corazones que hemos perdido.

El Señor nos ha dotado a todos de distintos carismas, condiciones y cualidades; ha reforzado en cada persona los Dones del Espíritu Santo de acuerdo a la misión por la cual hemos sido creados.

“Cada uno de nosotros ha recibido su talento y Cristo es quien fijó la medida de sus dones para cada uno.” (Efesios 4,7)

En el proceso de evangelización podemos encontrar muchos caminos, desempañar muchas funciones y realizar distintas actividades conforme a nuestras capacidades que por Gracia de Dios, hemos sido dotados. Incluso mediante nuestro propio testimonio, estamos utilizando una herramienta muy poderosa de evangelización. Más aún, simplemente con nuestro ejemplo de amor a Dios, dejando relucir su actuar en nuestras vidas, anunciándolo con alegría y gozo, estamos obrando y dando frutos como el Señor nos pide.

“Predica el evangelio en todo momento, y cuando sea necesario, utiliza las palabras”. (San Francisco de Asís)

Debemos actuar entonces, con la seguridad de que Dios nos ampara, nos alienta y nos fortalece para el cumplimiento de nuestra misión. Pero es urgente hacerlo, muchos hermanos se están perdiendo no sólo en el materialismo, sino también en los vicios. El llamado es salir a buscar a aquellas almas sedientas de Cristo con la mirada puesta en Él, amor más grande y único, dador de vida, fuente de riqueza verdadera. El Señor una vez más le pide a la humanidad anunciar su Palabra.

“Y les dijo: Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación.” (Marcos 16,15)

Volver al camino verdadero que nos lleva al Padre, es un asunto urgente, pues el costo de continuar en tinieblas es privarse de la verdadera felicidad que nos da la salvación.

“El que crea y se bautice se salvará; el que se niegue a creer se condenará.” (Marcos 16,16)

Que haya paz en las familias y unidad en la Iglesia

Homilía del Papa Francisco en Santa Marta. 4 de mayo de 2020

En la Misa matutina celebrada – y transmitida en vivo – en la Capilla de la Casa Santa Marta, este lunes de la IV Semana de Pascua, el Papa Francisco pidió por las familias que se encuentran encerradas en casa a causa de las medidas restrictivas para detener la propagación del coronavirus:

“Oremos hoy por las familias: en este tiempo de cuarentena, la familia, encerrada en casa, intenta hacer muchas cosas nuevas, tanta creatividad con los niños, con todos, para ir adelante. Y también está la otra cosa, que a veces hay violencia doméstica. Oremos por las familias, para que continúen en paz con creatividad y paciencia, en esta cuarentena”.

En su homilía el Papa Francisco comentó el pasaje del Libro de los Hechos de los Apóstoles (11,1-18) en el que Pedro, reprochado por sus hermanos todavía atado a las normas mosaicas de haber comido en una casa de paganos, cuenta cómo el Espíritu Santo descendió también sobre ellos. Pedro – afirmó el Pontífice – lo había hecho porque el Espíritu Santo lo había guiado. Pero en la Iglesia, observó el Papa, siempre existe esta creencia de considerarse uno mismo como justo y considerar a los demás como pecadores. Esta es una enfermedad de la Iglesia que nace de las ideologías, precisó el Obispo de Roma, es un pensamiento mundano que se convierte en un intérprete de la ley. Y estas ideas crean división, hasta el punto de que la división se vuelve más importante que la unidad.

Otro aspecto importante que resaltó el Papa Francisco emerge del Evangelio del día de hoy (Jn 10, 11-18), en el que Jesús dice que Él también tiene otras ovejas que no vienen de este redil y que también debe guiarlas. Escucharán su voz y se convertirán en un solo rebaño, un solo pastor. El Papa recordó que Jesús vino por todos, murió por todos. Incluso para las personas que no creen en Él o son de otras religiones: él vino para todos. Sólo tenemos un Redentor.

Homilía: “Jesús vino a justificar a todos”

A continuación el texto de la homilía según nuestra transcripción y al mismo tiempo te invitamos a seguir la Santa Misa (video integral) desde nuestro canal de Youtube:

Cuando Pedro subió a Jerusalén, los fieles le reprocharon. Le reprocharon que había entrado en la casa de los incircuncisos y comido con ellos, con los gentiles: eso era un pecado. La pureza de la ley no lo permitía. Pero Pedro lo había hecho porque el Espíritu lo había llevado allí. Siempre hay en la Iglesia – en la Iglesia primitiva tanto, porque la cosa no estaba clara – este espíritu de "nosotros somos los justos, los otros los pecadores". Este "nosotros y los otros", "nosotros y los otros", las divisiones: "Tenemos precisamente la posición correcta ante Dios". En cambio hay "los otros", también se dice: "Son los "condenados", sí. Y esta es una enfermedad de la Iglesia, una enfermedad que surge de las ideologías o partidos religiosos... Pensar que en la época de Jesús, por lo menos había cuatro partidos religiosos: el partido de los fariseos, el partido de los saduceos, el partido de los zelotes y el partido de los esenios, y cada uno interpretaba "la idea" que tenía de la ley. Y esta idea es una escuela de malhechores cuando es una forma de pensar, de sentirse mundano que se convierte en un intérprete de la ley. También se reprochó a Jesús que entrara en casa de los publicanos –que eran pecadores, según ellos – y que comiera con ellos, con los pecadores, porque la pureza de la ley no lo permitía; y que no se lavara las manos antes del almuerzo... Pero siempre ese reproche que hace la división: esto es lo importante, que quiero subrayar.

 

Hay ideas, posiciones que hacen la división, hasta el punto de que la división es más importante que la unidad. Mi idea es más importante que el Espíritu Santo que nos guía. Hay un Cardenal emérito que vive aquí en el Vaticano, un buen pastor, y dijo a sus fieles: "Pero la Iglesia es como un río, ¿saben? Algunos están más de este lado, otros del otro, pero lo importante es que todos están dentro del río". Esa es la unidad de la Iglesia. Nadie afuera, todos adentro. Luego, con las peculiaridades: esto no es dividir, no es ideología, es legal. ¿Pero por qué la Iglesia tiene este ancho de río? Es porque el Señor lo quiere así.

El Señor, en el Evangelio, nos dice: "Tengo otras ovejas que no vienen de este redil. Tengo que conducir a ellas también. Escucharán mi voz y se convertirán en un solo rebaño y un solo pastor". El Señor dice: "Tengo ovejas por todas partes, y soy el pastor de todos".

Este "todos" en Jesús es muy importante. Pensemos en la parábola de la fiesta de la boda, cuando los invitados no querían ir: uno porque había comprado un campo, otro porque se había casado... todos dieron su razón para no ir. Y el Maestro se enfadó y dijo: "Ve a la calle y trae a todos a la fiesta". Todos ellos. Grandes y pequeños, ricos y pobres, buenos y malos. Todo el mundo. Este "todos" es un poco la visión del Señor que vino por todos y murió por todos. "Pero, ¿también murió por ese miserable que me hizo la vida imposible?" También murió por él. "¿Y por ese bandido?" Murió por él. Por todos. Y también por las personas que no creen en él o son de otras religiones: murió por todos. Eso no significa que tengas que hacer proselitismo: no. Pero murió por todos, justificó a todos.

Aquí en Roma hay una señora, una buena mujer, una profesora, la profesora Mara, que cuando tenía problemas... y había fiestas, decía: "Pero Cristo murió por todos: ¡sigamos!". Esa capacidad constructiva. Tenemos un Redentor, una unidad: Cristo murió por todos. En cambio la tentación... Pablo también sufrió la tentación: "Soy de Pablo, soy de Apolo, soy de esto, soy de lo otro...". Y piense en nosotros, hace cincuenta años, después del Concilio: las cosas, las divisiones que sufrió la Iglesia. "Yo soy de este lado, creo que sí, tú así...". Sí, es legítimo pensar así, pero en la unidad de la Iglesia, bajo el Pastor Jesús.

Dos cosas. El reproche de los apóstoles a Pedro por haber entrado en la casa de los paganos y Jesús que dice: "Soy pastor de todos". Soy el pastor de todos. Y quien dice: "Tengo otras ovejas que no vienen de este recinto. Tengo que guiarlos también. Escucharán mi voz y se convertirán en un solo rebaño." Es la oración por la unidad de todos los hombres, porque todos los hombres y mujeres... todos tenemos un solo Pastor: Jesús.

Que el Señor nos libere de esa psicología de la división, del dividir, y nos ayude a ver esto de Jesús, esta gran cosa de Jesús, que en Él todos somos hermanos y Él es el Pastor de todos. Esa palabra, hoy: "¡Todos, todos!", que nos acompañe durante todo el día.

La comunión espiritual, adoración y bendición Eucarística

Finalmente, el Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición Eucarística, invitando a todos a realizar la comunión espiritual con esta oración:

“A tus pies, oh Jesús mío, me postro y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito que se abandona en su nada y en Tu santa presencia. Te adoro en el sacramento de tu amor, deseo recibirte en la pobre morada que mi corazón te ofrece. En espera de la felicidad de la comunión sacramental, quiero tenerte en espíritu. Ven a mí, oh Jesús mío, que yo vaya hacia Ti. Que tu amor pueda inflamar todo mi ser, para la vida y para la muerte. Creo en Ti, espero en Ti, Te amo. Que así sea”.

Antes de salir de la Capilla dedicada al Espíritu Santo, se entonó la antífona mariana que se canta en el tiempo pascual, el Regina Coeli.

Regína caeli laetáre, allelúia.
Quia quem merúisti portáre, allelúia.
Resurréxit, sicut dixit, allelúia.
Ora pro nobis Deum, allelúia.

¿Por qué los católicos usamos crucifijos?

En este artículo vamos a dar respuesta a esta duda y a explicar porque usamos crucifijos los católicos

Dentro de las objeciones que nos realizan generalmente los protestantes y las sectas es la del uso de crucifijos. Para ellos usar la cruz es una locura, ya que “la cruz es el arma que mató al Salvador”. Otros también argumentan que no se puede usar la cruz, porque la propia escritura la ha maldecido “maldito el que cuelga de un madero” Deut 21,23. Por todo ello los protestantes no usan crucifijos, y tampoco logran entender por qué los católicos los usamos. Concretamente en este artículo vamos a dar respuesta a estas objeciones y a explicar porque usamos crucifijos los católicos.

¿Qué es la cruz para el católico?

En primer lugar debemos aclarar que es la cruz para nosotros los católicos, para luego pasar a dar respuesta a las principales objeciones protestantes:

En el Antiguo Testamento y en toda la cultura religiosa antigua, la cruz es tan solo un instrumento de suplicio, sin ninguna connotación salvífica (Gén 40,19; Deut 21,23; ver Gál 3,13). Pero Dios elige la cruz para que su Hijo Jesucristo muera en ella (Mc 15,13-15.24-37; Mt 27,26.31-50; Lc 23,21-23.26.46; Jn 19,15-30) y mediante su muerte en cruz salve al mundo (Ef 2,16; Col 1,20; Fil 2,8; Heb 12,2; 1 Pe 2,24). A partir de este misterioso designio de Dios (1 Cor 1,23) la cruz, en su sentido físico cuando lo requieran las circunstancias, y siempre en sentido espiritual, se ha convertido en camino inesquivable para alcanzar la salvación (Mc 8,34; Mt 16,24; Lc 9,22; Gál 2,19; 3,1; 6,14; Fil 3,12; ver 1 Cor 2,2).

Para nosotros se ha convertido en la señal del cristiano:

Como Moisés levantó a la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado  el Hijo del hombre para que todo el que crea en Él tenga vida eterna" Juan 3, 14-15.

De la misma manera que los israelitas recuperaron la salud al mirar a la serpiente, nosotros somos curados al mirar al Hijo de Dios levantado en la Cruz, convirtiendo la cruz en la puerta que da paso a la gloria.  Pero no solo es el signo de salvación con el cual el Dios hecho carne derrotó a Satanás, también es la señal del discípulo de Cristo:

El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí". Mateo 10,38

Si alguno quiere venir en pos de Mi niéguese a si mismo, cargue con su cruz y sígame". Mt 16, 24

Ser cristiano es aprender amar, con un amor como el de Cristo, amor hasta la cruz, por ello la cruz nos representa nuestras dificultades de la vida, nuestros dolores, nuestras penas, pero ver en ella clavada al Salvador, es lo que nos da fuerzas para tomarla y seguir adelante. Si somos dignos seguidores de Cristo, cargaremos con la cruz, la representación física de la cruz en forma de crucifijo, no es otra cosa que una señal o marca para recordarnos esto.

Por eso es que el propio apóstol san Pablo cuando hablaba a los Corintios, hacía dos grupos aquellos que se pierden, y los que se salvan. Para los primeros la cruz es necedad y locura, se han quedado en el AT donde este símbolo significa instrumento de suplicio, pero para los que salvan, aquellos tienen la ley completa, la de Cristo, la Cruz se ha convertido en Poder de Dios:

“Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan es poder de Dios" 1 Cor 1,18

Al ser poder de Dios para los que se salvan, es instrumento entonces de gloria, que sea poder de Dios no significa le estemos dando poderes a la Cruz, sino que el Dios estuvo en ella crucificado, y por eso es tan importante, porque en ella manifestó todo su poder. 

El mismo san Pablo conociendo la importancia de la cruz, presenta a Cristo como crucificado a los Gálatas:

!!Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Gálatas 3,1

Es muy probable que San Pablo usara el signo de la cruz para enseñar a los Gálatas como fue la muerte de Cristo. Por ello parte importante de la predicación de San Pablo será el misterio de la cruz, (Gálatas 6,14; Fil 3,18). ¿Por qué era necesario que Cristo se presentará como crucificado ante los gálatas? Para que dieran suficiente importante al sacrificio redentor de Cristo, de la misma forma nosotros al ver la cruz, recordamos este sacrificio, y esto nos hace vivir en consecuencia con nuestra fe. La cruz para nosotros será entonces la señal que nos identifica con Cristo, como lo fue la “tau” en el pueblo hebreo :

Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella. Ezequiel 9,4

¿Es cierto que la cruz fue el arma que mató a Cristo? ¿Es cierto que el hombre que cuelga de la cruz es maldito?

Estas dos son las principales objeciones que hacen los hermanos separados. Vamos a responderlas: ciertamente la cruz era un elemento de tortura, como ya dijimos antes, y asi lo concebían los judíos (Gén 40,19; Deut 21,23; ver Gál 3,13). Pero lo que mato a Cristo, fueron nuestros pecados, el fue a la cruz voluntariamente por nuestros pecados, para salvarnos y redimirnos:

El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas.” Is 53, 5

Esto quiere decir que realmente el arma que mató a Cristo, fue nuestro pecado y no tanto la cruz. Deberíamos estar orgullosos de que él muriera por nosotros, para clavar en la cruz nuestros pecados, para derrotar en la cruz al mismo Satanas:

Y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo,matando en ella las enemistades Efesios 2,16

En el NT se le cambia el sentido a la cruz pasando a ser un  instrumento de reconciliación con Dios, y no un instrumento de muerte.

Ciertamente en el AT encontramos como todo el que cuelga de una cruz es llamado maldito, pero en el caso de Cristo debemos recordar no se trataba solo de un hombre, era  Dios quien fue crucificado, por tanto el mismo Dios no puede ser a su vez, Santo y maldito….Cristo es llamado el Santo de Dios (Marcos 1, 24, Lucas 1,35; Apoc 4:8) esto pasa cuando se saca una cita de contexto como pretexto. La cita en si del Deuteronomio esta hablando de aquellos hombres que cometen un delito,  un crimen digno de muerte, pero Cristo fue llevado a la cruz, sin haber cometido pecado:

“Sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,” 1Pe 1,19

Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios 1Pe 3,18

Estas citas claramente nos demuestran que Cristo murió siendo justo, sin haber cometido ningún crimen o delito, por tanto para él y para su cruz, no es aplicable lo establecido en el Deuteronomio. Por ello es que San Pablo presenta la cruz como signo de triunfo ante el mal:

Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Col 2,15

¿Desde cuándo se usa la cruz en el cristianismo?

Una vez dada la argumentación bíblica, hemos de recurrir a la historia para ver si es cierto la cruz es un símbolo de la Iglesia primitiva, ¿los primeros cristianos usaban la cruz? Veamos que si. Aquí dejaré algunos textos de los primeros siglos:

San Clemente de Alejandria, Stromata Libro VI: (siglo III)

Hay quienes dicen que los trescientos codos son símbolo del signo del Señor (= la cruz), y que los cincuenta son símbolo de la esperanza y del perdón que se da en Pentecostés (cf. Jn 20,23)

Tertuliano contra Marción ( siglo III) (Libro III cap XXII):

Previsto, por lo tanto, e igualmente unido al hecho de que Cristo sufrió, Él predijo que Sus justos deberían sufrir igualmente con Él, tanto los apóstoles como todos los fieles en sucesión; y Él los firmó con ese mismo sello del que habló Ezequiel: "Yavhe me dijo: Pasa por la puerta, por en medio de Jerusalén, y pon la marca tau sobre la frente de los hombres". 319 [6] Ahora la letra griega tau y nuestra propia letra T es la forma misma de la cruz, que Él predijo sería el signo en nuestras frentes en la verdadera Jerusalén católica.

En cuanto a la arqueologia: La crux capitata (cuatro brazos) que se halló en una habitación de esclavos de Herculano en 1939, y el famoso "cuadrado mágico" de Pompeya y su desciframiento revelan que los primerísimos cristianos (Pompeya y Herculano fueron sepultadas por las cenizas del Vesubio en el año 79), los recordados, amados e imitados por todos oraban y vivían bajo la protección de la Cruz de Cristo.En torno a la cruz estaban también los clavos que servían para fijar el nicho y el toldo que ocultaban el símbolo del culto cristiano. Este descubrimiento demuestra que el cristianismo llegó a Italia muy rápidamente y hace históricamente creíble el texto de Hechos 28,14, que supone la existencia de cristianos en Pozzuoli (cerca de Nápoles), ya en el año 61.

8 tips para vivir el mes de María

Gran cosa es lo que agrada a Nuestro Señor cualquier servicio que se haga a su Madre

“Gran cosa es lo que agrada a Nuestro Señor cualquier servicio que se haga a su Madre”, decía Santa Teresa de Jesús. Por ello en mayo, mes de María, aquí algunos consejos que podrán ayudarte a vivir más intensamente estos días marianos.

1. Ambientar un lugar

Lo primero es ambientar la casa, la oficina o el lugar donde uno se encuentre. Hay hogares o centros de trabajo católicos que suelen armar un altar, en un lugar especial, con una estatua o cuadro de la Virgen, adornado de flores y telas.

En la oficina se puede poner una estampa al lado del teclado o una imagen de nuestra Señora como fondo de pantalla de la computadora y también del celular.

2. Lectura sobre la Virgen

Para profundizar más en las maravillas que Dios ha obrado y sigue obrando en la Virgen, es recomendable leer algunos pasajes bíblicos como la Anunciación, el Nacimiento de Jesús, la presentación del niño en el templo, y María al pie de la cruz.

Por otra parte, un hecho que también contiene muchos mensajes para el mundo y de labios de la propia Madre de Dios es la aparición de la Virgen de Fátima, a los tres pastorcitos, cuya fiesta es el próximo 13 de mayo, en la que habrán celebraciones especiales por el centenario de las apariciones.

3. Rezo del Rosario

Como se sabe, el rezo del Santo Rosario es una de las oraciones predilectas de la Iglesia que la misma Santísima Virgen le enseñó a rezar a Santo Domingo de Guzmán.

Dentro de las promesas de la Reina del Rosario tomadas de los escritos del Beato Alano de la Rupe están: prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario; el alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.

4. Participar de procesiones

Una costumbre que aún se vive en algunos pueblos es el rezo de la aurora, en el que un grupo de fieles sale en procesión por las calles a tempranas horas con una imagen de la Virgen e invocando el auxilio de María con el Rosario, oraciones marianas y cantos.

5. Recibir los sacramentos

Asimismo, no puede haber verdadera devoción a la Virgen si no se participa de los sacramentos, especialmente de la Reconciliación y la Eucaristía donde Jesús espera a sus hermanos con los brazos abiertos.

6. Hacer obras de Misericordia

Convencidos del amor de María por la humanidad y fortalecidos con las gracias sacramentales de nuestro Señor Jesucristo, es tiempo de salir a la acción ayudando por ejemplo a alguna madre embarazada en necesidad o visitando el asilo de ancianos, en el que siempre hay alguna mujer mayor que se siente sola e incomprendida.

7. Apostolado

Es importante transmitir esta fe a las futuras generaciones y hace bastante bien a los niños, adolescentes y jóvenes el hablarles de lo mucho que la Virgen los ama como mamá y enseñarles a rezar a la Madre de Dios.

8. Regalar objetos bendecidos

También se recomienda regalar alguna medalla de la Medalla Milagrosa o el Escapulario de la Virgen del Carmen, bendecidos por algún sacerdote, para que siempre que vean la imagen se acuerden de la cercanía de la Madre de Dios y de lo mucho que los estimaba quien la regaló.

Tardes ante la Virgen ...en mayo mes de María

La devoción a la Virgen María en el alma del cristiano va unida a nuestra fe ya que María es la Madre de Dios y Madre nuestra.
Estamos en el mes de mayo, es el mes que la tradición católica consagra a la Virgen María.

La devoción a la Virgen María en el alma del cristiano va unida a nuestra fe ya que María no solamente es la Madre de Dios sino también Madre nuestra.

La Virgen María ocupa un lugar intermedio entre Dios y los Santos, que da origen a un culto del todo propio y especial, muy inferior al de Dios pero superior al de los Santos.

Como nos explica Royo Marín O. P..- A Dios se le venera con culto de adoración o de Latría, en virtud de su excelencia infinita. Este culto de Latría es de tal manera propio y exclusivo de Dios que, tributado a cualquier criatura, constituye, cuando se comete conscientemente uno de los más graves pecados que se pueden cometer: la idolatría.

A los Santos les corresponde el culto de dulía o de simple veneración (sin adoración) por lo que tienen de Dios. En este sentido no solo es lícito invocarlos y reverenciarlos, sino que es muy útil y conveniente.

A la Virgen María por su singular dignidad de Madre Dios, se le da el culto de hiperdulía o de veneración muy superior a la de los Santos, pero muy inferior al culto de latría, que se le debe exclusivamente Dios.

Hay un abismo infinito entre ambas especies de cultos.

María tiene el motivo de su singular dignidad de madre de Dios y esta dignidad la coloca en un orden aparte- el orden hipostático relativo - que está mil veces por encima y es específicamente distinto del orden de la gracia y de la gloria en el que se encuentran todos los Santos. De manera que al hablar de la devoción a la Virgen María, hay que entenderla siempre en el orden del culto de hiperdulía, que es el que corresponde a Ella sola específicamente.

En ese sentido caen por su base toda las objeciones de los protestantes y muchas "sectas" contra el culto a María que profesamos los católicos.

La fórmula ideal que resume y condensa el pensamiento católico sobre la devoción mariana es esta : A JESÚS POR MARÍA.

Y que reconfortante es, en este mundo en que poco a poco las tradiciones se van perdiendo, se van quedando atrás como perdidas en la niebla del pasado, como algo que ya " no toca", que "no va"... ver como las mamás jóvenes, especialmente en la Provincia, llevan a sus pequeños vestidos de blanco y con una flor en la mano a la Iglesia

Para cantarle a la Virgen, a rezarle y poner a sus pies esa sencilla flor que tiene todo el inmenso valor del candor de un alma infantil.

Esas tardes ante la Virgen, esas canciones van a echar raíces que permanecerán ya por siempre en el alma de esos niños y cuando llegue la adolescencia, la juventud arreciando contra ellos vientos de tormenta, sabrán volver sus ojos y su corazón a esa Madre que aprendieron a amar siendo niños y encontrarán en Ella el faro bendito que los llevará a puerto seguro y no les permitirá perder el camino que va hacia Dios.

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