Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones

Evangelio según San Lucas 10,17-24. 


En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron llenos de gozo y dijeron a Jesús: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre". El les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo". En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el  Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar". Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!".

San Francisco de Borja

San Francisco de Borja, religioso presbítero

San Francisco de Borja, presbítero, quien, muerta su mujer, con la que había tenido ocho hijos, ingresó en la Orden de la Compañía de Jesús y, pese a haber abdicado de las dignidades del mundo y rehusado las de la Iglesia, resultó elegido prepósito general, y fue memorable por su austeridad de vida y oración. Falleció en Roma el 30 de septiembre. La familia Borja, que era una de las más célebres del reino de Aragón, se hizo famosa en el mundo entero cuando Alfonso Borgia fue elegido Papa con el nombre de Calixto III. A fines del mismo siglo, hubo otro Papa Borgia, Alejandro VI, quien tenía cuatro hijos cuando fue elevado al pontificado. Para dotar a su hijo Pedro, compró el ducado de Gandía, en España.

Pedro, a su vez lo legó a su hijo Juan, quien fue asesinado poco después de su matrimonio. Su hijo, el tercer duque de Gandía, se casó con la hija natural de un hijo de Fernando V de Aragón. De este matrimonio nació en 1510 Francisco de Borja y Aragón, nuestro santo, quien era nieto de un Papa y de un rey y primo de Carlos V. Francisco ingresó en la corte de este último, una vez que hubo terminado sus estudios, a los dieciocho años. Por entonces, ocurrió un incidente cuya importancia no había de verse sino más tarde. En Alcalá de Henares, Francisco quedó muy impresionado a la vista de un hombre a quien se conducía a la prisión de la Inquisición: ese hombre era Ignacio de Loyola.

Al año siguiente, tras de recibir el título de marqués de Lombay, Francisco contrajo matrimonio con Leonor de Castro. Diez años más tarde, Carlos V le nombró virrey de Cataluña, cuya capital es Barcelona. Años después, Francisco solía decir: «Dios me preparó en ese cargo para ser general de la Compañía de Jesús. Allí aprendí a tomar decisiones importantes, a mediar en las disputas, a considerar las cuestiones desde los dos puntos de vista. Si no hubiese sido virrey, nunca lo hubiese aprendido». En el ejercicio de su cargo consagraba a la oración todo el tiempo que le dejaban libres los negocios públicos y los asuntos de su familia. Los personajes de la corte comentaban desfavorablemente la frecuencia con que comulgaba, ya que prevalecía entonces la idea, muy diferente de la de los primeros cristianos, de que un laico envuelto en los negocios del mundo cometía un pecado de presunción si recibía con demasiada frecuencia el sacramento del Cuerpo de Cristo. En una palabra, el virrey de Cataluña ya no era lo que había sido: «veía con otros ojos y oía con otras orejas que antes; hablaba con otra lengua, porque su corazón había cambiado». En 1543, a la muerte de su padre, heredó el ducado de Gandía. Como el rey Juan de Portugal se negó a aceptarle como principal personaje de la corte de Felipe II, quien iba a contraer matrimonio con su hija, Francisco renunció al virreinato y se retiró con su familia a Gandía.

Ello constituyó un duro golpe para su carrera pública, y desde entonces el duque empezó a preocuparse más por sus asuntos personales. En efecto, fortificó la ciudad de Gandía para protegerla contra los piratas berberiscos, construyó un convento de dominicos en Lombay y reparó un hospital. Por entonces, el obispo de Cartagena escribió a un amigo suyo: «Durante mi reciente estancia en Gandía pude darme cuenta de que Don Francisco es un modelo de duques y un espejo de caballeros cristianos. Es un hombre humilde y verdaderamente bueno, un hombre de Dios en todo el sentido de la palabra ... Educa a sus hijos con un esmero extraordinario y se preocupa mucho por su servidumbre. Nada le agrada tanto como la compañía de los sacerdotes y religiosos...» La súbita muerte de Doña Leonor, ocurrida en 1546, puso fin a aquella existencia idílica. La esposa de Francisco había sido su amada y fiel compañera durante diecisiete años. Al verla en agonía, Francisco decidió pedir a Dios que se hiciese Su voluntad y no la propia. El más joven de sus ocho hijos tenía apenas ocho años cuando murió Doña Leonor. Poco después, el beato Pedro Fabro se detuvo unos días en Gandía; partió de ahí a Roma, llevando un mensaje del duque a san Ignacio, para comunicar al fundador de la Compañía de Jesús que había hecho voto de ingresar en la orden. San Ignacio se alegró mucho de la noticia; sin embargo, aconsejó al duque que difiriese la ejecución de sus proyectos hasta que terminase la educación de sus hijos y que, mientras tanto, tratase de obtener el grado de doctor en teología en la Universidad de Gandía, que acababa de fundar. También le aconsejaba que no divulgase su propósito, pues «el mundo no tiene orejas para oír tal estruendo». Francisco obedeció puntualmente. Pero al año siguiente, fue convocado a asistir a las cortes de Aragón, lo cual estorbaba el cumplimiento de sus propósitos. En vista de ello, san Ignacio le dio permiso de que hiciese en privado la profesión. Tres años después, el 31 de agosto de 1550, cuando todos los hijos del duque estaban ya colocados, partió éste para Roma. Tenía entonces cuarenta años.

Cuatro meses más tarde, volvió a España y se retiró a una ermita de Oñate, en las cercanías de Loyola. Desde allí obtuvo el permiso del emperador para traspasar sus títulos y posesiones a su hijo Carlos. En seguida se rasuró la cabeza y la barba, tomó el hábito clerical, y recibió la ordenación sacerdotal en la semana de Pentecostés de 1551. «El duque que se había hecho jesuita», se convirtió en la sensación de la época. El Papa concedió indulgencia plenaria a cuantos asistiesen a su primera misa en Vergara y la multitud que se congregó fue tan grande que hubo que poner el altar al aire libre. Los superiores de la casa de Oñate le nombraron ayudante del cocinero: su oficio consistía en acarrear agua y leña, en encender la estufa y limpiar la cocina.

Cuando atendía a la mesa y cometía algún error el santo duque tenía que pedir perdón de rodillas a la comunidad por servirla con torpeza. Inmediatamente después de su ordenación, empezó a predicar en la provincia de Guipúzcoa y recorría los pueblos haciendo sonar una campanilla para llamar a los niños al catecismo y a los adultos a la instrucción. Por su parte, el superior de Francisco le trataba con la severidad que le parecía exigir la nobleza del duque. Indudablemente que el santo sufrió mucho en aquella época, pero jamás dio la menor muestra de impaciencia. En cierta ocasión en que se había abierto una herida en la cabeza, el médico le dijo al vendársela: «Temo, señor que voy a hacer algún daño a vuestra gracia». Francisco respondió: «Nada puede herirme más que ese tratamiento de dignidad que me dais». Después de su conversión, el duque empezó a practicar penitencias extraordinarias; era un hombre muy gordo, pero su talle empezó a estrecharse rápidamente. Aunque sus superiores pusieron coto a sus excesos, San Francisco se las ingeniaba para inventar nuevas penitencias. Más tarde, admitía que, sobre todo antes de ingresar en la Compañía de Jesús, había mortificado su cuerpo con demasiada severidad. Durante algunos meses predicó fuera de Oñate. El éxito de su predicación fue inmenso. Numerosas personas le tomaron por director espiritual. El fue uno de los primeros en reconocer el valor grandísimo de santa Teresa de Jesús. Después de obrar maravillas en Castilla y Andalucía, se sobrepasó a sí mismo en Portugal.

En 1541, san Ignacio le nombró prepósito provincial de la Compañía de Jesús en España. San Francisco de Borja desempeñó ese cargo con algo del autocratismo que era característico de los nobles de su época, pero dio muestras de su celo y, en toda ocasión expresaba su esperanza de que la Compañía de Jesús se distinguiese en el servicio de Dios por tres normas: la oración y los sacramentos, la oposición al mundo y la perfecta obediencia. Por lo demás, esas eran las características del alma del santo.

San Francisco de Borja fue prácticamente el fundador de la Compañía de Jesús en España, ya que estableció una multitud de casas y colegios durante sus años de prepósito general.

Ello no le impedía, sin embargo, preocuparse por su familia y por los asuntos de España. Por ejemplo, dulcificó los últimos momentos de Juana la Loca, quien había perdido la razón cincuenta años antes, a raíz de la muerte de su esposo y, desde entonces, había experimentado una extraña aversión por el clero. Al año siguiente, poco después de la muerte de san Ignacio, Carlos V abdicó, se enclaustró en el monasterio de Yuste y mandó llamar a san Francisco. El emperador nunca había sentido predilección por la Compañía de Jesús y declaró al santo que no estaba contento de que hubiese escogido esa orden. Éste confesó los motivos por los que se había hecho jesuita y afirmó que Dios le había llamado a un estado en el que se uniese la acción a la contemplación y en el que se viese libre de las dignidades que le habían acosado en el mundo. Aclaró que, por cierto, la Compañía de Jesús era una orden nueva, pero el fervor de sus miembros valía más que la antigüedad, ya que «la antigüedad no es una garantía de fervor». Con eso quedaron disipados los prejuicios de Carlos V. San Francisco no era partidario de la Inquisición y este tribunal no le veía con buenos ojos, por lo que Felipe II tuvo que escuchar más de una vez las calumnias que los envidiosos levantaban contra el santo duque. Éste permaneció en Portugal hasta 1561, cuando el papa Pío IV le llamó a Roma a instancias del P. Laínez, general de los jesuitas.

En Roma se le acogió cordialmente. Entre los que asistían regularmente a sus sermones se contaban el cardenal Carlos Borromeo y el cardenal Ghislieri, quien más tarde fue Papa con el nombre de Pío V. Ahí se interiorizó más de los asuntos de la Compañía y empezó a desempeñar cargos de importancia. En 1565, a la muerte del P. Laínez, fue elegido general. Durante los siete años que desempeñó ese oficio, dio tal ímpetu a su orden en todo el mundo, que puede llamársele el segundo fundador. El celo con que propagó las misiones y la evangelización del mundo pagano inmortalizó su nombre. Y no se mostró menos diligente en la distribución de sus súbditos en Europa para colaborar a la reforma de las costumbres. Su primer cuidado fue establecer un noviciado regular en Roma y ordenar que se hiciese otro tanto en las diferentes provincias. Durante su primera visita a la Ciudad Eterna, quince años antes, se había interesado mucho en el proyecto de fundación del Colegio Romano y había regalado una generosa suma para ponerlo en práctica. Como general de la Compañía, se ocupó personalmente de dirigir el Colegio y de precisar el programa de estudios. Prácticamente fue él quien fundó el Colegio Romano, aunque siempre rehusó el título de fundador, que se da ordinariamente a Gregorio XIII, quien lo restableció con el nombre de Universidad Gregoriana. San Francisco construyó la iglesia de San Andrés del Quirinal y fundó el noviciado en la residencia contigua; además, empezó a construir el Gesú y amplió el Colegio Germánico, en el que se preparaban los misioneros destinados a predicar en aquellas regiones del norte de Europa en las que el protestantismo había hecho estragos.

San Pío V tenía mucha confianza en la Compañía de Jesús y gran admiración por su General, de suerte que san Francisco de Borja podía moverse con gran libertad. A él se debe la extensión de la Compañía de Jesús más allá de los Alpes, así como el establecimiento de la provincia de Polonia. Valiéndose de su influencia en la corte de Francia, consiguió que los jesuitas fuesen bien recibidos en ese país y fundasen varios colegios. Por otra parte, reformó las misiones de la India, las del Extremo Oriente y dio comienzo a las misiones de América. Entre su obra legislativa hay que contar una nueva edición de las reglas de la Compañía y una serie de directivas para los jesuitas dedicados a trabajos particulares. A pesar del extraordinario trabajo que desempeñó durante sus siete años de generalato, jamás se desvió un ápice de la meta que se había fijado, ni descuidó su vida interior. Un siglo más tarde escribió el P. Verjus: «Se puede decir con verdad que la Compañía debe a san Francisco de Borja su forma característica y su perfección. San Ignacio de Loyola proyectó el edificio y echó los cimientos; el P. Laínez construyó los muros; San Francisco de Borja techó el edificio y arregló el interior y, de esta suerte, concluyó la gran obra que Dios había revelado a san Ignacio». No obstante sus muchas ocupaciones, san Francisco encontraba tiempo todavía para encargarse de otros asuntos. Por ejemplo, cuando la peste causó estragos en Roma en 1566, el santo reunió limosnas para asistir a los pobres y envió a sus súbditos, por parejas, a cuidar a los enfermos de la ciudad, no obstante el peligro al que los exponía.

En 1571, el Papa envió al cardenal Bonelli con una embajada a España, Portugal y Francia, y san Francisco de Borja le acompañó. Aunque la embajada fue un fracaso desde el punto de vista político, constituyó un triunfo personal de Francisco. En todas partes se reunían verdaderas multitudes para «ver al santo duque» y oírle predicar; Felipe II, olvidando las antiguas animosidades, le recibió tan cordialmente como sus súbditos. Pero la fatiga del viaje apresuró el fin del santo, muy debilitado desde tiempo atrás por la responsabilidad de su cargo y por el esfuerzo que le costaba el no poder dedicarse a la oración como lo hubiese deseado. Su primo, el duque Alfonso, alarmado por el estado de su salud, le envió desde Ferrara a Roma en una litera. Sólo le quedaban ya dos días de vida. Por intermedio de su hermano Tomás, san Francisco envió sus bendiciones a cada uno de sus hijos y nietos y, a medida que su hermano le repetía los nombres de cada uno, oraba por ellos. Cuando el santo perdió el habla, un pintor entró a retratarle, lo cual muestra la falta de delicadeza que se observaba en ciertas ocasiones durante aquella época. Al ver al pintor, san Francisco manifestó su desaprobación con la mirada y el gesto y volvió el rostro a la pared para que no pudiesen retratarle. Murió a la media noche del 30 de septiembre de 1572. Según la expresión del P. Brodrick fue «uno de los hombres más buenos, amables y nobles que han pisado nuestro pobre mundo».

Desde el momento de su «conversión», san Francisco de Borja, canonizado en 1671, cayó en la cuenta de la importancia y de la dificultad de alcanzar la verdadera humildad y se impuso toda clase de humillaciones a los ojos de Dios y de los hombres. En Valladolid, donde el pueblo recibió al santo en triunfo, el P. Bustamante observó que Francisco se mostraba todavía más humilde que de ordinario y le preguntó la razón de su actitud. El santo replicó: «Esta mañana, durante la meditación, caí en la cuenta de que mi verdadero sitio está en el infierno y tengo la impresión de que todos los hombres, aun los más tontos, deberían gritarme: '¡Ve a ocupar tu sitio en el infierno!'». Un día confesó a los novicios que, durante los seis años que llevaba meditando la vida de Cristo, se había puesto siempre en espíritu a los pies de Judas; pero que recientemente había caído en la cuenta de que Cristo había lavado los pies del traidor y por ese motivo ya no se sentía digno de acercarse ni siquiera a Judas.

Monumenta Historica Societatis Jesu (1894-1911). Dichos volúmenes contienen más de mil cartas del santo, su diario espiritual de los últimos años y cierto número de documentos diversos referentes a su familia. En ese material se basan las biografías del P. Suau, Histoire de S. Francois de Borgia (1910), y de Otto Karrer, Der heilige Franz von Borja (1921). Los autores de las primitivas biografías, D. Vázquez (1585), reproducida substancialmente por el P. J. E. Nierember en 1644, y la del P. Ribadeneira, Vida del P. Francisco de Borja (1598), aunque fueron contemporáneos y amigos del santo, para evitar el escándalo pasaron en silencio muchas cosas, particularmente en lo referente a la lucha del duque de Gandía contra los graves abusos que cometían en la administración de la justicia los magistrados y grandes de España. En todas las biografías primitivas, sobre todo en la del cardenal Cienfuegos, se alababa al santo en forma extravagante y se repiten milagros y maravillas sin el menor sentido crítico. Por ejemplo, carece de fundamento la leyenda de que, al ver el cadáver de la reina Isabel, dijo san Francisco: «Jamás volveré a servir a señora que se me pueda morir» (cf. Suau, p. 68; Karrer, p. 281). fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Oración


Tú, Señor, que concediste a San Francisco de Borja el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

San Alberto Magno (c. 1200-1280) dominico 
Sermón para la fiesta de San Miguel

“Sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.”

“Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en el cielo contemplan sin cesar el rostro de mi Padre celestial.” Con estas palabras Cristo nos ha dicho más o menos lo siguiente: Estad atentos, cuidado con despreciar a los hombres sencillos, pobres y débiles. Yo los tengo en muy gran estima, hasta tal punto que, para guardarlos de todo mal, he puesto mis ángeles a su servicio. Y ¡qué ángeles! No penséis que se puedan comparar con simples “pinches de cocina”. No, son igual a los oficiales de mi palacio, porque “contemplan sin cesar el rostro de mi Padre celestial.” ...

    Los ángeles contemplan el rostro de Dios por varias razones. La primera, porque ellos ofrecen y presentan a Dios las buenas obras de los hombres. De ellos tenemos un testimonio en las palabras que Rafael dirige a Tobías: “He presentado tu oración al Señor.” (cf Tb 12,12) También leemos en el Apocalipsis: “Otro ángel vino y se colocó junto al altar con un incensario de oro. Le dieron gran cantidad de perfumes para que, junto con las oraciones de todos los santos, los ofreciera sobre el altar de oro que está delante del trono.” (Ap 8,3) Fijémonos que el altar es el corazón del hombre fiel a Dios. Delante de este altar están los ángeles. Su incensario representa los sentimientos de alegría con los que recogen los pensamientos, las oraciones, las palabras y las acciones de los hombres, para ofrecerlos, encendidos en el fuego de la caridad, sobre el altar de oro que se encuentra delante del trono de Dios.  Y la ofrenda sube hasta el Hijo que está en el seno del Padre. Por consiguiente, sería bueno que tuviéramos siempre algún don para depositar en el incensario de los ángeles.

Francisco, en Santa Marta. "Es como un embajador de Dios con nosotros"

El Papa recuerda que "cada uno tiene a un ángel a su lado"
"Sólo pide que lo escuchemos y lo respetemos"
Redacción, 02 de octubre de 2015 a las 17:12
A cada persona Dios le ha dado la "compañía" de un ángel para que la aconseje y proteja, un ángel al que hay que escuchar con docilidad

(RV).- A cada persona Dios le ha dado la"compañía" de un ángel para que la aconseje y proteja, un ángel al que hay que escuchar con docilidad. Lo afirmó el Papa Francisco en la homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta precisamente en el día de la fiesta de los Ángeles Custodios. La prueba de una paternidad que todo ama y abarca se la encuentra en las primeras páginas de la Biblia. Cuando Dios echa a Adán del Paraíso no lo deja solo, no le dice - destacó el Papa - "arréglatelas como puedas". Francisco citó oraciones y salmos que recuerdan cómo la figura del Ángel Custodio desde siempre está presente en toda vicisitud de la relación entre el hombre y el cielo. "He aquí que he enviado a un ángel ante ti para que te custodie en el camino y para hacerte entrar en el lugar que he preparado", se lee en el pasaje del Libro del Éxodo propuesto por la liturgia. Liturgia dedicada a esas divinas presencias especiales que - subrayó el Papa - "el Señor ha dado a todos". "Cada uno de nosotros - dijo - tiene uno" que "nos acompaña": "¡Está siempre con nosotros! Y ésta es una realidad. Es como un embajador de Dios con nosotros. Y el Señor nos aconseja: ‘¡Ten respeto de su presencia!'. Y cuando nosotros - por ejemplo - hacemos una maldad y pensamos que estamos solos: no, está él. Tener respeto de su presencia. Escuchar su voz, porque él nos aconseja. Cuando sentimos esa inspiración: ‘Pero has esto... esto es mejor... esto no se debe hacer...". ¡Escucha! No te rebeles a él". El Ángel Custodio nos defiende siempre y, sobre todo, del mal, aseguró Francisco. Y observó que a veces "nosotros pensamos que podemos esconder tantas cosas", "cosas feas" que, al final, saldrán a la luz. Y el Ángel - dijo el Papa - está allí "para aconsejarnos", para "cubrirnos", exactamente como haría "un amigo". "Un amigo que nosotros no vemos, pero que sentimos". Un amigo que un día "estará con nosotros en el Cielo, en la alegría eterna": "Sólo pide que lo escuchemos y lo respetemos. Sólo esto: respeto y escucha. Y este respeto y escucha a este compañero de camino se llama docilidad. El cristiano debe ser dócil al Espíritu Santo. La docilidad al Espíritu Santo comienza con esta docilidad a los consejos de este compañero de camino".

Y para ser dóciles - señaló el Papa Francisco - es necesario ser pequeños, como niños, o sea como aquellos de quienes Jesús ha dicho que son los más grandes en el Reino de su Padre.

Por tanto, concluyó el Papa Bergoglio, el Ángel Custodio es "un compañero de camino" que nos enseña la humildad y a quien, como niños, debemos escuchar:

"Pidamos hoy al Señor la gracia de esta docilidad, de escuchar la voz de este compañero, de este embajador de Dios que está junto a nosotros en su nombre, y que estamos sostenidos por su ayuda. Siempre en camino... Y también en esta Misa, con la que alabamos al Señor, recordemos cuán bueno es el Señor que precisamente después de haber perdido su amistad, no nos ha dejado solos, no nos ha abandonado".

¡Dichosos los ojos que ven lo que veis!

Lucas 10, 17-24. Tiempo Ordinario. Alégrense de que sus nombres estén escritos en el cielo. 


Oración introductoria


Gracias, Señor, por mostrarme el camino para llegar al Padre, permite que sea un pequeño y sea dichoso de estar cerca de Ti.


Petición


Señor, concédeme ser sencillo para buscar siempre el camino que me lleve a Ti.

Meditación del Papa Francisco

Siempre como misioneros del Evangelio, con la urgencia del Reino que está cerca. Todos deben ser misioneros, todos pueden escuchar la llamada de Jesús y seguir adelante y anunciar el Reino.

Dice el Evangelio que estos setenta y dos regresaron de su misión llenos de alegría, porque habían experimentado el poder del Nombre de Cristo contra el mal. Jesús lo confirma: a estos discípulos Él les da la fuerza para vencer al maligno. Pero agrega: “No estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están escritos en el cielo”. No debemos gloriarnos como si fuésemos nosotros los protagonistas: el protagonista es uno solo, ¡es el Señor! Protagonista es la gracia del Señor. Él es el único protagonista. Nuestra alegría es sólo esta: ser sus discípulos, sus amigos. Que la Virgen nos ayude a ser buenos obreros del Evangelio.(S.S. Francisco, 7 de julio de 2013)

Reflexión


¡Qué alegría de los discípulos después de una jornada tan exitosa! Los demonios les temen, curan leprosos, hacen caminar a los paralíticos, dan la vista a los ciegos etc.
Todo perfecto después de unos días de misiones. Como tantos de nosotros que al final de la semana nos alegramos porque nos ha ido bien en los estudios, hicimos el bien a una persona, nos subieron el sueldo en nuestro trabajo, nos callamos cuando quisimos decir una palabra ofensiva a alguien, aumentaron las ventas de nuestros negocios y demás aspectos positivos que nos pudieron haber pasado. Nos sentimos contentos, como los discípulos, porque las cosas salieron como nosotros queríamos. Sin embargo, Cristo nos dice que no debería ser éste el motivo principal de nuestra alegría.
La satisfacción tan agradable y tan necesaria que experimentamos por haber hecho el bien en esta tierra nos debería llevar a pensar en los méritos que ganamos para el cielo. Este es el motivo principal por el cual deberíamos de estar contentos. Saber que hemos actuado de tal forma que nuestros nombres están escritos en el reino de los cielos.
Sabiendo los motivos de nuestra verdadera alegría es como si hubiésemos encontrado el tesoro que buscábamos en nuestra vida. Custodiemos este tesoro y no permitamos que los ladrones de la vanidad, avaricia, egoísmo nos lo arrebaten.


Propósito


Alegrarme con Jesús al hacer el bien en esta tierra, y saber que son méritos para el cielo.


Diálogo con Cristo


Te doy gracias, Señor, porque esta oración provoca mi anhelo de corresponder a tu amor con una vida santa. Ayúdame a vivir amando a los demás, por Ti, desde Ti y como Tú me has enseñado.

Los 4 temas clave del próximo Sínodo de la Familia


El domingo 4 de octubre comienza en Roma el Sínodo de obispos sobre la familia
Por: Rome Reports | Fuente: http://sinodo.romereports.com/index.php 
El domingo 4 de octubre comienza en Roma el Sínodo de obispos sobre la familia, que reúne a representantes de todas las conferencias episcopales del mundo. El Papa ha querido que participen también 18 matrimonios. A lo largo de tres semanas trabajarán duro para afrontar las emergencias de la vida de las familias. En el documento de trabajo identifican estas cuatro:

1) Menos jóvenes deciden casarse

La dificultad de tomar decisiones definitivas, de formalizar un compromiso como el matrimonio, es un desafío para las nuevas generaciones. Además de menos bodas, cada vez hay más divorcios y separaciones. “Debemos reflexionar seriamente para comprender por qué los jóvenes de hoy no quieren casarse, a pesar de que casi todos desean una seguridad afectiva estable y un matrimonio sólido. Junto a otras causas, hay un miedo a equivocarse y fracasar que impide confiar en la gracia que Cristo ha prometido a la unión conyugal”.

2) Ayudar a los matrimonios. La Iglesia católica quiere buscar modos mejores para prepararse al matrimonio. Entre bromas, Francisco lamentó que se estudia más para un examen que para la vida matrimonial. Al Papa le gusta la idea de que algunos matrimonios ayuden a otros matrimonios. Tanto antes de la boda como en los primeros años. Así aprenderán cómo perdonar y valorar los errores y limitaciones del otro. “Si os habéis peleado nunca terminéis el día sin hacer las paces en la familia. ¿Y cómo debo hacerlo? ¿De rodillas? No. Basta un pequeño gesto, algo así. Y la armonía vuelve a la familia”.’

3) Conexión con los hijos. Educar a los hijos es un desafío en todos los continentes. Muchos padres dicen que no consiguen hablar con ellos a causa del “entorno invasivo de los medios y las redes sociales”, que con el móvil o el ordenador influyen de un modo decisivo sobre nuestros hijos..“Si la educación familiar recobra su protagonismo, muchas cosas cambiarán para bien. Es hora de que los padres y las madres regresen de su exilio, se han autoexilado de la educación de los hijos, y se impliquen plenamente en la educación de sus hijos”.

4) Familias rotas. Al Papa le preocupa que las familias rotas piensen que no tienen sitio en la Iglesia. Por eso pide a los católicos que les traten con comprensión y que les ayuden espiritualmente. En algunos lugares los divorciados no pueden ser padrinos de bautizo ni tener encargos en tareas de catequesis algo que el sínodo reconsiderará.
Además, algunos obispos han pedido que se busquen itinerarios para aquellos divorciados vueltos a casar civilmente que en algunas circunstancias extraordinarias desean volver a recibir los sacramentos.

“Diferenciando entre quienes han sufrido la separación y quienes la han provocado.
Si se mira la nueva unión desde los hijos pequeños vemos la urgencia de una acogida real hacia las personas que viven tal situación. ¿Cómo podemos pedirle a estos padres educar a los hijos en la vida cristiana si están alejados de la vida de la comunidad?”

Como dijo Francisco, esta búsqueda de soluciones a la emergencia se ha hecho respetando cuatro elementos fundamentales del matrimonio: la indisolubilidad, la unidad, la fidelidad y la apertura a la vida. Ese será el marco de trabajo del Sínodo.

"Pro Francisco": apoya al Papa y sus reformas

La iniciativa pretende "remar con el Papa" con distintas herramientas a través de la red
Nace "Pro Francisco", una campaña mundial para apoyar al Papa y a sus reformas
Una propuesta "plural y pluralista" en la que "caben todas las sensibilidades y posiciones ideológicas"
El eje progresistas-conservadores no responde a lo que busca Francisco. Porque unos y otros (progresistas y conservadores) queremos y buscamos, junto al Papa, una Iglesia cada vez más evangélica

A pocas horas de que arranque la segunda -y definitiva- fase del Sínodo de Obispos sobre la Familia, surge la web "Pro Francisco". Una iniciativa a través de la red que busca, según sus convocantes, "aglutinar a personas, asociaciones, medios de comunicación, colectivos e instituciones del ámbito hispano" con dos claros objetivos: "apoyar al Papa Francisco y visibilizar dicho apoyo en una plataforma digital propositiva y plural. Una iniciativa para sumar".

La web, que nace con un carácter abierto, ha sido promovida en sus inicios por Religión Digital, la Revista Encrucillada, Atrio.org yAmerindia (uno de los principales portales web de Latinoamérica), así como Mensajeros de la Paz, y que en los próximos días contará con nuevos apoyos. Una campaña de apoyo al Papa que "no va contra nadie, ni siquiera contra los que están descontentos o descolocados con el Papa Bergoglio".

"Queremos aglutinar, en una iniciativa absolutamente plural y pluralista, a todas las personas de buena voluntad, que ven en el Papa Francisco un revulsivo humano-divino y divino-humano", asegura la web, que reconoce que "aquí caben creyentes de todas las sensibilidades y posiciones ideológicas", pues "el eje izquierda-derecha se ha quedado viejo. El eje progresistas-conservadores no responde a lo que busca Francisco. Porque unos y otros (progresistas y conservadores) queremos y buscamos, junto al Papa, una Iglesia cada vez más evangélica".

La mecánica de la adhesión es muy fácil. Consiste en rellenar un pequeño formulario, haciendo público y explícito el apoyo al Papa Francisco. A su vez, se han habilitado unapágina en Facebook, un perfil en Twitter, una página de imágenes en Flickr y un canal en Youtube. De hecho, el objetivo es que todos aquellos que quieran apoyar al Papa puedan hacerlo enviado tweets, imágenes, vídeos, dibujos, pensamientos o artículos, que se irán recogiendo en la plataforma.

La iniciativa irá contando, progresivamente, con las aportaciones de expertos, miembros de la jerarquía o simples fieles de a pie. "Queremos acompañar y "repicar" en todos los ambientes en los que nos movemos la frescura y la riqueza de este pontificado de la misericordia", asumen sus organizadores.

"Se trata de que nos subamos a la oleada de ilusión que, de la mano de Francisco, recorre la Iglesia e, incluso, el mundo. Remar con el Papa. Ayudarle, para que la barca de Pedro se dirija, decidida y alentada por el Espíritu, por la fuerza del Concilio y por el proceso sinodal y colegial, hacia una reforma profunda de la Iglesia y de sus relaciones con el mundo. "Estamos dispuestos a "hacer lío" y "andar adelante", como nos pide continuamente el Papa Francisco. Estamos preparados para apoyarlo y seguirlo por el camino del 'aggiornamento' eclesial. Por la senda de la conversión, que nace en los corazones y se contagia a personas e instituciones, para transformar el mundo y luchar por el Reino", se puede leer en ProPapaFrancisco.com. Para entrar en la web, pincha aquí: Para entrar en el perfil de Facebook, pincha aquí: Para seguirnos en Twitter, pincha aquí: Para entrar en el canal de Flickr, pincha aquí:
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