La Virgen María «imagen de la Iglesia futura...que guía y sostiene la esperanza de tu pueblo»
- 15 Agosto 2016
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Comentario a la liturgia – Solemnidad de la Asunción de María
15 de agosto Ciclo C Textos: Ap 11, 19 a ; 12, 1-6 a.10ab; 1 Co 15, 20-26; Lc 1, 39-56
Idea principal: Esta fiesta es la explosión de la victoria de Dios. El dragón y Dios frente a frente, ¿quién ganará?
Síntesis del mensaje: La fiesta de la Asunción es un día de alegría. Dios ha vencido. El amor ha vencido. Ha vencido la vida. Se ha puesto de manifiesto que el amor es más fuerte que la muerte, que Dios tiene la verdadera fuerza, y su fuerza es bondad y amor. María fue elevada al cielo en cuerpo y alma. En Dios también hay lugar para el cuerpo. El cielo ya no es para nosotros una esfera muy lejana y desconocida. En el cielo tenemos una madre. Y la Madre de Dios, la Madre del Hijo de Dios, es nuestra madre. Él mismo lo dijo. La hizo madre nuestra cuando dijo al discípulo y a todos nosotros: “He aquí a tu madre”. En el cielo tenemos una madre. El cielo está abierto; el cielo tiene un corazón.
Puntos de la idea principal: En primer lugar, el dragón quiso devorar a esa Mujer –símbolo de María- y el fruto de sus entrañas, Jesús (1ª lectura). ¿Qué pasó en esa batalla? La “mujer vestida de sol” es el gran signo de la victoria del amor, de la victoria del bien, de la victoria de Dios. Un gran signo de consolación. Pero esta mujer que sufre, que debe huir, que da a luz con gritos de dolor, también es la Iglesia, la Iglesia peregrina de todos los tiempos. En todas las generaciones debe dar a luz de nuevo a Cristo, darlo al mundo con gran dolor, con gran sufrimiento. Perseguida en todos los tiempos, vive casi en el desierto perseguida por el dragón. Pero en todos los tiempos la Iglesia, el pueblo de Dios, también vive de la luz de Dios y —como dice el Evangelio— se alimenta de Dios, se alimenta con el pan de la sagrada Eucaristía. Así, la Iglesia, sufriendo, en todas las tribulaciones, en todas las situaciones de las diversas épocas, en las diferentes partes del mundo, vence. Es la presencia, la garantía del amor de Dios contra todas las ideologías del odio y del egoísmo.
En segundo lugar, también hoy el dragón quiere devorar al Dios que se hizo niño. No temamos por este Dios aparentemente débil. La lucha es algo ya superado. También hoy este Dios débil es fuerte: es la verdadera fuerza.
Así, la fiesta de la Asunción de María es una invitación a tener confianza en Dios y también una invitación a imitar a María en lo que ella misma dijo: “¡He aquí la esclava del Señor!, me pongo a disposición del Señor”. Esta es la lección: seguir su camino; dar nuestra vida y no tomar la vida. Precisamente así estamos en el camino del amor, que consiste en perderse, pero en realidad este perderse es el único camino para encontrarse verdaderamente, para encontrar la verdadera vida.
Finalmente, esta solemnidad nos llena de esperanza y alegría, porque el triunfo de Cristo –primicia de todos los que han muerto, 2ª lectura- y de su Madre se proyecta a la Iglesia y a toda la humanidad. En María se condensa nuestro destino. Al igual que su “sí” fue como representante del nuestro, también el “sí” de Dios a Ella, glorificándola, es un “sí” a todos nosotros, sus hijos; nos espera ese destino donde está la Madre. Reflexionemos en estas palabras de una homilía del Papa emérito Benedicto XVI: “María fue elevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, y con Dios es reina del cielo y de la tierra. ¿Acaso así está alejada de nosotros? Al contrario. Precisamente al estar con Dios y en Dios, está muy cerca de cada uno de nosotros. Cuando estaba en la tierra, sólo podía estar cerca de algunas personas. Al estar en Dios, que está cerca de nosotros, más aún, que está “dentro” de todos nosotros, María participa de esta cercanía de Dios. Al estar en Dios y con Dios, María está cerca de cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón, puede escuchar nuestras oraciones, puede ayudarnos con su bondad materna. Nos ha sido dada como “madre” -así lo dijo el Señor-, a la que podemos dirigirnos en cada momento. Ella nos escucha siempre, siempre está cerca de nosotros; y, siendo Madre del Hijo, participa del poder del Hijo, de su bondad. Podemos poner siempre toda nuestra vida en manos de esta Madre, que siempre está cerca de cada uno de nosotros.
En este día de fiesta demos gracias al Señor por el don de esta Madre y pidamos a María que nos ayude a encontrar el buen camino cada día. Amén” (15 de agosto 2015).
Para reflexionar: ¿Tengo fe en que mi cuerpo también resucitará? ¿Me acompaña María en mi caminar hacia Dios y me hace desear el cielo, donde Ella nos espera como Madre e Intercesora? ¿Durante mi trayecto a la eternidad voy entonando el “Magnificat”, junto con María o voy quejándome y maldiciendo mi suerte?
Para rezar:
Alégrate y gózate Hija de Jerusalén mira a tu Rey que viene a ti, humilde,
a darte tu parte en su victoria. Eres la primera de los redimidos
porque fuiste la adelantada de la fe. Hoy, tu Hijo, te viene a buscar, Virgen y Madre:
“Ven amada mía”, te pondré sobre mi trono, prendado está el Rey de tu belleza.
Te quiero junto a mí para consumar mi obra salvadora,
ya tienes preparada tu “casa” donde voy a celebrar
las Bodas del Cordero:
Hoy, tu sí, María, tu fiat, se encuentra con el sí de Dios
a su criatura en la realización de su alianza,
en el abrazo de un solo sí.
Amén.
Evangelio según San Lucas 1,39-56.
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".
María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz".
Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre".
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Solemnidad de la Asunción de la Virgen María
Asunción de la Bienaventurada Virgen María
Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, consumado el curso de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos. Esta verdad de fe, recibida de la tradición de la Iglesia, fue definida solemnemente por el papa Pío XII en 1950.
La cuestión de la introducción y evolución de la fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen es extensísima, sin embargo, sirvan como punto de partida para hilvanar el tema estos tres hitos históricos:
-En primer lugar, la construcción de iglesias dedicadas a la Virgen María, la Theotokos (Madre de Dios), trajo inevitablemente consigo la celebración de la dedicación de dichas iglesias. Consta con certeza que en la primera mitad del siglo V había ya en Roma y en Éfeso iglesias dedicadas a Nuestra Señora, y algunos historiadores opinan que ya en el año 370 se celebraba en Antioquía la conmemoración de «la siempre Virgen María, Madre de Dios».
-En segundo lugar, dicha conmemoración de la Santísima Virgen no hacía al principio mención de su salida de este mundo, simplemente se celebraba, como en el caso de los demás santos, su «nacimiento para el cielo» («natalis»); la fiesta recibía indiferentemente los nombres de «nacimiento», «dormición» y «asunción».
-En tercer lugar, según una tradición apócrifa pero muy antigua, la Santísima Virgen murió en el aniversario del nacimiento de su Hijo, es decir, el día de Navidad. Como ese día estaba consagrado a Cristo, hubo de posponerse la celebración de María. En algunos sitios empezó a celebrarse a Nuestra Señora en el invierno. Así, san Gregorio de Tours (c. 580) afirma que en Galia se celebraba a mediados de enero la fiesta de la Virgen. Pero también consta que en Siria la celebración tenía lugar el quinto día del mes de Ab, es decir, hacia agosto. Poco a poco fue extendiéndose esa práctica al Occidente.
San Adelmo (c. 690) afirma que en Inglaterra se celebraba el «dies natalis» de Nuestra Señora a mediados de agosto. La costumbre de dedicar iglesias a la Asunción de la Virgen data de la época moderna; en la Edad Media se dedicaban simplemente a Santa María. La advocación particular de cada una de las iglesias dedicadas a la Virgen dependía de varios factores; no menor era la ventaja de que la Asunción no cae durante la cuaresma sino en el verano.
La fiesta de la Asunción es, por excelencia, «la fiesta de María», la más solemne de cuantas la Iglesia celebra en su honor y es también, la fiesta titular de todas las iglesias consagradas a la Santísima Virgen en general. La Asunción es el glorioso coronamiento de todos los otros misterios de la vida de María, es la celebración de su grandeza, de sus privilegios y de sus virtudes, que se conmemoran también, por separado, en otras fiestas. El día de la Asunción ensalzamos a Cristo por todas las gracias que derramó sobre su Madre y, sobre todo, por la gloria con que se dignó coronar esas gracias. Sin embargo, la contemplación de la gloria de María en esta fecha no debe hacernos olvidar la forma en que la alcanzó, para que imitemos sus virtudes. Ciertamente, la maternidad divina de María fue la fuente de su grandeza, pero Dios no coronó precisamente la maternidad de María, sino sus virtudes: su caridad, su humildad, su pureza, su paciencia, su mansedumbre, su perfecto homenaje de adoración a Dios, amor, alabanza y agradecimiento.
La asunción corporal de la Virgen a los cielos tomó carta de ciudadanía en la fe católica de una manera natural, a lo largo de los siglos, y como corolario de una gloria de la Madre de Dios que el Señor había querido manifestar de muchas maneras. Por ello podrá decir SS Pío XII el 1 de noviembre de 1950, al proclamar el dogma de la Asunción:
«La extraordinaria unanimidad con que los obispos y los fieles de la Iglesia católica afirman la Asunción corporal de María al cielo como un dogma de fe, nos hizo ver que el magisterio ordinario de la Iglesia y la opinión de los fieles, dirigida y sostenida por éste, estaban de acuerdo. Ello probaba con infalible certeza que el privilegio de la Asunción era una verdad revelada por Dios y contenida en el divino depósito que Cristo confió a su esposa la Iglesia para que lo guardase fielmente y lo explicase con certeza absoluta»
Y de esa certeza, y para testimonio y guía de las futuras generaciones, la proclamación del dogma:
«Por tanto, después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces e invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para acrecentar la gloria de esta misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y por la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste.»
San Juan Damasceno (c. 675-749), monje, teólogo, doctor de la Iglesia Homilía 1 sobre la Dormición, 11-14
La Virgen María «imagen de la Iglesia futura...que guía y sostiene la esperanza de tu pueblo»
Oh Madre de Dios, siempre virgen, tu santa partida de este mundo es verdaderamente una travesía, una entrada en la morada de Dios. Saliendo de este mundo material, entras «en una patria mejor» (Heb 11,16). El cielo gozoso acoge tu alma: «¿Quién es esta que sube brillante como la aurora, bella como la luna, resplandeciente como el sol?» (Ct 8,5;6,10) ... «El rey la ha
introducido en sus estancias» (Ct 1,4) y los ángeles glorifican a la que es la madre de su propio señor, por naturaleza y en verdad, según el plan de Dios...
Los apóstoles han llevado a tu cuerpo sin mancha, tú, el arca de la verdadera alianza, y lo han depositado en su santo sepulcro. Y allí, como si fuera otro Jordán, ha llegado a la verdadera Tierra prometida, quiero decir a la «Jerusalén de arriba», madre de todos los creyentes (Gal 4,6), de la cual Dios es el arquitecto y constructor. Porque tu alma, seguramente, «no ha descendido al lugar de los muertos, sino que tu carne misma no ha conocido la corrupción» (Sl 15,10; He 2,31). Tu cuerpo purísimo, sin mancilla, no ha sido abandonado a la tierra, sino que te lo has llevado a la mansión del Reino de los Cielos, tú, la reina, la soberana, la señora, la Madre de Dios, la verdadera Theotokos...
Hoy nos acercamos a ti, nuestra reina, Madre de Dios y Virgen; giramos nuestras almas hacia ti que eres la esperanza para nosotros... Queremos honorarte con «salmos, himnos y cánticos inspirados» (Ef 5,9). Honorando a la sierva, manifestamos nuestro afecto a nuestro Maestro común... Pon tu mirada sobre nosotros, oh reina, madre de nuestro Soberano; guía nuestro camino hasta el puerto sin tempestad del buen deseo de Dios.
María nos enseña como nadie a seguir a Jesús
"María es la gran creyente"
Seguidora fiel de Jesús
"Su fe en el Dios de los pequeños nos hace sintonizar con Jesús"
José Antonio Pagola, 14 de agosto de 2016 a las 10:12
Desde su corazón de madre, María capta como nadie la ternura de Dios Padre y Madre
(José Antonio Pagola).- Los evangelistas presentan a la Virgen con rasgos que pueden reavivar nuestra devoción a María, la Madre de Jesús. Su visión nos ayuda a amarla, meditarla, imitarla, rezarla y confiar en ella con espíritu nuevo y más evangélico. María es la gran creyente. La primera seguidora de Jesús. La mujer que sabe meditar en su corazón los hechos y las palabras de su Hijo. La profetisa que canta al Dios, salvador de los pobres, anunciado por él. La madre fiel que permanece junto a su Hijo perseguido, condenado y ejecutado en la cruz. Testigo de Cristo resucitado, que acoge junto a los discípulos al Espíritu que acompañará siempre a la Iglesia de Jesús.
Lucas, por su parte, nos invita a hacer nuestro el canto de María, para dejarnos guiar por su espíritu hacia Jesús, pues en el «Magníficat» brilla en todo su esplendor la fe de María y su identificación maternal con su Hijo Jesús.
María comienza proclamando la grandeza de Dios: «mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava». María es feliz porque Dios ha puesto su mirada en su pequeñez. Así es Dios con los sencillos.
María lo canta con el mismo gozo con que bendice Jesús al Padre, porque se oculta a «sabios y entendidos» y se revela a «los sencillos». La fe de María en el Dios de los pequeños nos hace sintonizar con Jesús.
María proclama al Dios «Poderoso» porque «su misericordia llega a sus fieles de generación en generación». Dios pone su poder al servicio de la compasión. Su misericordia acompaña a todas las generaciones. Lo mismo predica Jesús: Dios es misericordioso con todos. Por eso dice a sus discípulos de todos los tiempos: «sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso». Desde su corazón de madre, María capta como nadie la ternura de Dios Padre y Madre, y nos introduce en el núcleo del mensaje de Jesús: Dios es amor compasivo.
María proclama también al Dios de los pobres porque «derriba del trono a los poderosos» y los deja sin poder para seguir oprimiendo; por el contrario, «enaltece a los humildes» para que recobren su dignidad. A los ricos les reclama lo robado a los pobres y «los despide vacíos»; por el contrario, a los hambrientos «los colma de bienes» para que disfruten de una vida más humana. Lo mismo gritaba Jesús: «los últimos serán los primeros». María nos lleva a acoger la Buena Noticia de Jesús: Dios es de los pobres. María nos enseña como nadie a seguir a Jesús, anunciando al Dios de la compasión,trabajando por un mundo más fraterno y confiando en el Padre de los pequeños.
El Papa ofrece rosas a la Virgen
"Como tantos inocentes que no tienen peso en la opinión mundial"
El Papa denuncia las masacres del Congo, perpetradas "en el silencio vergonzoso"
Recuerda "a las mujeres esclavas y explotadas y a los niños obligados a trabajar"
José Manuel Vidal, 15 de agosto de 2016 a las 11:38
(José M. Vidal).- Ángelus de la Anunciación. Después de hacerlo ayer, Francisco se asoma de nuevo hoy a la cátedra de la ventana. El Papa recuerda a la Virgen del Magníficat y al Dios que "derriba del trono a los poderosos", al tiempo que denuncia las nuevas masacres del Kivu (Congo) perpetradas en medio "del silencio vergonzoso" de la opinión pública mundial.
Algunas frases de la catequesis del Papa
"Buen día y buena fiesta de la Asunta"
"María corría a una pequeña ciudad para reunirse con Isabel"
"Hoy la ocntemplamos en su camino hacia la Jerusalén celeste, para encontrar el rostro del Padre y volver a ver el rostro de su hijo Jesús"
"Hoy, María llega a la montaña de Dios, vestida de sol y con la luna bajo sus pies"
"La vemos cruzar elumbral de la patria celeste"
"La primera de todos nosotros de subir a los cielos"
"María, humilde muchacha es admitida por Dios para estar por toda la eternidad junto al Hijo"
"Así Dios derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes"
"La Asunción es una gran misterio, que prefigura nuestro futuro"
"María nos precede en el camino"
"La fiesta de hoy nos hace mirar al cielo"
"El Magníficat es el canto de toda la Humanidad"
"El Señor se inclina sobre los humildes, para alzarlos"
"El Magníficat nos lleva a pensar en tantas sufrimientos actuales, sobre todo en las mujeres esclavas de la prepotencia de los poderosos, de los niños obligados a trabajos deshumanos, de mujeres explotadas sexualmente"
"Vida de paz y justicia y amor para ellos"
"María me hace pensar en estas mujeres esclavizadas que sufren tanto"
Saludos tras el ángelus
"A la Reina de la paz que contemplamos hoy quisiera confiar, una vez más, las ansias y el dolor de laa poblaciones que, en tantas partes del mundo, son víctimas inocentes de persistentes conflictos"
"Mi pensamiento va a los habitantes del norte de Kivu, en Congo, golpeados por nuevas masacres, que, desde hace tiempo, son perpetuadas en el silencio vergonzoso, sin atraer siquiera nuestra atención"
"Forman parte de tantos inocentes que no tienen peso sobre la opinión mundial"
"Deseos de paz y concordia" El santo padre Francisco celebra hoy en el Vaticano la fiesta de la Asunción de María. Es la segunda vez en sus cuatro años de pontificado que reza la oración del ángelus desde su estudio en el Palacio Apostólico. Cuando fue elegido en el 2013 rezó la oración mariana en la iglesia parroquial de Castel Gandolfo y el año siguiente fue durante el viaje apostólico a Corea del Sur. La Iglesia católica celebrala solemnidad de la Asunción de María el 15 de agosto, un dogma definido el 1 de noviembre de 1950 por el papa Pio XII, y una festividad celebrada por los fieles desde el siglo IV en la liturgia oriental, con nombre de el Recuerdo de María y Dormición de María. En el siglo VII el nombre pasa de ‘Dormición’ a ‘Asunción’. Pio XII así definió el dogma en la constitución apostólica ‘Munificentissimus Deus’: “Declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado: Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”. Cuando el papa Pío XII consultó al episcopado en 1946 por medio de la carta Deiparae Virginis Mariae, la afirmación de que fuera declarada dogma fue casi unánime. Gran cantidad de ciudades y parroquias llevan el nombre en honor de la Asunción, como la capital de Paraguay.
Fundamentos Bíblicos del Dogma de la Asunción de la Virgen María
La Asunción no está en la Biblia en forma expresa, pero sí se concluye de la Biblia en forma necesaria.
Es un dogma que se formula así: "La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo." (Constitución Munificentisimus Deus)
La Asunción no está en la Biblia en forma expresa, pero sí se concluye de la Biblia en forma necesaria. Recordemos que la Biblia debe leerse como un todo
Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena, 2 Tm 3, 16-17.
O de lo contrario terminaremos haciendo decir a la Biblia lo que no dice. Por eso hay que seguir la guía que nos proporciona la Iglesia
Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios, 2 Pe 1, 20-21.
Pero si tardo, para que sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y fundamento de la verdad.1 Tm 3,15,
Iglesia que recibió de Cristo la gracia de enseñar con autoridad ("Quien les escucha a ustedes, me escucha a mí; quien les rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado", Lc 10, 16).
Primero entendamos que "asunción" no es lo mismo que "ascensión". La "ascensión" es el hecho de ascender a los cielos por sí mismo como Jesús (Lc 1, 3-11). "Asuncion" es ser llevado a los cielos por Dios mismo o por los ángeles.
1. ¿Es bíblica la Asunción de las personas?
Las personas pueden ser asuntas a los cielos como María. Fue antes el caso de Enoc
Siguió siempre los caminos de Dios, y luego desapareció porque Dios se lo llevó, Gn 5, 24
O de Elías
Y mientras iban conversando por el camino, un carro de fuego, con caballos también de fuego, los separó a uno del otro, y Elías subió al cielo en el torbellino. Al ver esto, Eliseo gritó: "¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Carro de Israel y su caballería!". Y cuando no lo vio más, tomó sus vestiduras y las rasgó en dos pedazos,2 Re 2, 11-12.
Alguien dirá que con Jesús se abren las puertas del cielo, porque todos debieron esperar su llegada, pero olvida que los designios de Dios no están al alcance de los hombres
Grandes e inenarrables son tus juicios, por eso, las almas ignorantes se extraviaron, Sb 17, 1;
¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! , Rm 11, 33.
Así lo rátifica la Biblia:
Yavé hizo subir a Elías al cielo en un torbellino... 2 Re 2, 1
2. ¿Porqué fueron llevadas las personas al cielo?
Por la fe y por haber agradado a Dios toda la vida ("Enoc anduvo con Dios...." dice Gn 5, 22). Dice San Pablo para que entendamos el caso de Enoc:
Por su fe también Enoc fue trasladado al cielo en vez de morir, y los hombres no volvieron a verlo, porque Dios se lo había llevado. Antes de que fuera arrebatado al cielo, se nos dice que había agradado a Dios; pero sin la fe es imposible agradarle, pues nadie se acerca a Dios si antes no cree que existe y que recompensa a los que lo buscan, Hb 11, 5-6.
¿Fue ese el caso de María? Lo fue y en mayor grado.
3. Nadie como Maria en materia de fe y agrado a Dios
"Llena de Gracia" le dice el ángel Gabriel (Lc 1, 28), quien también le dice que Dios está con ella (la maravillosa frase de Lc 1, 28 es "Salve, llena de gracia, el Señor está contigo."); Enoc anduvo con Dios, pero Dios estaba con María. El mismo Dios, por su mensajero, la declara llena de gracia en una forma permanente pues ha encontrado el favor de Dios (Lc 1, 30) y María acata en forma totalmente incondicional la voluntad del Altísimo (Lc 1, 38). Es tal el estado de María, que -antes de la pasión de Jesucristo- puede declarar que Dios la ha salvado y todas las generaciones la llamarán bienaventurada (Lc 1, 48). Siendo así, es un caso como el de Enoc en grado máximo, pues mereció ser la Madre de Nuestro Señor ("...has encontrado el favor de Dios" dice el ángel).
Tenemos claro entonces que María agrada a Dios y es modelo de Fe, en tan esplendoroso sentido que ya es salva desde antes de la pasión de Nuestro Señor.
4. En María se da el cumplimiento de las promesas del Señor
Decía Jesús a los saduceos:
Pues cuando resuciten de la muerte, ya no se casarán hombres y mujeres, sino que serán en el cielo como los ángeles, Mc 12, 25.
Dice San Pablo
Pero para nosotros hay un solo Dios, el Padre: todo viene de él y nosotros vamos hacia él, 1 Co 8, 6
Y en otra parte:
Nosotros tenemos nuestra patria en el cielo, y de allí esperamos al Salvador que tanto anhelamos, Cristo Jesús, el Señor, Fil 3, 20
Esa es una promesa. Cuando María visita a su prima Santa Isabel, esta -llena del Espíritu Santo- declara
¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!, Lc 1, 45.
A los apóstoles, Jesús les recuerda que les prepara una morada en la casa del Padre:
No se turben; crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Para ir a donde yo voy, ustedes ya conocen el camino, Jn 14, 1-4.
Tenemos entonces frente a nosotros la promesa de la Resurrección. Ya Dios había salvado a María, no quedaba sino que al final de su vida resucitara inmediatamente. "La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos" (Catecismo, n. 966).
María nos precedió en el cielo y nos precederá siempre, como madre del rey que se sienta al lado del trono (Sal 45(44), 7-10).
Así las cosas, el dogma de la Asunción de María es plenamente bíblico.
5. María es la Nueva Arca de la Alianza, la cual debía subir al cielo
El Señor debía entrar en el reposo, y con El el arca:
¡Levántate, Señor, y ven a tu reposo, tú y el Arca de tu fuerza!, Sal 132,8
Que María es la Nueva Arca se sigue de Apocalipsis 11, 19 y el texto subsiguiente. Dice San Juan que se abrió el Santuario de Dios en los cielos y vio el Arca de la Alianza. ¿Y qué es lo que ve exactamente San Juan? La mujer vestida de sol, María.
Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza, Ap 12, 1
Juan ve a María en el cielo. ¿Cómo nos dice la Biblia que ella es la nueva arca de la alianza? Fíjate en lo que dice David cuando supo que el Arca iba camino de su casa:
Ese día sintió David un verdadero temor por Yavé y se dijo: "¿Y el Arca de Yavé va a entrar en mi casa?", 2 Sam 6, 9
Cuando María va a visitar a Isabel, esta -llena del Espíritu Santo- pregunta en voz alta:
Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor?, Lc 1. 43
Lo mismo que David salta de alegría frente al Arca (2 Sam 6, 14), Juan el Bautista lo hizo en el vientre de su madre cuando llegó María (Lc 1, 44). El Arca, luego del episodio de David, permeneción tres meses en el lugar (2 Sam 6, 11), el mismo tiempo que María permaneció en casa de Isabel (Lc 1, 56).
6.¿Cómo sabemos que efectivamente María fue asunta a los cielos?
Por la tradición de la Iglesia desde los principios del cristianismo. Las tradiciones de la Iglesia se verifican contra la Sagrada Escritura, y en este caso de la Asunción ya sabemos que es consecuencia necesaria de la Biblia.
Que las tradiciones de la Iglesia deben atenderse, es mandato bíblico:
Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes y guarden fielmente las tradiciones que les enseñamos de palabra o por carta, 2 Tes 2, 15.
Les alabo porque me son fieles en todo y conservan las tradiciones tal como yo se las he transmitido, 1 Co 11, 2
Ver además Hch 28, 17. Eso por supuesto contradice la típica tesis de los hermanos separados de que la Biblia es la única fuente en los temas de Dios, tesis que no tiene fundamento bíblico alguno.