Como el Padre me ama, así los amo yo

El Papa: El catequista será parte de los ministerios de la Iglesia
 
Un nuevo Motu propio del Papa Francisco establecerá formalmente el ministerio evangelizador de los laicos en la catequesis

El papa Francisco desea conferir un mandato oficial a la vocación del ‘catequista’. Por ello, publicará el Motu propio Antiquum ministerium con el cual se instituye el ministerio del catequista.

Esto significará prestar un servicio reconocido institucionalmente para atender las necesidades pastorales de la Iglesia en la acción de educar en la fe a adultos, jóvenes o niños. Una labor que normalmente llevan a cabo en las parroquias muchos ‘laicos’ y laicas’, sin algún tipo de oficialidad.

Ministerios instruidos

La Oficina de Prensa de la Santa Sede anunció que el próximo martes 11 de mayo de 2021, en directo streaming, desde su sede, tendrá lugar la conferencia de presentación de la carta apostólica firmada por el Papa.

En la conferencia intervendrán: monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización (CPNE) y el obispo Franz-Peter Tebartz-van-Elst, delegado para la catequesis del CPNE.

Cabe decir que un ministerio es un servicio encomendado a algunos miembros de la Iglesia. Por ejemplo, como los “ministerios ordenados” que practican los obispos, diáconos y sacerdotes. Los catequistas serán parte de los ministerios ’instruidos”, es decir de los ministerios de los no “ordenados”.

El Motu proprio, por tanto, establecerá formalmente el ministerio del catequista, desarrollando esa dimensión evangelizadora de los laicos deseada por el Vaticano II. Así como existe ya una institucionalización de los acólitos, los lectores y los ministros de la comunión, etc.  

Acción y contemplación son complementarios, y el ejemplo es Jesús, señala el Papa en su catequesis
 
El Papa Francisco en su audiencia de los miércoles desde el Palacio Apostólico - este miércoles habló de la contemplación

Cada miércoles el Papa Francisco comenta distintas formas de orar y este 5 de mayo, en su catequesis de la Audiencia General desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, el Papa ha hablado de la oración contemplativa, y el equilibrio entre acción y contemplación, que se complementan. Y el ejemplo vivo que así lo demuestra y ejemplifica es el mismo Jesucristo.

“Hay una única gran llamada, una gran llamada en el Evangelio, y es la de seguir a Jesús por el camino del amor. Este es el ápice y el centro de todo. En este sentido, caridad y contemplación son sinónimos, dicen lo mismo”, señaló el Papa, como gran conclusión.

Hacer actos de amor, pero purificados por la oración

Recordó la enseñanza del gran carmelita español San Juan de la Cruz, quien “sostenía que un pequeño acto de amor puro es más útil a la Iglesia que todas las demás obras juntas”.

“Lo que nace de la oración y no de la presunción de nuestro yo, lo que es purificado por la humildad, incluso si es un acto de amor apartado y silencioso, es el milagro más grande que un cristiano pueda realizar. Y este es el camino de la oración de contemplación: yo lo miro, Él me mira. Y allí, en ese acto de amor, diálogo silencioso con Jesús, se hace mucho bien a la Iglesia”, añadió el Papa.

En el ritmo de la gran ciudad, ¡ser contemplativo!

Sin embargo, el Santo Padre advirtió que quienes viven en las grandes ciudades corren el riesgo de perder la capacidad de contemplar y citó la primera carta pastoral que escribió en septiembre de 1980 el jesuita Carlo María Martini cuando fue enviado como arzobispo a Milán. En el texto, “la dimensión contemplativa de la vida”, Martini escribió que “de hecho, quien vive en una gran ciudad, donde todo es artificial y funcional, corre el riesgo de perder la capacidad de contemplar. Contemplar no es en primer lugar una forma de hacer, sino una forma de ser”.

El Papa Francisco añadió a eso que que “ser contemplativos no depende de los ojos, sino del corazón. Y aquí entra en juego la oración, como hecho de fe y de amor, como ‘respiración’ de nuestra relación con Dios. La oración purifica el corazón, y con eso, aclara también la mirada, permitiendo acoger la realidad desde otro punto de vista”. Ante esto, el Santo Padre subrayó la diferencia entre la oración contemplativa y “la dimensión contemplativa del ser humano” que es “un poco como la ‘sal’ de la vida: da sabor, da gusto a nuestros días” y añadió que “se puede contemplar mirando el sol saliendo por la mañana, o los árboles que visten de verde la primavera; se puede contemplar escuchando música o el canto de los pájaros, leyendo un libro, delante de una obra de arte o esa obra maestra que es el rostro humano...”.

En cambio, el Papa explicó que la oración de contemplación transforma el corazón porque “todo nace de ahí: de un corazón que se siente mirado con amor. Entonces la realidad es contemplada con ojos diferentes”.

Lo que enseña el Catecismo

Francisco citó al Catecismo de la Iglesia Católica, que dice que “la oración contemplativa es mirada de fe, fijada en Jesús” y recordó el testimonio de un campesino al Santo Cura de Ars que decía: “Yo le miro y Él me mira” al referirse al momento cuando rezaba ante el Sagrario.

Asimismo, el Catecismo de la Iglesia Católica describe en el número 2715 que “la luz de la mirada de Jesús ilumina los ojos de nuestro corazón; nos enseña a ver todo a la luz de su verdad y de su compasión por todos los hombres”.

“¡Yo le miro, y Él me mira!”. Es así: en la contemplación amorosa, típica de la oración más íntima, no son necesarias muchas palabras: basta una mirada, basta con estar convencidos de que nuestra vida está rodeada de un amor grande y fiel del que nada nos podrá separar”, añadió el Papa.

Aprender a mirar con la mirada de Jesús

El Santo Padre señaló que Jesús fue maestro de esta mirada porque “en su vida no han faltado nunca los tiempos, los espacios, los silencios, la comunión amorosa que permite a la existencia no ser devastada por las pruebas inevitables, sino de custodiar intacta la belleza” y agregó que “su secreto era la relación con el Padre celeste”.

De este modo, el Pontífice reflexionó en el pasaje del Evangelio de San Marcos que describe la Transfiguración y destacó que “los Evangelios colocan este episodio en el momento crítico de la misión de Jesús, cuando crecen entorno a Él la protesta y el rechazo. Incluso entre sus discípulos muchos no lo entienden y se van; uno de los doce alberga pensamientos de traición. Jesús empieza a hablar abiertamente de los sufrimientos y de la muerte que le esperan en Jerusalén”.

“En este contexto Jesús sube a lo alto del monte con Pedro, Santiago y Juan. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo”, citó el Papa. El Santo Padre destacó que “en el momento en el que Jesús es incomprendido, precisamente cuando todo parece ofuscarse en un torbellino de malentendidos, es ahí que resplandece una luz divina. Es la luz del amor del Padre, que llena el corazón del Hijo y transfigura toda su Persona”.

Contemplación y acción van juntas: el ejemplo es Jesús. El Papa no está de acuerdo con los que “han entendido la contemplación como opuesta a la acción, y han exaltado esas vocaciones que huyen del mundo y de sus problemas para dedicarse completamente a la oración” por lo que concluyó que “en realidad, en Jesucristo, en su persona y en el Evangelio, no hay contraposición entre contemplación y acción”. “En el Evangelio, en Jesús, no hay contradicción. Puede que provenga de la influencia de algún filósofo neoplatónico, pero seguramente se trata de un dualismo que no pertenece al mensaje cristiano”, afirmó el Papa.Rezo del rosario contra la pandemia. El Papa Francisco recordó que anima a todos los fieles a seguir rezando el Rosario contra la pandemia de coronavirus. "Hoy, el Santuario de la Santísima Virgen del Rosario de Namyang, en Corea del Sur, dirige esta oración mariana. Nos unimos a los reunidos en este Santuario, rezando especialmente por los niños y adolescentes", dijo. A los fieles de lengua italiana les animó a sumarse al rezo del 8 de mayo al mediodía desde el Santuario de Pompeya. Y a todos puso como ejemplo a la Virgen María, "modelo de fe y testigo operante de la palabra de Cristo, para obtener el vigor cristiano en las opciones y dificultades de la vida"

Domingo Savio, Santo

Memoria litúrgica, 6 de mayo
 
Laico

Martirologio Romano: Memoria litúrgica de santo Domingo Savio, que, dulce y jovial desde la infancia, todavía adolescente consumó con paso ligero el camino de la perfección cristiana.

Etimología: Domingo = Aquel que es consagrado al señor, es de origen latino.

Fecha de canonización: 12 de junio de 1954 bajo el pontificado de Pío XII

PATRONO de:

. Niños y Adolescentes
. Niños Cantores
. Estudiantes
. Monaguillos
. Mamás Embarazadas

Breve Biografía

Nace en Riva de Chieri, Italia, en la humilde casita de los esposos Carlos y Brígida, el 2 de abril de 1842. Al año siguiente toda su familia se traslada a las colinas de Murialdo. Es un niño del pueblo, nacido en una familia profundamente cristiana y joven, pobre y repetidamente probada.

El 8 de abril de 1849 hace su Primera Comunión. Muy temprano, vestido de fiesta, Domingo se dirige a la Iglesia parroquial de Castelnuovo. Es el primero en entrar al templo y el último en salir. Aquel día fue siempre memorable para él. Arrodillado al pie del altar, con las manos juntas y con la mente y el corazón transportados al cielo, pronuncia los propósitos que venía preparando desde hacía tiempo: "Propósitos que yo, Domingo Savio, hice el año de 1849, a los siete años de edad, el día de mi Primera Comunión.

1. Me confesaré muy a menudo y recibiré la Sagrada Comunión siempre que el confesor me lo permita.
2. Quiero santificar los días de fiesta.
3. Mis amigos serán Jesús y María.
4. Antes morir que pecar”.

Estos recuerdos fueron la norma de todos sus actos hasta el fin de su vida.
 
El 2 de octubre de 1854 conoce a Don Bosco. Este santo sacerdote lo guiará por el camino de la santidad juvenil, convirtiéndose en su padre, maestro y amigo. Lo lleva a estudiar a Turín. Tiene en ese momento 12 años y medio. Allí pasa su adolescencia, viviendo como pupilo con los muchachos pobres que el mismo Don Bosco recoge en su Oratorio.

El 1 de marzo de 1857 su delicada salud se agrava. El médico aconseja que vaya a su casa y allí se reponga. Al despedirse de Don Bosco y de sus compañeros les dice: “Nos veremos en el paraíso”. Intuía que muy pronto iba a morir.

Efectivamente, el 9 de marzo, postrado en la cama, en un momento se incorpora y le dice a su papá que lo asiste: “Papá, ya es hora”, y va repitiendo las oraciones de los moribundos que entre sollozos lee el papá. Luego parece adormecerse. Pasados algunos minutos entreabre los ojos y con voz clara y sonriente exclama: “Adiós, querido papá, adiós. ¡Oh, qué hermosas cosas veo!”, y expira con las manos juntas sobre el pecho, tan dulcemente que su padre cree que se adormece de nuevo. Tenía 14 años y 11 meses.

A los dos años de su muerte Don Bosco escribe un librito narrando la vida de este su querido alumno. De los hechos allí narrados son testigos todos sus compañeros; pero lo que no todos ellos conocen bien son las grandes motivaciones de la fe que orientaron la vida de Domingo Savio, cosa que sí conoce Don Bosco, ya que lo atendía en el sacramento de la Confesión y en la dirección espiritual.

¡Adolescente santo, de sólo 15 años de edad! El primero que a tan corta edad, sin ser mártir, fue declarado santo por el Papa Pío XII el 12 de junio de 1954. En esa ocasión el mismo Papa dijo: “Con admiración se descubren en él los maravillosos caminos de la gracia, y una adhesión permanente y sin reservas a las cosas del cielo que su fe percibía con rara intensidad”. Su antecesor el Papa Pío XI dijo de él: “Pequeño, mejor aún, gran gigante del espíritu”.

¿Qué hizo de extraordinario este niño y adolescente para que la Iglesia lo eleve al honor de los altares y lo proponga como modelo de vida cristiana?

Veamos los rasgos de su santidad

Perfil de su niñez:

Una vida en la presencia de Dios, a quien sentía vivo y presente en todo momento. Algunos ejemplos: Se levanta de la mesa y no quiere comer porque un invitado se sienta y empieza a comer sin rezar antes. Los domingos es el primero en llegar a la iglesia, y si la encuentra cerrada se arrodilla junto a la puerta para rezar, haya buen tiempo o esté nevando; y luego su mayor alegría es poder hacer de monaguillo en la santa misa; y su compostura durante la oración es objeto de admiración de los que lo ven: manos juntas, ojos fijos en el sagrario, absorto en la presencia de Jesús. Al recorrer solo y a pie, entre matorrales, los 18 kilómetros para ir diariamente a la escuela, un tío le pregunta: ¿No tienes miedo de ir solo? La respuesta de Domingo, de 10 años, no se hace esperar: “Yo no estoy solo; me acompaña el Ángel de la Guarda”.

El amor personal a Cristo y a su Madre: Esta vida en la presencia de Dios es puesta en evidencia desde su temprana Primera Comunión, con aquel propósito que es la clave de otros tres: “Mis amigos serán Jesús y María”. Los otros tres los hizo como medios para mantener y acrecentar dicha amistad, y son el leit-motiv en sus momentos más importantes. Las lágrimas que vierte tienen su fuente en este precoz concepto del pecado: así por ejemplo pide perdón a su mamá en vísperas de su Primera Comunión; pide perdón cuando cree haber herido su amistad con Cristo por haber cedido ante la invitación de algunos compañeros a darse un baño en un arroyo, motivo por el que lloró repetidamente, y no cedió nunca más a otras invitaciones, como cuando lo invitaban a “hacerse la rabona” y no concurrir a la escuela. Por eso decide elegir a amigos que no le impidan mantener su amistad con Jesús y con la Virgen María.

El cumplimiento heroico del humilde deber cotidiano: A sus padres no les daba sino “satisfacciones”. Para ir a la escuela recorría, con sus 10 años de edad, 18 kilómetros diarios, con cualquier tiempo. Domingo era un chico de recia voluntad, sostenida por la gracia de la amistad con Jesús y María. Don Bosco escribe: “Domingo no se ha hecho notorio en los primeros tiempos del Oratorio por cosa alguna, fuera de su perfecta docilidad y de una exacta observancia de las reglas de la casa…y una exactitud en el cumplimiento de sus deberes más allá de la cual no sería fácil llegar”. A este respecto, cierta vez sus compañeros pupilos notaron que Domingo faltaba en el almuerzo; lo buscaron en vano; le dijeron a Don Bosco, y él fue a la iglesia donde por la mañana había participado en la Misa y había comulgado, y allí lo encontró junto al altar, inmóvil, con los ojos fijos en el Sagrario desde hacía 7 horas; lo llamó por su nombre y nada, tuvo que tocarlo en el hombro para que se diera cuenta; y al enterarse de que ya estaban almorzando pidió humildemente perdón a Don Bosco por la trasgresión a las reglas de la casa.
 
Con sus compañeros sobresale en dos actitudes: rechaza aprobarlos y seguirlos en sus comportamientos reprensibles; pero por otro lado irradia simpatía y “es la delicia de ellos”, a tal punto que acepta en lugar de quienes lo han acusado falsamente, un humillante castigo. Es decir: tiene firmeza unida a dulzura.
 
Perfil de su adolescencia:

La edad de la adolescencia: se caracteriza por la inestabilidad, que Domingo supo domarla a fuerza de dominio de sí mismo y de docilidad a las directivas de Don Bosco, y más que nada con su habitual recogimiento en Dios. Y las otras características propias de esta edad también las puso al servicio de su santidad de adolescente: afirmación de sí mismo, llamado a grandes horizontes, fervor de sentimiento. Esto se hace evidente en el exaltante descubrimiento y en el apasionado deseo de la santidad (“¡Yo quiero hacerme santo!”), en su viva ternura demostrada para con la Virgen María, como también con sus amigos más íntimos, en su voluntad de acción, de dominio, de construcción de alguna “obra” (funda la Compañía de La Inmaculada: grupo de compañeros buenos que se comprometen a ayudarse mutuamente y a ayudar a Don Bosco en la educación de los chicos del Oratorio, que los había artesanos rústicos y jóvenes burgueses y aristocráticos, chicos que se peleaban a pedradas, que faltaban a clase, que tenían costumbres de blasfemar, que con placer se entretenían con revistas pornográficas, que no se hacían problemas de tomar a golpes de puño y puntapiés a los otros, que se enfurecían por nada). En medio de éstos es como Domingo ha vivido y ha construido su santidad: con cuatro viajes diarios por las calles de Turín para ir a la escuela; con un Reglamento y un horario de Internado cristiano. En resumen, se halla inmerso en nuestro mundo moderno (aunque no hay todavía bicicletas y televisores), metido en todo aquello que aún hoy es la sustancia de la vida de un estudiante de 15 años.

Aparecen turbaciones y arranques bruscos, como el endurecimiento para consigo que sigue al descubrimiento de que la santidad es posible, las dudas de conciencia que lo llevan a querer confesarse cada tres o cuatro días, el ansia de penitencias extraordinarias (“¡para unirme –dice- a los sufrimientos de Jesús en la cruz!”). También aparece lo trágico de algunas circunstancias: el desgarrón hiriente de sus truncadas amistades, la alarma por su endeble salud, la dolorosa partida del Oratorio… Todo esto hace de Domingo un verdadero y simpático adolescente. Un santo “joven estudiante”.

La presencia de un guía: La adolescencia es una etapa de conquista de la personalidad, a la vez que de gran necesidad de guía y formación individual. Domingo tuvo la suerte de encontrar un guía espiritual en Don Bosco y de saber aprovecharlo. Y así se encuentran la generosidad de un adolescente con la luz de un verdadero sacerdote amigo del alma. Cuando llegó al Oratorio leyó el cartel puesto sobre la puerta del cuarto de Don Bosco: “¡Denme almas, y llévense lo demás!”; y con espontaneidad le dijo: “Don Bosco, aquí se trata de un negocio, la salvación de las almas. Pues bien, yo seré la tela y usted será el sastre. Haga de mí un hermoso traje para el Señor”. A esta docilidad en dejarse guiar, atribuye Don Bosco la orientación de Domingo hacia su santidad de estudiante. En este contexto aparece la función decisiva de la Confesión frecuente. Así va descubriendo el misterio de la redención: Jesús es comprendido como el Salvador; María como La Inmaculada y La Dolorosa. Su alma y la de sus compañeros deben ser salvadas…a través del misterio de la cruz.

Su devoción a la Virgen María: La estadía con Don Bosco coincide con el acontecimiento mundial de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción. Como santo “adolescente”, Domingo es el fruto de aquel 8 de diciembre de 1854. En ese día hace una confesión general, y delante del altar de la Inmaculada se consagra personalmente a Ella. De aquí en adelante ve a María con su rostro de “Inmaculada”, y su propósito de la Primera Comunión adquiere una nueva dimensión: “el pecado al que preferirá la muerte es ahora, de manera más precisa, la impureza”. Los esfuerzos heroicos de adolescente para conservar intacta su pureza, especialmente con el control de los ojos, se deben a su gran devoción hacia La Inmaculada vivida con espíritu caballeresco y con ardiente ternura. Había días que terminaba con dolor de cabeza, por el esfuerzo de controlar la curiosidad y no mirar cosas que perturbaban su alma limpia y ponían en peligro su amistad con Jesús y María, exponiéndolo a dejarse llevar por pensamientos y deseos impuros (tan comunes en esa edad).

También contempla a la Virgen con su rostro de “Dolorosa”: todos los miércoles hace la comunión en su honor y por la conversión de los pecadores; cada viernes se hace acompañar por algunos compañeros para rezar en la capilla la Corona de los Siete Dolores; más de una vez es visto en extática oración ante el altarcito del dormitorio, donde campea una imagen de la Dolorosa; cada sábado hubiera querido ayunar a pan y agua por Ella (Don Bosco no le permite esto último).

Esta doble devoción es la inspiradora de su apostolado, especialmente en la Compañía de la Inmaculada, que exige de sus miembros una verdadera consagración de sí mismos a María.

Algunos años después de su muerte se aparece a Don Bosco en uno de sus famosos sueños. Éste le pregunta: “Domingo, ¿qué es lo que más te consoló en el momento de tu muerte?”. Y la respuesta de Domingo: “La asistencia de la poderosa y amable Madre del Salvador”.

Su amor a Jesús. La misa y la comunión cotidiana (cuyos efectos se prolongan a través de frecuentes visitas a la capilla que está junto al patio de juegos), enseñan a Domingo a considerarlo como Salvador de su alma y de la de sus compañeros. Su odio por el pecado crece a medida que comprende el precio que por él ha pagado Cristo y su Madre. Su espíritu de penitencia lo lleva a sufrir para asemejarse a Jesús, por ejemplo cuando es calumniado, cuando se cubre con una sola frazada en pleno invierno o pone piedritas entre las sábanas (al enterarse Don Bosco le prohíbe esta penitencia), cuando transforma sus sabañones en llagas, cuando se le suministran medicinas amargas… Su celo apostólico se ve alimentado en la misma fuente: quiere impedir o reparar el pecado porque arruina el fruto de la sangre de Cristo, y quiere hacer el bien a sus compañeros para asegurar el fruto de esta sangre divina. Este es el sentido de varias de sus intervenciones, como la de impedir el desafío a pedradas de dos compañeros, interponiéndose entre ellos con un crucifijo en la mano y pidiendo que arrojen la primera piedra contra él; el de narrar cosas edificantes o bien enseñar a hacer bien la señal de la cruz durante los tiempos de recreo... (su preocupación era atender de modo particular a los compañeros díscolos, a los recién llegados al Oratorio y a los solitarios, a los compañeros de clase con dificultades y a los enfermos).

Obsesión por la santidad en la alegría: A partir de una predicación de Don Bosco sobre la santidad se desata en su alma una verdadera efervescencia. Realiza un gran descubrimiento: ¡Dios le quiere santo! Y da su explicación: “Yo quiero entregarme todo al Señor. Yo debo y quiero pertenecer todo al Señor”. Por un momento Domingo piensa imitar a los santos en sus prácticas de penitencia y en unas prolongadas y extraordinarias prácticas de piedad. Pero aquí interviene su guía espiritual Don Bosco: “Domingo, lo que Dios quiere de ti, como adolescente, es que cumplas siempre bien tus deberes de estudiante, trates de hacer el bien a tus compañeros y estés siempre alegre”. Y cosa maravillosa: este nuevo impulso de querer ser santo y de que es posible lograrlo, le proporciona una profunda alegría, y de tal modo la suscita que la alegría viene a definir esta santidad tan salesiana y juvenil: “Nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres, haciendo bien las cosas que tenemos que hacer, porque Jesús lo quiere”.

¿Por qué este adolescente es Patrono de las mamás embarazadas?

Estando Domingo en el Oratorio en Turín, un día le pide a Don Bosco que le deje ir a ver a su mamá porque está enferma. Don Bosco no sabe explicarse, pues nadie se lo había dicho, ni él mismo lo sabía; pero ante la insistencia de Domingo se lo permite. Al llegar cerca de la casa los familiares le quieren impedir que entre a ver a su mamá, pues está luchando por dar a luz a un nuevo hijo y corre grave peligro de morir en el intento. Domingo no hace caso y entra, se arroja sobre la mamá, la abraza, la besa y disimuladamente deja sobre el pecho de ella un escapulario de la Virgen María. Regresa después al oratorio y se presenta a Don Bosco para agradecerle el permiso y para decirle que su madre está perfectamente bien. Efectivamente la mamá pudo dar a luz sin ningún problema a su hijito. Todos vieron que esto fue un milagro. La mamá conservó este escapulario. Y lo prestaba a las vecinas y a las mismas hermanas de Domingo cuando tenían dificultades en el embarazo. Los médicos, enterados, lo recomendaban a sus pacientes. Fueron muchas las gracias conseguidas con aquel milagroso escapulario.

Se lo puede adquirir en las librerías y/o santerías salesianas, con la imagen del Patrono Domingo Savio, junto con la oración y la historia detallada de este milagro.

El 9 de marzo se recuerda el nacimiento al cielo de Santo Domingo Savio, siendo el 6 de mayo la fecha fijada para la celebración litúrgica de su fiesta.

Además de la Vida de Domingo Savio escrita por Don Bosco, hay abundante bibliografía y estudios sobre este adolescente santo. Hay libritos escritos para niños, para adolescentes, para educadores, para todos. Los que no lo conocen se van a sorprender de su santidad extraordinaria viviendo lo ordinario de su vida de estudiante cristiano.

ORACIÓN DE LA MADRE EN LA ESPERA DE UN HIJO

Señor Jesús, por intercesión de Santo Domingo Savio te ruego
con amor por esta dulce esperanza que llevo en mi seno.

Me has concedido el inmenso don de esta pequeña vida que alienta
en la mía; te doy humildemente gracias por haberme escogido como
instrumento de tu amor. En esta dulce espera, ayúdame a vivir en continuo
abandono a tu divina voluntad.

Concédeme un corazón de madre, puro, fuerte y generoso.

Te ofrezco las preocupaciones del porvenir:
las ansias, los temores, los deseos en favor de la criatura que no conozco aún.
Haz que nazca sana en el cuerpo,
aparta de ella todo mal físico y todo peligro para el alma.

Tú, María, que gozaste las inefables alegrías de una maternidad santa,
dame un corazón capaz de transmitir una fe viva y ardiente.

Santifica mi espera,
bendice mi gozosa esperanza,
haz que el fruto de mi seno sea fecundo en virtud y santidad,
como le concediste al adolescente Santo Domingo Savio.
Amén.

ORACIÓN A SANTO DOMINGO SAVIO

Santo Domingo Savio,
que en la escuela de Don Bosco
aprendiste a recorrer los caminos de la santidad juvenil:
enséñanos a imitar tu amor a Jesús y a María,
y tu ansia de llevar a tus compañeros a ser sus amigos;
alcánzanos del Señor que,
practicando tu lema
“Antes morir que pecar”,
podamos conseguir nuestra salvación eterna.
Amén.
 
Permanezcamos en el amor

Santo Evangelio según san Juan 15, 9-11. Jueves V de Pascua

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dios te salve, María… Tú eres la llena de gracia, llena de Dios. Tú eres la causa de nuestra alegría. Acompáñame en esta oración para que permita a Dios llenar más mi vida y así me abra a la alegría que Él me quiere dar.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 15, 9-11

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Cristo pide una cosa: permanecer en su amor. ¿Qué nos quiere decir con esto? Imaginémonos cómo es permanecer en un «lugar»: como cuando uno «permanece» en la parada del autobús, esperando el transporte que lo llevará de vuelta a casa. Cristo nos pide esperar firmes en su amor, agarrados con fuerza de la cruz: ahí donde Cristo nos ha reconciliado con el Padre y donde nos muestra el camino hacia el cielo.

Permanezcamos en el amor de Cristo. Y el modo de hacerlo es cumpliendo sus mandamientos. Durante la misma cena, poco antes, Jesús había dicho ya a sus apóstoles: «Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros.» (Jn 13, 34) Permanecer en su amor significa creer en el amor, realmente. Y para ello no sólo hay que recibir amor sino dar amor.

Permanecer en el amor da como fruto la alegría plena. A esto nos invita Cristo, éste es el plan de amor que tiene sobre nosotros. Él quiere que encontremos su propia alegría, la alegría que es más resistente que los clavos de la cruz y la roca del sepulcro. La alegría de amar como el Padre ama al Hijo y como el Hijo nos ama a nosotros. Amar y ser amado, ésta es nuestra parada, nuestro destino y nuestra plenitud.

«A Dios le agrada toda obra de misericordia, porque en el hermano que ayudamos reconocemos el rostro de Dios que nadie puede ver. […] Estamos llamados a concretar en la realidad lo que invocamos en la oración y profesamos en la fe. No hay alternativa a la caridad: quienes se ponen al servicio de los hermanos, aunque no lo sepan, son quienes aman a Dios. Sin embargo, la vida cristiana no es una simple ayuda que se presta en un momento de necesidad. Si fuera así, sería sin duda un hermoso sentimiento de humana solidaridad que produce un beneficio inmediato, pero sería estéril porque no tiene raíz. Por el contrario, el compromiso que el Señor pide es el de una vocación a la caridad con la que cada discípulo de Cristo lo sirve con su propia vida, para crecer cada día en el amor». (Homilía de S.S. Francisco, 4 de septiembre 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy buscaré consolar a quien encuentre triste.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

La alegría del cristiano tiene su fundamento en Dios

Quien verdaderamente cree que Jesús es el Verbo Encarnado, el Redentor del Hombre, no puede menos de experimentar en lo íntimo un sentido de alegría inmensa, que es consuelo, paz, abandono, resignación, gozo...

Índice:

1. Alegría

1.1. La alegría del cristiano tiene su fundamento en Dios
1.2. El «camino de Dios» es un camino alegre
1.3. La alegría, necesaria para hacer el bien
1.4. Alegría y dolor
1.5. Los santos han vivido siempre con alegría
1.6. Generosidad y alegría
1.7. Alegría y filiación divina
1.8. La alegría, consecuencia del amor y de la lucha ascética
1.9. Jesucristo cambia las penas en gozo
1.10. La alegría y la esperanza del cielo
1.11. La Sagrada Eucaristía, fuente de alegría
1.12. Alegría y rectitud de intención
1.13. Alegría en las fiestas

2. Tristeza

2.1. Dos clases de tristeza
2.2. Origen de la tristeza
2.3. Consecuencias
2.4. Remedios

1. Alegría

1.1. La alegría del cristiano tiene su fundamento en Dios

Es un cielo, si le puede haber en la tierra, para quien se contenta con sólo contentar a Dios y no hace caso de contento suyo. En queriendo algo más lo perderá todo; y alma descontenta es como quien tiene gran hastío, que por bueno que sea el manjar le da en rostro, y lo que los sanos comen con gran gusto le hace asco en el estómago (SANTA TERESA, Camino de perfección, 13, 7).

Nuestro Salvador ha nacido hoy; alegrémonos. No puede haber, en efecto, lugar para la tristeza, cuando nace aquella vida que viene a destruir el temor de la muerte y a darnos la esperanza de una eternidad dichosa. Que nadie se considere excluido de esta alegría, pues el motivo de este gozo es común para todos; nuestro Señor, en efecto, vencedor del pecado y de la muerte, así como no encontró a nadie libre de culpa, así ha venido para salvarnos a todos. Alégrese, pues, el justo, porque se acerca la recompensa; regocíjese el pecador, porque se le brinda el perdón; anímese el pagano, porque es llamado a la vida (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 1, en la Natividad del Señor).

No dijo San Pablo que el reino de Dios consistía en la alegría de una manera general y absoluta, sino que precisa y especifica que se trata de una alegría o gozo en el Espíritu Santo. El sabía de sobra que existe otra alegría, una alegría reprensible de la cual está escrito: El mundo se alegrará ¡Ay de vosotros, los que ahora reís, porque lloraréis! (Lc 6, 25; Jn 16, 20) (CASIANO, Colaciones, 1, 14).

[ ..] sólo de Él, cada uno de nosotros puede decir con plena verdad, junto con San Pablo: Me amó y se entregó por mí (Ga 2, 20). De ahí debe partir vuestra alegría más profunda, de ahí ha de venir también vuestra fuerza y vuestro sostén. Si vosotros, por desgracia, debéis encontrar amarguras, padecer sufrimientos, experimentar incomprensiones y hasta caer en pecado, que rápidamente vuestro pensamiento de fe se dirija hacia Aquel que os ama siempre y que con su amor ilimitado, como de Dios, hace superar toda prueba, llena todos nuestros vacíos, perdona todo nuestro pecado y empuja con entusiasmo hacia un camino nuevamente seguro y alegre (JUAN PABLO II, Disc. 1-III-1980).

Al nacer el Señor, los ángeles cantan llenos de gozo: Gloria a Dios en el cielo, y proclaman: y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor [...]. ¿Cómo, pues, no habría de alegrarse la pequeñez humana ante esta obra inenarrable de la misericordia divina, cuando incluso los coros sublimes de los ángeles encontraban en ella un gozo tan intenso? (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 1, en la Natividad Señor).

¿No hay alegría? -Piensa: hay un obstáculo entre Dios y yo. Casi siempre acertarás (S. JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 662).

Perdemos la alegría verdadera por el deleite de las cosas temporales (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 2 sobre los Evang.).

Nada hay más infeliz que la felicidad de los que pecan (SAN AGUSTÍN, Catena Aurea, vol. i, p. 325).

1.2. El «camino de Dios» es un camino alegre

El camino de Dios es de renuncia, de mortificación, de entrega, pero no de tristeza o de apocamiento (S. JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 128).

No hay cosa que necesite más de la moderación y del freno de la razón que las lágrimas: por quiénes se debe llorar, y cuánto, y cuándo, y cómo (SAN BASILIO, Hom. sobre la alegría).

La alegría cristiana es una realidad que no se describe fácilmente, porque es espiritual y también forma parte del misterio. Quien verdaderamente cree que Jesús es el Verbo Encarnado, el Redentor del Hombre, no puede menos de experimentar en lo íntimo un sentido de alegría inmensa, que es consuelo, paz, abandono, resignación, gozo... ¡No apaguéis esta alegría que nace de la fe en Cristo crucificado y resucitado! ¡Testimoniad vuestra alegría! ¡Habituaos a gozar de esta alegría! (JUAN PABLO II, Aloc. 24-III-1979).

La alegría espiritual es el principal remo en esta navegación nuestra (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat. de la oración y meditación, 11, 4, aviso 1º).

1.3. La alegría, necesaria para hacer el bien

Una persona alegre obra el bien, gusta de las cosas buenas y agrada a Dios. En cambio, el triste siempre obra el mal (PASTOR DE HERMAS, Mand. 10, 1).

1.4. Alegría y dolor

Vuestras pequeñas cruces de hoy pueden ser sólo una señal de mayores dificultades futuras. Pero la presencia de Jesús con nosotros cada día hasta el fin del mundo (Mt 28, 20) es la garantía más entusiasta y, al mismo tiempo, más realista de que no estamos solos, sino que Alguien camina con nosotros como aquel día con los dos entristecidos discípulos de Emaús (cfr. Lc 24, 13 ss) (JUAN PABLO II, Disc. 1-III-1980).

El amor trae consigo la alegría, pero es una alegría que tiene sus raíces en forma de cruz. Mientras estemos en la tierra y no hayamos llegado a la plenitud de la vida futura, no puede haber amor verdadero sin experiencia del sacrificio, del dolor (S. JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 43).

1.5. Los santos han vivido siempre con alegría

Los santos, mientras vivían en este mundo, estaban siempre alegres, como si siempre estuvieran celebrando la Pascua (SAN ATANASIO, Carta 14).

Los seguidores de Cristo viven contentos y alegres y se glorían de su pobreza más que los reyes de su diadema (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 38).

1.6. Generosidad y alegría

«Quien practique la misericordia -dice el Apóstol-, que lo haga con alegría»: esta prontitud y diligencia duplicarán el premio de tu dádiva. Pues lo que se ofrece de mala gana y por fuerza no resulta en modo alguno agradable ni hermoso (SAN GREGORIO NACIANCENO, Disert. 14 sobre amor a los pobres).

Si dieres el pan triste, el pan y el mérito perdiste (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 48).

El mercader no se entristece gastando en las ferias lo que tiene para adquirir sus mercancías; pero tú te entristeces (hace referencia al joven rico) dando polvo a cambio de la vida eterna (SAN BASILIO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 313).

1.7. Alegría y filiación divina

[...] si confiáis en la divina Providencia, si os abandonáis en sus brazos omnipotentes, nunca os faltarán los medios para servir a Dios, a la Iglesia Santa, a las almas, sin descuidar ninguno de vuestros deberes; y gozaréis además de una alegría y de una paz que mundus dare non potest (cfr. Jn 14, 27), que la posesión de todos los bienes terrenos no puede dar (S. JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 117).

1.8. La alegría, consecuencia del amor y de la lucha ascética

Sin lucha, no se logra la victoria; sin victoria, no se alcanza la paz. Sin paz, la alegría humana será sólo una alegría aparente [...] (S. JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 82).

Mas esta fuerza tiene el amor, si es perfecto: que olvida más nuestro contento por contentar a quien amamos. Y verdaderamente es así, que, aunque sean grandísimos trabajos, entendiendo contentamos a Dios, se nos hacen dulces (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 10).

El amor produce en el hombre la perfecta alegría. En efecto, sólo disfruta de veras el que vive en caridad (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., 205).

1.9. Jesucristo cambia las penas en gozo

En la tierra hasta la alegría suele parar en tristeza; pero para quien vive según Cristo, incluso las penas se truecan en gozo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 18).

1.10. La alegría y la esperanza del cielo

En una piadosa permisión, les permitió gozar (en el Tabor) durante un tiempo muy corto la contemplación de la alegría que dura siempre, para hacerles sobrellevar con mayor fortaleza la adversidad (SAN BEDA, Coment. sobre S. Marcos, 8).

Porque el reino de Dios está dentro de vosotros. Quizás da a conocer que el reino de los cielos está en nosotros para manifestar la alegría que produce en nuestras almas el Espíritu Santo; ella es como la imagen y el testimonio de la constante alegría que disfrutan las almas de los santos en la otra vida (SAN GREGORIO DE NISA, en Catena Aurea, vol. VI, p. 279).

Si tenemos fija la mirada en las cosas de la eternidad, y estamos persuadidos de que todo lo de este mundo pasa y termina, viviremos siempre contentos y permaneceremos inquebrantables en nuestro entusiasmo hasta el fin. Ni nos abatirá el infortunio, ni nos llenará de soberbia la prosperidad, porque consideraremos ambas cosas como caducas y transitorias (CASIANO, Instituciones, 9).

El gozo en el Señor debe ir creciendo continuamente, mientras que el gozo en el mundo debe ir disminuyendo hasta extinguirse. Esto no debe entenderse en el sentido de que no debamos alegrarnos mientras estemos en el mundo, sino que es una exhortación a que, aun viviendo en el mundo, nos alegremos ya en el Señor (SAN AGUSTÍN, Sermón 171).

Entonces será la alegría plena y perfecta, entonces el gozo completo, cuando ya no tendremos por alimento la leche de la esperanza, sino el manjar sólido de la posesión. Con todo, también ahora, antes de que esta posesión llegue a nosotros, antes de que nosotros lleguemos a esta posesión, podemos alegrarnos ya con el Señor. Pues no es poca la alegría de la esperanza, que ha de convertirse luego en posesión (SAN AGUSTÍN, Sermón 21).

1.11. La Sagrada Eucaristía, fuente de alegría

Cristo instituyó este sacramento (de la Sagrada Eucaristía) [...]; y lo dejó a los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia (SANTO TOMÁS, Opúsculo 57, Fiesta del Cuerpo de Cristo).

Cada vez que nos reunimos en la Eucaristía somos fortalecidos en la santidad y renovados en la alegría, pues la alegría y la santidad son el resultado inevitable de estar más cerca de Dios. Cuando nos alimentamos con el pan vivo que ha bajado del cielo, nos asemejamos más a nuestro Salvador resucitado, que es la fuente de nuestra alegría, una alegría que es para todo el pueblo (Lc 2, 10). Que la alegría y la santidad abunden siempre en vuestras vidas y florezcan en vuestros hogares. Y que la Eucaristía sea [...] el centro de vuestra vida, la fuente de vuestra alegría y de vuestra santidad (JUAN PABLO II, Hom. 2-II-1981).

1.12. Alegría y rectitud de intención

Siempre estarás gozoso y contento, si en todos los momentos diriges a Dios tu vida, y si la esperanza del premio suaviza y alivia las penalidades de este mundo (SAN BASILIO, Hom. sobre la alegría).

1.13. Alegría en las fiestas

Las fiestas se han hecho para promover la alegría espiritual, y esa alegría la produce la oración; por lo cual en día festivo se han de multiplicar las plegarias (SANTO TOMÁS, Sobre los mandamientos, 1. c., 245).

La resurrección de Cristo es vida para los difuntos, perdón para los pecadores, gloria para los santos. Por esto el salmista invita a toda la creación a celebrar la resurrección de Cristo, al decir que hay que alegrarse y llenarse de gozo en este día en que resucitó el Señor (SAN MÁXIMO DE TURÍN, Sermón 53).

2. Tristeza

2.1. Dos clases de tristeza

Hay dos clases de tristeza. Unas veces se origina al contener los brotes de la ira, y es consecuencia de un daño -que alguien nos ha inferido o, también, de un deseo contrariado. La segunda surge de una irracional ansiedad o abatimiento del espíritu (CASIANO, Colaciones, 5).

A aquellos a quienes el pesar de sus pecados pasados les tiene sumidos en la tristeza y desazón, derramad en su alma a manos llenas la alegría de la ciencia espiritual, cual si fuese un vino que alegra el corazón humano (Sal 103, 15). Infundid alientos en esos corazones apesadumbrados, llenándolos con la palabra de salvación, no sea que, acosados por la mortal desesperación, sucumban a la excesiva tristeza (cfr. 2 Cor 2, 7).
Mas de aquellos que viven en el tedio y la negligencia, sin tener en el corazón el más leve remordimiento, he aquí cómo habla la Escritura: El que se da buena vida y no sabe de dolores, vivirá siempre en la indigencia (Prov 14, 2) (CASIANO, Colaciones, 14).

Piadosa es esa tristeza y, en cierto modo, dichosa compasión sentir pena por los vicios ajenos y no estar implicado en ellos; dolerse, y no unirse a ellos; encogerse con el dolor y no ser arrastrado (SAN AGUSTÍN, Sermón 2).

Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. El llanto, al que aquí se promete el consuelo eterno, nada tiene que ver con la tristeza de este mundo [...]. La tristeza religiosa es la que llora los pecados propios o bien las faltas ajenas (SAN LEÓN MAGNO, Sermón sobre las bienaventuranzas).

El dolor del ánimo, que se llama tristeza, es un disgusto de las cosas contrarias que nos sucedieron (SAN AGUSTÍN, Sobre la Trinidad, 1).

Quien despreciando los mandamientos de Dios anda vagando siempre con su concupiscencia, no puede llegar nunca a la alegría (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, p. 100).

Aquel muchacho rechazó la insinuación, y cuenta el Evangelio que abiit tristis (Mt 19, 22), que se retiró entristecido [...], perdió la alegría porque se negó a entregar su libertad a Dios (S. JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 24).

Es la envidia un pesar, un resentimiento de la felicidad y prosperidad del prójimo. De aquí que nunca falte al envidioso ni tristeza, ni molestia. ¿Está fértil el campo del prójimo? ¿Su casa abunda en comodidades de vida? ¿No le faltan ni los esparcimientos del alma? Pues todas estas cosas son alimento de la enfermedad y aumento de dolor para el envidioso. De aquí que éste no se diferencia del hombre desarmado, que por todo es herido (SAN BASILIO, Hom. Sobre la envidia).

La tristeza causada por un arrepentimiento saludable es propia del hombre obediente, afable, humilde, dulce, suave y paciente, en cuanto que deriva del amor de Dios. Sufre infatigable el dolor físico y la contrición del espíritu, gracias al vivo deseo que le anima de perfección. Es también alegre y en cierto modo se siente como robustecido por la esperanza de su aprovechamiento; conserva de continuo el hechizo y el encanto de la afabilidad y de la longanimidad, y posee en sí todos los frutos del Espíritu Santo (CASIANO, Instituciones, 9).

2.2. Origen de la tristeza

La tristeza es un vicio causado por el desordenado amor de sí mismo, que no es un vicio especial sino la raíz general de todos ellos (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 28, a. 4).

2.3. Consecuencias

Hay de advertir que no todos los que tienen este humor son tan trabajosos, que cuando cae en un sujeto humilde y en condición blanda, aunque consigo mismos traen trabajo, no dañan a los otros, en especial si hay buen entendimiento. Y también hay más y menos de este humor. Cierto, creo, que el demonio en algunas personas le toma por medianero, para si pudiese ganarlas; y si no andan con gran aviso, así hará (SANTA TERESA, Fundaciones, 7, 2).

Tristeza, apabullamiento. No me extraña: es la nube de polvo que levantó tu caída. Pero, ¡basta!: ¿acaso el viento de la gracia no llevó lejos esa nube?

Después, tu tristeza -si no la rechazas- bien podría ser la envoltura de tu soberbia. -¿Es que te creías perfecto e impecable? (S. JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 260).

[...] pero después (de cometido el mal) el diablo exageró de tal manera su tristeza que llegó a perder al desgraciado. Algo semejante pasó en Judas, pues después que se arrepintió no supo contener su corazón, sino que se dejó llevar por la tristeza inspirada por el diablo, la cual le perdió (ORÍGENES, en Catena Aurea, vol. III, p. 346).

La tristeza [...] es áspera, impaciente, dura, llena de amargor y disgusto, y le caracteriza también una especie de penosa desesperación. Cuando se apodera de un alma, la priva y aparta de cualquier trabajo y dolor saludable (CASIANO, Instituciones, 9).

Es propio de un alma cobarde que carece de la virtud vigorosa de confiar en las promesas del Señor el abatirse demasiado y sucumbir ante las adversidades (SAN BASILIO, Hom. sobre la alegría).

El hombre triste se porta mal en todo momento. Y lo primero en que se porta mal es en que contrista al Espíritu Santo, que le fue dado alegre al hombre. En segundo lugar, comete una iniquidad, por no dirigir súplicas a Dios ni alabarle; y, en efecto, jamás la súplica del hombre triste tiene virtud para subir al altar de Dios (PASTOR DE HERMAS, Mandamientos, X.3.2, 1. c., pp. 994-995).

2.4. Remedios

Cada vez que nos reunimos en la Eucaristía, somos fortalecidos en la santidad y renovados en la alegría, pues la alegría y la santidad son el resultado inevitable de estar más cerca de Dios. Cuando nos alimentamos con el pan vivo que ha bajado del cielo, nos asemejamos más a nuestro Salvador resucitado, que es la fuente de nuestra alegría, una alegría que es para todo el pueblo (Lc 2, 10). Que la alegría y la santidad abunden siempre en vuestras vidas y florezcan en vuestros hogares. Y que la Eucaristía sea [...] el centro de vuestra vida, la fuente de vuestra alegría y de vuestra santidad (JUAN PABLO II, Hom. 16-II-1981).

«Laetetur cor quaerentium Dominum». -Alégrese el corazón de los que buscan al Señor. -Luz, para que investigues en los motivos de tu tristeza (S. JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 666).

Déjense mirar por el amor infinito y paciente de Jesús"

Catequesis del Papa Francisco, 5 de mayo de 2021

El Papa Francisco en la catequesis de la Audiencia General de este 5 de mayo se refirió al tema de la oración de contemplación. Más que un método para rezar, la contemplación, afirmó, “es una íntima condición del ser humano que debemos descubrir. Somos contemplativos, tenemos la capacidad de ver el mundo con los ojos del corazón, que van más allá del simple examen de la realidad, mirando desde el amor y la fe”.

“Nuestra oración contemplativa nos pone delante de un Dios que nos mira con amor”, dijo Francisco, quien añadió: “La luz de esa mirada ilumina nuestro espíritu, le da ojos de misericordia para contemplar el mundo”.

Jesús, modelo de la oración contemplativa

Francisco subrayó que Jesús es el modelo de oración contemplativa: “El mismo Señor es modelo de esta oración, una oración que no se desentiende de la realidad y el sufrimiento, sino que, por el contrario, se acrecienta ante la inminencia de su Pasión”.

Seguir a Jesús en el camino del amor

“La llamada del Evangelio es seguir a Jesús en la vía del amor. Esto es el culmen de toda la vida cristiana. Caridad y contemplación son sinónimos, se refieren a la misma realidad”, dijo Francisco.

El Papa, subraya la unidad entre caridad y contemplación con una cita de San Juan de la Cruz, de quien dijo: “San Juan de la Cruz afirmaba que un pequeño acto de amor es más útil a la Iglesia que todas las demás acciones juntas. Un acto de amor, purificado en la oración para que no nazca de nuestra presunción y de nuestro egoísmo, es el mayor milagro que un cristiano pueda alcanzar”.

Invitación a los fieles

El Papa al saludar a los fieles de lengua española les dijo: “Los animo a que hagan una pausa para ir a la iglesia más cercana, a sentarse un rato delante del sagrario. Déjense mirar por el amor infinito y paciente de Jesús, que allí los espera, y contémplenlo con los ojos de la fe y del amor. Él les dirá muchas cosas al corazón”.

En este mes de mayo unirse a los fieles de todo el mundo con el rezo del Rosario.

El Papa Francisco invitó a todos los fieles a ser parte de la Iglesia que reza el Rosario en todo el mundo:

Guiados por los Santuarios de todo el mundo, en este mes de mayo rezamos el Rosario para invocar el fin de la pandemia y la reanudación de las actividades sociales y laborales. Hoy, el Santuario de la Santísima Virgen del Rosario de Namyang, en Corea del Sur, dirige esta oración mariana. Nos unimos a los reunidos en este Santuario, rezando especialmente por los niños y adolescentes.

A los fieles de lengua italiana, el Papa les invita a unirse espiritualmente a la Súplica a la Virgen del Rosario que se celebrará el próximo sábado 8 de mayo a mediodía en el Santuario de Pompeya. A todos, y sobre todo a los ancianos, a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, el Papa renueva su exhortación a rezar a María, "modelo de fe y testigo operante de la palabra de Cristo, para obtener el vigor cristiano en las opciones y dificultades de la vida".

Treinta días de oración a la Reina del Cielo. Flores del 6 al 10 mayo

Devoción a la Virgen con audio

Flor del 6 de mayo: Madre Inmaculada

Meditación: “Alégrate, la llena de Gracia, el Señor está contigo” (Lucas 1,28). Gracia plena, es María; siempre estuvo llena de Gracia, por lo que no tiene mancha de pecado. Nunca se halló privada de la Gracia sobrenatural y santificante de Dios, pues Ella sería el Vaso Puro que llevaría al mismo Dios. Así se presentó en Lourdes como la Inmaculada Concepción, título que por Dogma la misma Iglesia le había reconocido.

Oración: ¡Oh María, Gracia plena!. Permítenos que nos alegremos con vos ya que el Señor te eligió y nos regaló tu Corazón, para que pongamos en El el nuestro como ofrenda al Dios Eterno. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Cómo debo guardar la pureza de pensamientos y de obras.

Flor del 7 de mayo: Madre amable

Meditación: “Cómo se me concede que venga a mí la Madre de Mi Señor” (Lucas 1,43). María es diligente y amorosa, consuela, ayuda, fortalece, sirve…igual que su Hijo. “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado”. A cada uno pedirá Dios cuenta de nuestros prójimos; nadie está tan aislado que pueda labrarse, abstrayéndose de toda otra alma, su propia salvación. Busquemos dar amor, consolando afligidos, visitando enfermos, corrigiendo con dulzura a los que se equivocan, siendo a semejanza de María con humildad y amor testimonios del Amor. “Ora y labora”.

Oración: ¡Oh tierno Corazón de María!. Haz que tus hijos demuestren a todos lo que es el Amor, lo que es el Señor en nosotros, para servir y siempre decirte si. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria)
Florecilla para este día: Procurar ser amable con los demás.

Flor del 8 de mayo: Virgen prudentísima
Fiesta de Nuestra Señora de Luján

Meditación: “Se turbó, preguntándose qué podría ser éste saludo” (Lucas 1,29). Prudentísima porque turbada calló, porque obedeció, porque creyó y supo entregarse como esclava de Dios. ¡Qué modelo para nuestra locuacidad, nuestra poca fe y nuestro orgullo!. “Las vírgenes prudentes llenaron sus lámparas de aceite” (Mateo 25,4). María la llenó con fe. “Feliz porque haz creído”. La llenó con amor. “Mi Amado es mío y yo soy suya” (Cantar de los cantares 2,16). La llenó de esperanza. “Guardaba todas las Palabras de Jesús en su Corazón” (Lucas 2,51).

Oración: ¡Oh Virgen de Luján que señalas el camino de nuestro peregrinar!. Haz que la prudencia de tu Corazón la cultivemos también hoy, para que nuestras lámparas se aviven con una ardiente llama de fe, el pabilo de la esperanza y el aceite del Amor, como verdaderos templos de Dios. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Reflexionar sobre si cumplo lo que Dios quiere de mi, si hago Su Voluntad, o la mía.

Flor del 9 de mayo: Madre del buen consejo
Fiesta de Nuestra Señora de los Milagros

Meditación: María nos aconsejó en las bodas de Caná, “Haced lo que El os diga” (Juan 2,5), y nos lo vuelve a dictar. ¿Qué quiere Cristo de mi?. ¿Lo podemos seguir cuando nos dice “deja todo y sígueme?”.
“Hijo, ¿por qué nos haz hecho esto?” (Lucas 2,48). Cristo tenía que mostrarnos ante todo más el amor a Dios que el de la familia. ¡Pero cuántas veces abandonamos a nuestra Madre por amores, caprichos, vanidades y miedos!.

Oración: ¡Oh dulce consejera del alma, oh hermosa Esclava!. Entrega a Dios nuestra alma para que se haga santa, que abramos nuestros oídos y seamos hijos solícitos. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.
Florecilla para este día: Ser un verdadero Cristo al aconsejar a mi hermano.

Flor del 10 de mayo: Virgen digna de alabanza

Meditación: “Bendita tú entre las mujeres” (Lucas 1,42). “Mi alma engrandece al Señor” (Lucas 1,46). Cuando cumplimos la profecía de llamarla Bienaventurada, hablamos de las maravillas que hizo en Ella el Todopoderoso. Unimos nuestra voz a la suya, alabando perpetuamente al Señor. Imitemos a María agradecida, a María serena, a María llena de sacrificio, a María alegre, a María confiada, a María llena de Gracia y fortaleza para cumplir así nuestra misión en la tierra.

Oración: ¡Oh Madre!, que te hiciste la más pequeña, siendo realmente excelsa, enséñame a amarte, a alabarte y a agradarte del mismo modo en que vos lo hiciste con el Señor, para que también nosotros lleguemos a El. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Ser pequeños y humildes como María nos pide, para crecer en la Gracia.
 
El papel del padre hoy

El trabajo como excusa ha afectado el modelo familiar; incluso algunos lo culpan de su fracaso matrimonial. ¿Qué hacer al respecto? Antonio del Cano nos ofrece una alternativa para ser emprendedores desde la familia.

LA REVALORIZACION DE LA PATERNIDAD

Una proporción nunca vista de niños crece hoy en familias sin padre, a causa del divorcio, la maternidad en solitario, los cambios de  pareja... De modo que no tendrán la oportunidad desconocer un modelo masculino y un estilo de conducta paterna. Al mismo tiempo, la  psicología subraya que el padre no es un elemento pasivo en el  desarrollo del niño, sino que desempeña un papel específico y  esencial en el proceso educativo de los hijos. Algunos libros recientes  ofrecen sugerencias prácticas para ayudar al padre en esta tarea.

Aaron Hass es profesor de Psicología y Psiquiatría en la Universidad de Los Ángeles, dedicado a la terapia familiar durante  más de dos décadas, y padre de dos hijas. Su experiencia profesional y familiar se condensa en El don de ser padre (1), un libro muy  sencillo, en el que muestra con muchos ejemplos cómo el padre puede establecer una relación abierta y cordial con los hijos. De lo  contrario, advierte, "cuanto más crezca el niño sin que usted haya  creado un vínculo con él, más incómodos se sentirán los dos cuando estén juntos, y cuanto más incómodos se sientan, menos deseos  tendrán de pasar tiempo juntos". Para conseguir la confianza entre  padre e hijos, Hass subraya la importancia del refuerzo positivo; la  inutilidad de los largos sermones; la necesidad de abrirse a los hijos  contándoles las cosas que nos ocupan y nos preocupan; el error de  los "nunca haces bien", etc.

El trabajo como excusa

Espléndido el capítulo sobre la adicción al trabajo, donde describe a  esos hombres que disfrutan más de su trabajo que de su familia o de  su ocio, con un tremendo miedo al fracaso, a la incertidumbre  económica o a no ser debidamente considerados. por sus iguales.  Hombres inseguros que se quedan horas y horas en la oficina (o en la  cafetería con los amigos) huyendo de su casa, evitando la intimidad o  los conflictos con su esposa. Hombres cuyo trabajo es en su vida la  única fuente de autoestima, pero que sin embargo le dicen a su  familia: "hago todo esto por vosotros".

Frente a este abandono de la responsabilidad paterna, el autor  explica la necesidad de organizarse, y de "robar tiempo para la  familia". Un ejemplo: "durante la cena apague el televisor, y no  malgaste sus energías distrayéndose en una batalla con su hijo  acerca de los guisantes y las zanahorias".

Aunque no lo dijera Haas, cualquier padre intuiría que no es posible  una familia coherente y una educación eficaz si no hay esfuerzo por  mejorar cada día el matrimonio. Pero no todos los padres son  consecuentes con esta convicción. Cuántos matrimonios, cuando empiezan a tener hijos, ponen el "piloto automático", reduciendo casi  todos sus intercambios a cuestiones de orden práctico: "¿Llevaste a  los niños?, ¿llamaste al fontanero? ¿Te acordaste de avisar a tus  padres? ¿Puedes llegar hoy antes?". Y es que el afecto y la  aceptación no bastan; los hijos necesitan orientación, ejemplo, apoyo.

Y eso requiere esfuerzo por parte de los padres. Así, por ejemplo, no  es fácil ser un padre con autoridad, con hijos seguros de sí mismos,  lejos del padre autoritario, con hijos temerosos y ansiosos, o del permisivo, cuyos hijos tenderán a ser blandos y manipuladores.

Prevenir y curar

Al ser Haas experto en recomponer situaciones deterioradas en la  familia, es fácil que olvide cuánto mejor y más sencillo es prevenir que  curar. Y de ahí las limitaciones del libro. Se trata mucho de autoestima, de relación, de compensaciones, etc., y muy poco de  educar, de trasmitir valores. Se detallan las técnicas para establecer  una relación abierta y cordial con los hijos, pero sin que se sepa muy bien con qué objetivo. Más bien da la impresión, tan generalizada hoy  en día, de que se trata sólo de lograr una vida familiar con los menos  disgustos y frustraciones posibles. Sin más. También llama la atención  que no se mencione el papel del ejemplo en la educación, aunque se  trate al padre como un "proveedor de valores".

Y, en algunos casos, aspectos importantes resultan desvalorizados  en el análisis de Haas. Así, las páginas dedicadas a la formación  sexual están ancladas en un relativismo naturalista que puede resultar  hasta chocante: así, la recomendación de andar desnudos por la casa  si eso nos resulta "natural y cómodo", o la falta de valoración ética de  la masturbación.

El libro dedica dos capítulos a los efectos del divorcio en las  relaciones paternofiliales. Aquí también el terapeuta se olvida de lo  más básico. "Por el bien de los hijos -afirma-, los padres que se  separan tienen que cooperar". Lo paradójico es que se anime a los padres divorciados a sacrificarse por el bien de los hijos, coordinando  su actuación, apoyándose mutuamente, aguantándose, pero no se  haga la misma insistencia en el esfuerzo para evitar la ruptura.

Con la  aceptación cultural del divorcio como un fenómeno normal, parece  también normal que en este libro se analicen con extraordinario  detalle la situación posterior al divorcio (custodia, visitas, dineros,  etc.), pero no la anterior, aceptando sin más la catástrofe.

Educar la voluntad

Una sensación distinta nos dejan otros dos libros, que abordan las  mismas situaciones, pero con un enfoque radicalmente diferente.  Cómo educar a tus hijos y Cómo educar la voluntad (2), escritos  ambos por Fernando Corominas, son obras de lectura fácil y amena,  con abundantes casos prácticos, que trasmiten al lector la estimulante  responsabilidad de involucrarse de verdad en la educación de sus hijos.

De un modo optimista se hace ver que los hijos no "tocan" en algún  ignoto sorteo: si los padres ponen esfuerzo e interés, lo normal será que logren hijos bien educados, alegres, trabajadores y generosos.
 
Pero si por desidia se desentienden, si por falta de formación no  saben cómo educarlos, es posible que algún día acaben  preguntándose cómo ha sido posible que su angelito se haya  trasformado en ese ser egoísta, grosero y maleducado.

Fernando Corominas insiste en ideas muy sencillas y concretas,  pero extraordinariamente eficaces: no se trata de conseguir sin más  que nuestro hijo sea ordenado, sincero o estudioso, sino de lograr  que él quiera ser ordenado, sincero y trabajador. Y esto supone  educar la voluntad. Trasplantado al campo de los estudios, se trata de  que quieran estudiar, y de que sean constantes y ordenados. Si esto  se consigue, no habrá problemas con el saber: "si quieren estudiar y tienen hábitos de orden, constancia y responsabilidad, las buenas  notas serán una consecuencia y los títulos académicos otra". La  persona quiere por medio de la voluntad, que es educada  básicamente en el seno de la familia.

¿Y cómo se educa la voluntad? Con el ejemplo, y de un modo  personalizado y motivado, con premios y castigos que se  correspondan con lo que queremos premiar y castigar: "Premiar con  algo material -dinero o cosas- una buena acción, un buen  comportamiento, produce en el hijo deseo de ganar más dinero en vez de ganas de ser mejor". Y por medio de la educación temprana,  basada en el conocimiento de los denominados "períodos sensitivos",  que en los primeros años de la vida de nuestros hijos les facultan para aprender de un modo fácil y atractivo: "En los ocho primeros  años se desarrolla el 90% del cerebro, y en esos años quedan  definidos los cimientos sobre los que crecerá la persona". Y también  la educación efectiva, que se apoya en la actitud positiva del  educando, la sinergia positiva, que potencia los resultados obtenidos:

"No basta que los hijos sepan que deben ser ordenados: hace falta  que ordenen su cuarto, que lo ordenen bien y además que lo hagan  porque quieran hacerlo. Solamente así empezarán a mejorar como personas".

Llegar antes

Pero quizás las páginas más ilustrativas de estas dos obras sean  aquellas en las que el autor habla de la educación preventiva:  "Educar en futuro es adelantarse en el bien, es llegar antes con el  hábito bueno, es, en una palabra, prevenir. Es triste adquirir un mal  hábito por ignorancia, empezar a hacer el mal sin saberlo". Es  preferible llegar antes, aunque sea un año antes, que un día  después.

Antes de los diez años es fácil hablar con los hijos y ser escuchado;  a partir de los doce, si no se han creado los canales adecuados, si no  se ha establecido un clima de confianza y comunicación, es mucho más difícil. Si, por ejemplo, queremos que nuestros hijos sean  sinceros, y nos esforzamos por trasmitírselo en el momento adecuado,  lo lograremos con bastante facilidad. Pero si nos encontramos con un  hábito ya establecido de mentir, tendremos doble trabajo: desarraigar  el vicio y trasmitir el valor.

Las técnicas descritas no son muy distintas de las que recomendaba el Dr. Hass; pero el tono, el trasfondo y los objetivos  son muy diferentes. Apenas se nos habla de autoestima, de  relaciones gratificantes o de compensaciones adecuadas. Pero  mucho de optimismo, de educar en futuro, de formar personas con  capacidad para ser felices, libres y responsables.

Algo muy similar aparece en el pequeño volumen (3) que recoge los  trabajos del X Congreso Nacional de Orientación Familiar. Este  congreso, que reunió a orientadores familiares de toda España,  estuvo centrado en la Familia y la Educación Permanente. Los centros  de Orientación Familiar, diseminados por toda España desde hace ya  más de dos décadas, centran su esfuerzo en ayudar a los  matrimonios a descubrir el lado positivo y eficaz de sus  responsabilidades como esposos y educadores. Tras unos años en la  década de los ochenta de cierto declive, en parte por la lógica jubilación de sus primeros promotores, han vuelto a renacer con  renovados bríos en los últimos años, centrados sobre todo en  cuestiones de relaciones conyugales y educación temprana.

Primeros Pasos

Destaca en este sentido la ponencia de Javier Vidal Cuadras,  director del programa "Primeros Pasos". Este programa, dirigido a  padres con hijos entre cero y tres años, ha sido desarrollado hace  apenas cinco años por el FERT, el centro de Orientación Familiar de  Barcelona. Impartido ya, además del FERT, por otros centros de  Orientación Familiar, como por ejemplo ITEFA en el norte de España,  se ha demostrado muy eficaz para ayudar a miles de jóvenes  matrimonios a descubrir en los bebés grandes capacidades de  estímulos y afectos.

Los progresos de las investigaciones pedagógicas y neurológicas  han dejado ya suficientemente asentado que la etapa infantil es  extraordinariamente pródiga en recursos. Parece ya algo fuera de  discusión que cuanto más y mejor estimulación reciba el niño en sus primeros años, más rápida y más completa será su organización  neurológica y por tanto mayores serán sus capacidades.

El reto actual, que asumen el FERT, ITEFA y tantos otros, está en  llevar a los padres el convencimiento de que sólo en el ámbito familiar  esta educación es eficaz y respetuosa. Porque posiblemente la  prioridad de muchos padres no estriba en que sus hijos interpreten al  violín a Mozart a los cuatro años (lo que ya sucede en colegios en los  que se han desarrollado proyectos siguiendo estas tendencias), sino  en conseguir que sus hijos adquieran, ya desde estas edades  tempranas, aquellos hábitos y valores básicos que más adelante les  faciliten ser personas maduras, libres y responsables.

Notas bibliográficas

(1) Aaron Hass. El don de ser padre. El verdadero significado del  amor paterno. Javier Vergara Editor. Buenos Aires (1 995). 209 págs.  T.o. The Gift of Fatherhood.
(2) Ferñando Corominas. Cómo educar a tus hijos. Palabra. Madrid  (1 996). 5´ edición. 256 págs. Cómo educar la voluntad. Palabra.  Madrid (1993). 4´ edición. 248 págs.
(3) Familia y Educación Permanente. X Congreso Nacional de  Orientación Familiar. Asociación FERT. Barcelona (1997).

Meditación
 
EL PADRE BUENO Y EL BUEN PADRE

Padres buenos hay muchos, buenos padres hay pocos. No creo  que haya cosa más difícil que ser un buen padre. En cambio no es  difícil ser un padre bueno. Un corazón blando basta para ser un padre bueno; en cambio la voluntad más fuerte y la cabeza más clara son  todavía poco para ser un buen padre.

El padre bueno quiere sin pensar, el buen padre piensa para  querer. El buen padre dice que sí cuando es sí, y no cuando es no; el  padre bueno sólo sabe decir que sí. El padre bueno hace del niño un pequeño dios que acaba en un pequeño demonio. El buen padre no  hace ídolos; vive la presencia del único Dios.

El buen padre echa a volar la fantasía de su hijo dejándole crear un  aeroplano con dos maderas viejas. El padre bueno amanteca la  voluntad de su hijo ahorrándole esfuerzos y responsabilidades.

El buen padre templa el carácter del hijo llevándolo por el camino  del deber y del trabajo.

Y así, el padre bueno llega a la vejez decepcionado y tardíamente  arrepentido, mientras el buen padre crece en años respetado,  querido, y a la larga, comprendido.

Conoce la vida de la Virgen María

¿A qué momento de la vida de María se refiere cada ilustración?

La Virgen María hace más fuerte nuestra esperanza porque intercede por nosotros. Le pide a Dios como madre atenta que es, todo lo que necesitamos para que seamos buenos y algún día lleguemos al Cielo.

Qué alegría tenerla como madre!

La Virgen María es el mejor ejemplo de esperanza.

Ella, desde que le fue anunciado que sería la madre de Jesús, confió en Dios, a pesar de que no entendía muchas cosas. Toda su vida es un ejemplo de plena confianza en Dios.
¿A qué momento de la vida de María se refiere cada ilustración?

1.-La anunciación del ángel a María.
2.-José y María pidiendo posada.
3.-María en el nacimiento de Jesús.
4.-Jesús despidiéndose de su madre para iniciar su vida pública.
5.-María acompañando a su hijo en la cruz.

El Papa: Déjense acompañar por la Virgen María
 
El Papa envía video mensaje con motivo de la Fiesta de Nuestra Señora de Luján, Patrona de Argentina

El papa Francisco envío un sentido mensaje a sus compatriotas con motivo de la Fiesta de Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina, que se celebra el 8 de mayo.

Francisco dijo mirar en esa fecha hacia Luján. «Quiero estar cerca de ustedes el viernes 7, en las vísperas, donde todos los Obispos se van a reunir para rezar el Rosario por la salud del pueblo argentino».

El Papa acompaña a Argentina

«Desde aquí los acompaño. Y también el sábado 8, en el cual tendrán la conexión con el Rosario desde el santuario que corresponde ese día, a las 13:00, y a las 19:00 la Misa del cambio de manto.

En esa misa sé que ustedes van a ser convocados para preparar juntos el novenario del 2030 para celebrar los 400 años del milagro.

Es un camino muy largo, pero que pasa rápido, pero hay que hacerlo».

El Papa que convocó un maratón de oración del Rosario por el fin de la pandemia indicó que su patria puede hacer un camino de memoria «de lo que la Virgen hizo allí, quiso quedarse allí».

«Un camino de memoria, de tantos años y años de peregrinaciones, de búsquedas, de milagros, de hijas e hijos que caminan a ver a la Madre.

Que en ese encuentro, la memoria sea la guía de ustedes, porque una memoria fuerte garantiza un futuro seguro.

Recuerden todo lo que la Virgen ha hecho en nuestra patria. Déjense acompañar por ella y acompáñenla en su camino.

Que Dios los bendiga a todos y que la Virgen los cuide. Y por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias», concluyó.

El Santuario Mariano de Luján, el próximo 8 de mayo, dirigirá la oración internacional del Rosario con una intensión especial por la labor de los profesionales de la comunicación durante la pandemia.

PRECES

Jesús nos ha dicho: «Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor». Con el deseo de estar unidos a él, pedimos:
R/MSeñor, haz que permanezcamos en tu amor.
Para que todos los miembros de la Iglesia demos testimonio de amor fraterno,
– y sintamos la alegría de pertenecer al pueblo de la Nueva Alianza.MR/
Para que vivamos la libertad en el amor,
– y mostremos al mundo la fuerza salvadora de tu resurrección.MR/
Para que realicemos las obras de este día unidos a ti,
– y de esta manera contribuyamos a la venida de tu reino.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…

ORACIÓN

Oh, Dios, que, por tu gracia, nos has hecho pasar de pecadores a justos y de infelices a dichosos, hazte presente con tus obras y dones, para que no nos falte la fuerza de la perseverancia a quienes hemos sido justificados por la fe. Por nuestro Señor Jesucristo.



 
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