El Espíritu os enseñará todo

Mayolo, Santo

Abad, 11 de mayo

Abad de Cluny

Martirologio Romano: En Souvigny, de Borgoña, san Mayolo, abad de Cluny, quien, firme en la fe, seguro en la esperanza y repleto de una doble caridad, renovó numerosos monasterios de Francia e Italia (994)

Etimológicamente: Mayolo = Aquel nacido en el mes de mayo, es de origen latino.

Breve Biografía

Hijo de Foquer, señor rico y poderoso en Provenza. Mayolo o también Mayeul nació en el año 906, en la pequeña villa de Valenzola. Sus padres murieron pronto, cuando Mayolo era aún muy joven. Pronto le ronda por la cabeza el pensamiento de abandonar sus muchas posesiones y retirarse a la soledad; pero antes de tomar esta determinación le obligan a salir de sus tierras los sarracenos que van haciendo incursiones desde España. Esta es la razón de refugiarse en Mâcon donde le conociera el obispo Bernon que le da la prebenda de un canonicato al ver sus buenas cualidades y disposiciones.

Termina sus estudios en la entonces célebre escuela de Lyon de donde regresa para instruir en filosofía y teología al clero local, recibir el diaconado y ser nombrado arcediano, o sea, el primero del orden de los diáconos. Como el ministerio del diaconado lleva consigo preparar la mesa a los pobres, repartiéndoles las limosnas de la iglesia, su nuevo cargo le proporciona la ocasión de ejercitar la caridad limosnera de un modo poco común; de hecho, vende sus muebles, casas y tierras para repartirlos entre los más menesterosos, incrementando así las limosnas del obispo.

Quieren nombrarlo obispo de Besanzon a la muerte de Guifredo; pero se resiste y, temeroso de que se presenten otras ocasiones que no pueda declinar, se retira al claustro.

Cluny la abadía recientemente fundada -en el 910, bajo la advocación de san Pedro apóstol y sometido a la autoridad del papa, por Guillermo, duque de Aquitania-, será su casa desde entonces, cuando su tercer abad es Aymardo. Se observa estrictamente la Orden de San Benito de Arriano. Allí le encargan de la biblioteca y le nombran apocrisario, una especie de legado para resolver asuntos fuera del convento y, de modo especial, los que se refieren a las relaciones con los nobles o los príncipes.

Pasa a ser abad de Cluny al quedarse Aymardo imposibilitado para el gobierno por la ceguera. Con el abad Mayolo es cuando la abadía más resplandece por su rectitud, disciplina y espíritu de reforma, volviéndose hacia ella los ojos de los príncipes, emperadores y papas.

La reforma propugnada por Cluny pasa a los monasterios de Alemania a petición del emperador Otón I y de la emperatriz Adelaida.

Las abadías de Marmontier de Turena, San German de Auxerre, Moutier-San-Juan, San Benito de Dijon y San Mauro de las Fosas, en las proximidades de París, conocen la reforma cluniacense en Francia. El mismo papa Benedicto VII encomienda al abad Mayolo la reforma del monasterio de Lerins.

Fue toda una labor apasionante y pletórica realizada sólo en diez años. Claro está que nada de esto hubiera podido realizarse con un espíritu pusilánime o sin oración, sin penitencia y sin su piedad recia que incluía el tierno amor a Santa María como queda expresado en sus peregrinaciones a los santuarios de Nuestra Señora de Valay y de Loreto.

No todos los trabajos fueron ad intra propiciando la reforma de los buenos.

Tuvo también escarceos apostólicos y proselitistas con los infieles sarracenos durante el tiempo en que le tuvieron preso, en Pont-Ouvrier, y de quienes fue rescatado por una fuerte suma de dinero que pudo reunirse entre los frailes y con las ayudas de amigos y ricos nobles conocidos.

El emperador Otón II quiso que fuera elegido papa, pero topó con su firme negativa.

Cansado de trabajos y pensando que su misión estaba concluida, propone se elija a su fiel discípulo Odilón para sucederle y renuncia a ser abad. Pero, aunque anciano ya, le queda todavía una última aventura reformadora; fue Hugo, el fundador de la dinastía de los Capetos, quien le pide como rey de Francia que regrese a París para introducir la reforma en la abadía de san Dionisio; no supo negarse, se puso en camino y muere en el intento generoso de mejorar ese monasterio para bien de la Iglesia; en Souvigni, el 11 de Mayo del año 994, casi nonagenario, muere el reformador Mayolo, uno de los hombres más eminentes de la cristiandad del siglo X, organizador insigne que preparó el estallido de vitalidad del siglo XI. Su figura se presenta magnífica en la escena del siglo de hierro en un mundo que estaba en construcción. Además de extender la Orden de Cluny en influencia y prestigio para reformar el mundo cristiano, su obra se extiende a otros aspectos de la vida social: construye y restaura, favorece las letras e introduce las ideas cristianas en los gobiernos de Alemania, de Francia y de Italia y, además, es incapaz de contemplar a un necesitado sin derramar lágrimas.

La abadía de Cluny, el templo mayor del mundo hasta que en el siglo XVI se construyó en Roma la basílica de san Pedro, que llegó a ser uno de los más importantes centros religiosos, que preparó decisivamente el camino a la reforma gregoriana y que se convirtió en potente foco de radiación del románico europeo, está convertida hoy en un montón de ruinas sólo recuperadas para la posteridad en el papel y el diseño. Se cerró y arrasó en el 1790 por la Revolución francesa. Se entiende que no todas las revoluciones son respetuosas con la cultura, ni con el arte, ni con la historia o que quizá existan más interpretaciones de historia, de arte y de cultura.

Una relación de corazón a corazón

Santo Evangelio según san Juan 14, 21-26. Lunes V de Pascua

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Concédeme, Señor, en este momento de intimidad contigo, la gracia de experimentar tu amor, y que este amor sea el fundamento e impulso de mi vida y de mi fe.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 14, 21-26

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él”.

Entonces le dijo Judas (no el Iscariote): “Señor, ¿por qué razón a nosotros sí te nos vas a manifestar y al mundo no?" Le respondió Jesús: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió.

Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Nuestra fe no tiene su fundamento en ideas; su esencia y realidad no se apoya en simples palabras de un pasado. Por el contrario, el verdadero fundamento y valor de nuestra fe está en una Persona, y es a través del encuentro con esa Persona que nuestra fe descubre su más profundo significado. Esta Persona es Dios, nuestro Padre, que, por medio de su Hijo, su Palabra hecha carne, nos revela la verdad más profunda de nuestra vida y existencia. Es por lo que nuestra fe, al apoyarse en Dios, implica una relación porque Dios es Persona. Una relación de corazón a corazón.

Al inicio del Evangelio de hoy Jesús, dirigiéndose a sus discípulos, afirma: «El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él.» ¿Qué significa aceptar y cumplir los mandamientos del Señor? Jesús mismo nos revela la respuesta: Quien ama, ese cumple y acepta sus mandamientos, es decir, las palabras que nacen de su corazón, las cuales nos revelan el fin, el deseo y el corazón de Jesús para nuestras vidas. Aceptar y cumplir son dos verbos que revelan que nuestro amor debe ser libre, personal y sincero. Pero este amor, consiste en amar a Jesús, en amar a su Padre y nuestro Padre; es un amor que se dirige a una persona concreta, Dios, porque el amor solo se da cuando están la persona amada y el que ama, pues el amor es recíproco. Tenemos la experiencia en nuestra vida de lo que significa amar a una persona y ser amados, incluso se puede llegar a experimentar cómo este amor puede ser herido. Ahora bien, ¿tenemos la experiencia de lo que significa amar a Dios y ser amados por Él, por nuestro Creador, nuestro Padre, nuestro Redentor? ¿Nuestro corazón desea libremente y realmente aceptar y cumplir sus mandamientos porque le amamos?

A la luz de este Evangelio el Señor nos revela que nuestra fe es más que creer solo en ideas o cumplir ciertas normas. Nos revela que nuestra fe es, ante todo, un don y una respuesta de amor al Amor de Dios y, a partir de este amor, deseamos y buscamos vivir sus mandamientos que nos ayudan a vivir con esperanza y alcanzar nuestro verdadero fin: el cielo.

«La palabra divina escruta los pensamientos y los sentimientos. El Verbo de vida también es la verdad y su palabra hace la verdad en nosotros, disipando falsedades y dobleces. Las Escrituras nos empujan continuamente a redirigir la ruta de la vida hacia Dios. Dejarnos leer por la Palabra nos permite así convertirnos en "libros abiertos", transparencias vivas de la Palabra que salva, testigos de Jesús y anunciadores de su novedad. La Palabra de Dios, en efecto, aporta siempre noticias, es inasible, escapa de nuestras predicciones y a menudo rompe nuestros patrones».

(Discurso de S.S. Francisco, 31 de octubre de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

El día de hoy buscaré hacer un gesto de amor hacia mi prójimo como manifestación de mi amor a Dios.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Sin amor, la vida no tiene sentido

Sembrando Esperanza I. Estamos tan enfrascados en nuestro pequeño mundo, en nuestros problemas, que no vemos más allá de nuestros reducidos horizontes

Los hombres de hoy necesitamos más que nunca hacer una verdadera experiencia del amor, muchas veces estamos tan enfrascados en nuestro pequeño mundo, en nuestros problemas, que no vemos más allá de nuestros reducidos horizontes. Abramos el corazón a aquellas palabras de Jesús: "No hay más amor que el que da la vida por sus amigos" o "El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en Él nuestra morada". Aunque nos cueste creerlo, está al alcance de nuestra mano el que seamos morada de Dios, el que Dios habite en mí. Seamos generosos aprovechando las oportunidades que en cada momento se nos presentan.

¡Qué sabias y hermosas son las palabras del Papa Juan Pablo II cuando decía!: "Amar es, por tanto, esencialmente entregarse a los demás. Lejos de ser una inclinación instintiva, el amor es una decisión consciente de la voluntad de ir hacia los otros. Para poder amar de verdad, conviene desprenderse de todas las cosas y, sobre todo, de uno mismo; dar gratuitamente, amar hasta el fin" (Juan Pablo II, 1980).

Así, el amor es fuente de equilibrio. Es el secreto de la felicidad. ¿Qué pasa si una persona no aprende a amar? la vida, tu vida o mi vida dejan de tener sentido; urge cultivar el amor, urge vivir amando, no se puede vivir sin trasmitir el amor, de lo contrario, descubrirán que en realidad no amamos:

La inteligencia sin amor...Te hace perverso.
La justicia sin amor...Te hace implacable.
La diplomacia sin amor...Te hace hipócrita.
El éxito sin amor...Te hace arrogante.
La riqueza sin amor...Te hace avaro.
La docilidad sin amor...Te hace servil.
La pobreza sin amor...Te hace orgulloso.
La verdad sin amor...Te hace hiriente.
La autoridad sin amor...Te hace tirano.
El trabajo sin amor...Te hace esclavo.
La pasión sin amor...Te hace promiscuo.
La oración sin amor...Te hace introvertido.
La ley sin amor...Te esclaviza.
La fe sin amor...Te fanatiza.
El deporte sin amor...Se convierte en una vana competencia.
La cruz sin amor...Se convierte en injusta tortura.
La vida sin amor...NO TIENE SENTIDO.


Hagamos de nuestros hogares, de nuestro lugar de trabajo, del colegio, una escuela de amor a través del servicio mutuo, de la generosidad, la confianza y el respeto fraterno. Una escuela en donde se aprenda a perdonar y a silenciar los errores de los demás; en donde todos se estrechen, con su cercanía y su oración, en torno al miembro en dificultad, que sufre o está enfermo; y en donde, a ejemplo de Cristo, siempre se tengan las puertas abiertas a todos, sin ninguna distinción. «¡Mirad cómo se aman!», exclamaban todos los que veían el testimonio de vida de los primeros cristianos, ¿hoy podrían decir lo mismo de nosotros?

Hagamos el esfuerzo de pensar siempre bien de los demás; de formar un corazón capaz de amar a todos, de comprender y perdonar al hermano caído o a aquel que nos ha herido. Tratemos a los demás, en definitiva, con el mismo amor, la misma paciencia y comprensión con la que Cristo nos ha tratado.

El Papa reza por los sin trabajo. El Espíritu hace crecer la comprensión de la fe

Homilía del Papa Francisco en Santa Marta. 11 de mayo de 2020

En la Misa matutina celebrada – y transmitida en vivo – en la Capilla de la Casa Santa Marta, este Lunes de la V Semana de Pascua, el Papa Francisco recordó el 75º aniversario del hallazgo del cuerpo de San Timoteo en la cripta de la Catedral de Termoli, Italia, durante los trabajos de restauración de 1945, y dirigió su oración a todas las personas que en este periodo han perdido su trabajo:

“Nos unimos a los fieles de Termoli, hoy en la fiesta del hallazgo del cuerpo de San Timoteo. En estos días mucha gente ha perdido su trabajo; no fueron contratados de nuevo, trabajaban ilegalmente... Oremos por estos hermanos y hermanas nuestros que sufren esta falta de trabajo”.

El Espíritu Santo don de Dios

En su homilía el Papa Francisco comentando el Evangelio de hoy (Jn 14, 21-26) en el que Jesús anuncia a sus discípulos que les enviará al Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en su nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que Él les ha dicho. "Es la promesa del Espíritu Santo – dijo el Papa – el Espíritu Santo que habita en nosotros y que el Padre y el Hijo envían" para "acompañarnos en la vida". Se llama Paráclito, es decir, el que "sostiene, el que acompaña para no caer, que te mantiene firme, que está cerca de ti para sostenerte". Y el Señor nos ha prometido este apoyo, que es Dios como Él: Él es el Espíritu Santo.

¿Qué hace el Espíritu Santo en nosotros? El Señor lo dice: "Él te enseñará todo y te recordará todo lo que les he dicho. Enseña y recuerda. Este es el oficio del Espíritu Santo. Nos enseña: nos enseña el misterio de la fe, nos enseña a entrar en el misterio, a comprender un poco más el misterio, nos enseña la doctrina de Jesús y nos enseña a desarrollar nuestra fe sin cometer errores, porque la doctrina crece, pero siempre en la misma dirección: crece en comprensión.

Y el Espíritu nos ayuda a crecer en la comprensión de la fe, a entenderla más y a ir más allá para entender lo que dice la fe. La fe no es algo estático; la doctrina no es algo estático: crece" siempre, pero crece "en la misma dirección". Y el Espíritu Santo impide que la doctrina se equivoque, impide que se quede quieta allí, sin crecer en nosotros. Nos enseñará las cosas que Jesús nos enseñó, desarrollará en nosotros la comprensión de lo que Jesús nos enseñó, hará crecer en nosotros la doctrina del Señor, hasta la madurez".

Y otra cosa que hace el Espíritu Santo, es recordar: "Él les recordará todo lo que les he dicho. "El Espíritu Santo es como la memoria, nos despierta, nos mantiene siempre despiertos "en las cosas del Señor" y también nos hace recordar nuestra vida, cuando nos encontramos con el Señor o cuando lo dejamos.

El Papa recordó a una persona que rezó ante el Señor así: "Señor, soy el mismo que de niño, de joven, tuvo estos sueños. Entonces, fui por los caminos equivocados. Ahora me has llamado". Esto – dijo el Pontífice – es el recuerdo del Espíritu Santo en la vida de uno. Te lleva a la memoria de la salvación, a la memoria de lo que Jesús te enseñó, pero también a la memoria de tu propia vida. Esto – continuó el Papa – es una hermosa forma de rezar al Señor: "Yo soy el mismo. He caminado mucho, he cometido muchos errores, pero soy el mismo y tú me amas".  Es "la memoria del camino de la vida".

"Y en este recuerdo, el Espíritu Santo nos guía; nos guía para discernir, para discernir lo que debo hacer ahora, cuál es el camino correcto y cuál el equivocado, incluso en las pequeñas decisiones. Si pedimos luz al Espíritu Santo, nos ayudará a discernir para tomar las decisiones correctas, las pequeñas decisiones de cada día y las más grandes". El Espíritu "nos acompaña, nos sostiene en el discernimiento", "nos enseñará todo, es decir, hace crecer la fe, nos introduce en el misterio, el Espíritu que nos recuerda: nos recuerda la fe, nos recuerda nuestra propia vida y el Espíritu que en esta enseñanza, en esta memoria, nos enseña a discernir las decisiones que debemos tomar. Y a esto los Evangelios le dan un nombre al Espíritu Santo: sí, Paráclito, porque te sostiene, pero otro nombre más hermoso: es el Don de Dios. El Espíritu es el don de Dios. El Espíritu es precisamente el Don: "No te dejaré solo, te enviaré un Paráclito que te sostendrá" y nos ayudará a avanzar, a recordar, a discernir y a crecer. El don de Dios es el Espíritu Santo.

“Que el Señor – es la oración conclusiva del Papa Francisco – nos ayude a mantener este don que nos dio en el Bautismo y que todos tenemos dentro de nosotros”.

La comunión espiritual, adoración y bendición Eucarística

Finalmente, el Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición Eucarística, invitando a todos a realizar la comunión espiritual con esta oración:

“Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo recibirte sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de Ti. Amén”.

Antes de salir de la Capilla dedicada al Espíritu Santo, se entonó la antífona mariana que se canta en el tiempo pascual, el Regina Coeli.

Regína caeli laetáre, allelúia.
Quia quem merúisti portáre, allelúia.
Resurréxit, sicut dixit, allelúia.
Ora pro nobis Deum, allelúia.

¡Ya somos novios!

¡Ya somos novios!... ¡Hay que ver con qué calor sale de sus labios una expresión semejante!

Cuando hablamos de la familia tantas veces y se nos dan tantas conferencias sobre la vida matrimonial, nunca falta ni puede faltar una charla sobre el noviazgo, sobre ese tiempo idílico que precede a la celebración de la boda.

No creemos que haya momento más feliz en la vida de dos jóvenes que aquel en que él y ella, los dos juntos, pueden decir y se dicen: ¡Ya somos novios!... ¡Hay que ver con qué calor sale de sus labios una expresión semejante! ¡Hay que ver con qué cariño lo miramos todos nosotros! Nuestros corazones saben acompañar a esos dos corazones felices, y lo más importante es que el mismo Jesucristo se pone en medio de ellos para santificar desde el principio un amor tan bello, en espera de verlos a los dos delante de su Altar...

Pero tanto idilio corre el peligro serio de tomar el noviazgo como un entretenimiento o poco menos, sin dedicarle lo principal de todo y lo que es el fin del noviazgo, o sea, la preparación para el matrimonio.
Sin esta preparación, el noviazgo está de más.
 Porque si la preparación no fuese necesaria, bastaría ir directamente al altar y ser esposos apenas conocido y declarado el amor.


El matrimonio, que compromete para toda la vida, exige la preparación de todo asunto importante, y, en este caso, la preparación debe ser mayor, desde el momento que el matrimonio es el asunto más importante de la vida. Si el equivocarse resultaría fatal, el acertar es la suerte más grande.

Esa preparación para el matrimonio tiene una doble dimensión: humana, cara la vida; y espiritual, cara a Dios.

Porque el matrimonio entraña dos cosas: es la solución normal de la vida del hombre y de la mujer, y Dios ha querido además que sea un Sacramento, un medio poderoso de santificación.

Por eso decimos que nos preparamos a él como hombres y como cristianos. De aquí, que quienes están más interesados en formar a los novios son los padres y la Iglesia. A los novios se les pide que correspondan vivamente a la solicitud de la familia y de la comunidad eclesial.

- Mamá, ¿y tú, qué preparación recibiste para casarte?

Esto le preguntó a su madre la hija atrevida y rebelde para reírse un poco de ella. En aquellos tiempos de la mamá iban al matrimonio sin preparación alguna, cuando no se impartían cursos ni se daban conferencias ni nadie hablaba a nadie sobre el asunto.
Pero la hija se llevó una buena lección, cuando oyó la contestación de la madre:

- ¿Qué preparación? Por desgracia, ninguna. Entonces no se nos decía nada. Tú no sabes la suerte que tenéis ahora. Si no aprovechas la gracia de Dios, es cosa tuya...

A esta solicitud que hoy se tiene con ellos, corresponden los novios informándose sobre el matrimonio en todos sus aspectos.

Piensan muchos que se trata solamente de saber las intimidades de la vida sexual. Y eso no es verdad. Eso pudo tener mucha importancia en aquellos tiempos ya idos cuando los niños venían de París o los traían las cigüeñas...

Hoy la información sexual está casi de más. Aunque no negamos que los novios están muy interesados en informarse sobre cuestiones morales de la vida sexual, ya que oyen opiniones tan divergentes sobre asuntos delicados.

Mucho más importante que la información sobre la sexualidad, es la formación en la vida afectiva.

Porque el amor tiene fases muy diferentes a lo largo de los años, y es aquí donde fallan tantos matrimonios, que empezaron muy bien y acabaron en tragedia.

Esta información y formación no la ofrecen las fatales revistas del corazón ni la enseñan las telenovelas, porque esas películas y esas revistas no suministran sino la desinformación y la deformación más lamentables.

Hay que recurrir a libros buenos y autorizados, igual que a conferencias especializadas, como se ofrecen muchas veces en las parroquias. Y no digamos ya del curso de preparación matrimonial que brinda la Iglesia a los novios.

Esos libros buenos y esos cursos impartidos por la Iglesia, aunque muchos los miran con recelo, son la fuente donde el cántaro se llena de agua fresca y pura, que se bebe sin recelo alguno.

Naturalmente, que esa formación espiritual impartida para el matrimonio es una ocasión magnífica para renovar los conocimientos de vida religiosa que tal vez van quedando ya un poco lejos, desde que se asistió de niños al Catecismo, o de adolescentes al curso de la Confirmación.

Esta formación e información para el matrimonio son como el bagaje y provisión para un viaje largo y complicado tal vez. Toda la prudencia es poca.

Bien formados de novios, los que serán pronto nuevos esposos mirarán con optimismo el porvenir. Las dificultades se vencerán con más facilidad y no se perderán esas ilusiones que ahora expresan con esas palabras encantadoras: ¡Ya somos novios!...

Un día las cambiarán por estas otras, que ojalá se las repitan muchas veces por muchos años:
- ¡Ya somos esposos desde hace un año..., desde hace diez..., desde hace veinticinco..., desde hace cincuenta!... ¡Qué bendición de Dios!

El compromiso, madurez en el amor

A veces da miedo hacer promesas, comprometer el propio futuro. Dar un sí que ate, que quite la libertad, cuesta

A veces da miedo hacer promesas, comprometer el propio futuro. Dar un sí que ate, que quite la libertad, cuesta. Dar un sí que nos obligue a cerrar muchas puertas para quedarnos con una única opción no es fácil.

Los ejemplos de malos compromisos no faltan, y esto hace difícil el llegar a decisiones profundas. Vemos aquí y allá a personas que prometen lo que luego no cumplen. Su infidelidad asusta a muchos. Algunos, por eso, prefieren no dar un paso adelante para evitar los fracasos que han visto en otros.

En el campo matrimonial es cada vez más frecuente encontrarse con parejas rotas, destruidas, por el drama del divorcio. Quienes ayer se casaron con la ilusión y la frescura de un amor firme y decidido, hoy luchan por lograr, rápidamente, casi de un modo violento, el divorcio más favorable a sus intereses. Así se difunde el miedo al compromiso matrimonial, y muchos lo retrasan indefinidamente: no son capaces de dar un paso tan importante, no se sienten preparados o tienen miedo al fracaso.

Pero el fracaso existe también cuando no hay compromisos. Una pareja de enamorados que juegan con su amor sin llegar a dar el paso decisivo hacia el matrimonio, pueden fracasar con la misma frecuencia (tal vez más fácilmente) que lo hacen quienes se casan quizá de un modo precipitado.

El problema no está en casarse o no casarse, sino en llegar a la madurez necesaria para tomar decisiones profundas en un tema tan importante. Esa madurez la necesitan los novios que llevan su noviazgo con seriedad, los trabajadores que quieren ser honestos, los empresarios que deben pagar lo justo a sus obreros, los políticos que están llamados a gobernar y no a aprovecharse del cargo público, los padres de familia que cuidan con afecto a cada uno de sus hijos.

La sociedad no puede ver con indiferencia cómo se rompen los matrimonios como quien se cambia de camiseta. Algo nos dice que la fidelidad construye vidas felices, auténticas, realizadas. Pero la fidelidad no se cimienta sobre el vacío, ni sobre la presión de los demás, ni por el miedo a lo que ocurra tras el fracaso.

¿Cuál es el secreto de la pareja feliz, del sacerdote fiel, del médico honesto? Somos constantes en nuestros compromisos cuando nos guía el amor. El amor une a los esposos en los momentos fáciles y difíciles, en las penas y alegrías, en el nacimiento del hijo enfermo y en la sorpresa del hijo que se escapó de casa.

El amor soporta los mil problemas de cada día: la escasez del dinero a fin de mes, los pantalones rotos del hijo más pequeño, la reprensión del director de la escuela por las bajas notas de la niña ya no tan niña, y la muerte del abuelo que deja un hueco profundo en la familia.

El amor no “aguanta”, sino que supera los problemas, porque mira a algo más grande: al corazón del otro, al corazón de la otra, al que queremos con todo el alma. El amor no se permite coqueteos fuera del hogar, ni trampas en el negocio, ni ambiciones de poder.

El amor “aprisiona” la vida de quien ama con unas cadenas que lo hacen particularmente libre, porque el sentir que nos mira quien nos ama no causa pena, sino alegría. No duele la fidelidad cuando está cerca el que un día nos robó el corazón, y que hoy, quizá con más ilusión que ayer, sigue dando luz y calor a cada nueva página del calendario.

El compromiso no es difícil. Quizá lo hemos convertido en algo extraño porque el egoísmo domina en muchos corazones. Pero el corazón no está hecho para mirarse a sí mismo, sino para mirar hacia fuera. Entonces sí que hay una alegría profunda, entonces sí que vale la pena vivir, aunque el dolor muerda nuestra carne o la vejez nos acerque al momento de la partida.

Ser fieles es fácil si hay amor. El mundo gira, como hace millones de años, mientras el sol calienta nuestra tierra y los pájaros cruzan nuestros cielos. El amor construye lazos que no terminan con la muerte. Son lazos de amor, de un amor que no termina.

Un compromiso que nace del amor es un compromiso soberanamente libre, porque arranca de lo más profundo de nosotros mismos, de nuestro corazón enamorado. El “para siempre” es sólo la otra cara del “te quiero”. Las parejas fieles nos lo dicen, silenciosamente, con su amor y su alegría indestructible.

7 cosas que debes saber sobre las apariciones de la Virgen en Fátima

Información básica que todo católico debe saber sobre esta aparición

El 13 de mayo es la fiesta de la Virgen de Fátima, la aparición aprobada por la Santa Sede más famosa del siglo XX, particularmente por el tercer secreto que María reveló a los tres pastorcitos en la Cova da Iria (Portugal) y fue transcrito por Sor Lucía el 3 de enero de 1944.

Aquí presentamos 7 cosas que todo católico debe saber sobre esta aparición.

1. La Virgen apareció 6 veces en Fátima

En tiempos de la Primera Guerra Mundial la pastorcita Lucía dos Santos dijo haber experimentado las visitas sobrenaturales de la Virgen María en 1915, dos años antes de las famosas apariciones.

En 1917, ella y dos de sus primos, Francisco y Jacinta Marto, estaban trabajando como pastores en los rebaños de sus familias en un pequeño pueblo de Fátima llamado Cova de Iría. El 13 de mayo de aquel año, los tres niños vieron una aparición de la Virgen María que les dijo, entre otras cosas, que regresaría durante los próximos seis meses todos los días 13 a la misma hora.

María también reveló a los niños, en la segunda aparición, que Francisco y Jacinta morirían pronto y que Lucía sobreviviría para dar testimonio de las apariciones.

En la tercera aparición de la Virgen, el 13 de julio, a Lucía se le devela el secreto de Fátima. Según los informes, se puso pálida y gritó de miedo llamando a la Virgen por su nombre. Hubo un trueno, y la visión terminó. Los niños volvieron a ver a la Virgen el 13 de septiembre.

En la sexta y última aparición, el 13 de octubre, ante miles de peregrinos que llegaron a Fátima (Portugal), se produjo el denominado “Milagro del sol”, en el que, luego de la aparición de la Virgen María a los pastorcitos Jacinta, Francisco y Lucía, se pudo ver al sol temblar, en una especie de “danza”, según relataron los que estaban ahí.

2. Francisco y Jacinta murieron pronto, Lucía se hizo religiosa

Una pandemia de gripe española barrió Europa en 1918 y mató cerca de 20 millones de personas. Entre ellos se encontraban Francisco y Jacinta, que contrajeron la enfermedad en 1918 y fallecieron en 1919 y 1920 respectivamente. Por su parte, Lucía entró en el convento de las Hermanas Doroteas.

El 13 de junio de 1929, en la capilla del convento en Tuy en España, Lucía tuvo otra experiencia mística en la que vio a la Santísima Trinidad y a la Virgen María. Esta última les dijo: "Ha llegado el momento en que Dios le pide al Santo Padre, en unión con todos los obispos del mundo, hacer la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, prometiendo salvarla por este medio" (S. Zimdars-Schwartz, Encuentro con María, 197).

El 13 de octubre de 1930, el Obispo de Leiria (ahora Leiria-Fátima) proclamó las apariciones de Fátima como auténticas.

3. Sor Lucía escribió el secreto de Fátima 18 años después de las apariciones

Entre 1935 y 1941, bajo las órdenes de sus superiores, Sor Lucía escribió cuatro memorias de los acontecimientos de Fátima.

En la tercera memoria -publicada en 1941- escribió las dos primeras partes del secreto y explicó que había una tercera parte que el cielo aún no le permitía revelar.

En la cuarta memoria añadió una frase al final de la segunda parte del secreto: "En Portugal, se conservará siempre el dogma de la fe, etc".

Esta frase fue la base de mucha especulación, se dijo que la tercera parte del secreto se refería a una gran apostasía.

Tras la publicación de la tercera y cuarta memoria, el mundo puso atención en el secreto de Fátima y las tres partes del mensaje, incluyendo la petición de la Virgen para que Rusia se consagre a su Inmaculado Corazón a través del Papa y los obispos del mundo.

El 31 de octubre de 1942 Pío XII consagró no sólo Rusia, sino a todo el mundo al Inmaculado Corazón de María. Lo que faltó, sin embargo, fue la participación de los obispos del mundo.

En 1943, el Obispo de Leiria ordenó a Sor Lucía poner el tercer secreto de Fátima por escrito, pero ella no se sentía en libertad de hacerlo hasta 1944. Fue puesto en un sobre lacrado en el que Sor Lucía escribió que no debía abrirse hasta 1960.

4. La tercera parte del secreto de Fátima fue leída por varios Papas

El secreto se mantuvo con el Obispo de Leiria hasta 1957, cuando fue solicitado (junto con copias de otros escritos de la Hermana Lucía) por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Según el Cardenal Tarcisio Bertone, el secreto fue leído por Juan XXIII y Pablo VI.

"Juan Pablo II, por su parte, pidió el sobre que contiene la tercera parte del ‘secreto’ tras el intento de asesinato que sufrió el 13 de mayo 1981".

Después de leer el secreto, el Santo Padre se dio cuenta de la conexión entre el intento de asesinato y Fátima: “fue la mano de una madre que guió la trayectoria de la bala”, detalló. Fue este Papa quien decidió publicarlo en el año 2000.

Para saber más del tercer secreto de Fátima puede ingresar al siguiente enlace

5. Las claves del secreto: arrepentimiento y conversión

El entonces Cardenal Joseph Ratzinger (Papa Emérito Benedicto XVI), Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, señaló que la clave de la aparición de Fátima es su llamado al arrepentimiento y a la conversión. (Comentario Teológico)

Las tres partes del secreto sirven para motivar al individuo al arrepentimiento y lo hacen de una manera contundente.

6. La primera parte del secreto es una visión del infierno

La primera parte del secreto -la visión del infierno- es para muchos la más importante, porque revela a los individuos las trágicas consecuencias de la falta de arrepentimiento y lo que les espera en el mundo invisible si no se convierten.

7. La segunda parte del secreto es sobre la devoción al Inmaculado Corazón

En la segunda parte la Virgen María dice:

"Usted ha visto el infierno donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón".

Después de explicar la visión del infierno, María habló de una guerra que "iniciará durante el pontificado de Pío XI."

Esta última fue la Segunda Guerra Mundial, que fue ocasionada, según las consideraciones de Sor Lucía, por la anexión de Austria a Alemania durante el pontificado de Pío XI (J. de Marchi, Temoignages sur les apparitions de Fatima, 346).

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