«A estas palabras.... se marchó pesaroso»

San Crispin de Viterbo

Se llamaba Pedro y era zapatero remendón, un oficio hoy en desuso por arte y parte de la sociedad de consumo. Al entrar en el noviciado de los Capuchinos cambió su nombre por el del patrón de los zapateros: San Crispín.   Su carisma más original es el de la sonrisa y el canto. Como no tenía muchas letras, sus superiores lo colocaron en la cocina, la huerta y la portería; nada de sacristías ni, mucho menos, de bibliotecas: tan solo en los más humildes encargos de su convento, pero, eso sí, cantando y riendo.   Era tan de buen carácter que a algunos de sus hermanos les parecía poco monástico... su palabra discreta y oportuna, su sonrisa siempre amable y su alegría suavemente desbordante hicieron del buen Crispín un consejero exigente en la entrega y comprometedor en la más rigurosa observancia de la vida interior y el servicio al prójimo: "Fortiter in re, suaviter in modo"... O sea, tan serios por dentro para lo sustancial, como alegres por fuera para lo accidental.

Oremos 
Tú, Señor, que concediste a San Crispín Viterbo el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

Evangelio según San Marcos 10,17-27. 

Cuando Jesús se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?". Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. 

Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre". El hombre le respondió: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud". Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme". El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!". Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: "Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios!. Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios". Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?". Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible". 

San Basilio (c. 330-379), monje y obispo de Cesárea en Capadocia, doctor de la Iglesia 
Homilía sobre la riqueza; PG 31, 278

«A estas palabras.... se marchó pesaroso»

El caso del joven rico y de los que se asemejan a él me hace soñar en aquel viajero que, deseando visitar una ciudad, llega hasta el pie de su muralla, encuentra allí una posada, baja hasta ella y, desalentado al ver los últimos pasos que le quedan por hacer, pierde todo el beneficio del cansancio de su viaje y se priva de ver las bellezas de la ciudad. Así mismo son los que observan los mandamientos, pero se revelan ante la idea de perder sus bienes. Conozco muchos que ayunan, oran, hacen penitencia y practican muy bien toda clase de obras de piedad, pero no sueltan ni un óbolo para los pobres. ¿De qué les sirven las demás virtudes?

Esos no entrarán en el Reino de los cielos, porque «más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de los cielos». Palabras claras, y su autor no miente, pero son raros los que se dejan afectar por ellas. «¿Cómo vamos a vivir cuando nos hayamos despojado de todo?» exclaman. «¿Qué existencia vamos a llevar cuando se haya vendido todo y no tengamos ya ninguna propiedad?» No me preguntéis qué intención profunda hay bajo los mandamientos de Dios. El que ha establecido nuestras leyes conoce también el arte de conciliar lo imposible con la ley.

Se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes
Marcos 10, 17-27. Lunes 8a. semana Tiempo Ordinario. Que el amor por las cosas no te impida buscar lo único necesario: Dios.


Oración introductoria
Oh Señor, yo también me atrevo a preguntarte, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? Ayúdame a conocer tu voluntad en esta oración y a tener la luz y fortaleza para saberte responder con prontitud y generosidad. No quiero salir triste ni apesadumbrado de esta meditación, sino con la alegría de haber puesto mi vida en tus manos.

Petición
Concédeme Jesús, vivir el día de hoy de acuerdo a tu voluntad.

Meditación del Papa Francisco
Queridos jóvenes, «en la cultura de lo provisional, de lo relativo, muchos predican que lo importante es "disfrutar" el momento, que no vale la pena comprometerse para toda la vida, hacer opciones definitivas, "para siempre", porque no se sabe lo que pasará mañana. Yo, en cambio, les pido que sean revolucionarios, les pido que vayan contracorriente; sí, en esto les pido que se rebelen contra esta cultura de lo provisional, que, en el fondo, cree que ustedes no son capaces de asumir responsabilidades, cree que ustedes no son capaces de amar verdaderamente. Yo tengo confianza en ustedes, jóvenes, y pido por ustedes. Atrévanse a "ir contracorriente". Y atrévanse también a ser felices. (SS Papa Francisco, Encuentro con los voluntarios de la JMJ de Río de Janeiro, 28 julio 2013).

Reflexión
Cuando Jesús fija la mirada en aquel joven, para nosotros hoy desconocido, mira a cada uno de los que ha llamado por el bautismo a la vida de cristianos. No mira tan sólo a los que llama a su pleno seguimiento. Llama más bien a todos aquellos que intuyen que la vida es más que diversión y pérdida de tiempo en naderías. Y es que quien entra dentro de su alma, descubre un vacío por llenar, un corazón por enardecer de amor, un ansia, un no sé qué de eterno, como ese joven, y que no estará tranquilos sino hasta llenarlo de lo único eterno: el amor de Jesucristo.

Mirando bien esta escena contemplamos que Cristo nos ve a cada uno de nosotros. Porque cada uno de los que nos decimos cristianos tenemos de una u otra forma apegado el corazón a las cosas de la tierra y nos damos cuenta que ellas no llenan nuestra alma.

Añoramos a Dios. Y por eso lo buscamos hasta donde pueda estar esperándonos. Este joven lo encontró en el desierto. Y no tuvo miedo de preguntarle qué tenía que hacer.

Para eso iba, para conocer el secreto de su felicidad plena. ¡Lástima que fue poco generoso! Su amor a las cosas le impidió dejar volar su alma donde lo único necesario. Y es que cuando Cristo nos pide dejarlo todo, nos pide todo; cuando nos lo pide todo, no nos deja sin nada. ¡Nos da todo porque se da a Sí Mismo, Él todo!

Cristo le siguió con la mirada. Lo vio triste marcharse con su corazón roto por el egoísmo. Los ricos, los que apegamos el corazón a las cosas, tengamos mucho o tengamos nada, tengamos palacios o tengamos harapos, en fin, tengamos algo a lo que no queramos desapegarnos, no podremos hallar jamás descanso, no podremos porque optamos por las pobre creaturas y rechazamos al Creador de las creaturas. En cambio los que han conocido a Cristo de veras Dios, les da la fuerza para dejarlo todo y seguirlo incondicionalmente.

¿Conocemos que somos los más miserables si no le tenemos a Él, la fuente de nuestra verdadera riqueza?

Propósito
Haré algo para compartir con otros mi fe en el gran amor que Dios nos tiene.

Diálogo con Cristo 
Señor, si Tú eres lo único necesario en mi vida, ¿por qué no invierto lo mejor de mi tiempo en vivir tu mandamiento del amor? Desde hoy quiero comprometerme más contigo. Te prometo ser generoso para dedicar lo mejor de mí a mi misión y a mi formación integral y reducir mi afán por lo material para tener un corazón alegre, caritativo y bondadoso con todos. Ayúdame a vencer mis obstáculos y mi falta de voluntad para poder cumplir con este propósito.

Piropos a María
En un Avemaría se fusionan palabras del arcángel Gabriel, de Santa Isabel y de la Iglesia.

Allá por el siglo XIII, en tiempos de las cruzadas, un fraile llamado Santo Domingo de Guzmán tuvo una idea genial: en lugar de salmos, Avemarías. Y ahí se “inventó” el rosario como hoy lo conocemos.

Rezar el rosario. ¿Qué es el rosario? ¿En qué consiste esa oración que tanto agrada a la bella Señora vestida de luz? Es la combinación de las oraciones más bellas, las oraciones predilectas, las más hermosas: el Padrenuestro, el Avemaría, el Gloria.

Cuando los Apóstoles le rogaron al Maestro: “Enséñanos a orar”, Jesús les enseñó el Padrenuestro. ¡Qué decir del Avemaría! Es un piropo. Oración simple, breve, pero grande como el universo. En un Avemaría se fusionan palabras del arcángel Gabriel, de Santa Isabel y de la Iglesia. Es la primera oración que aprende el niño y la última que suspira el moribundo; el grito del pecador, la súplica del enfermo...

Y en el Rosario se dice diez, veinte..., cincuenta veces el Avemaría. ¿Por qué repetir tantas veces la misma oración? El rosario es..., como un ramo de flores. Cuando se quiere a la persona amada, no bastan tres o cuatros rosas. ¡Cuántas más, mejor! Cuando uno está enamorado, no se cansa de decirle a su amor: “te quiero”, “me encanta estar contigo”. Ciertamente se lo repetirá cien y mil veces. Eso es el rosario. Una lluvia de alabanzas y versos de amor a la Madre de Dios. Es también una meditación cordial de la vida de Jesús y una súplica por nosotros, para que nos asista en el presente y en el momento del encuentro final y definitivo. Es el Evangelio resumido, concentrado, en miniatura.

El rosario ha conservado la fe por siglos. Fue el arma que venció en Lepanto y que viajó con Cristóbal Colón hasta anclar en el continente americano. ¿Fue quizás casualidad que la carabela de los descubridores se llamara “Santa María”?

Son muchas las familias que lo rezan hacia el final de su jornada. El Papa Juan Pablo II nos enseñaba que el rosario “reúne a la familia contemplando a Jesucristo y recupera la capacidad de volverse a mirar a los ojos, para comunicarse, solidarizarse, perdonarse, comenzar de nuevo, con amor renovado”.


                              

El Papa pide a los creyetes "comprometernos en la solidaridad y el amor recíproco"
"Dios es una familia de tres personas, que se aman tanto que forman una sola cosa"

"El Espíritu guiará a la Iglesia hacia adelante", asegura Francisco en la fiesta de la Santísima Trinidad

Jesús Bastante, 22 de mayo de 2016 a las 12:21

Que se empeñen en realizar el objetivo principal: salvar la vida de todo ser humano. Ninguno está excluido, particularmente los más indefensos

(Jesús Bastante).- Domingo de la Santísima Trinidad. Padre, Hijo y Espíritu Santo unidos en una sola Iglesia. Un solo pueblo que, este mediodía, abarrotaba como nunca la plaza de San Pedro del Vaticano. Ante decenas de miles de personas, Francisco recordó que "el horizonte trinitario de comunión nos envuelve a todos y nos estimula a vivir en el amor y en el compartir fraterno, seguros que allí donde hay amor, allí está Dios".

"Haber sido creados a imagen y semejanza de Dios-comunión", apuntó el Papa, "nos llama a comprendernos a nosotros mismos como seres-en-relación y a comprometernos a vivir las relaciones interpersonales en la solidaridad y en el amor recíproco", tanto "en nuestras comunidades eclesiales" como en las relaciones diarias, "desde la familia hasta las amistades o el ambiente de trabajo: son ocasiones concretas que nos son ofrecidas para construir relaciones humanas cada vez más ricas, capaces de respeto recíproco y de amor desinteresado".

"Jesús sabe que el diseño del Padre se cumplirá con su muerte y resurrección. Por eso, asegura a sus discípulos que nos les abandonará, porque su misión será prolongada por el Esíritu Santo. El Espíritu guiará a la Iglesia hacia adelante", proclamó el Papa, quien apuntó que dicha misión "no se trata de doctrina nueva o especial", sino de "una plena comprensión de todo lo que el Hijo ha oído del Padre, y que ha transmitido a los discípulos".

Y es que "el Espíritu recuerda a Jesús, y al mismo tiempo está abierto al futuro. Nos ayuda a caminar en la Historia radicada en el Evangelio, aunque con dinámica fidelidad a nuestras tradiciones". "El misterio de la Trinidad habla de nosotros, de nuestro diálogo con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Mediante el Bautismo, el Espíritu Santo está presente en la vida con Dios".

"Dios es una familia de tres personas, que se aman tanto que forman una sola cosa.No es una familia cerrada, sino abierta, que se comunica a lo largo de la historia a todos los hombres", prosiguió el Papa, quien recordó que la Trinidad "nos invita a empeñarnos en ser elementos de de comunión, de consolación y de misericordia. En esta misión, estamos sostenidos por la fuerza que el Espíritu nos da, que cura la carne de la humanidad herida, la superación del odio y la debilidad".

En los saludos posteriores, el Papa recordó que el lunes comenzará en Estambul, con la presencia del secretario de Estado, Pietro Parolin, un "encuentro humanitario mundial", que servirá para "reflexionar sobre las actitudes a mostrar frente a la dramática situación humanitaria causada por los conflictos, la problemática ambiental y la pobreza extrema. Que se empeñen en realizar el objetivo principal: salvar la vida de todo ser humano. Ninguno está excluido, particularmente los más indefensos".

Al día siguiente, martes, el Papa recordará a los católicos chinos, a quienes animó a ser "signos concretos de caridad y reconciliación, para promover una auténtica cultura de la armonía, que ama tanto el pueblo chino".

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