“Haceos amigos con los bienes de este mundo, así....os recibirán en las moradas eternas”: Socorred a los pobres

Dinero

La sociedad que conoció Jesús era muy diferente a la nuestra. Solo las familias poderosas de Jerusalén y los grandes terratenientes de Tiberíades podían acumular monedas de oro y plata. Los campesinos apenas podían hacerse con alguna moneda de bronce o cobre, de escaso valor. Muchos vivían sin dinero, intercambiándose productos en un régimen de pura subsistencia.

En esta sociedad, Jesús habla del dinero con una frecuencia sorprendente. Sin tierras ni trabajo fijo, su vida itinerante de profeta dedicado a la causa de Dios le permite hablar con total libertad. Por otra parte, su amor a los pobres y su pasión por la justicia de Dios lo urgen a defender siempre a los más excluidos.

Habla del dinero con un lenguaje muy personal. Lo llama espontáneamente «dinero injusto» o «riquezas injustas». Al parecer, no conoce «dinero limpio». La riqueza de aquellos poderosos es injusta porque ha sido amasada de manera injusta y porque la disfrutan sin compartirla con los pobres y hambrientos.

¿Qué pueden hacer quienes poseen estas riquezas injustas? Lucas ha conservado unas palabras curiosas de Jesús. Aunque la frase puede resultar algo oscura por su concisión, su contenido no ha de caer en el olvido. «Yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas».

Jesús viene a decir así a los ricos: «Emplead vuestra riqueza injusta en ayudar a los pobres; ganaos su amistad compartiendo con ellos vuestros bienes. Ellos serán vuestros amigos y, cuando en la hora de la muerte el dinero no os sirva ya de nada, ellos os acogerán en la casa del Padre». Dicho con otras palabras: la mejor forma de «blanquear» el dinero injusto ante Dios es compartirlo con sus hijos más pobres.

Sus palabras no fueron bien acogidas. Lucas nos dice que «estaban oyendo estas cosas unos fariseos, amantes de las riquezas, y se burlaban de él». No entienden el mensaje de Jesús. No les interesa oírle hablar de dinero. A ellos solo les preocupa conocer y cumplir fielmente la ley. La riqueza la consideran como un signo de que Dios bendice su vida.

Aunque venga reforzada por una larga tradición bíblica, esta visión de la riqueza como signo de bendición no es evangélica. Hay que decirlo en voz alta porque hay personas ricas que de manera casi espontánea piensan que su éxito económico y su prosperidad es el mejor signo de que Dios aprueba su vida.

Un seguidor de Jesús no puede hacer cualquier cosa con el dinero: hay un modo de ganar dinero, de gastarlo y de disfrutarlo que es injusto pues olvida a los más pobres.

José Antonio Pagola 25 Tiempo ordinario - C (Lucas 16,1-13) 18 de septiembre 2016

XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (Am 8, 4-7; Sal 112; 1Tm 2, 1-8; Lc 16, 1-13)
LA RECTA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES

Hoy la Palabra pone el dedo en la llaga de una cultura especuladora, en la que solo interesa el acrecentamiento de las riquezas, a costa de todo, y en la que salen perdiendo siempre los más pobres.

Pero cabe que leamos la denuncia del texto bíblico como si se refiriera a otros, e incluso puede justificarnos por nuestra crítica despiadada de los dirigentes, de los empresarios, de los que entendemos que son especuladores con los bienes de los demás.

Sin duda que el profeta es incisivo en su expresión: “Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables” (Amós). Y cada uno deberemos examinarnos por si en nuestras relaciones, aunque sea en pequeña escala, también ejercemos extorsión, especulación, por afán desmedido de poder o de tener, creando dependencias y ciertas esclavitudes. Cabe que intentemos dominar con chantajes emocionales, para sujetar a las personas a nuestro servicio.

El salmista canta el comportamiento de Dios, que es defensor de los más desfavorecidos: “El Señor levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo”. Dios no esclaviza, ni somete, por el contrario Él saca de la esclavitud a su pueblo, y por gracia, todos hemos sido liberados del dominio del pecado.

La clave para disfrutar de la libertad de los hijos de Dios nos la ofrece el Evangelio: “Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.” Solo Dios es Dios. “Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos”.

En las circunstancias que nos rodean, en las que surge espontáneamente la crítica política por la situación en que nos encontramos, es providente la recomendación del San Pablo: “Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan cargos, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro”. ¡Ojalá pueda emerger la generosidad, la responsabilidad y la sensibilidad, para que no se deteriore aún más la convivencia entre las personas!


José de Cupertino, Santo Religioso Presbítero, 18 de septiembre 

Patrón de los estudiantes

Martirologio Romano: En Osimo, en la región Picena, en Italia, san José de Cupertino, presbítero de la Orden de Hermanos Menores Conventuales, célebre, en circunstancias difíciles, por su pobreza, humildad y caridad para con los necesitados de Dios (1663).

Fecha de beatificación: 24 de febrero de 1753 por el Papa Benedicto XIV

Fecha de canonización: 16 de julio de 1767 por el Papa Clemente XIV

Breve Biografía

José nació en 1603 en el pequeño pueblo italiano llamado Cupertino. Sus padres eran sumamente pobres. El niño vino al mundo en un pobre cobertizo pegado a la casa, porque el papá, un humilde carpintero, no había podido pagar las cuotas que debía de su casa y se la habían embargado.-

A los 17 años pidió ser admitido de franciscano pero no fue admitido. Pidió que lo recibieran en los capuchinos y fue aceptado como hermano lego, pero después de ocho meses fue expulsado porque era en extremo distraído. Dejaba caer los platos cuando los llevaba para el comedor. Se le olvidaban los oficios que le habían puesto. Parecía que estaba siempre pensando en otras cosas. Por inútil lo mandaron para afuera.-


Al verse desechado, José buscó refugio en casa de un familiar suyo que era rico, pero él declaró que este joven "no era bueno para nada", y lo echó a la calle. Se vio entonces obligado a volver a la miseria y al desprecio de su casa. La mamá no sintió ni el menor placer al ver regresar a semejante "inútil", y para deshacerse de él le rogó insistentemente a un pariente que era franciscano, para que lo recibieran al muchacho como mandadero en el convento de los padres franciscanos.-

Sucedió entonces que en José se obró un cambio que nadie había imaginado. Lo recibieron los padres como obrero y lo pusieron a trabajar en el establo y empezó a desempeñarse con notable destreza en todos los oficios que le encomendaban. Pronto con su humildad y su amabilidad, con su espíritu de penitencia y su amor por la oración, se fue ganando la estimación y el aprecio de los religiosos, y en 1625, por votación unánime de todos los frailes de esa comunidad, fue admitido como religioso franciscano.-

Lo pusieron a estudiar para presentarse al sacerdocio, pero le sucedía que cuando iba a presentar exámenes se trababa todo y no era capaz de responder. Llegó uno de los exámenes finales y el pobre Fray José la única frase del evangelio que era capaz de explicar completamente bien era aquella que dice: "Bendito el fruto de tu vientre Jesús". Estaba asustadísimo pero al empezar el examen, el jefe de los examinadores dijo: "Voy a abrir el evangelio, y la primera frase que salga, será la que tiene que explicar". Y salió precisamente la única frase que el Cupertino se sabía perfectamente: "Bendito sea el fruto de tu vientre".-

Llegó al fin el examen definitivo en el cual se decidía quiénes sí serían ordenados. Y los primeros diez que examinó el obispo respondieron tan maravillosamente bien todas las preguntas, que el obispo suspendió el examen diciendo: ¿Para qué seguir examinando a los demás si todos se encuentran tan formidablemente preparados?" y por ahí estaba haciendo turno para que lo examinaran, el José de Cupertino, temblando de miedo por si lo iban a descalificar. Y se libró de semejante catástrofe por casualidad.-

Ordenado sacerdote en 1628, se dedicó a tratar de ganar almas por medio de la oración y de la penitencia. Sabía que no tenía cualidades especiales para predicar ni para enseñar, pero entonces suplía estas deficiencias ofreciendo grandes penitencias y muchas oraciones por los pecadores. Jamás comía carne ni bebía ninguna clase de licor. Ayunaba a pan y agua muchos días. Se dedicaba con gran esfuerzo y consagración a los trabajos manuales del convento (que era para lo único que se sentía capacitado).-

Desde el día de su ordenación sacerdotal su vida fue una serie no interrumpida de éxtasis, curaciones milagrosas y sucesos sobrenaturales en un grado tal que no se conocen en cantidad semejante con ningún otro santo. Bastaba que le hablaran de Dios o del cielo para que se volviera insensible a lo que sucedía a su alrededor. Ahora se explicaban por que de niño andaba tan distraído y con la boca abierta. Un domingo, fiesta del Buen Pastor, se encontró un corderito, se lo echó al hombro y al pensar en Jesús, Buen Pastor, se fue elevando por los aires con cordero y todo.-

Los animales sentían por él un especial cariño. Pasando por el campo, se ponía a rezar y las ovejas se iban reuniendo a su alrededor y escuchaban muy atentas sus oraciones. Las golondrinas en grandes bandadas volaban alrededor de su cabeza y lo acompañaban por cuadras y cuadras.-

Sabemos que la Iglesia Católica llama éxtasis a un estado de elevación del alma hacia lo sobrenatural, durante lo cual la persona se libra momentáneamente del influjo de los sentidos, para contemplar lo que pertenece a la divinidad. San José de Cupertino quedaba en éxtasis con mucha frecuencia durante la Santa Misa, cuando estaba rezando los salmos de la S. Biblia. Durante los 17 años que estuvo en el convento de Grotella sus compañeros de comunidad presenciaron 70 éxtasis de este santo. El más famoso sucedió cuando 10 obreros deseaban llevar una pesada cruz a una montaña y no lo lograban. Entonces Fray José se elevó por los aires con cruz y todo y la llevó hasta la cima del monte.-

El Papa Benedicto XIV que era rigurosísimo en no aceptar como milagro nada que no fuera en verdad milagro, estudió cuidadosamente la vida de José de Cupertino y declaró: "Todos estos hechos no se puede explicar sin una intervención muy especial de Dios".-

Los últimos años de su vida, José fue enviado por sus superiores a conventos muy alejados donde nadie pudiera hablar con él. La gente descubría donde estaba y corrían hacia allá. Entonces lo enviaban a otro convento más apartado aún. El sufrió meses de aridez y sequedad espiritual (como Jesús en Getsemaní) pero después a base de mucha oración y de continua meditación, retornaba otra vez a la paz de su alma. A los que le consultaban problemas espirituales les daba siempre un remedio: "Rezar, no cansarse nunca de rezar. Que Dios no es sordo ni el cielo es de bronce. Todo el que pide, recibe".-

Murió el 18 de septiembre de 1663 a la edad de 60 años.
Que Dios nos enseñe con estos hechos tan maravillosos, que Él siempre enaltece a los que son humildes y los llena de gracias y bendiciones.-

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San José Cupertino

Oración


Confesamos, Señor, que solo tú eres santo y que sin ti nadie es bueno, y humildemente te pedimos que la intercesión de San José Cupertino venga en nuestra ayuda para que de tal forma vivamos en el mundo que merezcamos llegar a la contemplación de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo.-



Francisco, hoy, durante el Angelus

El Papa invita a los fieles a rezar el martes, desde Asís, por la paz, "en esta guerra abierta por todo el mundo"
Francisco: "Jesús nos invita a hacer una elección clara entre la lógica de la corrupción y la de la honestidad"
"La astucia cristiana nos aleja del demonio para vivir según el Evangelio"

Jesús Bastante, 18 de septiembre de 2016 a las 12:16

Estamos todos llamados a ofrecer al mundo testimonio de nuestro común empeño por la paz y la reconciliación entre los pueblos. El martes, todos unidos, en oración. Un tiempo para orar por la paz. Todo el mundo unido

(J. Bastante/RV).- ¿Corrupción u honradez?¿Avaricia u honestidad? El Papa Francisco clamó contra esta constante disyuntiva en el ser humano durante el rezo del Angelus, y pidió a los fieles "hacer una elección clara entre Él y el espíritu del mundo, entre la lógica de la corrupción y de la avaricia y aquella de la rectitud y del compartir".

Bergoglio también hizo un llamamiento a la oración, en todo el mundo, por los frutos del encuentro que este martes reunirá a líderes religiosos en Asís.

"Hoy Jesús nos invita a reflexionar sobre dos estilos de vida contrapuestos: aquel mundano y aquel del Evangelio", señaló el Papa, recordando la parábola del administrador infiel y corrupto. "Es necesario precisar -dijo el Pontífice- que este administrador no es presentado como un modelo a seguir, sino como un ejemplo de astucia".
"A tal astucia mundana - agregó - nosotros estamos llamados a responder con la astucia cristiana, que es un don del Espíritu Santo. Se trata de alejarse del espíritu y de los valores del mundo, que tanto gustan al demonio, para vivir según el Evangelio". La mundanidad, añadió se manifiesta "conactitudes de corrupción, de engaño, de prepotencia, y constituyen el camino más equivocado, el camino del pecado, a pesar que esa sea la más cómoda a seguir".

En cambio, el espíritu del Evangelio requiere un estilo de vida serio y comprometido, impostado en la honestidad, en la rectitud, en el respeto a los demás y a su dignidad, en el sentido del deber. ¡Esta es la astucia cristiana!. Por ello, concluyó el Papa Francisco, "Hoy Jesús nos invita a hacer una elección clara entre Él y el espíritu del mundo, entre la lógica de la corrupción y de la avaricia y aquella de la rectitud y del compartir".

En los saludos posteriores, el Papa recordó que este martes, 20 de septiembre, tendrá lugar en Asís un encuentro de oración por la paz, 30 años después del "histórico convocado por san Juan Pablo II". En este punto, Francisco invitó a "parroquias, asociaciones eclesiales y fieles de todo el mundo, a vivir ese día como una jornada de oración por la paz", pues "hoy tenemos necesidad de paz en esta guerra abierta por todo el mundo. Oremos por la paz".

"Estamos todos llamados a ofrecer al mundo testimonio de nuestro común empeño por la paz y la reconciliación entre los pueblos. El martes, todos unidos, en oración. Un tiempo para orar por la paz. Todo el mundo unido", concluyó Bergoglio.


El Papa, en la misa con la Gendarmería

Francisco agradece a la Gendarmería Vaticana su esfuerzo por “defender la honestidad”
El Papa arremete contra “la corrupción, que arrasa con todo y se infiltra en todas partes”
“El trabajo esclavo es una gran industria, es un estilo de vida”, denuncia Bergoglio

Jesús Bastante, 18 de septiembre de 2016 a las 10:15

"Existe también una codicia cristiana", advirtió el Papa, quien clamó, junto con Jesús, por "ser astutos como serpientes, y simples como palomas"

(Jesús Bastante).- El estafador, el corrupto, frente al administrador fiel. El Papa Francisco celebró esta mañana en la basílica de San Pedro una misa por el 200 aniversario de los Cuerpos de la Gendarmería vaticana, a quienes agradeció su "defensa de la honestidad", desde la "cercanía y la ternura", frente a las constantes tentaciones, y la corrupción, "que arrasa con todo".

Y contrapuso su ejemplo al de los estafadores y defraudadores, como Jesús hizo en el Evangelio de hoy. No hay exceso de "administradores fieles" en un mundo, como el actual, consumido por "la corrupción, que arrasa con todo y se infiltra en todas partes". También, como apuntó el Papa, en la propia Iglesia.

Frente a ello, Jesús es claro: "No podéis servir a Dios y al dinero". En su homilía, Francisco denunció a los estafadores, "cuyo único Dios es el dinero, y su trabajo exprimir a los pobres, a los indigentes, hasta que se convierten en sus esclavos". Un tipo humano "que se repite en cada época, aunque hoy hay muchos".

También, lamentó, existe la figura del "defraudador". "Su método es hacer trampa, robar a su patrón". Una tarea que no realiza "de un día para otro. No, poco a poco va llegando a la corrupción". En la parábola, el patrón "castiga al administrador deshonesto por su codicia, que hace mucho mal". "Existe también una codicia cristiana", advirtió el Papa, quien clamó, junto con Jesús, por "ser astutos como serpientes, y simples como palomas".ç

"Hoy hay tantos defraudadores, estafadores, corruptos... Me disgusta ver cómo la corrupción arrasa con todo, se infiltra en todas partes", improvisó Francisco.

Frente a ellos, el hombre fiel, "el que sigue a Jesús. Un hombre de oración, que reza por los otros y confía en el poder de la oración por los demás y por sí mismo y lleva una vida dedicada. El hombre fiel puede caminar entre nosotros". "Un hombre -destacó- que ha sido fiel en las cosas pequeñas, y también en las grandes".

"La Palabra de Dios nos conduce a una certeza final: nadie puede servir a dos patrones, porque odiará a uno y amará a otro, o se acercará a uno y despreciará al otro. Los corruptos aman la corrupción, y odian la honestidad", denunció el Papa, quien apuntó contra los que arman "sus acuerdos en secreto, y lo peor es que creen que son honestos.Aman el dinero, las riquezas, hacen de las riquezas un ídolo. No les importan los pobres".

De ahí surgen algunas de las grandes violencias de la Humanidad, como "la gran industria del trabajo esclavo", como subrayó Bergoglio. "Hoy, en el mundo, el trabajo esclavo es un estilo de vida".

Dirigiéndose a los miembros de la Gendarmería, Francisco les agradeció sus "200 años de servicio contra el delito, contra los estafadores", defendiendo "la honestidad, que tantas veces sale malparada".

El Papa concluyó su homilía agradeciendo la vocación de servicio de este equipo, "luchando con las tentaciones. Me siento orgulloso de saber que vuestro estilo es decir 'No, en esto no entro'. Os agradezco vuestro servicio de dos siglos, y quiero que la sociedad, el Estado, que la Ciudad del Vaticano, que la Santa Sede, del último al máximo,reconozcamos vuestro servicio. Un servicio que custodia, que intenta no sólo que las cosas vayan bien, sino que se hagan con caridad y ternura, aun arriesgando la propia vida".

Homilía del Papa:
Las lecturas bíblicas de este domingo nos presentan tres tipos de personas: el explotador, el estafador y el hombre fiel.

El explotador es aquel del que nos habla el profeta Amós en la primera lectura (cf. 8.4 a 7): se trata de una persona enfocada en una forma maniaca de ganancia, hasta el punto de sentir fastidio e impaciencia en relación a los días litúrgicos de descanso, porque rompen el ritmo frenético del comercio. Su única deidad es el dinero, y su actuar está dominado por el fraude y la explotación. A expensas principalmente de los pobres e indigentes, esclavizados, cuyo precio es igual al de un par de sandalias (v. 6). Por desgracia, es un tipo humano que se encuentra en toda época, también hoy hay tantos.

El estafador es el hombre que no tiene fidelidad. Su método es cometer fraude. De él nos habla el Evangelio con la parábola del administrador deshonesto (cf. Lc 16.1 a 8). ¿Cómo llegó este administrador al punto de engañar, de robar a su señor? ¿De un día para otro? No. Gradualmente. Tal vez un día dando una propina aquí, el otro día una alícuota allá, y así poco a poco se llega a la corrupción. En la parábola, el hombre rico alaba al administrador deshonesto por su astucia. Pero ésta es una astucia mundana y fuertemente pecaminosa y que hace tanto mal. Existe, en cambio, una astucia cristiana, de hacer las cosas con prudencia, pero no con el espíritu del mundo: hacer las cosas honestamente. Y esto es bueno. Es lo que dice Jesús cuando invita a ser astutos como serpientes y sencillos como palomas: poner juntas estas dos dimensiones es una gracia del Espíritu Santo, una gracia que debemos pedir. También hoy hay muchos de estos estafadores, corruptos... a mí me impacta ver cómo la corrupción ha invadido todos los lugares.

El tercero es el hombre fiel. El perfil del hombre fiel lo podemos encontrar en la segunda lectura (cf. 1 Tim 2.1 a 8). Él es, de hecho, aquel que sigue a Jesús, que se entregó para salvar a todos, quien dio su testimonio de acuerdo con la voluntad del Padre (cf. vv. 5-6). El hombre fiel es un hombre de oración, en el doble sentido de que reza por los demás y confía en la oración de los demás por él, para «que podamos vivir tranquilos y serenos, con toda piedad y dignidad» (v. 2). El hombre fiel puede caminar con la cabeza alta.

También el Evangelio nos habla del hombre fiel: uno que sabe cómo ser fiel tanto en las cosas pequeñas como en las grandes (cf. Lc 16,10).

La Palabra de Dios nos lleva a una elección final: «Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No puede servir a Dios y al Dinero» (Lc 16,13). El estafador ama el fraude y odia la honestidad. El estafador ama los sobornos, los acuerdos oscuros, los acuerdos que se hacen en la oscuridad. Y lo peor de todo es que él cree que es honesto. El estafador ama el dinero, ama las riquezas: las riquezas son un ídolo. A él no le importa - como dice el profeta - pisotear a los pobres. Son aquellos que tienen las grandes "industrias del trabajo esclavo". Y hoy en el mundo, el trabajo esclavo es un estilo con el que hay que lidiar. Queridos hermanos, ustedes que hoy celebran su trabajo, ¿cuál es su trabajo? Ustedes hoy celebran los 200 años de servicio contra la estafa, contra los estafadores, contra los explotadores.

Con las palabras de San Pablo podemos decir: «Que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad» (1 Tm 2,4). Su tarea es la de evitar que se cometan las cosas feas como las del explotador y el estafador. Su tarea es defender y promover la honestidad, tantas veces mal pagada. Yo les agradezco por su vocación; les agradezco por el trabajo que realizan. Sé que muchas veces deben luchar contra las tentaciones de aquellos que quieren comprarlos, y me siento orgulloso de saber que vuestro estilo es decir: "No, yo no tengo que ver con esto". Les agradezco por este servicio de dos siglos y deseo para todos ustedes que la sociedad del Estado del Vaticano, que la Santa Sede, del último al primero, reconozcan su servicio, un servicio que custodia, un servicio que busca no sólo que las cosas vayan bien, sino hacerlas con caridad, con ternura, y también arriesgando la propia vida. Que el Señor los bendiga por todo esto. Gracias. 

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