Las cosas más «silenciosas» nos hablan a gritos de Dios

Ignacio de Loyola, Santo

Memoria Litúrgica, 31 de julio

Fundador de la Compañía de Jesús (Jesuitas)

Martirologio Romano: Memoria de san Ignacio de Loyola, presbítero, quien, nacido en el País Vasco, en España, pasó la primera parte de su vida en la corte como paje del contador mayor hasta que, herido gravemente, se convirtió. Completó los estudios teológicos en París y conquistó sus primeros compañeros, con los que más tarde fundaría en Roma la Compañía de Jesús, ciudad en la que ejerció un fructuoso ministerio escribiendo varias obras y formando a sus discípulos, todo para mayor gloria de Dios († 1556).

Fecha de beatificación: 27 de julio de 1609 por el Papa Pablo V

Fecha de canonización: 12 de marzo de 1622 por el Papa Gregorio XV

Breve Biografía

San Ignacio de Loyola supo transmitir a los demás su entusiasmo y amor por defender la causa de Cristo.

Un poco de historia

Nació y fue bautizado como Iñigo en 1491, en el Castillo de Loyola, España. De padres nobles, era el más chico de ocho hijos. Quedó huérfano y fue educado en la Corte de la nobleza española, donde le instruyeron en los buenos modales y en la fortaleza de espíritu.

Quiso ser militar. Sin embargo, a los 31 años en una batalla, cayó herido de ambas piernas por una bala de cañón. Fue trasladado a Loyola para su curación y soportó valientemente las operaciones y el dolor. Estuvo a punto de morir y terminó perdiendo una pierna, por lo que quedó cojo para el resto de su vida.

Durante su recuperación, quiso leer novelas de caballería, que le gustaban mucho. Pero en el castillo, los únicos dos libros que habían eran: Vida de Cristo y Vidas de los Santos. Sin mucho interés, comenzó a leer y le gustaron tanto que pasaba días enteros leyéndolos sin parar. Se encendió en deseos de imitar las hazañas de los Santos y de estar al servicio de Cristo. Pensaba: “Si esos hombres estaban hechos del mismo barro que yo, también yo puedo hacer lo que ellos hicieron”.

Una noche, Ignacio tuvo una visión que lo consoló mucho: la Madre de Dios, rodeada de luz, llevando en los brazos a su Hijo, Jesús.

Iñigo pasó por una etapa de dudas acerca de su vocación. Con el tiempo se dio cuenta que los pensamientos que procedían de Dios lo dejaban lleno de consuelo, paz y tranquilidad. En cambio, los pensamientos del mundo le daban cierto deleite, pero lo dejaban vacío. Decidió seguir el ejemplo de los santos y empezó a hacer penitencia por sus pecados para entregarse a Dios.

A los 32 años, salió de Loyola con el propósito de ir peregrinando hasta Jerusalén. Se detuvo en el Santuario de Montserrat, en España. Ahí decidió llevar vida de oración y de penitencia después de hacer una confesión general. Vivió durante casi un año retirado en una cueva de los alrededores, orando.

Tuvo un período de aridez y empezó a escribir sus primeras experiencias espirituales. Éstas le sirvieron para su famoso libro sobre “Ejercicios Espirituales”. Finalmente, salió de esta sequedad espiritual y pasó al profundo goce espiritual, siendo un gran místico.
Logró llegar a Tierra Santa a los 33 años y a su regreso a España, comenzó a estudiar. Se dio cuenta que, para ayudar a las almas, eran necesarios los estudios.

Convirtió a muchos pecadores. Fue encarcelado dos veces por predicar, pero en ambas ocasiones recuperó su libertad. Él consideraba la prisión y el sufrimiento como pruebas que Dios le mandaba para purificarse y santificarse.

A los 38 años se trasladó a Francia, donde siguió estudiando siete años más. Pedía limosna a los comerciantes españoles para poder mantener sus estudios, así como a sus amigos. Ahí animó a muchos de sus compañeros universitarios a practicar con mayor fervor la vida cristiana. En esta época, 1534, se unieron a Ignacio 6 estudiantes de teología. Motivados por lo que decía San Ignacio, hicieron con él voto de castidad, pobreza y vida apostólica, en una sencilla ceremonia.

San Ignacio mantuvo la fe de sus seguidores a través de conversaciones personales y con el cumplimiento de unas sencillas reglas de vida. Poco después, tuvo que interrumpir sus estudios por motivos de salud y regresó a España, pero sin hospedarse en el Castillo de Loyola.

Dos años más tarde, se reunió con sus compañeros que se encontraban en Venecia y se trasladaron a Roma para ofrecer sus servicios al Papa. Decidieron llamar a su asociación la Compañía de Jesús, porque estaban decididos a luchar contra el vicio y el error bajo el estandarte de Cristo. Paulo III convirtió a dos de ellos profesores de la Universidad. A Ignacio, le pidió predicar los Ejercicios Espirituales y catequizar al pueblo. Los demás compañeros trabajaban con ellos.

El Papa Pablo III les dio la aprobación y les permitió ordenarse sacerdotes. Fueron ordenados en Venecia por el obispo de Arbe el 24 de junio. Ignacio celebrará la primera misa en la noche de Navidad del año 1538. En ese tiempo se dedican a predicar y al trabajo caritativo en Italia.

Ignacio de Loyola, de acuerdo con sus compañeros, resolvió formar una congregación religiosa que fue aprobada por el Papa en 1540. Añadieron a los votos de castidad y pobreza, el de la obediencia, con el que se comprometían a obedecer a un superior general, quien a su vez, estaría sujeto al Papa.

La Compañía de Jesús tuvo un papel muy importante en contrarrestar los efectos de la Reforma religiosa encabezada por el protestante Martín Lutero y con su esfuerzo y predicación, volvió a ganar muchas almas para la única y verdadera Iglesia de Cristo.
Ignacio pasó el resto de su vida en Roma, dirigiendo la congregación y dedicado a la educación de la juventud y del clero, fundando colegios y universidades de muy alta calidad académica.

Para San Ignacio, toda su felicidad consistía en trabajar por Dios y sufrir por su causa. El espíritu “militar” de Ignacio y de la Compañía de Jesús se refleja en su voto de obediencia al Papa, máximo jefe de los jesuítas.

Su libro de “Ejercicios Espirituales” se sigue utilizando en la actualidad por diferentes agrupaciones religiosas.

San Ignacio murió repentinamente, el 31 de julio de 1556. Fue beatificado el 27 de julio de 1609 por Pablo V, y canonizado en 1622 por Gregorio XV.

¿Qué nos enseña su vida?

•    A ser fuertes ante los problemas de la vida.
•    A saber desprendernos de las riquezas.
•    A amar a Dios sobre todas las cosas.
•    A saber transmitir a los demás el entusiasmo por seguir a Cristo.
•    A vivir la virtud de la caridad ya que él siempre se preocupaba por los demás.
•    A perseverar en nuestro amor a Dios.
•    A ser siempre fieles y obedientes al Papa, representante de Cristo en la Tierra.

Oración

Virgen María,
ayúdanos a demostrar en nuestra vida de católicos convencidos,
una profunda obediencia a la Iglesia y al Papa,
tal como San Ignacio nos lo enseñó con su vida de servicio a los demás.
Amén.

Hablar de Dios y reconocerlo en lo simple

Santo Evangelio según san Mateo 13, 54-58. Viernes de San Ignacio de Loyola

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que pueda descubrirte en mi vida y saber reconocer que Tú me hablas en el silencio de mi alma.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 13, 54-58

En aquel tiempo, Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados y se preguntaban: "¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿Acaso no es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama María su madre y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Qué no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde, pues, ha sacado todas estas cosas?" Y se negaban a creer en él.

Entonces, Jesús les dijo: "Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa". Y no hizo muchos milagros allí por la incredulidad de ellos.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hablar de Dios es difícil y aún más hacerlo con las personas que están más cerca de nosotros, por eso necesitamos pedirle a Dios que nos dé la valentía necesaria para actuar por amor, ya que debemos reconocer que es, también, un bien para la gente que conocemos mejor. ¿Cómo nos vamos a poner a hablar de Cristo o leer la Biblia a los demás? ¿Qué pensarían de nosotros? En estas circunstancias nos es bueno recordar cuáles son las cosas más importantes en nuestra vida. Dios ocupa el primer lugar, o mejor dicho, el centro de nuestra existencia. Es como el punto medio de una cúpula del cual se esparce la presión a todos los puntos a su alrededor, del amor de Cristo en nuestras vidas se esparce en su justa medida a todas las demás personas que son parte de nuestra vida, las amamos en Dios. Esta experiencia vivida cada vez más profundamente nos lleva a compartir lo que Dios significa para nosotros, cómo ha actuado en nuestra vida y se ha convertido en algo importante y central.

Las cosas más «silenciosas» nos hablan a gritos de Dios y, en esos momentos, debemos abrir los oídos del alma para reconocer su voz y escucharlo. Los aspectos ordinarios nos pueden confundir porque Dios, que es infinito, transcendente, todopoderoso, etc., debería actuar de otra forma, pero Dios actúa diferente, Él hace las cosas simples para que todos sus hijos puedan entenderlo. Abrir los ojos para descubrir la presencia de Dios en nuestra vida ordinaria es un reto que debemos tomar cada día.

Pidamos, de manera especial, la intercesión de san Ignacio de Loyola quien aprendió en su vida a contemplar las cosas como medios para encontrar a Dios y reconocer su gran amor de Padre, que en cada detalle muestra su amor.

«Jesús, con su capacidad de penetrar en las mentes y los corazones, entiende inmediatamente lo que piensan sus paisanos. Creen que, dado que él es uno de ellos, deba demostrar esta extraña “pretensión” haciendo milagros allí, en Nazaret, como había hecho en los pueblos vecinos. Pero Jesús no quiere y no puede aceptar esta lógica, porque no corresponde al plan de Dios: Dios quiere fe, ellos quieren milagros, señales; Dios quiere salvar a todos, y ellos quieren un Mesías en su beneficio». (Ángelus de S.S. Francisco, 3 de febrero de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hablar con alguien de una experiencia que nos haya hablado de Dios o en la que hayamos sentido su mano amorosa.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Cómo nos convertimos en discípulos?

La persona madura constantemente en el conocimiento, amor y seguimiento de Jesús maestro, profundiza en el misterio de su persona, de su ejemplo y de su doctrina.

278. La persona madura constantemente en el conocimiento, amor y seguimiento de Jesús maestro, profundiza en el misterio de su persona, de su ejemplo y de su doctrina. Para este paso es fundamental la catequesis permanente y la vida sacramental, que fortalecen la conversión inicial y permiten que los discípulos misioneros puedan perseverar en la vida cristiana y en la misión en medio del mundo que los desafía.

226. c) La formación bíblico-doctrinal. Junto con una fuerte experiencia religiosa y una destacada convivencia comunitaria, nuestros fieles necesitan profundizar el conocimiento de la Palabra de Dios y los contenidos de la fe, ya que es la única manera de madurar su experiencia religiosa. En este camino acentuadamente vivencial y comunitario, la formación doctrinal no se experimenta como un conocimiento teórico y frío, sino como una herramienta fundamental y necesaria en el crecimiento espiritual, personal y comunitario.

Iniciación Cristiana

289. Sentimos la urgencia de desarrollar en nuestras comunidades un proceso de iniciación en la vida cristiana que comience por el kerygma y, guiado por la Palabra de Dios, que conduzca un encuentro personal cada vez mayor con Jesucristo, perfecto Dios y perfecto hombre experimentado como plenitud de la humanidad, y que lleve a la conversión, al seguimiento en una comunidad eclesial y a una maduración de fe en la práctica de los sacramentos, el servicio y la misión.[...] Ser discípulo es un don destinado a crecer. La iniciación cristiana da la posibilidad de un aprendizaje gradual en el conocimiento, amor y seguimiento de Jesucristo. Así forja la identidad cristiana con las convicciones fundamentales y acompaña la búsqueda del sentido de la vida. Es necesario asumir la dinámica catequética de la iniciación cristiana. Una comunidad que asume la iniciación cristiana renueva su vida comunitaria y despierta su carácter misionero. Esto requiere nuevas actitudes pastorales de parte de obispos, presbíteros, diáconos, personas consagradas y agentes de pastoral.

292. Como rasgos del discípulo al que apunta la iniciación cristiana destacamos: que tenga como centro la persona de Jesucristo, nuestro Salvador y plenitud de nuestra humanidad, fuente de toda madurez humana y cristiana. Que tenga espíritu de oración, sea amante de la Palabra, practique la confesión frecuente y participe de la Eucaristía. Que se inserte cordialmente en la comunidad eclesial y social, sea solidario en el amor y fervoroso misionero.

Catequesis Permanente

298. La catequesis no debe ser sólo ocasional, reducida a los momentos previos a los sacramentos o a la iniciación cristiana, sino más bien “un itinerario catequético permanente”. Por esto, compete a cada Iglesia particular, con la ayuda de las Conferencias Episcopales, establecer un proceso catequético orgánico y progresivo que se extienda desde la infancia hasta la ancianidad, teniendo en cuenta que el Directorio General de Catequesis considera la catequesis de adultos como la forma fundamental de la ecuación en la fe. Para que el pueblo conozca a fondo a Cristo y lo siga fielmente, debe ser conducido especialmente en la lectura y meditación de la Palabra de Dios, que es el primer fundamento de una catequesis permanente.

Día Mundial contra la Trata: trabajar en red y con creatividad

Combatir el flagelo de la trata de personas con un trabajo conjunto.

El tráfico de personas es un grave delito y una grave violación de los derechos humanos. Cada año, miles de hombres, mujeres y niños caen en las manos de delincuentes que mercantilizan las vidas humanas, en sus propios países y en el extranjero. Esta dramática situación, que afecta a millones de personas en el mundo, se ha agravado aún más por la emergencia sanitaria causada por el Covid 19, transformada en un resquicio por donde entra la creatividad delictiva.

Por ello, es necesario “trabajar en red y con creatividad para combatir el delito aberrante de la trata”: lo afirma Rodolfo Brandan, coordinador del equipo No a la Trata de la Comisión Nacional de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Argentina.  En entrevista con Radio Vaticana-Vatican News, explica cuáles fueron los objetivos del “conversatorio virtual” del pasado 27 de julio, organizado por el equipo No a la Trata, en vísperas de la celebración del Día Mundial contra la Trata de Personas (designado el 30 de julio por la Asamblea General de las Naciones Unidas en la resolución A/RES/68/192)  en el que participaron especialistas de organizaciones sociales, religiosas, funcionarios judiciales y del poder ejecutivo y legislativo del país.

“Queríamos demostrar con "Juntos contra la trata", que se puede hacer frente a esto, porque las redes mafiosas trabajan justamente en red y la respuesta de la sociedad también tiene que ser en red”.

La clave: creatividad y solidaridad

Ante los micrófonos de Radio Vaticana – Vatican News, el organizador del encuentro virtual “Juntos contra la Trata” precisa que la pandemia hace crecer la “pandemia económica”, una injusticia que afecta a los más vulnerables y que hace “crecer la posibilidad de que se conviertan en víctimas de la explotación sexual o laboral”.

Las redes delictivas tienen mucha creatividad al aprovechar estas situaciones y, por lo tanto, nosotros también como sociedad tenemos que responder con esa misma creatividad tratando de dar respuestas a todos los inconvenientes que nuestros hermanos y hermanas más vulnerables van teniendo durante este tiempo de pandemia. Nuestra solidaridad es clave para enfrentar esta situación.

La importancia del papel del Estado

Además, el coordinador del equipo No a la Trata asegura que es fundamental el papel del Estado en la lucha contra este grave delito:

Uno de los deseos que tenemos es que el Estado cumpla el rol que debe cumplir, en este sentido: en la persecución del delito, en la condena de los delincuentes, que haya condenas ejemplares, en la restitución de los derechos de las víctimas. Hay programas de asistencia, programas de restitución de derechos que a veces no se llevan adelante porque no hay presupuesto y esto depende de una decisión política. Los Estados en su mayoría tienen herramientas para ayudar a las víctimas y combatir este delito, por lo tanto, deberían usar estas herramientas correctamente y que la ayuda a las víctimas llegue para que ellos puedan tener vida digna y plena como toda persona merece.

El apoyo a las víctimas

El encuentro contó con la participación de expositores de organizaciones sociales con amplia experiencia. Entre ellos, Rocío Olguin, Vicepresidenta de Red Alto al Tráfico y la Trata de Argentina, quien relata a Radio Vaticana - Vatican News cuál es la labor de su Ong con las víctimas de la trata en medio de la pandemia:

Es importante contener a la víctima en medio de esta pandemia, porque ya no hay trabajo informal, es muy poco, las personas que venden día a día para poder vivir ahora solamente lo pueden hacer vía internet. Con las compañeras de la Ong hicimos barbijos para dar en merenderos y comedores, pedimos que se pudieran armar ollas populares y nos encargamos de que se hagan kits de manoplas, barbijos y anteojos para repartir a las personas de barrios vulnerables. Para las víctimas rescatadas y sobrevivientes, tratamos de enviar un trabajador social a su casa que pudiera hacer el informe de su situación para que el Estado le pudiera dar una contención mensual o el ingreso familiar de emergencia que se estableció en Argentina para ayudar a las personas que trabajan en negro, para que puedan hacer la cuarentena.

Un poco de números

“Casi el 50% de las víctimas de trata en Argentina son de explotación laboral, hay muchísima explotación en el área textil, agrícola”, afirma la vicepresidenta de Red Alto al Tráfico y la Trata de Argentina. “Hay también explotación sexual y lamentablemente hay una explotación sexual muy grande de menores, con captación principalmente ahora, con la pandemia, en las redes sociales, pero no dejan de usarse también los métodos tradicionales, es decir, de captación en la calle, secuestros y desapariciones de niños”.

En 2018, según los últimos datos oficiales, desaparecieron 8000 niños en Argentina que no se saben dónde están.

Para la Licenciada Olguín “si esos son los datos oficiales, los números reales son mucho más altos”. Y en base a estos números, existen redes que claramente no se están identificando.

Hay en estos momentos una decisión de avanzar rápidamente y judicialmente para rescatar toda denuncia, allanar rápidamente, contener a las víctimas. Pero también tendría que haber una investigación más grande de inteligencia para entender cuáles son las redes, cómo se conectan y de qué manera funcionan en este país.  En eso creo que es muy importante avanzar con toda la sociedad civil, con el Estado, con la justicia y ponerlo en la palestra nacional.

El Equipo No a la Trata y las iniciativas

El Equipo No a la Trata de la Comisión Nacional de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Argentina nació en el 2013 y desde entonces se han realizado eventos para sensibilizar y concientizar acerca del delito de la trata, tráfico y explotación de personas.

"En el año 2013, Naciones Unidas proclama el 30 de julio Día mundial contra la Trata de Personas y el Equipo No a la Trata se sumó a esta fecha realizando distintas actividades. Este tiempo de pandemia y de aislamiento social obligatorio - informa la Gacetilla del evento - no impidió realizar una actividad para este día. Por un lado, la oportunidad de conectar con más personas, de diversos lugares, y por el otro la necesidad de concientizar sobre este tema ya que las circunstancias actuales, que lamentablemente dejarán mayor vulnerabilidad, favorecen el aumento de la explotación de personas".

El conversatorio virtual “Juntos contra la Trata” del pasado 27 de julio, fue visualizado por 600 personas y está disponible en el canal de Youtube de la Comisión Nacional de Justicia y Paz, “Juntos contra la Trata”.  

Los grandes filósofos de la modernidad, ¿han refutado a Dios?

No reflexionan sobre el Dios que conocemos, sino sobre la divinidad hegeliana, que no se le parece en nada.

Un cristiano dijo, hace algunas décadas, que la muerte de un niño es más terrible que toda la biblioteca del ateísmo. Eso es así porque la muerte de un niño es algo verdaderamente sobrecogedor, pero también porque el trabajo intelectual del ateísmo en su esfuerzo por negar a Dios no ha sido especialmente brillante.

El Dios de los ateos (Ed. Stella Maris), libro reciente de Carlos A.Marmelada (buen divulgador científico, Premio Arnau de Vilanova de Filosofía y experto en evolución) se centra en esta tesis: los grandes filósofos de la modernidad no han refutado a Dios, aunque muchas personas parecen partir de la idea de que sí lo hicieron.

La mitad de ellos no lo han hecho porque no reflexionan sobre el Dios de las religiones monoteístas, sino sobre la divinidad hegeliana (del filósofo alemán Hegel, que murió en 1831) que no se le parece en casi nada.

La otra mitad, porque han considerado que el tema lo resolvieron sus predecesores (se remiten sobre todo a Hegel o Feuerbach) y reconocen que en vez de reflexionar filosóficamente sobre el Dios cristiano se limitan apasionadamente a rechazarlo porque han sentenciado que les molesta.

Los filósofos clásicos que se estudian

El libro repasa el tema de Dios en los distintos filósofos clásicos y modernos que suelen figurar en los planes de estudio de bachillerato, un repaso perfectamente legible y recomendable para alumnos (aplicados) de ese nivel y para cualquiera que quiera asomarse a ello. Descartes, Spinoza, Hume, Kant, Marx, Nietzsche, Sartre, Camus y Popper son los principales autores que analiza Marmelada, junto con otros referentes como Bakunin o Heidegger.

Marmelada tiene claro que hoy en día, tanto entre los filósofos maduros como entre el joven "de a pie", más que ateísmo militante lo que hay es indiferentismo.

"Los ateos ya no se esfuerzan en dar argumentos de la no existencia de Dios, pues creen que esa tarea ya la concluyeron los grandes pensadores ateos", algo que piensan que sucedió entre 1850 y 1950.

Contra el "dios" de Hegel, no el de Cristo

Marmelada considera que casi todos estos autores se vieron marcados por Hegel, o directamente se remitieron a él. El existencialista Sartre, muy influyente en los años 60 y 70 y en la revolución sexual del 68, escribe su voluminoso libro El ser y la nada para mostrar que Dios no puede existir, porque es una idea contradictoria, entendiendo a Dios como un ser que es la nada.
Pero ¿en qué parroquia, sinagoga o madrasa se enseña que Dios sea "un ser que es la nada"? En ninguna. Ese "dios que es la nada" es el de la filosofía de Hegel.

Marx y las clases de ateísmo científico en la URSS

El hombre más influyente en la historia de la expansión del ateísmo en el mundo, Karl Marx, no dedicó ningún esfuerzo a demostrar que Dios no existe. Lo daba por supuesto.

"El comunismo empieza en seguida con el ateísmo", escribió. El ateísmo era para él una postura de salida que consideraba ya probada y demostrada y que por lo tanto ya no le interesaba tratar ni debatir. Marx pedía al hombre dedicarse a su aplicación práctica: la revolución y la construcción del comunismo.

Marmelada no lo detalla, pero el desinterés de Marx por el ateísmo filosófico lo sufrieron durante la Guerra Fría una tercera parte de la humanidad que estuvo sometida a regímenes comunistas. En ciertos niveles escolares en la URSS y Europa del Este, se debía estudiar la asignatura "Ateísmo Científico". Las clases tenían que rellenarse con citas de Engels que reciclaban a Feuerbach, porque Marx casi no escribió del asunto, al considerarlo ya despachado. Cuando Engels ya no daba más de sí, la clase se limitaba a citar congresos y documentos del Partido local y sus organizaciones satélite.

La tesis de fondo del ateismo marxista siempre era la de Feuerbach: la idea de Dios impide que el hombre se ponga en el centro. Se deduce que quitando a Dios, el hombre desarrollará su capacidad, que consiste en hacer la revolución, implantar el comunismo y llegar al famoso "futuro luminoso" (que en la vida real nunca llegó).

El "dios" vacío de Spinoza y la paradoja de Kant

Otros autores que filosofaron sobre Dios acudieron a los textos de Baruch Spinoza, judío sefardí nacido en Holanda en 1632, sin fe, que escribió mucho sobre "dios", pero que presentaba un "dios" panteísta, nunca personal, sin voluntad, sin entendimiento, apenas una fuerza u orden eterno.

Si Feuerbach predicó en el siglo XIX que al disminuir Dios crece y se beneficia el hombre, en parte es porque Spinoza lo apuntó antes. Y el sefardí fue uno de los pocos filósofos admirados por Nietzsche

Marmelada considera que otro autor influyente en el indiferentismo del hombre moderno hacia Dios es Kant. Es paradójico porque una de las razones de Kant para escribir "Crítica de la razón pura" en 1781 era "cortar las mismas raíces del materialismo, del fatalismo, del ateísmo, de la incredulidad librepensadora, del fanatismo y la superstición".

Pero fracasó en esa vía y en cambio convenció al mundo de que el hombre no puede conseguir conocimientos objetivos válidos, haciendo a muchos desconfiar de la metafísica, y por lo tanto, de Dios como idea racional.

Nietzsche: son sus gustos, no su intelecto

Nietzsche, que murió en 1900, ha inflamado la pasión e imaginación filosófica de miles de jóvenes durante más de un siglo, predicándoles contra Dios. Pero sin dar argumentaciones racionales contra su existencia.

Niega a Dios porque no le gusta, y así lo declara. "Es nuestro gusto quien se pronuncia contra el cristianismo, no son ya nuestros argumentos", tronaba en La gaya ciencia.

Ya en sus escritos juveniles declaraba: "Mi corazón altivo no soporta que los dioses lleven el cetro".

Nietzsche no niega a Dios como resultado de haber usado su genio e inteligencia en reflexionar racionalmente sobre el tema durante largos años de maduración, sino como rebeldía juvenil, adolescente. No es el razonar, sino su "corazón altivo" quien le mueve contra Dios. Por otra parte, también él cuando se anima a dedicar algún esfuerzo a filosofar sobre "dios" no piensa en el

Dios teísta sino en el hegeliano, definido como "lo más vacío".

Si Sartre de niño hubiera conocido un cristiano de verdad...

También Sartre niega a Dios sin haber reflexionado filosóficamente sobre el Dios cristiano. Como para Marx y Nietzsche, necesita negar a Dios, o declararlo irrelevante, porque ese es su punto de partida para proclamar la "libertad" para el hombre.

En la práctica Sartre es hoy mucho más influyente que el fracasado Marx. Ha triunfado su negación de la moral, su relativismo…

Declaraba que lo coherente con el ateísmo no era proponer una moral laica (como declaran con la boca muchos socialistas hoy en el debate social) sino la amoralidad (que es lo que viven en la práctica las masas indiferentes a Dios) y el "consecuencialismo ético". En sus palabras: "Todos los medios son buenos cuando son eficaces".

Sartre siempre se declaró ateo. ¿Qué llevó a Sartre a su desprecio de Dios? No fue una profunda reflexión filosófica, sino su experiencia infantil y adolescente.

Él rezaba de niño sus oraciones todos los días, "en camisón, de rodillas en la cama, con las manos juntas", porque lo pedía su madre, que era católica pero no supo transmitirle la fe.

"En el Dios al uso que me enseñaron no encontré al que esperaba mi alma: necesitaba un Creador y me dieron un gran Patrón", escribiría sobre su infancia.

Además, su abuela luterana era mundana e indiferente y su abuelo luterano dedicaba mucho tiempo y esfuerzo a criticar con cinismo a los católicos, la Virgen, Lourdes, Bernadette, la devoción popular…

"Me vi conducido a la incredulidad no por el conflicto de los dogmas, sino por la indiferencia de mis abuelos", escribiría.

Sartre quizá habría sido un buen cristiano si de adolescente hubiera encontrado ejemplos de cristianos coherentes. De hecho, en Las Palabras, no critica a los cristianos por fanáticos sino por tibios.

"La buena sociedad creía en Dios para no hablar de Él. ¡Qué tolerante, qué cómoda era la religión! El cristiano podía faltar a misa y casar a sus hijos por la Iglesia, no estaba obligado a llevar una vida ejemplar ni a morir desesperado. En nuestro medio, en mi familia, la fe no era más que un nombre de ostentación".

Relata dos incidentes infantiles de poca relevancia... excepto para él, que fueron detonantes para abrazar la impiedad. En una redacción sobre la Pasión en el colegio, le dieron sólo un segundo premio. El niño ya era un escritor ensoberbecido y se decidió vengar en Dios: "en privado dejé de frecuentarle".

En otra ocasión, jugando con cerillas quemó una alfombrilla. "Dios me vio, sentí su mirada en el interior de mi cabeza y en las manos; estuve dando vueltas por el cuarto de baño. Me puse furioso contra tan grosera indiscreción, blasfemé, murmuré como mi abuelo: Maldito Dios, maldito Dios, maldito Dios. No me volvió a mirar nunca más".

Marmelada señala que algo parecido escribía Nietzsche sobre Dios: "Él tenía que morir; miraba con unos ojos que lo veían todo, veía las profundidades y la hondura del hombre, toda la encubierta ignominia y fealdad de éste, penetraba arrastrándose hasta mis rincones más sucios. Ese máximo curioso tenía que morir. El hombre no soporta que tal testigo viva", escribe en Así habló Zaratustra.

Camus y la burguesía tibia

La mediocridad burguesa del cristiano tibio también fue determinante en el caso del otro gran filósofo y escritor existencialista francés, Albert Camus, exponente de un ateísmo indiferentista.

De su infancia escribe su biógrafo Lottman: "en 1924 se era católico o laico y la escuela pública significaba ya una elección. La familia del niño era más supersticiosa que religiosa y nadie iba nunca a misa. Bautizo y últimos sacramentos, eso era todo".

Hizo la primera comunión y quizá fue una experiencia desagradable porque en una de sus obras semi-biográficas un cura da una injusta bofetada al niño protagonista en el banquete tras la comunión. Casi seguro le pasó lo mismo a Camus.

Marmelada, en El Dios de los Ateos, no comenta su acercamiento a la fe en sus últimos días.

Estos ejemplos dejan claro que los grandes filósofos del ateísmo no llegan a él por una profunda reflexión racional e intelectual, sino por razones personales o adoptando filosofías que otros han establecido antes (bebiendo de Feuerbach, que bebía de Spinoza, o de Hegel, que plantea un dios-nada filosófico, sin relación con el cristiano).

El problema del Mal

El libro de Marmelada pasa entonces a centrarse en el único gran tema filosófico que aún está vivo sobre Dios en el debate actual y el que más esgrime el ateo moderno militante: el problema del mal. ¿Si existe un Dios bueno, como dicen los cristianos, cómo es que hay mal en el mundo? O no es tan bueno como para querer quitarlo, o no es tan poderoso como para poder quitarlo: sería poco bueno o poco poderoso, y por eso no merecería ser llamado Dios.

Marmelada parece que intenta dar una respuesta filosófica ágil a este tema dolorosísimo.

Primero establece, siguiendo a Santo Tomás, que Dios permite y tolera -aunque no busca ni suscita- los males físicos, como el dolor, las catástrofes, etc... "en aras del bien que de ellos se pueda derivar".

Luego establece como "indudable" que Dios permite que se puedan dar también males morales (la posibilidad de que los hombres hagan cosas malvadas) también por un bien: el de la libertad humana.

Luego señala que Dios no tiene ninguna obligación de crear ningún mundo, y mucho menos un mundo que sea "el mejor de los mundos posibles", concepto que filosóficamente es complejo porque un ser omnipotente siempre podría hacer un mundo aún mejor.

¿Puede Dios todopoderoso hacer un mundo tan bueno que Dios mismo no pueda hacerlo mejor? Esta pregunta es equivalente a la de si puede Dios hacer un triángulo cuadrado. "No es que no pueda Dios, es que es irrealizable en sí mismo", dice Marmelada.

Añade que un mundo "perfecto" no sería un mundo, sino que sería otro Dios.

En el mismo momento que el mundo no es Dios, sino una creación, algo con finitud, límites, limitaciones, es evidente que en el mundo hay espacio para el mal.

Anunciar el evangelio a los indiferentes

El libro finaliza con una reflexión sobre la evangelización al hombre de hoy, que no es un filósofo ateo militante equipado de profundos razonamientos contra Dios, sino un indiferente que arrastra heridas y miserias personales como sus abuelos Sartre, Camus o Nietzsche.

Marmelada considera que, con todo, una persona no puede ser indiferente a Dios en todos y cada uno de los días de su vida. Hay momentos en que cada persona se hace la grandes preguntas sobre la vida, la muerte, el bien, el sentido y Dios.

El indiferente también quiere ser feliz y piensa sobre la felicidad. Marmelada, que ha sido docente casi 30 años, sabe que hacer pensar es una forma de llevar hacia Dios y propone algunas preguntas que "despierten" al indiferente que cree no necesitar a Dios.

Por ejemplo:
- ¿Por qué los derechos humanos han de ser universalmente válidos?
- ¿Por qué debería yo respetar la libertad de los demás?
- ¿Por qué es inaceptable que el poder político sea totalitario y use a las personas como cosas sin valor desechables (el caso paradigmático es el holocausto nazi)?
- ¿Cuál es el fundamento de la dignidad humana?

Marmelada considera que estos temas del debate social llevan "inevitablemente" a reflexionar sobre la Trascendencia.

Después plantea que la Nueva Evangelización ha de apostar por "la autenticidad frente a la apariencia". Sartre y Camus no conocieron cristianos auténticos, sólo una cultura de apariencias burguesas.

Es importante hacer comprender, dice Marmelada, que "los errores del cristiano no son fruto de la doctrina, sino de la falta de fe o de una fortaleza deficiente por parte de algunos de sus miembros".

Hay que insistir, dice, en que "la doctrina cristiana promueve la tolerancia, el diálogo paciente y el respeto a la libertad personal; otra cosa muy distinta es que haya habido personas concretas que hayan hecho lo contrario pensando que estaban representando el verdadero cristianismo".

Por otra parte, la sospecha de que el cristianismo es algo que incapacita para una vida plena y libre (sospecha de fondo de Feuerbach, Nietszche, Sartre…) debe ser refutada insistiendo en que "la felicidad eterna ha de ser disfrutada ya en esta vida, por lo que el cristianismo es una doctrina que promueve el goce y la fruición de la existencia terrenal en su máxima expresión, algo que se manifiesta en una alegría sobrenatural sincera".

Marmelada, al repasar la historia, ve que se han buscado distintos sucedáneos para sustituir a Dios y la religión. Cree que hoy el becerro de oro sustitutivo es el dinero y el poder entre las clases altas y el mero consumismo entre la populares. Pero eso no llena al hombre y las grandes preguntas seguirán ahí.

Como sucede con 60 Preguntas sobre Ciencia y Fe y otros libros de Stella Maris, El Dios de los ateos puede ser leído con provecho por estudiantes (buenos) de instituto y alumnos (no necesariamente aplicados, aunque sí interesados) de universidad, y por supuesto por cualquier persona que quiera reflexionar sobre estos temas.

Su mayor mérito es repasar de forma asequible que las grandes figuras de la filosofía atea entre 1850 y 1950 nunca abordan seriamente el tema de la existencia de Dios desde la razón, sino desde categorías hegelianas o traumas personales, o dan el tema por zanjado por otras figuras previas.

"El hombre actual, el incrédulo indiferentista postmoderno, es hombre y como tal tiene una apertura natural a la trascendencia, por lo que también tiene sed de Dios", concluye.

El dios de los ateos

Este libro de Carlos Alberto Marmelada publicado en la editorial Stella Maris nos introduce en el apasionante mundo de las ideas y nos descubre que el dios que rechazan los ateos no es el Cristiano sino el de Hegel, Spinoza o Kant
 
Ayuda en momentos difíciles

No todos llegan a tener el alma disponible, ni perciben necesidades ajenas.

Cuando estalla una crisis, cuando empieza una guerra, cuando se difunde una epidemia, las reacciones son muchas, las alarmas se disparan, el miedo angustia, y se desean manos amigas y ayudas verdaderas.

Cuando hay un problema en la familia, cuando en el trabajo las cosas salen mal, cuando no llega el dinero para final de mes, el corazón agradece cualquier ayuda, cercanía, afecto.

Encontrar ayuda en los momentos difíciles, grandes o pequeños, alivia, fortalece, da ánimos. Somos seres sociales: nos gusta contar a nuestro lado con quienes, de verdad, salen de sí mismos y piensan en los demás.

Si agradecemos infinitamente esa ayuda de un policía desconocido, de un médico desinteresado, de un conocido que llama para preguntar por nuestra situación, también nosotros podemos convertirnos en ayuda para otros.

Basta con abrir los ojos y descubriremos tantas necesidades. Es bueno empezar con los de cerca, familiares, amigos, conocidos, que quizá están pasando por un mal momento y necesitan alguien a su lado.

También podemos ir más lejos, a personas de la misma ciudad, o de la región, o del país. O a personas de tierras más lejanas, a las que podemos enviar pequeñas o grandes ayudas para aliviar sus sufrimientos.

El mundo empieza a ser diferente si más y más personas logran descentrarse, olvidarse de sí mismas, para entregarse a otros en los momentos difíciles que tarde o temprano llegan a todos.

Es entonces cuando hacemos realidad la invitación de Jesús a cuidar al enfermo, a dar de comer al hambriento, a vestir al desnudo, a visitar al encarcelado (cf. Mt 25,31-46).

No todos llegan a tener el alma disponible, ni perciben necesidades ajenas, si saben dejar a un lado sus proyectos personales cuando surge una emergencia, porque viven demasiado encerrados en sus asuntos.

Pero si más y más personas, desde la confianza en Dios y el amor auténtico hacia los necesitados, empiezan a ofrecer ayuda, el mundo mejorará, las penas se suavizarán, y lograremos vivir aquí en la tierra un poco como se vive en el cielo: con amor.

¿Eres un buen cristiano? 5 preguntas que puedes hacerte si te crees muy bueno

Parece fácil ser cristiano; no matarás, no mentirás, no robarás y tienes el cielo ganado.

Por: Kristina Hjelkrem | Fuente: http://catholic-link.com

Parece fácil ser cristiano; no matarás, no mentirás, no robarás y tienes el cielo ganado.

Los 10 mandamientos nos los enseñan desde que somos pequeños (¿al preparar la primera comunión?), y desde entonces intentamos cumplir con ellos para ser las buenas personas que queremos ser. La verdad es que querer ser buena persona es un gran comienzo, y querer cumplir con los mandamientos aún más.

Recordando el pasaje del joven rico, cuando este va al encuentro del Señor y le pregunta: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”, Jesús le responde “Tú sabes los mandamientos: ‘no mates, no cometas adulterio, no hurtes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre”». A primera vista parece que lo estamos haciendo bien.

Traduciendo ese pasaje a nuestra vida, no solo se trata de atender a los 10 mandamientos –que a veces pueden sonar un poco arcaicos– («no codiciarás a la mujer de tu prójimo»), sino que se trata de cumplir con los deberes de tu estado (tu situación cotidiana actual). Por ejemplo, si soy estudiante de la universidad y contextualizo dichos mandamientos a mi día a día: voy a misa los domingos, separo un espacio para mi oración, hablo con mis padres regularmente y nunca les alzo la voz; intento (al menos intento), no hablar mal de nadie y hago mis deberes de forma diligente.

Ahora bien, ¿y si siempre he sido responsable y virtuosa?, ¿si como el joven rico todo esto lo he cumplido bien? ¿Ahora qué?, ¿ya soy buena?  No debemos  olvidar que a la pregunta del joven el Señor también le responde: «¿Por qué Me llamas bueno? Nadie es bueno, sino solo uno, Dios».

La mayor tentación de un cristiano comprometido con su fe está en que podemos llegar a creernos buenos. Creer que hemos hecho suficiente. Entender la vida cristiana como un catálogo de reglas que tenemos que cumplir para «ser bueno» es un error que conlleva una profunda tristeza. Quien se gana el cielo y quien vive con esa alegría en la tierra, no es la persona que concibe la vida como un continuo poner vistos en una to-do-list. Claro está que cumplir con los mandamientos es necesario (no me malinterpreten) pero esto no es  suficiente  para ser llenar el corazón del hombre.

Entonces, ¿cómo se es santo y se gana el cielo?

El joven rico se pregunta lo mismo y le dice al Señor : «Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud” a lo que Jesús responde  “Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; entonces vienes y Me sigues».

¿Cómo entender estas palabras tan exigentes del Señor en nuestra día a día? Estas 5 preguntas te pueden ayudar:

1. ¿Me he puesto hoy al servicio de los demás?

El Señor nos invita a vivir nuestra vida desde una perspectiva distinta, la de dejar todo a los demás por Él, por amor.

Ese «vende todo lo que tienes» hoy en día es una forma de vaciar el corazón de prejuicios contra los demás, de dar demasiada importancia a las apariencias, de preocuparse excesivamente de uno mismo; y de darle la oportunidad de llenarse de Cristo.

Un amor que «da a los pobres» es aquel que se entrega por completo a los demás para vivir con una apertura radical a los demás.

Ya lo decía San Agustín «Ama y haz lo que quieras», ¡y no se equivoca! El amor es el auténtico fin del hombre y lo único que puede colmar su corazón con anhelos de eternidad.

2. ¿He buscado hoy ser instrumento de Dios para que los demás le conozcan?

Como hemos dicho arriba, no se trata solo de ser buenos. El«nuevo» mandamiento del amor renueva la vivencia de las enseñanzas que Dios nos ha dejado (cumplir con los mandamientos) de manera que engrandece la vida del hombre al no dejarla circunscrita a la constatación de «buenas obras», a conformarse con «ser bueno», sino que lo lleva a ilusionarse con «ser perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mateo 5:48), perfectos en el amor. Y este amor, para que sea perfecto, es expansivo, busca siempre transmitirse a los demás.

3. ¿He procurado cuidar algún momento de oración hoy para poder encontrarme con Dios?

Sin oración no somos nada. Para subir un poco más arriba del escalón de «ser buenos», necesitamos de la gracia. Nadie puede  ser santo por sus propios medios.

«Siempre que sentimos en nuestro corazón deseos de mejorar, de responder más generosamente al Señor, y buscamos una guía, un norte claro para nuestra existencia, el Espíritu Santo trae a nuestra memoria las palabras del Evangelio: “conviene orar perseverantemente y no desfallecer”. La oración es el fundamento de toda labor sobrenatural; con la oración somos omnipotentes y, si prescindiésemos de este recurso, no lograríamos nada» (San José María Escrivá).

4. ¿He sido agradecido hoy con Dios por todo lo que me ha regalado?

Una de las condiciones más importantes para la santidad es el agradecimiento. Todo lo bueno que tenemos proviene de Dios y es a Él a quien primero debemos agradecer. Vivir en un constante agradecimiento nos ayuda a crecer en la humildad y la alegría.

«El saber agradecer a los hermanos es signo de que se tiene un corazón agradecido para con Dios nuestro Señor y un corazón agradecido es siempre fuente de gracia» (Papa Francisco).

5. ¿He sabido hoy apreciar lo que los demás han hecho por mí?

No solo se trata de ser agradecidos con Dios, es bueno tambien serlo con los demás. Ir más allá de «ser buenos» implica ese ponernos siempre en disposición, en apertura hacia los otros, y esto no se trata solo de servirlos, se trata también de buscar valorar al otro por quién es, aprender a ver en cada persona una oportunidad para vivir el encuentro, la alegría y el agradecimiento.

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