Porque todo el que pide,recibe
- 18 Febrero 2016
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Cruces por mujeres muertas en Ciudad Juárez
Carta abierta de mujeres de Ciudad Juárez al Papa Francisco
"No debes permitir que te pongan la mordaza; estamos convencidas de que levantarás tu voz en nuestro nombre"
"Tú eres nuestra única ancla para seguir unidas con el Dios de la vida"
Redacción, 17 de febrero de 2016 a las 13:05
Francisco necesitamos tu amor de padre, una acaricia, una mirada. Te esperamos con amor infinito. Sabemos que tú darás voz y vida a nuestras mujeres desaparecidas o asesinadas
(El Sismografo).- Querido Padre Francisco: Sabemos que no desean que veas nuestros sufrimientos, en particular los frutos de una sociedad basada en la violencia de algunos privilegiados contra la mayoría del pueblo. De esta realidad nace cada dolor nuestro, cada luto y cada victima nuestra: nuestras madres queridas, nuestras hermanas, nuestras hijas, nuestras niñas.
Todos dicen que saben por qué nuestra mujeres desaparecen, más de 1700 en 30 años, o por qué han sido asesinadas en un modo atroz, más de 500.
Querido Papa nuestro, tú lo sabes y contigo lo sabe la Morenita. No debes permitir que te pongan la mordaza. Estamos convencidas que hablarás claro, que levantarás tu voz en nombre nuestro, que tendrás fuerza para indignarte; esa fuerza que nosotros hemos perdido bajo el peso de tantas lágrimas y peticiones sin respuesta.
Padre, tú eres nuestra única ancla para seguir unidas con el Dios de la vida. No te olvides que sólo tu bondad, tu valentía, tu misericordia, nos ayudarán a resistir para poder así conservar nuestra humanidad y nuestra fe.
Francisco necesitamos tu amor de padre, una acaricia, una mirada. Te esperamos con amor infinito. Sabemos que tú darás voz y vida a nuestras mujeres desaparecidas o asesinadas.
Muchos darán explicaciones a esta horrenda hecatombe. A ti nosotros no te pedimos análisis. A ti nosotros te pedimos esperanza. Habla con la Gudalupana. A ti ella te escuchará. Ella ahora nos debe ayudar para continuar a vivir en pié.
Te amamos mucho Padre Francisco
Rosa Estévez y otras 10 compañeras. Ciudad Juárez, 16 febbraio 2016.
Los tirones han hecho a Francisco perder el equilibrio
"¡No seas egoísta!"
El enfado del papa Francisco
Los jóvenes a Francisco: "¡Te amo, papa!"
Redacción, 17 de febrero de 2016 a las 11:35
El Papa lanzó a los jóvenes un discurso enérgico e inconformista de no resignación al narcotráfico
El papa Francisco se ha enfadado con varias personas que le han agarrado cuando se acercó a saludar a una valla a los asistentes al encuentro con jóvenes, que ha tenido lugar este martes por la tarde en la ciudad de Morelia, en el estado mexicano de Michoacán, dentro de los actos prevista en su visita a México.
"¡No seas egoísta!", ha dicho en varias ocasiones el Pontífice, quien sin embargo ha continuado saludando a los fieles e impartiendo bendiciones a niños en silla de ruedas, tal y como ha informado la agencia de noticias Notimex, que añade que el Papa subió posteriormente a un pequeño vehículo para abandonar las instalaciones.Varias personas han compartido vídeos del momento del enfado del Pontífice. Cuando se acercó al público mientras se retiraba, el Papa despertó la emoción de los jóvenes congregados, al grado que uno llegó a agarrarle y tirar de él con tanta insistencia que Francisco casi pierde el equilibrio y prácticamente cae encima de un niño en silla de ruedas. Ayudado por sus escoltas y personal del Estado Mayor Presidencial, Francisco logró recuperar la vertical y, claramente molesto, le dijo al joven que tiró de su vestimenta: "¡No seas egoísta!". Inmediatamente después el sonido local llamó a los asistentes a no agolparse en torno al Pontífice, que solo quería saludarlos. Tras el acto, se ha dirigido al Aeropuerto Internacional de Morelia, desde donde ha tomado un avión para regresar a Ciudad de México y pernoctar en la nunciatura apostólica. Encuentro con la juventud. Con gritos como "Esta es la juventud del Papa" y "Que lo vengan a ver, que lo vengan a ver, el Papa es mexicano cómo lo ven", los jóvenes animaron con su entusiasmo, sus brincos y sus gritos los minutos previos a la llegada del pontífice, quien tuvo tiempo para saludarlos antes y después de la ceremonia. Durante el evento, el Papa lanzó a los jóvenes un discurso enérgico e inconformista en que les dijo que no se resignaran a un panorama marcado por el narcotráfico, la falta de oportunidades, la pobreza y la marginación. Los jóvenes respondieron con aplausos, interrumpiéndole con gritos como "¡Te queremos!" o "¡Te amo, papa!", ante los cuales el pontífice esbozaba una sonrisa. En el cierre del encuentro se hizo una pequeña actuación con danzas, en la que una carpa dorada en mitad del escenario iba descubriendo poco a poco una gran cruz. Mientras, en la audiencia se desplegaba una manta gigante con una paloma que representaba al Espíritu Santo, poco antes de que Francisco despidiera a los asistentes y rezara con ellos un Avemaría. (RD/Agencias)
Francisco, junto a la Guadalupana, con empresarios y trabajadores
"El lucro y el capital no son un bien por encima del hombre, están al servicio del bien común"
Francisco, contra la explotación laboral: "Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días"
Exhorta a trabajadores y empresarios a "negociar: siempre se pierde algo, pero ganan todos"
Jesús Bastante, 17 de febrero de 2016 a las 20:47
Todos estamos en el mismo barco, todos tenemos que luchar para que el trabajo sea una instancia de humanización y de futuro, un espacio para construir sociedad y ciudadanía
(Jesús Bastante).- Tras el encuentro con los presos, el Papa Francisco se reunió en Chihuahua con trabajadores, empresarios y gremialistas, y lanzó una dura andanada contra otra prisión, la de la explotación laboral, la del imperio del capital. "Dios pedirá cuentas a los esclavistas de nuestros días", clamó Bergoglio, quien incidió en la necesidad de "soñar el México que nuestros hijos se merecen".
"El lucro y el capital no son un bien por encima del hombre, están al servicio del bien común, y cuando el bien común es forzado para estar al servicio del lucro, y el capital la única ganancia posible, eso tiene un nombre.Se llama exclusión, y así se va consolidando la cultura del descarte", proclamó Francisco en una intervención que mezcló un discurso preparado con frases improvisadas y que desató el aplauso de los presentes.
Tras escuchar varios testimonios de empresarios, trabajadores, obreros y familias, Francisco incidió en la necesidad del diálogo. "Todo lo que podamos hacer para dialogar, encontrarnos, para buscar mejor alternativa y oportunidad, es ya un logro a valorar y resaltar", indicó, apuntando que "no hay que cansarse de dialogar", pues "las guerras se van gestando de a poquito por la mudez y por los desencuentros".
"Hoy en día no podemos darnos el lujo de cortar toda instancia de encuentro, de debate, de confrontación, de búsqueda. Es la única manera que tenemos de poder ir construyendo el mañana", y de "forjar el México que su pueblo y sus hijos se merecen".
Trabajadores y empresarios, que "a primera vista podrían considerarse como antagonistas, pero les une la misma responsabilidad. Buscar, generar espacios de trabajo dignos y verdaderamente útiles para la sociedad, y especialmente para los jóvenes de esta tierra".
"Uno de los flagelos más grandes a los que se ven expuestos los jóvenes es la falta de oportunidades de estudio y de trabajo sostenible, que les permita proyectarse. Y esto genera en tantos casos, situaciones de pobreza y marginación", señaló Bergoglio, quien apuntó que "esta pobreza y marginación es el mejor caldo de cultivo para que caigan en el círculo del narcotráfico y de la violencia. Es un lujo que hoy no nos podemos dar. No se puede dejar solo y abandonado el presente y el futuro de México. Y para eso, diálogo, confrontación, fuentes de trabajo que vayan creando este sendero constructivo".
"Desgraciadamente el tiempo que vivimos ha impuesto el paradigma de la utilidad económica como principio de las relaciones personales. La mentalidad reinante propugna la mayor parte de ganancias a cualquier costo y de manera inmediata", denunció el Papa, quien apuntó que dicha mentalidad "olvida que la mejor inversión que se puede realizar es invertir en la gente, en las personas, en las familias. La mejor inversión es crear oportunidades".
"La mentalidad reinante pone el flujo de las personas al servicio del flujo de capitales, provocando en muchos casos la explotación de empleados como si fueran objetos para usar y tirar. Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días", aseguró el Papa, quien incidió en que "debemos hacer todo lo posible para que estas ituaciones no se produzcan más. El flujo del capital no puede influir en las personas".
Frente a la desigualdad, un arma: la Doctrina Social de la Iglesia, que buscar "velar por la integridad de las personas y las instituciones sociales. Cuando ésta se ve amenazada o reducida a bien de consumo, la DSI será voz profética que nos enseñará a no perdernos en el mar seductor de la ambición".
Porque "cada vez que la integridad de una persona es violada, toda la sociedad en cierta manera empieza a deteriorarse. Y esto que dice la DSI no es en contra de nadie, sino a favor de todos. Todos estamos en el mismo barco, todos tenemos que luchar para que el trabajo sea una instancia de humanización y de futuro, un espacio para construir sociedad y ciudadanía. Esta actitud no solo genera una mejora inmediata, sino que va transformándose en una cultura capaz de promover espacios dignos para todos".
"¿Qué mundo queremos dejarle a nuestros hijos?", se preguntó el Papa. "¿Qué quiere dejar México a sus hijos? ¿Quiere dejarle una memoria de explotación, de acoso laboral o de tráfico de trabajo esclavo? ¿O la memoria de un trabajo digno y de la tierra para trabajar? Trabajo, techo y tierra. ¿En qué cultura queremos ver nacer a los que nos seguirán? ¿Qué aire van a respirar, uno viciado por la corrupción, la violencia o la desconfianza, o un ambiente capaz de generar alternativa, renovación o cambio? Generar es ser co-creadores con Dios".
"Eso cuesta", reconoció el Papa. "Cuando se va a negociar siempre se pierde algo, pero ganan todos. Sé que no es fácil poder congeniar en un mundo cada vez más competitivo, pero es peor dejar que el mundo competitivo termine determinando el destino de los pueblos... esclavos. El lucro y el capital no son un bien por encima del hombre, están al servicio del bien común, y cuando el bien común es forzado para estar al servicio del lucro, y el capital la única ganancia posible, eso tiene un nombre. Se llama exclusión, y así se va consolidando la cultura del descarte". "Quiero invitarlos a soñar, a soñar en un México en el que el papá y la mamá puedan tener tiempo para jugar con sus hijos. Y eso lo van a lograr dialogando, confrontando, negociando, perdiendo para que ganen todos", culminó Francisco, quien invitó a los presentes a "soñar el México que sus hijos se merecen, donde no hayan personas de primera, segunda o de cuarta, sino el que sabe reconocer en el otro el hijo de Dios".
Discurso del Papa:
Queridos hermanos y hermanas He querido encontrarme con ustedes aquí en esta tierra de Juárez, por la especial relación que esta ciudad tiene con el mundo del trabajo. No sólo les agradezco el saludo de bienvenida y sus testimonios, que han puesto de manifiesto los desvelos, las alegrías y esperanzas que experimentan en sus vidas, sino que quisiera agradecerles también esta oportunidad de intercambio y reflexión. Todo lo que podamos hacer para dialogar, para encontrarnos, para buscar mejores alternativas y oportunidades es ya un logro a valorar y resaltar. Obviamente que no alcanza, pero hoy en día no podemos darnos el lujo de cortar toda instancia de encuentro, de debate, de confrontación, de búsqueda. Es la única manera que tendremos de poder ir construyendo el mañana, ir tejiendo relaciones sostenibles capaces de generar el andamiaje necesario que, poco a poco, irá reconstruyendo los vínculos sociales tan dañados por la falta de comunicación, tan dañados por la falta de respeto a lo mínimo necesario para una convivencia saludable. Gracias, y que esta instancia sirva para construir futuro y sea una buena oportunidad de forjar el México que su pueblo y que sus hijos se merecen. Me gustaría detenerme en este último aspecto. Hoy están aquí diversas organizaciones de trabajadores y representantes de cámaras y gremios empresariales. A primera vista podrían considerarse como antagonistas, pero los une una misma responsabilidad: buscar generar espacios de trabajo digno y verdaderamente útil para la sociedad y especialmente para los jóvenes de esta tierra. Uno de los flagelos más grandes a los que se ven expuestos sus jóvenes es la falta de oportunidades de estudio y de trabajo sostenible y redituable que les permita proyectarse, generando en muchos casos situaciones de pobreza. Y esta pobreza es el mejor caldo de cultivo para que caigan en el círculo del narcotráfico y de la violencia. Es un lujo que nadie se puede dar; no se puede dejar solo y abandonado el presente y el futuro de México. Desgraciadamente, el tiempo que vivimos ha impuesto el paradigma de la utilidad económica como principio de las relaciones personales. La mentalidad reinante propugna la mayor cantidad de ganancias posibles, a cualquier tipo de costo y de manera inmediata. No sólo provoca la pérdida de la dimensión ética de las empresas sino que olvida que la mejor inversión que se puede realizar es invertir en la gente, en las personas, en sus familias. La mejor inversión es crear oportunidades. La mentalidad reinante pone el flujo de las personas al servicio del flujo de capitales provocando en muchos casos la explotación de los empleados como si fueran objetos a usar y tirar (cf. Laudato si', 123). Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días, y nosotros hemos de hacer todo lo posible para que estas situaciones no se produzcan más. El flujo del capital no puede determinar el flujo y la vida de las personas. No son pocas las veces que, frente a los planteos de la Doctrina Social de la Iglesia, se salga a cuestionarla diciendo: «Estos pretenden que seamos organizaciones de beneficencia o que transformemos nuestras empresas en instituciones de filantropía». La única pretensión que tiene la Doctrina Social de la Iglesia es velar por la integridad de las personas y de las estructuras sociales. Cada vez que, por diversas razones, ésta se vea amenazada, o reducida a un bien de consumo, la Doctrina Social de la Iglesia será voz profética que nos ayudará a todos a no perdernos en el mar seductor de la ambición. Cada vez que la integridad de una persona es violada, toda la sociedad es la que, en cierta manera, empieza a deteriorarse. Y esto no es en contra de nadie, sino a favor de todos. Cada sector tiene la obligación de velar por el bien del todo; todos estamos en el mismo barco. Todos tenemos que luchar para que el trabajo sea una instancia de humanización y de futuro; que sea un espacio para construir sociedad y ciudadanía. Esta actitud no sólo genera una mejora inmediata, sino que a la larga va transformándose en una cultura capaz de promover espacios dignos para todos. Esta cultura, nacida muchas veces de tensiones, va gestando un nuevo estilo de relaciones, un nuevo estilo de Nación. ¿Qué mundo queremos dejarles a nuestros hijos? Creo que en esto la gran mayoría podemos coincidir. Ese es precisamente nuestro horizonte, esa es nuestra meta y, por ello, hoy tenemos que unirnos y trabajar. Siempre es bueno pensar qué me gustaría dejarles a mis hijos; también es una buena medida para pensar en los hijos de los demás. ¿Qué quiere dejar México a sus hijos? ¿Quiere dejarles una memoria de explotación, de salarios insuficientes, de acoso laboral? ¿O quiere dejarles la cultura de la memoria de trabajo digno, del techo decoroso y de la tierra para trabajar? ¿En qué cultura queremos ver nacer a los que nos seguirán? ¿Qué atmósfera van a respirar? ¿Un aire viciado por la corrupción, la violencia, la inseguridad y desconfianza o, por el contrario, un aire capaz de generar alternativas, generar renovación y cambiamiento? Sé que lo planteado no es fácil, pero sé también que es peor dejar el futuro en manos de la corrupción, del salvajismo, de la falta de equidad. Sé que no es fácil muchas veces armonizar todas las partes en una negociación, pero sé también que es peor, y nos termina haciendo más daño, la carencia de negociación y la falta de valoración. Sé que no es fácil poder congeniar en un mundo cada más competitivo, pero es peor dejar que el mundo competitivo termine determinando el destino de los pueblos. El lucro y el capital no son un bien por encima del hombre, están al servicio del bien común. Y, cuando el bien común es forzado para estar al servicio del lucro, y el capital la única ganancia posible, eso se llama exclusión. Comenzaba agradeciéndoles la oportunidad de estar juntos, quiero invitarlos a soñar en México, a construir el México que sus hijos se merecen; el México donde no haya personas de primera segunda o cuarta, sino el México que sabe reconocer en el otro la dignidad del hijo de Dios. Que la Guadalupana, que se manifestó a Juan Diego, y reveló cómo los aparentemente dejados de lado eran sus testigos privilegiados, los ayude y acompañe en esta construcción.
Evangelio según San Mateo 7,7-12.
Jesús dijo a sus discípulos: Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan! Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.
Homilía anónima del siglo IV atribuida a San Juan Crisóstomo; SC 146, pag 67ss
“Pedid y se os dará....; llamad y se os abrirá.”
“Inclina tu oído hacia mí, Señor.” (Sal 5,2) Tú has venido, Señor, no sólo por misericordia con tu pueblo Israel, sino para salvar a todas las naciones..., no sólo a restaurar una parte de la tierra, sino a renovar al mundo entero. Por esto “Inclina tu oído hacia mí.” ¡No rechaces mi súplica por indigna, no desdeñes mi oración! No pido oro ni riquezas... Deseando el amor y el respeto de tu nombre, clamo sin cesar: “Inclina tu oído hacia mí, Señor.” Israel gozaba de tus bienes. Yo también tendré experiencia de tus beneficios. Tú sacaste a tu pueblo de Egipto. Sácame de mi error. Tú lo rescataste del poder de Faraón. Líbrame del autor del mal. Tú lo hiciste pasar por el Mar Rojo. Condúceme a través de las aguas bautismales. Tú lo guiaste con una columna de fuego. Ilumíname por tu Espíritu Santo. Israel comió del pan de ángeles en el desierto. Dame tu Cuerpo santísimo. Bebió el agua de la roca; sacia mi sed con la Sangre de tu costado. Israel recibió las tablas de la ley; grava tu evangelio en mi corazón... “Inclina tu oído hacia mí, Señor.” ¡Comprende mi grito! Gracias a este grito, Moisés tuvo a la creación como aliada para tu pueblo ( en el mar rojo). Gracias a este clamor, Josué paró el curso del sol (Jos 10,12) Gracias a este grito, Elías volvió estériles las nubes del cielo. (1R 17,1) Gracias a este clamor, Ana engendró un hijo contra toda esperanza (1S 1,10ss) ¡Señor, atiende, pues, mi súplica! Proclamo el poder absoluto del Padre y la mediación del Hijo, su misión en el mundo y su obediencia. El Padre tiene su trono eterno y tú, “inclinaste los cielos y bajaste” (Sal 28,10; 17,10)... En el Jordán recibiste el testimonio del Padre...; multiplicando los panes en el desierto, levantaste los ojos hacia el cielo y pronunciaste la bendición. Cuando estuviste suspendido en la cruz, el Padre recibió tu espíritu; cuando depositaron tu cuerpo en el sepulcro, él te resucitó al tercer día. Por todo esto clamo en mi oración, esto es lo que proclamo a través de los tiempos.
Santa Bernardita Soubirous
Santa Bernardette nació el 7 de enero, de 1844 en el pequeño pueblo de Lourdes, en las hermosas montañas de los Pirineos franceses. En su bautismo le pusieron el nombre de Marie-Bernard, pero desde pequeña la llamaban por el diminutivo "Bernardette". Su padre Francisco era un hombre honesto y recto pero no muy capaz en los negocios. Trabajó como molinero para los Casterot, una familia acomodada. Vivía con su familia en el molino de Boly. Su madre, Luisa Casterot, se casó a los 16 años. Se pensaba que así su futuro estaría asegurado pero las cosas no resultaron de esa manera. Cuando los clientes venían a moler su trigo, la joven pareja les servía una comida completa. Esto podía hacerse en tiempos de abundancia, pero llegó a hacer crisis en tiempos de estrechez. Las deudas forzaron a los Soubirous a dejar el molino y albergarse en una celda, propiedad de un primo de Francisco, que había sido parte de una prisión. En un solo cuarto vivían los seis, el padre, la madre y los cuatro hijos. Los mayores eran las mujeres, Bernardette la primera, después de ella venía Toinette (dos años y medio más joven), y luego los dos varones, Jean-Marie y Justin. Para conseguir el escaso pan para los niños, Francisco y Luisa tomaban todo tipo de trabajos que podían encontrar. Cuando nació Bernardette la familia todavía tenía recursos. Una prueba de ello es que la niña fue confiada a una nodriza por seis meses. La nodriza, llamada Marie Avarant y de casada Lagues, vivía en Bartres, en el campo a 5 millas de Lourdes. Marie Lagues amamantó a Bernardette por 15 meses, desde junio de 1844 a octubre de 1845. De acuerdo con la costumbre ambas familias quedaron muy unidas entre sí.
Las dificultades económicas de la familia Soubirous dio oportunidad a Marie para pedir hacerse cargo de Bernardette. El pretexto fue que le ayudase con otros niños, pero en realidad la quería para el pastoreo de ovejas. Quedó así como una pastorcita contratada aunque sin paga.
Al ir a Bartres le prometieron que podría prepararse con el sacerdote del lugar para hacer su Primera Comunión. Tenía casi 14 años y era la única niña de su edad en Lourdes que no la había recibido. Pero al ver que era muy buena en su trabajo, la obligaban a pasar más tiempo cuidando las ovejas, lo que no le permitía asistir a las clases de catecismo. Los dos niños de la familia donde vivía se marchaban todas las mañanas a las clases de catecismo, mientras a ella le exigían marcharse al campo a pastorear. Esto le dolía mucho en su corazón. Ha surgido un interrogante sobre la inteligencia de Bernardette. Muchos sugieren que no era inteligente. Es cierto que ella aprendía con dificultad y hasta ella misma decía que tenía "mala cabeza", queriendo decir que tenía poca memoria. Al habérsele negado la posibilidad de estudiar, Bernardette, a los 13 años de edad, todavía no sabía ni leer ni escribir. El maestro Jean Barbet, quién en una ocasión le dio clases de catecismo, decía de ella: "Bernardette tiene dificultad en retener las palabras del catecismo porque no puede estudiarlas, ya que no sabe leer, pero ella hace un gran esfuerzo en comprender el sentido de las explicaciones. Aún mas, ella es muy atenta y, especialmente, muy piadosa y modesta". Sin duda Bernardita había sabido cultivar un gran tesoro de Dios: un corazón adornado de las mas bellas virtudes cristianas: inocencia, amabilidad, bondad, caridad y dulzura.
El sacerdote de Bartres, Abbé Arder, si bien se marchó a un monasterio poco después que llegara Bernardette, en los pocos contactos que tuvo con ella pudo captar la excelencia de su corazón. El tenía mucha fe en las apariciones de La Salette(1846), ocurridas once años atrás y así comparaba a Bernardette con los niños de La Salette. Decía: "Ella me parece una flor toda envuelta con perfume divino. Yo le aseguro que en muchas ocasiones cuando la he visto, he pensado en los niños de La Salette. Ciertamente, si la Santísima Virgen se le apareció a Maximino y a Melania, lo hizo en orden a que ellos se convirtieran en simples y piadosos como ella." Ni la ignorancia, ni la pobreza, ni el aspecto enfermizo de Bernardette le previnieron de apreciar en ella la simplicidad y la piedad. Decía el Sacerdote en una ocasión: "Mira a esta pequeña. Cuando la Virgen Santísima quiere aparecerse en la tierra, ella escoge niños como estaSus palabras fueron proféticas ya que a los pocos meses la Virgen se le comienza a aparecer en la gruta de Massabielle, cerca de Lourdes.
Cuando Bernardette vio que su deseo de prepararse para recibir la Comunión no era posible en Bartres, le pidió a María Lagues que le permitiera ir a Lourdes donde insistió a sus padres que le concedieran regresar a casa. Quería recibir la Primera Comunión y tendría que empezar las clases de catecismo inmediatamente quería recibirla en 1858. Sus padres accedieron y regresó a Lourdes el 28 de enero, de 1858, solo 14 días antes de la primera aparición de la Virgen. Es importante, por lo tanto, comprender la razón por la que Bernardette se encontraba en Lourdes cuando tenía 14 años y comenzaron las apariciones: ella buscaba con todo su corazón recibir la Santa Comunión. La Virgen visita a un alma muy pura llena de amor por su Hijo, un alma dispuesta a cualquier sacrificio para llevar a cabo la obra de Dios. Bernardette, al verse impedida de recibir la comunión, recurre a la Virgen, reza diariamente el rosario y la Virgen le abre las puertas. La Virgen sabe que puede confiar en ella el trascendente mensaje que desea comunicar al mundo.
Enséñanos a creer
como Tú has creído.
Enséñanos a amar a Dios
y a nuestros hermanos
como Tú los has amado.
Haz que nuestro amor
hacia los demás sea siempre
paciente, benigno y respetuoso.
¡Oh Virgen Santísima de Lourdes,
míranos clemente en esta hora!
-Juan Pablo II
Te pedimos Señor, que nosotros tus siervos,
gocemos siempre de salud de alma y cuerpo;
y por la intercesión de Santa Maria,
bajo su advocación de la Virgen de Lourdes,
l
íbranos de las tristezas de este mundo,
concédenos las alegrías del cielo,
y la gracia especial que solicitamos
Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Nuestra Señora de Laon, Reims, Francia (500), fundada por San Remigio
Buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá
Mateo 7, 7-12. Cuaresma. Dios Padre es tan bueno que no nos concede todo lo que pedimos, sino aquello que conviene a nuestra vida.
Del santo Evangelio según san Mateo 7, 7-12
En aquel tiempo dijo Jesús: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al llama, se le abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan! «Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas.
Oración introductoria
Vengo a orar, Jesús, confiado en tus palabras. Sé que si te pido, me darás; que si te busco, te encontraré; que si toco a la puerta de tu corazón, me la abrirás, porque Tú sólo me das cosas buenas.
Petición
Te pido, Señor, que me ayudes a descubrir siempre cuál es tu voluntad y me des tu gracia para cumplirla.
Meditación del Papa Francisco
De manera directa, pero con afecto, Jesús dice: “Si ustedes, pues, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?”
Cuánta sabiduría hay en estas palabras. Es verdad que en cuanto a bondad y pureza de corazón nosotros, seres humanos, no tenemos mucho de qué vanagloriarnos. Pero Jesús sabe que, en lo que se refiere a los niños, somos capaces de una generosidad infinita. Por eso nos alienta: si tenemos fe, el Padre nos dará su Espíritu.
Nosotros los cristianos, discípulos del Señor, pedimos a las familias del mundo que nos ayuden. Somos muchos los que participamos en esta celebración y esto es ya en sí mismo algo profético, una especie de milagro en el mundo de hoy que está cansado de inventar nuevas divisiones, nuevos quebrantos, nuestros desastres. Ojalá todos fuéramos profetas. Ojalá cada uno de nosotros se abriera a los milagros del amor para el bien de su propia familia todas las familias del mundo, y estoy hablando de milagro de amor y poder así superar el escándalo de un amor mezquino y desconfiado, encerrado en sí mismo e impaciente con los demás. (Homilía de S.S. Francisco, 27 de septiembre de 2015).
Reflexión
El sermón de la montaña es uno de los pasajes de los cuatro evangelios en que encontramos más claridad y precisión en las palabras de Cristo. Jesús nos transmite dos cosas en este texto: la eficacia total de la oración y la ley de la caridad. Con frecuencia se puede caer en la tentación de desanimarse en la vida de oración porque no vemos los frutos o no se nos concede aquello que pedimos. Jesús, sin embargo, nos dice todo lo contrario. Todo lo que pidamos a Dios se nos concederá, porque Él es un padre bueno que da a sus hijos aquello que le piden. ¿Qué pensaríamos de un padre que da a su hijo una serpiente, como dice el evangelio, porque éste le ha pedido un pan? Dios Padre es tan bueno que no nos concede todo lo que pedimos, sino aquello que conviene a nuestra vida, aunque no nos demos cuenta. Finalmente Jesús concluye con la ley que sigue Dios: el amor. Dios nos concede todo por este único motivo. Nosotros, que hemos sido creados a su imagen y semejanza, tenemos que vivir este mismo amor con todos de una manera universal, como lo hace Él. Hagamos un esfuerzo especial estos días de cuaresma para amar más a todos los hombres a ejemplo e imitación de Jesucristo.
Propósito
Dejar, con confianza, mis preocupaciones en manos de Dios y dedicar un tiempo a la evangelización.
Diálogo con Cristo
Jesús, ayúdame a llevar a cabo mi misión, confiado en que Tú me darás la luz y la fortaleza para poder ser ese canal por el cual fluya tu gracia e inunde a mis hermanos de tu amor. Soy un torpe y débil instrumento, pero sé que si te lo pido y te dejo actuar, podré lograr milagros. ¡Gracias, Señor, por permitirme participar en la evangelización!
¿Qué nos perdona Dios en la Eucaristía?
Jesús nos pide, para recibir el fruto de la eucaristía, tener un corazón lleno de perdón, reconciliado, compasivo.
Recordemos que uno de los fines de la eucaristía y de la misa es el propiciatorio, es decir, el de pedirle perdón por nuestros pecados. La misa es el sacrificio de Jesús que se inmola por nosotros y así nos logra la remisión de nuestros pecados y las penas debidas por los pecados, concediéndonos la gracia de la penitencia, de acuerdo al grado de disposición de cada uno. Es Sangre derramada para remisión de los pecados, es Cuerpo entregado para saldar la deuda que teníamos. Mateo 18, 21-55 nos evidencia la gran deuda que el Señor nos ha perdonado, sin mérito alguno por nuestra parte, y sólo porque nosotros le pedimos perdón. Y Él generosamente nos lo concedió: "El Señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda". Así es Dios, perdonador, misericordioso, clemente, compasivo. Es el atributo más hermoso de Dios. Ya en el Antiguo Testamento hay atisbos de esa misericordia de Dios, pero en general regía la ley del Talión: ojo por ojo y diente por diente. Se compadece de su pueblo y forma un pacto con él. Se compadece de su pueblo y lo libra de la esclavitud. Se compadece de su pueblo y le da el maná, y es columna de fuego que lo protege durante la noche. Se compadece y envía a su Hijo Único como Mesías salvador de nuestros pecados. Y Dios, en Jesús, se compadece de nosotros y nos da su perdón, no sólo en la confesión sino también en la eucaristía.
¿Qué nos perdona Dios en la Eucaristía?
Nuestros pecados veniales. Nuestras distracciones, rutinas, desidias, irreverencias, faltas de respeto. Él aguanta y tolera el que no valoremos suficientemente este Santísimo Sacramento.
En la misma misa comenzamos con un acto de misericordia, el acto penitencial (“Reconozcamos nuestros pecados”). En el Gloria: “Tú que quitas el pecado del mundo...”. Después del Evangelio dice el sacerdote: "Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados...”. En el Credo, decimos todos: “Creo en el perdón de los pecados...”. Después de las ofrendas y durante el lavatorio el sacerdote dice en secreto: "lava del todo mi delito, Señor, limpia mis pecados". En la Consagración, "...para el perdón de los pecados". "Ten misericordia de todos nosotros . . ." En el Padrenuestro: "perdona nuestras ofensas..." "Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo...
" Por tanto, la misa está permeada de espíritu de perdón y contrición. La eucaristía nos invita a nosotros al perdón, a ofrecer el perdón a nuestros hermanos. La escena del Evangelio (cf Mt. 18, 21-55) es penosa: el siervo perdonado tan generosamente por el amo, no supo perdonar a un siervo que le debía cien denarios, cuando él debía cien mil.
El perdón es difícil. Tenemos una naturaleza humana inclinada a vengarnos, a guardar rencores, a juzgar duramente a los demás, a ver la pajita en el ojo del hermano y a no ver la traba que tenemos en nuestros ojos. Perdonar es la lección que no nos da ni el Antiguo Testamento no las civilizaciones más espléndidas que han existido y que han determinado nuestra cultura: la civilización grecolatina. Sólo Jesús nos ha enseñado y nos ha pedido perdonar.
¿Cómo debe ser nuestro perdón a los demás?
Rápido, si no se pudre el corazón. Universal, a todos. Generoso, sin ser mezquino y darlo a cuentagotas. De corazón, de dentro. Ilimitado.
No olvidemos que Dios nos perdonará en la medida en que nosotros perdonamos. Si perdonamos poco, Él nos perdonará poco. Si no perdonamos, Él tampoco nos perdonará. Si perdonamos mucho, Él nos perdonará mucho.
Vayamos a la eucaristía y pidamos a Jesús que nos abra el corazón y ponga en él una gran capacidad de perdonar. María, llena de misericordia, ruega por nosotros.
Texto Completo de Homilia del Papa Francisco en la Misa de Ciudad Juárez
Ciudad Juárez - 17.02.2016 – 16.00 Área de la feria Por: S.S. Papa Francisco
Santa Misa
La gloria de Dios es la vida del hombre, así lo decía San Ireneo en el siglo II, expresión que sigue resonando en el corazón de la Iglesia. La gloria del Padre es la vida de sus hijos. No hay gloria más grande para un padre que ver la realización de los suyos; no hay satisfacción mayor que verlos salir adelante, verlos crecer y desarrollarse. Así lo atestigua la primera lectura que escuchamos. Nínive, una gran ciudad que se estaba autodestruyendo, fruto de la opresión y la degradación, de la violencia y de la injusticia. La gran capital tenía los días contados, ya que no era sostenible la violencia generada en sí misma. Ahí aparece el Señor moviendo el corazón de Jonás, ahí aparece el Padre invitando y enviando a su mensajero. Jonás es convocado para recibir una misión. Ve, le dice, porque «dentro de cuarenta días, Nínive será destruida» (Jon 3,4). Ve, ayúdalos a comprender que con esa manera de tratarse, regularse, organizarse, lo único que están generando es muerte y destrucción, sufrimiento y opresión. Hazles ver que no hay vida para nadie, ni para el rey ni para el súbdito, ni para los campos ni para el ganado. Ve y anuncia que se han acostumbrado de tal manera a la degradación que han perdido la sensibilidad ante el dolor. Ve y diles que la injusticia se ha instalado en su mirada. Por eso va Jonás. Dios lo envía a evidenciar lo que estaba sucediendo, lo envía a despertar a un pueblo ebrio de sí mismo. Y en este texto nos encontramos frente al misterio de la misericordia divina. La misericordia rechaza siempre la maldad, tomando muy en serio al ser humano. Apela siempre a la bondad dormida, anestesiada, de cada persona. Lejos de aniquilar, como muchas veces pretendemos o queremos hacerlo nosotros la misericordia, se acerca a toda situación para transformarla desde adentro. Ese es precisamente el misterio de la misericordia divina. Se acerca e invita a la conversión, invita al arrepentimiento; invita a ver el daño que a todos los niveles se esta causando. La misericordia siempre entra en el mal para transformarlo.
El rey escuchó, los habitantes de la ciudad reaccionaron y se decretó el arrepentimiento. La misericordia de Dios entró en el corazón revelando y manifestando lo que será nuestra certeza y nuestra esperanza: siempre hay posibilidad de cambio, estamos a tiempo de reaccionar y transformar, modificar y cambiar, convertir lo que nos está destruyendo como pueblo, lo que nos está degradando como humanidad. La misericordia nos alienta a mirar el presente y confiar en lo sano y bueno que late en cada corazón. La misericordia de Dios es nuestro escudo y nuestra fortaleza. Jonás ayudó a ver, ayudó a tomar conciencia. Acto seguido, su llamada encuentra hombres y mujeres capaces de arrepentirse, capaces de llorar. Llorar por la injusticia, llorar por la degradación, llorar por la opresión. Son las lágrimas las que pueden darle paso a la transformación, son las lágrimas las que pueden ablandar el corazón, son las lágrimas las que pueden purificar la mirada y ayudar a ver el círculo de pecado en el que muchas veces se está sumergido. Son las lágrimas las que logran sensibilizar la mirada y la actitud endurecida y especialmente adormecida ante el sufrimiento ajeno. Son las lágrimas las que pueden generar una ruptura capaz de abrirnos a la conversión.
Que esta palabra suene con fuerza hoy entre nosotros, esta palabra es la voz que grita en el desierto y nos invita a la conversión. En este año de la misericordia, y en este lugar, quiero con ustedes implorar la misericordia divina, quiero pedir con ustedes el don de las lágrimas, el don de la conversión. Aquí en Ciudad Juárez, como en otras zonas fronterizas, se concentran miles de migrantes de Centroamérica y otros países, sin olvidar tantos mexicanos que también buscan pasar «al otro lado». Un paso, un camino cargado de terribles injusticias: esclavizados, secuestrados, extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tránsito humano. No podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos. Esta tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno global. Esta crisis, que se puede medir en cifras, nosotros queremos medirla por nombres, por historias, por familias. Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado. Frente a tantos vacíos legales, se tiende una red que atrapa y destruye siempre a los más pobres. No sólo sufren la pobreza sino que encima sufren estas formas de violencia. Injusticia que se radicaliza en los jóvenes, ellos, «carne de cañón», son perseguidos y amenazados cuando tratan de salir de la espiral de violencia y del infierno de las drogas. ¡Y que decir de tantas mujeres a quienes se les ha arrebatado injustamente la vida! Pidámosle a nuestro Dios el don de la conversión, el don de las lágrimas, pidámosle tener el corazón abierto, como los ninivitas, a su llamado en el rostro sufriente de tantos hombres y mujeres. ¡No más muerte ni explotación! Siempre hay tiempo de cambiar, siempre hay una salida y una oportunidad, siempre hay tiempo de implorar la misericordia del Padre.
Como sucedió en tiempo de Jonás, hoy también apostamos por la conversión; hay signos que se vuelven luz en el camino y anuncio de salvación. Sé del trabajo de tantas organizaciones de la sociedad civil a favor de los derechos de los migrantes. Sé también del trabajo comprometido de tantas hermanas religiosas, de religiosos y sacerdotes, de laicos que se la juegan en el acompañamiento y en la defensa de la vida. Asisten en primera línea arriesgando muchas veces la suya propia. Con sus vidas son profetas de la misericordia, son el corazón comprensivo y los pies acompañantes de la Iglesia que abre sus brazos y sostiene. Es tiempo de conversión, es tiempo de salvación, es tiempo de misericordia. Por eso, digamos junto al sufrimiento de tantos rostros: «Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor apiádate de nosotros... purifícanos de nuestros pecados y crea en nosotros un corazón puro, un espíritu nuevo» (cf. Sal 50/51,3.4.12).
El Papa abraza a una reclusa de la cárcel de Ciudad Juárez
Dura crítica papal a la clase dirigente política y eclesiástica de México
El Papa en México: De la "cariñoterapia" con los pobres al "jalón" de orejas a los poderosos
Cree que tanto la Iglesia como el gobierno fallaron a los más pobres y vulnerables del país
Redacción, 18 de febrero de 2016 a las 10:08
El Papa señaló sin rodeos las heridas abiertas del país, las marcas de la pobreza, el narcotráfico, la violencia y la migración
El El papa Francisco cerró su visita de cinco días a México con un mensaje de amor y compasión para el pueblo y los migrantes que atraviesan el país camino de Estados Unidos. Para los líderes políticos y religiosos de México, el viaje fue más bien una lección en amor duro.
El pontífice utilizó su estancia para criticar a la clase dirigente mexicana por no proteger a la gente de las bandas criminales y la corrupción rampante, y reprendió a los obispos para que se acercaran más a su grey y aliviaran su sufrimiento. También visitó a algunos de los más pobres del país y sus zonas más violentas para llamar la atención sobre la dura realidad de sus habitantes.
El miércoles, último día de la gira, se produjo el momento más simbólico y audaz desde el punto de vista político, cuando cientos de miles de personas se reunieron en un recinto ferial de Ciudad Juárez mientras unos 30.000 espectadores seguían la retransmisión en directo en un estadio de fútbol en El Paso, Texas, al otro lado del río Bravo (conocido como río Grande en Estados Unidos).
Francisco también intentó enviar un mensaje al otro lado de la frontera, donde la campaña electoral adopta cada vez un tono más duro sobre la inmigración en Estados Unidos.
El pontífice pidió a los gobiernos que abrieran su corazón a la "tragedia humana" de la migración forzosa. "¡No más muerte! ¡No más explotación!", imploró.
Francisco no pidió abiertamente que Estados Unidos abra su frontera, pero pidió que se reconozca que los que huyen de la extorsión y los asesinatos de pandillas en sus países son víctimas.
"No podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos", afirmó. "Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, el narcotráfico y el crimen organizado".
"Es un mensaje dirigido a todos, desde las autoridades hasta nosotros mismos como personas, y los americanos igual. Para que reciban a los inmigrantes y los vean como son, personas igual que ellos", comentó Natalia Herrera Miranda, vecina de Juárez.
Antes de la misa, Francisco hizo una parada en la frontera para ofrecer una plegaria silenciosa en memoria de los migrantes que murieron intentando llegar a Estados Unidos. También bendijo a varios cientos de migrantes sentados al otro lado de la cerca.
Angelica Ortiz, una de las invitadas a estar en el lado estadounidense, dijo haberse marchado de Ciudad Juárez porque los narcotraficantes habían amenazado la vida de su hijo, y ahora vive en El Paso tras obtener asilo.
"Estoy abrumada por la emoción, mucha emoción. Me desmoronaría si hablo más", dijo tras el acto.
Ése fue el momento más emotivo del viaje, pero Francisco empezó a dar que hablar antes incluso de aterrizar en México.
En su vuelo desde el Vaticano, el papa hizo primero una parada en La Habana para un encuentro y un abrazo históricos con el patriarca Kirill de la Iglesia ortodoxa rusa, el primer encuentro de esta clase entre los líderes de las dos comunidades desde el cisma que dividió a la cristiandad hace un milenio.
Una vez en México, Francisco pareció ir un paso más lejos de las críticas amables que suele hacer el pontífice en sus viajes al extranjero, y llamó al orden a los poderosos de México una y otra vez.
En su primer día completo en el país, Francisco dijo en un discurso en el Palacio Nacional ante el presidente, Enrique Peña Nieto, y otros miembros del gobierno que los cargos públicos deben ser honestos y no verse seducidos por el privilegio y la corrupción.
Después hizo una directa intervención ante sus propios obispos, en la que les pidió que fueran auténticos pastores, no clérigos centrados en su carrera que ofrecen críticas inofensivas como "el balbucear de huérfanos como al sepulcro".
El papa dijo que la Iglesia no necesita "príncipes", sino una comunidad de "testigos de Dios".
Después se desplazó a Ecatepec, un duro suburbio de México, donde condenó a los traficantes de drogas como "traficantes de muerte" e instó a los mexicanos a resistir la tentación del dinero. Dos días más tarde repitió un mensaje similar en el estado de Michoacán, marcado por la violencia, donde dijo a los jóvenes que Jesús "nunca nos invitaría a ser sicarios".
En el empobrecido estado de Chiapas, en el sur de México, Francisco denunció los siglos de explotación y exclusión sufridos por los indígenas mexicanos. También oró ante la tumba de un clérigo que convirtió en su misión la protección de los indígenas, a menudo chocando con la jerarquía de la Iglesia en el proceso.
Los analistas señalaron que las acciones, palabras y elección de actividades del papa indican que cree que tanto la Iglesia como el gobierno en México han fallado a los más pobres y vulnerables del país.
"El papa de verdad cree que el diablo anda suelto en México, sembrando muerte, miseria y resignación, y que cree que el estado, la Iglesia y los narcotraficantes son cómplices", dijo Andrew Chesnut, presidente de estudios católicos en la Universidad Virginia Commonwealth. "Cree que México, con la segunda población católica más grande del mundo, pasa por una grave crisis moral y política, y que la Iglesia debe convertirse en un agente activo para construir un México más justo".
De la "cariñoterapia" al "jalón" de orejas
Desde su receta de "cariñoterapia" hasta su condena a la explotación, pasando por sus advertencias sobre la corrupción y su exhorto a los jóvenes a no ser "mercenarios de ambiciones ajenas", el papa Francisco ha dejado huella en México con frases dirigidas a los más diversos sectores de la sociedad.
"No se permitan permanecer caídos, nunca", dijo el papa Francisco a los jóvenes en una de sus jornadas de su viaje a México; una frase que sintetiza el mensaje que transmitió al país, donde, con una fuerte dosis de esperanza, cargó contra la "resignación" ante la "cultura del descarte".
El pontífice no acudirá "como una interferencia en la vida política", "no viene con las soluciones hechas", advertía el nuncio apostólico, Christophe Pierre, semanas antes de la visita, para calmar el anhelo de respuestas de un país ensombrecido por importantes problemas sociales.
Aún así, Francisco, quien regresó esta noche al Vaticano tras seis días en México, señaló sin rodeos las heridas abiertas del país, las marcas de la pobreza, el narcotráfico, la violencia y la migración, sin tibiezas pero abriendo una ventana al cambio con la promesa de la "misericordia".
Lo hizo desde su primera jornada de trabajo, celebrada el pasado sábado, cuando le dijo a las autoridades mexicanas que "la búsqueda de los privilegios conduce a la corrupción, el narcotráfico y la violencia" y advirtió a los obispos que no minusvalorasen "el desafío" que representa el narcotráfico, una "metástasis que devora".
En el país de los 27.000 desaparecidos, en el que la impunidad en los crímenes alcanza cifras alarmantes y la corrupción de las instituciones se asemeja a un mal endémico, el papa pronunció unos marcados discursos inconformistas.
"Frente a esta realidad nos puede ganar una de las armas preferidas del demonio, la resignación. Una resignación que nos paraliza y nos impide no sólo caminar, sino también hacer camino", alertó frente a religiosos en Morelia (Michoacán).
Se refirió en sus intervenciones a los "excluidos", las víctimas de la "cultura del descarte", llamando a proceder a la inclusión en vez de esconderse en los "silencios y omisiones".
La pobreza es el "caldo de cultivo" para caer en "el círculo de narcotráfico y violencia", recordó en Ciudad Juárez, donde también añadió que "no se puede dejar solo y abandonado el presente y el futuro de México".
Simbólicos fueron los gestos que ofreció el pontífice a lo largo de estos días, como la visita a un hospital infantil de la capital, su encuentro con presos de Ciudad Juárez o su acercamiento, en la misma ciudad, a la frontera entre México y Estados Unidos.
Destacó la colorida jornada que vivió en el sureño estado de Chiapas, donde pidió "perdón" a las comunidades indígenas y visitó la tumba de Samuel Ruiz, quien durante cuatro décadas fue obispo de Cristóbal de las Casas y defensor de estos pueblos.
Allí, en el estado donde se concentra cerca del 75 % de las comunidades indígenas del país, "tatic" (padre) Francisco, como le llamaron en lengua tzotzil, subrayó cómo los pueblos originarios "han sido mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban".
El papa tuvo tiempo en su viaje para abogar por la "debilitada" y "cuestionada" institución de la familia en el encuentro de Tuxtla Gutiérrez (Chiapas), donde dijo que prefería a las familias de "rostro arrugado", frente a una "sociedad enferma por el encierro y la comodidad del miedo a amar".
También para acercarse a los niños y jóvenes mexicanos, a quien les alentó diciendo que son "la riqueza" del país y les animó a vivir "sin el carro (coche), sin la plata, pero con la frente alta".
"Jesús nunca nos invitaría a ser sicarios, sino que nos llama discípulos", dijo Jorge Mario Bergoglio a los entusiastas jóvenes de Michoacán, a quienes invitó a ofrecer la mano a todos aquellos amigos que hayan "caído", eso sí, "con dignidad".
En el segundo país con mayor número de católicos y en el que aún se respira la devoción por Juan Pablo II una década después de su muerte, el primer papa latinoamericano hizo ver en numerosas ocasiones que comparte con el pueblo mexicano la pasión por la Virgen Morena.
Frente a las 35.000 personas que acudieron a su misa en la Basílica de Guadalupe, se sentó en una silla vuelta al público, para guardar unos momentos de silencio con ellos contemplando la imagen de la Virgen. Más tarde, en la intimidad, se encerró en el "camarín" del templo para rezar a la "Morenita".
Al día siguiente, en la misa multitudinaria que se desarrolló en el municipio de Ecatepec(Estado de México), el papa despertó el entusiasmo de las 300.000 personas allí congregadas cuando exclamó "esta tierra tiene sabor guadalupano", en una jornada en la que volvió a cargar contra los comportamientos que hacen "una sociedad de pocos y para unos pocos".
Allí, Francisco pidió crear "una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte".
En Ciudad Juárez el papa subió al avión que le llevará de regreso al Vaticano, tras una misa en la que, haciendo un guiño al escritor Octavio Paz, dedicó unas últimas palabras de fuerza a los mexicanos.
"La noche nos puede parecer enorme y muy oscura, pero en estos días he podido constatar que en este pueblo existen muchas luces que anuncian esperanza", defendió el pontífice, añadiendo que los niños que ha podido ver por las calles estos días son "profetas del mañana, signo de un nuevo amanecer". "Siempre", aseveró Francisco, "hay posibilidad de cambio". (RD/Agencias)