“Pasó la noche en oración”

Evangelio según San Lucas 6,12-19. 

Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor. Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos. 

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia Carta a Proba sobre la oración, 9-10

“Pasó la noche en oración” (Lc 6,12)

Cuando el apóstol dice: Vuestras peticiones sean presentadas a Dios, no hay que entender estas palabras como si se tratara de descubrir a Dios nuestras peticiones, pues él continuamente las conoce, aun antes de que se las formulemos; estas palabras significan, más bien, que debemos descubrir nuestras peticiones a nosotros mismos en presencia de Dios, perseverando en la oración, sin mostrarlas ante los hombres por vanagloria de nuestras plegarias.... 

Ni hay que decir, como algunos piensa, que orar largamente sea lo mismo que orar con vana palabrería. Una cosa, en efecto, son las muchas palabras y otra cosa el afecto perseverante y continuado...Pues del mismo Señor está escrito que pasaba la noche en oración y que oró largamente; (Lc 6,12) con lo cual, ¿qué hizo sino darnos ejemplo, al orar oportunamente en el tiempo, aquel mismo que, con el Padre, oye nuestra oración en la eternidad? 

Se dice que los monjes de Egipto hacen frecuentes oraciones, pero muy cortas, a manera de jaculatorias brevísimas, para que así la atención, que es tan sumamente necesaria en la oración, se mantenga vigilante y despierta y no se fatigue ni se embote con la prolijidad de las palabras....Hablar mucho en la oración es como tratar un asunto necesario y urgente con palabras superfluas. Orar, en cambio, prolongadamente es llamar con corazón perseverante y lleno de afecto a la puerta de aquel que nos escucha. Porque, con frecuencia, la finalidad de la oración se logra más con lágrimas y llantos que con palabras y expresiones verbales.

Elección de los doce
Lucas 6, 12-19. Tiempo Ordinario. El gran secreto de la vida es... sabernos amados por Dios.

Oración Introductoria
Señor Jesús, en varias ocasiones el Evangelio hace mención que pasaste la noche en oración… y yo que batallo para hacer mi meditación de 10, 15 ó 20 minutos. Tu oración es fruto de tu amor, de tu dependencia a Dios. Ilumíname para yo pueda crecer también en mi amor y que ahora sepa disponer mi corazón para hacer la voluntad del Padre en este día.

Petición
Jesucristo, enséñame a orar. Haz que te ame a tal punto, que me sea imposible no seguirte.

Meditación del Papa
Cuando las decisiones se convierten en algo urgente y complejo, su oración se hace cada vez más larga e intensa. En la inminente elección de los Doce Apóstoles, por ejemplo, Lucas destaca la duración de la oración preparatoria de Jesús: "En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles". Observando la oración de Jesús, deben surgirnos diversas preguntas: ¿Cómo rezo yo? ¿Cómo rezamos nosotros? ¿Qué tiempo dedicamos a la relación con Dios? ¿Es suficiente la educación y formación a la oración actualmente? ¿Quién nos puede enseñar? [...] Escuchar, meditar, callar ante el Señor que habla, es un arte que se aprende practicándolo con constancia. Ciertamente, la oración es un don que exige, sin embargo, el ser acogido; es una obra de Dios, pero que exige compromiso y continuidad por nuestra parte, sobre todo la continuidad y la constancia son importantes. 

Benedicto XVI, 30 de noviembre de 2011.

Reflexión
En nuestra sociedad donde todo se hace para usar y tirar, las cosas salen en serie, sin características propias: los mismos modelos de zapatos, el mismo estilo de vestir, las mismas comidas, el mismo diseño de construcción, las mismas expresiones de vocabulario... queremos igualarnos tanto que perdemos hasta la identidad. La sociedad nos masifica, nos despersonaliza, nos hace iguales.

Con Dios no es así; para Él cada uno es único, singular e irrepetible: Dios no hace las cosas en serie. Dios nos conoce y nos llama por nuestro propio nombre y al identificarnos nos da el ser que nos autentifica. Su amor nos crea en cada momento porque su Palabra llega directa al corazón y desde esta interpelación nos potencia y dinamiza para la misión que cada uno trae a la vida. El gran secreto de la vida es sabernos amados. Con esta certeza nuestra vida se llena de sentido, basta que Él susurre mi nombre al oído para que todo se llene de emoción. Es la confianza de sabernos amados con un único amor, grande y fuerte.

Propósito
Sabernos amados por Nuestro Padre, Dios, con un único amor, grande y fuerte.

Diálogo con Cristo
¡Oh Dios, que desde la eternidad pensaste en mí y que en un momento concreto de la historia pronunciaste mi nombre para llamarme a la vida. Gracias por el amor que me regalas cada día. Te pido tu gracia para que siempre pueda cumplir la misión que me encomiendas y así cooperar a la salvación del mundo en nombre de tu Hijo Jesucristo nuestro Señor.

Onesiforo y Porfirio, Santos
Mártires, 6 de septiembre

Mártires
Martirologio Romano: Conmemoración también de san Onesíforo, que sirvió muchas veces a san Pablo en Efeso y, sin sentir vergüenza por sus cadenas, llegado a Roma, se interesó solícitamente por su suerte (s. I).

Breve Semblanza

Estos dos mártires, murieron en el año 80. El primero fue un fiel discípulo y colaborador de san Pablo.

Lo nombra en su carta a Timoteo: "Quiera el Señor darte la gracia al bueno de Onesíforo porque a menudo me animaba ; nunca se avergonzó de verme encadenado, pero cuando llegó a Roma, me buscó por todos sitios con gran valentía y, gracias a mí, quiso el Señor concederle la gracia de encontrar misericordia".

Y en otro versículo dice de él así: "Saluda a Prisca y Aquila y al inestimable Onesíforo".

La tradición añade que Onesíforo siguió los pasos de san Pablo a España y volvió al Este, en donde fue martirizado durante el reinado de Domiciano en Helesponto, atado a caballos salvajes.

Porfirio, un fiel amigo del primero, compartió su trabajo y el mismo martirio.
El Señor estuvo cerca de ellos para darles el valor de anunciar su Evangelio y ser colaboradores de un gran apóstol del Evangelio.

Madre Teresa: el aborto amenaza la paz
¡Firma esta petición!

Para saber mas
Fue un día histórico. La Beata Madre Teresa de Calcuta intervino en el Desayuno de Oración Nacional que se celebra cada año en Washington (Estados Unidos). Fue el 3 de febrero de 1994 ante la clase dirigente estadounidense. La fundadora de las Misionerasde la Caridad proclamó con valentía la verdad sobre el crimen del aborto.En su discurso ante el entonces presidente Bill Clinton, la primera dama Hillary Clinton, el vicepresidente Al Gore y su esposa y otras grandes figuras políticas que no estaban de acuerdo con ella, la religiosa de origen albanés se refirió al aborto como una amenaza para la paz. “La amenaza más grande que sufre la paz hoy en día es el aborto, porque el aborto es hacer la guerra al niño, al niño inocente que muere a manos de su propia madre. Si aceptamos que una madre pueda matar a su propio hijo, ¿cómo podremos decir a otros que no se maten? ¿Cómo persuadir a una mujer de que no se practique un aborto?

Como siempre, hay que hacerlo con amor y recordar que amar significa dar hasta que duela”.“Jesús dio su vida por amor a nosotros. Hay que ayudar a la madre que está pensando en abortar; ayudarla a amar, aun cuando ese respeto por la vida de su hijo signifique que tenga que sacrificar proyectos o su tiempo libre. A su vez el padre de esa criatura, sea quien fuere, debe también dar hasta que duela”.“Al abortar, la madre no ha aprendido a amar; ha tratado de solucionar sus problemas matando a su propio hijo. Y a través del aborto, se le envía un mensaje al padre de que no tiene que asumir la responsabilidad por el hijo engendrado. Un padre así es capaz de poner a otras mujeres en esa misma situación. De ese modo un aborto puede llevar a otros abortos. El país que acepta el aborto no está enseñando a su pueblo a amar sino a aplicar la violencia para conseguir lo que se quiere. Es por eso que el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto”.“Para mí, las naciones que han legalizado el aborto son las más pobres, le tienen miedo a un niño no nacido y el niño tiene que morir”. ¡Unete a esta petición! y firma

http://citizengo.org/es/36748-gracias-por-madre-teresa?tc=gm

Si tuvieras fe
Hay que tener fe en que Dios sigue llamando.

Lo he repetido y lo repetiré mientras pueda: no por casualidad, sino por gracia de Dios a nosotros nos toca, de nosotros depende el futuro de la vida consagrada en el tercer Milenio. Nacimos en circunstancias muy especiales: somos hijos del post-concilio, hemos vivido los eventos convulsivos del año 1968, nos ha tocado ver de todo y ya nada puede espantarnos. Y junto con estos eventos mundiales que de alguna manera han dado nacimiento a una nueva cultura (y de esto no nos cabe la menor duda), está también la contestación post-conciliar que ha sufrido la Iglesia de parte de no pocas personas: teólogos, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas que de alguna manera comenzaron a cuestionar los cimientos de la fe católica, de la Tradición y del Magisterio, avalándose en una lectura equívoca y unidireccional del Concilio Vaticano II. Y de alguna forma, la vida consagrada ha sido salpicada por esta concepción del Concilio.1 Muchos concibieron el Concilio Vaticano II como una mera oportunidad para ensayar, experimentar y buscar nuevas formas de vida consagrada, con el pretexto de adaptarse a los tiempos modernos. Y sobre esta concepción, yo diría incompleta sino errónea, comenzaron a construir (¿destruir?) nuevos modelos de la vida religiosa. El problema no es la adaptación a los tiempos, sino el autoproclamarse poseedor y conocedor de la verdad última, dejando a un lado el juicio de Cristo, de sus representantes, de la Iglesia, la Tradición y el Magisterio.

Defensores del "subjetivismo a ultranza" caían en el sofisma de pensar que sólo ellos tenían la verdad última. Y sus pensamientos, convicciones e ideas, de alguna manera fueron penetrando diversas instituciones religiosas que, bajo su juicio, "la Iglesia había domesticado".2 De ahí que la vida religiosa tendría que ser adaptada a los nuevos tiempos, antiguas instituciones y estructuras tenían que ceder el paso a las nuevas culturas, el feminismo a ultranza debía impregnar los monasterios y las congregaciones femeninas, la autoridad debía ser revisada para que según ellos, no se cayera en autoritarismo, los votos religiosos debían ser revisado bajo un enfoque más humano, más social, más potenciador de la integridad humana para liberarlo de la denigración y la humillación a la que tantos monjes y monjas se veían sometidos. La psicología sería la panacea resuélvelo-todo, orillando y dejando como anacrónico e inútil la dirección espiritual y, hasta en algunos casos, la confesión.

No quiero ni es mi propósito en este artículo hacer un catálogo pormenorizado de lo que estos movimientos han causado a la vida religiosa femenina. Simplemente quiero traer a colación que todas esas ideas, propósitos, pensamientos han influido y diseminado el pensamiento de que la vida religiosa femenina está en crisis. Y cómo está en crisis no podemos pensar ni siquiera en la búsqueda de vocaciones. ¿Para que traer a los monasterios, a las comunidades a mujeres jóvenes e imponerles un estado de vida del que ni siquiera nosotros estamos convencidas? Y por otra parte, ¿cómo imponer un estilo de vida a alguien cuando ahora se ha "re-descubierto" la libertad como el valor fundamental y fundante de la persona humana? Habría, en primer lugar que definir muy bien el concepto de libertad 3,4 y después ponernos a discutir sobre el respeto a la libertad y la posibilidad de invitar a una persona a vivir su felicidad eterna.5

Estos dos pensamientos base, la no-identidad de la vida religiosa y el mal-entendido respeto a rajatabla a la libertad humana, han originado un apocamiento en no pocas órdenes religiosas femeninas sobre la búsqueda de las vocaciones. Aunado a este hecho muchas congregaciones que hasta antes del Concilio se veían imposibilitadas a aceptar el número altísimo de chicas que tocaban a sus puertas, ha dado como respuesta poco feliz, poco elaborada, poco razonada y poco sostenida por sí misma: crisis. Vivimos en una crisis de vocaciones. Y digo poco feliz, poco elaborada, poco razonada y poco sostenida por sí misma porque es una conclusión nacida de premisas falsas: como la vida religiosa está en crisis, entonces no hay vocaciones. Pero, ¿es verdad que la vida religiosa está en crisis? Y la siguiente premisa "no hay que forzar la libertad" se contrapone al anuncio que debe hacerse de la Buena nueva. Se ha mal entendido el respeto a la libertad de la persona con el renunciar a anunciar la buena nueva. ¿Cómo voy yo a proponer en un colegio, en un grupo parroquial, en un grupo juvenil la invitación de "ven y sígueme"? Para muchos eso es peor que un crimen, es forzar la libertad humana. Y yo me pregunto ¿anunciar es forzar?, ¿invitar es presionar?, ¿proponer es manipular?

Frente a estas posturas las palabras del evangelio aún resuenan con la misma frescura de siempre: "Rogad al dueño de la mies para que mande operarios a la mies". Y en nuestros tiempos Juan Pablo II no deja de profetizar "una primavera vocacional". Y estas dos invitaciones quedan de alguna manera confirmadas con el hecho de que muchas congregaciones religiosas aún reciben vocaciones... y no sólo en América Latina, África o Filipinas, como muchos detractores de la vida religiosa se complacen en constatar. También en Europa surgen vocaciones tanto para las órdenes de vida contemplativa, como para las de vida activa. Tanto para las órdenes multiseculares como para las de nuevo origen.

Hay que tener fe en que Dios sigue llamando. Hay que tener fe en que Cristo aún puede ser tan atractivo como siempre6 y que puede seguir ejerciendo esa seducción sobre las almas juveniles. Lo importante es tener fe en que Él sigue llamando...

NOTAS

1 Bástenos citar aquí esta frase: "La clausura del Concilio Vaticano II marcó el comienzo de más de veinticinco años de experimentación y adaptación social de antiquísimos grupos de religiosos (especialmente mujeres), tanto monásticos como de vida apostólica, lamentablemente fuera de sintonía durante cientos de años. Hay datos históricos y académicos más que suficientes para justificar la pregunta de si una reestructuración tan importante en instituciones tan establecidas -o en cualquier institución- es siquiera posible". En: Joan Chittister, OSB, El fuego en estas cenizas, Sal Terrae, Bilbao, 1998 p.20

2 Joan Chittister, OSB, op. cit, p. 49

3 Mondin, Battista, Manuale di filosofia sistematica. Volume 5 "Antropologia filosofica". Edizioni Studio Domenicano, Bologna. 2000.

4 Lucas Lucas, Ramón, "L´uomo. Spirito incarnato", Edizioni Paoline, Roma 1993

5 Ya Paulo VI notaba algo en el ambiente de la Iglesia, cuando escribía en 1964: "El naturalismo amenaza vaciar la concepción original del cristianismo; el relativismo, que todo lo justifica y todo lo califica como de igual valor, atenta al carácter absoluto de los principios cristianos; la costumbre de suprimir, la costumbre de excluir todo esfuerzo, toda molestia de la práctica ordinaria de la vida, acusa de inutilidad fastidiosa a la disciplina y a la ascesis cristiana; ..." En: Paulo VI, Ecclesiam suam, EV, 1964

6 Cabra, Una lectura detenida, pausada y meditada de este magnífico libro es recomendada para la asimilación del concepto de vocación como don de Dios para comprender el misterio de la vida de Cristo y así estar dispuesto a seguirlo a través de la pobreza, la castidad y la obediencia.

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